Hay rumores sobre…
... que existe un circuito termal en las Islas Gecko. Aunque también se dice que no es para todos los bolsillos.
[Aventura] [AT3] La Compañía Mercenaria
Percival Höllenstern
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Día 30 del Verano de 724
19:00
Jeremy Blackmore aguardaba en las alturas de Isla Syrup, en una colina que dominaba el puerto. La brisa marina, cargada de sal y humedad, agitaba suavemente las faldas de su largo abrigo oscuro. Sus ojos, cansados pero calculadores, recorrían el horizonte, donde el sol apenas comenzaba a insinuar su ascenso. A lo lejos, la silueta de los barcos mercantes se perfilaba en las aguas tranquilas, preparándose para zarpar con la carga de joyas engastadas, un tesoro invaluable que él mismo había dispuesto que viajara. Para la familia Blackmore, esta operación representaba algo más que riqueza; era una muestra de poder, un símbolo de la influencia que mantenían sobre aquellos que buscaban desafiar su dominio.

Ajustándose las gafas para leer de cerca, Jeremy revisaba los papeles que sostenía con su mano libre. Cada detalle del itinerario estaba meticulosamente planeado, cada contingencia cuidadosamente evaluada. No era un hombre que dejara espacio a la improvisación. Para él, cada aspecto de su vida y su trabajo debía ser abordado con la precisión de un bisturí. El fallo, si llegaba a ocurrir, no sería por falta de preparación. Pero esta vez, el riesgo era mayor. Los rumores sobre los Corsarios de la Niebla, una infame banda pirata que había estado merodeando la región, le habían llegado en varios informes. Sabía que aquellos miserables no dudarían en atacar el barco, atraídos por el valor del cargamento.

Jeremy no era hombre de confrontaciones innecesarias. Sus habilidades como asesino profesional no eran algo que disfrutara exhibir, ni siquiera frente a aquellos que intentaban subestimarlo. Para él, la violencia era simplemente una herramienta más en el cálculo de costes y beneficios. Sin embargo, sabía que en esta ocasión, la amenaza de los Corsarios requería una intervención más directa. Por eso había contactado a un grupo de cazarrecompensas experimentados, hombres cuya reputación en el combate y la protección era conocida a lo largo y ancho de los mares. Su tarea sería sencilla: salvaguardar el barco y su preciada carga hasta que llegara a su destino.

El grupo de cazarrecompensas llegó al puerto poco antes del amanecer. Hyun, Yoshiro, Shy e Illyasbabel formaban una cuadrilla curtida en batallas, pero también astuta, conocedora de las artimañas del mar y de la naturaleza impredecible de sus enemigos. Jeremy los había evaluado minuciosamente antes de seleccionarlos y los había juntado allí. No era el tipo de hombre que dejara su seguridad, o la de su familia, en manos de incompetentes. Cuando el sonido de sus pasos se acercó, resonando sobre el empedrado del puerto, Jeremy giró lentamente su cabeza hacia ellos, estudiándolos con sus ojos entrecerrados y tras las gafas que utilizaba para leer de cerca.

No los saludó de inmediato. No era su estilo ofrecer formalidades innecesarias. El silencio se prolongó durante unos instantes mientras se aseguraba de que cada uno de ellos comprendiera la gravedad del encargo que iban a recibir. Finalmente, apoyando su bastón sobre el suelo con un ligero golpe seco, comenzó a hablar.

Bien —dijo, su tono inmutable, pero cargado de una seriedad incuestionable—. Supongo que ya están al tanto del motivo de su presencia aquí.

El grupo lo observaba en silencio. Jeremy estaba acostumbrado a esa clase de reacción. Sabía que su porte, su semblante siempre frío y calculador, podía intimidar a aquellos que no lo conocían. Pero estos hombres, curtidos en los peligros del mar, mantenían sus expresiones neutrales. Para ellos, el trabajo de un cazarrecompensas era un negocio, al igual que lo era para Jeremy.

No estoy aquí para darles discursos innecesarios —continuó, sus ojos brillando con un destello de impaciencia mientras ajustaba los papeles que sostenía—. La situación es simple: este barco zarpará hoy con un cargamento de joyas engastadas que es absolutamente imprescindible para los intereses de mi familia. La carga debe llegar a su destino intacta. Nada más importa.

El viento sopló con más fuerza, alzando algunas gotas de sal del mar hacia la colina, pero Jeremy ni se inmutó. Era un hombre acostumbrado a dominar su entorno, sin importar las circunstancias.

Les he contratado porque sus servicios son eficientes. Mi intención no es interferir en sus métodos. No me importa cómo lo hagan, siempre y cuando el barco llegue a su destino completo. —Hizo una breve pausa, dejando que sus palabras calaran en los hombres frente a él—. Como habrán oído, la Banda del Zorro ha estado rondando estas aguas. Sabemos que han puesto su mira en nuestro cargamento, y serán ustedes quienes impidan que lo consigan.

Con un gesto medido, Jeremy hizo un leve movimiento de su mano, señalando el puerto donde el barco aguardaba. Los estibadores trabajaban a ritmo constante, cargando los últimos cofres de joyas en las bodegas. Él mismo había supervisado la operación desde el inicio, y no dejaría que ningún detalle escapara de su control.

El trato es simple —prosiguió, volviendo su atención hacia el grupo de cazarrecompensas— no deben permitir que el cargamento se pierda, ni uno solo de los cofres. No tengo interés en sus bajas o en las de los piratas. Eso es irrelevante para mí. Lo único que me concierne es que el barco llegue completo. Si alguno de ustedes perece en el intento, será su problema, no el mío.

Los cazarrecompensas no dijeron una palabra, pero Jeremy percibió un leve movimiento en sus posturas. Sabían que el trabajo no sería fácil. La Banda del Zorro era conocida por su brutalidad y astucia, capaces de atacar sin previo aviso y desaparecer tan rápido como habían llegado. Pero también sabían que no tenían otra opción. Habían aceptado el encargo y, con ello, las condiciones impuestas por Jeremy Blackmore.

