Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Misión de Temporada] El Gato y el Ratón - Grupo B
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


Robson era un tipo animado o así lo recordaba el futuro revolucionario de ojos azules. La frustración en aquel rostro contrarrestaba con la felicidad demostrada por Ragn al verlo, lo cual era completamente entendible. — No rrecorrrdarrr qué hablarrr, ¿hm? — Le golpeó con un dedo el pecho, un dedo era suficiente si se tenía en cuenta la comparación de tamaños entre el humano y el Buccaneer. Rob y Ragn, junto con otros balleneros, tuvieron conversaciones sobre un posible cambio ... Sobre no desfallecer. Sí, en alguna de las frases escupidas, se filtró un "yo os traeré el cambio" algo bastante mesiánico, pero que no dejaba de ser una extensión de la personalidad del vikingo. Ni él haría el cambio solo, ni por supuesto, este llegaría fácilmente. Pero aquellas personas necesitaban palabras que pudieran cambiar el chip mental, esas de las que agarrarte cuando ya no queda nada a lo que poder tender la mano. Los ojos brillantes del vikingo se abrieron de par en par, mirando con firmeza al chico. — Esa ssentrrral, no tarradarrá en caerrr. — Confirmó, con una sonrisa delirante en la cara.

Airgid le tocaría el muslo a Ragn, dándole un aviso, posteriormente confirmado con palabras. Entonces, el Buccaneer tomó de los hombros a Robson. Sin embargo Airgid se adelantó, anunciando la esperanza que él creía que no era posible. Aun con la sonrisa, abandonó el contacto. — No serrrá fásil, perrro nessesitarr gente. Tú rreprrresentarrr ballenerrros. — Miró hacia todas partes, contactando con Asradi. Vagamente recordó su disputa. — Tú tenerrr que unirrr tu pueblo. Como Holfand en guerra de Uru. — A saber de qué coño estaba hablando, pero estaba sonando épico, la epicidad que acompañaba a su desmesurado cuerpo repleto de músculos, casco de vikingo y ropajes de un putísimo héroe. — Tan solo, esperrrar aviso. — Se descolgó su propio den den mushi y se lo entregó al muchacho, al representante de la esperanza de su gente. En el estaba encargada una de las más peliagudas misiones, unir a su gente.Una pieza que podría cambiar todo el tablero. Debía conseguir tal hazaña.

Apenas y pudo despedirse de Robson. Airgid les contó por encima, susurrando y Ragn en un ademán por alejarse un poco de aquel lugar repleto de personas, amarró a las dos mujeres con sus brazos para elevarlas hasta sus respectivos hombros. Mordió con ganas el pollo y escuchó atento mientras iban de camino al lugar donde estaba Karina. Camino marcado por la rubia sin pierna, obviamente.

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#11
Asradi
Völva
Personaje


Se había separado de Airgid y Ragn, solo unos pocos metros. Los suficientes como para dejar que ellos hiciesen sus cosas y, al mismo tiempo, que ninguno de los tres se perdiese totalmente de vista. Durante su momento de distracción, por decirlo de alguna manera, Asradi no logró captar nada demasiado interesante o relevante. No más allá de la conversación de un par de jóvenes balleneros hablando entre sí. La sirena mantenía la vista puesta sobre alguna bisutería que parecía comprobar y admirar en sus manos, pero con la oreja puesta. Frunció levemente el ceño al escuchar hablar de guerra. Que la cosa no tardaría en estallar. Era verdad, como todo siguiese así, eso saltaría como un polvorín. Y eso era, precisamente, lo que estaban buscando. Que la gente de a pie, la gente trabajadora, se alzase en contra de la injusticia que estaban recibiendo.

Me quedo con este. — Esbozó una suave sonrisa, mientras se quedaba con el colgante de conchas pulidas que había estado “mirando”. A su vez, extendió un par de monedas más de las que, realmente, valía eso, ganándose un agradecimiento por parte de la tendera.

Apenas y tuvo tiempo de terminar de despedirse de la ajada mujer cuando sintió la alegre presencia de torbellino de Airgid, quien la tomó de la mano con soltura que la caracterizaba. No pudo evitar, la pelinegra, una risita suave, aunque asintió brevemente cuando Airgid dijo que tenían lo que necesitaba. La miró de reojo ahora ya con una expresión más seria. A partir de ahora, venía lo complicado, probablemente. Y ella tendría que mentalizarse de, seguramente, encontrar opiniones y formas de vida que chocaban con su forma de ver algunas cosas. Ya había tenido el primer roce con Ragnheidr al respecto. Pero con él había confianza. Con los demás...

