Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Común] Dos piezas de cuatro. (C- Pasado)
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Primera parte de aquello terminada, joven pirata. Colocadas tu mano izquierda sobre tu hombro derecho. Con mucho cuidado comienzas a mover el hombro que presionas mientras mueves tu cabeza de un lado al otro haciendo tronar tu cuello. Desciendes en silencio junto a tu compañera. Pero tú no sonríes ni te muestras satisfecho. Pero dentro de ti, puede está siendo saciado un poco ese sentimiento de luchar. Dentro de ti, se encuentra ese otro yo que forma parte de ti. Aquella parte que disfruta luchar y pelear hasta darlo todo e incluso más allá.

Estabas lejos de sentirte saciado, pero algo era algo.

Llegan al nuevo lugar. Un lugar muy parecido a una arena el cual parecía ser el punto de encuentro de los luchadores. Sin embargo, dos luchadores ya se encontraban allí. Dándose de pelea a puño limpio. Sowon a arremetió contra un grupo de hombres mientras que venían a detener su paso mientras que tu solo te limitabas a caminar con total tranquilidad y dirigente hacia el otro sujeto quien se mostraba sorprendido ante la situación. Sin pensarlo mucho, te quitaste el poncho y te preparaste para arremeter contra el otro luchador. Te lanzas contra él y tu oponente busca defenderse. Te arroja un golpe directo hacia tú y tú respondes chocando su puño contra tu puño. Ambos portando nudilleras, el sonido metálico fue potente, pero aun así ambos tenían las miradas fijas. La diferencia de tamaño era algo notoria. El aproximadamente medía dos metros mientras que tu aun eras muy pequeño.

Pero eso no era problema para ti.

El intercambio de golpes aun proseguía. No buscabas esquivar, buscabas chocar y ganar en el terreno de fuerza contra fuerza. Logras hacer que este retroceda, y prácticamente, luego de chocar tantas veces sus puños, él es quien se muestra más afectado contra ti. Tu oponente cae de rodillas, Alpha. Tú simplemente le miras y sin meditarlo mucho te colocas detrás de él y, buscas propinarle una llave. Le tomas del cuello e intentas aplicarle una mata león.  Tu oponente a duras penas intenta zafarse. Tus músculos se marcan aún más y las venas de tu brazos se hacen presente, claramente estabas usando fuerza. Tu oponente deja de moverse, eso significaba que ya estaba fuera.

Suspiras, decepcionado. Le tomas sujetas de la cabeza y simplemente lo arrojas lejos sin fijarte a donde. Luego te das cuenta que algunas puertas se abren y al parecer muchas más personas aparecen dispuestas a detenerlos. Pero luego miras en las gradas y observas a alguien. Os observa a ambos sonriendo.

- ¡Segunda ronda! – Avisas a Sowon observas que derroto a su enemigo. Muchos más enemigos se aproximan a detenerlos.
#11
Sowon
Luna Sangrienta
La mujer sonrió al ver que Alpha se había encargado del otro luchador presente, al parecer aquello simplemente era un mero calentamiento, los hombres que venían en camino parecían un poco más serios que el resto. No era complicado verlo en sus cuerpos, marcas de anteriores batallas, una actitud mucho más cercana a la de alguien que vive para sobrevivir y no tanto para brindar un show. Había algunos espadachines entre las filas de luchadores, la Oni tomó el espadón con ambas manos para señalar con el filo a los tres espadachines que se acercaban. Una seña clara, esos eran suyos, el resto simplemente no le interesaban dado a que su gen competitivo buscaba enfrentar a quienes usaran un estilo similar al suyo. La mayor muestra de superación para una guerrera de la espada era derrotar a otros que también tuviesen esa disciplina, claro que había una gran diferencia, las espadas de aquellos hombres no estaban preparadas para detener al tremendo bloque de acero que Sowon empuñaba y menos cuando esta lo manejaba con ambas manos añadiendo toda la fuerza de su tren superior al golpe. El choque no tuvo otro resultado, las tres pequeñas espadas se vieron derrumbadas contra la fuerza bruta de la rubia quien terminó por destrozar a dos de los espadachines y rozó el hombro de uno de ellos dado a un instintivo reflejo que permitió al hombre mantener la cabeza sobre los hombros.

