¿Sabías que…?
Si muero aquí, será porque no estaba destinado a llegar más lejos.
[Evento] [Escolta] la Mercancía Misteriosa
Galhard
Gal
Galhard - A bordo del barco, rumbo al Reino de Goa, 7 horas después del zarpe
El día había comenzado lleno de formalidades, tensiones y algún que otro desplante, pero lo cierto es que la misión seguía su curso sin demasiados contratiempos. O, al menos, así había sido hasta el momento. Mientras observaba el horizonte desde el timón, agradecía la paz temporal que el mar nos brindaba. La brisa salada era constante, y el golpeteo de las olas contra el casco del barco daba una sensación engañosa de tranquilidad. Incluso los delfines habían decidido acompañarnos un tramo, algo que normalmente habría sido motivo de disfrute, pero mi mente estaba demasiado enfocada en la misión.
Al final, había decidido no intervenir cuando Lovecraft se adelantó para corregir el trato descortés de la Sargento Bridget hacia Nagaki y Masao. Aunque por dentro compartía el descontento de Lovecraft, lo último que quería era crear fricciones innecesarias con la sargento. Los soldados que cargaron las maletas, incluido Masao, lo hicieron con discreción y sin quejas, lo que demostró que el equipo sabía trabajar en conjunto, aunque las órdenes fueran menos que honorables.

Con la partida de Bridget y la llegada de la misteriosa carga a bordo, sabía que la responsabilidad total ahora recaía en él. El equipo, aunque diverso en personalidades, compartía un objetivo común: llevar la carga sana y salva. Había observado cómo Nagaki abordó la situación con diplomacia, y cómo los demás, como Anko y Cadmus, se mantenían vigilantes y comprometidos.

Ahora, tras siete horas de viaje y tras haber conocido al peculiar soldado Masao y haber recibido una estampita religiosa del mismo accedió a la petición del mismo de querer encargarse de los fogones como en su brigada de Logue Town.

—Anko, me gustaría que te quedases cerca de la mercancía, de todos nosotros eres la que más pericia puede tener en esta situación de pelea en un lugar reducido— Le dijo a su compañera con decisión, confiando plenamente en la fuerza de Anko sí ella era quien vigilaba la mercancía del maletín estaría algo más a salvo de cualquier persona que se hubiera podido infiltrar entre los marines o civiles.

El barco seguía su curso sin incidentes. El mar parecía habernos brindado su favor, y todo marchaba con una calma que, por alguna razón, me resultaba inquietante. Sabía lo suficiente para desconfiar de los viajes sin complicaciones.

Los pensamientos de Galhard fueron interrumpidos por un grito desde el puesto de guardia:
—¡Barco a babor! ¡Barco a babor!—
El corazón le dio un vuelco, pero sus manos no temblaron sobre el timón. El viaje había sido demasiado tranquilo. Inmediatamente, actuó con la rapidez que la situación demandaba.

—¡Todos a sus puestos! —gritó, haciendo que la tripulación se pusiera en alerta.
Sin perder tiempo, Galhard miró hacia la cofa, donde dos de los marines a los que había enviado más temprano ya escudriñaban el horizonte. Era esencial saber más antes de actuar precipitadamente. Podía ver cómo los demás comenzaban a movilizarse; algunos hacia la sala de cañones, tal como había organizado previamente, y otros hacia la cubierta, preparados para lo que pudiera venir. Lo primero que debía decidir era si abrir fuego o no.

Galhard se acercó al borde de la cubierta, intentando evaluar el barco enemigo. ¿Era un simple mercader, un pirata o algo peor? Por el momento, el navío desconocido no había disparado, pero tampoco hacía nada por detener su curso hacia la posición de los marines.

—No sabemos quiénes son, pero no podemos esperar a que nos disparen primero. —Su voz, aunque firme, no mostraba la temeridad de abrir fuego sin razón.
Galhard volvió al timón, listo para maniobrar.
—Vamos a ponernos en posición —ordenó — Haremos que el barco esté en un ángulo donde los cañones laterales puedan ser utilizados si es necesario. No abriremos fuego todavía, pero si esto se torna hostil, debemos ser los primeros en actuar. Que nadie dispare sin mi orden.—
Mientras hablaba, supervisaba cómo sus órdenes se cumplían con rapidez y eficiencia. Sabía que podía confiar en ellos para seguir sus instrucciones al pie de la letra. El poder de un equipo no radica solo en las órdenes que recibe, sino en la confianza que tienen entre ellos.

Galhard Volvió su atención al barco enemigo, ahora más cercano. ¿Qué tramaban? Aún dudaba en abrir fuego, pero no tenía dudas de que deberían estar preparados para cualquier eventualidad.

—Lovecraft, Cadmus —llamó, con la vista aún en el horizonte — Manteneos atentos. Si veis algo sospechoso, avisadme de inmediato. Y que alguien avise al soldado Masao de la situación... — ordenó a los marines que estaban con él para que uno de ellos fuera a buscar a Masao e hizo una pausa, recordando el comentario que había hecho antes sobre los "tronos blancos"— no pierdan de vista a los cañones. No queremos sorpresas desagradables.— Finalizó mientras achinaba aún más los ojos centrándose en el barco no identificado.

Al alrededor de Galhard, todo el equipo estaba en posición, preparado para lo que pudiera venir. Sabían que cualquier movimiento en falso podría desatar un conflicto que intentaban evitar, pero si debía pasar, estarían listos para enfrentarlo. La misión dependía no solo de la fuerza bruta, sino también de la inteligencia con la que actuasen.