A ver cómo se dan las cosas... — Murmuró al aire, pero de manera totalmente audible cuando Airgid les susurró que sabía dónde se encontraba Karina.

Eso era lo que habían venido a buscar. Al menos una parte. La otra dependía totalmente de la labia y, sobre todo, de los beneficios que pudiesen darle a Karina el suficiente peso como para convencerla.

Como no, ahí estaba Ragn con su bendito muslo de pollo. Al grandullón no le costó nada aupar a ambas mujeres hasta sus hombros. Asradi ya estaba habituada, así que se sentó muy dignamente y guardando el equilibrio. Era una buena altura desde donde poder otear a su alrededor. Solo cuando se alejaron un poco del lugar, lejos de oídos indiscretos, fue que se atrevió a hablar. Mientras Airgid guiaba el camino, por supuesto.

¿Cómo creeis que sea esa tal Karina? Como sea un hueso duro de roer, vamos listos. — Bromeó ligeramente, con una sutil sonrisa en los labios. Aún así, luego de eso no pudo evitar un suspiro más apesadumbrado. — Da mucha rabia el ver como tienen que vivir por culpa de esa central... Es injusto. — Frunció el ceño tras decir esto.

Era verdad que no aprobaba totalmente lo de la caza de ballenas solo para obtener aceite. Pero no era tan cruel como para desearles el mal que estaban viviendo ahora.

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tur
Inventario
#12
Ray
Kuroi Ya
Airgid, puedes ver perfectamente cómo el comerciante se ruboriza por completo cuando le dices que es el mejor, y te devuelve el saludo de despedida agitando su brazo en el aire mientras sonríe. Tu promesa de una cerveza, reafirmándote en cumplirla, le llena de felicidad. Acto seguido te acercas a Ragnheidr, que está hablando con el joven Robson. Su ánimo ha subido un poco tras el recordatorio que el Bucaneer le ha hecho sobre lo hablado en días anteriores, y tu corto pero directo eslogan continúa haciendo que su humor vaya cambiando de forma progresiva.

Cuando Ragnheidr le da su Den Den Mushi para seguir en contacto, prometiendo que la central caerá y encargándole unir a los balleneros, la expresión de su rostro cambia radicalmente. El joven desanimado y adusto del principio de la conversación se transforma de nuevo en el que el vikingo pudo ver días atrás, el de alguien con ganas de cambiar las cosas a mejor y que está dispuesto a esforzarse para conseguirlo. Parece que se os da bien encender la llama de la Revolución en el corazón de la gente, y hacéis un buen equipo en ese sentido.

Una vez los tres estáis reunidos de nuevo comenzáis a desplazaros en dirección al lugar que Jonas indicó a Airgid. Vais dejando atrás el mercado y su interminable bullicio, y pasáis por otras zonas del pueblo más tranquilas. Allí, más alejados de posibles oídos indiscretos, Asradi expresa su preocupación sobre la dificultad que pueda tener convencer a la líder de los balleneros de que el Ejército Revolucionario es el mejor aliado que van a encontrar en un momento tan delicado para ellos, así como la injusticia que supone la situación a la que están siendo sometidos desde que la central hidroeléctrica abrió sus puertas.

Poco a poco vais avanzando por el puerto, pasando de largo al lado de los muelles donde muchos de los balleneros se afanan en cargar y descargar sus humildes embarcaciones, unos a punto de partir hacia alta mar y otros recién regresados de allí tras varios días o incluso semanas fuera. La mayor parte de ellos conscientes de que esa forma de vida, la única que conocen, tiene fecha de caducidad.

Pronto divisáis el edificio que Jonas describió. Se trata de un robusto edificio hecho de piedra, de tres plantas y una superficie más que generosa. En su frente destaca un enorme portón con dos láminas de madera, cada una de ellas con una anilla dorada y una ranura para una llave. Y sobre el marco, anunciando a los cuatro vientos a qué se dedican las personas que allí trabajan, puede observarse una minuciosa y detallista talla en la piedra que representa a una ballena emergiendo a la superficie del mar. El grabado es grande, ocupando al menos unos siete u ocho metros de ancho.

