Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Aventura] T2, Asalto al ballenero.
MC duck
Pato
Silver

Balagus

Marvolath


Scarface, recibio la noticia y una sonrisa anido en su rostro que languideció su aspecto demacrado, haciéndolo parecer mas malvado de lo que realmente era, por que ¿no se podía ser TAN malvado verdad? Ni siquiera un déspota como el podía mandar un barco sin mas provisiones que las ratas que habian saqueado el barco.
-¡ARRIAD VELAS GRUMETES! ¡Por fin salimos de esta cloaca!- y sin pensarlo mucho se aproximo a la campana la cual golpeteo con todas sus fuerzas- ¡A sus posiciones! ¡VENGA VENGA!

Por fin El barco "Death of Hopes" abandono lentamente pero de forma inexorable la Costa de Oykot, mientras todos los marineros trabajaban miserablemente pero a buen ritmo gracias a los latigazos que soltaba el capitán, No, no es broma, portaba un látigo, con el cual marcaba el ritmo de trabajo de los marineros. Recogieron cuerdas, el ancla, abrieron las velas y empezaron el mantenimiento de los cañones, bueno, del único cañón, el cual alguien había usado de papelera durante este tiempo.

Los marineros que parecían almas en desgracia hasta hace poco, ahora miraban con entusiasmo, por fin habían vuelto a moverse, a lo mejor esta vez lograban cazar una ballena de verdad, pero mientras había hambre, y los olores que llegaban desde la cocina habían motivado a muchos a ir al comedor.

-VIVA POR EL COCINERO BALAGUS!

Victoreaban y festejaban comiendo ¿sabian que es carne de rata no? no parecía importarles incluso alguno dijo que Balagus le sabia sacar mejor sabor a los roedores. Ahora que los veían comer, Posiblemente Balagus, Silver y Marvolath, sentirían el aguijonazo del hambre también, naturalmente había carne de rata para todos, o podían ... no comer? seguro hay mas soluciones, pero la opción mas nutritiva teniendo en cuenta las escazas provisiones, seguía en la mesa.

Tras comer aun tendrían cosas que hacer, habían platos que limpiar de toda la comida, por otro lado Marvolath enseguida le saldría trabajo.

-Me han dicho que curaste a Marlboro, mi compañero se ha torcido un  tobillo y..
-¡¡¡ME cago en la puta de quien tuviera que limpiar la cubierta!!!

Naturalmente pese a estas inconveniencias, el trio tendría tiempo de reunirse y hablar, elaborar un plan o simplemente hacer preparativos si así lo deseaban, pero inexorablemente el tiempo transcurriría, y llegaría un extraño momento. El barco que había estado avanzando entre la niebla, la cual cada vez se volvía mas densa, sin importar el rumbo que tomaran, y finalmente el timonel grito.

-¡Ha vuelto a pasar capitán! El timón no responde.


El barco avanzaba en una niebla tan densa que sin duda acabarían contra las primeras rocas que se cruzaran, pero por alguna misteriosa razón, aunque no había viento alguno, el barco seguía avanzando entre la niebla, mientras un extraño crujido hacia el timón giro levemente, y de entre la niebla, una enorme sombra hizo que los marineros se agacharan como si temieran que un enorme monstruo los atacara, pero no era un monstruo, era un galeón de pie en medio del mar, obviamente estaba apoyado en una escollera, pero no había forma de que el barco hubiera quedado así contra las rocas solo estrellándose, era mas bien como si lo hubieran arrojado ahí. Nuevamente un crujido del timon y entre la niebla otro barco emergió, este literalmente partido en dos.
¿era cosa suya o el timón había girado solo lo suficiente para evitar el choque? bueno, casi rozando mejor dicho.

-Maldita sea... Hemos vuelto otra vez... La bahía de los sueños rotos.

¿el por que del nombre? Era un misterio, por que ni siquiera podían ver entre la niebla si esto realmente era una bahía, parecía mas una escollera o un arrecife de coral donde barcos sin navegante se habían estallado, encallado, y habían sido abandonados, pero... en algunos de ellos, podía verse signos de lucha, las espadas oxidadas, el olor a pólvora en el aire, las calaveras que eran nidos de cangrejos o gaviotas asomándose por la borda, como si los saludaran. Muchos marineros dirían sentir escalofríos en este lugar, pero no era la verdadera sensación, no se sentía miedo, sino inquietud, era como estar en un cementerio, no solo por los muertos, esqueletos o manchas de sangre visibles, sino por que podía sentirse en el aire, la perdida, realmente se sentía por que le habían dado ese cruel nombre. No importaba si eran barcos con banderas piratas, marines o simples civiles... se sentía que realmente aquí venían a morir los sueños y esperanzas de quienes navegaban estas aguas.

Cuando comienzas tu aventura, no sabes como va a terminar, pero nuestros héroes pudieron hecha un vistazo al ultimo capitulo de muchas historias.

-Este lugar esta maldito- era Jhonas el tuerto, que se había aparecido como un alma maldita, escupiendo a un lado- Dicen que los arrastra la marea hasta aquí, o que "adversidad" los usa para hacer su nido... pero yo solo veo muerte y almas en pena.

¿Cómo hacia este hombre para aparecer de repente?

-¡PREPARAD EL CAÑON! ¡PREPAREN ARPONES! Lo puedo sentir, Adversidad esta cerca.- El capitán miro a los "cazadores de monstruos"- Veamos de lo que estáis hechos...

El ruido de las cuerdas tensándose bajo un viento inexistente, el crujido de la madera bajo vuestros pies, el tintineo de los cabos, y el susurro de las telas formaron de alguna extraña forma palabras, palabras que no estaban dichas por boca o palabras humanas pero que entendíais de forma lúgubre, como si fuera el propio barco quien hablara. Y sus palabras fueron.
No estáis preparados
#21
Marvolath
-
-no espero que alguien como tu lo pueda entender... Seguro que toda tu vida has vivido en opulencia, y has tenido una vida fácil ...