Les sugiero que piensen bien antes de actuar. No habrá margen para errores. Si algo va mal, será bajo su responsabilidad. Y cuando digo responsabilidad, no me refiero solo a ustedes —dijo, su tono endureciéndose—. Me refiero a sus familias, si es que las tienen.

El viento continuaba soplando, pero ahora las palabras de Jeremy parecían cortarlo como el filo de una navaja. Sabía que en su línea de trabajo, las amenazas no siempre debían ser directas. A veces, una advertencia velada era mucho más efectiva, especialmente cuando se trataba de hombres que valoraban algo más que su propia vida.

Por supuesto —añadió, tras una breve pausa que parecía contener el mismo peso que las palabras anteriores—, estoy convencido de que no hará falta llegar a esos extremos. He revisado sus expedientes con detenimiento y, si les he traído aquí, es porque estoy seguro de que son capaces de cumplir con esta tarea. No soy un hombre que toma decisiones a la ligera.

Se acomodó las gafas nuevamente, examinando uno de los documentos por última vez antes de plegarlo con precisión y guardarlo en el bolsillo interior de su chaqueta. El sonido del papel fue casi imperceptible, pero en la quietud de la mañana todo parecía resonar con mayor intensidad.

El pago será como se acordó —dijo—. La mitad ahora, la otra mitad cuando el barco llegue a su destino. No habrá renegociaciones. Lo que está escrito es lo que recibirán. Así que no esperen nada más ni nada menos.

No necesito que me mantengan informado de cada paso —agregó Jeremy, observando a cada uno de los hombres antes de continuar—. Pueden manejar esto por su cuenta. Pero si algo ocurre que ponga en peligro la misión, me enteraré. No subestimen mi capacidad para saber lo que sucede, incluso desde la distancia.

La brisa marina cargaba ahora un aroma más intenso, mientras las primeras luces del día iluminaban los mástiles de los barcos en el puerto. Jeremy sabía que no vería a esos hombres de nuevo, a menos que todo saliera terriblemente mal. Y si eso sucedía, los problemas no acabarían con el cargamento perdido. Tendría que tomar medidas, algo que prefería evitar.

Eso es todo. El barco zarpa al caer la noche. —Dejó que sus palabras finales resonaran en el aire, como el toque de una campana que anunciaba el fin de la reunión—. No los volveré a ver a menos que algo salga terriblemente mal.

Sin esperar respuesta, Jeremy se giró con un movimiento controlado y preciso. El sonido del bastón golpeando el suelo marcaba el ritmo de su caminar. Su cojera, apenas perceptible, era un recordatorio constante de su humanidad, aunque sus acciones siempre parecieran calculadas con una fría precisión.

El viento soplaba más fuerte cuando comenzó a descender la colina, dejando atrás al grupo de cazarrecompensas. Mientras caminaba hacia la mansión que su familia poseía en la isla, su mente ya estaba en otros asuntos. El barco, los piratas, los cazarrecompensas... Todo eso era un simple engranaje en la compleja maquinaria de los Blackmore. Para Jeremy, lo único que importaba era que la máquina siguiera funcionando sin interrupciones. Y si alguien, ya fuera un pirata o uno de sus propios hombres, osaba interferir en ello, la maquinaria se ajustaría como fuera necesario.

El puerto se perdía a sus espaldas, y con él, el cargamento, los hombres y el destino incierto de aquellos que intentaran desafiar la voluntad de la Familia Blackmore.

OFF
#1
Illyasbabel
cuervo de lobos
SSS Hacia Gecko.



Era la segunda semana de estadía en Syurp, se había tomado un tiempo para recuperarse de viejas heridas, los manantiales de la Isla cumplieron sus expectativas al máximo, dejándolo como nuevo para continuar con su labor de cazador. Días atrás había sido contratado personalmente por la familia Blackmore, para custodiar un cargamento, le era imposible rechazar semejante oferta, los Blackmore eran una familia respetada, inclusive por el viejo Illya, que no dudo en aceptar la oferta, sabía que ellos pagaban bien, esto supliría cualquier enfrentamiento y o conflicto en altamar. Por lo que no dudó en agradecer que lo contrataran. Pasaron los días y llego el tiempo de prepararse, según lo indicado, debía dirigirse al puerto llegada la tardecita. Con una hora de antelación, el viejo Illya llegaba al puerto, allí esperaría al grupo que lo acompañaría, como suponía, serían cazadores o marines.

 No demoró en identificar a uno de ellos, ¿sería casualidad? imposible. - ¡¡Ey!! - exclamó desde lejos mientras cortaba distancia hasta alcanzar a Yoshiro. - ¡Pescador! no pensé que te encontraría por aquí, me alegro encontrar a alguien conocido he! he! - dijo en tono alegre y sorprendido mientras se acercaba al sujeto, luego extendió su mano para saludarlo con un apretón. - Por cierto, mi nombre es Illyasbabel, supongo que trabajaremos juntos estos días - dijo, mientras volteaba a observar al resto del grupo. Según le habían mencionado anteriormente sería un grupo de aproximadamente cinco personas, por lo que no fue muy difícil para el viejo tuerto identificar a la guardia del cargamento.

 Al poco tiempo de haber llegado, aparecía a sus espaldas el contratista, Jeremy Blackmore, no dudaría en voltear a saludarlo con un gesto simple con su sombrero. Entonces quedaría atento a las instrucciones que este pudiera ofrecer. Asintió ante su pregunta, mientras tanto tomaba un cigarro de su camisa y lo encendía. Mientras escuchaba observó con detalle la embarcación que estaba siendo preparada para partir. - Excelente - fueron las pocas palabras que salieron de su boca mientras recibía la mitad del pago por adelantado. El objetivo era sencillo, lo primordial para el viejo sería defender el barco a como de lugar y de ser necesario cortar algunas cabezas piratas.