Y en la entrada del edificio, cuyas puertas se encuentran abiertas de par en par, os encontráis con tres personas que se encuentran hablando entre sí. La expresión de sus rostros es seria, como si estuvieran tratando asuntos de suma importancia. Dos de ellos, ambos hombres de unos cuarenta años aunque muy diferentes físicamente entre sí, no os suenan de nada, pero la tercera persona llama vuestra atención enseguida, pues coincide sorprendentemente bien con la descripción que os han dado. Se trata de una mujer que aparenta medir más de dos metros, de anchos hombros y brazos musculosos. El resto de su cuerpo está igual de definido, conservando a la par unas inconfundibles formas femeninas. Su cabello castaño cae prácticamente hasta el final de su espalda recogido en una larga coleta, y su rostro muestra una mirada dura e intensa. No parece haber ninguna duda: se trata ni más ni menos que de Karina, la líder de los balleneros.

Esta, al veros llegar, os mira con curiosidad pero al mismo tiempo con una palpable tensión. Al no conoceros no puede adivinar fácilmente vuestras intenciones, cosa que parece que está tratando de hacer. Desde luego podéis sentir a la perfección que su presencia es intimidante, haciendo sobradamente justicia a lo que habíais escuchado sobre ella hasta el momento.

Karina
#13
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Asradi se dejó arrastrar por la energía de Airgid fácilmente, haciendo caso a aquel aviso que le había dado sobre la información que manejaba. Eso sí, se llevó consigo un collar precioso de conchas antes de irse. Ragnheidr también la siguió, aunque antes de eso, le dedicó unas bonitas palabras a ese joven, además de regalarle su den den mushi. Había sido un buen gesto. Ahora solo esperaba que el gigante no se desperdigara demasiado del grupo o quedaría incomunicado... bueno, tampoco le preocupaba demasiado, al fin y al cabo era complicado perder de vista a un tío tan enorme como él.

Airgid estaba impaciente, podría ir al lugar indicado a puro saltito y aún tener energías para continuar. Pero Ragnheidr la tomó por el trasero con toda la mano abierta y se la subió al hombro derecho como si nada, como si fuera una muñeca. La verdad es que resultaba curioso que las dos mujeres con problemas para moverse acabasen en el mismo grupo. Lo bueno es que tenían a Ragn para ayudarlas un poco. Acomodándose sobre él como si estuviera tremendamente acostumbrada, comenzó a explicar con más profundidad lo que Jonas le había contado, indicándole al rubio el camino a seguir mientras charloteaban de forma más distendida. — Será dura, pero está desesperá. — Aprovechó el camino para abrirse una lata de refresco y darle traguitos de vez en cuando. — Por lo que sabemos, se ha llegao a plantear incluso empezar una guerra. Cuando le contemos que nuestro objetivo y el suyo son mú parecíos, no hará falta convencerla de ná. — Airgid confiaba en que Karina sería inteligente como para darse cuenta de que luchaban por el mismo fin. De que aceptaría acoplarse al plan de los revolucionarios. Sin embargo, sería natural que de primeras desconfiara de ellos, que se mostrara reacia ante la posibilidad de que todo aquello fuera una trampa. — Lo difícil será que se crea que de verdá venimos a ayudar y que no somos marines encubiertos o algo así... — Realmente ese era el quid de la cuestión a ojos de la rubia. Pero la verdad es que echándole un vistazo a sus compañeros, quién de verdad creyera que ese trío eran marines o agentes del gobierno, lo que fuera, debía estar ciego. No podían tener más pinta de liantes y de buena gente a su vez.

Se terminó la lata de refresco justo a tiempo, justo cuando llegaron al enorme edificio. De tres plantas, hecho a base de piedra y madera y decorado con aquel gran símbolo de ballena que encabezaba la entrada. Era un edificio precioso, la verdad, pero eso no era lo que les importaba ahora mismo, sino las tres personas que Airgid divisó en el umbral de la puerta. Los dos hombres no le sonaban de nada, pero la mujer... Airgid la reconoció al instante, y es que las descripciones que había escuchado sobre ella eran tremendamente acertadas. Una mujer musculosa, de más o menos dos metros de altura, con coleta alta y cabellos negros. Estaba claro que era Karina. La rubia volvió a guardar la lata vacía en su sitio, dentro de su cinturón. Antes de consumir su fruta del diablo la habría tirado sin más, pero ahora no, ahora había aprendido que toda pieza de metal, por pequeña que fuera, le resultaría útil. Podía incluso sentir el magnetismo que la lata vacía desprendía. Pero centrémonos en lo importante.

