Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] [Tier 4] Percival en la Villa de las Maravillas (Petición de Akuma)
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
El gato esférico se alzaba arrogante sobre las ramas retorcidas de los arboles observando al joven Percival. Bajo él tres senderos fueron abiertos con una maliciosa pregunta, dando cada camino una más malvada respuesta que la anterior. El camino a la sala de fiestas aguardaba tras alguno de los caminos, la elección de camino era importante. Also el tiempo corría, no había mucho margen para pensar, esos relojes de antes marcando una cuenta atrás, que ocurriría cuando la cuenta quedara en cero?

El joven Percival se quedo parado pensando las opciones una por una. No tardo en darse cuenta que no existía realmente una opción buena. Pero eso en si mismo era importante, en la vida no existían siempre opciones buenas, en ocasiones solo podías elegir entre algo malo y algo malo, es tu integra responsabilidad valorar cual es la menos mala. No obstante una elección es menos mala según el punto de vista, algo puede ser lo menos malo para uno mismo, quizá lo menos malo para otra parte, tal vez lo menos malo para la sociedad, o incluso algo puede ser influyente para una organización.

Y finalmente la decisión fue tomada, todos los senderos se cerraron de forma abrupta desapareciendo entre las ramas entrelazadas y retorcidas del bosque - Muy bien, felicidades, has condenado a los dos infantes y eso te ha conducido por el sendero más corto a la sala de fiestas - Una presencia se podría notar en estos momentos sobre el lago, era la misma imagen de Percival, pero este portaba las ropas típicas de un Tenryūbito - Debo felicitarte, has puesto las vidas de personas sobre una balanza de valores y has decidido quienes merecen vivir y quienes no, exactamente como harían ellos.

Pero entonces el Percival Dragon Celestial se desvanecería, al igual que el estanque, los arroyos dejaron de fluir - Pero bueno, no estamos ya aquí para decidir que tan miserable eres, tomaste el camino más corto a la sala de fiestas - El suelo en todo el claro desapareció haciendo caer a Percival por una inconmensurable oscuridad observando como toda la luz se reducía a la filtrada por aquel agujero que acababa de caer formado por un circulo de arboles - Pero para cruzar dicho sendero deberás pasar por encima de su guardián - El joven Percival terminaría por caer sobre una plataforma de cristal que formaba un mosaico de colores cuyos patrones formaban la imagen del él mismo - Deberás pasar por encima... De mi.

Entonces una garra emergió de la oscuridad aferrándose al borde de aquella plataforma de cristal de cincuenta metros de radio. Una segunda garra escalaria, y una tercera, y una cuarta, hasta que finalmente las mismas se impulsarían para que se alzara una gran masa sobre la plataforma de cristal, aterrizando a unos veinte metros de Percival. Era una especie de gato monstruoso de ocho metros de alto y unos doce metros de largo; con cuatro pares de patas que finalizaban en unas garras aterradoras y una sonrisa que revelaba una macabra hilera de cientos que resultaba siniestra, con su pelaje blanco cubierto por el lomo por patrones carmesí que recordaban a la misma sangre.

Gato


- Bueno querido Percival, pudiste condenar a esos niños, podrás hacer lo mismo conmigo?
#11
Percival Höllenstern
-
Personaje


Instantes tras mi decisión pude ver una sombra, una versión de mi mismo ataviada con la clásica indumentaria de un Noble Mundial, con los ropajes que lo aislaban del exterior y que gesticulaba con una mueca burlesca mientras se desvanecía en instantes, mientras todo el entorno volvía a cambiar de fase.

De un giro huracanado descendente, caí en una especie de plataforma cuya superficie estaba conformada por un mosaico que tardé en entender, hasta que pude dilucidar que se trataba de un retrato de mí mismo, con ese porte regio y noble que había visto en el futuro.

Tras esos repulsivos instantes en los que mi mente conectó con la aparente realidad, tuve a bien ponerme en guardia, pues noté una vibración sutil en el ambiente, casi un ritmo vago que iba replicándose y que acabó con una invasión del ser que hasta pronto había sido mi interlocutor.

