Hay rumores sobre…
... que existe un circuito termal en las Islas Gecko. Aunque también se dice que no es para todos los bolsillos.
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[Común] Resaca de bodas [ Asradi/Galhard]
Galhard
Gal
El sol comenzaba a filtrarse a través de las hojas de los grandes árboles que rodeaban la Isla Kilombo. Galhard abrió los ojos con dificultad, sintiendo el peso de la noche anterior aún sobre sus hombros. La boda de Tofun y Gertrudiz había sido una celebración desbordante, cargada de risas, bailes y mucha más bebida de la que esperaba. Ahora, tumbado en la arena suave que rodeaba el campamento improvisado, su cuerpo le recordaba con cada músculo adolorido que había exagerado en la celebración.

—Uf… —murmuró, llevándose una mano a la cabeza, donde una punzada de dolor le recordaba las rondas interminables de brindis.

Se incorporó lentamente, apoyando las manos en el suelo para no perder el equilibrio. A su alrededor, los restos de la fiesta aún eran visibles: sillas volcadas, vasos y platos desperdigados, y un par de figuras aún dormidas bajo las sombras de los árboles. Kilombo, con su ambiente salvaje pero tranquilo, había sido el escenario perfecto para la boda de Tofun y Gertrudiz, y Galhard había disfrutado más de lo que pensaba que haría.

A lo lejos, el suave murmullo del mar llegaba a sus oídos, ayudándole a despejarse poco a poco. Se levantó y, aunque sus piernas protestaron un poco al principio, comenzó a caminar hacia la playa, donde el agua cristalina parecía invitarle a refrescarse.

Mientras avanzaba por la arena, los recuerdos de la noche anterior volvieron en flashes. La risa contagiosa de Tofun mientras levantaba a Gertrudiz en el aire tras el primer baile. Los amigos de Kilombo, todos con una jarra en la mano, brindando por la felicidad de los recién casados. Asradi haciéndolo sonrojar frente a todo el grupo con alguna broma sobre lo bien que le quedaba el traje de la ceremonia.

Pero más que nada, recordaba el aire de camaradería que había impregnado la boda. La isla, que en su momento había sido el escenario de pruebas y desafíos, ahora era un lugar de celebración, un refugio temporal donde todos habían dejado sus preocupaciones a un lado.

Llegó a la orilla y se inclinó para mojarse la cara. El agua fresca era justo lo que necesitaba para despejar su mente y comenzar a sentirse como él mismo otra vez. Con el rostro goteando, se enderezó y miró hacia el horizonte, donde el sol ascendía lentamente, tiñendo el cielo de tonos naranjas y dorados.

—Quizás exageré un poco anoche —se dijo en voz baja, permitiéndose una sonrisa.

A pesar de la resaca y el cansancio, había algo satisfactorio en la calma de esa mañana. La boda había sido un éxito, y aunque Galhard no era del tipo que solía relajarse completamente en estos eventos, había sentido una verdadera conexión con todos los presentes. Era un recordatorio de que, en medio de sus responsabilidades y misiones, momentos como este eran necesarios.

De pie en la orilla, mientras el sol seguía su ascenso, Galhard sintió que la tranquilidad de la mañana lavaba cualquier remanente de la noche anterior. Sabía que pronto tendría que volver a sus deberes, pero por ahora, este momento de paz era suficiente.
#1
Asradi
Völva
El inicio de la boda había sido lo más. Pero es que la celebración posterior estaba siendo apoteósica. Entre las risas, el alcohol y la música, Asradi no sabía ya ni en qué mundo ni hora vivía. Hacía tiempo que no se sentía tan bien rodeada de tanta gente. Quizás también es que el disfraz que llevaba, le ayudaba a disimular lo que era ante el resto de los ojos que la rodeaban. Se sentía un poquito más segura. Pero en el momento en el que los bailes comenzaron y la bebida comenzó a repartirse como si fuese agua, el desfase fue creciendo poco a poco. Había medio bailado con Ubben, dentro de todo lo que ella podría bailar, entre risas y el desfase. Y había bebido una buena cantidad de alcohol, hasta que el cuerpo le había dicho basta. Al menos por un rato.

El sol ya despuntaba por el horizonte, no había dormido ni tan siquiera una hora, pero no sentía que necesitase más, por el momento. Hacía meses que no se sentía tan viva como en ese momento, sin preocuparse por otra cosa que no fuese divertirse un poco. Ahora bien, había decidido alejarse un rato de todo el jolgorio para refrescarse. A lo lejos se escuchaba el sonido del mar, de las olas rompiendo sobre las rocas. Seguramente había una playa cerca, así que aprovecharía para remojarse un poco y espabilarse. Y, tras eso, poder seguir un poco más en aquella fiesta. Nunca antes se había desfasado tanto, pero simplemente le apetecía. Disfrutar y desinhibirse un poco sin que nadie le marcase unas pautas, o le dijese cómo comportarse... O la encadenase de alguna manera.