Sin bajar del hombro de Ragnheidr, se dirigió directamente a la mujer morena, que les miraba a los tres con un gesto de curiosidad que podría confundirse fácilmente con incordio. Parecían estar hablando de algo importante y que ellos les había interrumpido. — Karina, ¿verdad? Yo soy Airgid Vanaidiam. — Lo primero eran las presentaciones, una que Airgid anunció con una sonrisa ladeada, confiada, decidida. — Seguro que a estas alturas te sonaremos de algo, no nosotros en sí, sino toa la gente que de repente se ha reunido aquí en Oykot. — El plan no era solo de su grupo, sino que efectivamente, había trascendido a más revolucionarios dentro del East Blue. Un movimiento lo suficientemente llamativo como para pasar desapercibido. — Voy a ser mu directa antes de dejar hablar a mis compis, que tampoco quiero acapará la conversación. Conocemos la situación que vivís y hemos venío a cambiar eso, pero no podemos hacerlo solos. Tenemos que unir fuerzas, y tenemos que hacerlo ya. — Su rostro se volvió ligeramente más serio, frunciendo el ceño. — Hoy asaltaremos Oykot de Arriba. — Finalizó. ¿Había desvelado parte del plan, así de primeras? Pues sí. Pero Airgid confiaba en que aquella mujer no les traicionaría. No le convenía, directamente, hacer un movimiento como ese. A fin de cuentas, buscaban lo mismo. Solo debían confiar el uno en el otro, y Airgid había dado el primer paso en ese pedregoso camino. Se mordió la lengua con las muelas, esperando a que sus amigos dijeran lo que vieran más conveniente y sobre todo, a la respuesta de Karina, la estoica.

Off
#14
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


El camino fue directo, Airgid sabía por donde ir así que Ragn tan solo tuvo que hacer de mula, cargando a las mujeres. Comenzaba a acostumbrarse, pues el cuerpo del vikingo era de ayuda en momentos así. Eso no quería decir que ninguna de las dos hembras tuvieran algún problema en movilizarse con sus propias extremidades, estaba más que claro, pero si uno podía ayudar, por qué no hacerlo. Ragn bufó, algo molesto. La misión que les habían encargado era una acorde a las capacidades de cada uno, eso estaba claro. Airgid y Asradi tenían la combinación de carisma y buenas sensaciones adecuadas para camelarse a cualquiera y que decir del grandullón, sin embargo ... Ragn se veía completamente equipado, hasta con su casco de batalla, pero ahí estaba, parloteando.

Cuando llegaron, dilucidar quién era Karina fue fácil. Al igual que el físico de Airgid imponía entre las demás mujeres por su volumen, pasaba algo parecido con Karina. Esta última incluso más, ya que era todavía más alta y corpulenta. La mano de Ragn golpeó la rodilla de la rubia, pinchándola un poco. Tanto ella como él, eran personajes de bastante culto al cuerpo y por lo general, el rubio si veía otro hombre y se medía irracionalmente con él, si tenía mejor condición física, le tocaba los huevos que no veas. Bajó a ambas con calma, depositándolas en tierra como quién deja un animal herido.

Los profundos y azules ojos del Buccaneer se fijaron ahora en la pieza clave de la misión, Karina. Ragnheidr daría varios pasos hacia el costado derecho en relación con la posición de Airgid. La mujer explicó muy directa lo que necesitaban, era normal, el tiempo se les tiraba encima. — Es grande. — Analizó de pies a cabeza a la morena. — Para ser humana. Y mujer. — En comparativa, se quedaba muy pequeña a su lado, pero había aprendido a no comparar con el mismo a otros personajes, sobre todo si eran humanos. No era justo para ellos.

Ragn le daría un último bocado a su manjar, dejando el hueso del pollo completamente pelado. Depositó el mismo apoyado en la pared de piedra.

