Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Autonarrada] [Aventura - T4] Somos lo que bebemos
Ray
Kuroi Ya
El Baratie es un lugar único en el East Blue. A menudo tratado como si fuera una isla por los mapas y navegantes, realmente es tan solo una descomunal embarcación, mucho más allá del tamaño de cualquier otro navío en ese océano. No obstante está muy lejos de ser simplemente un barco. Su peculiar estructura, con un edificio de enormes proporciones en su superficie, habla por sí mismo. Y cuando uno descubre que se trata ni más ni menos que del restaurante más prestigioso y afamado de este mar y uno de los más reconocidos en el mundo entero ya empieza a entender su verdadera dimensión.

El lugar ha estado en el foco de la prensa local en las últimas semanas debido tanto a que sufrió un asalto por parte de una conocida banda de piratas como porque sus dueños anunciaron recientemente que, con motivo de la conmemoración del aniversario del restaurante, en unas semanas dispondrán de un menú muy especial. Además corre el rumor en las tabernas a lo largo del East Blue de que no se ha visto a la dueña del local ni al chef desde hace unos días. La pareja de ancianos que regenta el establecimiento son muy queridos en los mares por su generosidad, dando de comer a quien llegue hambriento a su restaurante sin importar si puede pagar los alimentos que se le ofrecen o no, y por eso su repentina ausencia está siendo de lo más comentado. Más aún teniendo en cuenta el hecho de que nadie conoce los motivos de esta ni el paradero de ninguno de los dos. Con todo ello no es de extrañar que las cosas estén un poco revueltas.

Nuestro protagonista llega al lugar y se encuentra con un gran ajetreo. Empleados que van de acá para allá transportando cajas de suministros desde los barcos mercantes hasta el interior del restaurante, navegantes arribando con intención de descansar y disfrutar de una deliciosa y copiosa comida, comerciantes interesados en vender sus productos... todos ellos se juntan y separan, hablan entre sí y recorren el lugar de un lado para otro, provocando que la sensación al desembarcar allí sea de alboroto y descontrol. Sin embargo nada sucede por azar, ni esa situación es algo a lo que no estén acostumbrados allí. No obstante tanto ajetreo puede resultar peligroso para alguien del tamaño del revolucionario, ya que con las prisas muchas personas no le ven, corriendo el riesgo de tropezar con él e incluso aplastarle sin querer. Desde su izquierda una mujer que porta en sus manos varias bolsas llenas de vegetales de toda clase parece dirigirse justo hacia él, pero al mismo tiempo un hombre de gran altura que lleva un par de cajas sobre sus brazos va a cruzar justo por delante de él desde su derecha.

A lo lejos, en la puerta del establecimiento, puede verse al hijo de los dueños, quien en los últimos días ante la ausencia de sus progenitores se ha convertido en la máxima autoridad dentro del restaurante. Parece mirar al horizonte, vigilante, como si estuviese escudriñando la lejanía para detectar la posible presencia de alguna embarcación. Tiene una expresión preocupada a la vez que tensa en su rostro, lo cual no es de extrañar si es cierto que ha quedado temporalmente al cargo del Baratie en solitario como se dice por ahí.

Cosas
#1
Tofun
El Largo
Personaje

Mañana del día 30 de Verano del año 724


¡Menudo viaje nos habíamos pegado! Tras el éxito en Oykot, el grupo de revolucionarios estaba más animado que nunca. Viajamos desde allí hasta el Baratie para disfrutar de una "celebración" improvisada por la victoria. Mi mujer, Gregoria, volvió a su ciudad natal, el pueblo de Rostock en la Isla Kilombo, y lo agradecía. Aunque apreciaba a esa mujer, cargar con una frenética e hiperactiva señora de 104 años no era la mejor de las ideas para una aventura.

Fuera como fuese, habíamos atracado en el Baratie. Ragnir, Airgid, Hato, Alistair, Asradi, Ubben, Umibozu, Rockey, Lemon, Lobo... ¡y Pepe, el perro de la tripulación! A 'Los Piezas' los dejamos en Oykot manejando el cotarro, y ellos, con la fiesta que había allí, encantados.