De la oscuridad emergió una garra, aferrándose al borde de la vasta plataforma de cristal, cuyos cincuenta metros de radio parecían flotar en el vacío. Al cabo de un instante, una segunda garra apareció, seguida rápidamente por una tercera y una cuarta. Con una fuerza descomunal, aquellas extremidades se impulsaron hacia arriba, y lo que hasta entonces había permanecido oculto se alzó por completo, desplegando su inmensa figura sobre la superficie brillante.

Una bestia colosal, de unos ocho metros de altura y doce metros de largo, se reveló. Era una criatura similar a un felino, pero de una magnitud y ferocidad fuera de lo imaginable. Sus cuatro pares de patas terminaban en unas garras afiladas como cuchillas, capaces de desgarrar lo que se interpusiera en su camino, increíblemente peligrosas.

Pero lo más inquietante era su sonrisa. Una mueca retorcida que dejaba ver una fila interminable de dientes afilados, brillando de manera macabra bajo la luz que reflejaba el cristal. Su pelaje, predominantemente blanco, estaba atravesado por patrones carmesí que se extendían a lo largo de su lomo, como si la sangre misma se hubiera incrustado en su piel.
La criatura se erguía, inmóvil por un instante, dejando que el silencio y su presencia amenazadora dominaran el ambiente antes de que el inevitable caos comenzara.

No me jodas... ¿En serio? —  comenté simplemente mientras crujía mi mano derecha con su propio pulgar y mi mano izquierda se internaba en el interior de mi larga chaqueta, mostrando un destello brillante que rápidamente comenzó a girar en mi mano mientras el minino del averno miraba sediento de sangre y me desafiaba.

Avancé aproximadamente la distancia de un salto desde el centro de la plataforma (6 metros), con afán de recortar prudencialmente las distancias con aquella pesadilla nacida de un mal sueño, y girando todavía mi daga de manera hábil, saqué otra mediante la que comencé a hacer giros similares. De manera inesperada y rápida, apunté al ahora enemigo mientras un chorro de aire a presión salía despedido de la maniobra de mi arma. 
Mi intención estaba clara, y era el empujar al monstruoso ser al vacío gracias a mi técnica, a la par que herirle.


Ofensiva


Sin dilación, una vez mi ataque estaba cesando, tomé la daga de la mano libre que había bailado en mi mano derecha, y la lancé como punto final de mi ofensiva. Con ello buscaba un dominio opresivo del objetivo, manteniendo la distancia y el control del combate, así como un ojo siempre echado al voluptuoso amasijo de pelo felino.

Ataque Básico Final


Mis ojos seguían con rapidez la sucesión de eventos, preparados para lo que pudiera llegar, con todo el cuerpo y mente centrado, por primera vez en aquella noche, en un objetivo tan insólito como pavoroso.
Estaba siendo una noche muy dura, extraña y casi alucinógena. 

¿Seguro que merecía la pena estar allí por el poder, o quizá este sería el final de mi periplo de escarlata arrojada?
#12
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
El felino gigantesco permanecía al acecho de su presa dejando que este fuera quien tomara la iniciativa, sus incontables y largos dientes  se mostraban como una hilera casi infinita de perdición, su larga lengua que parecía moverse con vida propia se escapaba de entre esos dientes relamiéndose. Sus ojos eran dorados como el mismo oro, pero con un iris oscuro completamente delgado perfilado casi como una aguja, casi como si apuntara con el a Percival y su vida.

Con la iniciativa tomada por el intrépido humano que avanzaría un poco hacia el centro de la sala para buscar tener mejor posición y trazar una sucesión de movimientos con sus armas liberando unas ráfagas de aire con bastante intensidad contra la inmensa criatura, su objetivo era sacar al animal de la plataforma para librarse de él, devolverlo al oscuro abismo del que había escapado. La respuesta de la criatura no se hizo esperar, las ráfagas eran fuertes y causadas con movimientos confusos los cuales apenas le permitieron a la bestia dar un golpe con su cola para amortiguar el impacto.

