Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Misión de Temporada] El Gato y el Ratón - Grupo B
Ray
Kuroi Ya
Los ojos de Karina sostienen la fija mirada de la sirena mientras esta le responde. Las metáforas de esta sobre el mar y sus corrientes son unas que una experimentada marinera como ella comprende a la perfección, y vais notando en su rostro cómo las palabras van poco a poco calando en ella, pues su expresión parece irse tornando ligeramente menos dura según avanza la conversación.

Tras la llamada de Tofun Airgid redobla sus esfuerzos, siendo mucho más específica en cuanto a lo planeado y provocando ligeramente a la líder de los balleneros al dejar muy a las claras que el alzamiento va a suceder igualmente se sumen sus hombres o no. La impresionante marinera os mira con un gesto serio pero que, si os fijáis detenidamente, podría traducir incluso aprobación.

- Tenéis agallas, eso tengo que reconocéroslo. - Os dice, terminando su frase con un largo parpadeo y un tenue suspiro.

Es en ese momento cuando Ragnheidr, dejando ver muy claramente la rabia que le provoca que alguien no esté dispuesto a todo para luchar por su libertad y por su pueblo, interviene de nuevo en la conversación. La expresión de Karina se endurece. No parece gustarle que se dude de ella ni de su valentía, al igual que de la de su pueblo. Sus palabras tienen un tono calmado, pero puede palparse la tensión en ellas:

- No se trata solo de luchar o no, soldado, sino de en qué condiciones. - Responde. - Ser un líder no es solo dar la cara por tu gente, es poner su bienestar por encima de todo, incluso del propio orgullo. Nada me gustaría más que destruir esa central que está quitándonos nuestra forma de vida, pero sé que no tenemos nada que hacer contra el ejército real.

Se hace un silencio durante unos segundos que, dada la importancia del momento y todo lo que está en juego, casi parece durar horas. La líder de los balleneros tiene la mirada perdida, como si estuviera en otro lugar. Sus pensamientos se arremolinan en su cabeza mientras trata de ponerlos en orden, buscando decidir qué es lo mejor para su gente.

- No obstante, si en algún momento vamos a tener una oportunidad es en este. - Os reconoce finalmente mientras suspira. - Así que más nos vale ponernos en marcha si queremos ser partícipes de nuestra propia liberación. Gracias, forasteros, espero que nos veamos triunfantes tras superar la batalla que se avecina.

Es entonces cuando un poderoso estallido resuena en toda la isla. El estruendo es ensordecedor, y una densa nube de humo aparece no demasiado lejos de vuestra posición. A los pocos segundos un hedor indescriptible lo inunda todo, un olor como nunca habéis percibido que se mete en vuestras fosas nasales y comienza a impregnar todo a su alrededor. Sin embargo, podéis ver cómo Karina arruga el entrecejo, reconociendo al instante ese infernal aroma.

- ¡El fuguström! - Exclama, mientras comienza a organizar a los dos hombres junto a ella para que reúnan al resto de los balleneros con intención de partir hacia el lugar de la explosión. Parece ser un sitio de importancia para ellos, pues en cuanto se han dado cuenta de lo que estaba sucediendo se han puesto en marcha a una velocidad envidiable.

Off
#21
Asradi
Völva
Personaje


Por fortuna, ahí estaba Airgid para calmar los ánimos de Ragn. No era plan de que ahora se suscitase una discusión cuando, lo que necesitaban, era convencer a esa mujer de que ella y sus balleneros echasen una mano en ese alzamiento revolucionario. Asradi dedicó una breve sonrisa a la rubia antes de asentir un momento a las palabras de Karina.

Quizás no tengamos que destruir la central. Sino solamente echar a sus actuales dueños. — La expresión de la sirena era terriblemente encantadora. Y con un aire claro de pícaras segundas intenciones. Si esa central estaba quitando el trabajo de las buenas gentes de Oykot, ¿por qué no conseguirles otro a cambio? Y mucho mejor que el actual, mejor remunerado seguramente. Y no solo eso, sino que, al mismo tiempo, las ballenas ya no sufrirían esa caza abusiva solo por el aceite.

Todos salían ganando. Lo único que tenían que hacer alzar en armas a los que pudiesen, para que clamasen por sus derechos y su libertad. Ellos, por un lado, ya habían dado el primer paso con Karina.

Pero mientras Airgid y Ragn mantenían también ese intercambio de palabras con Karina, justo todo tembló. Y junto a ello, el sonido como de una explosión que hizo retumbar todo el lugar en el que se encontraban. La sirena se enderezó con una expresión entre alarmada y en guardia, mientras miraba a los allí presentes, con ella, y también a su alrededor.

¿Qué ha sido eso? — La chica salió del lugar dando unos graciosos saltitos, al mismo tiempo que Karina clamaba algo sobre fuguström y salía organizada ya con algunos de sus hombres. — ¿Ha dicho fuguström? ¿Será como el surströmming?

Ella conocía la segunda palabra. Era arenque fermentado que había probado en más de una ocasión y el cual le parecía un verdadero manjar. Una exquisitez que no estaba a la altura de todos los paladares. Del fuguström algo había escuchado hablar en otros puertos en los que había recalado antes, pero nunca lo había probado. Fuese como fuese, miró a su alrededor o, más bien, hacia el origen del sonido. No fue complicado atisbar, a lo lejos, el lugar de la explosión. ¿Había sido en medio del pueblo? ¿Y no era ahí donde estaba Lobo y los demás?

