¿Sabías que…?
... Oda tenía pensado bautizar al cocinero de los Mugiwaras con el nombre de Naruto, pero justo en ese momento, el manga del ninja de Konoha empezó a tener mucho éxito y en consecuencia, el autor de One Piece decidió cambiarle el nombre a Sanji.
[Aventura] [A - T1] Calladito sí, pero te meto una que te empapelo.
Gautama D. Lovecraft
-
misión


~ Restaurante La-Mein. Pueblo de Rostock, Isla Kilombo.
~ 13:30h. Día 23 de Verano. Año 724.


En aras de querer disfrutar del día libre fuera de la base, me dispuse a lucir las galas de civil y la ropa propia que normalmente usaba de entrenamiento cuando no lucíamos el uniforme. La camiseta blanca de mangas azules me quedaba como un guante siempre, tenía varias, pero todas y cada una estaban hechas a mi justa medida.

Recorté mi bigote y mi perilla, acicalé mis cejas y enfundé el pelo hasta dejarlo en una larga coleta en punta. Recorrí los pasillos de la base hasta llegar a su patio interior y alcanzar la enorme puerta de salida que daba hasta los dominios externos del G-23. En sus muros, mi mirada se deslizó hacia la zona en la que una noche, 2 chiquillas quisieron perpetrar un acto vándalo contra la integridad del muro, el cual ya, a día de hoy, lucía limpio. Sin más, seguí el recorrido hasta salir por la puerta de la alambrada, y puse rumbo a Rostock mientras recorría el paseo marítimo.

En el empedrado pueblo, se distribuían las casas unifamiliares que lo componían, donde los comercios familiares ocupaban la parte baja permitiendo que la familia viviera en el piso superior. Mis pasos cruzaron una de las calles principales, y altas horas del mediodía, se notaba que mucho de los lugareños empezaban a recogerse para comer, o bien ya estaban dentro sentados en sus respectivas mesas para hacerlo. Por mi parte, sentía la apetencia de volver a probar unas de mis sopas favoritas de la isla aderezada con algunos encurtidos, fideos de trigo y con una yema curada que coronaba el plato.

Me dirigí hasta el restaurante donde la servían, el prestigioso y hogareño La-Mein, regentado por el entrañable y también célebre matrimonio de La y Mein, la pareja que lleva sirviendo sus sopas desde hace décadas y décadas según sé, y que pusieron ese nombre gracioso con el juego de palabras y el tipo de comida que ponen.

Llegué hasta la puerta del restaurante tras surcar varias calles estrechas, aquello me alertó, pues se hablaba en la base de que el barrio donde desgraciadamente se ubicaba el lugar, no era del todo calmado y por la noche se volvió algo más inseguro si cabía. No obstante, mi afán por volver a probar su plato estrecha, era mucho mayor que cualquier sentimiento de intranquilidad. Pronto me recibieron, La, que era la esposa encargada de acomodar a los clientes y de servirles, me acogió con gusto.

- ¡Ah señor Lovecraft! Pase pase, estamos algo llenos, pero sabe que en la barra siempre habrá un hueco extra para usted... ¡Eh Mein! Mira quien llegó para verte otra vez. -

Dijo con un afable sarcasmo hacia su marido, el cual, aguantaba una imponente olla para ponerla al fuego. Les dediqué las mejores de mis reverencias con una acentuada inclinación.

- Ooh ¡Lovecraft! Mira como me pillas... jejeje, deja deja, que te busqué La un buen sitio, y dame algo de conversación eh, no hagas como las últimas veces ¡Jajajajajaj! -

Se notaba el cálido ambiente y el casero olor de los cuencos con caldos rebosantes, era curioso como eran capaces de estar llenos a pesar de que era verano. Sonreí ante la broma de Mein, pues el viejo sabía de más y de sobra, al igual que su esposa La, el voto de silencio al que estaba sometido. El matrimonio era algunos años más mayores que yo, y los 3, aunque el tema de la edad no era un tema que sacara, sabíamos perfectamente que encajábamos debido a la generación a la que pertenecíamos. Con gusto, seguí a La entre las mesas hasta alcanzar un hueco para el propio servicio en la barra, la confianza hizo que la misma, retirase la bandeja y algunas de las cartas que daban a los clientes para la comanda.

- ¿La tuya de siempre quieres?, ¿y agua del tiempo? ¡Já! No hace falta ni que lo digas... ah bueno, claro, ¡lo olvidaba! -

A costa mía, pero sin provocar ningún tipo de ofensa, los dueños solían soltar alguna gracieta hacia mi voto de silencio, para ellos, era difícil de concebir el hecho de mantenerse en este estado perennemente o por un tiempo, más aún si cabe, teniendo en cuenta de que su trabajo es de cara al público. Sin embargo, sabía que lo aceptaban y me valoraban allí, por lo que el trato con ellos, a pesar de ser poco, se agradecía cada vez que volvía a probar su sopa.

