Drake Longspan
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13-10-2024, 04:30 AM
Por si no fuese poco el impacto del Hasshoken sumado al extremo cansancio que el muchacho percibía en cada extremidad y ápice de su cuerpo, el suelo comenzó a temblar, elevando un géiser de agua estallando bajo sus pies. El chico no tuvo ni tiempo de ponerse en guardia de nuevo, su cuerpo comenzó a flotar. Pensando que iba a morir, se dejó llevar.
Cuando estaba a punto de llegar a los cuásares y los pulsares del mismísimo cielo hasta convertirse en el nuevo guardián de las estrellas. Un grito le despertó.
— ¡Draaaaake! ¡Capitán! ¡Pato! ¡¿Alguien?!
El carpintero de los brazos largos seguía vivo...
Y seguía preso del sistema.
— Mierda... Mi cabeza...
Como quien se despierta de una resaca de una Rave en el Reino de Goa, Drake, algo entumecido escucha los gritos de su capitán, por suerte para él, ya no le quedaban onigiris que meterle en la boca.
Resacado, se reincorpora estirando su brazo en dirección a Jun Gunslinger para ayudarla a bajar del árbol. Su pelo está completamente despeinado y lleno de plumas y restos de ramas y hojas. Ni él sabe que ocurrió, y posiblemente no lo sepa nunca.
— Lo logramos, toca llevarlo a puerto. — Dijo a la tripulante con la sonrisa más triste del East Blue, algo dentro de él deseaba haber muerto.
Habían logrado el objetivo, si alguna vez tuvieron uno.
Ahora, tocaba trabajar para el sistema...
Hasta su abolición.
Mientras Drake Longspan flotaba en el aire, suspendido por un glorioso segundo antes de que la gravedad reclamara su derecho sobre su cuerpo, no pudo evitar que su mente divagara hacia pensamientos más profundos. O quizás no tan profundos, porque lo único que cruzaba su mente en ese momento era una verdad tan dolorosa como el inminente impacto: el verdadero enemigo no era el mar, ni los piratas rivales, ni siquiera ese géiser traicionero que acababa de dispararlo hacia su posible muerte. Estaba en pleno viaje astral. La luz al final del túnel. Y la iluminación llegó.
No, el verdadero villano siempre había sido y siempre sería…
El capitalismo.
«Claro, porque si los sistemas económicos de los mares fuesen justos, no estaría aquí volando como una hoja al viento, a punto de darme un golpe de realidad… y de roca. ¿Por qué no me pude quedar con mi taller? Ah, sí, porque nadie quiere pagar por muebles artesanales cuando esos mercaderes del gremio de KIKEA te lo vende más barato y además con la diversión de montarlo tú mismo. El capitalismo es como este géiser: te escupe hacia arriba, te da un poco de esperanza de que tal vez, solo tal vez, puedas volar… y luego te deja caer al vacío, con una deuda más grande que tu dignidad.»
Suspiró, flotando un poco más en su caída, como un panfletista anarquista que aún tiene algunas cosas que decir. Al final, aquellos amigos que había hecho en Kilombo tendrían razón.
«Ahí es donde empezó todo. No fueron mis habilidades de carpintería las que me llevaron a este momento... Fue esa lucha constante de un hombre honesto contra un sistema que lo quiere todo... hasta tu último clavo. Me metí en la piratería porque pensé que robando tesoros podría ganarme la vida... pero resulta que el capitalismo ya me había robado todo antes.»
La verdadera pelea no era contra otros piratas. No era contra la Marina. Era contra un sistema que siempre, sin importar cuántos géisers explotaran bajo tus pies, te dejaría caer… y sin seguro médico.
«Puto Gobierno Mundial.»
Cuando estaba a punto de llegar a los cuásares y los pulsares del mismísimo cielo hasta convertirse en el nuevo guardián de las estrellas. Un grito le despertó.
— ¡Draaaaake! ¡Capitán! ¡Pato! ¡¿Alguien?!
El carpintero de los brazos largos seguía vivo...
Y seguía preso del sistema.
— Mierda... Mi cabeza...
Como quien se despierta de una resaca de una Rave en el Reino de Goa, Drake, algo entumecido escucha los gritos de su capitán, por suerte para él, ya no le quedaban onigiris que meterle en la boca.
Resacado, se reincorpora estirando su brazo en dirección a Jun Gunslinger para ayudarla a bajar del árbol. Su pelo está completamente despeinado y lleno de plumas y restos de ramas y hojas. Ni él sabe que ocurrió, y posiblemente no lo sepa nunca.
— Lo logramos, toca llevarlo a puerto. — Dijo a la tripulante con la sonrisa más triste del East Blue, algo dentro de él deseaba haber muerto.
Habían logrado el objetivo, si alguna vez tuvieron uno.
Ahora, tocaba trabajar para el sistema...
Hasta su abolición.