No jodas... — Abrió los ojos como platos, soltando una especie de insulto o maldición en su idioma. Acto seguido, sacó el den den mushi de su mochila.

Por suerte, el día anterior había estado calibrando con él los caracolófonos y sintonizándolos para que pudiesen comunicarse sin problemas. Hasta ese lugar también llegaba el aroma del fuguström. Sí que era fuertecillo, sí. Eso era señal de que estaba bien fermentado. Esperaba que no se hubiese perdido todo, pues le encantaría probar un poco. De todas maneras, ahora no era tiempo de pensar en eso. ¿Qué carajos habían hecho?

Mientras marcaba el código, se giró hacia Airgid y hacia Ragn, dando saltitos apresurados.

¡Me voy a adelantar con la corriente! — Lo dijo así, tal cual, antes de saltar al agua cerca del puerto. Si seguía la orilla de la costa del puerto, durante unos metros, encontraría la desembocadura del río en sí.

Mientras iba, por ahora, por el puerto, terminó de contactar con Lobo.

Caniche Alfa, ¿me escuchas? Aquí Escamas Cantoras, ¿estáis bien? ¿Qué ha pasado? — Frunció el ceño unos momentos. En parte por no saber qué había sucedido y en parte por el esfuerzo de ir todo lo rápido que podía con su cola por las tablas del puerto. — Da igual, más os vale estar enteros. Hemos convencido a Mami Shark. Nos dirigimos hacia el río. Corto y cierro.

Lo dijo prácticamente todo seguido, colgó la llamada y, en cuanto estuvo a la altura, literalmente se lanzó al mar para nadar a una excelsa velocidad. No tardó en llegar hacia la desembocadura del río. Ahí se reuniría con el resto de su grupo.

Resumen

Estadísticas con Bonus
Virtudes y Defectos


tur
Inventario
#22
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
La acalorada conversación que se estaba dando comenzó a abrir varios caminos. Karina tenía una visión del liderazgo bastante común, completamente entendible y que tomaba las riendas de la lógica más absoluta. Darlo todo por tu gente, poniendo tu salud, tu vida frente a lo que fuera necesario. Olaf, uno de los tantos maestros de Ragn hubiera dicho algo diferente. El gigantón afirmó con la cabeza, asumiendo que dentro de su negatividad, la mujer no tenía otra opción y que mejor acceder a la oportunidad que se le presentaba. — ¡Clarrrro que si, mujerrr! — Golpeó con fuerza una de las esquinas de la puerta, reventando el marco. Lo siguiente sería escuchar el estallido y la avalancha de un olor terriblemente asqueroso. Por suerte o por desgracia, Ragn tenía muy agudizado el sentido del olfato, así que le afectó de manera directa. Colocó ambas manos sobre su rostro, tapando nariz y boca. Era un olor como a pescado podrido, pero muy muy podrido ... Una asquerosidad dificilmente degustable y eso que el vikingo se pasaba el día entre pescados.

Cuando todo parecía claro, Ragn puso marcha junto a sus compañeras hacia el siguiente punto de la misión. Quiso tomar el den den mushi, pero recordó que aún lo tenía Robson. ¿Habría ayudado en algo el joven? ¿quizás convencido a unos cuantos? eso hubiera sido más que suficiente. La misión estaba clara, la tenían clara desde hacía días si este punto concreto, es decir Karina, salía bien. Debían alcanzar el rio y Asradi adelantarse a la bajada del mismo para que cuando la presa fuera destruida, que ella pudiera enderezarla adecuadamente. Sin embargo también sabían que aquello no sería fácil, así que tanto Airgid como Ragn tendrían que ... ¿Terra formar? la zona buscando que el agua tomara un rumbo poco natural. Ragn, el coloso rubio, avanzó a través del pueblo con una firmeza que estremecía el suelo a cada paso. Sus piernas, de proporciones gigantescas, se estiraban en largas zancadas que cubrían metros enteros con una facilidad asombrosa. A su espalda, las dos espadas de dos metros, cruzadas en una X, brillaban a la luz del sol, proyectando sombras alargadas sobre el camino polvoriento.

Al adentrarse en el pueblo, sus ojos helados, casi indiferentes, se posaron en los pequeños puestos de los comerciantes. Algunos aldeanos, al verlo acercarse, retrocedieron instintivamente, sus rostros reflejando una mezcla de asombro y temor. Las cestas de frutas y verduras en los mostradores vibraban con cada una de sus pisadas, y el bullicio del mercado se vio interrumpido por el silencio incómodo que generaba su imponente presencia. — Joven ... Tú ... Tú ... — Las personas estaban alteradas, como si supieran que se avecinaba un cambio. La voz del único personaje que no se sorprendió al ver al imponente vikingo fue la de un anciano, el cual entabló conversación rápidamente. Era pequeño, calvo y caminaba con la ayuda de un bastón. Se había quedado solo allí, todos sus "compañeros" escaparon por temor, por los sonidos de movidas explotando. Ragn agachó la cabeza, ojeando al pequeño humano que apareció ante el. Lo ojeo bien. En ocasiones hasta el propio Ragn sentía su propia presión en los demás, como un extraño poder. — Anssiano ... — El tono de voz de Ragn era como una grieta de hielo, las palabras eran toscas, pero cuando se producían el eco, uno escuchaba. Fue en ese instante cuando tuvo una idea. — ¿Conosserrr mucho isla? ¿caminos? — El pobre hombre bajó la mirada afirmando. Con un salto elegante a la par de útil, Ragn se colocó frente al anciano hombre. Cuando su cuerpo cayó, retumbó el propio terreno de la cantidad de peso que movía sin darse cuenta. Habló con el, le contó quién era, quienes eran todos, qué hacían allí y lo que iban a conseguir. Se lo contó de la única forma que sabía, con la épica por bandera. Lo que Airgid podría ver (ya que le acompañaba) es al ancianito subir por el cuerpo de Ragn hasta el hombro y apuntando con el bastón hacia cierta dirección.

