Hay rumores sobre…
... que en una isla del East Blue puedes asistir a una función cirquense.
[Aventura] [T2] Pujando Fuerte
Balagus
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El plan tuvo éxito. El pequeño grupo quedó muerto y en silencio sobre la calle, rápidamente ocultados por los piratas en alguno de los montones de desperdicios y basuras próximos, y despojados de sus capas y máscaras. Y, a pesar de que Balagus apenas podía permanecer oculto bajo aquella cobertura pensada para alguien mucho más pequeño que él, los guardias no sospecharon y les dejaron pasar.
 
“Lástima. Me hubiera encantado partirles la cabeza a ellos también.”
 
Algo le hacía sentirse especialmente violento a medida que el soldado les guiaba hasta un palco. Sentía una opresión en el alma difícil de explicar, el peso de docenas de miradas clavándose en su nuca como si no fuera diferente a un pedazo de carne en la carnicería, o una nueva pieza de bisutería con la que se hubieran encaprichado. A pesar de que nadie más estuviera con ellos.
 
Pronto supo qué le estaba provocando aquella persistente y agresiva comezón en su columna vertebral: una subasta de esclavos. Una puta, vil y desalmada subasta de esclavos. Aquello era el centro de todo aquel de guardias y máscaras.
 
Cerró una mano sobre su antebrazo opuesto de forma involuntaria, apretando la protección de cuero y piel sobre unos tatuajes que parecían quemarle la piel, mientras la otra mano aferraba y se hundía lentamente en la maciza barandilla de madera del palco, astillándola. La voz del director del evento apenas sonaba como un eco resonando bajo capas de agua, y aun así lograba hendirse en su corazón como un hierro candente, obligando a su mente a revivir recuerdos lejanos.
 
Miró a Silver, cuyas palabras le sacaron momentáneamente de su trance. Parecía estar muy afectado también, aunque veía en él un control y una frialdad que el oni no podía permitirse.
 
“¿No le hierve la sangre acaso cuando ve este despropósito? ¿No desea verter la sangre de todos los presentes y bañar en ella a su descendencia, si es que la tienen? Él… Él… No. Calma. Es tu aliado. Tu capitán. Ha demostrado ser digno de tu confianza. Seguro que está pensando en algo…”
 
Afortunadamente, las palabras que murmuró en sus oídos con un tenso hilo de voz, disiparon las dudas que habían brotado entre sus pensamientos. El guerrero miró a los ojos a su capitán, unos ojos decididos y firmes, como antes no los había visto, enfrentados directamente a los de su contramaestre, relampagueantes, furiosos, exigiendo violencia y justa retribución.
 
Balagus asintió lentamente, y retornó su atención al palco. Sus músculos y venas se hinchaban más y más por momentos, a pesar de que había apartado su atención de la subasta en sí, y había empezado a centrarla en encontrar guardias apostados, posiciones ventajosas para librar un combate contra múltiples enemigos, y, lo más importante de todo: algún animal peligroso encadenado o enjaulado. Si conseguía liberar a alguna bestia y granjearse su amistad, aunque fuera temporalmente, sería un aliado más en aquella sangrienta refriega.

Resumen
#21
Jack D. Agnis
Golden Eyes
Una vez que el presentador presentó a aquellos niños, los números comenzaron a alzarse uno tras otro. Era como si la sola idea de tener un esclavo diferente al resto, hacia que los números se levantaran automáticamente, y como no, de esa manera podrían hacer gala de tener esclavos de otra raza y azotarlos sin remordimiento alguno, total su raza era inferior a la de los humanos.
-8 millones por aquí… 9 millones… 15 millones...20 millones- fue la ultimas puja, la cual provenía del numero 8.
-Tenemos 20 millones ¿Alguien ofrece 25 millones?- preguntó el subastador algo emocionado, mientras miraba a toda la sala, pero al notar que nadie mas levantaban el numero, dio un golpe con un pequeño martillo y exclamó:
-Vendido al numero 8… No se olviden cuando la subasta finalice, deben acercarse al atril a recoger sus trofeos- dijo el subastador, mientras sonreía de manera divertida bajo la mascara que tenia puesta.
Sin mas que hacer, hizo una seña a un grupo de personas para que se acercaran y se llevaran a los niños, quienes al forcejear cayeron al suelo, lo que que derivó a una carcajada general, salvo el del numero 8, quien se levantó y chilló de manera furica.
-Si lastiman mi propiedad, no les pagaré una absolutamente nada. Asique procuren hacer bien el trabajo- Tras decir aquello, se volvería a sentar aun refunfuñando, al mismo tiempo en que el subastador le pedía disculpas por lo sucedido, mientras se apuraba en traer al siguiente esclavo.