Si Nosha era amable, haría entender a Karina que estaban lejos de ser enemigos y que, si los balleneros habían hecho su trabajo, lograron diseminar la idea de quienes eran gracias al trato de los días anteriores. Si eso de verdad ocurrió, podrían liberar de una conversación innecesariamente larga al grupo revolucionario. — Hoy tu gente serrrá librrre. — Acotó al tiempo que se cruzaba de brazos, justo cuando Airgid acabó de hablar. — Y Nosha quiso que eso dependerrr de ti. — Finalizó, mirándola fijamente.

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#15
Asradi
Völva
Menuda mujer. — Y lo dijo así, tan pancha, en cuanto vieron a la tal Karina en sí. ¡Cómo para no verla! Era no solo atractiva, sino que tenía un físico imponente, siendo bastante grande y fibrosa para ser una mujer humana. Si es que era humana, claro. Asradi la miró de arriba a abajo desde su privilegiada posición. Bien era cierto que podía “caminar” por su cuenta, pero todavía no estaba habituada a sus piernas humanas y seguía encontrándose mucho más cómoda con la cola que había tenido toda su vida. Además, la altura de Ragnheidr era un pro a tener en cuenta.

Fue Airgid la que primero se presentó ante la escudriñadora mirada de la líder de los balleneros. El lugar también era llamativo e imponente, y la mirada azul de Asradi se posó en cada detalle del lugar en el que se encontraban. O, más bien, del resto de acompañantes que Karina pudiese tener con ella ahí. Dejó que la rubia hablase primero, y ella mismo asintió a las palabras de Airgid, reafirmando lo que decía.

Su amiga tenía razón. Era una tontería ocultar a qué habían venido. Sobre todo a quienes querían ayudar. El movimiento, la revolución ya había dado comienzo, ahora solo necesitaban darles un empujón a esta gente para que se uniesen a la ola que había empezado a crecer.

Con un gesto, Asradi apoyó una mano y se bajó del hombro de Ragn, aterrizando con cierta gracia en el suelo. Los ojos azules de la sirena se posaron en la otra morena, y luego suspiró.

Entiendo que somos unos extranjeros y que, probablemente, no confíes en nosotros. Incluso yo misma no apruebo del todo vuestro modo de vida. — Lo dijo sin tapujos, mirando directamente a la ballenera, con expresión seria. — Pero menos apruebo la manera en la que os están tratando y os están quitando vuestro sustento y vuestro trabajo de toda la vida.

Miró unos segundos, de reojo, tanto a Airgid como a Ragn. Hasta ahora, Asradi no se había pronunciado en gran medida, como si estuviese tanteando el terreno con anterioridad. Quería ver, con sus propios ojos, como vivía esa gente. Y aunque era verdad que no lo aprobaba, esa caza gratuita de ballenas para solo obtener aceite, tampoco podía culpar del todo a esa gente si no habían tenido más opciones. Dudó unos segundos, pero con un par de movimientos naturales, se despojó de la falda. Literalmente. De inmediato notó el peso de algunas miradas encima suya, lo que la hizo removerse un poco nerviosa, pero se mantuvo firme en su lugar.

Karina podría ver, con total perfección, la cola de tiburón que conformaba la fisonomía de Asradi de cintura para abajo. Una sirena. Se estaba no solo mostrando ante ella, sino que estaba arriesgándose a descubrir su naturaleza, con todos los riesgos que eso podía conllevarle a ella. Más aún en un pueblo pesquero y repleto de humanos. Por inercia, la cola de Asradi se movió ligeramente, con un movimiento grácil en la aleta caudal de formas afiladas, dignas de un escualo.

Como bien ha dicho Airgid, el movimiento ya ha iniciado. Es algo que os beneficia. El poder alzar la voz y tomar las riendas de vuestra vida y vuestro destino. Nosotros hemos venido para ayudar. — Sonrió de manera suave, breve, pero había una chispa de decisión en su mirada oceánica. — Pero no podemos hacerlo solos. Ayudadnos a asaltar la central. Si os hacéis con ella, tú y vuestra gente tendréis un trabajo asegurado para lo que os reste de existencia. Y aseguráis un futuro para vuestros hijos.

Tras eso, se mantuvo en silencio, esperando alguna reacción por parte de Karina.

