Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
[Aventura] [Tier 4] Percival en la Villa de las Maravillas (Petición de Akuma)
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
La sala de fiestas completamente blanca como un castillo de recuerdos olvidados, como si hubieran olvidado incluso el color de las cosas. La taza del té era blanca, las cucharillas y la vasija eran blancas, paredes y decoraciones. Era notoria la ausencia de ventanas o una puerta en el lugar, era como una estancia completamente cerrada, pero el mobiliario y las decoraciones disimulaban la ausencia de esos elementos. Las únicas muestras de color en la estancia estaban desplegadas en la propia mesa, siendo la comida y los aperitivos, así como el color ligeramente dorado del té que casi parecía miel aunque nada más lejos de su sabor. Los siguientes elementos que destacarían en la sala por su color seria el propio Percival por sus ropajes y la piel de la mujer misteriosa, que al lucir un traje blanco su piel morena destacaba todavía más.

Percival se notaba desconfiado, como no, todo esto era demasiado extraño y confuso. Tras intentarle matar de múltiples formas, torturas mentales, y eso que había tomado el camino rápido. De hecho casi cualquier otro camino lo habria llevado irremediablemente ha encontrar una sala blanca pero vacía. Eso si hubiera tenido éxito en las pruebas que habria encontrado por el camino claro, hasta la fecha ningún invitado había logrado llegar a la sala de fiestas.

Pero finalmente pareció que Percival decidió soltarse un poco y comenzar a disfrutar de la hora del té - Bueno, es normal que una se oculte bien, cuando ha pertenecido al bajo mundo, es fácil tener enemigos - La mujer se acabaría la pasta que había tomado instantes antes, limpiándose con una servilleta los labios antes de proseguir - Pero bueno, tu estas interesado en ese mundo, ya debes saberlo que allí es mejor cubrirse las espaldas - La mujer volvía a tomar elegantemente su taza de té para dar un sorbo corto - Bueno, debo felicitarte por haber llegado hasta aquí, sin duda te impulsa una voluntad muy fuerte y eres extremadamente obstinado, en lo personal no me desagradan los hombros que son persistentes - La mujer le volvería a sonreír de forma velada - ¿Y bueno dime, no tienes preguntas? ¿Inquietudes? ¿Alguna petición o deseo? Aprovecha, suelo ser muy generosa en mis fiestas del té.
#21
Percival Höllenstern
-
El blanco de la sala me envolvía, como si hubiera sido tragado por el vacío, sin dejar un rastro de color en mi mente. El té dorado se posaba en mi lengua, amargo, distante, mientras la mujer frente a mí se desenvolvía con una elegancia afilada, calculada. Cada gesto suyo era una invitación velada a confiar, y eso en sí mismo era peligroso. Ya me había cruzado con suficientes sonrisas que escondían cuchillos, pero esta... tenía algo diferente.

Me relajé, o al menos di la impresión de hacerlo. Lo aprendido en las cloacas de Grey Terminal es que nadie se mueve en el submundo sin una buena razón para desconfiar. No era una excepción. Al final, todos venimos del mismo pozo de ratas, la diferencia es hasta dónde somos capaces de trepar.

Es cierto —murmuré, dejando mi taza sobre la mesa, el suave sonido de la cerámica interrumpiendo la quietud—. En el Bajo Mundo, o te cubres las espaldas, o alguien las apuñala por ti. Aunque debo decir que no me imaginaba este lugar como parte de ese mismo mundo... —Mis ojos recorrieron las paredes, buscando la trampa oculta tras tanta pulcritud meticulosa.

Ella sonrió, esa sonrisa que parecía más una máscara que una expresión sincera. Sus palabras eran halagos envueltos en veneno, pero no podía negar que había logrado lo imposible. Llegar aquí. Algo que, según entendía, ningún otro invitado había conseguido.

Preguntas, inquietudes... — susurré mientras me reclinaba ligeramente hacia atrás, intentando interpretar qué clase de juego estaba por empezar—. Todo este teatro me hace pensar que el tiempo de las preguntas ya pasó. A estas alturas, solo queda una cosa que preguntar, ¿no?— finalicé con un instante de lucidez en aquel obsceno sueño en el que llevaba sumido toda la noche.

Mis ojos se clavaron en los suyos, buscando algo en esa mirada que parecía observarme desde mucho antes de que hubiera llegado.
El poder. El mismo que tú tienes. Eso es lo que quiero.