La puerta se abrió de par en par, con brusquedad, unos pasos gruesos se hicieron eco en la gruesa madera del suelo internándose en el local. Estaba de espaldas ante la llegada de quien fuera, pero no hacía falta saber que el ingreso de aquella persona perturbó el sosiego del pequeño y familiar restaurante.

- Soy Byruk, creo que han reservado para mí una mesa... ...¿aquí? -

Con una voz grave y lenta, un hombre de mediana edad parecía pedir una mesa. En ese momento, La, salía de la cocina con mi sopa y la sirvió candente frente a mí, dirigiéndose al nuevo cliente.

- Hola señor Byruk, le esperábamos sí, puede sentarse aquí, esta es su mesa -

Un silencio invadió el lugar, los otros comensales bajaron su murmullo, ¿a qué se debía desde que entró aquel tipo?, no tenía pensado girarme para ver al tipo, me parecía descortés, además de que el tazón de sopa caliente estaba esperándome.

- Espero que esta vez traigáis la comida antes, la otra vez tuve que esperar demasiado por un cuenco con agua sucia, a ver si esta vez puedo tomarla pronto -

- Sí señor Byruk, en seguida, pero hay clientes delante, ¿le traigo de beber lo de siempre, no? -

En silencio, parecía que confirmó. No conseguía identificarlo, su ruda voz imponía de forma autoritaria entre el resto, y según lo que dijo, ya había frecuentado el restaurante. Pasaron algunos segundos, cerca del minuto, cuando de nuevo volvió a tomar la palabra.

- ¡LA! ¡¿Ni la bebida ni la soopaa?! Esto está siendo más vergonzante que la última vez... ¡Y vosotros que estáis mirando! -

Gritó cuál energúmeno con una paciencia nula, hasta tal punto, que el sonido escandalizó a los demás comensales, y entre las sillas arrastrándose y las quejas, La salió al paso.

- ¡No no oigan!, les pido disculpas, por favor no se vayan y terminen su comida, no volverá a ocurrir... -

Pero la consideración de la pobre La con sus clientes fue en vano, el molesto e impertinente Byruk, acabó echándolos sin remedio, y La, lamentándose, se dirigió hasta la cocina para traer lo que fuera que iba a beber y la sopa. En silencio, le sirvió su comanda y volvería tras la barra. Por el rabillo del ojo, pude leer en su rostro la incomodidad que generaba el cliente aquel, los ojos se le pusieron algo lagrimosos y sus labios se cerraban apretándolos.

- ¡Puaj! ¡Por aquí ya no paso! -

Desconsiderado, Byruk para ahora mi detrimento, arremetió con sus puños duramente contra la mesa de madera donde reposaba su sopa, el golpe, hizo temblar los cubiertos y acto seguido, expresó su malestar cogiendo el cuenco y tirándolo hacia atrás. Aquel cuenco de madera pulida, se estrelló contra mi espalda justo cuando estaba terminando el último sorbo de la sopa. Mein, que vio la escena, salió corriendo rápido de la cocina.

- ¡Ay Lovecraft! Perdón, cuanto lo siento, disculpa déjame ayudar para secarte... ¿Quieres una de mis camisas? -

Mein, acalorado por lo que Byruk generó, cogió algunos papeles para extraer el exceso de sopa de la parte de atrás de mi camisa, que terminaba por derramarse en el suelo. De nuevo los pasos de Byruk se hicieron presente, arrastrando su silla hasta caerla, escuché que se dirigía hasta a mí, y con parsimonia, se apoyó en el borde de la barra que había, invadiendo un espacio que no le correspondía. Yo mientras tanto, viendo lo que se avecinaba, me limité a sorber agua de mi vaso, con la vista al frente y el gesto neutro. Su vacile no se hizo esperar.

- Vaya vaya... ¡Qué tenemos aquí, si es otro octogenario! ¡Eh Mein, es vuestro primo o algo así? -

Dijo refiriéndose a mí, de manera despectiva y sin pedir disculpas por tirarme el cuenco de la rica sopa por lo alto de la espalda, además del alboroto que estaba montando. Su aliento apestaba a ron, y aunque fuera abstemio, diría que a ron del malo. Su destino allí ya estaba escrito.

- ¡Jajaja! Qué pasa, ¿te ha comido la lengua el gato?, ¿te la quemaste por la sopa? es de mala educación no presentarse ante desconocidos pero bueno, yo soy Byruk... -

No contemplé en ninguno de los segundos en los que se estaba dirigiendo a mí contestarle, seguí inmune ante su irrespetuosa arremetida.