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#16
Ray
Kuroi Ya
Karina os mira con extrañeza pero al mismo tiempo con curiosidad. Es una mujer que ha visto mundo, y se ha encontrado en momentos anteriores de su vida con sirenas y con semigigantes. No obstante es consciente de la extrema rareza que supone la presencia de seres como esos en Oykot. Parece claro que sois forasteros, y vuestras palabras terminan de esclarecer las pocas dudas que tenía al respecto. Su rostro conforma entonces una mueca de duda, y responde primero a las palabras de Airgid y Ragnheidr:

- Hace falta tener los ovarios bien puestos para ser tan directa, muchacha. - Responde a la rubia. - Decir así como así a alguien que acabas de conocer que vas a intentar derrocar al gobierno de la isla en la que vive requiere de mucho coraje o de mucha estupidez, aún no tengo claro cuál de las dos.

Acto seguido mira al Buccaneer con dureza, y no tarda tampoco en responder a sus palabras, igual de firme que a las anteriores:

- Mi gente siempre ha sido, es y será libre, grandullón. No necesitamos que nadie nos salve.

Sin embargo la expresión en su rostro sigue mostrando cierta duda. No sabéis si porque realmente no está tan convencida de la capacidad de los balleneros para salir de aquella situación por si mismos pero su orgullo le impide admitirlo o simplemente porque no termina de creer lo que le decís y de confiar en vosotros. Desde luego da la sensación de que su duro carácter hace juego con los músculos que exhibe, y que esa personalidad ha sido curtida durante mucho años en actividades aún más duras que la caza de ballenas, lo que ya de por sí es algo que la mayoría de las personas no serían capaces de hacer.

Las palabras de Asradi, demoledoramente sinceras desde el principio al reconocer que no aprueba su modo de vida, parecen relajar un poco la expresión facial de la líder de los balleneros, así como su postura corporal. Sus manos se relajan un poco, dejando de apretar los puños, y su posición pasa a ser más de reposo en contraste con la de unos pocos segundos atrás, cuando daba la sensación de estar lista para lanzarse a combatir ante el más mínimo gesto amenazante. Escucha con atención la breve proclama de la sirena, amable pero decidida, con los ojos fijos en los de la habitante del mar. Su mirada es tan intensa y penetrante que da la sensación de estar analizándola en profundidad, escudriñando hasta los rincones más recónditos de su alma. Es en ese momento, tras una breve pausa en la que parece estar analizando detenidamente las palabras de los tres revolucionarios, cuando habla de nuevo. Su tono de voz es menos duro y seco que antes, pero sigue siendo firme y decidida en su forma de expresarse:

- Es cierto que nos hemos dado cuenta de que en los últimos días ha llegado a la isla un número inusualmente elevado de personas que, además, no tienen un aspecto especialmente corriente. Guerreros. No obstante, y suponiendo que decís la verdad y habéis venido a ayudarnos, ¿qué os hace pensar que podéis conseguirlo? ¿Qué podéis aportar que suponga una verdadera diferencia?

Da la sensación de que las palabras de la sirena han ablandado un poco la fiereza de Karina y le han parecido sinceras, pero aunque quiera confiar en vosotros necesita saber que no le estáis engañando y que sois capaces de hacer lo que decís sin arrastrar a su querido pueblo a la muerte. Al fin y al cabo ella es su líder, en quien los demás confían para guiarles y protegerles, y si algo os ha quedado claro tanto cuando habéis oído hablar de ella en los días previos como en estos primeros instantes de conversación es que se toma ese cometido muy en serio.
#17
Asradi
Völva
Durante todo momento, Asradi no había apartado la mirada de Karina. Si ella era una mujer con carácter, la sirena también tenía el suyo. Y más si estaba convencida de algo. Confiaba no solo en los dos que la acompañaban, sino también en que el resto hiciese su parte. No los conocía tanto como a Airgid, a Ragn o a Ubben, pero sentía ese espíritu de camaradería y, sobre todo, el afán de ayudar a aquellas gentes.

Quizás estaban siendo demasiado directos, pero tenían que serlo. La situación lo ameritaba. No sentía que debiesen andase con medias tintas con todo aquello. No cuando estaba en juego el trabajo y el sustento de demasiada gente que no tenía la culpa de nada. Entendía también que Karina tuviese reticencias. No podía cuestionarle nada de eso.