-Muy bien, luego de este incomodo suceso, les presento a un esclavo numero 5. Hombre fuerte y capaz de ...- aquel subastador siguió describiendo las aptitudes de aquel esclavo.
Mientras tanto, Balagus, gracias a las palabra de su amigo y capitán, tranquilizó un poco su tensión y deseos de sangre, pero aun podía ver y oír todo lo que estaba pasando en aquel recinto, por lo que la pregunta era ¿Cuanto tiempo le duraría su autocontrol?

Por su parte Silver salió del palco donde se encontraba, llegando hasta el pasillo que unía todos los palcos que había en aquel recinto, los cuales estaban lleno de soldados, quienes se mantenían firmes, pero aun así cuchicheaban por lo bajo.
-El capitán dice que Jake no ha vuelto. No se supone que estaba acompañando a Lady y Lord Belford? Y no te parece que lady Belford esta mas gorda y alta que de costumbre- murmuró el guardia, al cual lograste oír, pero este se cayó tan solo te vio salir del palco.
-L-lord Belford, ¿necesita algo? Con gusto nos encargaremos de lo que necesite- dijo el guardia, mientras se adelantaba a sus compañeros y esperaba alguna orden de tu parte.

Puedes notar como todo el pasillo está lleno de guardias y si miras con mas atención, notas que por las escaleras que habían bajado con anterioridad, también habían algunos guardias.
En los únicos lugares que habías logrado ver que no habían guardias era en la sala de la subasta y en el escenario. Aunque siendo un noble, o al menos mientras lo soldado lo creyeran, podrías deambular por aquel recinto sin problema alguno.
#22
Silver D. Syxel
-
El capitán avanzaba por el pasillo con cautela, cada paso acompañado de la constante tensión que lo recorría. Sabía que Balagus no podría aguantar mucho más, y él tampoco estaba dispuesto a esperar demasiado. El camino se extendía ante él, lleno de guardias que cuchicheaban en los rincones, y aunque su presencia provocaba una ligera tensión entre ellos, Silver aprovechaba esa autoridad falsa que le brindaba su disfraz. Sabía que cada palabra debía ser medida con precisión. No podía mentir, pero tampoco revelaría sus verdaderas intenciones. Cada paso que daba estaba cargado de una mezcla de control y rabia contenida, una calma que precedía la tormenta.

Cuando el guardia se adelantó, visiblemente nervioso, Silver no perdió tiempo en explotar la oportunidad.

Quiero ver más de cerca a los prisioneros, —declaró en tono autoritario, casi impaciente, pero con una calma engañosa—. Debo asegurarme de que valgan mi tiempo.

Sin darle tiempo para pensarlo, continuó su camino. Si no se lo impedían directamente, se dirigiría hacia la sala de subastas. A medida que avanzaban, Syxel observaba cada rincón, cada movimiento, memorizando la disposición de los guardias y buscando posibles puntos ciegos. Si iba a desatar el caos, necesitaba conocer cada detalle.

La sala de subastas se acercaba, y desde allí, el escenario se alzaba imponente. Los niños gyojin seguían en su mente, pero no podía actuar sin más. Era cuestión de esperar el momento adecuado, algo que el capitán odiaba con cada fibra de su ser. Sin embargo, la experiencia le había enseñado que la paciencia podía ser la diferencia entre la victoria y la derrota. No podía comunicarse con su compañero, y si la rabia de Balagus estallaba antes de que tuvieran todo listo, sería una masacre descontrolada.

Al llegar a las cortinas cercanas al escenario, la oportunidad comenzó a formarse en su mente. Syxel observó cómo la tela gruesa y pesada se mecía ligeramente con la corriente que cruzaba la sala. Un fuego controlado sería el caos que buscaba. Los guardias se centrarían en apagar las llamas y dispersar a la multitud, lo que les daría tiempo para actuar.