Asradi inspiró aire cuando, tras varios minutos largos de camino, llegó hasta la consabida playa. Y, con ello, disfrutó del aroma a salitre y libertad que el océano siempre le confería.

Qué buen día hace. — Murmuró para sí, dejando que los rayos del sol calentasen su escamosa cola. Todavía llevaba partes del disfraz, así que era un poco más complicado moverse, pero no imposible. Todo por mantener, por ahora, esa tapadera, aunque no hubiese nadie por los alrededores.

O casi nadie.

Para cuando sus ojos azules barrieron el lugar, con la mirada, se encontró con una figura que ella ya conocía. De inmediato se le dibujó una sonrisa en los labios, acercándose sigilosamente. O, al menos, todo lo sigilosa que podía ser dando graciosos saltitos sobre la arena.

¿Tú crees? — Respondió, tras haber escuchado el murmullo de Galhard cuando se encontró justo detrás de él. — Yo creo que te lo estabas pasando muy bien.

Para cuando el marine se volviese, se encontraría con la divertida sonrisa de Asradi pincelada en sus ojos, así como una mirada de la misma índole.

Y el disfraz te quedaba divinamente. — Adjuntó, solo por meterse un poco con él.
#2
Galhard
Gal
Galhard giró la cabeza al escuchar la voz de Asradi, y la visión de su sonrisa traviesa lo hizo reír con suavidad, aunque una mezcla de vergüenza y diversión le coloreó las mejillas. El recuerdo de su disfraz de plátano volvió a su mente y no pudo evitar sentir un poco de sonrojo.

—¿Divinamente, dices? —respondió, con una sonrisa irónica —No sé si ‘divino’ es la palabra correcta. Creo que pasé la mitad de la noche intentando mantener mi dignidad mientras me envolvía en esa… piel de plátano —dijo, soltando una risa mientras recordaba cómo había tratado de caminar con aquellos trozos de tela amarilla.

Asradi rió con él, y Galhard se sintió momentáneamente liberado de cualquier pudor. La boda había sido una de esas raras ocasiones en las que todos se habían permitido ser un poco más despreocupados, y él se había sorprendido a sí mismo riendo y brindando como si no tuviera preocupaciones en el mundo.

Miró el horizonte, donde el sol comenzaba a elevarse, dorando el agua con tonos cálidos, y volvió la vista hacia Asradi.

—Fue una buena noche, ¿verdad? —dijo, con un tono más reflexivo —Hay algo en Kilombo, en el ambiente de esta isla… No sé, por una vez, me pareció que todos podíamos olvidarnos de nuestras responsabilidades y simplemente ser nosotros mismos.—

Se tomó un momento para observar a Asradi, todavía con parte de su disfraz, que camuflaba ligeramente su verdadera identidad. Su semblante revelaba una mezcla de cansancio y felicidad, y Galhard se dio cuenta de que la noche había sido especialmente liberadora para ella también.

—A veces, creo que olvidamos la importancia de momentos como este — murmuró, más para sí mismo que para ella — Siempre pensando en lo que viene después, en las próximas misiones. Pero anoche… anoche fue diferente.— Dijo entre risas

La presencia de Asradi le recordaba que, a pesar de las obligaciones y las cargas que cada uno llevaba, era necesario detenerse de vez en cuando y disfrutar de los momentos que les recordaban que, antes que marines o soldados, eran seres humanos.

—No sé cuándo podremos volver a hacer algo así, pero me alegra que estuviéramos todos juntos en este pequeño caos— agregó, con una mirada que transmitía complicidad.

Asradi lo miraba divertida, y Galhard sintió que aquella conversación matutina era el perfecto cierre para una noche memorable. Mientras el viento fresco les envolvía, Galhard se animó a romper el momento de calma.

—Entonces, ¿qué me dices, Asradi? ¿Una última vez al agua para despejar la mente? A ver si este baño me ayuda a recordar por qué jamás debería disfrazarme de plátano otra vez —propuso, alzando una ceja en desafío amistoso.