El marine miró a sus compañeros y sintió una chispa de confianza. Sabía que podían superar cualquier obstáculo, siempre y cuando permaneciera claro su propósito: completar la misión y volver a salvo.
—Haced señas al barco enemigo, si no cesan su avance tenéis permiso para abrir fuego, Nuestro navío no será rápido o potente como un Galeón de la Marina pero eso no implica que no tengamos potencia de fuego... ¡Disparad la bala del cañón de Proa a modo de advertencia!— Ordenó con decisión mientras seguía con sus manos fijas en el timón, tratando de girar el barco, sabía que el mejor escenario sería un abordaje ya que reduciría los posibles daños a la mercancía pero no podía permitir el lujo de perder valiosos segundos y las salvas de cañón que podía disparar con el barco en su costado a estribor.

Resumen
#11
Masao Toduro
El niño de los lloros
El grupo finalmente coincidió en su mayoría en que la expedición la lideraría el hippie, incluso el viejito pareció dar un paso al lado aceptando la decisión. Por mi parte no tenía mucho problema, de hecho, estaba acostumbrado a jefes con aptitudes más laxas y relajadas, y en su breve experiencia como marine, solía trabajar mejor con este tipo de personas.

En cuanto a la sargento, tras una verborrea completamente innecesaria, resultó que cumplía con todas y cada unas de sus sospechas. En cuanto escuchó el comentario completamente de lugar que le lanzó al soldado raso, se le enervó la sangre, su ceño se frunció y no pudo evitar hacer una mueca.  

-A zu orden mi sargento- y le repliqué como si de una campana se tratará, con un tono ronco como el de un matón de callejón de mala muerte que se mataba a fumar malboros y un acento aún más cerrado.

Iba justo a detener a su compañera de cargar la carga cuando el viejito le interrumpió, para evitar que el sargento bribón se diera el gusto cuando el viejito intercedió en la situación, si bien el suboficial volvió a ser parco en palabras, en ocasiones como aquellas las acciones significaban más un baño de humildad.

Luego, se giró para predicar con el ejemplo, pero vio como la joven hombre-pez se enfiló hacia la carga restante y la levanto en volandas como si no pesará nada, el gesto de sorpresa que hice fue genuino. Ya que al contrario que su complexión musculada, y de la cual era esperable de ese tipo de proezas, la niña no aparentaba esa monstruosa fuerza física, aunque si le daba un segundo pensamiento las leyendas decían que los seres del fondo del mar solían contar con fuerza varias veces superior a la de un humano promedio, por lo que al final del día puede que aquello no resultará tan extraño.

Fuera como fuese, se había quedado sin maletas con las que cargar, ya que un viejo y una niña se le había adelantado, por lo que poniendo brazos en jarra se encontró en un pequeño limbo existencial. En lo que salía de su estupor, un carruaje oscuro irrumpió en el puerto y la sargento enfilo directa hacia él. En lo que se presentaban, me limité a terminar de subir algunas de las cargas restantes con el resto de la tropa, por lo que en un único viaje ya se terminó de subir todas las provisiones, después de todo éramos al menos una veintena de personas trabajando a destajo.

A la que volvía al puerto en búsqueda de algo en lo que trabajar, se fijó en el tipo feúcho del carruaje, era un tipo feúcho de aspecto rechoncho e incluso cómico, su aspecto le recordaba al de un agente del gobierno, aunque por sus palabras debía de tratarse más de un gánster que de otra cosa. Andaba hablando con la sargento Bribón, y por lo que alcanzaba a escuchar le daba la sensación de que debían de tener algún tipo de relación previa, fuera como fuese tampoco era algo de su incumbencia, en lo que a él le respectaba se puso al lado del perroflauta que iba a ser su jefe, que andaba a pie de puerto esperando a la sargento y coordinando el operativo.
 
Tras que la sargento terminará la cháchara sin mucha trascendencia, esta emergió con una maleta. Fue entonces cuando un pensamiento impuro atravesó mi cabeza, aguarde a que la mujer terminará a dirigirse a suboficial para ejecutar su diabólico plan acabo.

-Si me permite, mi sargento- dije extendiendo la mano para recoger la maleta -No debería dejar que una mujer cargue maletas pesadas, mucho menos una superior de como usteh- dijo con su particular gracia típica del sur, con un tono servicial y carismático que lo definía.

Tenía dudas de que la mujer le dejará la mercancía, o de que su jefe intercediera a su favor en caso de que esta se negará, pero en el caso de que lo hiciera, tomaría la maleta con seguridad y mucho mimo, tratando de estimar cuanto pesaba esta y si podía intuir su interior por el ruido que hacía esta. Independientemente de que esto se cumpliera o no, acompañaría a sus jefes en el más estricto silencio, cargando o no la mercancía hasta al contendor metálico u hasta donde sus superiores le permitieran, observando a su paso el barco y tratando de familiarizarse con su distribución, algo que sería de vital importancia más adelante. Y estando atento a los rostros con los que se cruzaba, por si veía alguno que no coincidía con lo que había visto en el puerto, después de todo no podía permitirse polizones a bordo.

-Con su permiso- diría haciendo el saludo marcial y marchándose a examinar el resto del barco, dispuesto a terminar la tarea de examinar todo lo que le fuera posible del interior del barco antes de que este zarpara, después de todo, era el punto más fácil en el que uno podía colarse en el barco, o al menos es lo que él habría intentado hacer en sus tiempos de buscavidas. En caso de que encontrará algo o alguien indebido, daría la voz de alarma, antes de enfrentarlo.

Una vez que el barco hubiera zarpado y hubiera terminado aquella búsqueda que con suerte sería estéril volvería a buscar a su fumador de crack de confianza, aunque esta vez procuraría ir saludándose y presentándose al resto de la tripulación de la que se encontrará dando a cada uno de los viajeros una de sus estampitas de la virgen del Carmen, patrona de Loguetown, de las cuales se había ido aprovisionando antes de salir. Las estampitas puede que no fueran, nada más allá de un suvenir para aquellos viajeros, pero el realizar aquel regalo con sus compañeros de viaje le resultaba reconfortante al mismo tiempo que servía para confraternizar con sus compañeros.