El Baratie... ¡qué recuerdos! Lo habíamos divisado desde varias millas de distancia. ¡Había cambiado muchísimo! Antes era mucho más pequeño y, por lo que intuía, más modesto. Un lugar para llenar el estómago, sin historias, sin rollos políticos ni interferencias del Gobierno o la Marina. Un sitio donde se aceptaba a cualquiera y, aun así, nadie se pasaba de la raya. Habían logrado mantener un barco-restaurante con su propio ecosistema, uno basado en respeto y valores. — El viejo Zaza... — susurré al viento. Era el dueño del local; lo conocí antaño. Él mismo me sirvió uno de los mejores guisos que había probado en mi vida. Nunca supe si lo había cocinado él o su mujer, pero el recuerdo de su sabor era imborrable, incluso con mis pérdidas de memoria.

Escuché rumores sobre un robo, algo relacionado con los piratas de Pepe Roni, los 'Sin Calzone'. ¿En serio iban por ahí en plan comando? Estas bandas piratas de hoy en día... en mi época eran piratas de verdad, no estas tonterías modernas. Se acercaba el aniversario del Baratie y... ¡joder!, ojalá poder estrecharle la mano a Zaza o a su segundo al mando. De momento, me iba a conformar con una visita rápida.

Hice mi rutina matinal de Yoga, costumbre que heredé de la buena Gregoria. Avisé al resto de mi tripulación que me apetecía disfrutar del lugar a solas, no sin antes tomarme un onigiri y un buen chupito matinal con Ragnir. ¡El muy mequetrefe había trabajado aquí! Era una caja de sorpresas. Disfruté del desayuno mientras escuchaba su curiosa historia. Desembarqué con tranquilidad, disfrutando del caos organizado que había en la cubierta: empleados moviendo suministros de un lado a otro, barcos llegando y amarrando en el puerto, comerciantes intentando hacer su mes y todo tipo de personas variopintas. Caminé despacio, esquivando un amasijo de lechugas que una señora llevaba en una bolsa, y justo al girarme tuve que moverme rápido para pasar entre las piernas de un hombre que cargaba un par de cajas. ¡No me habría importado recibir un golpe! Era algo normal y disfrutaba del ambiente frenético.

Continué avanzando, prestando atención a los posibles choques, saludando por aquí y por allá sin conocer a nadie. "Hey", "¿Qué pasa, socio?", "¡Buenas, camarada!", "Ojo con eso, bravucón", "Ánimo ahí, chavalote", "Señora, que tenga usted una fantástica mañana". Algunos contestaban y otros no, pero el mero hecho de saludar me hacía sentir feliz. Con una sonrisa en el rostro y casi sin darme cuenta, me acerqué a un hombre que vigilaba la puerta del establecimiento. ¿O más bien estaba vigilando los barcos que llegaban? Me costaba discernirlo. No parecía prestar mucha atención a lo que le rodeaba y su rostro mostraba signos de preocupación. El caso es que mientras recorría los últimos pasos que me separaban de el encontré un extraño parecido con Zaza, el antiguo dueño que conocí en la apertura del local.

- ¡Buenos días tenga usted! Sepa, que se parece mucho al hombre que inauguró este local... Ai... Que tiempos aquellos. [Carisma & Fealdad]

Educado, alegre y nostálgico, que mezcla de emociones. 



(Todo actualizado en el primer post)
Inventario

V&D y aclaraciones
Estadísticas con bonos de Tofun:
45+15 FUE | 35 RES | 5 DES | 5 PUN | 55+10 AGI | 50 REF | 35 VOL | 25 CA
Energía: 460-60(20x3Chupitos(invite a mis panas))+10(Regeneración)=410
Resumen
#2
Ray
Kuroi Ya
Los miembros del Ejército Revolucionario llegan juntos al Restaurante Marítimo Baratie formando un grupo de lo más pintoresco. Entre ellos están representadas la inmensa mayoría de las razas que pueblan los mares, incluyendo minks, sirenas y hasta tontattas. No es de extrañar, por lo tanto, que la gente les mire a su paso.

El bueno de Tofun se separa de sus compañeros y decide explorar el restaurante por su cuenta. Al fin y al cabo es un local donde sirven comidas, no un bosque encantado ni una jungla tropical. ¿Qué es lo peor que podría pasar? No hay (o no debería haber) fieras salvajes acechando al doblar una esquina, y la política que los dueños del lugar llevan décadas asegurándose de que se cumpla es que las confrontaciones no están permitidas.