Un breve gesto de enfado que no pudo contener se dibujó fugazmente en su máscara de concentración. Quiso escupirle, indignado. Pero no era higiénico. Pero entonces la explicación continuó.

Estaba preparado para golpear con el mazo ante el menor signo de resistencia o agresividad, pero el mazazo se lo llevó él. Era demasiado parecido, inquietante como esas muñecas de la realeza que te erizan el pelo cuando las ves porque casi parecen humanas. Casi. Un presagio de su futuro salido de las oscuras entrañas de la desesperación, una metáfora tan real que podía saborearse. Y tenía un sabor amargo.

... se contagiaron y yo... intente curarlos... pero los envenene... murieron a mis manos...

Esas palabras lo sacaron de su ensimismamiento. Relajó el cuerpo, respiró hondo, y por primera vez en mucho tiempo se quitó la máscara de inexpresión que vestía desde que era niño. Sacó de su mochila otra botella, esta vez con un líquido transparente y claro, y la descorchó sentándose junto al komink. Se la ofreció, retirándola al recordar el medicamento que ya le había dado, y dio él mismo un largo trago.

- Yo también maté a mi madre. No tuve el valor de hacer lo mismo con mi padre, aunque en cierto sentido se podría decir que lo hice cuando me marché... - hizo una larga pausa, sumergido en sus pensamientos - La medicina que nos enseñan falla, Marlboro. Usamos el conocimiento de otros, usamos plantas y químicos que otros nos dicen que tienen propiedades... y a veces funciona. Pero sólo a veces. Y cuando falla la culpa es nuestra, por depender de la medicina de otros. Por eso estoy aquí... para aprender a no depender de nadie ni de nada, para curar por mí mismo. - otra pausa, serenándose al sentir cómo perdía la compostura - Quizá falle... seguramente falle... Pero si no lo intento ya habré fallado... es el precio que tengo que pagar.

Cerró los ojos con fuerza, tratando de contener unas lágrimas que tenía prohibido derramar. Se encogió, sintiendo en su cuerpo el recuerdo del castigo por ser débil. Descorchó de nuevo la botella y volvió a dar un largo trago. Volvió a respirar hondo, y la máscara volvió a su lugar. Se dirigió hacia su mochila mientras comenzó a hablar con su estéril neutralidad, sacando un tarrito con lo que parecía ser una crema que se había secado más de la cuenta.

- Si de verdad eres médico sabes que no puedo dejarte morir, Marlboro. Y deberías de avergonzarte al pedírmelo. - dijo con su estéril neutralidad, dirigiéndose hacia su mochila -  Puedo lisiarte si te resistes, pero no morirás. - sacó un tarro con una crema que se había resecado -  Y no creo que realmente quieras morir. Eres médico, sabes cien formas de acabar con tu vida mucho mejores que esperar lenta y agónicamente bajo la cubierta. - lavó más trapos en el agua, aunque ya no estaba tan caliente - En cualquier caso, cuando estés estable dejarás de ser mi paciente. Y no tendré problema en compartir con un colega productos que pueda necesitar.

Se giró hacia Balagus, dejando que esas últimas palabras flotaran en el aire. A buen entendedor pocas palabras le bastan.
Aplicó con dificultad la crema sobre las vendas, y envolvió con éstas las quemaduras en las manos del oni. Por suerte eran quemaduras superficiales, y confiaba en que el ungüento caducado fuera suficiente para curarle. 

"Con esta deuda no consigo comprar materiales de calidad... a este paso acabaré envenenando a la tripulación, como le pasó a Marlboro" - pensó amargamente.


Continuando cuando el barco zarpa y se sirve la comida

¿Que si quería comer rata? No era lo peor que había comido, y esta parecía haberse preparado apropiadamente para no ser peligrosa. Buen provecho.
Tomó un cuenco lleno hasta el borde, más que suficiente para alguien de su tamaño, y se sentó junto al komink. Comió, intercalando cucharadas con su paciente para que recuperara fuerzas.

-Me han dicho que curaste a Marlboro, mi compañero se ha torcido un  tobillo y..
Un rápido vistazo bastó para determinar que era una luxación leve, nada que requiriese de atención médica.
- Pues ve a ver al médico de abordo. Yo soy el carpintero. - respondió con frialdad. No soportaba a los gorrones que fingían estar enfermos para no trabajar.

Resumen
#22
Silver D. Syxel
-
El pirata escuchaba con atención, asimilando cada palabra de Bronz. El relato del homeópata sobre las cicatrices en su espalda y la maldición del barco resonaban más de lo que habría esperado. Aunque se mantenía impasible por fuera, en su interior la historia despertaba ecos de su propio pasado. Recordaba el dolor y el desconcierto al despertar años atrás, siendo tan solo un crío, con las cicatrices en su espalda como único testimonio de un tormento que no lograba recordar. Por un instante, casi pudo sentir un hormigueo en esas marcas, como si revivieran su propio dolor.

Sin embargo, desechó la sensación con un leve movimiento de hombros y esbozó una sonrisa confiada. No podía permitirse caer en las historias de superstición, no cuando tenía sueños y metas que cumplir. Observó al hombre tambaleante que se alejaba, perdido en sus propias palabras, y pensó en lo lejos que había llegado a pesar de las adversidades.

Mis sueños son lo único que no podrán arrebatarme. Ni siquiera la peor de las maldiciones lo conseguiría —murmuró para sí, antes de enderezarse y volver a la tarea en cuestión.

El trayecto en el Death of Hopes continuaba. Cuando los tripulantes se reunieron para comer, el capitán miró de reojo el estofado de carne de rata que Balagus había preparado. Sabía que su compañero tenía la habilidad de hacer que incluso lo peor supiera bien, pero su apetito había desaparecido. No habría sido la primera vez que le tocaba comer algo así, o incluso peor, pero la historia de Bronz seguía rondando en su cabeza. Algo en aquel barco no encajaba, y no era solo la leyenda de la maldición.

