Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [C-Presente] ¿Un trago? (Priv.Ubben)
Anko
Médica Despiadada
17 de Verano del 724

Luego de una pequeña bienvenida al nuevo grupo de reclutas de la base G-23 de la marina por parte de Anko, sus superiores decidieron darle su merecido descanso por ese día, pues ya se había encargado de repartir tareas a los recién ingresados y con el día tranquilo, se podían dar ese lujo. La joven de cabellera marrón abandonó la base y comenzó una caminata relajada hacia el pueblo de Rostock, un lugar lleno de calles bulliciosas, múltiples negocios y muchas áreas de descanso como lo podrían ser las tabernas. — Un buen trago no me vendría mal —. Pensó mientras llevaba su diestra al interior de su gabardina y rebuscaba un poco antes de sacar su confiable caja de cigarros, tomar uno y colocar un extremo entre sus labios. Una rutina casi ceremonial en la marine, pero no estaría completa hasta que ella se dio fuego con ayuda de su zipo metálico para encender el otro extremo del cigarro.

Tras algunos minutos caminando, su presencia se hizo llegar hasta el ya mencionado pueblo, un lugar que ella conocía bien por el tiempo que había pasado patrullándolo y arrestado a uno que otro criminal de poca monta que se atrevía a romper la ley. Sus ojos oscuros como la noche se movían de lado a lado por las calles, buscando alguna taberna no tan solitaria. A pesar de que no era alguien muy social, siempre prefería un lugar más concurrido, pues disfrutaba del ambiente que en ocasiones se lograba en un lugar lleno de personas. Cuando finalmente la encontró, ingresó por la puerta de madera generando un leve chirrido.

Las miradas de algunos rápidamente se postraron en su figura inerte en la entrada, aunque no fue la típica escena donde todos de quedan callados, más bien, fueron miradas fugaces antes de volver a lo que estaban, sin romper mucho sus conversaciones o su relajación bebiendo alcohol. La joven se movió por la zona central que se encontraba fuera de obstáculos hasta llegar a la barra y tomar uno de los asientos, no sin antes acomodar sus tres Katanas en su cintura para mayor comodidad.

— Buenas Tardes, ¿Qué va a querer? —. Preguntó el bar ténder a la Suboficial mientras limpiaba uno de los vasos de cristal con un trapo mojado. — Sake, por favor. Da igual el precio —. El hombre asintió mientras se retiraba del lugar para comenzar a preparar el pedido de Anko. Mientras esperaba, su mirada se fijó por breves instantes en los carteles de búsqueda pegados en la pared detrás de la barra, aparentemente, puro criminal de poca monta y no tan conocidos con recompensas menores a 30 millones. — Ya aparecerán… —. Susurró la joven antes de apartar la mirada de los carteles y explorar el interior del lugar con la misma.
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