El hombre al que interpela aduciendo a su parecido con el dueño del Baratie, o al menos con su aspecto de hace cuarenta años, le mira extrañado. Pero es cierto que el rostro del diminuto tontatta se ha vuelto bastante conocido en el East Blue en las últimas semanas, sobre todo a raíz de los acontecimientos ocurridos en Oykot, por lo que se da cuenta de quién se trata. Aún así, sorprendido por la coincidencia, le pregunta:

- ¿Y de qué puede conocer un miembro del Ejército Revolucionario a mi padre?

Su rostro, ligeramente arrugado por los años, mira inquisitivamente al pequeño visitante. Su aspecto es duro y adusto, el de alguien acostumbrado a no dejar nada al azar y estar siempre alerta. Sus músculos se marcan bajo el traje de cocina que lleva pese a que este no es demasiado ajustado, lo que muestra a las claras que pese a rondar el medio siglo de edad se encuentra en una forma física excelente.

- Solo estaba vigilando que esos malditos piratas Calzzone no hubieran vuelto a acercarse por aquí. - Afirma con un tono que rezuma un incontenible odio.

Acto seguido su expresión cambia radicalmente hacia una mucho más amable y, con una voz infinitamente más calmada, dice:

- Perdona por mi falta de hospitalidad, a veces se me olvidan mis modales. Mis padres no se encuentran en el restaurante en estos momentos, así que yo soy quien está al cargo ahora mismo. ¿Quieres comer algo?
#3
Tofun
El Largo
Palidecí un instante ante la respuesta del supuesto vigilante. Demasiadas emociones a la vez, como cuando mezclas sake con ron. ¿Miembro del ejército revolucionario? ¿Famoso, yo? Lo de Oykot había sido un puntazo, pero no esperaba que el efecto fuera tan rápido. Por otro lado, ser famoso no siempre era bueno, especialmente en este mundo donde un día te invitan a un trago y al siguiente te buscan para cortarte la cabeza. Tragué saliva. La sorpresa no acababa ahí, resulta que el chaval era hijo de Zaza. ¡Joder! ¿Cómo pasa el tiempo tan rápido? Cogí aire y valor antes de responder, sin tener claro qué decir.

Oh... Así que eres el hijo de Zaza... Puede que esto no te importe, pero yo estuve en la inauguración del local. Me pillé más de una buena tarrancha aquí, en mis años mozos. Conozco a tu padre, aunque no sé si él se acordará de mí... Digo, siendo ciego y con la de borrachos que habrá escuchado en su vida, ¡no le culpo! — Solté una risita nerviosa, había omitido la parte en que a mí y a "Los piezas" mi grupo antisistema de antaño nos hubiesen echado en varias ocasiones del local por liarla. — Pero me sorprende que sepas quién soy. Vaya, las noticias vuelan más rápido que un borracho buscando el último trago en este mar.

El hombre se disculpó y me explicó la situación. No es que estuviera siendo borde, simplemente no tenía a sus padres a bordo del barco, y claro, la responsabilidad de aquel local caía sobre sus hombros. Lo entendía perfectamente, más aún cuando mencionó a los Sin Calzones. Ya había oído que andaban dando problemas, aunque también escuché que habían atrapado a su líder. Ah, sí, el legendario Pepe Roni.

Escuché que habían atrapado a ese tal Pepe Roni, ¿no? Con su captura, quizá estén más tranquilos. — Hice una pausa para ver su reacción, pero no pude evitar que se me escapara una sonrisa ante lo ridículo que sonaba ese nombre en voz alta. Después le tendí la mano.

Mi nombre es Tofun, y en honor al buen servicio que recibí de tu padre en el pasado, cuenta con mis servicios para repeler cualquier incursión pirata. Además, si te sobra un hueco en la cocina, no me importaría echarte un cable. Digamos que tengo unas habilidades bastante… peculiares para los fogones. — Dije con una sonrisa sincera, aunque quizás la palabra “peculiares” no le diera la confianza que estaba buscando. — En resumen, estoy a tu disposición.

Resumen y datos
#4
Ray
Kuroi Ya
El cocinero asiente al escuchar hablar al tontatta, pues se alegra al escuchar su historia sobre de qué conoce a su padre y el hecho de que guarda un buen recuerdo de él. Además de ser uno de los asistentes a la inauguración del restaurante cuando él era apenas poco más que un bebé. Sus padres siempre le habían hablado de aquel día en el que por fin pudieron dejar atrás su pasado y empezar su vida como dueños de un restaurante que con el tiempo se había ido haciendo famoso a lo largo y ancho de los mares, y conocer a alguien que había estado presente en ese inicio era emocionante. Aunque se tratara de un célebre miembro del Ejército Revolucionario que la había liado en el Reino de Oykot recientemente.