Dejé que el silencio cayera entre nosotros. Sabía que las palabras exactas eran peligrosas en un escenario como este. Pero también sabía que nada, absolutamente nada en el bajo mundo, se consigue sin un precio.

No me interesa cualquier baratija de poder. Quiero lo que tú tienes, el poder suficiente para transformar la propia realidad, para que todo este juego no sea más que un recuerdo en la mente de los que lo jugaron— musité mientras volvía a retornar la taza a mis labios.

Dime, ¿cuál es el precio?— finalicé, en un gesto astuto y ocioso.
#22
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
Percival estaba demostrando que como advirtió al mayordomo cuando llegaron a la mansión al principio, la paciencia no era una de sus virtudes. Pero eso no parecía importunar en lo más mínimo a la mujer. La misma miraba con cierta melancolía el ímpetu y espíritu que desbordaba el chico. Le traía recuerdos de ella misma cuando era joven, unos tiempos que ya nunca volverán más allá de esta ilusión. 

El chico fue directo al grano, vino hasta este pueblo en busca de un poder según las pistas que tanto le costaron obtener. Y ese poder es lo único que quería ahora, ni preguntas, ni mentiras, nada de florituras o invenciones, genuino poder y estaba dispuesto a pagar el precio que hiciera falta. Ya el llegar hasta esa sala habían sido demasiados rodeos como para que el chico estuviera dispuesto a realizar un teatrillo de cordial hora del te. 

- Veo que eres un chico que va directo al grano, bueno no importa, ya lo imaginaba y tienes razón que el tiempo ya se escapa - La mujer dejo su taza de te en la mesa y chasqueo los dedos - Alfonso, trae la recompensa de nuestro invitado - El conejo mayordomo volvió a mostrarse acercándose a uno de los armarios blancos como el marfil, abriendo el mismo demostrando que no todo era un fondo pintado de blanco, sacando una pequeña caja de su interior, se la llevo hasta su señora un momento la cual discretamente abrió las clavijas que mantenían la caja cerrada y examino su contenido un momento, tras lo cual asintió - Bien, entrégaselo - El conejo marcharía con la elegancia y serenidad que le caracterizaban dejando en la mesa frente a Percival.

- Ahí tienes el poder que tanto ansias - Aunque conforme decía eso la mente de Percival comenzaba a desvanecerse un poco - Pero no tienes permitido abrir la caja hasta el amanecer - Los ojos pesaban en el joven y su cabeza comenzaba a opacarse solo pudiendo escuchar bien, más no ver o moverse - Se más cuidadoso con lo que bebes, aunque lo hice porque imagine que no querías tomar el te conmigo - La mujer tomo su taza una ultima vez - Aunque ha sido muy breve, has logrado acompañarme en mi ultima hora del te, te lo agradezco - Percival se terminaría por desmayar producto del somnífero que se deposito en el te - Espero que tu sepas darle un buen uso a ese poder...



Las horas habrían pasado y Percival se despertaría tras un sueño inducido reparador con los rayos del sol golpeando su cara. Los mismos se filtraban por un ventanal bastante grande que iluminaba una habitación modesta, sin mucho decorado más que un par de armarios vacíos, un tocador y una cama en la que había dormido el joven, en la cama junto a él se encontraba la misma caja que le entregaron en aquella blanca sala. La habitación parecía claramente en desuso, pero aun así se encontraba muy limpia, la cama tenia sabanas recientemente puestas, aunque dada la época solo dejaron a Percival dormir encima sin taparlo.

Por otro lado esa caja era una blanca con bisagras y anclajes dorados que la mantenían cerrada, aunque tan solo se requeriría de un ligero movimiento de dedos para que se abriera con un sutil click. Aguardando en el interior de dicha caja un fruto de patrones espirales muy peculiar.
#23
Percival Höllenstern
-
Desperté con un leve resplandor de sol colándose por el ventanal, acariciando mi rostro. La luz dorada parecía burlarse de mi desorientación mientras intentaba comprender dónde me encontraba. Recostado en una cama, noté que la habitación era modesta, casi austera, con un par de armarios vacíos y un tocador olvidado en un rincón. El silencio era abrumador, interrumpido solo por el suave crujido de las sábanas, que eran nuevas, pero su textura no parecía corroborarlo del todo.