—No esperaba que uno pudiera sobrevivir, pero apenas podrás luchar ahora con un brazo y sin tu arma, me pregunto si te retirarás o vendrás a morir para no mancillar el honor de tus compañeros.—

El hombre gruñó algo molesto por la herida en su hombro y el hecho de que el trozo de carne se había dividido, quizás cortando los tendones y dejando su brazo izquierdo inutilizado. Ya no podía usar su estilo de dos espadas, aunque esto no le detuvo en desenvainar su katana restante e intentar arremeter contra la mujer, su espada chocaba contra el acero de la mujer y era evidente que buscaba recortar las distancias para que el tremendo acero no pudiera cortarle. Era una estrategia arriesgada, el metal llegaba a rozar su cuerpo y aunque perdía sangre no se detuvo en su avance, saltó al final mediante una pirueta e intentó cortar el cuello de la rubia aunque no esperaba lo siguiente. La Oni giró sobre su propio eje dejando pasar el cuerpo del espadachín para luego, como una bateadora profesional lanzar un cortes horizontal ascendente que terminó por destrozar al sujeto. El corte había llegado a rozar su mejilla izquierda, pero el intercambio había sido muy provechoso para seguir con vida, la mujer suspiró mientras clavaba su espada en el suelo.

—Me has subestimado, que sea grande no quiere decir que no pueda moverme y que voy a quedarme esperando tu ataque. Creo que lo comprendiste cuando ya estaba destrozando tu cuerpo en dos... ¿Qué tal vas enano? No creo que necesites mucha ayuda para esto, me quedaré observando ahora que no hay espadachines no quisiera perder mi tiempo con otros si habrá algunos más fuertes...—

Chasqueó su lengua mientras se recostaba contra su espadón, esperando la llegada de más guerreros, se notaba relajada pese a la ajustada pelea que pareció haber tenido aunque había sido una hormiga que se negaba a rendirse. La mujer parecía reservar sus fuerzas por si existía alguien capaz de estar a su altura, visto el cambio de seriedad entre los primeros peleadores y estos no era muy descabellado suponer que la siguiente horda podría ser la definitiva con los verdaderos reyes del ring.
#12
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
Te quedas mirando a ese hombre en las gradas, Alpha. La mirada de se fijaban el uno del otro. Aquel sujeto era enorme. Unos tres metros. Cabellera dorada como si fuera un león y bastante musculoso. Con el torso descubierto llevando calzado y falta muy al estilo espartano. Luego pones tu mirada nuevamente en la gente que viene corriendo hacia ustedes. Tú simplemente suspiras y guardas tus nudilleras. Con mucha tranquilidad, te acercas a una lanza que estaba en la pared. Tú tomas el arma. Comienzas a maniobrar el arma con cierta soltura, como si esta formara parte de tu cuerpo. Sonríes un poco y miras como viene tus enemigos hacia ti.

Comienzas a respirar profundamente. Tienes la intención de mandar oxígeno a los músculos de tus brazos, los cuales claramente se comienzan a marcar. Especialmente las venas, que se marcan de sobremanera. Media docena de guerreros vienen contra ti, pequeño. Tú simplemente te posicionas y te preparas para el ataque. Toma la lanza desde la punta de la base. Cualquiera diría que el agarre de aquello te sería algo incómodo, pero para ti, era algo muy natural. Una sonrisa se dibuja en tu rostro y sin pensarlo mucho, avanzas hacia tus oponentes con la lanza esperando desde atrás. Al llegar al rango de ataque, abanicas tu arma con fuerza de manera horizontal. Propinando un corta a todos tus enemigos de un solo movimiento, causando un daño más que decente. He de decir que tus enemigos han quedado heridos en el suelo sangrado, sin tener muchas ganas de seguir luchando.

- No es placentero… - Dijiste con cierta expresión decepcionante en el rosto. – No es para nada placentero. – Volviste a fijar tu mirada en el hombre que tenía pinta de fuerte en las gradas. Tu simplemente le señalas con la lanza. Él sonríe nuevamente mientras se levanta tomándose su tiempo. Luego, hace un par de movimientos sonando su cuello y procede a bajar lentamente por las escaleras hasta llegar a la horilla. Donde se queda plantado observándolos tanto a ti como a Sowon. Olfateas y… te das cuenta que tiene cierto olor a sangre.