-Suboficial Gallardo- saludaría, confundiéndose sin malicia con el nombre -Masao Toduro, vengo a presentar mis servicios- arrancaría antes de comentar que efectivamente no había encontrado nada en su patrulla -En Loguetown hasia mis servicios en la cosina, por lo que si usteh lo considerah puede asignarme ahí o en cualquier otra tarea que estime usteh- informó a su oficial, el cual ya debería estar acostumbrándose a su tono de voz -Si es así, infórmeme de que horarios va a querer seguir para desayunos, comidas y cenas- preguntaría en caso de que le pusieran al mando de los fogones, después de todo hasta donde se había enterado solo algunos civiles sabían cocinar.

Antes de despedirse le daría su respectiva estampita de la virgen, y enfilaría a hacer las tareas que le tocarán, con suerte podría estrenar el delantal de florecitas que le había enviado su hermana pequeña hacía unas pocas semanas.

En lo que respectaba al resto de jornada, se dedicaría a sus típicas tareas, aprovechando la hora de la comida para presentarse formalmente al resto de compañeros, en especial al viejito, a la mujer pez, a la chica mona, al rebelde y en menor medida al perroflauta.

-Pos yo me llamo Masao Toduro, nasi en el barrio de treh Hermana en la isla de Malbuena, encantado de conoseroh- se presentaría a la que les servía el desayuno en la mesa de oficiales y se sentaba con ellos -Y vosotros de donde venih- preguntó al grupo, con un poco de suerte arrancaría algo más de cuatro palabras al viejo. Fuera como fuera, esperaba que a lo largo del desayuno y de la comida averiguara algo más de aquella extraña brigada.

El resto de la jornada paso sin pena ni gloría, ocupado con los quehaceres típicos de un barco o una cocina. No fue hasta que una sonora voz de alarma y una campana que lo alertaron de salir a cubierta, sin quitarme mi rosado y colorido delantal, salí a cubierta, avisado por un soldado que había enviado el hippie a buscarme.
 
Al parecer un barco había aparecido por el horizonte y nadie tenía muy claras sus intenciones, ubicando donde sus superiores le indicarán, y con todavía algunas de sus herramientas en el bolsillo del delantal que no había tenido más remedio que guardar ahí, se dispuso a hacer gala de lo que estaban hechos los marines del G-31.

Se vienen cositas
#12
Anko
Médica Despiadada
Con las presentaciones realizadas y el equipo completo, la Sargento Bridget no se hizo esperar con sus órdenes, tratando de menos a Nagaki y a Masao por ostentar un rango inferior al de ella en ese momento. — Vaya… —. Fueron las únicas palabras que escaparon de los labios de la marine, acompañadas de una mirada de rotunda desaprobación ante el comportamiento de Bridget. A eso, se unió el experimentado Lovecraft, quien pronunció abiertamente su desaprobación solicitando más respeto para sus compañeros, algo digno de admirar y un acto humilde por parte del capitán de Lotus Marine. Esto hizo que Anko sonriera levemente, así como él, ella repudiaba a la gente que tachaba de inferiores a otros y más cuando lo único que los separa es un simple rango en una jerarquía militar.

— No se preocupen, yo misma llevaré mi mochila conmigo —. Fue así que la joven marine no se despojó de su “equipaje” y decidió cargarlo junto a ella en todo momento sin importar la situación, nunca se sabe cuándo se pueda necesitar la ayuda del preciado botiquín que ahí cargaba, eso como médica lo sabía perfectamente. Luego de la tensa situación formada por un simple comentario de Bridget, una carroza negra llevada por caballos de su mismo color arribó al lugar. La no tan privilegiada visión de Anko no la ayudó a distinguir de forma eficaz los detalles del vehículo o incluso, observar bien el rostro de quien descendió de él, tampoco es que tuviera un oído agudo como algunos de sus compañeros o algún ser de otra raza, así que se limitó a abordar el barco y darle una pequeña exploración en lo que Bridget y el tipo enano compartían palabras.

Luego de varios minutos, el barco ya estaba listo para zarpar con la mercancía abordo, mercancía que seguían desconociendo hasta ese momento, pero era de gran importancia para el enano cómico. La peli marrón recibió con una sonrisa el pequeño regalo del soldado Masao, una pequeña estampa de la Virgen del Carmen. Ella no era muy creyente de esas cosas, pero un regalo es un regalo y no podía rechazarlo, más cuando Masao, aparentemente, se había tomado el tiempo de adquirir varias para sus compañeros. Tras observar la imagen unos segundos la depositó en el bolsillo de su uniforme, acomodar sus gafas sobre su nariz y pasar el resto del tiempo junto a sus compañeros en la mesa, disfrutando de una buena comida y una charla agradable. — Yo soy Anko, y vengo de DemonTooth, creo que no hay mucho que destacar sobre mí… —. Fue su presentación ante las palabras de Masao en la mesa. Algo vaga pero útil.

Más tarde, cuando el barco ya se encontraba en mar abierto y la posibilidad de llegar a tierra se tornaba una acción difícil, la peli marrón recibió su primera orden por parte de Galhard, quedarse junto a la mercancía el mayor tiempo posible. — Por supuesto, Gal. Cualquier cosa extraña que suceda, no dudaré en hacerle frente con mi espada —. Dijo con un leve tono de emoción en su voz antes de partir a la bodega del marco. Una vez ahí, se pudo encontrar con una enorme sala llena de contenedores, y al igual que la mercancía que escoltaban, desconocía que había en los interiores de aquellas cajas metálicas, pero tampoco eran cosas que le importaran en ese momento. Ella pudo darse cuenta de que debía escoltar cuando encontró a dos soldados rasos a los lados de una urna, y con ningún otro contenedor custodiado, entonces esa urna era la mercancía qué debía proteger.