Ragn no se detenía. Atravesaba los puestos como si fueran simples obstáculos en su camino. Un carro cargado de barriles de madera quedó reducido a astillas bajo la fuerza de su pie, y uno de los tenderos se apresuró a apartarse, dejando caer una caja llena de frutas que rodaron por el suelo. El guerrero apenas desvió la mirada, indiferente al caos que iba sembrando a su paso. Cuando su pie pisó una pequeña fuente del pueblo, el agua saltó en todas direcciones, salpicando a los aldeanos cercanos. El sonido de la piedra resquebrajándose bajo su peso resonó en el aire. Ragn siguió avanzando, sin prisa, pero con una determinación inquebrantable, sus zancadas cada vez más grandes. Al alcanzar la zona que el anciano le marcaba el murmullo lejano del río lo guió. El viento que soplaba desde la corriente traía consigo un olor a frescura, un cambio de ambiente en comparación con el calor y el polvo del pueblo. Ragn dio una última zancada y, con un paso firme, sus pies llegaron al banco fangoso del río. Frente a él, el agua fluía serena, ajena a la devastación que había dejado atrás. Las dos espadas en su espalda vibraban ligeramente con el sonido del viento, como si supieran lo que estaba por venir. Asradi ya no estaba en su radar, pero Airgid sí.

¿Que cuál era la idea? lo cierto es que la aparición del anciano fue un puntazo. El hombre les indició un camino en el que el río daba un pequeño desvio, nada, mínimo. Pero suficiente como para poder "construir" algo que pudiera hacerlo cambiar de rumbo. — Sabio, serrr de grrran utilidad. — Lo bajó de su hombro y a duras penas, lo depositó en tierra firme. El hombre les había conducido a una zona clave, en la que el río bajaba, pero daba un extraño giro que visto desde la utilidad (pues Airgid y Ragn venian a modificar la zona) era terriblemente útil. — B-bien ... Ahora, haced lo vuestro, héroes ... — Comentó mostrando la sonrisa que le permitía el cuerpo. A paso tranquilo se fue perdiendo la silueta del hombre.

Los ojos de Ragn contemplaban como personas de edades dispares corrían hacia un punto. Su cuerpo le pedía seguirlos, en el río poco podría hacer. Airgid tenía la habilidad perfecta para orientar la potencia del agua hacia el lugar adecuado, ¿pero él? quería ser de ayuda. Esperó a ver lo que hacía su compañera antes de tomar la decisión de marcharse a la batalla o ver lo que pasaba. Mientras se decidiía, lejos de esperar, el vikingo sacó sus armas ... Caminó hasta árboles cercanos y comenzó a cortar los mismos y colocar estos sobre el río, justo después del desvio, es decir quedaría detrás de la plancha de metal que acompañaría el agua hacia otro camino. ¿Lo previsto? que la corriente fuera muy poderosa, por eso lo ideal sería ailarlos justo detrás como un refuerzo al choque inicial.

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#23
Airgid Vanaidiam
Metalhead
La sonrisa en el rostro de Airgid fue enorme cuando escuchó la conclusión de Karina, aceptando finalmente unir sus fuerzas con ellos. — ¡De puta madre! — Exclamó, sin importarle mucho las palabrotas que soltaba. Incluso, dejándose llevar por la emoción de una misión cumplida, le dio un golpecito en el hombro al hombre que se encontraba a la derecha de Karina, en un gesto de complicidad, dándole igual si era correspondido o no. Asradi dejó caer una idea sobre cómo gestionar la cuestión de la central, aunque la verdad es que Airgid prefería no meterse en esos temas de los que no controlaba tanto. Sus campos eran la carisma y la destrucción, no la organización, eso se lo dejaba a otros.

Entonces, de repente, una explosión en dirección al pueblo. Un enorme estruendo seguido por un olor... — ¡Joder! — Gritó al notar cómo ese aroma a profundo pescado podrido le entraba por la nariz. Dios mio, mira que a ella le gustaba el pescado, pero nunca había olido nada tan asqueroso, tan horrible. Se tapó la nariz, pero aún así seguía oliéndolo, ¿cómo podía ser eso posible? Aunque la explosión provenía de la ubicación del grupo C... ¿estaría todo saliendo acorde al plan? ¿Habría pasado algo? Sea como fuera, su grupo tenía otra misión que llevar a cabo ahora, una bastante esencial.