No estoy de humor —se limitó a rechazar cuando alguien le ofreció un cuenco, negando con la cabeza antes de levantarse. Se retiró del comedor con pasos silenciosos, dejando a Balagus y Marvolath continuar con su comida y charla.

Ya en cubierta, Syxel se tomó un momento para pasearse por la misma, observando el barco con detenimiento. Sus manos pasaron suavemente por la barandilla desgastada, intentando captar algo más allá de lo visible. Si aquel barco estaba maldito, como decía Bronz, tal vez tenía algo que decirle. Quizás, como creía el homeópata, el Death of Hopes realmente deseaba hundirse y descansar para siempre. Pero el capitán no era del tipo que dejaba que las maldiciones o los fantasmas de barcos antiguos decidieran su destino.

Mientras caminaba por la cubierta, el aire se hacía cada vez más pesado, como si la atmósfera del barco estuviera cargada de una tensión que él aún no comprendía del todo. Fue entonces cuando escuchó los gritos. El timón no respondía. El pirata corrió hacia la popa, donde el timonel luchaba por controlar la nave. Todo esfuerzo parecía inútil. Los marineros cercanos miraban con desesperación, pero ninguno sabía qué hacer.

Silver se abrió paso y, sin decir una palabra, tomó el timón en sus manos. Lo giró con fuerza, intentando recuperar el control, pero el barco seguía avanzando sin obedecer sus órdenes. Era como si una fuerza invisible decidiera su curso, guiándolos hacia lo desconocido. Alrededor, la niebla se volvía más espesa, ocultando el horizonte y cualquier esperanza de ver tierra o un camino seguro.

Maldita sea... —gruñó, sin soltar el timón, como si tratara de forzar al barco a obedecer su voluntad.

A medida que la niebla los envolvía por completo, Syxel observaba con atención cada sombra que se deslizaba en la distancia. Parecía que el barco tenía un destino, uno que él aún no podía comprender del todo, o no quería aceptar. Y entonces lo sintió: una especie de susurro, un murmullo que no venía de la tripulación ni del viento. Era el propio barco el que parecía hablarles, advirtiéndoles de que no estaban preparados para lo que venía.

El pirata apretó el timón con más fuerza, cerrando los ojos por un momento. Luego, los abrió con decisión y, con voz firme, respondió al susurro del barco.

No te dejaré hundirte —declaró con determinación—. Tienes un propósito, y aún no ha llegado tu hora. Sigue adelante. Sigamos adelante...

Sus palabras resonaron en la cubierta como un reto lanzado al propio espíritu del barco. Aunque la niebla seguía densa y la oscuridad reinaba a su alrededor, el capitán se mantuvo firme, esperando una respuesta. No estaba dispuesto a ceder su destino a una maldición. Si el barco aceptaba unirse a él, ambos se enfrentarían a lo que estuviera por venir. Pero Syxel estaba decidido: no sería el mar ni un monstruo lo que lo detuviera.

Resumen

Inventario
#23
Balagus
-
El oni tenía la paciencia justa y la ira pronta, pero sólo cuando entendía la espera venía causada por la estupidez o la ineptitud de otros. Allí, sentado en unos maderos frente al pequeño Marvolath y a una criatura peluda, sucia y desaliñada tan reducida en tamaño como él, aceptó sin rechistar ni gruñir la espera para ser atendido.
 
No perdió detalle, visual o auditivo, de todo lo que ocurrió frente a él, incluso aunque algunas veces apenas alcanzara a entender sus murmullos. No le importaba lo que pensasen los demás de él si resultaba indiscreto, y tampoco apostaría por que ellos fueran a recriminarle nada. Lo que sí le importaba era conocer a sus compañeros y aliados, y, aunque él fuera una rareza en el mundo, jamás se atrevería a usar las intimidades de otros contra ellos.
 
Finalmente, pudo ser tratado. La crema podía haber estado densa como el fondo de un pantano, y oler tres veces peor, que los nulos conocimientos de Balagus no le habrían dado ni una pista del estado de esta. Además, en su juventud había visto y sentido demasiados emplastos y remedios a base de hierbas, sangre, y jugos de insectos: era difícil pillarle por sorpresa en ese aspecto.
 
- Gracias, Marvolath. – Le agradeció en un susurro, sólo para él. El doctor podía haber recuperado la inquietante neutralidad de su voz, pero Balagus sentía la tormenta que sacudía las olas en su interior. No se rebajaría a aprovecharse de quien seguía firme en su puesto bajo tales dificultades. De hecho, aquel fue el primer gesto que marcó el incipiente reconocimiento del oni hacia el Kobito.
 
Encorvado y meditabundo, regresó a la cocina, donde le dedicó a Malakus una mirada pesarosa, pero brillante aún con la determinación de resistir contra viento y marea, y le dio unas palmadas en el hombro, dejando ver que sus manos vendadas podían volver a trabajar sin demasiado dolor. Con la ayuda de su recién descubierto hermano de raza, no le costó apagar las brasas y terminar de adecentar aquel guiso de pobres, llevando la inmensa olla entre sus fuertes brazos mientras el segundo oni le asistía con los cuencos, las cucharas y el agua. Antes de salir, volvió a engancharse su vieja hacha de las tiras de cuero a su espalda.
 
Contemplar a las desdichadas almas en pena de aquel barco, incluso por un plato de comida de tan rancia procedencia como era aquel, calentaba y animaba su corazón. En otra ocasión habría alzado un barril de ron para brindar, y habría bebido gran parte de su contenido con los presentes para celebrar otro festín con éxito, pero ni su humor se inclinaba por celebrar nada en absoluto, ni había barril de ron a la vista, ni aquello podía considerarse, bajo ningún tipo de estándar o criterio, un festín.
 
