Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Común] El bullicio de Rostock
Hato of peace
Hayo
Pueblo de Rostock                                                Verano día 2 

La isla Kilombo una gran isla donde se comercia con todo lo que sale del mar, peces y mariscos, barcos cargados de frutas, hasta madera de buena calidad para construir nuevos edificios o barcos, en el Pueblo de Rostock es el lugar perfecto para comerciar.

Desde temprano habitantes de Rostock se levantan para comerciar levantado carpas extendido lonas, utilizando cajas de madera como mostrador traen sillas desde sus casas para poder permanecer lo más posible en el lugar donde levantaron su carpa.

Barcos llegaban de las islas más cercanas para comerciar otros traían pasajeros entre ellos una hermosa joven de cabellera rubia, vestía una camiseta negra, falda del mismo color, botas y una chamarra roja bastantes llamativa, la Skypiean entró al bazar en busca de diales objetos del mundo de Skysea cosas que a simple vista eran no muy valiosos pero bastante útiles si sabías cómo utilizarlos.

El sol estaba ya se había levantado tocando a los habitantes de la isla kilombo durante su búsqueda Hato entró a una parte del bazar donde intercambiaban objetos, la joven de cabellera dorada se encontró con un hombre que tenía un dial pero quería un extraño manuscrito así que Hato empezó a intercambiar para conseguir su objetivo, primero intercambio uno de sus planos para crear una bomba de aire por una vasija, luego intercambio la vasija por comida para aves, la comida por un cuadro de una ave exótica, el cuadro por un tren de madera a escala y al final intercambio el tren para conseguir el manuscrito.

Cuando regresó la joven ya no encontró al caballero con el dial y no podría recuperar sus planos así que hizo lo más fácil empezó a ofrecer el manuscrito -Buenos días, cambio un manuscrito que ayuda al físico para ser más fuerte- la joven tomó el lugar de aquel comerciante desaparecido -Es real no es mentira, manuscrito que puede volverte más fuerte, podría venderse bien en algún futuro, es muy útil, además es una antigüedad valiosa- la joven alzó su brazo izquierdo sacudiendo el pergamino que prometía más poder.

apariencia
#1
Vesper Chrome
Medical Fortress
Era claro que, para alguien como yo, que realmente se ganaba la vida atendiendo pacientes al azar, por aquí y por allá, esos mismos que se niegan hacer una consulta en algún hospital, o aquellos que prefieren que un doctor los visite a su propia casa. Estaba claro que no siempre aquellos trabajos recompensaban con una cantidad de dinero, sino también, en ocasiones con objetos valiosos que los pacientes desean darme a cambio de mi trabajo.
 
Hoy era un día perfecto para vender un par de cosas en el mercado de Rostock, por lo que desde bastante temprano me acerque hacia allí, arme una lona improvisada para vender unos pocos artículos que habia conseguido durante los últimos días, entre ellos, un dial que supuestamente serviría de mucho para navegantes, pero para mí, ni al caso, no soy navegante. Entre el bullicio, la gente, los forasteros, aunque yo prácticamente era uno de ellos, en fin, entre todo lo que sucedía en ese lugar pude vender casi todo, a excepción de un dial. Durante las horas que estuve en aquel puesto improvisado habia hecho dinero suficiente para pagar al menos dos semanas mas de la posada, y eso ya era decir bastante.
 
—Amigo, ¿Acaso posee usted un legendario pergamino que dicen por ahí que ayuda a mejorar drásticamente el físico? — Este hombre se habia acercado a mi, ni siquiera sabia quien era, pero estaba interesado en algo, y si habia venido al mercado era porque realmente eso que buscaba estaba aquí.
 
—No lo tengo ahora mismo, pero si mínimo, me das dos horas prometo haberlo conseguido para ti. — No tenia idea de que realmente tendría que buscar, pero habia ofrecido tres millones de berries por ese pergamino, y no habia forma de que me negara a algo como eso, aun tenga que ir puesto por puesto intercambiando cosas para poder conseguirlo. El hombre se habia ido conforme, quedamos en que nos veríamos en dos horas en el mismo puesto en eso se me acercó una mujer, muy apuesta de hecho, solicitaba el dial que tenia conmigo, pero justo ahora tenia un dilema, le explique lo que sucedía y lo que pedía a cambio, esta vez no era dinero, sino aquel pergamino, pues mi plan consistía en que ella y yo buscáramos lo mismo, y si lo encontraba primero bien para mí, pero si ella lo encontraba primero simplemente haríamos un intercambio.
 