Coletazo Gatuno


Aun con el daño recibido la criatura a penas retrocedería unos pocos metros, pero no eran lo suficientemente buenos como lograr sacarla del circulo de cristal - Pobrecito Percival, tratando de lidiar todo por la vía más cómoda - El gato sacaría sus zarpas en su pata delantera diestra encajando en su rostro la daga voladora que le lanzo Pecival, notando un poco de daño de la misma, más no viéndose su piel afectada por algo como una hemorragia - Ha sido un buen intento, pero eso tampoco te servirá - La bestia comenzó a correr con la tracción y potencia que le daban sus hasta 7 patas, mientras su octava iba rasgando el suelo haciendo estallar partículas del mosaico de cristal por los aires hasta alcanzar a Percival en un movimiento ascendente de la misma que buscaba cortarle en pedazos.

Garra Inclemente


Para posteriormente con su garra aun alzada, responder a la cortesía del joven diletante con la misma moneda trazando con su zurda un simple golpe descendente con su uña por delante a modo de estocada sobre el cuerpo del chico. Los destellos de los trozos de cristal aun centelleaban en el aire como una pequeña lluvia de diamantes, la cristalera rota solo dejaba ver una superficie blanca bajo de ella como si de una piedra se tratara.

Golpe Basico


Estadisticas del Gato
#13
Percival Höllenstern
-
Tras el ataque al gigantesco felino, se enrabietó lo suficiente como para lanzar una carga contra mi ubicación desde la aparente comodidad que me ofrecía la distancia de catorce metros.

Mientras él iba vociferando acerca de mi pasado y excavando en el interior de mi psique de manera banal, yo preparaba unas nuevas dagas en mis manos y comenzaba a juguetear con ellas nuevamente para preparar un contraataque.

Aguardé durante unos segundos, y utilizando el instante previo a su golpe, el cual restallaba por el camino piezas del mosaico de mi faz, lancé estratégicamente una daga desde mi mano derecha con un extraño movimiento que cargaba su trayectoria de un ligero haz rojizo, que pese a ser a corta distancia, impactó contra la zarpa del masivo animal con fiereza.
Sin mayor dilación, tomé un rápido movimiento certero y apuntando a sus grandes ojos, lancé la nueva daga que silbaba con el ímpetu de un asesino cortando el viento mientras el colosal felino ofrecía una estocada desde una de sus impresionantes garras en vía descendente, aprovechando el hueco en su defensa que su ofensiva ofrecía.

Choque & Contraataque


Tras ello, y sin reparar demasiado atento sobre el resultado de mi última ofensiva, primé la supervivencia que tantas veces había hablado con la voz de la razón durante mis años de vida, reparando brevemente en un gran rasguño de mi ropa a la altura de mi hombro que apenas había dejado un hilo de sangre. Debía tener cuidado con sus armas naturales. Por consiguiente, proferí un salto, situándome a unos 6 metros de la sonrisa interminable de innumerables colmillos, y solo entonces, me tomé la libertad de hablar.

¿Por qué la vida cómoda es menos respetable? ¿No está claro que evitando prestidigitaciones innecesarias y decoraciones superfluas logramos la consecución más rápida a nuestros objetivos? — musité entre dientes en un tono claro y directo, mientras rápidamente una de mis manos volvía a cargar una de las dagas y con la otra al tiempo, la elevaba a la altura de mi cabeza, la zurda concretamente, y realizaba mi particular crujido dactilar. —Al igual que los Dragones Celestiales, tú solo eres otro obstáculo en la verdad del mundo. Un síntoma de un cambio por acontecer— continué mientras retornaba la mano libre al interior de la chaqueta y de un presto y discreto giro de muñeca, volvía a desenvainar otra daga, armándome sendas manos.

Me situé con cautela recordando el tiempo que tanto se me había mencionado durante mi aventura por el sendero de piedras amarillas. No tenía idea de cuanta prisa debía de darme, pero quería cortar por lo sano cuanto antes. 


Que mi vida dependiera del tiempo, era algo que solo me producía una gran exasperación, mas no por ello trataría de hincar los dientes con menos esmero ante una situación que claramente podría suponer una gran ayuda en mi vendetta personal.

