¿Sabías que…?
... el famoso anime One Piece, del año 1999, está basado en el también famoso manga One Piece. Otra curiosidad es que el autor de ambas obras es Eiichiro Oda.
[Común] [Entrenamiento] El más rápido de la base.
Takahiro
La saeta verde
Cuartel del G-31 de Loguetown.
Verano del año 724.

Se trataba de un día como otro cualquiera de verano en Loguetown, tan húmedo y caluroso que hasta la más leve brisa parecía tener peso. Takahiro despertó con de golpe y porrazo, tras caerse de la cama tras un sueño movido que era incapaz de recordar, aunque había sido tan real que sentía como si un látigo le hubiera golpeado en la espalda.

¿Estás bien? —le preguntó un recluta nuevo que estaba por los barracones.

Sí, sí —le respondió el peliverde, levantándose con somnolencia—. No te preocupes.

El resto de la mañana continuó como todos los demás en el cuartel de la marina del g-31. Primero se reunió con sus amigos para desayunar en la cantina, unos huevos revueltos con una tostada, verduras, un café y una pieza de fruta. Tras ello, se dividieron para sus quehaceres. Luego, Takahiro tuvo que asistir junto al resto de suboficiales a un curso sobre estrategias y métodos de acción en situaciones con rehenes. Lo cierto era que fue una charla bastante interesante, aunque quien la impartía dejaba mucho que desear en sus formas al no aceptar preguntas por parte de los asistentes. Algo que molestó de sobremanera al peliverde.

Apenas habían dado las doce del medio día cuando el sol comenzaba a amenazar con aumentar su temperatura exponencialmente. Se encontraban a treinta grados y aún faltaban un par de horas para llegar al pico de temperatura de ese día. A Takahiro le daba igual el calor, pero era incapaz de soportar la humedad, sobre todo con el uniforme de la marina puesto. Ese día iba a ir superiores del Cuartel General, por lo que tenía que cumplir el reglamento a rajatabla.

Fue en ese momento, cuando Takahiro estaba buscando alguna forma de escaquearse al más puro estilo Atlas, que los suboficiales fueron llamados al campo de entrenamiento número dos para realizar unas pruebas. Aquello era una especie de carrera de obstáculos bastante dura alrededor de toda la base. Takahiro no sabía en que momento habían arreglado la base para crear dichos obstáculos, pero le parecía interesante participar.

Quien quede primero podrá elegir entre librar todos los fines de semana del próximo mes o un mes entero sin guardias, es decir, librarse del turno de noche —dijo Buchanan, tratando de incentivar el espíritu competitivo de los suboficiales de la base—.  Os recuerdo que queda completamente prohibido usar armas durante esta prueba, ¿entendido? —aclaró el comandante, aunque tampoco era que nadie fuera a desenfundar una espada o disparar con un subfusil.

No tan mal, ¿verdad, Ray? —le comentó a su amigo, mientras realizaba algunos estiramientos.

La primera prueba era trepar por una cuerda vertical con una altura de diez metros, la segunda era arrastrarse por un barrizal cubierto por una red muy tensa encima, haciendo que el espacio fuera muy reducido. La tercera era una prueba que consistía en lanzar una bola de metal lo más lejos posible. La cuarta era recorrer una distancia de unos veinte metros, marcadas por unas barras horizontales en las que solo se podían usar las manos. Y, por último, un terreno repleto de trampas de todo tipo: boquetes, minas lanza bolas de goma, entre otros engaños para impedirles avanzar

Con diferencia los más aventajados fueron Ray y él, quienes iban a la par en casi todas las pruebas. Al principio fue toda una sana competencia, pero a medida que avanzaban las pruebas Takahiro sentía cierta competitividad con su amigo peliblanco, experimentando una rivalidad que no había sentido nunca desde que llegó al cuartel de la marina.

Sin la fruta no eres tan rápido —comentó el peliverde, mientras se dedicaba a esquivar trampas en el suelo y bloquear bolas de goma usando las manos—. ¿verdad, abejita? —terminó diciéndole con cierta picardía, guiñándole un ojo y mostrando una sonrisa en la cara.
#1
Ray
Ray
El día había empezado bastante tranquilo. Una ducha, un desayuno como el de todos los días junto a sus amigos y compañeros de brigada y después un rato para hacer tareas atrasadas. Pero a mitad de la mañana había una actividad diferente a lo habitual. Al menos para los suboficiales del Cuartel General, quienes tuvieron que asistir a un curso teórico sobre situaciones con rehenes y cómo comportarse en ellas. Era un buen momento para algo así, dados los últimos sucesos provocados por el hombre trajeado, que habían acabado en el incendio de un ala entera de la base. Sabiendo que había un grupo terrorista como el dirigido por aquel tipo suelto en algún lugar de la isla, era buena idea prepararles para posibles situaciones de riesgo como aquellas.