Al final de cuentas la dama aceptó, y bien habia dado la vuelta, yo hice lo mismo, tenia que poner mi plan en marcha, buscar aquel pergamino que supuestamente daba algún tipo de beneficio al cuerpo o algo así, no comprendía bien su función, de manera medica no hay algo como eso, al menos no dentro de lo que yo habia estudiado. Al pasar el tiempo ya me habia rendido, habia ido de lugar en lugar, pero no encontraba absolutamente nada, al menos no lo que estaba buscando y es cuando decidí volver a mi puesto improvisado y allí estaba la chica, sosteniendo aquel supuesto pergamino, mis ojos se iluminaron cual cruz y circulo de neón en la pura oscuridad.
 
—Yo creí que habíamos hecho negocios, rubia. — Comenté acercándome por detrás, intentando disimular la felicidad que me daba pensar que en verdad esa mujer habia hecho el trabajo por mí, y habia encontrado lo que yo realmente necesito para tener suficiente dinero como para vivir al menos un año completo en esa estúpida posada, e incluso pensar en rentar algo mejor.  De entre mis prendas saque el Dial que por suerte aun no habia intercambiado ni vendido. —Aquí tengo lo que quieres, y tu tienes lo que me interesa a mí. — Iba a ser claro en esto, quiero una cosa, ella quiere otra cosa, y ambos tenemos lo que el otro desea, por tanto, habia que dejarse de rodeos, eran negocios.
#2
Hato of peace
Hayo
Entre tantos puestos que visitó la joven rubia los cambios de objetos eran lentos cada vendedor tenía su precio por sus objetos y los intercambios eran seguros para conseguir el manuscrito para el sujeto que tenía el preciado dial, en el momento que volvió al local el vendedor ya no estaba.

La joven estaba decepcionada por la pérdida del Dial pero era un mercado así que cambiar el pergamino sería fácil, simplemente Hato levantó su brazo al aire, agitando y promocionando su pergamino esperando a un interesado para cambiarlo pero por azares del destino el vendedor original volvió a aparecer para reclamando que ya había hecho trato con Hato.

La rubia se dió la media vuelta -Disculpe es que pensé que no volvería como dejó solo el puesto- la joven de Skypiea hizo una ligera reverencia de disculpa -Bueno no dudó que quiera continuar con el trato, así que aquí está un manuscrito que te ayudará a ser más fuerte- Hato estiró su brazo hacia adelante poniendo el rollo casi en la cara del vendedor y ligeramente desenvolvió el pergamino para que pudiera ver el contenido.

No había duda alguna se trataba de aquel manuscrito pero así como lo mostró rápidamente lo volvió a enrollar, de entre sus ropajes el vendedor sacó su dial que era lo que buscaba Hato -Tiene razón eso es lo que me interesa- respondió ante el comentario del médico.

Hato le entregó en sus manos el manuscrito al médico mientras ella tomó el dial realizando el intercambio, ella observó con gran ilusión el Dial viendo sus patrones y la forma de concha que tenía -Otro más para mí colección, gracias buen hombre espero y tenga un excelente día- la rubia hizo una ligera reverencia y empezó a caminar mezclándose con la multitud mientras aguardaba el dial con los otros que había conseguido en sus otros viajes.
#3
Vesper Chrome
Medical Fortress
—¿Cómo no iba a volver? — Pregunté un poco intrigado por esa respuesta. —Usted está en el puesto que yo mismo monté, aunque improvisado. — Terminé diciendo, la rubia parecía tener realmente lo que estaba buscando y eso si que me habia puesto de buenas, sin duda era una de las mejores cosas que me habia pasado en esta temporada. Esta mujer puso el pergamino casi en mis ojos y lo abrió un poco, pero realmente sabia que no mentía, no parecía ser ese tipo de personas.
 
Tomé la misma acción que la chica, extendiendo mis brazos con el Dial para que esta pudiera examinarlo un poco mejor, era claro que esto es lo que estaba buscando esta mujer, pero no estaba mal devolver la misma acción, por respeto quizás, porque al final sigue siendo una mujer y a estas mi abuelo siempre me enseño como respetarlas.
 