- Por favor Byruk, Lovecraft tiene un voto de silencio, no te podrá contestar, te pido que le dejes, estás invitado al trago y la sopa si te marchas, no queremos problemas contigo -

- ¡¿¡¿CÓMOOO?!?! Como osa un vulgar cocinero como tu dirigirse así a mí... ¡Maldito saco de arrugas! -

La, que se escondía tras su marido, agarró fuerte el delantal de este en un afán de que no se enfrentase a la bestia de Byruk, pero este último, ya había montado en cólera. Bebió de un trago la jarra de cerveza negra que le sirvió La antes, estrellando esta contra el suelo, arremangándose y soltando un eructo asqueroso a escasos palmos de mí. Eso ya había sido más que suficiente.

- Yo voy a enseñarte respeto puto... ¡UUGH! -

Soy frase no terminó, no la dejé terminar, ya era más que suficiente todo ese esperpento e insultos hacia La y Mein. En lo que dura un parpadeo, a ojos del escandaloso tipo, me dirigí hacia este con mi mano izquierda, y con los dedos corazón, índice y pulgar, ejercí una fiera tenaza hacia su garganta, agarrando su nuez. Me incorporé como un resorte mientras la aprisionaba y achuchaba con fiereza, levanté unos centímetros el brazo, noté como Byruk, a pesar de ser más alto que yo, levantaba sus pies y caminó de puntillas por el incisivo dolor al que estaba siendo sometido, y yo estaba al tanto, pues sabía cada punto del cuerpo humano donde fastidiar verdaderamente a una persona.

Tal era el dolor que estaría sintiendo que, pudiendo utilizar los brazos para arremeter contra mí, prefirió pavonearlos sin más. La y Mein enmudecieron ante lo que estaban viendo, y yo, por mi parte guié a Byruk hasta la puerta. Las venas de mi brazo se acentuaron, apretando aún más el punto, el sabía perfectamente mis intenciones, pues pretendía echarlo de allí. Mein, corriendo tras la barra, se adelantó para abrir la puerta, y una vez en el rellano de esta, mi otra mano restante cargó hacia atrás para soltar una brutal palmada hacia la boca del estómago de este, empujándolo hacia la calle donde se engurruñó debido al golpe, soltando algo de la cerveza que previamente bebió sobre la tierra del suelo.

- No vengas más -

Le dije con autoridad desde el umbral, viendo como se retorcía y se cogía de la garganta, al final, como muchos otros, tan solo era un tipo sin modales y puro vocerío. Mein, cerró la puerta tras ello, y la La venía también hasta nosotros.

- Ah dios... menuda lección, ese indeseable llevaba atormentándonos durante meses, hasta hemos perdido clientes de toda la vida que venían y han tenido que dejarnos, no sabes cuanto te agradecemos esto, pero que no vuelva más por aquí. -

La, parecía algo nerviosa pero también aliviada, juntó sus manos y bajó su cabeza para agradecerme lo que hice, devolvíendoselo debidamente.

- Lovecraft, muchas gracias por enfrentarte a ese marronero... Ven sentémonos los 3 a tomar algo, ¿te apetece té verde? puedo añadirle hiervabuena. -

Asentí con apetencia hacia su propuesta, y así fue como, tras ayudar a recoger junto a La el salón, la barra, y a adecuar una de las mesas mientras Mein preparaba el té, nos sentamos los 3 y comenzaron a comentarme el caso de una forma más sosegada. Al parecer este tipo llevaba atormentando a varios locales del barrio para su propio beneficio, amenazándolos para pedirles un pago en favor de protección, una protección chantajista ya que el era al mismo tiempo la propia amenaza.

Llevaría el caso hasta el cuartel para que lo identificasen y evaluaran este claro caso de extorsión y violencia. Sentía pena por ver como un matrimonio dedicado plenamente durante toda una vida, honestos y honrados, tenían que estar sometidos antes geste de este poco calibre. Intentaría personalmente que esto se resolviera, y pronto.
#1
Moderador Kinemon
Moderador Freelance
Si te hubieses disfrazado de Panda para esta aventura, tendrías el doble de premios (Es mentira). En Wano, muchos establecimientos necesitan de alguien como tú para echar un cable liberando al país de los opresores. 

Al user Gautama D. Lovecraft se le entrega lo siguiente: 
  • Berries: 9.300.000 -> 9.500.000 [+200.000]
  • Experiencia: 1.890,39 -> 1.920,39 [+30]
  • Nikas: 44 -> 45 [+1]
  • Reputación: 85 de Reputación -> 90 de Reputación (+5 reputación positiva).
#2


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