El resto del tiempo, la joven se la pasó cerca de la urna y de aquellos dos marines, caminando de lado a lado o jugueteando con los mechones de su cabello a un costado de su rostro para evitar el aburrimiento, pero claro, siempre estaba atenta a cualquier posible movimiento extraño dentro de la sala. No fue hasta que las alarmas del barco sonaron y empezó un alboroto en la cubierta, por lejanía, Anko desconocía que estaba sucediendo, pero se podía hacer una idea leve de qué estaba sucediendo. — ¿Tan pronto? Pensé que sería una misión relajada… ¡Uno de ustedes! ¡Vaya a la cubierta y regrese con información de que está sucediendo! —. Ordenó de forma autoritaria a uno de los soldados rasos que estaban junto a ella, el que fuera, eso no importaba, solo quería saber que estaba sucediendo y con la insignia de Suboficial en sus hombros, esperaba que sus órdenes fueran obedecidas sin queja.
#13
MC duck
Pato
La sargento Bridget se enderezó como si le hubieran dado un latigazo.  Realizó el saludo militar y dijo.
-Mil perdones suboficial Lovecraft, me he excedido en mis deberes, me disculpo por ello.
De Bridget podían decirse muchas cosas, y muchos lo habrían hecho a sus espaldas y lejos de sus oídos, pero si algo podía decirse a su favor, es que sabía su lugar frente a los altos cargos.
-Procedo a retirarme.



Durante el viaje las cosas ocurrirían con normalidad, los más curiosos que examinaran el barco, podrían ver no solo un espléndido barco donde alguien se había dejado sus buenos berries en decoración, sino que la bodega de carga era más amplia de lo normal y estable reforzada, esto aunque era bueno para la carga, quitaba espacio para los cañones, lo que hacía que el barco estuviera menos armado que un barco de su misma categoría, no obstante tenía cierto sentido que un barco de transporte no estuviera armado bélicamente, para esto estaban los marines.

Masao y Nagaki, hicieron buenas migas con la tripulación, Masao fue especialmente elogiado en las cocinas por su arte culinario, aunque a casi todos les divirtió su actitud chistosa y confiad, por otro lado Nagaki no solo era simpática, sino que levantó algunas pasiones entre los marines que la veían entrenar en cubierta, algo un poco molesto pero nada intrusivo. No como con Anko, la cual estaba encerrada con dos tipos que no tenían nada mejor que hacer que examinar su figura como si fuera un trozo de carne cuando creían que ella no lo notaría… En su defensa, no tenían nada más que hacer allí. Al menos hasta que Anko le ordenó a uno de ellos que fuera a ver qué pasaba.

Porque todos se cuadraron cuando pasaba Galhard, estaba claro que todos en la tripulación obedecerían sus ordenes sin cuestionamientos, comparado con Bridget, como capitán relucía como el oro, y rápidamente congeniaron con él. Incluso alguno pregunto si lo consideraría como recluta si se volvía capitán.

Pero el tiempo de paz finalizaría.



En el interior de la tartana que tenían por barco, el capitán recibió las buenas noticias de su segundo de a bordo, uno de los pocos hombres de confianza para él en toda esta empresa.
-¡Capitán! Hemos avistado un barco, parece mercante, y tiene izada la bandera de la marina. ¿Podrían ser los que estamos buscando?
-Por fin… Una oportunidad ¡Esta es la oportunidad de grabar mi nombre en la historia!
-¿Seguro que no nos equivocamos?
-Bueno… si no tienen lo que busca ese tipo, siempre podremos quedarnos con lo que tengan. ¡Pongan RUMBO! ¡Avísenme cuando empiece el abordaje!
El segundo al mando salió del camarote del capitán, y este tomó el interfono de un Den Den mushi, mientras carraspeó, aclarando la voz antes de hablar.
-Katchap…
-Aquí Capitan Ovi, tal y como dijiste, tengo un barco, estamos en las siguientes coordenadas…

El capitán leyó los números de un mapa que había sobre su mesa, mientras el sonido de una campana lejana ensordecia lo que estaba diciendo, el intento de barco se aproximó al transporte de carga, y los primeros disparos de advertencia eran lanzados, pero la tartana no cedió, sino que avanzó para enfrentar un barco que era mucho más grande y con mucha más gente, mientras empezaban a disparar.

Los primeros disparos ni siquiera se acercaban a alcanzar un blanco, caían al mar, o pasaban muy por encima del barco en cuestión, pero a medida que se acercaban los disparos fueron claramente más certeros. Los Marines por práctica apuntaban al barco intentando causar destrozos o inutilizarlo, pero los atacantes parecían tener otros intereses, pues las balas de cañón iban a la cubierta del barco, no a la parte inferior, estaba claro que no pretendían dañar la carga, sino a los tripulantes, y las balas de cañón podrían causar terribles daños a los tripulantes.

daños navales


Pero el barco seguiría aproximándose, dejando en claro que su intención era apoderarse del navío, mientras podía ver marineros preparando cuerdas y ganchos para asaltar el barco, además de pasarelas, la tartana no tenía espacio para tanta gente, pero aun así los enemigos estaban casi hacinados, como si hubieran salido del hundimiento de un barco más grande, o … supieran que hoy habría que abordar un barco más grande.

-¡CAPITÁN! el a-abordaje ya ha…¡ya ha empezado!…
-Bien! hoy conocerán el terror al oír mi nombre... el gran Capitán Ovimarlixion III…

Saco el sable de abordaje recién comprado de tienda, mientras miraba por el pequeño ojo de buey que tenia su camarote y casi veía el barco enemigo en su totalidad.

-espera… ¡Pero si aún no hemos llegado!
-No señor ¡Son ellos quienes nos abordan!
-¿que pe-pero..  como?
-Han saltado a nuestro barco.
El capitán miró la ventana y luego a su segundo oficial poniendo una cara de lo mas divertida de Shock.
-¡¿PERO QUÉ ME ESTÁS CONTANDO?!