Cuando la mujer me entregó el manuscrito no dude ni un solo segundo en darle el dial, al final estábamos ahí como simples mercaderes, vendiendo algo para conseguir otra cosa que nos interesa, era tan simple como eso, y justo cuando intenté darle mi nombre. —Soy el Doctor Chrom… — La mujer simplemente se dio la vuelta y se marchó, como quien habia conseguido triunfante lo que quería y era momento de ir a mostrárselo a su padre, al menos esa fue la sensación que me dio. —Ya da igual. — Comenté en voz alta como si me hubiese molestado la actitud de la chica, pero realmente si hubiera sido un hombre, el que se hubiera ido una vez terminada la transacción habría sido yo así que ignoré esto y volví a mi puesto.
 
Al final de cuentas tocaba esperar al hombre de un principio para hacer el intercambio de este manuscrito por los Berries que este me habia ofrecido, las cosas iban de bien a mejor y eso estaba excelente para mí, con ese dinero incluso podría plantearme comprar cosas y pagar mas tiempo en la posada, definitivamente, hoy seria un día productivo para un doctor que no se encuentre en el quirófano.
#4
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
El aire denso de la taberna en Rostock se mezcla con el humo de la hoguera cercana, impregnando mis sentidos mientras entro en el recinto. Al fondo, en una esquina oscura, vislumbro la figura que he venido a encontrar. El mercader de pergaminos antiguos, aquel que muchos conocen solo como el Doctor Chrome, está sentado en silencio, con una calma calculada, como si ya hubiera anticipado mi llegada.

Mis pasos resuenan en el suelo de piedra, pero él no levanta la vista de inmediato. Solo cuando estoy frente a su mesa, sus ojos se alzan lentamente para encontrar los míos. Su expresión es difícil de leer, pero noto una mezcla de cansancio y satisfacción, como si este día ya le hubiera deparado alguna victoria inesperada. Me pregunto si tendrá algo que ver con el manuscrito, que sé que debe de estar en su posesión.
Mientras me acomodo frente a él, mi mente regresa a los rumores que me llevaron a este lugar en primera instancia y como cíclicamente esta isla tiene algo que nos parece atrapar a todos...

El hombre, lampiño y con el pelo lacio y algo largo, también oscuro, refunfuña algo que no soy capaz de escuchar, aunque dudo que estuviera realmente molesto. En el fondo, sé que si la situación hubiera sido al revés, él habría hecho lo mismo: una vez cerrado el trato, no hay más que decir. Así es el juego en este mundo de mercaderes de secretos.

Ahora, con el manuscrito en su poder, espera mi llegada. La expectativa de nuestro intercambio le brinda una calma que solo aquellos acostumbrados a tratar con el tiempo mismo pueden experimentar. 
El silencio entre nosotros se estira unos segundos antes de que, finalmente, incline la cabeza en un gesto casi imperceptible, invitándome a iniciar nuestra negociación. Yo, que he recorrido estos caminos y conocido a decenas de hombres como él, sé que es un gesto rápido para efectuar el intercambio, algo que es peligroso en circunstancias normales, ya que el conocimiento prohibido atrae a muchos malhechores, pero también a muchos diletantes como yo en búsqueda de aplacar su sed de conocimiento.

Rápidamente, levanto ligeramente la capucha con la cual me atavié y que cubría en forma de mortaja sencilla parte de mi cuerpo entero junto con mis ropas, y le muestro un sobre negro, discreto, elegante y cargado de billetes, al tiempo que observo el tomo que porta con anhelo.

-¿Es ese mi tomo?- comento con un tono amistoso y lleno de paciencia, serenidad pero también curiosidad, algo contrario a la mayoría de mercaderes y buscadores de conocimientos que basan su transacción en la presteza.

Me mostraba confiado al tiempo que esperaba los devenires del acuerdo.
#5
Vesper Chrome
Medical Fortress
Había esperado mucho tiempo a que aquel hombre con el que había hablado en primeras instancias llegara, incluso deje mi puesto en el mercadillo y me dirigí hacia la taberna, las indicaciones eran claras, si no nos encontrábamos en aquel puesto ambulante en el mercado, estaría tomando una buena cantidad de Sake para alegrarme el día, al final de cuentas no tengo ningún pendiente, ningún paciente, y mucho menos alguien quien me espere en aquella cálida habitación de la posada. La taberna se encontraba como de costumbre, llena de personas que toman, comen, discuten sobre cualquier tema en particular porque así es el hombre, simple, capaz, un ser que se puede entretener incluso con el más mínimo ápice de transparencia en un mundo de blanco y negro.
 