Asradi se adelantó, buscando la corriendo del río antes de que el grupo A derrumbara el embalse, dejando a Ragnheidr y a Airgid juntos. El plan era crear algún obstáculo lo suficientemente fuerte como para desviar la corriente, usarla para bloquear la ciudad del castillo, dejando así este segundo sin fuerzas que lo defiendan. Los tres contaban con fuerza y buenas habilidades para llevar la misión a buen puerto, al menos sobre el papel... Airgid se encontraba ligeramente inquieta, aún no había aprendido a manejar sus nuevos poderes todo lo bien que le gustaría, aún se sentía una novata, como si existiera un potencial que no estaba siendo capaz de sacar a la luz. No sabía si sería capaz de hacer algo lo suficientemente grande o fuerte como para ayudar a cambiar la corriente, y eso la ponía nerviosa, mordiéndose la lengua mientras se adentraba con Ragnheidr en el puerto. La gente se movía de un lado para otro, algunos porque se unían a la guerra junto a Karina, y otros simplemente buscaban un refugio en el que pasar desapercibidos. Entre todo el caos, Ragnheidr frenó frente a un anciano que encontró, solitario. Parecía tener una afinidad especial con los ancianos, el vikingo. La rubia simplemente se quedó mirándoles, observando el acercamiento, cómo finalmente ese viejecito se subía sobre el enorme cuerpo del nórdico y cómo este reanudaba la marcha usando el bastón del anciano como guía. ¿Qué estaba tramando? La mujer se olvidó por un momento de sus preocupaciones, con una sonrisa en la cara. Ragnheidr era un hombre tan... único. Incluso con aquella apariencia tan aterradora, era capaz de estrechar lazos rápidamente con casi cualquier persona, que enseguida se daban cuenta de que no era una mala persona, de que tenía un gran corazón. Era un poder especial, el de Ragn.

Continuaron corriendo, o bueno, en el caso de Airgid, saltando muy rápidamente siguiendo las indicaciones del hombre. Continuaban pasando por el puerto, por puestos y por casas, así que Airgid tuvo una idea. Seguramente iba a necesitar de mucho metal para llevar a cabo tal bloqueo, no serviría lo que llevaba encima. Así que extendió ambos brazos, uno a cada lado, y se concentró en el magnetismo a su alrededor. Convirtiéndose a sí misma en un imán, fue arrancando trozos de metal por las calles que pasaban, atrayéndolas hacia ella. Levitando alrededor de su cuerpo, sus manos y sus brazos sobre todo, acabó reuniendo un buen montón de metal que se unía a lo que ya llevaba encima. Aunque esto último esperaba no tener que usarlo en ese momento, prefería quedárselo para más adelante. Su cuerpo desprendía pequeños rayos de color amarillo que brillaban a su alrededor, incluso su cabello se erizó suavemente hacia arriba, cargado de electricidad. No pudo evitar sonreír al notar esa carga, esa sensación magnética, era adictiva.

Iba por detrás del rubio, y en una de estas el tío tiró una caja llena de fruta que rodó por el suelo y que alertaron a la mujer rápidamente. — ¡HOSTIA PUTA! — Gritó antes de dar un salto, lo más alto que pudo, para esquivar esas dichosas y asquerosas frutas. Gracias a dios, fue más que suficiente para no tener que pisar ninguna de ellas. Igualmente, si no se trataba de contacto directo con la piel no le habría pasado nada, pero Airgid les había tomado ya una manía indescriptible. Resopló con alivio al ver que ya había pasado el peligro, cómo no había perdido la concentración y seguía manteniendo su montón de metal con ella, intacto, y cómo cada vez se acercaban más al agua.

Llegaron entonces al pequeño desvío que el anciano les había señalado, parecía un lugar perfecto para construir algo, algo que funcionase como bloqueo para redirigir el agua. Ragnheidr dejó bajar al ancianito de su hombro, y éste les dio las gracias, dejando sobre ellos la pesada carga de transformarse en "héroes". La mujer le sonrió. — ¡Gracias, abuelo! ¡Ten cuidadito de vuelta! — Era tan graciosete, andando con su bastoncito. Ragnheidr empezó a talar árboles y a usar los troncos para darle forma al bloqueo. Llegaba el momento de la verdad. Con todo el metal reunido alrededor de su cuerpo, Airgid se acercó al desvío. Lo reunió todo en un mismo punto, levitando frente a ella, y comenzo a tratar de darle forma. No era nada complejo ni demasiado elaborado, simplemente planchas de metal que poder colocar frente a la madera para ayudar a que el agua se redirigiera hacia el lugar adecuado. En ese momento, sonó su den den mushi de nuevo. Manteniendo la concentración en las tablas de metal, descolgó el caracol y volvió a escuchar la voz de Tofun, indicándole que el embalse estaba a punto de reventar. — ¡DADLE CAÑA! ¡Estamos preparados! — Gritó ella antes de colgar de nuevo. Se le dibujó una sonrisa y terminó de colocar el metal en su sitio. Las tablas no eran demasiado gruesas, pero sí eran largas como para poder abarcar la zona. Junto con la madera reunida por Ragn y el poder acuático de Asradi... solo quedaba desear que fuera suficiente. — ¡Ragn, ya viene el agua! — Avisó a su compañero a gritos. Esperaba que Asradi no se encontrara lo suficientemente lejos, no sabía exactamente donde estaba, pero Airgid confiaba en sus habilidades, confiaba en que sería de las más útiles en aquella ocasión, así que decidió no preocuparse por ella. Sabía lo que se hacía.