Mientras caminaba, el capitán alzó la mano, fingiendo que revisaba uno de los prisioneros. Cuando no hubiese ojos sobre él, dejaría que su habilidad comenzara a hacer efecto, sintiendo el calor que comenzaba a arder en su palma. Si nadie lo observaba, con un movimiento calculado, la llama sería suficiente para prender la cortina, dando inicio a la distracción que necesitaban.

Si el fuego se propagaba, pensaba Silver, Balagus lo sabría. Esa sería la señal. La espera sería finalmente reemplazada por el caos. Mientras tanto, debía seguir buscando posibles aliados. Si entre los esclavos había algunos con fuerzas suficientes para luchar, debía liberarlos. Cualquiera con la determinación suficiente para luchar por su libertad podría cambiar el curso del combate en un momento así, y no todos los prisioneros serían simples civiles.

Con el fuego latente en sus manos, esperaría el momento perfecto, ya decidido a liberar a todo aquel que pudiese sumar fuerzas a su causa. Los pasos lentos pero decididos del capitán resonaban en la sala, mientras observaba tanto a los guardias como a los prisioneros. No había vuelta atrás. El plan estaba en marcha, y la rabia que contenía dentro pronto se desataría en toda su magnitud.

[tecnicainvalida=ELE002]
Resumen
#23
Balagus
-
Por lo que pudo ver, el salón principal de subastas estaba completamente desprovisto de guardias y de protección, algo que animó y enfureció aún más a Balagus al mismo tiempo.
 
“Los muy cabrones no conciben que nadie pueda colarse aquí y destrozarles el… el infierno este que se han montado. Nunca nadie lo ha intentado antes. Cobardes de mierda.”
 
La barandilla de madera finalmente terminó de crujir y astillarse bajo sus manos, por lo que las retiró de ella. Su dura y áspera piel, encallecida por la labor labriega y las peleas en fosos de esclavos, no pudo ser atravesada por astilla alguna, mientras que el elaborado pasamanos ahora tenía dos grandes hendiduras hechas pedazos, hasta tal punto que no tardarían en caerse. Tal vez cuando saltara al ruedo para combatir.
 
Saltar allá abajo… Balagus había sopesado la idea en su mente. No había guardias, y su primer movimiento debería desencadenar el mayor caos posible. No había dejado de fantasear, entre pensamiento y pensamiento, en todas las maneras en las que extinguiría la vida de todos los deshechos humanos que se hacían llamar “nobles” allá abajo, mercadeando con las vidas ajenas como si fueran poco más que la compra del mercado de la semana.
 
El oni miró hacia el escenario. Si conocía a Silver como lo hacía, trataría de llevar a cabo alguna entrada espectacular, extravagante, completamente exagerada y, por supuesto, altamente peligrosa y proclive a desencadenar el caos. Calmó su respiración, acompasándola lentamente a un ritmo propio, mientras tensaba su brazo derecho en un ángulo de noventa grados. Notaba la energía acumulándose en sus músculos, forzando huesos y tendones, esperando el momento para liberarse con violencia.

Rechazo Indiscriminado
VAN302
VANGUARDIA
Ofensiva Activa
Tier 3
11/9/2024
36
Costo de Energía
2
Enfriamiento
El usuario irá contrayendo su pierna o brazo concentrando toda la fuerza que pueda en ellos, con el fin de liberar un directo y poderoso impacto desde su arma contra su objetivo, llegando provocar un [Empuje] por los aires hasta 15 metros. Cada Turno que canalice la distancia de empuje aumentará otros 10 metros y su daño aumenta en 30 por cada Turno. Esta técnica se podrá [Canalizar] un máximo de 3 Turnos.
Golpe Basico + [RESx2,5] de [Daño contundente]
 

Toda su ira caería sobre los pobres diablos de abajo como un martillo castigador dictando sentencia, pero no lo haría aún: primero tendría que ver una señal por parte de su capitán, y entonces podría comenzar la masacre. Una señal que no debería retrasarse, pues la cuenta atrás ya había comenzado para Balagus.