Escuché el rechinar de las puertas abrirse incluso entre todo el bullicio que hay allí, había esperando lo suficiente, y no hacia falta si quiera levantar la mirada para darme cuenta de quien era, tras haber pasado un día bastante atareado entre el mercadillo, intentando ocultar lo que realmente puede hacer el pergamino, con el peligro constante de la mafia mink en esta isla, y el merodeo de los marines, que en su mayoría son honestos, pero nunca faltan aquellos corruptos que se unen solamente para hacer el mal con una mascara de quienes luchan por el bien.
 
Aquellos pasos que daba el hombre podía distinguirlos como si entre una multitud de oscuridad aparecía una luz que se mueve constantemente, pero a un ritmo extremadamente lento, aun asi no levante la mirada hasta que este se sentó a mi lado, mis ojos con aquella extrañes que poseen se posaron en la persona y efectivamente era la correcta, este era el hombre que me había contactado. Observé en silencio como este mostraba aquel sobre, evidentemente allí traía el dinero que le había solicitado y era pertinente saber que era un hombre de palabra al igual que yo.  —Según tus especificaciones, sí. — Estaba totalmente seguro de que lo era, pero no soy del tipo amable, tampoco le dedicaré una sonrisa como si fuera el príncipe que me vino a rescatar a un castillo custodiado por un dragón.
 
Simplemente rodé el tomo por la barra hasta que estuviera en frente de sí. —Obsérvalo tu mismo. — Le dije sin mirarle, tomé un trago de mi sake esperando que este pudiera observar detenidamente el contenido, al final tampoco es como si quiera engañarle, no tengo interés es hacer esas bajezas. Lentamente comienzo a mover un dedo en la barra, simulando un circulo que lentamente se va formando conforme una de mis uñas comienza a transformarse en la de lo que pareciera ser para cualquiera un animal salvaje. —Si es lo que buscabas, entonces nuestro trato se ha cumplido aquí. — Terminé diciendo tras dar un ultimo trago al sake que quedaba en aquella botella.
#6
Silver
-
El bullicio típico de la taberna en Rostock llenaba el aire con un constante murmullo de voces, brindis y el ruido metálico de las jarras al chocar entre sí. El capitán Silver D. Syxel, apoyado en la barra, apuró un largo trago de su jarra, permitiendo que el ron le calentara el pecho. La deuda pesaba, como siempre, pero por lo menos en este intercambio iba a sacarle provecho a algo que no usaba. El arma que había conseguido en un encargo reciente no le servía de mucho, no era su estilo. Él prefería las soluciones directas y rápidas, como su espada, o en este caso, una pistola, útil en los combates cercanos a los que estaba más acostumbrado.

"Al fin y al cabo, el cara a cara siempre es más divertido", pensó mientras observaba a los demás en la taberna.

El contacto le había dicho que el tal Vesper ya debería estar aquí. Syxel echó un vistazo rápido al lugar, sus ojos siempre atentos, buscando el rostro inconfundible del hombre con el que había quedado. La descripción era peculiar, sobre todo el detalle de los ojos. Y ahí estaba: un hombre de cabello negro lacio, no muy alto pero con una musculatura que denotaba un cuerpo entrenado. Lo que más destacaba, tal y como le habían dicho, eran esos extraños ojos, uno con una pupila roja circular y el otro con una X blanca que le daba un aire sombrío y enigmático.

Syxel terminó su trago, se acomodó el cinturón donde llevaba el arma que iba a intercambiar, y caminó hacia él con su habitual paso relajado, pero lleno de confianza.

Vesper, ¿no? —preguntó el capitán mientras se acercaba y le daba una mirada rápida de arriba abajo. Luego sonrió con su característica sonrisa—. Capitán Silver. Me dijeron que podríamos hacer un pequeño negocio.

Vesper asintió. A simple vista, parecía alguien que no hablaba mucho, aunque no debía dejarse engañar por las apariencias. Ambos intercambiaron una breve mirada de reconocimiento antes de que Syxel sacara el arma que traía consigo, la cual había conseguido en su último encargo. La dejó sobre la mesa entre ambos, apoyando una mano sobre ella mientras observaba la reacción del otro.