Off
#24
Ray
Kuroi Ya
El anciano se despide de vosotros con el rostro esperanzado y el deseo de que consigáis vuestro objetivo, que es también el de todo el pueblo llano de Oykot. Las acciones de los miembros del Ejército Revolucionario en los distintos puntos del país en los que están actuando parecen estar poco a poco aumentando la moral de los habitantes de la isla, haciéndoles que creer que es posible que las cosas cambien. Y es que ese es el poder de la esperanza, capaz de hacer que la mentalidad de un pueblo entero cambie radicalmente en cuestión de unas pocas horas al ver que existe una posibilidad, que una vida mejor es posible. Pocas cosas hay más poderosas.

Las preparaciones y precauciones llevadas a cabo por el grupo no han sido pocas, pero pronto os dais cuenta de que han merecido la pena cuando empezáis a ver que el caudal del río aumenta por momentos. Los troncos colocados por Ragnheidr y las placas de metal que Airgid ha moldeado y situado estratégicamente con su habilidad al principio parecen capaces de manejar el volumen de agua que reciben, ya que este no es especialmente elevado. No obstante según va aumentando se hace evidente que no van a resistir mucho más, dejando muy a las claras que también van a ser necesarias las habilidades de Asradi cuando esta llegue hasta vosotros para controlar la situación y alterar el cauce del río como teníais planeado.

Por otro lado, a vuestro alrededor la gente empieza a movilizarse. Probablemente llamados por Karina, decenas de balleneros han cogido las armas que tenían a su disposición y parecen dirigirse hacia la zona en la que se pudo escuchar la explosión que liberó aquel nauseabundo aroma que, aunque ligeramente más sutil, sigue aún impregnándolo todo. Las armas que portan no son las más avanzadas, tratándose en muchos casos de rudimentarios machetes, arcos o enormes arpones que parecían blandir como si de lanzas se tratase. Pero en sus rostros estaba reflejada la decisión de quien se lanza a luchar por su vida y su libertad, de quien sabe que no hay otra alternativa y que el futuro de sus seres queridos está en juego.

La sirena llega en esos momentos hasta vuestra posición, por lo que es momento de redoblar vuestros esfuerzos para alterar el rumbo de las aguas que empiezan a llegar cada vez con mayor fuerza y en gran cantidad, y están empezando a desplazar las planchas de metal, que poco a poco están comenzando a ceder. Los troncos aún resisten impertérritos, aunque da la sensación de que de seguir así cuando las planchas sean superadas es altamente probable que no puedan conseguir por completo el objetivo marcado.

Off
#25
Asradi
Völva
Personaje


Asradi se había metido en el agua en el momento en el que había llegado al puerto. Nadar hacia la desembocadura no era el problema. La cuestión no era solo llegar a tiempo, sino tener la suficiente fuerza como para que aquello funcionase. Era consciente de que, de alguna manera, iba a necesitar ayuda. En la superficie no la escucharían, pero en las profundidades marinas sí lo habían hecho. La sirena había sonreído cuando cientos de ojos habían aparecido, minutos después, iluminándose en la penumbra del lecho marino. Con unas cuantas indicaciones, procedió a nadar con soltura y rapidez ya a través de la desembocadura del río, en dirección a la zona del desvío donde Ragnheiddr y Airgid deberían estar preparándolo todo. Poco a poco, y según avanzaba, podía notar los cambios. Las corrientes eran un poco más rápidas a como las había percibido antes, señal de que ya todo estaba comenzando. Emitió un silbido que solo se escuchó bajo el agua y aceleró mientras era seguida, a pocos metros, por cientos y cientos de sombras. De hecho, cualquiera que estuviese pescando o caminando cerca del río, podría percatarse de esto. Como algo bajo el agua, a montones, se movía a contracorriente río arriba, provocando que el agua también se agitase en consecuencia. Como si, de repente, el río estuviese saturado de algo. De hecho, el chapoteo comenzaba a ser intenso a medida que se acercaban al punto de encuentro.

La expresión de Asradi era de seriedad. Necesitaba apoyar debidamente a sus compañeros para que todo saliese según el plan. Confiaban en ella y, en esa parte, también dependían de sus habilidades. No podía evitar sentirse nerviosa, con todo ese peso sobre los hombros. Miró unos momentos hacia atrás donde, efectivamente, estaba siendo seguida muy de cerca. Algunos lugareños hasta se habían asomado cuando habian escuchado los chapoteos y el agua burbujeando debido al movimiento. ¿Qué era lo que estaba pasando bajo la superficie del río? Asradi aceleró un poco más en una de las curvas serpenteantes del río.

”¡Ahí están!”

Los troncos a modo de presa y las largas placas metálicas. Solo le hizo falta haber visto eso para saber que había llegado al sitio adecuado. Allí donde Airgid y Ragnheidr le esperaban ya listos para que ella les echase una mano con el desvío del agua. Ya llegados a ese punto, Asradi podía imaginar que la presa se había roto o estaba a punto de ello. La cantidad de agua allí ya era mayor y la fuerza con la que corría. La sirena miró hacia atrás unos segundos y asintió. De repente fue rodeada por cientos de sombras que, poco a poco, aunque a buena velocidad, comenzaron a amontonarse allí donde la rubia y el de Elbaf habían iniciado aquella presa, aquel desvío improvisado. Asradi sacó un momento la cabeza del agua, solo para mirar a su alrededor.