Tripulación enemiga


datos importantes


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#14
Galhard
Gal
El sol de la tarde iluminaba la escena mientras el sonido de los cañones retumbaba en el aire. El cielo, despejado y vasto, contrastaba con la tensión que se sentía en la cubierta del barco. Galhard, con una expresión de calma calculada, mantenía sus ojos fijos en el horizonte, observando cómo la tartana enemiga se acercaba. Aunque el barco rival parecía pequeño y destartalado en comparación con el suyo, la cantidad de piratas que abarrotaban su cubierta indicaba que los atacantes estaban decididos a tomar el control del barco mercante, claramente con la intención de capturar algo más grande.

El enemigo había demostrado con sus disparos que no pretendía destruir la carga; sus balas de cañón se dirigían a la cubierta y no al casco, un claro indicio de que buscaban tomar el navío y su preciada mercancía intactos. Era un asalto inminente, y Galhard lo sabía.

Con la mano firme en el timón, evaluó rápidamente la situación. Debían actuar rápido. El barco con el que llevaban la mercancía no estaba en la mejor posición para responder al abordaje, pero con suerte, gracias a Lovecraft, ese enfrentamiento podría trasladarse al barco enemigo. Los ojos de Galhard recorrieron la cubierta, donde algunos marines ya estaban preparados para luchar.

—¡Tú! —ordenó, señalando a uno de los marines más cercanos — Ve de inmediato a informar a la suboficial Anko. Dile que necesitamos su presencia en cubierta para organizarnos mejor contra el asalto.— Dijo con autoridad mientras el soldado obedecía 

El marine asintió sin dudar y corrió hacia el interior del barco. Galhard confiaba en que Anko, con su experiencia y habilidades, sería un activo importante para manejar la defensa en cubierta y mantener el orden durante el combate.

Dirigiendo su mirada a los demás marines en cubierta, Galhard no perdió tiempo en dar más órdenes.
—Los que estéis aquí, acompañad al soldado. Quiero que reforcéis la protección de la carga en la bodega. Nosotros nos encargaremos de la situación aquí arriba. Seremos la primera línea de defensa. ¡Vuestro trabajo es asegurar que no lleguen a la mercancía!— Añadió con decisión, sabía que con la fuerza de sus compañeros la situación sería más controlable y los daños a la tripulación o bajas de soldados se reducirían al mínimo.

Los soldados se movilizaron con rapidez y disciplina, desapareciendo bajo cubierta para cumplir su misión. Sabía que los marines de menor rango harían todo lo posible por proteger la carga, lo que les permitiría a él y a los suboficiales concentrarse en el combate.

Ahora, con la cubierta despejada y sus compañeros listos para el enfrentamiento, Galhard giró su atención hacia Lovecraft, quien ya estaba preparado para actuar. Aunque Galhard no conocía del todo la capacidad de salto de Lovecraft, había visto suficientes destellos de su habilidad marcial como para confiar en él en este momento crítico.

—Lovecraft, tú serás quien inicie el abordaje —dijo con firmeza — Aprovecha tus habilidades y abre camino entre ellos. Nosotros te cubriremos desde aquí.—
Aunque Lovecraft no necesitaba oír la orden para actuar, ya que estaba listo para saltar al abordaje, Galhard confiaba plenamente en que su compañero abriría el paso con la destreza que lo caracterizaba, aunque no tuvo que repetir la orden puesto que el Suboficial ya se había estado preparando y había saltado al barco enemigo.

Era el momento de tomar la ofensiva antes de que el enemigo tuviera la oportunidad de abordar su propio barco. Galhard volvió a centrar su atención en el timón, evaluando cómo maniobrar el barco para optimizar su posición. Sabía que debían acercarse más a la tartana enemiga para facilitar el abordaje de Nagaki, Anko y cualquier otro marine que pudiera unirse. Si lograban llevar la batalla al barco enemigo, minimizarían los daños en su propia nave y evitarían que la lucha se intensificara en la cubierta del transporte marine.

Con un movimiento preciso y calculado, Galhard giró el timón, reposicionando el barco. La distancia entre ambos navíos se redujo rápidamente, dejando claro que el objetivo era hacer que el abordaje fuera lo más eficiente posible para los suyos.

—¡Preparad los cañones!—gritó, aunque sabía que el objetivo no era hundir el barco enemigo, sino mantenerlo lo suficientemente debilitado para evitar un contraataque sorpresivo —No disparéis hasta que sea absolutamente necesario. ¡Estamos tomando su barco, no destruyéndolo!—
La distancia se acortaba, y Galhard maniobró el timón con precisión para alinear ambos barcos, facilitando el abordaje de su equipo. En cubierta, podía ver cómo Lovecraft se lanzaba al ataque, llevando el combate directamente al enemigo. Sabía que detrás de él vendrían Nagaki, Anko y, si lo deseaba, Masao. Su misión ahora era hacer que el tránsito entre barcos fuera rápido y eficiente.

—¡Vamos! ¡Nosotros les atacamos primero! Nagaki, sube al barco enemigo también, pero nada de hundirlo, una vez les derrotemos les requisaremos los cañones que podamos o se los inutilizaremos, no estamos en condiciones de tomar reos en este barco, así que los dejaremos en su tartana una vez hayan caído derribados—gritó Galhard, seguro de que, con la estrategia adecuada, tomarían control de la situación antes de que el enemigo pudiera reagruparse.

La batalla apenas comenzaba, pero Galhard confiaba en que su equipo, bien organizado y en la ofensiva, lograría imponerse sobre el enemigo. Era momento de demostrar lo que podían hacer como marines.