Personaje
#14
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
Las partículas de cristales que saltaban por los aires producto de las acometidas de la inmensa bestia, lejos de volver a precipitarse contra el suelo se quedaban flotando en el aire como pequeñas partículas brillantes que emitían una cierta luz ambiental de diversos colores, acordes al fragmento del mosaico que hubiera sido quebrado por las garras de la bestia, estas aportaban la luz necesaria para que toda la arena de combate se encontrara perfectamente iluminada puesto que la apertura por donde habían caído entre los arboles ya había desaparecido, siendo oscuridad lo único que rodeaba la arena de combate, como si el mundo se fuera a terminar al dar un simple paso más allá de esta.

Percival estaba respondiendo de forma aguerrida a las acometidas del gato silvestre aprovechando sus superiores reflejos y mayor velocidad a la hora de atacar, sin duda la clásica ventaja de la bestia grande contra el escurridizo héroe pequeño. Con el ultimo choque bastante certero que Percival propino contra la garra de la bestia, esta presento de golpe una breza desde la base hasta su articulación, como si una grieta se hubiera formado en su estructura. Un combate que estaba claramente decantado para Percival hasta el punto de también darse el lujo de poder hablar. 

- Afirmas querer evitar esas prestidigitaciones innecesarias y decoraciones superfluas, que buscas la verdad del mundo - El gran gato no se quedaba callado ante las palabras del hombrecillo - Pero justo ahora estas encaminando tu vida para adentrarte todo lo posible en un mundo lleno de trucos y rodeos complicados, donde las aparencias lo son todo y se vive con mascaras veladas, un lugar donde impera y reina la mentira por encima de todas las cosas - El gato se levantaría únicamente sobre sus dos patas traseras mientras desplegaba sus otras seis patas delanteras - ¡Todo ese mundo no es más que una porquería! - Y cerrando sus brazos de golpe con las garras extendidas la criatura liberaría un cono de inconmensurables cortes que barrería toda el área desde su posición hasta el borde cortando todo a su paso y dejando media plataforma con los cristales saltando por los aires de forma extravagante.

Triturador de Falacias


- El Inframundo es un sitio cruel, un día eres alguien y al día siguiente te vuelves la presa para que otro suba un peldaño más, cada paso que quieras dar en ese lugar estará cimentado sobre los cadáveres de otros niño...


Estadisticas del Gato
#15
Percival Höllenstern
-
El monstruoso ser de pesadilla, recibió parte de mi ataque con éxito, astillando el suelo en una marea aún mayor de cristales que volaban hacia la nada del vacío y nunca devolvían su característico sonido al no encontrar el suelo. Un tintineo sonaba ocasionalmente cuando estas chocaban entre sí, no obstante, no ofrecía la satisfacción del cristal rasgándose contra el mismo suelo.

Tras sus palabras, a las cuales no les faltaba una parte de razón, pero que opté por no contestar al momento y centrarme en su ofensiva resultante, un haz cruzado compuesto de múltiples cortes salió despedido desde la inmensidad de sus garras en forma de poderosísimo ataque, que se dirigía a mi posición.
No tuve mayor tiempo de improvisar una defensa, pues la fiereza del ataque era manifiesta y aunque podía venirlo ver con cierto tiempo, valorando rápidamente mis aptitudes, definí que no podría evadirlo.

Es cierto que la mentira rige el mundo hacia el que me precipito... Pero por eso lo más astuto es utilizar sus máscaras contra ellos para poder ser el primero en apuñalar su corazón— continué en un aguerrido grito con intensidad, mientras tomando rápidamente por el filo mi daga de la mano derecha de un rápido giro que transformaba mi ofensiva en un ataque donde la daga giraba sobre sí misma y se encaminaba a la oleada de cortes que procedía de frente, mientras yo intentaba fútilmente saltar a la evasión, tomando parte del ataque y llevándome cortes a la altura de los brazos que rompieron parte de mis ropajes.

De un jadeo, aproveché la intensidad del ataque para reponer mi verticalidad ligeramente y corregir el peso del salto, y aterrizar con el hombro y realizar una voltereta con el mismo para caer con su propia inercia en una posición de guardia y poderme reincorporar fácilmente.