¡¡Ragn, sigue echando troncos!! — Clamó al grandullón. Aunque ahora fuese su turno, toda ayuda era poca. Y ella era solo una sirena contra toda una corriente de agua. Tenía ciertas habilidades, solo esperaba que fuesen suficientes. — ¡Airgid, necesito más planchas de metal detrás de los salmones!

Porque sí, efectivamente, lo que allí se estaba amontonando entre las maderas y las planchas de metal, era todo un cardumen de salmones. Cientos y cientos que habían nadado río arriba y contracorriente. Generalmente ese sería un hecho habitual y natural, sobre todo en la época de desove, cuando dichos animales abandonan las vastas corrientes oceánicas para adentrarse en los ríos donde nacieron, nadando contracorriente y desafiando todo solo para llegar al lugar del que procedían. Pero ahora había mucho más de lo que sería común. Asradi los había llamado también a conciencia de que eran uno de los pocos peces que podían soportar el cambio de agua salada a agua dulce. Y, sobre todo, en suficiente cantidad como para poder apelotonarse y ayudar con el improvisado desvío. Se notaba la fuerza en aquellos animales, coleteando sin parar, levantando incluso algo de espuma en el agua debido a que estaban prácticamente amontonados. Incluso algunos asomaban parcialmente por encima de la superficie del agua.

Ahora era ella quien tenía que actuar con rapidez. No sabía cuánto aguantaría aquel desvío improvisado entre los tres. La sirena nadó con rapidez para posicionarse en frente de todo aquello tras haberse vuelto a hundir bajo el agua. Apretó la mandíbula y tragó saliva unos momentos. Ahora todo dependía de ella. A medida que su cola se movía con movimientos fluidos para mantenerla en el lugar y que las corrientes no la moviesen de un lado a otro comenzó a concentrarse. O, más bien que el agua a su alrededor comenzase a arremolinarse entre sus manos, girando de manera circular cada vez más y más rápido. Asradi estuvo así unos segundos, como si entre las palmas de sus manos estuviese comenzando a gestarse algo. Y eso era exactamente lo que estaba sucediendo. Allí, entre los dedos de la sirena, había comenzado a formarse un pequeño torbellino que había empezado a girar sobre sí mismo. Un movimiento continuo que poco a poco atraía más y más agua de los alrededores, comenzando a aumentar el tamaño del mismo. A medida que esto sucedía, Asradi iba abriendo las manos y los brazos hacia los laterales, con afán de dejarle espacio a aquel torbellino que se estaba acrecentando según la sirena concentraba el agua en aquel fenómeno. Todo a su alrededor y lo que estaba al frente de ella comenzó a removerse. Las corrientes comenzaron, también por igual, a unirse a la fuerza centrífuga de aquella espiral de agua que, tras varios minutos, incluso sobrepasó la superficie del agua.

Todo aquel que estuviese en tierra forme podría verlo claramente. Como un enorme torbellino de cerca de treinta metros giraba sobre sí mismo, controlado por la sirena revolucionaria.

¡ . . . ! — La expresión de Asradi era tensa y concentrada. Era una técnica que requería de manejo de las corrientes de agua y, también, de sus propias habilidades. Nunca antes la había utilizado a un punto como aquel, por lo que podía sentir también la tensión en sus propios músculos.

Tras de ella, los pobres salmones continuaban coleteando para mantener el desvío lo suficientemente estable.

¡Bakkupuru! — Cuando tales palabras salieron de entre sus labios, con énfasis salvaje, Asradi dejó ir el torbellino hacia el frente. No dejándolo totalmente a su libertad, o se terminaría descontrolando y no era eso lo que necesitaban.

Ella continuaría detrás, moldeando las corrientes detrás de ese mismo ciclón de agua que avanzaba, inexorablemente, hacia el oeste. Y, con ello, arrastrando la corriente del río hacia esa misma dirección. El ruido, por otro lado, era ensordecedor, mientras aquella masa de agua continuaba su camino. Y, lo más importante, buscando desviar las corrientes del cauce del río para que, ahora, se virasen hacia el lugar que a ellos les interesaba.

El oeste.

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#26
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
La corriente llegó ... ¡Y de qué manera! al principio como un susurro tenue y sutil, un leve murmullo que apenas acariciaba la superficie de los árboles y las placas de metal que Ragn iba reforzando con un esfuerzo colosal. El agua comenzó a desbordarse de su cauce, extendiéndose sobre el terreno fangoso, empujando ramas, hojas y pequeños residuos a su paso. Ragn observaba el avance, viendo cómo la fuerza del río ganaba poco a poco, cada vez más poder, dejando claro que pronto alcanzaría toda su fuerza natural. Con movimientos calculados, el vikingo tomaba uno a uno los troncos de los árboles que había cortado y los apilaba detrás de las robustas placas de metal que Airgid formó. Sentía el vibrar de la tierra bajo sus pies mientras el agua se acercaba, golpeando con más ímpetu. Los primeros chorros rompieron contra las placas, produciendo un sonido metálico que resonaba en el aire y anunciaba la inevitable arremetida de la corriente. Ragn tensó su espalda, el esfuerzo le exigía cada fibra de sus músculos, pero él no se detenía, sabía que la construcción tenía que resistir.