Poniendo su mejor esfuerzo en no ser visto por los atareados balleneros, puso en manos de Malakus unos pedazos de carne de cerdo seca de su bolsa personal, preparados y sazonados por él mismo cada pocas semanas. Notaba cómo le empezaban a escasear, pero no dejó que la profundidad a la que sus dedos debían rebuscar en el contenedor de cuero de su enorme cinturón le frenaran a la hora de compartirlos, ya fuera con el oni de color verdoso, con Marvolath, a quien se los dejó al lado del cuenco, o con su capitán, a quien pudo dárselos en mano al encontrarlo.
 
No recordaba haber visto a Silver tan afectado y taciturno. Normalmente era él quien ocupaba ese extremo de la balanza anímica que formaban entre ambos, y le preocupaba que, de golpe, aquel equilibrio se hubiera descompensado tanto. Sin embargo, no interrumpió el silencio con alguna ocurrencia jocosa, y contempló el mar desafiante junto a su compañero, mientras él mismo masticaba lentamente también un par de pedazos de la carne reseca.
 
Había oído historias de algunos marineros acerca del alma de los barcos, de que los navíos poseían su propia consciencia, llena de recuerdos e historias. Aunque Balagus creía en los espíritus y en los antepasados, la idea de que una creación humana pudiera atraer a estas fuerzas sobrenaturales sin la correcta intervención y mantenimiento de uno o varios chamanes se le hacía completamente absurda y necia. Con todo, si algo de esas habladurías era mínimamente cierto, el Death of Hopes merecía un par de bofetones de padre y ser devuelto a la realidad.
 
Pero, ¿qué realidad? Esta parecía haberse evaporado en una nube de niebla. La mirada preocupada del gigantón se volvió hacia el timonel, que afirmaba haber perdido el control del barco de nuevo. Balagus arrugó el gesto, y tomó el hacha entre sus manos en un acto reflejo, pero allí no emergió nada con lo que luchar: las grandes sombras que se elevaban en derredor no eran sino los naufragios de barcos que el Death of Hopes parecía empeñado en querer evitar.
 
Las muestras de destrucción y devastación trajeron imágenes a su memoria: imágenes de una aldea en llamas, de cadáveres decapitados, de mujeres y niños encadenados y arrastrados, de ríos de sangre corriendo por los senderos de polvo. De los ojos de su padre, carentes de vida, mirándole con pena, rabia y cólera, como si el tajo de su garganta y la media docena de lanzas alojadas en su caja torácica aún hubieran sido insuficientes para acabar con su vida.
 
Jhonas apareció detrás del oni, haciéndole soltar un gruñido de sobresaltada advertencia, y notificándole que Silver hacía rato que había abandonado su lado, y que había pasado a estar junto al timón. Entre las majaderías y supercherías del viejo tuerto, Balagus sí pudo coincidir con él en lo único sabio y coherente que había dicho: allí sólo había muerte y almas en pena.
 
Balagus empezó a caminar, con semblante grave y decidido, hacia la proa del barco, pasando el hacha a su mano izquierda, y tomando un manojo de arpones de los balleneros consigo. Adelantándose más que todos los presentes, clavó las armas en los tablones de cubierta, impertérrito a los gritos y mofas de Scarface, y más aún a las misteriosas palabras que surgieron de… ¿del propio barco?
 
- ¿Para qué? ¿Para morir? ¿Para matar? – Contestó, casi bramando. – Hace años que estoy preparado para cualquiera de las dos, y una cosa prometo: haré que sea glorioso, me toque el papel que me toque… ¡¡LOK’TAR OGAR!!-
 
Lanzó su desafío, listo, como él mismo acababa de afirmar, para enfrentarse a cualquier enemigo. Incluso a la muerte misma.

Resumen


Inventario
#24
MC duck
Pato
el barco, escucho de alguna forma sus palabras, o simplemente se guio por sus emociones, por que el timón dejo de estar tan rígido en manos de Silver, aunque el ambiente se torno algo mas tranquilo, esta tranquilidad no era para nada un alivio, sino un breve suspiro, por que el barco los había llevado a una ruta donde cascotes de barcos, submarinos y otros restos conformaban lo que parecía un callejón a una laguna, una extraña formación de barcos destrozados y colocados, si, colocados, a diferencia del resto de cascotes, estos claramente habían sido puestos para conformar una estructura, nada que hubiera hecho un humano claro.
Era un nido

-¡Preparad los cañones! ¡Las armas y los arpones! -No quedaría claro si fueron las ordenes del capitán Scarface, o simplemente la llegada del barco era imposible que pasara desapercibida, pero un burbujeo empezó a desatarse en la laguna, y una sombra enorme se movió bajo el agua. - ¡QUE TODO HOMBRE QUE PUEDA EMPUÑAR UN ARMA ACUDA A CUBIERTA!

Casi inadvertidos, Vieho fue a hacer el ademan de sacar un arma, pero Jhon le puso la mano en el hombro y negó con la cabeza. Ambos viejales retrocedieron para ocultarse detrás de los barriles vacíos que se usaban para provisiones, ahora vacíos. Mientras hombres mas jóvenes y valientes salían de la bodega preparados para la eventualidad, ahora con mas energías gracias a la comida de Balagus, pues no habían comino nada mejor en días.
sopa de rata

NPC


7 hombres, armados con espadas, rifles y porras se prepararon para lo que pudiera avecinar de los mares, mas envalentonados por tener de su lado a unos poderosos cazadores de monstruos. A su lado no había nada que temer, podrían luchar contra el mismisi...