Eso te hace sinceramente sentirte muy feliz.
#13
Sowon
Luna Sangrienta
Las cosas parecían marchar relativamente normales, la mujer notó que el enano no estaba disfrutando las peleas, podía entenderle ya que en cierta medida ninguno había tenido que esforzarse demasiado en someter a los luchadores. A lo mejor, en un principio daban la impresión de ser guerreros competentes, pero lo cierto era que se había estado conteniendo y guardando energías para un reto mayor. El enano apuntó a alguien en la grada, un sujeto bastante más normal en estatura y era bastante extraño encontrar a alguien alto en ese lugar. La rubia observó al tipo, sintiendo que este no era alguien común, algo le advertía el inminente peligro que se avecinaba.

En lo que otros mortales mostrarían terror, la mujer veía su rostro invadido por una desencajada sonrisa, era el primero de tantos que parecía digno. Flexionó las rodillas al ver los ojos rivales posados en ella, tomando su espadón con ambas manos antes de lanzarse en picada contra el nuevo pollerudo. El filo chocó contra el brazo del hombre, las chispas se abrieron paso durante el sonido del choque, llevaba unas cadenas aferradas a los brazos y no las había visto en un primer momento.

—Pollerudo, no eres un Oniki pero eres bastante alto, se ve que este lugar si tenía a buenos luchadores después de todo.—

Sonrió al ver el golpe venir, fue un choque duro, voraz entre dos rivales que golpeaban a matar. Si bien su fuerza estaba equiparada el hombre llevaba cierta ventaja al golpear con su casco la cabeza de la mujer, un cabezazo que solo incrementó las ansîas de sangre cuando el espadón reclamó el primer corte en el costado de aquel sujeto. Era ojo por ojo, la sangre brotó tanto del corte como de una pequeña herida en la frente de la rubia.

—Enano, deberemos buscar la manera de matarle antes de que pueda leer nuestros movimientos. Creo que tu tamaño puede ayudarnos, voy a ser el cebo, busca aperturas en cuanto me ataque. Pero manten la distancia, no servirá de nada si te ve llegar. Ese casco parece proteger bien su cabeza, pero también le deja bastante expuesto al reducir tanto su campo de visión...—

Comentó mientras señalaba la herida del costado que su espadón había rozado. En aquel momento pudo notar por acto reflejo como el hombre se había sorprendido, sus ojos estaban limitados al frente con aquel casco espartano, si bien protegía la cabeza, obligaba a su portador a una visión muy reducida de su entorno. Además estaba su tamaño, Sowon conocía que los rivales más pequeños eran molestos al poder llegar con mayor facilidad a puntos ciegos. Por este motivo ella prefería no usar cascos que pudiesen entorpecer la visión y apostaba incluso por el combate sin casco, lo más óptimo podía ser sin dudas un casco retractil.

—¡Vamos Gigantón! Te mostraré que no estás a mi altura, ¡Ven a por mí cobarde!—

Rugió con una sonrisa antes de comenzar una serie de embestidas y cortes, muchos de estos solo chocaban contra las cadenas, otros lograban cortar pero sin demasiada profundidad, la pelea se había convertido en un intercambio parejo de golpes y cortes donde dos bestias negaban a ceder terreno en sus avances. En cuanto la rubia se veía empujada o desplazada, era su espadón el encargado de marcar con un corte el límite y retomar una ofensiva, a diferencia de muchos maestros de la espada el arte de Sowon era una ofensiva salvaje y agresiva muy alejada de la patética versión mostrada en el entrenamiento.

Choque tras choque, herida tras herida, no había dudas en que el combate se había robado la atención de la grada y más aún al ver que esa misteriosa mujer lejos de llorar por sus heridas se mostraba firme y sonriente cual guerrera. El tipo era duro, daba pelea como un hueso que se niega a ser arrancado, el último golpe le había acorralado contra la pared. Sin embargo, era la posición ideal, estaba de espaldas al enano y se había descuidado. Clavó su espadón en el pie adversario y pisó con fuerzas el otro para invertir las cosas, el cazador se había vuelto presa al descuidar la distancia.