Resumen
#15
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Concentración Total
ARM401
ARTISTA MARCIAL
Utilidad Mantenida
Tier 4
3/9/2024
58
Costo de Energía
43
Costo de Energía por Turno
2
Enfriamiento
El usuario comenzara a Canalizar a lo largo de 1 Turno en lo que activa y tensa todos sus músculos, adquiriendo un estado de concentración absoluta sobre sus movimientos y los de sus adversarios. Moviéndose y atacando con más fluidez y potencia incrementando el Daño que causa en +10.
+8 [Agilidad] / +8 [Fuerza]

[tecnicainvalida=BUOS401]
Ante la inminente llegada del barco que acechaba nuestro rumbo a Goa, mi mirada se clavó en cada uno de los tripulantes del navío. Con los brazos cruzados, mi figura se alzaba en la barandilla de babor esperando la distancia correcta, elegí el movimiento, solo debía de esperar el momento idóneo para usarlo. Mi semblante serio pero templado contemplaba los primeros cañonazos desde la lejanía de los enemigos, resonaban en el silencio del mar como unos tambores que incitaban a la guerra, algo que lamentaba profundamente, pero había quienes que se dedicaban a danzar a lo largo y ancho del mar que disfrutaban sembrando el odio y el dolor, pero ahí estaba yo para remediarlo.

Me sentía arropado por el resto de compañeros de la marina, contaba con la confianza que nos transmitíamos y la seguridad de apoyarnos como fuera ante lo que se cernía sobre la integridad de nuestro barco, incluso en el chico nuevo, musculado, de acento exótico y carácter agradable, que se nos presentó con labia tras zarpar. Galhard, desde su posición de mando, empezó a dar las primeras directrices para evitar daños mayores, pues la cadencia de los cañones se acercaba y aumentaba por momentos, por lo que resguardar a la tripulación era un motivo importante, más cuando se trataban de civiles.

Comencé a contar los enemigos que había en cubierta, los que estaban al mando de los cañones inferiores y al supuesto capitán que andaría por algún lado de dicho barco, pero el cual, al menos para mí, no se dejaba ver. Galhard, indicó lo que estaba esperando desde hacía unos momentos, solo me faltaba aquello. Apreté las vendas hasta tensarlas correctamente, mis ojos se entrecerraron, una bala de un cañón reventó contra el agua muy cerca del casco, estuvo muy cerca, pero sería la última, pues el barco ya se encontraba a mi alcance.

Flexioné las rodillas, cargué mi brazo derecho hacia atrás con el codo doblado al frente y la palma orientada hacia el barco, y coloqué la mano del izquierdo sobre el hombro del derecho. Salté alzándome algunos metros en perpendicular dirección al navío enemigo, no toleraría ningún ataque más al barco, y como no había mejor defensa que un buen ataque, ahí iría el mío, previniendo cualquier desperfecto futuro, material o personal.

Hasshoken Ogi Shinku Nami
HAS501
HASSHOKEN
Ofensiva Activa
Tier 5
12/9/2024
55
Costo de Energía
3
Enfriamiento
El usuario ejecuta un rápido y poderoso golpe hacia delante que busca expandir todo lo posible la propagación de las ondas creando un pulso que se expandirá en forma de cono de 90 grados desde el usuario hacia delante en una distancia de 20 metros, a pesar de no ser un golpe muy dañino al tratarse de una onda de vibración atravesará cualquier obstaculo física que se encuentre dañando de forma interna a sus víctimas.
Golpe Básico + [FUEx3,2] de [Daño Contundente]

Mi brazo derecho reventó irrefrenable hacia delante y la palma de este, cuando alcanzó su punto álgido hacia el frente, originó un cono de ondas que bloquearían los disparos de los cañones chocando contra estas, desencadenando un torrente de explosiones en su recorrido haciendo estallar las balas antes de que pudiera deteriorar el barco.

- ¡HASSHOKEN! -

Mi grito retumbaría entre los estallidos y la metralla que se repelía hacia el barco del que provenía, y las ondas, seguirían su estela de destrucción hacia la frontal arrasando todo lo que hubiera en su rango desde la cubierta, hasta los enemigos de los cañones inferiores. Barriendo a su paso todo a su alcance limpiaría la cubierta del barco, dejando que mi abordaje a este fuera íntegro y seguro, pues los piratas o los enemigos que fueran, habrían sufrido los estragos de aquel pulso.

La intención principal era repeler los cañonazos y asegurar el barco, desestimando los disparos en esencia y demostrándole a los asaltantes que habían ido a bombardear el barco marine equivocado, y aunque sufrieran por el daño del ataque, era un efecto colateral de la defensa que generé contra sus ataques a distancia. Una vez llegué a su cubierta, clavé mis piernas sobre esta, esperando a unos refuerzos que llegarían en segundos, miré de lado a lado en guardia buscando quien de entre todos los allí presentes se identificaba o se hacía responsable del ataque.

- Salgan aquí. -

Dije en un tono intermedio entre el silencio y el abrazo del oleaje que mecía aquel barco, buscando a alguien que saliera al paso. ¿Habría alguien en el interior o en otra parte que pudiera hacerse cargo del ataque? ¿Quiénes eran exactamente aquella banda que buscaba asaltarnos? ¿Sabían de la carga que portábamos? Unas cuestiones prematuras que abordaron mi mente, de la misma forma en la que yo realicé aquel abordaje. Me mantendría pendiente ante lo nuevo que pudiera suceder, justo en el centro de la cubierta donde, mi figura se plantaba buscando unas respuestas a las preguntas que tenía. Alguien debería de dar explicaciones.

resumen

off
#16
Nagaki
Medusa
Las risas y el buen trayecto que estábamos teniendo se interrumpió de repente por la presencia de un barco. Al dar la voz de alarma no lo sabría en ese momento, pero pronto declararon rápidamente sus intenciones cuando el sonido de cañonazos empezaron a sonar tanto de un bando como del otro. Al menos nosotros no habíamos empezado esta batalla, pero el hecho de que ese barco estuviera exactamente aquí daba mucho que sospechar, y más cuando se veía claramente la bandera de la Marina ondeando al viento. Eso, o eran los piratas con peor suerte que había visto nunca.