 Una vez Jeremy se retiro, Illya volteó a ver al grupo, era momento de prepararse antes de la partida, faltaban solo unas horas para partir, por lo que se dispondría a conocer a sus acompañantes. - Bueno, estamos solos en esto, ¿Qué les parece un brindis antes de partir? - Dijo con media sonrisa buscando empatizar con el grupo cazador. Siempre estaba preparado para la ocasión, saco una pequeña cantimplora de cuero con sake en su interior, luego lo sirvió en dos pequeñas tacitas de madera para ofrecerlas tanto al pescador como a su compañía, él bebería directamente de la cantimplora. - ¡Salud! - dijo mientras le daba un sorbo al licor.
#2
Shy
"Shy"
Los Blackmore. Célebres capullos con dinero. Y él, Shy. Un infame capullo sin dinero. Cuando el cazador viudo fue requerido por sus servicios mediante misiva, tardó bien poco en personarse en el lugar indicado. Geldhart pagaba bien, pero era tan solo un usurero de baja calaña de Loguetown. La familia Blackmore, por si parte, tenía dinero como para financiarle un centenar de vidas de derroche y despilfarro. Shy no tenía aficiones caras. Y, sin embargo, recibir algo de dinero nunca venía mal, así como algo de reconocimiento por su trabajo. De nuevo, no era lo mismo trabajar para los Blackmore como activo de seguridad para sus operaciones, que ser el matón a sueldo de un usurero. Misma actividad, pero en la diferencia semántica se hallaba el glamour.

Desde un primer momento, se sintió algo inquieto, en especial cuando presenció que allí se reunían otros cazadores de apariencia peligrosa. Entre ellos estaba Hyun, por quien había cultivado una profunda admiración. Shy no tardó en sentirse poca cosa. Estaba seguro que de entre aquellos hombres, él era el menos capaz y con menor número de proezas a su nombre. Sin embargo, se esforzó por mantener la apariencia de tenerlo todo bajo control y una actitud segura y fría. Eso solía bastarle para que la gente se quitase de enmedio al verle pasar. Una máscara, como tantas otras que había llevado a lo largo de su vida.

El contratante, un tal Jeremy Blackmore, se enfrascó en una diatriba que Shy solo pudo calificar de chulesca a la hora de explicarles el trabajo. Un "este es un trabajo muy importante" por aquí, un "sabré lo que hacéis" por allá, un "no queréis tenerme a malas" por otro lado... En eso se parecía bastante a Geldhart.

"Chico" pensó Shy. "Parece que una vez conoces a uno de estos tipos los conoces a todos. En fin. Asiente y mantén el ceño fruncido, Shy."

Blackmore dejó, como todos los grandes jefes de la historia, el tema del pago para el final. Un tal Illyasbabel, que en un principio tenía el aspecto más intimidante de todos, se dirigió con palabras amables al resto de cazadores antes de pronunciarse favorablemente sobre el contrato.

Shy tragó saliva. Se hizo un silencio en el que los demás cazadores habrían de manifestar su aceptación. Dirigió su mirada, que enmascaraba con su impertérrita expresión su ansiedad, hacia Hyun. Sabía que él haría lo correcto. Pero seguir dudando antes de emitir la aceptación del encargo no estaba favoreciendo que mantuviera un aspecto decisivo y profesional delante del resto de cazadores. ¡Tenía que decir algo, y lo tenía que decir ya! Después de darle muchas vueltas a la cabeza, se decidió por un tono frío. Sí, era lo acertado. Frío y profesional. Shy lanzó una bocanada de aire a medio camino entre un suspiro y un bufido.

-¿Dónde se firma? -acertó a decir rezongando, consiguiendo en lugar de esa frialdad que pretendía proyectar un aire de absoluta indiferencia, como si aquello no fuera con él.

"¡No, idiota!" se dijo en su fuero interno. "Ahora todos pensarán que te importa una mierda el trabajo."

Shy estuvo muy tentado de clavar la mirada en el suelo. O salir corriendo. Incluso llegó a pensar en matar a todos menos a Hyun -quien ya había sido testigo de su ineptitud social- para ahorrarse la vergüenza, pero pensó que sería él el único que acabaría muerto contra semejantes luchadores y aquello pasaría a ser hasta más vergonzoso.

Illyasbabel no tardó en ofrecer alcohol a los presentes, y por primera vez, Shy sintió la imperiosa necesidad de beber. Con un sutil movimiento, tomó uno de los cuencos llenos de bebida y dio un trago, que causó un notorio ardor en su garganta. Era mejor estar ligeramente afectado por el alcohol que seguir sintiéndose humillado.
#3
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
No solía buscar trabajos que no fuesen de caza, pero de vez en cuando me llegaban ofertas de trabajo de mercenario. No estoy en una situación en que me pueda permitir simplemente rechazar trabajos. Es decir, el trabajo de cazador de recompensas es peligroso, pero se cobra bien. Había podido saldar la deuda de mi padre en un plazo de tiempo más corto del que esperaba. Sin embargo, gastos en material médico, comprar mejores guantes de combate, ropa nueva, transporte y dinero invertido en asegurar el éxito de algunas cazas habían drenado rápidamente mis ahorros. Así pues, cuando me llegó una oferta para escoltar un cargamento de Syrup a Tequila Wolf, acepté. La paga era buena y no parecía que el encargo ocultase negocios turbios, en un primer vistazo. Debía asegurarme de que un cargamento de joyas llegase intacto, con el peligro de una banda pirata particularmente feroces que rondaba aquellas aguas, los Corsarios de la Niebla. Un nombre curioso, dado que "corsario" designaba a aquel con una patente de corso, una suerte de "pirata legal". Claro estaba, probablemente aquellos piratas no hubiesen leído lo suficiente como para saber la diferencia entre corsario, filibustero y bucanero. Brutos incultos.