El subchef es consciente de la captura del líder de la banda pirata que tantos problemas les ha estado causando en los últimos meses, pero no por ello ha disminuido su vigilancia. Al fin y al cabo, aún sin su capitán aquellos radicales podían intentar volver en cualquier momento, ya que sus extremas ideas les empujaban a querer acabar con el Baratie a toda costa, o eso habían proclamado en otras ocasiones.

- Yo soy Douma, y soy el subchef del restaurante, aunque en estos momentos esté actuando como chef principal ante la ausencia de mi padre. - Contesta con tono amable. - No puedo decir que nos venga mal algo de ayuda en cocina ahora mismo, ya que estamos uno menos, pero tampoco quiero abusar de tu confianza.

Hace una pequeña pausa, durante la cual se puede ver que su mirada desprende cierta melancolía. No obstante enseguida se repone y continúa hablando.

- No parece que vayamos a tener muchos problemas con otros piratas, la verdad. Los Piratas Calzzone eran los únicos que han causado alboroto por aquí últimamente, y aunque no descarto que vuelvan a intentar algo pese a no poder contar ya con su capitán es verdad que es mucho menos probable. Eres bienvenido de igual manera. Aunque si pretendes esperar ala vuelta de mi padre, has de saber que probablemente tanto él como mi madre se demorarán al menos una semana. Acompáñame a la cocina, por favor.

Si el pequeño tontatta decide seguir al chef podrá ver cómo ha cambiado el restaurante con los años en su camino hasta la cocina. Y una vez allí, el subchef le ofrecerá algo de comer.

- De todas formas, antes de ayudarnos como tan amablemente te has ofrecido a hacer puedes comer algo si quieres. Hoy tenemos como plato especial del día en nuestro menú atún elefante escabechado con reducción de pimientos de Dawn, pero puedes elegir cualquier otro plato de la carta si lo prefieres.

Decida o no comer algo antes de empezar, Tofun podrá ver desde dentro la cocina. Es enorme y cuenta con una cantidad de utensilios y materias primas auténticamente absurda. Hay todo lo que pueda imaginar en ella. Los cocineros rasos se afanan entre fogones o cortando carne, pescado o verduras para servir a sus clientes los alimentos más selectos. De una u otra manera después de ello Douma le hará un tour por la cocina y le presentará al resto del personal que trabaja en la misma. Entre ellos se encuentra Jeff, un jovial y joven cocinero que saluda al tontatta efusivamente y le hace una peculiar advertencia:

- ¡Mantente alejado de los higos!
#5
Tofun
El Largo
Me alegró ver cómo el hijo de Zaza parecía agradecer mis anécdotas de los tiempos mozos. Se presentó como Douma; al parecer, normalmente trabajaba de subchef, pero, como era inevitable, tenía que hacerse cargo de todo hasta la vuelta de sus padres, que tardarían como mínimo una semana. Asentía mientras prestaba atención a Douma. Comentó que los Piratas Calzzone eran una amenaza menor, pero que no descartaba recibir algún tipo de ataque por su parte. Asentí de nuevo; razón no le faltaba. Después, recibí una invitación oficial y me guió hacia la cocina, así que le seguí con pasos cortos y alegres.

La cocinera era enorme; no esperaba menos. El Baratie se había convertido en el barco más grande que había visto nunca. El movimiento y la actividad del exterior eran brutales, así como el número de barcos atracados en el puerto. La cocina era una de mis pasiones, por lo que valoraba enormemente la gran cantidad y calidad del material de aquel lugar. Cabe decir que no soy el mejor chef del East Blue; sé pelear en los fogones, pero donde realmente destaco es con las salsas, gracias a mi habilidad de Akuma no Mi. — Estaría encantado de probar ese atún; siempre he sido una persona que se deja recomendar y, además, suena delicioso. — Disfrutaría, donde fuera posible, el plato; no necesitaba paripé para comer, podía hacerlo en el suelo si fuese necesario.