La superficie del "lago" exploto, mientras una enorme figura emergía, era difícil decir su tamaño, ya que la mayor parte de su cuerpo permanecía sumergido,  pero era enorme, y su cabeza sobrevoló toda la cubierta provocando una ligera lluvia de agua, que caía de sus afilados dientes, mientras abría una boca capaz de morder a Balagus sin dificultad, para lanzar un sonoro rugido. Si habías visto un "señor de la costa", esto no guardaba casi ninguna sorpresa, exceptuando que era mas grande, y que por alguna razón su cuerpo era amarillo, casi dorado, siendo que mas que un demonio que los atacaba, parecía unas criatura divina castigando a los mortales por sus pecados.
[Imagen: 49100.jpg?t=1668883648]
Amenaza mundial, Dolorosa realidad, "Vestia" marina, El terror de los barcos, Represalia de los mares, SIlencio en la bruma, Destino cruel, Asesino de sueños, Desgraciado manqueador de Yonkous
  ADVERSIDAD

Los hombres, que tan entusiasmados parecían ahora caían sobre sus culos resbalando sobre la cubierta de puro terror, la cual estaba tan sucia que con las gotas de agua rápidamente se había enfangado en una superficie resbalosa y inestable que acababa derrumbado a cualquier inconsciente que corriera sobre ella.

-¡SILVER! ¡TE DIJE QUE LIMPIARAS LA CUBIERTA!

cubierta resbalosa


La enorme criatura dio una rápida dentellada, y uno de los hombres derribados desaparecieron, o mejor dicho contribuyeron a la suciedad de la cubierta, con su sangre... Pero su ataque no había terminado, aun podía lanzar su segundo ataque básico, entonces dirigió sus fauces a la criatura mas grande y que podría satisfacer mejor las necesidades de la criatura, Balagus. 

Balagus


- ¡LOK’TAR OGAR!

Malakus salto con un arma del segundo piso del barco, usando todo su peso para clavar un arpón pesado en el cuello de la criatura, haciendo que esta retrocediera antes de alcanzar a atacar a Balagus. La criatura Chillo,  y se sacudió, pero Malakus por alguna razón se mantuvo clavando la lanza.
Balagus

Hasta que no aguanto mas, y salió volando hacia arriba, donde la criatura lo pudo ver, y lo atrapo entre sus dientes, sacudiendo su enorme cabeza de una dentellada que destrozaría a un humano fácilmente, pero fue hecho con tanta violencia, que no quedaba claro si el oni estaba vivo o no incluso cuando lo lanzo, con tanta fuerza que dejo un manchón rojo allí donde había impactado su cuerpo, negando toda posibilidad de salvación para el.

La criatura contorsionó su cuerpo, intentando alcanzar el arpón, pero fue imposible, por lo que chillo de frustración, ese lapsus fue justo lo que hacia falta.

-FUEGO!

Los cañones rugieron, y la criatura grito, moviéndose espasmódicamente y sumergiéndose, para refugiarse de los cañones. 50 puntos de daño penetrante.

-¡JA! le he derrotado ¡luego no digan que...

Pero la laguna volvió a burbujear y la criatura nuevamente emergió mas alejada del barco, a 10 metros de la cubierta como si esta vez quisiera ser mas precavida y escoger mejor a su siguiente victima. Acechante. Con ojos inyectados en sangre, con ganas de matar.

-¡MIerda! ¡RECARGEN!
Pero por muy buen o mal capitán que se fuera, nadie recargaba fácilmente esas bolas de cañón, tardarían un turno en lograrlo, durante ese turno volverian a estar a merced de la ADVERSIDAD.

ADVERSIDAD
#25
Balagus
-
Todo el aliento de sus pulmones, toda la fuerza de sus piernas y de sus brazos, y todo el valor del endurecido corazón de Balagus flaquearon un instante en el momento de la verdad. La enorme criatura de piel dorada le infundió de un primordial terror que hacía mucho que no había sentido, así como un respeto reverencial que sólo se podía ofrecer a los depredadores alfa. Un terror y un respeto que, aparentemente, le iban a costar la vida, junto al otro pobre desgraciado de la tripulación.
 
Aunque ya estaba levantando la guardia, era demasiado tarde: las titánicas fauces de pesadilla se cerraban sobre él en un ataúd grotesco y agónico. Balagus había hecho las paces hacía mucho con la posibilidad de morir como un guerrero, y era un destino que se le antojaba incluso apetecible, y sólo lamentaba no poder vengarse de aquellos que trajeron la destrucción sobre su gente, ni poder encontrar en sus viajes a otros supervivientes como Malakus.
 
“Malakus… Esta tarea te encomiendo: encuéntralos. Sálvalos. Sobrevive a este día en el que yo no puedo...”
 
- ¡LOK’TAR OGAR! –
 
El bramido del viejo guerrero le sacó de su apesadumbrado ensimismamiento, arrebatándole también de las garras de la parca tan rápido como esta había intentado hacerle suyo. La visión del avejentado oni clavando uno de los arpones cercanos sobre la bestia, por muy desigual que fuera aquella batalla, reanimó los rescoldos de un fuego en su pecho. Las palabras que el anciano le dedicó en la cocina fueron los fuelles que alimentaron aquel calor incipiente.
 
Y, de pronto y sin compasión, el desenlace. La explosión de llamas consumiendo el oxígeno de la fragua en su interior. La estupefacción inicial cedió rápidamente ante la ira que lo consumía, hinchando sus músculos y venas, avivando un feroz brillo anaranjado en sus ojos, y desbordando un furioso bramido de guerra que lanzó sin temor alguno.
 
Y entonces llegó la orden del capitán del barco, y el rugido de los cañones. Balagus estaba ya listo para saltar sobre la criatura, deseoso de vengar al noble Malakus, pero la ADVERSIDAD decidió retirarse con precaución. Una retirada que el oni aprovechó para avanzar hasta el límite de la proa con pasos lentos y pesados, chapoteando en la mugre de la cubierta mientras resoplaba lo que por poco no eran volutas de vapor, y con el filo del hacha siendo arrastrado por la cubierta.
 
La bestia los observaba, meditando su próxima víctima, mientras los cañones recargaban. No esperaría un ataque directo. No esperaría a Balagus.
 