Al llegar al punto de reunión, me llevé una grata sorpresa. Conocía a dos de los presentes. Me acerqué con una cálida sonrisa y le di una palmada en el hombro a Shy. Sabía ya lo mal que se le daban las palabras y en general relacionarse, así que decidí no turbarle con preguntas y formalidades innecesarias - Me alegro de volver a verte, amigo - le dije, en un tono sincero y cordial. Entonces me giré hacia el pelirrojo. Había pasado cerca de un mes desde nuestra aventura en Gazia, pero me había dejado una fuerte impresión y le recordaba bien - ¡Hola otra vez, compañero! Ha pasado tiempo. Tu nombre era... ¿Yoshiro, me equivoco? - le sonreí afablemente. Mientras saludaba a mis conocidos, nuestro cuarto compañero, que también parecía conocer al pelirrojo, se presentó. Illyasbabel era una persona notablemente extraña: alto, tuerto, de pelo claro y con grandes alas negras. Había leído en algún momento sobre su tribu, los Lunarian. Una especie rara de ver capaz de volar y con otras habilidades igualmente extrañas. Respondí a su saludo con una inclinación de cabeza - Hyun Yeon, a tu servicio. Espero que tengamos un buen viaje juntos.

Tras las presentaciones, nos dirigimos al lugar donde nuestro contratante, Jeremy Blackmore, nos esperaba. ¿Qué me había imaginado que podía surgir de esta reunión? Muchas cosas, pero no lo que ocurrió. Había oído en mi breve tiempo en el East Blue sobre los Blackmore, por supuesto. Una familia cuya riqueza e influencia en este mar parecía abarcar cada rincón y pequeña isla del mismo. De alguien como él esperaba, como mínimo, un trato profesional y respetable. En su lugar, me encontré con un hombre zafio y burdo con los modales en negocios de un líder pandillero o de un jefe mafioso. Me entraron ganas de pegarle un buen puñetazo en la mandíbula, pero a diferencia de este despojo de hombre, yo sí tenía modales. Admito, sin embargo, que cuando tuvo la mala idea de amenazar a nuestras familias tuve que contenerme para no contestarle. De nada valía entrar en un concurso de medida de egos con alguien como él. Como mi padre siempre decía, "hijo, nunca discutas con un necio, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia". Simplemente, no volvería a aceptar un contrato de esta familia.

No digné a este babuino con traje con una respuesta, no tras esa falta de modales y profesionalidad. Mantuve, dentro de lo que pude, la fachada de calma y cogí mi parte de la paga inicial sin aspavientos innecesarios. Cumpliría mi parte del contrato con la eficacia habitual y eso sería todo. Una vez nos hubimos separado de Blackmore, dejé de contenerme y no oculté mi cara de malas pulgas. Aquel tipo había logrado encontrarme las cosquillas. Nadie amenazaba a mi familia si podía evitarlo. Y por desgracia, en este caso no podía si quería comer. Cuando Illyasbabel nos ofreció un brindis, pese a que muy rara vez tomaba algo más fuerte que el café, acepté y bebí un sorbo - A nuestra salud y la de ese tipo, no se le atraganten mucho las joyas - comenté, con sorna y una carcajada cáustica. A continuación, con menos sarcasmo y algo más de calma, añadí - Supongo que deberíamos ir yendo, ¿no? Tenemos un cargamento que proteger.
#4
Yoshi
Yoshi
Yoshiro recibió una carta donde lo contrataban para una tarea bastante simple, proteger un barco de piratas, re sencillo y con una excelente paga, si, iba a ser medio aburrido el viaje pero quien sabe, quizás se encontraba a una sexy compañera como cuando tuvo que robar aquel barco... Vaya ¿Robar un barco y luego proteger otro? La vida de un cazarrecompensas era divertida.

Ahora en Isla Syrup esperaba a la clásica reunión con el jefe y su compañeros para repasar los detalles y partir, pero antes de que el jefe llegara se encontró con Illyasbel que se le acercó a saludar-Pues, es que no soy un pescador a tiempo completo. Cómo sabes, soy artesano y un cazarrecompensas. Me muevo por dinero básicamente-Yoshiro se rió a carcajadas, la verdad es que no podía creer que la vida adulta girara en torno al dinero pero bueno, así es la vida, debes gastar dinero y obtenerlo de vuelta, la cosa es que gastarlo es mucho más fácil...

Yo soy Yoshiro. Será interesante trabajar juntos-la verdad ni se acordaba si se habían presentado antes, algo le decía que si pero no le venía mal recordar el nombre del señor frente a él. Por otro lado, había una cara más que conocía, aquel cazarrecompensas que conoció en el safari ¡Yun!-Ey, pues si, el tiempo vuela. Y si, ese es mi nombre, Yun-si... Aún no se daba cuenta que ese no era su nombre.

Después de descubrir que Yun se llamaba Hyun cuando se presentó ante Illyasbel solo quedaba el otro chico que conocía a Hyun, la verdad es que era una ganga que todos se conocieran al menos un poquito, eso significaba que no iba a haber apuñaladas por la espalda... Espero.

Yoshiro-se presentó a secas mientras acercaba su mano, ese tipo (Shy) andaba con cara rara pero debía intentar sacar su lado afable para facilitar la aventura en el mar, eso de manejar un barco no es cosa pa niños.

Bueno, al fin llegó el jefe y lo primero era preguntar si todos sabían que iban a hacer, Yoshiro no dijo nada, no por qué se sintiera en la obligación de quedarse callado, sino que no quería decir una estupidez tan rápido y mejor espero a que el viejito millonario explicara la tarea. Aquel hombre, Jeremy, era bastante tosco al hablar, si, tenía cierta elegancia pero no sonaba educado.