Resumen
#24
Jack D. Agnis
Golden Eyes
-¿V-ver a los esclavos? No sé si eso es posible, mejor vuelva a su asiento Lord Belfrod- dijo el guardia en vano, ya que te le adelantas, por lo que guarida no tienes mas chances para convencerte y te deja ir, no sin antes volver a su lugar.
Por fortuna te has liberado de tus guardias, asique avanzas por el estrecho pasillo que hay entre los asientos y la pared, en dirección del escenario, el cual tiene una escalera que va desde le piso hacia el escenario, la cual te facilitaría llegar hasta el mismo y tras bambalinas.

Por parte de Balagus, comienzas a canalizar tu ira en uno de tus brazos. Sientes como tu piel y músculos se tensionan cada vez mas y mas, los cuales son guiados por tu enojo de ese momento. Las tablas donde estas comienza a rechinar y a astillarse, generando que pocas virutas comiencen a caer de tu palco, pero afortunadamente nadie se da cuenta de esto.

Una vez que Silver llega tras bambalinas, logra a ver a un grupo numerosos de esclavos, los cuales están en jaulas gigantes y llevan un collar explosivo en sus cuellos, los cuales son quitados para ser mostrados en los escenarios.
Te mueves hacia los esclavos para “supervisarlos” y con tus habilidades logras prender fuego una cortina, la cual rápidamente arde en llamar, llamando la atención de todos los presentes tras bambalinas.
-FUEGO, FUEGO. QUE ALGUIEN TRAIGA AGUA- grita uno de los soldados que se encontraba cerca, mientras se mueve y con una manta trata de apagar el fuego, el cual se aviva y apaga cada vez que aquel hombre le pega con la misma.
Mientras eso pasa, notas como un matón de lo que llevan los esclavos hacia el escenario se acerca a las jaulas y exclamaba:
-Que nadie se mueva. Si alguien intenta algo, les haré volar la cabeza- su amenaza parecía tener efecto en los esclavos, los cuales algo nerviosos, se quedaron quietos.

Por tu parte Balagus, puedes ver el color rojizo que sale tras bambalinas y oyes el grito de aquel soldado, el cual también resuena por todo aquel recinto, lo que hace que los nobles comiencen ponerse nerviosos y a levantarse de sus asientos, exigiendo alguna explicación.
-L-lo siento señores, pero al parecer estamos teniendo un inconveniente en la sección de los esclavos. Por favor, vuelvan a sus lugares y en breve continuaremos con nuestra subasta- exclamó el subastador algo nervioso, mientras intentaba ver que es lo que estaba pasando.
Los nobles confiando un poco en las palabras de aquel hombre se sientan, pero el fuego que solo se podía ver desde bambalinas, comienza a avivarse y a llegar hacia las tablas del escenario y hacia otras cortinas, lo que provoca una histeria colectiva.
Los nobles asustado, comienzan a correr hacia la salida y a exigirles a los soldados que los saquen de allí sanos y salvos, quienes comienzan a sacarlos a de allí, pero tal vez no contaban con que había un enorme ser que estaba preparado para todo.

Al avivarse el fuego, Silver puede ver como los matones y los soldados que estaban tras bambalinas, comenzaba a movilizarse para tratar de apagar el fuego, liberándote el camino para hacer lo que has venido.
#25
Balagus
-
Leves calambres de tensión acumulada fueron recorriéndole el brazo, ofreciéndole una satisfacción dolorosa, prácticamente masoquista, al saber cuál sería el objetivo de su ataque. El mismo palco parecía no estar pensado para soportar ya no su peso, sino la terrible ira acumulándose en su extremidad.
 
Y, de súbito, fuego. Hacia el fondo del escenario. Y con él, el caos y el miedo que traía consigo. “Es la hora.” Pensó Balagus con su ceño fruncido por la determinación, más que por su malhumor, y una media sonrisa leve y cruel dibujada en su rostro.
 
Música, en 0:20

 
Con zancadas rápidas y fuertes, el oni saltó del palco al patio bajo sus pies, donde docenas de los encapuchados se revolvían para salir de allí. La capa y la máscara volaron en medio de su descenso, y su cargado puño cayó directamente contra el suelo, apuntando al sucio comprador más cercano que pudiera atrapar debajo de sus nudillos.
 