Tristemente, al igual que una mentira cae por su propio peso, aquellos hombres de honor lo hacen. La verdad es para aquellos que son capaces de defenderla bajo el umbral de su poder, no para aquellos pusilánimes que creen en algo tan pueril como la justicia. — continué con una voz que esta vez se silenciaba progresivamente, como dando paso a algo más grande, al tiempo que comenzaba a oscilar de nuevo la daga situada a mi zurda, terminaba de incorporarme y de mi rostro se veía un corte a la altura del pómulo derecho bajo el ojo que sangraba ligeramente formando la impresión de lágrimas de sangre.

De manera presta, hice un rápido gesto similar a una rápida danza con el filo entre mis manos para tomar mayor inercia en el ataque y una nueva oleada de aire a presión saltó hacia el inhóspito gato, apuntando especialmente hacia su escarlata herida. Para finalizar el viento a presión que surge de la maniobra tenaz de mi daga, desenvaino una segunda rápidamente desde mi mano derecha, y lanzo ambas a su dirección, en una postura que recuerda al repartir de las cartas.


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Personaje
#16
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
Una ola de cortes avanzaría sin ningún tipo de compasión trinchando todo a su paso y dejando ya la imagen de cristal de Percival reducida a un lienzo de piedra blanca que aguardaba bajo la cristalina estructura. La sucesión de cortes seria menguada por un nuevo juego de malabares con dagas por parte del invitado que seguía postergando la batalla sin tener ya la noción del tiempo de cuanto quedaba para la hora del te.

Decisiones rápidas y movimientos agiles, eso seria lo que salvaría a Percival de terminar como carne picada, que no había otra forma de definir a una acometida de esas tres decenas de garras. El chico no solo era firme con sus ataques y defensas, también lo era con sus objetivos, pisaría a quien hiciera falta, usaría las mascaras que fueran necesarias, haría lo impensable con tal de poder destruir desde dentro aquel mundo que no era más que un amasijo de mentiras. Y junto a esos argumentos como puños aprovecho que el felino debía recuperarse de su gran acometida, para realizar una sucesión de pequeños ataques que irían haciendo mella sobre la criatura monstruosa, comenzado a reflejarse por todo su cuerpo una sucesión de grietas formándose.

Aun con su cuerpo hecho polvo, el gato no perdía su ímpetu y espíritu - Así que afirmas que quienes deciden que es la verdad son los vencedores y los fuertes - El gato iria agazapándose concentrando sus fuerzas - ¿Buscas el poder para poder escribir con tus manos una nueva verdad y reglas sobre las que se mueva el mundo? - Junto con esa pregunta el propio gato daria un veloz y gran salto directo contra Percival con el fin de engullirlo con sus fauces dándole un gran mordisco que lo partiera por la mitad.

Gran Slam


El cuerpo de la inmensa bestia cruzaría el ring de combate en un parpadeo. Sus fauces daban a entender que podría engullir de un bocado a Percival si quisiera, más esta no era su intención, él buscaba partir el cuerpo del hombrecillo por la mitad. Si poder es lo que Percival anhelaba, poder es lo que tendría que demostrar.

Estadísticas del Gato
#17
Percival Höllenstern
-
¿Sabes?, me estoy cansando de ti, felino... — comenté con un cambio de actitud a algo más serio mientras tras recibir numerosas cuchilladas a la distancia tras mi envite y despliegue de ataques, el inmenso y horrible animal se abalanzaba contra mí, en un gran salto que amenazaba por rasgar los últimos retazos del mosaico que otrora me representaba, y que de forma casi simbólica, rasgaba los confines de mi psique.

Al tiempo que este se disparaba en un gran salto descendente de rápida velocidad, anteponía ambas dagas de una forma circular que formaban una cruz que impactaba de lleno en el momento de su embestida.

Defensa



Tras el gran choque que provocó el rechazo total de su embestida, sacando fuerzas de dónde no me quedaban, quizá fruto de la cólera de enfrentarme no a un gato parlante, sino quizá a un reflejo de mí mismo, realicé un rápido giro con las dagas mientras me separaba unos seis metros de un rápido movimiento, y realizaba la que pensaba que era mi ofensiva final mientras me giraba en el aire.