Al parecer habían sido elegidos por hacer tareas de forma efectiva, eso era bueno, su currículum aunque pequeño al menos tenía buena pinta si un tipo como ese le había contratado. Jeremy explicó que unos piratas Zorros andaban poniendo su mirada al cargamento y eran la principal amenaza en todo este asunto. Yoshiro chocó su puño en la palma de su otra mano, que bonito sería pelearse en el mar ¡Nunca había logrado luchar en el agua! Esta sonaba como una oportunidad de oro y perlas... ¿Mal chiste?

El resto de la charla fue lo típico, el trabajo importaba más que ellos y la forma en como lo hicieran importaba un comino mientras los resultados fueran buenos. Yoshiro solo sonrió y se cruzó de hombros, era como oír el monólogo de un villano, siempre era igual. Aunque bueno, al menos este viejito había sido un poquito original amenazando a la familia de los presentes.

Pues te salió mal, por qué soy huérfano-mencionó burlón mientras le guiñaba el ojo-Tranquilo, entre mi fuerza, la destreza de Illya y la inteligencia de los otros dos estaremos en Tequila Wolf en breve y sin daños-la verdad es que no conocía las habilidades de Hyun, no hizo nada en su cacería de safari (que Yoshiro sepa) pero tenía fé que al menos 1 de los presentes tenía buen cerebro o estarían jodidos.

El viejito estuvo de acuerdo con Yoshiro, mencionando que había leído los expedientes de todos y había logrado analizar sus fortalezas hasta llegar con la conclusión de que todo iba a salir bien, Yoshiro levantó un pulgar como aprobación por esas bonitas palabras y luego tomó su paga para guardarla en su mochila.

Algunas palabras más de "aliento" y ya tocaba la retirada del viejo-O cuando todo salga bien-¿O acaso no iba a ser él quien los recibiría en su lujosa mansión cuando llevaran el cargamento? Osea, piensa, Willy, piensa.

En fin, el viejo se fue lo más dramáticamente posible e Illyasbel no tardó en ofrecer alcohol-No gracias, no bebo. Vamos al barco-¿pa que se quedaban ahí parados? Debían ir al barco. Hyun y el otro sujeto si tomaron su traguito de licor para estar listos para la acción y dicho y hecho se fueron al barco que ya debía estar listo para zarpar ¿Iban a tener un capitán que maneje o uno de ellos debía tomar el timón?

Inventario
Nudilleras T1 (tobilleras)
Mochila:
Botiquín T2
Antidoto T1
Herramientas para carpintero 
El dinero
#5
Percival Höllenstern
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El puerto de Syrup, a esa hora, se teñía con las sombras alargadas del atardecer, mientras un viento fresco acariciaba las olas. La atmósfera vibraba con la expectativa de la inminente partida. A lo lejos, una figura familiar se acercaba: el viejo Illyasbabel, su figura alta y tuerta, destacaba entre la multitud. Junto a él, otros hombres trajeados en negro comenzaban a congregarse, formando un círculo de seguridad en torno a la embarcación que la familia Blackmore había preparado para su viaje.

La embarcación era un espectáculo digno de admiración. De un elegante diseño, su casco era de madera oscura y pulida, brillante a la luz del sol, con relieves delicados que representaban escenas marinas. Las velas, de un tejido denso y resistente, ondeaban con un color azul profundo, con hilos dorados que trazaban patrones intrincados. En el centro de la cubierta, un gran emblema, el sello de los Blackmore, se alzaba sobre un mástil, presidiendo la embarcación con la majestuosidad que su reputación exigía.

La tripulación, formada en su mayoría por hombres de aspecto imponente y disciplinado, estaba bien entrenada. Cada uno de ellos, con trajes de lino negro que abrazaban sus figuras atléticas, exhibía un porte que evocaba respeto y temor. Los guardianes del barco llevaban armas de fuego de alta calidad, además de espadas bien afiladas al cinto, mientras vigilaban con ojos alerta cada movimiento en el puerto. Su disciplina era palpable; se movían en perfecta sincronía, ajustando las velas y preparando el barco para zarpar con una precisión que solo se logra a través de años de entrenamiento.

A medida que el viejo Illyasbabel intercambiaba palabras y brindis con sus compañeros, el ambiente se impregnaba de una mezcla de camaradería y tensión. Sabían que su misión no era solo proteger un cargamento; los rumores sobre los Corsarios de la Niebla pesaban como una nube oscura sobre ellos. Las joyas y minerales que llevaban a bordo eran más que simples tesoros: eran la esencia del poder y la influencia de los Blackmore en las aguas del East Blue.

El barco, construido con la tecnología más avanzada de la época, contaba con compartimentos secretos, diseñados para salvaguardar el cargamento en caso de un ataque. En su interior, las joyas preciosas, engastadas en cofres forrados de terciopelo, eran vigiladas por dispositivos de seguridad que solo los miembros de la familia Blackmore conocían. Este detalle, que podría parecer un exceso, era la clave para disimular el verdadero valor de la carga. Las leyendas sobre el capitán que había diseñado este barco hablaban de un hombre que había aprendido de sus errores, un hombre que había visto su tesoro caer en manos equivocadas y juró no permitir que eso volviera a suceder.

Mientras el viejo Illyas y los cazadores se unían en un brindis, los hombres trajeados mantenían una vigilancia atenta, sus miradas escaneando el horizonte. La preparación era meticulosa; cada uno conocía su lugar y su función, desde los vigías en la proa hasta aquellos que cuidaban el timón. El barco no era solo un medio de transporte, era un símbolo de la ambición y el legado de los Blackmore.

Cuando el sol se sumió en el horizonte, dejando un rastro de oro y púrpura en el cielo, la tripulación se dispuso a zarpar. Las velas se izaron, llenándose de viento, y el barco comenzó a deslizarse suavemente por las aguas tranquilas, dejando atrás la seguridad del puerto y adentrándose en un mar de incertidumbre. Las sombras del pasado y el presente se unieron en su travesía, y aunque la oscuridad caía, la determinación de la tripulación se mantuvo firme.
De repente, un destello de luz reflejado en el agua llamó la atención de uno de los hombres trajeados. Sin un sonido, se comunicó con su compañero mediante una señal. Alertados, los demás ajustaron sus posiciones, dispuestos a responder a cualquier eventualidad. En su mente, todos compartían la misma convicción: proteger el cargamento a toda costa, incluso si eso significaba enfrentarse a las leyendas que acechaban en las profundidades.