Asradi echó un vistazo a sus dos amigos, y más cuando se escuchó el Den Den Mushi de Airgid con ese sonido tan característico. Por inercia, una sonrisa suave se dibujó en el rostro de la pelinegra. Se mantenía erguida frente a Karina, con la aleta caudal moviéndose de manera muy sutil. Podría compararse a cuando un gato mueve la puntita de la cola.

No podemos prometerte que todos sobrevivan. Al fin y al cabo, es un levantamiento en toda regla. — Era realista, para bien o para mal. — Pero si todos nos quedamos de brazos cruzados, ¿de qué sirve? No se va a lograr nada si no se actúa. El mar en calma está muy bien. Pero son las corrientes las que traen los cambios.

Tanto buenos como malos.

Si uno no aprovecha esas corrientes, no podrá conseguir nunca nada bueno. Y creo que tú sí quieres cosas buenas para tu gente.

Decidió, entonces, retirarse un poco hacia atrás. Un par de graciosos saltitos para quedarse más a la par con los suyos.

Había escuchado el clásico llamado del caracolófono, si eran buenas noticias, también quería escuchar, así que miró a Airgid con cierta curiosidad. Antes de volver a hacerlo a Karina.

Nosotros os proporcionamos esa ayuda. Pero no podemos hacerlo solos.

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#18
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Tras aquel pequeño discurso ofrecido por la rubia, Ragnheidr la bajó de su hombro con fuerza pero delicadeza a la vez. No siempre era tan bruto como parecía. Quedándose de nuevo a la pata coja, observó con una sonrisa llena de seguridad y confianza cómo sus compañeros también aportaban su granito de arena a la conversación con Karina. Ragn fue más breve, aunque conciso, haciendo referencia a la que era una diosa suya. Airgid no ocnocía mucho acerca de su religión, solo unas pequeñas pinceladas que el rubio había decidido compartir con ella. Y ella no es que fuera especialmente religiosa, pero respetaba tanto a aquel grandullón, que decidió no juzgar sin antes conocer. Por su lado, Asradi fue más... emotiva, podría decirse, dando aquellas palabras alentadoras, ligeramente provocadoras, pero tremendamente sinceras. Incluso se quitó la falda para mostrarle a todos los presentes aquella plateada y brillante cola de tiburón, como señal de confianza. Estaban poniendo todas las cartas sobre la mesa, solo había que esperar a ver si sería suficiente.

La respuesta de Karina fue esperable, al menos la parte que incumbía a la rubia, debatiéndose entre si acababa de ser valiente o estúpida. Una fina línea separaba ambos conceptos, y Airgid se movía por ella muy a menudo. Le dio un pequeño corte a Ragnheidr, por otro lado, haciendo que la rubia de forma instintiva le colocara una mano sobre la pierna. Sabía que el medio gigante tenía una mecha corta, un rasgo que podía ser valioso en según qué momentos, pero también un poco contraproducente. Así que trató de echarle un cable en forma de contacto físico, aún si no estaba segura de que aquello pudiera calmarle, era más impredecible que un huracán. Fueron las palabras de Asradi las que más parecieron conmoverla. Y es que no había sido para menos.

Se encontraba la sirena respondiendo a la musculosa Karina cuando sonó el Den Den Mushi de Airgid dentro de su mochila. Rápidamente la abrió y sacó la caracola de su interior, no esperando ni un segundo más para descolgar. Lo dejó en abierto, para que todos pudieran escuchar las palabras de Tofun a través del caracol. "El Largo al habla. ¿Cómo va el pastel? Imagino que ya lo habéis oído, pero han empezado con la celebración. Nuestro grupo está listo para tirar de la cadena." La rubia no dudó en responder. — Hola Largo, aquí Chaqueta Metálica. Estoy hablando con nuestros amigos, ¡saluda! En fin, esperamos contar con su ayuda, pero estamos preparados. Cuando queráis. — Esbozó una sonrisilla ladeada, mirando fijamente a Karina. Colgó y se lo guardó en uno de los bolsillos del pantalón. — ¿Qué me decís? Podemos hacerlo sin vosotros, ya habéis escuchado la fiesta que se está montando. — Dijo mencionando los fuegos artificiales y demás explosiones que podían escucharse de vez en cuando. — Pero tendremos más probabilidades de éxito si vamos todos juntos. Somos un pequeño ejército, y tú tienes otro ejército, ¿queréis cambiar las cosas? Pues es el puto momento, coño. Aquí y ahora. — A pesar de su forma brusca de hablar, no es que estuviera enfadada. Estaba decidida. — Van a cargarse el embalse y tenemos que usar ese río para encerrar a los guardias de la ciudad y que no puedan acceder al castillo. — Era inútil pedir ayuda con un plan si no sabían los detalles, ¿no? Y ya daba igual. Si no aceptaban sería una pena, pero Airgid sabía que tampoco conspirarían contra ellos. Debían ser demasiado idiotas para eso. — Se acaba el tiempo, ¿venís o no? — Armada hasta los dientes, Airgid se moría por un poco más de acción.