El choque no sólo hizo papilla roja de quienes estuvieran demasiado cerca de la mole de ira y músculos de tres metros que acababa de caérseles encima, sino que causó una devastación absoluta y repentina a su alrededor, sin lugar a dudas paralizando el pánico general durante unos segundos.
 
- ¿A DÓNDE VAIS TAN PRONTO? ¡PAGARÉIS POR ESA GENTE CON VUESTRA SANGRE MALDITA! –
 
Y, con su furioso bramido de desafío, Balagus se lanzó a causar el mayor caos y matanza posibles con sus propios puños. Si los guardias tenían que ocuparse de él además del incendio, Syxel tendría mayor libertad de movimientos para liberar a los esclavos. Y eso era lo verdaderamente importante.

Resumen
#26
Silver D. Syxel
-
Música en 1:15

El fuego comenzaba a propagarse, avivándose con rapidez mientras los guardias se lanzaban a intentar contener las llamas. Era la distracción perfecta. Silver observaba cómo los soldados corrían de un lado a otro, con sus esfuerzos descoordinados creando el caos que él y Balagus habían estado esperando. Mientras el capitán se movía hacia las jaulas, escuchó a lo lejos el estruendo inconfundible de su compañero. Balagus había comenzado su parte. Los gritos y el crujir de la madera bajo su brutal fuerza resonaban como una tormenta.

Un golpe más fuerte de lo habitual hizo temblar el suelo bajo sus pies. Syxel sonrió para sí mismo, sabiendo que el grandullón no se contendría. El caos estaba en pleno apogeo, y mientras los nobles y guardias trataban de contener el pánico, Silver se dirigió hacia los prisioneros. Al llegar a las jaulas, observó los rostros de los esclavos, algunos apagados por el miedo, otros buscando desesperadamente una esperanza. Ese sería su punto de apoyo.

Tranquilos, vengo a ayudaros —dijo en voz baja pero firme, acercándose a las cerraduras de las jaulas. Con manos rápidas y expertas, comenzó a trabajar en ellas. Con su destreza las cerraduras de las jaulas no debían suponer un gran reto, y aunque los gritos de pánico y destrucción a su alrededor lo apremiaban, se concentró en liberar a tantos como pudiera.

Si podéis luchar, uníos a nosotros. Es vuestra oportunidad de recuperar la libertad que os han negado. —Los miró uno por uno, buscando en sus ojos algún atisbo de decisión. Sabía que no todos tendrían la fuerza o el coraje de tomar las armas, pero los que lo hicieran serían valiosos aliados en la batalla que se avecinaba.

Con un chasquido, las cerraduras iban cediendo. Syxel abría las puertas con un movimiento rápido, dirigiéndose a la siguiente jaula. El tiempo apremiaba, y aunque confiaba en Balagus para mantener el caos bajo control, no podía entretenerse demasiado.

Tras liberar a varios esclavos, el siguiente obstáculo aparecía ante él: los collares explosivos. No tenía experiencia con estos dispositivos, pero podía suponer que debían estar conectados a algún tipo de llave o mecanismo para ser desactivados. Se inclinó hacia uno de los prisioneros, observando con atención el collar en su cuello. Forzarlo sería arriesgado, pero no podía dejarlos con esos collares sin intentarlo.

Intentaré forzar la cerradura del collar, pero si sabéis quién tiene las llaves, podría liberaros mucho más rápido.

Con cuidado, comenzó a manipular el cierre del collar, esperando encontrar algún punto débil. Si funcionaba, podrían deshacerse de esos malditos artefactos de una vez. Si no, necesitaría saber rápidamente quién tenía las llaves para acabar con él.

Resumen
#27
Jack D. Agnis
Golden Eyes
El fuego o al menos la luz que esta emitía, fue la señal para que Balagus hiciera acto presencia en todo aquel salón, usando toda su rabia acumulada.
Todos los presentes vieron como Lady Berlford se trasnombró, tras esas capucha y mascara, en un hombre enorme y musculoso, el cual iba volando por los aires yendo directo hacia uno de los tantos compradores de aquella subasta, quien no paró de gritar tan solo verte saltar.
Afortunadamente para aquel comprador, un soldado atento logro empujarlo a tiempo, recibiendo él todo el daño de aquel ataque y muriendo en el proceso, y permitiendo que aquel comprador y noble, se salvara.