Jeremy Blackmore, quien había supervisado las primeras interacciones con los cazadores, ya se había retirado tras repartir órdenes y un adelanto en metálico. Ahora, los guardias, con la figura imponente de Illyasbabel a la cabeza, comenzaban a organizarse alrededor de la embarcación. Illya, a pesar de su apariencia intimidante y presencia dominante, mantenía una tranquilidad en su semblante que irradiaba experiencia, la clase de calma que solo los veteranos de numerosas batallas podían esgrimir. Con una sonrisa serena, se aseguraba de que cada uno de sus compañeros supiera su posición, su responsabilidad. Tras el brindis inicial, el aire entre ellos se había relajado un poco, pero la seriedad pronto retornó.

Shy, a un lado, todavía sentía el ardor del sake recorriendo su garganta, pero más fuerte era el fuego interno que quemaba en su orgullo. Sabía que, entre ellos, no era el más experimentado ni el más fuerte. El eco de las palabras de Jeremy aún resonaba en su mente como un tambor que no cesaba de golpear.  Shy respiró hondo y ajustó la correa de su rifle. No se permitiría fallar. No aquí. El dinero de los Blackmore no era solo un capricho para él; era una necesidad. Y no estaba dispuesto a quedar en ridículo ante Hyun o Illya, ni mucho menos ante Yoshiro, con quien había compartido alguna que otra aventura. Se posicionó cerca de la entrada al puerto, manteniendo una expresión de dureza en su rostro que encubría la persistente sensación de ser observado y evaluado en todo momento.

Hyun, por su parte, se desplazaba con la gracia de un felino, sus movimientos fluidos y controlados mientras revisaba su equipo. Aunque la paga era tentadora, sentía una creciente incomodidad por estar trabajando para una familia de reputación tan dudosa como los Blackmore. La amenaza a las familias que Jeremy había lanzado durante su discurso inicial aún lo molestaba. No era el tipo de hombre que respondía bien a amenazas, y mucho menos a aquellas que involucraban a su familia. Sin embargo, su sentido del deber profesional prevalecía. Aunque despreciaba a Jeremy, cumpliría su parte del contrato con la mayor eficacia posible. Revisó con cuidado sus guantes de combate, ajustando las correas con precisión antes de dirigirse al extremo opuesto del muelle, donde podría vigilar el horizonte en busca de cualquier señal de los Corsarios de la Niebla, aquellos piratas infames que supuestamente rondaban las aguas cercanas.

Yoshiro, por su parte, seguía manteniendo una actitud desenfadada. La paga era buena, y el riesgo, aunque real, no parecía ser algo que lo intimidara demasiado. Había enfrentado situaciones peores y con menos recompensa. Mientras ajustaba los detalles de su equipo, se permitió una risa al recordar las palabras de Illya sobre el sake. A pesar de la seriedad del trabajo que los esperaba, no podía evitar pensar que la vida de un cazador de recompensas estaba llena de ironías. Hace no mucho, había robado un barco, y ahora estaba protegiendo otro. Se posicionó a estribor del barco, lanzando una mirada a la embarcación que parecía lista para zarpar en cualquier momento. A pesar de su aparente despreocupación, estaba alerta. Sabía que, en el mar, la situación podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

Los cazadores se distribuyeron con precisión militar alrededor del navío.

En el aire comenzaba a notarse una ligera brisa marina, fresca y salada, que acariciaba los rostros de los presentes. Los trabajadores del puerto ya habían finalizado de cargar el barco, cerrando las enormes cajas de madera con cadenas gruesas y asegurando todo con meticulosa precisión. Uno de los trabajadores, sudoroso y cansado, se acercó a uno de los cazadores.

Ya casi está listo. En unos minutos más estaremos zarpando. —Dijo, secándose la frente con el dorso de la mano, mientras lanzaba una mirada nerviosa a Illya, cuyas alas lo hacían parecer más un espectro que un hombre.

Mientras los minutos pasaban y el sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte, el ambiente en el puerto se volvió más tenso. La oscuridad era el aliado natural de los piratas, y aunque el puerto de Syrup era un lugar relativamente seguro, nadie en el grupo de cazadores estaba dispuesto a bajar la guardia. La figura de Jeremy Blackmore ya había desaparecido entre las sombras de la ciudad, confiado en que su valiosa carga estaba en buenas manos.

De repente, un leve murmullo recorrió el muelle. Los trabajadores que aún quedaban cerca del barco comenzaron a acelerar su paso, notando la creciente tensión en el aire. Uno de ellos, un joven con aspecto nervioso, se dirigió apresuradamente hacia el grupo de cazadores, sus ojos grandes y asustados.

Eh... hay rumores de que los Corsarios han sido vistos cerca... tal vez debamos... —balbuceó, con la voz temblorosa, antes de ser interrumpido por Illya, cuya sola presencia lo hizo callar de inmediato.

OFF
#6
Illyasbabel
cuervo de lobos
- Uoi! Uoi! - exclamó asombrado ante el joven que aparecía frente a ellos, buscando tranquilizarlo por la noticia del Corsario. - Supongo que nos están esperando He! He!, ¡apresurémonos! -  Dijo, intentando motivar a sus compañeros, luego subió las escaleras del navío hasta alcanzar la cubierta del barco. El despliegue de tropas y guardias era sumamente eficaz, el viejo Illya se imbuía poco a poco en el grupo de marineros intentando no molestar demasiado - Adelante caballeros, este viejo no esta aquí He! He! - bromeó. A partir de entonces se quedaría en el frente de la cubierta, cercano a la proa, donde había menos gente, apoyado sobre las barandas de madera y observando el horizonte marítimo, que poco a poco era desvanecido en una oscuridad suspicaz. - Será una noche larga...-, dijo, mientras daba un sorbo de su cantimplora.