Con un impulso inhumano, el gigantón se propulsó con todo el poder que pudo reunir en sus piernas, y se lanzó por los aires hacia su enorme enemigo, enarbolando el hacha de guerra en el aire en un brutal ataque que pretendía dejar clavada el arma en la herida ya abierta de la criatura marina, y así servirle de agarre antes de seguir acosándola cuerpo a cuerpo.
 
“No dejes que la culpa te domine... la culpa y la vergüenza te pueden destrozar, … a mí me destrozó.”
 
No tenía más temores ni remordimientos. Moriría, o vencería allí.

Resumen


Inventario
#26
Silver D. Syxel
-
El caos en el Death of Hopes se extendía como una ola desbordada, mientras los hombres a bordo, desmoralizados por la magnitud de la criatura que tenían ante ellos, se resbalaban y caían en la cubierta mojada y sucia. Ojalá alguien la hubiese limpiado... Las gotas de agua caían pesadamente de los colmillos de Adversidad, creando charcos que mezclaban sangre y suciedad. El capitán observaba la escena como si el tiempo se hubiera ralentizado, cada detalle grabándose en su mente mientras los gritos de Scarface solo empeoraban la confusión.

Fue entonces cuando lo vio: Balagus, impulsado por la venganza tras la sangrienta y visceral muerte de Malakus, se lanzó hacia la bestia con una furia descomunal. El gigantesco guerrero había tomado una decisión y su salto, lleno de determinación, sacudió algo en el capitán. En ese instante, la mente de Syxel se despejó. El caos alrededor se disipó de su percepción, dando lugar a una claridad casi sobrehumana.

Este era su barco, esta era su tripulación, y él debía ser quien los guiara en ese momento crucial. Como capitán, no podía permitir que el miedo o el desorden les arrebataran la victoria. Era el momento de actuar.

¡TODOS A CUBIERTA! ¡Vamos, marineros! ¡¿Habéis visto lo que ha hecho Balagus?! ¡Este es el momento de luchar como guerreros de verdad! —rugió el pirata, su voz cortando el aire y dominando incluso los gritos del capitán Scarface. La seguridad en sus palabras era innegable, y cada hombre que lo escuchaba debía sentir la sacudida de su autoridad.

El capitán se movía con agilidad entre los cuerpos caídos, pues ni el lamentable estado de la cubierta podría detenerle, empujando a los hombres a levantarse, tomando sus hombros y forzando sus miradas hacia la bestia. Sabía que si no actuaban rápido, la desesperación terminaría por consumirlos.

¡Aquellos que porten armas de fuego, apuntad a los ojos de la criatura! ¡Disparad sin miedo, y con precisión! —ordenó con voz firme—. ¡Los que no puedan, dejad lo que estéis haciendo y ayudad a recargar los cañones! ¡Nos llevará menos tiempo si todos trabajamos juntos!

A medida que caminaba por la cubierta, Silver intentaba levantar los ánimos de los hombres, sacudiéndolos para que se mantuvieran firmes. Los alentaba, no solo con palabras, sino con la convicción de que ellos podían superar esta adversidad.

¡Malakus y Balagus han demostrado lo que significa luchar hasta el final! ¡No dejéis que este barco o esa bestia os roben el valor!

Mientras el capitán avanzaba hacia el timón, sintió que la tripulación comenzaba a recuperar algo de su temple, inspirada por el sacrificio y la furia de Balagus. O al menos eso quería creer.

¡Que alguien me traiga un rifle! —pidió, con un gesto rápido.

Cuando finalmente alcanzó el timón, sus manos lo tomaron con fuerza. El barco mismo debía resistir, el Death of Hopes compartiría el destino de la tripulación. Pero Syxel no dejaría que el barco o los marineros se rindieran. No mientras él estuviera al mando.

Con un giro decidido, forzó al barco a dirigirse hacia la criatura. Sentía la resistencia en el timón, quizás porque el navío aún se resistía a obedecer, o quizás por lo agitadas que estaban las aguas con los movimientos de la criatura, pero no importaba. Este era el camino correcto, su instinto como navegante le decía que era lo que debían hacer. Y estaba dispuesto a seguir su instinto y confiar en su suerte.

¡Vamos hacia la bestia! ¡Vamos a apoyar a nuestro compañero y darle muerte a nuestro enemigo! —exclamó, desafiando la lógica de cualquier marinero común.

El barco comenzó a moverse lentamente, deslizándose sobre las aguas en dirección a Adversidad. Cada centímetro que ganaban era un riesgo, pero Silver sabía que era necesario. El pirata mantenía su vista fija en la enorme criatura, midiendo sus movimientos, esperando el momento exacto.

(Si alguien le da un arma...) Con el rifle firmemente entre sus manos, se tomó un instante para calmar su respiración. Sentía el peso del arma como si fuera una extensión de su propio cuerpo, y sabía que en los próximos segundos no habría margen para el error. Cada latido de su corazón parecía resonar en el silencio que precede a la tormenta. Los ojos de Adversidad, brillando en la penumbra con una intensidad casi malévola, eran su único objetivo. Ese disparo podría marcar la diferencia entre la supervivencia y el desastre.

Con movimientos precisos, levantó el rifle, alineando la mira con el ojo de la criatura. El entorno parecía desvanecerse: los gritos, el crujido del barco y la misma presión del momento se desdibujaban. Eran solo él, el arma, y el monstruo. El capitán ajustó la postura, controlando cada músculo, esperando el momento exacto. Y entonces, sin vacilación, apretó el gatillo. El disparo rompió el aire con un estruendo ensordecedor, el retroceso sacudió su cuerpo, pero sus ojos nunca se apartaron del objetivo. Aquel tiro debía dar en el blanco.

Resumen
#27
Marvolath
-
- Gracias, Marvolath.