Las tablas que recibieron el ataque se partieron en su totalidad, mientras que una pequeña onda de destrucción fue emitida desde el centro, haciendo que las tablas se agrietaran con violencia ante el avance del ataque, llegando hasta las paredes de aquel reciento, las cuales se agrietaron. Una de las mismas, llegó a derrumbarse, dejando un enorme hueco, el cual fue usado por muchos nobles para huir de aquella escena, mientras gritaban con toda su voz.

El grito de Balagus se oyó por todo aquel lugar, mientras que sus ojos, ya acostumbrados a la poca luz, podía ver como los nobles huían cual ratas huyen de un gato, mientras que los guardias que estaban allí, salían para enfrentarte con ferocidad y lealtad, mas lealtad que otra cosa.
-Detengan al monstruo.- gritó uno de los soldados, mientras que un grupo de 3 soldado, los cuales eran los mas cercanos a tu, lanzaban estocadas hacia tu cuerpo, con intenciones de penetrar su carne y así herirte de gravedad.


Por tu parte Silver, tras encender el fuego y ver como este de esparcía alejando a todos soldado o guardia de tu camino, te acercas a las jaulas de los esclavos y comienzas a forzar la cerradura.
Tu voz salia tratado de llevar tranquilidad, pero para los esclavos no eras mas que otro desconocido que tal vez quería esclavizarlos.
-¿Luchar? No seas idiota. No podemos hacerlo, sino lo hacemos moriremos- dijo uno de los hombres que había tras las rejas, mientras señalaba su cuello.
-No sé los demás, pero prefiero vivir como esclavo y no morir como un hombre libre- exclamó aquel hombre con gran severidad en su voz, mientras se alejaba de ti y se sentaba en la parte mas lejos de ti. Aun así, podías ver como en los ojos de algunos esclavos había cierta esperanza en ti y en la poca posibilidad de ser libres.

Tras unos momentos moviendo algún tipo de ganzuás, aquella cerradura terminó cediendo y la puerta se abrió con un chirrido metálico, pero antes de que pudieras abrir la puerta del todo, una mujer delgada, pero con fuerza, detuvo la puerta para que estas dejara de chirriar.
Podías ver en los ojos de aquella mujer una luchadora incansable, pero a la vez una frágil esperanza.
-Antes de que confiemos en ti, dime algo ¿Que haremos si logramos escapar? ¿Tienes un barco en el cual podamos huir? ¿Tienes mas hombres para enfrentarte a los soldados que hay en este lugar y en los que pronto vendrán? Dime la verdad ¿Que oportunidad tenemos de escapar todos?- te pregunta aquella mujer, mirándote a los ojos, ella no buscaba tu consuelo, solo la verdad.
¿Realmente crees que puedes ayudar a estas personas?

Información
#28
Balagus
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Balagus se cubrió con los brazos, tratando de reducir el número de estocadas que pudieran alcanzar su vientre y que se encontraran con piel mucho más dura y curtida, y con sus pesados brazales de lucha forrados en varias capas de piel y pelaje. No quedó indemne, pero tampoco esperó otra cosa, y, a pesar del lacerante dolor que empezó a sentir, no cedió terreno.
 
Sabía cómo luchar en inferioridad numérica. Ya lo había hecho en el pasado, aunque sus enemigos ahora no eran esclavos en un foso de combate: eran guardias entrenados y disciplinados, en óptima forma física. Pero claro, él tampoco era un esclavo ya. Y nunca lo volvería a ser.
 
Con un rápido paso lateral, el oni pivotó cerca del soldado a su derecha para evitar ser rodeado, y descargó sobre él un potente golpe con su mano derecha, buscando impactar directamente sobre el lado izquierdo de la cabeza del hombre. Apenas un segundo más tarde, buscó tomar al guardia a su otro costado por el hombro y retenerle para entorpecer su ataque, pero entonces se dio cuenta de un grave detalle: el boquete de la pared por donde los asistentes de la subasta trataban de escapar a toda prisa.
 