La fragancia a limpio apenas enmascaraba un aire de abandono. Me incorporé lentamente, sintiendo cómo los músculos de mi cuerpo se quejaban, como si hubieran sido objeto de algún hechizo que me dejó sin fuerzas. Mis ojos, aún aturdidos, se posaron en el pequeño baúl de mano que yacía a mi lado. Recordaba bien su forma, los detalles dorados de las bisagras, y ese leve destello desde  sus detalles forjados que parecía prometer algo.

La caja reposaba allí, como una promesa de poder. Pero, en ese momento, la curiosidad se mezclaba con una cautela innata. Había demasiadas preguntas flotando en mi mente: ¿Qué era realmente este poder? ¿Qué precio tendría? ¿Por qué había sido llevado a este lugar? La mujer de la sala blanca aún resonaba en mis pensamientos, su voz suave, pero cargada de advertencias, malicia y un toque casi de preocupación maternal.

Tomé un respiro profundo, dejando que la tranquilidad de la habitación me envolviera. 
Mis dedos tocaron la superficie fría de la caja, sintiendo una ligera vibración que pulsaba en mi interior, como si esperara ser liberada de su prisión. Sin embargo, el eco de unas palabras me detuvo. "No tienes permitido abrir la caja hasta el amanecer". 
Un amanecer que, por otro lado, ahora ya había llegado, pero la urgencia de actuar se veía ahogada por la necesidad de entender primero.

Me levanté de la cama con cautela, sintiendo el suelo fresco bajo mis pies. Miré a mi alrededor, explorando cada rincón de la habitación, como si en cada sombra pudiera encontrar respuestas. La ventana era amplia, permitiendo que la luz inundara el espacio, pero el resto de la habitación se mantenía en penumbras. Había algo inquietante en la soledad de ese lugar, como si las paredes guardaran secretos que solo el tiempo podría revelar.

Con cautela y discreción, me acerqué a los armarios vacíos, abriendo uno de ellos. Las puertas chirriaron, pero no encontré más que el eco de mi propia inquietud. Retrocedí hacia el tocador, donde un pequeño espejo mostraba mi reflejo, algo desaliñado, con la mirada aún perdida entre la confusión y la anticipación. Tenía que decidir pronto. La caja me llamaba con un susurro que amenazaba con romper la calma, y la idea de poder era un veneno dulce que me llenaba de ansias.

Regresé a la cama, mis manos se posaron sobre la caja una vez más. Un ligero clic resonó en la habitación cuando, al abrirla, me encontré con un extraño fruto de patrones espirales de tonalidad violácea e iridiscente, redondeada y con una gran hoja en un patrón curvo similar a un haz. Esta era blanquecina, casi refulgía con un característico brillo platino. Era fascinante y aterradora a la vez. 
Esto es lo que vine a buscar, pero antes necesitaba un momento más para centrarme. Reflexioné sobre lo que había pasado hasta ahora. En el camino hacia este poder, la paciencia había sido un lujo que no podía permitirme.

Entonces, la realidad de mi situación se asentó. No había más tiempo para dilaciones. Con el corazón acelerado y la mente llena de dudas, tomé el fruto en mis manos, sintiendo que, de alguna manera, todo no había sido fruto de mi mente, sino que algo había cambiado. La luz del amanecer brillaba intensamente, pero en mi interior, algo comenzaba a gestarse mientras probaba dicho fruto como si del propio árbol del conocimiento proviniera.

Quizá una paz heladora que finalmente se asentaba como buscada con ahínco por un alma predestinada.
#24
Moderador Condoriano
Condoriano
¡RECOMPENSAS POR T4 ENTREGADAS!

A nuestro señor Percival, caballero de la mesa redonda, se le entrega:
  • Berries: 4.109.008 -> 9.109.008 (+6.250.000) (con bonus de mercader)
  • Experiencia: 1779.01 -> 1899.01 (+120)
  • Nikas: 13 -> 33 (+20)
  • Reputación: +50 Reputación positiva

Y a la señorita Suzuka, como narradora se le da:
  • Berries: 33.892.000 -> 36.392.000 (+3.000.000)
  • Experiencia: 1893.41 -> 2013.41 (+140)
  • Nikas: 95 -> 120 (+25)
  • Cofres: Cobrizo
#25


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