Mientras cumplía guardia sobre su posición y disfrutaba de su tabaco, pensaba, - La noche puede ser de utilidad en algunas ocasiones - se dijo así mismo reflexionando, - Aunque esos Corsarios si que pueden resultar en un problema - reflexionó. Estaba convencido de que les habían tendido una trampa, solo quedaba confiar en la habilidad del Capitán y estar atentos ante cualquier eventualidad.

Aun conservando su guardia, observaba con gracia el movimiento de los marineros, dependían completamente de ellos. Con actitud curiosa decidió acercarse a uno de los guardias más cercanos a su posición. Su intención era indagar sobre los aclamados piratas. - Ei.. esos piratas de la niebla, ¿sabes cuantos navíos son? - preguntó, intentando sacarle charla y convidándole un poco de su sake. Como era costumbre, no perdería la oportunidad ante cualquier pista, el viejo desconocía completamente la identidad de los aclamados piratas. Sin duda supondrían un desafío para el embarcación.

En ciertas ocasiones miraba al fondo de la nave buscando identificar a alguno de sus compañeros, solo para observarlos, sería prudente darse una vuelta cada tanto por sus posiciones. Nuevamente se posicionó cercano a la Proa para indagar con su tuerta visión sobre el horizonte.

inventario

off
#7
Yoshi
Yoshi
Yoshiro siguió a Illyasbel hasta el barco junto al resto de cazarrecompensas para abordar, antes de esto último, Yoshiro notó la presencia de los hombres de negro ¿Ciper Pool? Podría ser, algo había oído sobre ellos, no era raro que una familia con tanto dinero no dudara en gastar un poco en seguridad de tal calibre, aunque era un poco molesto, Yoshiro quería luchar contra esos piratas, si habían personas tan fuertes como los de negro en el mismo barco que él no iba a poder lucirse.

La tenemos fácil-murmuró en voz baja mientras caminaba, en eso un hombre se acercó a ellos, se veía cansado y sudado. El hombre les indicó que casi todo estaba listo y Yoshiro levantó un pulgar en señal de "bien hecho"

Gracias por su trabajo. Son hombres de verdad-el trabajo duro Yoshiro lo respetaba, no cualquiera era capaz de resistir unas horas con el sol en su espalda mientras carga un exceso de peso, era un trabajo honesto y eso se debía felicitar.

Ya arriba en el barco, Yoshiro se estiró y miró el horizonte, un enorme mar los esperaba con ansias de probar sus habilidades como tripulación frente a olas casi indomables. Pero antes de eso un chico se les acercó, se notaba preocupado y al parecer traía noticias, los piratas estaban cerca y eso dejaba en peligro el botín que aún no subía.

No te preocupes. Les ayudaré a cargar lo que falta para que puedan irse a sus hogares. Se merecen un descanso-declaró el joven que bajó rápidamente del barco para ayudar a los demás con el cargamento.

Con todo listo, dependía del capitán dar la orden para zarpar, ya saben, como subir el ancla o alzar las velas, cosas así ¿O sería uno de esos barcos a vapor? Sería excelente para Yoshiro aprender más sobre este tipo de embarcaciones.
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#8
Percival Höllenstern
-
El puerto de Syrup se sumía en una densa penumbra mientras el crepúsculo daba paso a la noche. El ambiente estaba cargado de tensión, y el viento marino arrastraba consigo ecos de un pasado turbulento. Las velas del barco ondeaban al ritmo del viento, marcadas con el inconfundible emblema de los Blackmore, una familia cuyo poder era tan omnipresente como los rumores de los Corsarios de la Niebla. Entre los hombres que preparaban la embarcación, la presencia imponente de Illyasbabel destacaba. Su figura, endurecida por los años de enfrentamientos, se movía con precisión calculada. Cada uno de sus gestos, aunque aparentemente casuales, revelaba un dominio absoluto del entorno. Sus movimientos eran lentos, pero metódicos, como si fuera un lobo viejo, siempre alerta a cualquier cambio en el viento o el comportamiento de sus hombres.

A lo lejos, el horizonte comenzaba a oscurecerse por completo, y las estrellas, apenas visibles, se asomaban tímidamente. La tripulación trabajaba en silencio, con la urgencia propia de quienes saben que el peligro acecha. Hombres con expresiones duras, acostumbrados al rigor de la vida en alta mar, se apresuraban a asegurar el cargamento, revisando una y otra vez los amarres. Entre ellos, destacaba Yoshiro, cuya actitud relajada contrastaba con la rigidez de los demás. Su figura ágil y desenfadada parecía no encajar del todo en el clima de tensión, pero su experiencia en combate era evidente. Sin la necesidad de palabras, su presencia transmitía una confianza que muchos envidiaban.

Tanto Shy como Hyun se subieron de manera silenciosa al navío y no emitieron palabra alguna, no relacionándose con el resto de los tripulantes, enmudeciendo, probablemente, por la opulencia del navío.

El barco, de líneas elegantes, pero robustas, reflejaba la dualidad de su propósito: velocidad y fuerza. Sus velas azuladas, adornadas con delicados bordados dorados, ondeaban como el estandarte de una casa noble en tiempos de guerra. Cada detalle del navío parecía pensado para impresionar tanto a aliados como a enemigos. A pesar de la prisa, la embarcación estaba perfectamente organizada, con cada hombre en su lugar, cumpliendo su función con una precisión casi militar.
Las sombras se alargaban sobre las cajas de cargamento apiladas en el muelle. La luz moribunda del sol apenas alcanzaba a iluminar los rostros cansados y sudorosos de los trabajadores, quienes, aunque conscientes del peligro que se avecinaba, mantenían un ritmo constante. No había espacio para el error. En cada movimiento se percibía la presión de la partida inminente, del temor a lo desconocido.