Aquel susurró resonó con una f uerza inesperada. Marvolath entrecerró los ojos, estudiando con desconfianza a Balagus y a esa respuesta que rara vez escuchaba tras curar a alguien. Las palabras no son más que sonidos que asociábamos a ideas y conceptos que usamos para comunicarnos. Sabía que las palabras podían hacer daño si uno no estaba debidamente protegido, pero estas palabras tenían otro efecto, alguna clase de medicina que él no había experimentado... hacían que se sintiera... ¿bien? Ya lo estudiaría. Miró a Balagus, y un destello cruzó la máscara de sus ojos. Asintió con la cabeza antes de retomar su labor.

Tiempo después, cuando ya hubieron comido y recuperado energías, despachado a los gorrones, y tratado a los heridos, sólo quedó esperar. Médico y paciente descansaban, el uno apoyado en un barril, revisando con decepción la colección de frasquitos, botitos, y saquitos que llenaban su mochila de aire, porque poco más contenían a estas alturas. El otro, tumbado en la improvisada camilla aparentemente más relajado, quizá por los calmantes o quizá por la promesa de acceder a nuevos fármacos.

Unos gritos de alarma, seguidos por un rápido redoble de pasos en todas direcciones y crujir de madera sobre su cabeza le hizo saber que se había acabado la espera. Recogió rápidamente sus pertenencias, dudando brevemente antes de guardar también el pequeño bote con restos de polvos azules.

- Parece que esa criatura que debíamos encontrar nos ha encontrado antes a nosotros. Quizá sea tu día de suerte, después de todo.

Aún no había llegado a las escaleras que subían a cubierta cuando una explosión en el exterior sacudió el barco, haciéndole perder el equilibrio. Los gritos en cubierta incrementaron en cantidad, intensidad, y terror. Unos cañones rugieron en cubierta, sacudiendo nuevamente el barco. Subió torpemente los escalones, agarrándose con fuerza al sentirse caer. La tormenta de voces y pasos, fruto y semilla del caes que reinaba en la tripulación, llenaba su cabeza y no le dejaba pensar. Cómo médico, siempre había considerado una suerte el no haber encontrado grandes peligros en sus años en el mar. Ahora que había llegado uno se sentía perdido y abrumado, sin saber qué hacer.

Vio a la criatura, grande como dos barcos y terrible como... como nada que hubiese visto anteriormente. Llegó a tiempo de ver a Balagus saltar sobre la criatura, sin ningún miedo o vacilación, sobre un arpón que tenía clavado el monstruo. Su propia voz resonó en su cabeza: "Yo no puedo hacer eso... caería al mar y quién sabe cuántos más habrá..."

Un viento sopló en medio de la tormenta, amainándola: la voz de Silver resonó, imponiéndose a todas las voces, comandando a la tripulación para que retomase sus puestos. "Puedo hacerlo". El barco se acercaba rápidamente a la criatura, y no dudó: cuanto estuvo lo suficientemente cerca saltó con la misma determinación que había visto segundos antes en Balagus, golpeando el mango del arpón con su bastón como si clavase un clavo. A este ritmo, sería carpintero sin proponérselo.
Rompecoraza
CON101
CONTUNDENTE
Ofensiva Activa
Tier 1
16/10/2024
17
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Dando un firme paso en el que el usuario buscará generar toda la potencia de impulso y una cierta inercia con la que golpeara con su arma sin compasión a su objetivo causando un [Empuje] de 5 metros.
Golpe Básico + [FUEx2] de [Daño contundente]


Fue como golpear una pared. Una pared que no estaba dispuesta a ser empujada y que, ofendida, lo empujó a él, devolviéndolo. Aterrizó en la cubierta, y una inesperada capa de grasa - no quiso pensar en los detalles - le hizo resbalar.

La voz de Silver resonó nuevamente, esta vez a su lado. Pedía un rifle, y recordó el arma de fuego que él llevaba desde hacía tiempo sin saber bien por qué. Él no usaba pistolas - eran letales y no tenía puntería -, y ni siquiera llevaba munición. La sacó y la lanzó.

- No tiene munición, pero seguro que consigues algo por aquí.

Resumen
#28
MC duck
Pato
La criatura se retorció como una posesa mientras recibía ambos golpes, en especial el golpe de Balagus en la herida fue de lo más hiriente, ya que alcanzó a golpearlo en la herida causada por Malakus haciendo a la criatura gritar, mientras en ese momento de apertura, Marvolath coló su ataque golpeando justo el mando del arpon de Malakus, clavando aun mas si cabe, para luego rebotar hacia atrás. Aparte llovieron balas de la cubierta, y algunos arpones volaron, aunque la mayoría ni alcanzó a la criatura, pero su contribución ayudó en cierta medida, Incluso Silver logró disparar con un arma de fuego, mientras dirigía el barco hacia la criatura acercándose nuevamente a ella, aunque no termino recortar camino, la distancia entre ellos pronto se acortaria.

160 daño total

-¡Si eso……!... lo que dice Silver…
Scarface empezó a mirar a Silver con una ceja alzada, había algo en todo eso que le empezaba a disgustar, pero era tan mal capitán que era incapaz de reconocer a un buen capitán cuando lo veía actuar. Aun así, esa era la distracción que Viejo y Jonas necesitaban para entrar sigilosamente a la habitación del capitán, de pies puntillas mientras todo sucedía. Bueno, había cosas más importantes de las que preocuparse en ese momento.

Balagus después de dar su efectivo golpe, cayó al agua, durante una fracción de tiempo, ADVERSIDAD lo miro, pero paso de él como de la suciedad, mientras se lanzaba detrás de Marvolath, posiblemente la criatura, más inteligente de lo que muchos esperan, sabía que los humanos, onís, y cualquier humanoide no-gyojin en el agua no supone una amenaza en el agua, usando su mejorado movimiento en el agua siguió a Marvolath abriendo sus enormes fauces, haciendo que el médico pudiera ver la el agujero sin fin detrás de los enormes dientes afilados, ADVERSIDAD no parecía importarle morder la cubierta junto al enano.