-Todo irá bien -dije a los ciudadanos y compañeros de la Marina allí presentes- Tenemos a 4 suboficiales de la Marina con nosotros, esos maleantes no saben con quien se han metido. Poneos a cubierto, la cubierta no es un lugar seguro ahora mismo.

Cita:¡Vamos! ¡Nosotros les atacamos primero! Nagaki, sube al barco enemigo también, pero nada de hundirlo, una vez les derrotemos les requisaremos los cañones que podamos o se los inutilizaremos, no estamos en condiciones de tomar reos en este barco, así que los dejaremos en su tartana una vez hayan caído derribados—gritó Galhard.


- ¡Señor! ¡si, señor! -respondí con un grito mientras hacía un gesto de afirmación a la gente allí presente y me ponía en marcha.

Las órdenes eran claras, saltar al barco enemigo y derrotar a todos los enemigos sin dañar el barco. Eso sería fácil. Bueno, o al menos en teoría. Desde donde estaba se podría ver a un puñado de la tripulación enemiga en la cubierta, pero eso no significaba que estuvieran todos allí arriba. Tendría que tener cuidado pero las órdenes son las órdenes. Además se añadía el factor de estar en mi fase adulta, la fase mejor preparada para el combate y que hacía que mis instintos pidieran sentir la emoción de la batalla siempre que pudiera.

Fui a la proa del barco, donde mi compañero Lovecraft que con una gran habilidad había conseguido apartar gran parte de las bolas de cañón que venían en dirección al barco. Aproveché esa oportunidad. Me alejé varios metros de la popa, me puse las nudilleras T3 y me guardé el dial de rechazo en la ropa por si acaso y cuando vi que tenía el barco enemigo a rango, cogí carrerilla y salté al barco enemigo.

Volé entre bolas de cañón, y el humo de explosiones de bolas de cañón que había destruido Lovecraft en el aire, como si fuera una bala dirigida a su cubierta que con suerte pillaría a uno más de sorpresa por no esperarse a un enemigo en la cubierta desde más de 20 metros de distancia. En el aire en dirección a ellos me preparé para mi primer ataque contra el pobre que esté delante. 

Decidí aprovechar mi inercia volando, y caer sobre un enemigo rodeando su cara con mis piernas y mi cadera y haciéndole caer al suelo de la inercia y el peso (primer golpe melee básico), y una vez estuviera en el suelo, golpearle en la cara para dejarlo fuera de combate (pero sin matarlo, segundo golpe melee básico). -¿Eran tan débiles estos piratas? -Me pregunté-. Dejándole en el suelo me levanté rápidamente con una sentadilla y descargué un puñetazo al pecho al enemigo que estuviera más cerca (tercer golpe melee básico). Allí, como si fuera una tormenta, me quedé con los puños levantados para estar preparada a todo lo que pudiera pasar.

Resumen
#17
Masao Toduro
El niño de los lloros
Aquello era un follón, en lo que se acercaba el buque enemigo, aunque busque era sin dudas una palabra generosa para definir aquel despropósito flotante que tenían en frente, en lo que “El melenas” empezaba a organizar a la gente, yo me dedique de ultimar la evacuación de los grandes olvidados, los niños, solo que en esta ocasión no eran niños, sino civiles, algunos más jóvenes que otros eso sí.
 
—Vamoh, vamoh, todos pa dentro, que ya nos encargamos de estos fuegos los de blanco— mascullaba tranquilizando a los civiles según iban descendiendo.
 
Afortunadamente, para cuando el último de los civiles bajo de la cubierta, ambos barcos seguían en la etapa de “agua” en aquel particular hundir la flota, desgraciadamente, no tardaron mucho en que algunos disparos pasaran silbando la cubierta o agujereando alguna de las velas, claramente sus disparos estaban apuntando a cubierta o al menos esa era la impresión que me daba a mí.
 
 —A la ordeh— gritó a los cuatro vientos, aceptando la orden del hippie, que les encomendaba saltar al barco.
 
Por lo que aguardando desde en un punto alto, el más alto en el que me encontrara dentro de la cubierta, trataría de observar la cubierta enemiga. Y una vez me hubiera cerciorado de una zona medianamente despejada, y tras haber medido una distancia de unos veinte metros entre ambos navíos, comenzaría a correr por cubierta antes de propinar un salto, rodando y cayendo en cubierta enemiga, de forma similar a como lo habían hecho sus compañeros antes que él, tras tocar una atronadora ondeada de cañones abrieron fuego de nuevo, esta vez si que dañando algo la superficie del buque marine, aunque muy superficialmente en apariencia.
 
Tras el salto y su palmado de agradecimiento a su virgen, la virgen de la “hostia consagrada”, decidió servir pleitesía a su divinidad personal azuzando a un par de malhechores, aunque claro, un par era una expresión, ya que pese a que tenía dos manos le tocaría ir lidiando uno con uno con aquellos malhechores, que no serían muchos más de una docena, rápidamente poso sus ojos en uno de los cañoneros, que andaba algo ocupado con lo que debían ser las tareas de recarga de un cañón.
 
—Que te apartes cipollo— gritó al primero de ellos, zigzagueando hacia él y tratando de propinarle un zurdazo seguido de un gancho al pecho, que le terminará de sacar el aire, y tal vez con algo de suerte tumbarlo al suelo.
 
Tras los golpes, miraría como había reaccionado su rival, y en caso de haberlo reducido pasaría al siguiente, los cañones parecían de los que se acaban a cubierta, y tampoco parecía muy sensato girarlos para disparar con ellos al interior de su cubierta.
 
Con la gracia de dios, aquello acabarían en menos de un chascar de dedos.