Off
#19
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


Ragn alzó su ceja izquierda, escuchando a la mujer. Por lo que decía o no parecía estar muy puesta con los problemas reales de su gente o simplemente es que no le interesaba el asunto. La contundente respuesta que le entregó a Ragn, provocó que el vikingo se enderezara un poco, puesto que se había curvado para apoyarse. — ¿Esta es la líder de los balleneros? — Entonces notó la mano de Airgid, calmando su sed de liberar lo que sentía en ese momento. Volvió a analizar los gestos de Karina, su cuerpo, esta vez, pudo hacerlo con la voz. Asradi respondería con otro mensaje comercial repleto de razón. Se sorprendió el rubio al ver como se mostraba, honesta, sin miramientos. Su gesto decía mucho, puede que no para Karina, pero para los que la conocían era la representación de que estaba muy ligada a la causa.

Los trenes pasaban una vez en la vida. Ragn se mordió la lengua como nunca lo hizo al escuchar que efectivamente eran guerreros lo que habían traído a la isla, quiso contestar con un simple "Exacto, guerreros" como si eso fuera suficiente. Pero no estaba en Elbaf, las respuestas que le servían a un guerrero, en otros campos no eran útiles y bien sabía el Buccaneer que no debía soltarse la lengua más de lo debido, sin embargo, uno es como es. — Trrraer guerrrerrros. — Escupió, sin poder contener su verdad. — ¿No querrrer lucharrr? nosotrrros movilissarr por osseano. No serrr nativos. Ni si quierrra conosserrr rrrealmente gente de isla, perrro estarrr aquí. ¡Aquí! — Alzó la voz. Dejó caer sus brazos al tiempo que pisó fuerte el suelo, firme. No podía no decir su verdad, ¿por qué ocultarla? Estaba muy lejos de ser un mensaje negativo o indebido en ese momento. La voz de Tofun a través del den den mushi de Argid, elevó el momento de tensión más de lo que Ragn pudo proveer. — ¡Lo han conseguido! — Las emociones saltaban en su cabeza, impulsando su cuerpo a moverse sin un control aparente. Fue dando pasos en círculos hasta llegar a la puerta de salida, sujetando el marco alto con la diestra.

Airgid tenía liderazgo, lo tenía, eso era algo que nacía en uno, estaba ahí o no. Se podía construir, como el de Ragn, pero existía gente que nacía con él. Sus palabras repletas de sentimientos chocaron con las anteriores de Asradi, mezclándose en un tándem la mar de complejo pero que podría servir para aplacar casi cualquier contestación. El vikingo por su lado, se estaba dejando llevar, el momento de contenerse había pasado. Desenfundó a Rompetormentas y a Colmillo de Garm. Una de más de dos metros, larga como un día sin pan, la otra justo dos metros, pero con filos de sierra en el inicio de su hoja. Clavó las dos en el suelo, con toda su fuerza. — ¿¡No querrrerrr cambiarrr cosass!? — Volvió a alzar la voz. Su energía normalmente era contagiosa, muchas veces para bien, otras para mal, por qué mentir, pero se contagiaba. — ¡Porrr qué nosotrrros sí!— Sentenció, con una vena subiéndole por el cuello. Todos se estaban moviendo, cumpliendo sus planes. Los balleneros, si Nosha era benevolente, se estarían movilizando quisiera Karina o no, gracias al joven Robson.—Hasserrr viaje muy larrrgo parrra no lucharrr hoy.

Todo era como tirar una moneda al aire. Tenía narices que siempre terminasen así las cosas.

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#20


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