Un ruido de cuerdas tensándose y moviéndose, interrumpió cuando algo balanceándose en los cabos, y algo parecido a un simio pequeño se abalanzó contra la cabeza de la criatura específicamente su ojo izquierdo acuchillando mientras gritaba a todo pulmón.

-¡NOOOO!!! ¡SOLO YO PUEDO MATAR A MARVOLATH!

[Imagen: i-made-monkey-goblin-statblocks-v0-ijd84...6f2fda1c33]

¿Cómo hizo Marlboro para salir de su sedante? Tal vez Marvolath calculo mal, tal vez la biología semi-mink alteraba la resistencia a ese tipo de fármacos, o simplemente ya habia pasado el efecto, para bien o para mal.

-¡ES MIO MIO MIO! ¡MARVOLATH ES IGUAL A MI! ¡DEBEMOS MATARNOS! JIJIJIJI Esto solo puede  terminar de una forma... o él me mata o yo le mato... ji ji ji…

ADVERSIDAD agitó la cabeza como loco, golpeando incluso el barco y dando oportunidad a los marineros con espadas o arpones atacar a la bestia, mientras bajo cubierta, los cañones se estaban cargando lo más rápido posible, aun asi no llegaron a tiempo de evitar que Malrboro, cayera sobre los dientes que lo apresaron y destrozaron, volviendo a llover nuevamente la sangre sobre la cubierta, sobre Marvolath

Marvolath

-¡Cañones listos!
-Bien... ¡Prepara,...!
-Cuando ordene señor Silver
-Esto... empieza a sacarme de mis casillas…

Pero Marlboro no fue el único en caer, una vez lo destrozó, lanzó un segundo ataque, acabando con uno de los marineros que se habían aproximado a atacar, de los 7 que habían empezado en cubierta, ya solo quedaban 5... Aunque los tripulantes seguían animados y en forma, empezaban a recular, aquella cosa los mataba muy fácilmente, el espíritu y su valentía pronto podrían verse apagadas.

ADVERSIDAD


anotaciones:
-Balagus, en principio tu personaje esta en el agua, puedes nadar al barco, o puedes nadar a los escombros de madera que conforman el nido, ambas acciones consumirán tu turno, puedes dirigirte a la criatura pero no puedes trepar por ella ni alcanzar el punto vulnerable desde el agua. Puedes atacar en el agua sin penalizadores, ya que la criatura a decidido ignorarte, pero enfrentaras la resistencia pasiva de la criatura en tal caso.
#29
Silver D. Syxel
-
El caos reinaba en la cubierta, pero algo había cambiado. Adversidad ya no parecía un monstruo invencible. Aunque su tamaño y ferocidad seguían siendo intimidantes, ahora se podía ver que la criatura podría ser derrotada. El miedo aún persistía, pero ahora había un destello de esperanza, una chispa que los mantenía luchando. Y eso era todo lo que el capitán necesitaba para empujarlos a seguir adelante.

Con la mirada alerta, Syxel observaba cómo la criatura se retorcía por los golpes recibidos. La herida en su ojo izquierdo era evidente, y la sangre manchaba el agua mientras caía sobre la cubierta. No podían perder esta oportunidad.

¡CAÑONES, LISTOS! —ordenó con firmeza—. ¡FUEGO! ¡DISPARAD YA!

El rugido de los cañones resonó por todo el barco. La criatura lanzó un rugido de dolor mientras las balas impactaban en su carne, esparciendo una nube de sangre oscura. El golpe parecía devastador. Ahora, Adversidad ya no podía verse como invencible, y tenía que quedar claro para los hombres.

¡LA BESTIA ESTÁ HERIDA! —exclamó mientras recorría la cubierta—. ¡No estamos luchando contra un demonio invencible, está sangrando! ¡Podemos derrotarla! —Cada palabra buscaba calar hondo en los hombres cercanos. Mantener la moral alta era crucial en este momento.

Syxel continuó su recorrido por la cubierta, sacudiendo a los marineros para que mantuvieran el temple y se lanzaran a la acción.

¡Los que tengan espadas, arpones o cualquier arma, acercaos y atacad! ¡Esta es nuestra oportunidad!

La bestia se encontraba lo suficientemente cerca, y el caos provocado por los cañonazos les ofrecía una ventaja que no podían desperdiciar. Syxel aún tenía el rifle en mano. No causaría mucho daño a una criatura tan enorme, pero cada pequeño esfuerzo podía inclinar la balanza a su favor. Esta vez apuntó al ojo herido, buscando el punto ciego. Con una respiración controlada, levantó el rifle. El ruido a su alrededor se desvaneció, concentrándose solo en el ojo de la criatura. Sin vacilar, apretó el gatillo.

El disparo cortó el aire, y aunque el retroceso sacudió su cuerpo, mantuvo la mirada fija en el objetivo. La bala voló hacia el blanco con precisión.

¡Tomad esto! —gritó mientras lanzaba el rifle a uno de los marineros cercanos—. ¡Usadlo bien!

Sin detenerse, el capitán se preparó para su siguiente movimiento. La criatura aún era peligrosa, pero estaba dispuesto a enfrentarse a ella directamente. No había tiempo para dudar.

Syxel tensó los músculos y, en un solo y fluido impulso, se lanzó hacia la temible criatura. Su sable cortó el aire con precisión, dirigiéndose hacia el último ojo que le quedaba o la herida abierta por los golpes anteriores. La intención era clara: cegarla por completo o aprovechar su debilidad. Avanzaba decidido, con una estocada poderosa que buscaba inclinar la balanza a su favor.

Cuchillada
ESP201
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 2
2/9/2024
33
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Una estocada que el usuario realiza al mismo tiempo que realiza en un solo paso un [Dash] de hasta 8 metros en los que busca ensartar a todo lo que encuentre a su paso con la punta de su arma, llevando consigo a su víctima con un [Empuje] en caso de conectar hasta el final del recorrido del Dash.
Golpe Basico + [FUEx2,2] de [Daño perforante]

Resumen
#30


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