Durante el tour que Douma me hizo por la cocina, saludé de manera breve y cordial a todo el personal. Sabía lo que era estar hasta arriba de trabajo y no quería hacerle perder el tiempo de manera innecesaria a nadie. Entre ellos, destacaría a Jeff; ¡qué energía tenía ese chaval! No le quise apretar la mano con fuerza porque aún era un rapaz, pero casi me arranca la mano del cuerpo. — ¿Alejado de los higos? — Pregunté abiertamente. Sin más dilación, buscaría un delantal y le haría una última pregunta a Douma. — Si te parece bien, prepararé un plato de prueba y se lo presentaré a quien usted guste. Si pasa la prueba, podría preparar bastante cantidad de cara al menú. — Estaba ilusionado; hacía mucho tiempo que no cocinaba en serio. Me había dejado llevar; de vez en cuando me daba algún capricho, pero como bebía más que comía, nunca solía ser una prioridad.

Ojearía la cocina para, primero, ver a los hijos e intentar comprender qué ocurría con ellos, y segundo, aprender dónde estaban todos los ingredientes necesarios para mi ceviche de tilapia con salsa de vino blanco, hierbas y licor de algas picantes. Colocando mis manos en la superficie fría de acero inoxidable, me acomodé el delantal. Primero, saqué la tilapia fresca; su aroma me recordó al mar que tan cerca tenía. Con un cuchillo afilado, corté los filetes en cubos pequeños. Luego, exprimí jugo de limón sobre la tilapia, permitiendo que el ácido la curara un poco mientras añadía cebolla morada y pimiento rojo picados.

Mientras el pescado se marinaba, me dediqué a preparar mi famosa salsa de vino blanco. Tuve que concentrarme para ello; era uno de los dos ingredientes clave. En una olla, solté la mezcla de vino con un toque de aceite de oliva y ajo picado, intentando que nadie me viese emanarlo de mi cuerpo. La mezcla burbujeó suavemente, y un aroma delicioso llenó el aire. Luego, llegó el momento del toque maestro: agregué mi licor de algas picantes, una de mis mejores creaciones. En realidad, era un sabor muy suave, ligeramente picante, un acompañamiento ideal para la salsa de vino. Con movimientos rápidos y precisos, mezclé todo, asegurándome de que cada ingrediente se integrara perfectamente.

Resumen
#6
Ray
Kuroi Ya
Tras disfrutar adecuadamente de las viandas ofrecidas por el subchef Douma, ahora en funciones de chef principal y manager del restaurante ante la ausencia de sus progenitores, y recibir un distendido tour por las instalaciones de la mano de este comienzas a relacionarte con el personal de la cocina. Douma, ante tu generosa oferta de ser puesto a prueba en la preparación de uno de tus platos estrella de cara a comprobar si es digno de ser servido en la prestigiosa carta del Baratie, acepta encantado, designando a Jeff como la persona que catará la comida que presentes ante él.

Este se muestra ligeramente avergonzado cuando le preguntas por los higos tras su extraña advertencia. Algo dubitativo y rascándose la parte posterior de la cabeza con su mano izquierda, te pone en situación:

- Hace poco recibimos el primer pedido de un nuevo proveedor. Los higos tenían muy buena pinta, y el chef Zazaemon, al que le encantan, los probó el primero. Nadie más cogió ni uno. Apenas unas horas después el chef estaba muy enfermo, con fiebre alta, temblores y vómitos. Su mujer, la jefa de sala Nana, se lo llevó a las Islas Gecko para que fuera atendido por un médico. Por eso ninguno de los dos están aquí. Desde entonces nadie nos hemos atrevido siquiera a tocar esos higos.

El joven señala a la enorme caja situada en una esquina de la cocina, donde decenas de higos que aparentemente tienen un aspecto tremendamente apetitoso se agolpan sin que nadie haga el más mínimo ademán de acercarse a ellos. Puedes ver en su rostro claramente la preocupación que siente por el estado de salud de su jefe y maestro, a quien parece apreciar considerablemente.

Los cocineros observan mientras trabajan tu desempeño, y puedes oírles hablar en voz baja sobre que tus habilidades son más que notables para alguien sin experiencia en un restaurante de alto nivel. Parecen ciertamente impresionados con lo bien que te desenvuelves entre los fogones. En particular les ha sorprendido la velocidad a la que has preparado la salsa al vino, sin necesitar siquiera preguntarles dónde guardaban el vino blanco.