No te voy a echar de menos, gatito— musité en una voz autoritaria y sin ademanes, mientras sentenciaba el combate, comenzando a lanzar mis dos dagas contra ambos ojos del gato, y tomaba los cristales de mi alrededor como parte de mi ofensiva henchida de orgullo, aun con los guantes rasgados y varias heridas en las manos.

Ofensiva


Personaje
#18
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
Esa era la ultima acometida que la bestia gato podría realizar, ya estaba muy débil y su cuerpo al borde del colapso, más los restos que quedaban del mosaico de Percival eran insignificantes ya, permaneciendo todos en el aire como pequeñas estrellitas flotantes. El salto con el que buscaba devorar al joven diletante no fue nada fructífero, no solo no logro golpear a su presa, sino que esta bloqueo completamente su ataque al mismo tiempo que le causaba un pequeño quiebre que le dejaba en mala posición contra otra ofensiva.

Ofensiva que no se hizo mucho de rogar, por parte de un Percival que ya estaba cansado de que le sacaran información de su interior y su pasado de esta forma, no necesitaba a nadie para psicoanalizarse y saber lo mucho que se iba a manchar las manos para cumplir su objetivo. Pero al igual que estaba dispuesto a eso y mucho más, se mancharía ahora las manos acabando de una vez por todas con la vida de aquel ser. Un solo ataque, una daga voladora y el cuerpo del gato estallo en pedazos, pero no de forma visceral, sino en pequeños fragmentos de cristal que flotaban por el aire al igual que el resto del mosaico que antes había formado el rostro de Percival.

- Que esperas una felicitación... Si no te das prisa el té se enfriara - Toda la plataforma, ahora blanca, sobre la cual habían luchado se abriría como una puerta hacia abajo dejando caer de nuevo a Percival al vacío, pero esta vez era un vacío blanco y luminoso. Para cuando pudiera apreciar algo debajo de él con la vista, ya caería de forma abrupta aunque indolora sobre una gran butaca blanca. Se encontraba en una habitación, cuya toda decoración era blanca, aun así se apreciaban tonalidades que permitían diferenciar algunos patrones en los decorados y los objetos. Frente a él y su asiento se desplegaba una mesa blanca completamente vestida, con diferentes aperitivos encima y una taza vacía de té frente a él. En el otro extremo de la mesa una mujer de cabellos plateados y tez morena estaba sentada con una taza de té en las manos - Oh querido, al final has conseguido llegar, ya me temía que me terminaría el té sola - La mujer se veía muy joven y hermosa, lucia también ropas blancas a juego con el lugar.

My Lady


- Seguramente tendrás muchas preguntas, pero tranquilo, aun contamos con algo de tiempo, se nota que elegiste un camino bastante directo - Diría la mujer dejando unos momentos su taza en la mesa - Alfonso, por favor sirve una taza de té a mi invitado - Desde detrás de la silla el conejo que guio a Percival hasta la mansión aparecería tomando la tetera que tenia a su lado la mujer - Si, my lady - Acercándose con tranquilidad y como quien no quiere la cosa hasta el lado de Percival, sirviéndole una taza de té. Para acompañar el mismo en la mesa había algunas galletas, bollos y magdalenas - Normalmente no como nada, porque la hora del té sola es muy aburrido, pero siendo una ocasión especial - La mujer tomaría una pasta de te cuadrada que hacia un patrón de cuadrados más pequeños claros y oscuros con media cereza en el centro y la morderia delicadamente.
#19
Percival Höllenstern
-
— Felicidades, me sueltas desde el cielo... y esperas que te lo agradezca — es lo único que pude comentar al aire mientras mi mente aún procesaba la caída que sucedía, un descenso que carecía de sentido.
Al menos, esta vez no había dolor. Solo un vacío blanco, un abismo que parecía no tener fin. Cuando finalmente toqué fondo, fue en una butaca blanca, suave, envolvente, tan desconcertante como el lugar mismo. Todo era blanco, cada rincón cubierto de una elegancia que me resultaba casi opresiva y excesiva.


Ante mí, una mesa larga, impecable, repleta de aperitivos, con una taza vacía esperando frente a mí, como si fuera un invitado distinguido. Y allí estaba ella, la mujer de cabello plateado, su presencia tan ajena como familiar. Su tono relajado, casi amistoso, me irritaba profundamente. Después de todo lo que he pasado, de todo lo que he visto, su apariencia era casi lo menos llamativo de la psicodélica estancia en este lugar.
 Cada palabra que salía de su boca era una provocación disfrazada de cortesía, como si disfrutara con mi confusión.