—¿Qué tal un poco de humildad? Subestimando otra vez la importancia de tomar distancia.—

Escupió hacia un lado mientras enterraba aún más el filo en el pie del hombre, era la oportunidad perfecta para probar su coordinación y esperaba no tener que dar más señales o el ataque sorpresa se arruinaría. Su piel estaba algo magullada, su corazón latía y la adrenalina le estaba haciendo ignorar gran parte del dolor que a la mañana siguiente le obligarían a quedarse hasta tarde en la cama.
#14
Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
La verdad, era una lástima que el grandote no fuera ido a por ti, Alpha. Sinceramente observas como se lanza en batalla contra Sowon, pasando de ti. Aparentemente le ha causado más interés chocar con ella mientras tú, observas con tranquilidad el derroche de habilidades por parte de la gran oni y el enorme humano. Tu sonríes. Te acabas de convertir en un espectador más. Sowon demuestra capacidades únicas y realmente disfrutas verle luchar. Aunque su oponente no parece ser alguien que de rienda suelta fácilmente. Demuestra estar a la par de ella.

¿Al fin alguien digno? Ya se vería.

- Suena interesante tu plan. – Respondiste en voz baja para ella. Quien se había acercado rápidamente ti ofreciendo una estrategia sin perder de vista al adversario.- Lo dejare todo en tus manos entonces, Sowon. – Dejaste que ella lanzara nuevamente a combatir. Tú, por tu parte, te quedas observando a lo lejos mientras desde cierta distancia, comienza a caminar trazando un circulo. En un principio, simplemente tenías la lanza apoyada en el hombro mientras caminabas con total tranquilidad. Mirabas detenidamente la batalla mientras esperabas el momento indicado para atacar. Puesto que, aquí no se trata de luchas justas ni nada por el estilo. Es simple y llano enfrentamiento bruto donde los más fuertes saldrán victoriosos mientras que los débiles perecerán. La paciencia te premiaría a tanto a ti como a ella, joven pirata.

Eso… es más que seguro.

Justo en ese instante cuando Sowon ha clavado la espada en el pie enemigo. Dándote la apertura que buscabas. Como había dicho, joven piratas. La paciencia te brindara lo que buscas y, has encontrado el momento justo para hacerlo. Con total naturalidad tomas la lanza y te posicionas. Tomándola con ambas manos mientras flexionaba las rodillas preparándote para la arremetida. Respiras profundo una y otras vez. Alteras la respiración para que el oxígeno llegue a tus músculos logrando que estos se inflen mucho más aumentando tu ataque. Sin pensarlo mucho y dando un solo salto frontal, te lanzas. Apuntas directamente a su corazón desde su espalda y con un simple empuje penetras el cuerpo del gran guerrero atravesándolo y con él empuje, arrancándole el corazón. – Vorpal… dance. – La sangre comienza a fluir sin cesar y, tu oponente poco a poco comienza a desvanecerse. Tú sacas la lanza y abanicas fuertemente hacia tu costado, arrojando el órgano y limpiando la sangre que machaba la hoja.


-Al final, solo ha dado un poco más de pelea que los otros.- Dijiste a Sowon. Afirmando que ha sido algo entretenido. – No tengo trofeo que reclamar de alguien como este. Detesto a la gente que subestima a sus enemigos. Y ya no quedan más oponentes... supongo que ha servido para calentar. – Sacaste tu petaca de café y proseguiste a beber con total calma y tranquilidad. – Creo que pronto deberíamos abandonar esta isla ¿No lo crees? – Preguntaste a su persona. – Antes que el aburrimiento nos mate.

Sin decir mucho más posaste tu lanza en el hombro y proseguiste a abandonar el lugar junto a tu compañera. Ya había sido suficiente entretenimiento por hoy y seguramente ahora tocaría cosas más interesantes que hacer.