Cuando finalizas todos se reúnen durante un momento para escuchar el veredicto de Jeff. Este, sintiendo la presión sobre sus hombros al verse observado, se sienta en un taburete frente al plato que le has presentado. En primer lugar huele los alimentos, inhalando un par de veces lenta pero profundamente, para que sus fosas nasales se llenen de los aromas que desprenden, analizando cada matiz con detenimiento. Después, tras asentir ligeramente, coge un tenedor y prueba el primer bocado, asegurándose de coger un poco de cada ingrediente para disfrutar de la composición en su conjunto. Paladea durante un largo minuto, masticando despacio pero sin parar y moviendo la comida por toda su boca para que todas las papilas gustativas se empapen bien de las diferentes sustancias que la componen. Finalmente traga sin esfuerzo y, con gesto de aprobación, afirma vehementemente:

- El viejo sabe lo que hace, sin duda. Este ceviche está exquisito, en particular por el toque ligeramente picante de la salsa. Lo creo apto para servirlo a nuestros estimados clientes.

La cocina estalla entonces en aplausos. Todos te felicitan, y te das cuenta del buen rollo que inunda aquel lugar. Da la sensación de que todos los empleados están más que a gusto trabajando allí y todo el mundo se lleva bien.
#7
Tofun
El Largo
El asunto de los higos olía a gato encerrado. A simple vista, parecían inocentes, jugosos, y perfectamente comestibles, pero el Chef, un tipo resistente, experimentado, y con un paladar que reconocía cualquier sabor del East Blue, había caído enfermo tras comer uno. ¿Cómo demonios se había puesto malo por un simple higo? Las teorías empezaron a volar en mi cabeza: ¿veneno? ¿Una treta de la competencia? ¿Un camarero mal pagado vengándose? ¿Algún cliente que no le gustó el servicio? ¿Pepe Roni, antes de que lo arrestaran, había lanzado su última jugada maestra con higos contaminados? No lo descartaba. Pero ya investigaría más tarde, ahora era momento de probar el bocado que Douma me ofrecía. ¡Una delicia!

Con el estómago lleno (o al menos semilleno, porque el ceviche necesitaba espacio), me puse manos a la obra para preparar mi especialidad. Al terminar, se lo pasé a Jeff, el catador oficial de la cocina. Para mi sorpresa, toda la brigada estaba expectante, como si fueran a ver el final de un combate épico. Jeff, profesional como pocos, hizo la cata con toda la seriedad del mundo, y tras saborear cada matiz, dio el visto bueno, elogiando especialmente la salsa. ¡Boom! La cocina explotó en júbilo como si hubieran marcado el gol de la victoria en la final de la Grand Line. Yo, con una mueca de incredulidad y un toque de orgullo, pensé: ¿de verdad estaban celebrando que el plato estaba bueno con tanto entusiasmo? Esta gente era maravillosa. ¡Qué buen ambiente había en el Baratie! — ¡Muchas gracias a todos! — Exclamé con una sonrisa de oreja a oreja. — No sabéis lo que me honra ver vuestras sonrisas. ¿Qué más quiere un buen chef que hacer feliz a la gente con su comida?´

En medio de mi discurso, me dio un pico de hipo brutal. ¡Hip! Y ahí estaba yo, soltando 20 "hips" en 5 minutos. Claramente, no podía seguir cocinando en ese estado, así que aproveché para investigar los higos... con mucha cautela, claro. Me acerqué a la mesa donde estaban, mirándolos de reojo para ver si alguien estaba prestando demasiada atención a mis movimientos. Parecían normales, pero no pensaba arriesgarme a acabar como Zaza. Si un higo pudo tumbar a alguien de su calibre, ¿Qué me esperaba a mí?

Conforme pasaron las horas, empecé a preparar ceviche en masa. Utilicé dos grandes potas: una para la salsa y otra para marinar el pescado. No tenía prisa; el proceso llevaba tiempo, y tiempo era lo que necesitaba para empezar mi investigación sigilosa. Mientras cocinaba, fui preguntando disimuladamente a los cocineros sobre Zaza y su misteriosa caída. — Oye, ¿Zaza discutía mucho con alguien? — Preguntaba con tono casual, como quien comenta el clima. Y de vez en cuando le echaba un ojo a la mesa de los higos, por si algún sospechoso andaba cerca. En una ocasión, cogí un utensilio de madera y los moví, como quien no quiere la cosa, para ver si había algo extraño escondido debajo. Evidentemente, después tiré el utensilio en una olla de agua hirviendo para desinfectarlo. ¡A mí no me pillaban por sorpresa!