Balagus no podía permitir aquello. Si había quienes merecían morir por su mano, eran aquellos desalmados despojos de seres humanos que se hacían llamar “ricos” y “nobles”.  Haciendo acopio de toda su fuerza, levantó al guardia por el brazo y lo arrojó contra el torrente de asistentes que se agolpaba contra su principal vía de huida. Esperaba que aquello los ralentizara mientras se ocupaba del tercer oponente.
 
- ¡Aquí no hay más monstruo que vosotros, bastardos sin honor! -

Resumen
#29
Silver D. Syxel
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El fuego seguía extendiendose tras las cortinas, y el caos se desataba por todo el recinto. Los gritos de los guardias que intentaban contener las llamas se mezclaban con el estruendo lejano de la destrucción que Balagus estaba causando. El suelo temblaba bajo los pies de Syxel, mientras su compañero hacía pedazos la sala principal, desatando su furia contra cualquier noble o soldado que intentara detenerlo. No podía perder el tiempo.

El capitán se movía entre las jaulas con determinación, forzando una cerradura tras otra, mientras hablaba a los prisioneros con voz firme, tratando de calmarlos y alentarlos. Pero la situación no era fácil. Mientras algunos esclavos le devolvían la mirada con un atisbo de esperanza, otros estaban dominados por el miedo.

Solo quiero ayudaros —repitió Syxel, abriendo la puerta de una de las jaulas y moviéndose con rapidez hacia la siguiente. Sabía lo que era estar en su lugar. Podía ver en sus ojos el mismo miedo que él había sentido, la desesperación de estar atrapado en un destino que no les daba opción más que morir o vivir encadenados.

Pero uno de los prisioneros no lo vio así. Un hombre se acercó y, con voz temblorosa, pero llena de severidad, replicó. Luego se apartó, tomando asiento en la esquina más alejada de la jaula. Sus palabras pesaban en el ambiente. Silver no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Entendía su miedo. Él mismo había estado en ese lugar, encadenado y humillado, con el deseo de escapar apagado por la realidad de que un solo movimiento en falso significaba la muerte.

Lo comprendo, —dijo el capitán, aunque sus palabras sonaban duras incluso para sus propios oídos—. Pero a veces la libertad vale ese riesgo. Yo también estuve donde estáis ahora, y lo sé bien... Pero os aseguro que morir luchando por vuestra libertad será mejor que vivir un día más como esclavos. Luchamos para cambiar nuestro destino.

Al llegar a la siguiente jaula, Syxel comenzó a trabajar en la cerradura cuando una mano se posó sobre la puerta. Una mujer delgada, pero con una mirada llena de determinación, detuvo el movimiento, silenciando el chirrido de las bisagras. Sus ojos lo miraban con dureza, pero también con algo que no había visto en los otros: una chispa de esperanza.

Syxel sostuvo la mirada de la mujer. Ella no buscaba consuelo, solo la verdad. Y Silver no podía mentir. La situación era difícil, peligrosa. Solo estaban él y Balagus, en medio del caos que habían creado, sin un barco de respaldo ni refuerzos esperándoles. Pero no podía fallarles. No ahora.

No te mentiré. No tengo todas las respuestas, —comenzó, hablando con honestidad—. No tenemos un ejército detrás de nosotros ni un barco esperándonos. Solo estamos mi compañero y yo. Pero estamos aquí, ahora. Y lucharemos hasta el final para que tengáis una oportunidad.

Hizo una pausa, mirando a los otros esclavos que escuchaban en silencio.

Si estáis dispuestos a intentarlo, os prometo que no os dejaré atrás. No sé qué nos espera más allá de estos muros, pero os aseguro que hacer frente a esta maldita situación será mejor que seguir viviendo como esclavos.

Los ojos de la mujer no se apartaron de los suyos. Silver hablaba desde la experiencia, desde las cicatrices de su pasado. Sabía que no había garantías, pero también sabía que merecía la pena intentarlo.

Es vuestra decisión, pero si estáis dispuestos a luchar por vuestra libertad, no dejaré que os arrebaten esa oportunidad.

Con una última mirada firme, el capitán volvió su atención al collar explosivo que llevaba uno de los esclavos. Empezó a examinar el mecanismo, buscando la forma de abrirlo. Sabía que era arriesgado, pero no había vuelta atrás. Si no lograba forzarlo, necesitaría encontrar a alguien que tuviera las llaves.

Resumen
#30


Salto de foro:


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