Después de todo, ustedes son dos de los cuatro peligros.
#15
Sowon
Luna Sangrienta
Una vida, un combate, nada que lamentar tras haber combatido. Claramente no era la mejor batalla del planeta, no era el combate que más le había hecho sudar e incluso se quedaba corto en duración, esperaba mucho más cuando se metió en aquel lugar pero claramente sus rivales no estaban preparados para lo que había llegado a sacudir la arena como un huracán indomable. Limpió la sangre de la espada con un movimiento tras el poderoso ataque de Alpha, había sido un golpe limpio e incluso peligroso, ese enano era fuerte pese a que al principio pareciera que se estaba conteniendo. No era alguien a quien convenía tener de enemigo, pero la mujer rubia podía vislumbrar un rival, un sujeto a quien podía seguir para sentir la emoción de la batalla mucho más seguido. No le tomó gran importancia a lo que había acontecido, según su mente y tradición era simplemente un intercambio de intenciones dentro de un gran ring, conocer a un posible aliado dejando que su arma hable por él y no dejarse llevar por cuentos. Ahora sabía que lejos de aquella isla había grandes aventuras por vivir, enemigos a los que vencer y posiblemente la respuesta a sus dudas sobre los sueños. Si algo no le convencía era seguirle como una tripulante, su corazón y espíritu se negaban a someterse a alguien, a ofrecer su libertad a favor de otra persona pero si este le aseguraba un transporte y no le imponía ninguna voluntad podía aferrarse al pequeño sujeto que parecía mucho más propenso a los contactos. Comenzó a reír, por mero reflejo, a la hora de responder a la broma que le habían hecho ya que de todos los peligros del mundo el aburrimiento no era uno que realmente pudiera preocuparle.

―Parece que esta isla tiene poco que ofrecer, al menos si buscamos combates que en verdad nos hagan hervir la sangre, supongo que pueden llegar sujetos fuertes de vez en cuando pero dudo que regresen tras haber hecho sus cosas. Movernos, puede que sea la mejor solución a la hora de encontrar mejores lugares, quizás en el mundo haya templos o lugares dedicados al arte de la espada y me emociona pensar en enfrentarme a esos maestros uno a uno.―

Respondió con una sonrisa mientras envainaba su espada a su espalda y proseguía a seguirle el paso, habían causado una buena impresión en aquel circuito pero defender un título que no oponía resistencia sería una tarea aburrida. El ganar podía llevar al conformismo, a oxidarse al creer que era mucho más poderosa de lo que en verdad era. Ella era una bestia competitiva, una depredadora que le gustaba sentir el filo del peligro para poder progresar. Alpha le ofrecía el transporte para continuar un viaje, para instruirse en diferentes estilos y dominar cada aspecto de un estilo que apenas estaba descubriendo. Era la oferta de superar sus límites, de hacerse un nombre propio y sin estar atada a contratos, capitanes o una jerarquía. Un pequeño empujón para volverse una capitana por su cuenta y a lo mejor contar con su propia tripulación en un futuro, un conjunto de individuos que le siguiesen para escapar de la monotonía que muchas veces amenazaba la vida.

―Tal parece que tendremos bastante tiempo para entrenar y algún día a lo mejor termine por morder tu cuello cuando menos lo esperes enano, no te descuides ni te confíes porque puedes ser fuerte y a lo mejor reciba unas cuantas palizas de tu parte. Pero créeme que no soy de las que se dan por vencidas, algún día juro que te haré caer ante mi espada. Después de todo... no has visto todo lo que puedo hacer y sé bien que yo tampoco...―

Comentó en un tono de broma, una broma que escondía bastante mal la verdad, le estaba aceptando como alguien digno de considerarse un rival. Algo que no solía ocurrir a no ser que a la Oni le llamase poderosamente la atención, pero en consecuencia era un muro que la mujer trabajaría día y noche en derribar. Si aquel pirata se confiaba, si llegaba a descuidarse u olvidar su entrenamiento, la mujer estaría preparada para recordarle las cosas y no de una manera suave. Porque la cultura de los Shinozaki era bastante simple, pero con un fin marcado, entrenar y superar. Romper las barreras de lo común, para algún día convertirse en la cadena dominante de la vida, la mujer tenía en mente cortar una bestia pero luego iría por otras, por montañas, por islas enteras y claro entre esas bestias a superar se encontraba el enano delante de ella.
#16


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