La corriente seguía aumentando, y el río, con sus aguas turbias y embravecidas, parecía dispuesto a devorar todo lo que encontraba en su camino. Poco a poco, el agua comenzó a arrastrar ramas y pequeñas rocas, que se estrellaban contra las barreras improvisadas. La estructura temblaba, pero el vikingo, sin mostrar vacilación, reforzaba con más troncos, creando una trinchera que no solo detenía la fuerza del agua, sino que la redirigía hacia donde necesitaban. Las placas de metal, colocadas con precisión, empezaban a canalizar el flujo hacia el desvío previsto, formando un embudo por el cual la corriente se precipitaba. El agua empezó a arremolinarse, encontrando su nuevo cauce forzado. Ragn, enfocado y decidido, observaba cómo el río obedecía su diseño, había logrado imponerle un nuevo camino, uno creado con el sudor de su frente y el peso de su fuerza. Mientras el último tronco caía en su lugar, Ragn dio un paso atrás, evaluando el resultado de su trabajo y el orden que había impuesto al caos natural del río. La idea de todo cambió drásticamente al contemplar las acciones de Asradi. Cómo dominaba el agua ... Cómo esta se elevaba cuál torbellino ... El vikingo se quedó durante un par de segundos absorto bajo aquella increíble presentación.

Ordenó a la rubia que siguiera colocando planchas de metal. — Ni siquiera ella sabe si podrá lograrlo. — ¿Qué podía hacer el? Su fuerza no servía, ¿la habilidad con las armas? menos aún, se sentía un actor secundario ... No, de esos que no salen ni en los extras. Pero debía, sentía la responsabilidad de seguir cargando el río con obstáculos. Más árboles, más trozos de madera que hicieran de tapón tras las placas de metal ... Más y más ...

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#27
Airgid Vanaidiam
Metalhead
El agua llegó arrasando con todo de una forma brutal. La corriente era enorme y brava, y rápidamente las planchas de metal y la madera se resintió con el impacto. Parecía aguantar, pero también parecía peligrosamente endeble, temblando y desplazándose lentamente hacia atrás. Iban a necesitar mas materiales para que el bloqueo continuase siendo efectivo, pero sobre todo, iban a necesitar de la ayuda de Asradi.

No solo la de ella. Inesperadamente, su presencia trajo consigo a un montón de salmones que se unieron al bloqueo, dejando a Airgid completamente pasmada. Eran peces grandes y fuertes, y parecían completamente decididos a ayudarles en aquella misión, formando un enorme banco todos apelotonados, incluso algunos asomaban por la superficie. La rubia sonrió ante tal espectáculo cuando escuchó a Asradi pedirle más metal. Pues... no iba a ser posible, aquel metal era todo el que había, aunque se concentrara no detectaba ninguno más que no fueran sus propias armas o la armadura de Ragnheidr. Pero las placas que había formado eran lo suficientemente gruesas como para poder modificarlas un poco, quitar un poco de ahí y formar tablas nuevas con las que ayudar a los pececillos. Se mantuvo concentrada mientras lo hacía, comenzando a mojarse por la cercanía con el río.

Escuchaba de fondo a los civiles armándose y dirigiéndose al lugar de la explosión. El olor a podrido aún llegaba a sus fosas nasales, pero trataba de ignorarlo pues se había vuelto más sutil. Estaba centrada solo en el magnetismo y en la labor de sus compañeros.

Ragnheidr continuaba apilando madera, más y más madera. Le pegaba un poco, en otra vida podría haberse dedicado a ser leñador, con una camisa a cuadros y botas de campo. Asradi, por su parte, había comenzado a formar una especie de... ¿tornado de agua? Con movimientos amplios estaba reuniendo el agua del embalse alrededor de ella, haciéndola girar y volviéndolo cada vez más y más grande. Le dieron ganas de quedarse mirando, embobada, cómo era capaz de manipular de esa forma un elemento tan rebelde. Pero no, tenía que continuar con su labor.

Una vez tuvo placas colocadas tanto por la parte de delante del bloqueo -ante los troncos de madera- como en la parte posterior -tras los salmones-, respiró hondo, tomándose un segundo para descansar. El metal no había resultado ser suficiente, cumplía su función, pero era demasiado poco. Se sintió... débil, por un segundo. Le faltaba manejo y práctica con una fruta que acababa de consumir, a la que aún no se había acostumbrado, no había aprendido a usarla del todo. Se sintió inútil, arrugando el ceño por un momento, hasta que sacudió la cabeza. No, no iba a dejar que eso la hundiera. Procedió a ayudar a Ragnheidr en su labor de apilar la madera, tomando también por el camino todo lo que veía. Rocas, ramas, piedras, montones de hojas... Tiró de todo lo que se le ocurrió.

Y entonces, Asradi terminó por liberar el torbellino, lanzándolo hacia el oeste. ¿Sería aquello suficiente?

OFF
#28
Ray
Kuroi Ya
La gran destreza de la sirena manejando las aguas a su antojo comienza a cambiar las tornas, haciendo que las fuerzas se igualen. El líquido elemento prácticamente baila, dirigido por las artes de la habitante del mar, cuya piel comienza a perlarse de sudor por el esfuerzo. Sus músculos empiezan a agarrotarse, notando el cansancio producido por forzar la postura y mantenerla contra viento y marea. Además lo que prácticamente podría denominarse un ejército de salmones acude en vuestra ayuda, convocados por la mujer pez, con una coordinación que a ojos de cualquier extraño parecería imposible para tratarse de simples animales. Agolpándose en la zona indicada por Asradi, comienzan a formar una especie de barricada viviente y tratando de impedir el paso de las aguas para reconducirlas en la dirección deseada.