Entre las sombras que proyectaban las velas del barco, se movían figuras casi imperceptibles. Hombres trajeados de negro, silenciosos y disciplinados, formaban parte de la escolta personal asignada por los Blackmore. A pesar de su aparente anonimato, su entrenamiento especial se hacía evidente en cada paso que daban. No eran simplemente guardaespaldas, sino fuerzas entrenadas en el arte de la protección, con habilidades letales, listos para actuar en cualquier momento. Sus ojos vigilantes recorrían el muelle, anticipando cualquier señal de peligro, sin bajar la guardia.

El ambiente se tornaba más denso con el paso de los minutos, y la noticia de que los Corsarios de la Niebla habían sido avistados cerca del puerto circulaba entre susurros. Las miradas entre los marineros se cruzaban, algunos mostrando un brillo de temor, otros, como Yoshiro, reflejando emoción. Aunque no había palabras, el puerto entero parecía palpitar con una energía creciente, como si algo grande estuviera por suceder. Las sombras de los hombres se proyectaban largas y oscuras sobre el suelo, mientras el viento traía consigo el frío de la noche que se cernía sobre ellos.

A medida que el barco se alejaba lentamente del puerto, el agua negra del mar se extendía frente a ellos, inexplorada y silenciosa. Las estrellas sobre sus cabezas se multiplicaban, reflejándose en el océano, y las velas azuladas comenzaban a llenarse de viento, impulsando al navío hacia lo desconocido. El aroma salino se intensificaba, y la tripulación, aunque bien entrenada, no podía evitar mirar de reojo el horizonte, como si esperaran ver la inminente llegada de los Corsarios.
Illyasbabel se mantenía en su posición, firme, observando cada detalle a su alrededor. Su experiencia le había enseñado a no subestimar a ningún enemigo, y sabía que la noche podría traer consigo sorpresas no deseadas. Sin embargo, su rostro no mostraba ninguna emoción, solo la calma impasible de quien ha visto todo y espera lo peor. Las olas golpeaban suavemente el casco del barco, marcando el compás de una travesía que se preveía tumultuosa.

En la proa, Yoshiro observaba el vasto océano, mientras el frío nocturno le acariciaba el rostro. Su espada colgaba a su lado, pero no la miraba. Sus pensamientos ya estaban más allá de las tranquilas aguas del East Blue, anticipando el momento en que los Corsarios se materializarían frente a ellos. Sin necesidad de decirlo, sabía que esa sería una prueba, una de muchas que aún le esperaban en su camino.

El barco avanzaba con lentitud majestuosa, adentrándose cada vez más en las tinieblas del mar abierto. Las velas ondeaban suavemente bajo las estrellas, y las luces del puerto de Syrup se iban apagando poco a poco, como si la tierra firme quedara cada vez más lejana. La tripulación, consciente de la amenaza, continuaba con su trabajo, aunque la incertidumbre se filtraba en cada movimiento.
Las horas por venir serían decisivas, y aunque el océano parecía en calma, en sus profundidades se ocultaban misterios que la tripulación aún desconocía.

Para los Saltados

Situación
#9
Shy
"Shy"
-Shy... -respondió el cazador con timidez a la presentación del pelirrojo que se había identificado como Yoshiro.

Aunque no le traicionase su rostro impertérrito, reconocía el cosquilleo de un rubor que ascendía por sus mejillas. Ya no solo por haber hecho el ridículo nada más conocer a aquellos ilustres mercenarios, sino por la percepción inescapable de su inexperiencia, en comparación con aquellos de los que se rodeaba. Ya no había vuelta atrás, por supuesto, pero imaginó que sería más probable que ellos se colmasen de gloria y logros a que Shy hiciera lo propio. Al fin y al cabo... No era la persona con mayor capacidad para fardar.

Para distraerse, se fijó en el navío. Precioso, elegante, y titánico en sus proporciones, aunque el cinismo que caracterizaba a Shy le llevaba a pensar que todo aquello podía ser, únicamente, una fachada bonita, si bien aquellos marineros parecían auténticos veteranos. Nunca se había preocupado tanto por los navíos en los que se embarcaba, pero ahora que era usuario de una Fruta del Diablo, aquellas preocupaciones habían brotado como moho en un queso añejo: inesperadamente y sin que se viera cómo había surgido. Ame había muerto arrollada, y él podría morir ahogado. En fin, que destinos más funestos.

Rumores de unos corsarios llegaron a sus oídos afinados. Susurros preocupados, cuchicheos ansiosos entre los menos avezados de aquella tripulación. ¿Pero qué iba a hacer Shy, calmarlos? La idea le hizo soltar un estertor a medio camino entre la risa y la tos. Illyasbabel sí demostró una mayor preocupación e interrogó sobre estos a la tripulación. Sin inmiscuirse más de lo deseado, Shy se sentó en la cubierta, escuchando la conversación, mientras sacaba de su hatillo un ovillo de lana y unas agujas de punto. Empezó a coser una bufanda, con enorme destreza manual, como de costumbre. Pensó en obsequiar a Hyun con esta, como forma de ganarse su favor, que de momento le era esquivo.

Se mantuvo en sepulcral silencio, centrado en la costura, aunque se permitió desviar disimuladamente su vista del ovillo a los hombres trajeados que hollaban los maderos de la cubierta, rectos como varas. Sus ademanes eran inconfundibles, aquellos hombres estaban, más que preparados para el combate, listos para matar. No lo juzgó duramente, no obstante. Él también era un asesino, al final del día. Y al igual que ellos, a sueldo, solo que estos últimos tenían el beneficio de la mensualidad frente a los problemas del trabajo por cuenta propia.

La noche se había cernido sobre los cazadores una vez el embarcadero fue dejado atrás. Shy permaneció alerta, aunque todavía en aquella posición descansada. La oscuridad es el mejor abrigo para los puñales.

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#10


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