No es de mi estilo —dijo Silver, bajando la voz para que solo ellos dos escucharan—. Prefiero algo más... directo.

Vesper sacó una pistola que parecía justo lo que Silver buscaba. No era nada especialmente elaborado, con capacidad para tres disparos antes de necesitar ser recargada. Lo suficientemente pequeña para llevarla cómodamente en el cinturón y rápida para sacarla en un apuro. Al verla, el pirata asintió con satisfacción.

Perfecta —comentó Syxel, tomando la pistola en sus manos y evaluando su peso. Después de unos segundos, extendió su arma a Vesper—. Trato hecho.

El intercambio fue rápido. Vesper revisó su nueva arma con la misma calma con la que Syxel había inspeccionado la pistola. Ninguno de los dos parecía tener intenciones de prolongar el encuentro. Syxel ya se giraba para marcharse cuando recordó algo.

Encantado de hacer negocios, nos vemos —dijo sin mirar atrás, lanzando una última sonrisa ladina antes de salir por la puerta de la taberna. Con la nueva pistola al cinto y una sensación de satisfacción, Syxel salió al aire fresco del puerto.
#7
Vesper Chrome
Medical Fortress
El bar en esta ocasion estaba mas lleno que nunca, el bullicio parecia estar a favor de la pirateria, en contra de la paz, pero al final de cuentas son las cosas que pasan en un bar de mala muerte donde en el dia se reunen pescadores y en las noches cualquier tipo de calaña que haya logrado pisar la isla Kilombo en las ultimas horas, habia estado durante las ultimas semanas vendiendo cosas, intercambiando otras, recoletando el dinero suficiente para tras haber completado mi venganza poder tener la fuerza de voluntad suficiente para abandonar esta isla y no volver nunca mas, no es que sea un cobarde, pero tras los sucesos en esta isla, si me quedo demasiado tiempo la marina va a descubrir que muchos de los asesinatos hacia los borrachos fueron cometidos por mi y era lo que menos deseaba ahora mismo. 


Me habian informado que un hombre, un supuesto capitan pirata queria hacer un intercambio y entre los cambiantes que se encontraban en el sitio, especificamente yo era quien poseia lo que este tenia, me parecio interesante, y no pude negarme a ver que era lo que aquel hombre tendria para mi. Mis pensamientos se suspendieron al notar la presencia del hombre que se acercaba a mi, y unicamente esperaba que este fuera la persona de la que me habian hablado, pues no tenia muchas ganas de hablar con nadie mas el dia de hoy. —¿Quien mierdas pregunta? — Respondi ante la presencia y pregunta del individuo quien no dudó en presentarse como Capitan Silver, sin duda los piratas no tenian miedo a decir quienes son, incluso en una isla custodiada por marines. —Depende lo que tengas contigo, sabré si podemos o no hacer negocios. — Asentí. Cualquiera que me viera podria darse cuenta de que no soy alguien de muchas palabras, aunque tampoco queria engañar con falsas apariencias. Ambos intercambiamos una breve mirada de reconocimiento antes de que aquel supuesto capitan sacara el arma que intentaba intercambiar conmigo. La dejó sobre la mesa entre ambos, miré el arma y luego le miré a el como apoyaba la mano sobre el arma como quien protegia la mercancia que estaba por vender. 

La verdad es que el arma que me estaba intercambiando no me servia para nada, ni siquiera se como tirar bien con armas de distancia, pero estoy seguro de que podria hacer un buen trato por ellas. —Si lo que buscas es algo mas directo, creo que esto es lo que necesitas viejo. — Le mostré el arma que traia conmigo, una pistola, no era demasiado vistosa, era una de esas normales que alguien vende porque se queda sin dinero para beber o algo por el estilo, pero seguia cumpliendo perfectamente el rol para el que fue creado, disparar. Este hombre observó el arma tomando en sus manos y tras unos pocos segundos se decidió por culminar el trato, para mi estaba todo bien, un trato por un trato, era excelente, aunque por hoy intentaria no volver a vender nada mas. —Trato hecho, que los reyes marinos caigan en tus disparos, capitan. — Dije en un tono burlon mientras este se despedia de mi con su nueva arma, quien sabe lo que planean los piratas, cada uno de nosotros es su propio mundo, su propia libertad.
#8


Salto de foro:


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