Siguiendo las órdenes de la sirena, que ha asumido con naturalidad el mando de la situación, sus compañeros dan también el máximo. Airgid continúa utilizando sus poderes para apilar una plancha de metal tras otra justo detrás de los salmones, dándoles soporte y asegurando su posición. Sus energías empiezan a resentirse, pero la rubia no flaquea en ningún momento, decidida a cumplir con su cometido. Ragnheidr, por su parte, hace lo propio acumulando troncos. Derribando árboles con una velocidad pasmosa y lanzándolos hacia la barricada para reforzarla, sus voluminosos músculos brillando debido al reflejo de la luz solar sobre el sudor que empieza a inundar su piel.

Los tres revolucionarios se esfuerzan todo cuanto pueden, dando todo lo que llevan en su interior por una causa mayor, por un objetivo común. Como se supone que deben hacer los miembros de esta organización. Y por suerte poco a poco, en unos momentos que les parecieron horas, empiezan a darse cuenta de que sus esfuerzos están teniendo éxito. La barricada situada por ellos, junto a la capacidad de Asradi de dominar las bravas aguas y dirigirlas hacia donde desee, han conseguido cambiar el curso del río en la dirección deseada.

Pero no hay tiempo para descansos, pues la batalla por el Reino de Oykot aún no ha concluido. Repasando mentalmente el plan dais por hecho que el grupo de Lobo ha conseguido causar la más que evidente distracción que pudisteis escuchar y oler hace unos minutos, por lo que se encontrarán con seguridad ante el grueso del ejército real. Por otra parte, el grupo de Tofun, el viejo tontatta a cuya boda acudisteis recientemente, ha cumplido también con su parte, como habéis podido comprobar al llegar hasta vuestra posición el agua antes contenida por la presa. Y vuestras acciones, además de provocar que Karina y los balleneros se sumen a la batalla, ha causado que la riada avance hacia el oeste, arrasando edificios a su paso, dirigiéndose hacia la parte central de Oykot de Arriba, lo que con toda probabilidad haría mucho más complicado un eventual regreso de las tropas hacia el palacio.

Por lo tanto, según el plan es momento de dirigirse al norte, hacia el palacio. Si la distracción causada por el equipo de Lobo ha sido efectiva no deberíais encontrar demasiada oposición allí, y es probable que vuestros compañeros se os unan en esa zona. O al menos que el grupo de la presa lo haga, ya que no es seguro que el otro equipo logre alejarse del ejército lo suficiente para apoyaros también en la contienda.

Off
#29
Asradi
Völva
El esfuerzo había sido más grande de lo que había pensado. Sí era verdad que ya se esperaba que no iba a ser nada sencillo. Y aún con la ayuda de contención tanto de los salmones como de Ragn y Airgid, sentía que los músculos se le iban a desgarrar en cualquier momento. La presión ejercida no solo para crear el torbellino y arremolinar el agua, a ese nivel, alrededor. Sino también para controlarlo y tratar de dirigirlo en la dirección correcta. Cualquier fallo o cualquier distracción y aquello podía ser fatal. Tanto para el pueblo como para los habitantes que todavía permanecían allí, también animados por Karina.

Por fortuna, el torbellino avanzó hacia la dirección deseada, elevándose en todo su estruendo mientras el cauce del río se embravecía rumbo hacia el oeste. Fue ahí cuando Asradi pudo respirar un poco, jadeando por el esfuerzo y sintiendo los brazos totalmente acalambrados. Le dolían, pero sabía que no podían quedarse allí quietos solo a esperar. Nadó hacia donde Airgid y Ragn se encontraban, aunque uno de los salmones la interceptó en lo que el resto del cardumen ya regresaban, río abajo, de vuelta al mar.

La sirena enarcó una ceja, mirando al pez de vivos y rojizos colores.

¿Estás de broma? — Sí, literalmente, se lo estaba preguntando a la criatura escamosa.

El salmón abrió la boca un par de veces, y Asradi frunció el ceño.

¿¡Cómo que quieres venir con nosotros!? — Tomó un par de segundos de pausa. Eso le había tomado desprevenida. — No, no me importa que quieras ser un revo-salmón. ¿Tú sabes lo que...?

La última frase fue interrumpida cuando, con un coletazo, el salmón en cuestión remojó la cara de la sirena, quien frunció el ceño de inmediato.

¡Af, haz lo que quieras! Pero yo no me responsabilizo. — Continuaba discutiendo con el pez delante de todos, eso sí. Tras darle la dirección hacia donde se encontraba el barco, Asradi rodó los ojos unos segundos mientras el bicho se iba todo feliz presto a reunirse con sus nuevos amigos revolucionarios.

Sí, un salmón. Habían conseguido un salmón a la causa.

Tras un momento de expresión de circunstancias, la sirena negó con la cabeza y, esta vez si que fue a reunirse con sus dos compañeros. Sus manos todavía dolían y temblaban fruto del esfuerzo que había hecho, pero no podían detenerse ahora.

Gracias, no lo habría podido conseguir sin vosotros. — Les sonrió abiertamente. — ¿Hacia donde toca ir ahora?

Aunque se tambaleó un tanto, volvió a enderezarse sobre su cola.

Resumen
#30


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