Aviso a navegantes
#18
Anko
Médica Despiadada
Luego de su orden, uno de los soldados rasos que se encontraban ahí con ella; viéndola desde hacía rato cuando ella no lo notaba, obedeció y corrió fuera de la bodega para subir a la cubierta y traer información de que estaba sucediendo. El sonido de los cañones disparando sus poderosas balas destructivas resonaba en el lugar con un ligero temblor en el agua, provocando un leve meneo en el barco que la marina iba custodiando. Anko suspiró mientras rebuscaba en su mochila aquella caja de cigarros que había decidido traer consigo y cuando la encontró, tomó uno de su interior y lo colocó entre sus labios. Sólo faltaba lo más importante, encenderlo.

Sus manos empezaron a moverse dentro de la mochila y luego en sus bolsillos de forma desesperada, talvez por el meneo del barco no encontraba el zipo que la había acompañado desde años atrás en sus aventuras. Un poco frustrada, dejó de buscar y se acomodó la mochila en la espalda para girarse y ver al único soldado raso ahí. — ¿Tienes fuego? —. Justo en ese instante regresó el marine que había mandado a la cubierta, ligeramente agitado por su carrera, este hombre entregó la información solicitada a la Suboficial, el barco estaba siendo atacado por lo que se presume, eran piratas.

En ese momento, la peli marrón dudó sobre su propio accionar, no se decidía sí abandonar la bodega y dejarla en manos de los valientes soldados rasos o aguardar su posición. Para su buena suerte, su dilema tuvo una solución con la llegada de un tercer soldado raso que se había mantenido en la cubierta. Este soldado traía órdenes de Galhard, y la orden era clara y precisa, la presencia de Anko era solicitada en cubierta para hacer frente a los enemigos que pretendían robar el barco. Seguido de él, un nuevo grupo de soldados rasos arribó a la bodega, de igual forma, con órdenes de Galhard para mantenerse ahí custodiando la mercancía. — Bien… Protejan esto con todas sus fuerzas. Nosotros nos haremos cargo del enemigo —. Dijo con su clásico tono frío pero amable antes de abandonar con rapidez la bodega.

Sus piernas se movían de la forma más veloz que podía para subir rápido a la cubierta y una vez llegó a la superficie, pudo ver una demostración de la enorme experiencia y poder de Lovecraft, lanzando un golpe al aire que generó una poderosa onda que buscaba repeler las balas de cañón disparadas por el enemigo, y claro, ese poderoso grito de guerra no hizo más que generar una situación épica frente a los marines en cubierta. Tras su movimiento, el marine más experimentado de Lotus Marine saltó hacia la tartana enemiga, siendo acompañado por Nagaki, y Masao. Anko por su parte, no tenía la fuerza suficiente como para pegar un gran y enorme salto como sus compañeros, por esa razón, esperó a que Galhard, controlando el timón, acercara un poco más el barco al de los invasores.

Mientras tanto, ella ya se estaba preparando para abordar el barco enemigo, tomando la empuñadura de dos de sus tres Katanas ubicadas en su cintura y desenvainándolas para mantener una en cada una de sus manos. Y cuando el barco escoltado por la marina estaba aún más cerca de la tartana enemiga (sí acaso unos 10 metros), Anko tomó algo de impulso corriendo y saltó, apuntando su caída a la zona más despejada posible por Lovecraft con ayuda de su poderoso Hasshoken. Al caer, se mantuvo en guardia, adoptando una postura que le permitiera atacar de forma ágil con sus dos Katanas. Con Lovecraft tranquilo solicitando explicaciones con su poco hablar, ella decidió no lanzarse al ataque y esperar la salida del capitán de la tartana.

Off
#19
Lionhart D. Cadmus
Tigre Blanco de la Marina
Cadmus se prepararía meticulosamente para la misión. Sabía que regresar al mar siempre implicaba incertidumbres, y se tomaba su tiempo para mentalizarse. Durante los momentos de calma, aprovecharía para leer sobre historia o simplemente contemplar el horizonte, dejando que el sonido de las olas lo acompañara. El aire salino y el vaivén del barco lo mantenían alerta, pero tranquilo. A su vez, entrenaría su flexibilidad con algunos ejercicios ligeros, calentando su cuerpo y asegurándose de que estaba en óptimas condiciones para cualquier eventualidad.

Artista Marcial Iniciado
ARM300
ARTISTA MARCIAL
Pasiva
Tier 3
7/9/2024
Podrás realizar un calentamiento durante un post para ganar +5 [Agilidad] y +5 [Fuerza] por el resto del tema. Este calentamiento se considerará como [Canalizar].


Una vez que el barco de escolta comenzaría a avistar un posible peligro en el horizonte, la calma para Cadmus desvanecería. Galhard, un líder decidido, fue el primero en reaccionar. Con un gesto firme y una orden clara, Cadmus se preparó para lo inevitable: un enfrentamiento. Sus sentidos se agudizaron al instante, como si su instinto le alertara de la gravedad de la situación. El barco enemigo se perfilaba en la distancia, acercándose peligrosamente a su posición.

No podemos permitir que se acerquen a la mercancía.

Sin dudarlo, Cadmus activó el poder de su fruta del diablo. Sus extremedidades se transformarían parcialmente en las de un tigre blanco, y con su dominio del viento, volaría por los aires hacia la tartana enemiga. Solo abordando justo tras el ataque de Lovecraft para él poder aterrizar sin mayor resistencia.

Al tocar el suelo con un estruendo, sus ojos brillarían con ímpetu. ¡Están interfiriendo con la Marina! ¡Que el responsable de este barco se entregue para pagar las consecuencias, antes de que la situación empeore!

Sin esperar respuesta, Cadmus avanzó con determinación, abriéndose paso por la tartana. Su objetivo estaba claro: encontrar al responsable. Forzaría las puertas si era necesario hasta dar con quien dirigía aquel ataque, listo para llevar a cabo su deber sin vacilación.

Resumen


Off


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#20


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