Mis ojos seguían el movimiento de la taza de té en sus manos. Al final había conseguido llegar, tal cual había dicho. Como si todo el infierno por el que pasé no fuera más que un trámite para ella. Pero lo que más me molestaba no era ella, sino el conejo. Ese maldito conejo que me había guiado hasta aquí. Allí estaba, como si su presencia fuera de lo más natural, sirviendo té con una tranquilidad que me exasperaba, impávido ante el paso del tiempo que tanto me había costado.

Miré al conejo con atención, observando cómo vertía el líquido con una calma exagerada. Nada en esta escena tenía sentido. No me molesté en tocar la taza. La experiencia me había enseñado que las trampas más sutiles son siempre las más letales. 

Mis dedos apenas rozaron la mesa mientras mi mirada se mantuvo fija en la mujer. Algo en su manera de hablar me ponía en guardia. Había una arrogancia sutil en sus gestos, una certeza de que todo estaba bajo su control.

Tomé un momento para escudriñar el ambiente. La perfección del blanco era inquietante. No había sombras, o al menos, eran tan leves que casi no existían. Como si todo estuviera bañado por una luz tan intensa que no permitía que nada se ocultara. Sin embargo, sabía que las apariencias engañaban. Detrás de esa blancura aséptica, había secretos esperando ser revelados. Ella se sentía cómoda aquí, como si todo esto fuera una extensión de sí misma, cada detalle cuidadosamente diseñado como si de una retorcida mueca de perfeccionismo se tratara.

El conejo, Alfonso tal cual lo habían llamado, desapareció tan rápido como había aparecido. Nunca me habían gustado los mink, así que fue algo que relajó el viciado ambiente levemente. Parecía otro desafío en esta maquinaria perversa y onírica.

Mientras ella daba otro sorbo de té, me limité a observarla. Podía sentir que estaba probando mis límites, midiendo mi paciencia. Ya había estado en situaciones tensas antes, pero siempre sabía que, tarde o temprano, el golpe llegaría. Así que me hice levemente a la situación y procedí con cierto disimulo.

Su sonrisa me resultó burlona, y sentí algo de mi revelado, como si mis pensamientos fueran un libro abierto para ella. Me irritaba profundamente que pareciera comprender más de lo que debía, como si jugara con ventaja desde el principio, pero al mismo tiempo había dado por hecho quizá demasiado de mí.

Me contestó, con esa voz que me sonaba melosa, condescendiente, como si estuviera hablando con un niño que no entendía nada, pero al mismo tiempo mordaz como un látigo. Tras ello, me coronó como invitado, como si esto no fuera más que mero protocolo para ella y hubiera dispuesto su mejor cubertería para el acto.

Las palabras rebotaron en mi mente, pero no de la manera que ella pretendía. Toda mi vida había sido una sombra, movido por fuerzas invisibles, arrastrado por manos crueles que siempre buscan manipular. Claramente, las palabras dulces y zalameras eran un veneno que ya había probado y que no tenía el efecto esperado en mí.

Todo había que decirlo, a pesar de que sus palabras resonaban como las de una anciana, quizá incluso una bruja, su apariencia se mantenía esbelta y joven, totalmente alejada de la belleza terrenal que las muchachas cotidianas destacan, si no que en todo ella se reflejaba un ambiente etéreo y casi feérico...

Señorita, curiosa es la maraña de trampas que ha tejido como una araña para que alguien pueda visitarla— destaqué con cierta picardía burlona, que se resaltaba más ante el hecho de mis heridas y de la situación acuciante que había sucedido. — ¿Sabe qué? Normalmente, no haría esto, pero esta noche ha sido muy larga, así que voy a aceptarle ese té y si me permite, alguna otra fruslería— comenté finalizando, mientras tomaba la taza y, olfateándola durante unos instantes, casi como una costumbre olvidada, di un largo y, finalmente, calmado sorbo.
#20


Salto de foro:


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