A decir verdad la sesión fue ciertamente interesante. El tema era complejo y podía abordarse desde multitud de diferentes puntos de vista, siempre eso sí sin perder el foco y centrándose en la liberación de cuantos rehenes hubiera como prioridad número uno. No obstante hubo un detalle que molestó profundamente al peliblanco, y fue que el ponente se negó a aceptar preguntas respecto a los temas expuestos. El joven se quedó con ganas de saber más y de poder resolver un par de cuestiones técnicas que habían surgido en su mente mientras escuchaba la presentación.

Cuando terminaron era ya mediodía, y el sol brillaba en el cielo en su punto álgido. Las altas temperaturas se dejaban notar, provocando que algunos de los marines menos habituados a ellas sufrieran sus desagradables consecuencias. Ray, acostumbrado como estaba al calor y siendo un enamorado del tacto de los rayos del astro rey sobre su piel, se quitó la camiseta cuando llegaron al campo de entrenamiento. Allí les explicaron que ese día se iban a enfrentar a una carrera de obstáculos, aunque tal vez pudiera incluso calificarse como gymkhana dada la variedad de distintos retos que deberían afrontar. Eso sí, el premio era tremendamente jugoso, pues el ganador podría elegir el próximo mes entre no hacer turnos de vigilancia nocturnos o no trabajar ningún fin de semana. Aquello era música para sus oídos. Además, el peliblanco sabía que la velocidad era una de sus grandes virtudes, por lo que contaba con ser uno de los favoritos para vencer.

Y cuando la prueba empezó sus sospechas se confirmaron, haciéndose pronto evidente que el triunfo iba a estar disputado únicamente entre dos personas, Takahiro y él mismo. Su amigo de pelo verde era también una persona tremendamente veloz, lo suficiente como para en ciertas condiciones igualar su rapidez. Durante toda la prueba ambos avanzaron casi a la par, y cuando estaban ya en el último tramo su compañero le dedicó una pequeña burla sin maldad, simplemente con intención de aumentar el pique entre ambos, insinuando que sin transformarse el joven de cabellos plateados no era tan rápido como siempre se vanagloriaba de ser. A lo que este, con una media sonrisa de suficiencia, respondió:

- No necesito transformarme para correr más que tú, cabeza de alga.

Utilizar el mote con el que Camille siempre se mofaba de Taka era algo que había hecho a propósito para enardecer aún más los ánimos de su amigo. Había que decir que entre ambos siempre había existido una sana rivalidad. Al fin y al cabo habían llegado al Cuartel General casi al mismo tiempo, y habían seguido trayectorias paralelas, ascendiendo a una enorme velocidad en el escalafón hasta llegar a suboficiales. Y se rumoreaba que ambos estaban en las quinielas para promocionar más pronto que tarde de nuevo y convertirse en oficiales. Además sus estilos de combate, basados ambos en la velocidad y el movimiento continuo, eran en cierto modo similares. Esto desde el principio les había hecho verse como alguien con el que compararse y al que utilizar para motivarse y mejorar aún más rápido, tratando mutuamente de superarse cada día.

Y cuando llegaron al final, ambos atravesaron la línea de meta al mismo tiempo. Había que reconocer que su velocidad era muy similar, al menos cuando Ray se encontraba en su forma humana, pero le daba rabia no haber conseguido vencer a su amigo. Con la respiración aún agitada sonrió con determinación y le dijo mientras apoyaba su mano en su hombro derecho:

- Has tenido suerte, Taka. Si me llegan a permitir transformarme no habrías tenido nada que hacer. En mi forma de abeja nadie en Cuartel General puede competir con mi velocidad.

Con esto pretendía encender aún más a su amigo, pues aquellos piques ya se habían convertido en un habitual entre ellos. Además de considerarle uno de sus amigos más cercanos, respetaba enormemente las capacidades físicas de Takahiro, pero eso no quería decir que fuera a reconocérselo. Entre ellos en ese sentido era cuestión de orgullo. Algo de lo que ambos iban bastante sobrados a decir verdad.
#2


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