Resumen

#8
Ray
Kuroi Ya
Tu desconfianza hacia esas extrañas frutas que son los higos parece claramente justificada, a juzgar por la historia que te han contado. Es cierto que algo en todo aquello no huele bien, y resulta realmente sospechoso. Sin embargo, por más que te fijes en ellos, no consigues ver nada que llame tu atención. A simple vista parecen unos higos normales y corrientes, incluso podría decirse que más apetitosos de la media. Es todo un misterio.

Sigues cocinando, ebrio como te encuentras, aunque como se trata de tu estado habitual eso no supone ninguna desventaja para ti. Pese a tu embriaguez te manejas entre los fogones con destreza y eficacia, preparando platos de ceviche con tu salsa especial que algunos clientes piden al ofrecérseles. Y las impresiones no parecen estar siendo malas, o al menos eso es lo que Douma te hace saber:

- Te doy mi enhorabuena, señor revolucionario. Tu ceviche está triunfando y cada vez más clientes lo piden. Está siendo un auténtico éxito. - Te cuenta, exultante, mientras se ríe a carcajadas y te da una palmada en tu diminuta espalda. Aunque, al no haber tenido en cuenta lo pequeño de tu tamaño dicha palmada acaba convirtiéndose a la vez en una colleja que golpea suavemente tu nuca y un azote en tu trasero. Lo cual resulta bastante curioso.

Mueves alguno de los higos sutilmente con una cuchara de madera, pero no consigues percibir tampoco nada rara. Sea cual sea el secreto de estos frutos da la sensación de que no va a resultar ni mucho menos sencillo revelarlo.

En ese momento empiezan a escucharse ruidos fuera. Puedes oír a Douma, en el comedor principal, gritar:

- ¿Quiénes sois y qué queréis? - Su voz suena brusca y enfadada, lo que hace pensar que alguna persona no deseada ha irrumpido en el restaurante o que alguien la está liando más de la cuenta. Escuchas un disparo, y escasos momentos después los gritos se multiplican. Se empieza a oír pasos, muchos pasos, acompañados de un desordenado griterío. Las pocas cosas que puedes captar parecen gritos de miedo o de súplica, y los pasos rápidos que se escuchan dan la sensación de pertenecer a personas corriendo. ¿Qué harás?

Off
#9
Tofun
El Largo
Esta gente era la ostia, el ambiente era tan bueno que me vine arriba. Entre los halagos y las celebraciones, especialmente de Douma, que me felicitaba porque el ceviche se estaba extendiendo entre los comensales, no podía estar más contento. — ¡Gracias, Douma! —  Le dije, volviendo a mi puesto después de agarrar más cilantro. —¡Hey, Mike! ¡Lo estás petando! — solté señalando a un chaval cuyo nombre no conocía. — ¡Hip! Morena, siempre dejas todo en su punto. — Le dije a una cocinera a la que nunca había visto en mi vida. — ¡Ojo con esa salsa, bribón! — Le espeté a otro que no tenía ni idea de lo que estaba cocinando. Iba por la cocina como si fuera el jefe de la oficina, emborrachado de éxito y de buen rollo. ¡Estaba en mi salsa, nunca mejor dicho!

Pero justo cuando estaba dándole vueltas a lo que podrían tener esos malditos higos, ocurrió. Un gran alboroto comenzó a escucharse desde el comedor principal. Los gritos y el caos iban en aumento, y en un parpadeo, pasos apresurados, voces alteradas... ¡y disparos! ¿Qué diantres?

No lo dudé ni un segundo. Salí disparado hacia el escenario principal con la bata y el gorro de cocinero todavía puestos, intentando ser discreto entre la multitud para averiguar qué narices estaba pasando. Si podía actuar desde las sombras del desconcierto y el caos, mejor que mejor. ¡Era realmente extraño! El Baratie siempre había sido un lugar pacífico, y muy, pero muy pocos se atrevían a montar lío aquí. Ni siquiera los malditos Blackmore, que solo venían a comer y a hablar de sus asuntos turbios, montaban espectáculos. Si alguien la estaba liando en el comedor, solo había dos opciones: o no eran de esta zona, o tenían los cojones como dos sandías de grandes.

Me ajusté el anillo de "Los Piezas" y me preparé, salivando mientras creaba un poco de alcohol en mi boca, listo para usarlo si la cosa se ponía fea. ¡Estaba claro que algo gordo se venía!

[Imagen: image.png?ex=670bd1dc&is=670a805c&hm=f48...818f1da43&]

Información de Tofun
#10


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