 Aunque las responsabilidades aguardaban, por ahora se permitieron disfrutar un poco más de esa libertad temporal.
#3
Asradi
Völva
Tras las risas iniciales, y una conversación mucho más amena sobre los disfraces que ambos habían llevado y que, de hecho, Asradi todavía portaba a medias, tocaba relajarse un poco después de tanto jolgorio. Una fiesta que, sabía, iba a continuar tal y como estaban pintando las cosas. Pero de momento se tomaría un instante de respiro. Hacía tiempo que no veía a Galhard, desde aquel momento en la playa, así que siempre era bueno saber de él. Parecía estar bien, y eso le alegraba.

Sí que lo ha sido. — Murmuró en respuesta a él. La noche había sido excelente, aunque algunos resacosos quizás se quejasen después. Pero ese momento de libertad y felicidad no se los iba a quitar nadie.

También había conocido a algunos compañeros de Ragnheidr, como ese pequeño tontatta, el que se había casado. El recuerdo de aquella imagen le hizo sonreír un tanto más divertida. Luego de eso, mientras Galhard reflexionaba en voz alta, ella asintió también pensativa.

A veces vivir el día a día no es tan malo, sobre todo para que uno se olvide de sus propios problemas. — Por supuesto, dependía de la situación en la que cada uno se encontrase. Ella lo hacía por mera supervivencia. Desde hacía varios años.

De todas maneras, pensar en eso no le ayudaba, así que decidió descartar eses funestos recuerdos y centrarse en el ahora. En la compañía. Galhard era un marine, sí. Pero de momento parecía buena gente, ,lo poco que había compartido con él en aquella ocasión y ahora también. Hubiese deseado ver y saber de Octojin. No había vuelto a saber del escualo desde que ambos se habían separado en Loguetown.

Miró al pelicastaño un momento, todavía con esa duda rondándole la cabeza. Hasta que Galhard la sacó de sus pensamientos con la propuesta siguiente.

¿Al mar? ¿Quieres meterte a nadar después de la resaca? — Sí que tenía agallas el hombre, sí. La sirena se rió ligeramente, complacida y divertida al mismo tiempo. — Me parece perfecto, pero no te quejes si el agua todavía está algo fría.

Era bastante temprano por la mañana todavía. Se irguió ligeramente. Aunque solo lo suficiente como para desprenderse de los restos del disfraz que todavía llevaba. Por algún motivo, le gustaba, y pretendía guardarlo como recuerdo. Después de dejar los trozos de tela sobrantes sobre la arena se aproximó en graciosos saltitos hacia la orilla.

Y no digas eso. Te quedaba perfecto el disfraz de plátano. — Le miró con un halo de travesura pincelando sus ojos, así como la sonrisa de la misma índole. Esperó a que Galhard estuviese a su altura.

Y... Cuando lo hiciese, le empujó a traición hacia el agua, antes de zambullirse ella entre risas.
#4
Galhard
Gal
Galhard sonrió mientras Asradi se desprendía de los últimos trozos de su disfraz, riendo con su comentario sobre el agua fría. Había algo contagioso en su alegría; se notaba que ella disfrutaba plenamente de esos pequeños momentos de libertad. Verla tan animada lo hacía olvidar por un rato la resaca y cualquier malestar.

—¿Fría? Eso no me asusta —respondió, intentando sonar valiente —Además, después de esa fiesta, creo que un poco de agua fría es justo lo que necesito para despejarme del todo.—

Le lanzó una sonrisa divertida y comenzó a acercarse al agua, aunque no se esperaba lo que vendría a continuación. Sin previo aviso, Asradi lo empujó con un grácil movimiento, y Galhard sintió cómo su equilibrio se tambaleaba. El tiempo pareció ralentizarse por un momento; notó la sonrisa traviesa de Asradi y, antes de poder reaccionar, ya estaba cayendo hacia el agua.

—¡Oye, traidora!— exclamó mientras caía de espaldas, con el sonido de las olas rompiendo a su alrededor.

El agua estaba helada, y el frío le recorrió el cuerpo como un choque eléctrico, pero le arrancó una risa sincera. Se incorporó rápidamente, mojado de pies a cabeza, y observó a Asradi, que se había zambullido tras él con la agilidad y gracia de quien parecía estar en su elemento. Era imposible no contagiarse de su energía.

—¡Vas a pagar por eso!— bromeó, nadando hacia ella con toda la velocidad que pudo, aunque sabiendo que nunca podría igualar la rapidez de una sirena en su propio territorio.

Aún empapado, Galhard no pudo evitar pensar en cómo momentos como ese eran los que hacían que todo el esfuerzo y las responsabilidades valieran la pena. En el agua fría, con la resaca de una noche de celebración y la compañía de alguien tan animada como Asradi, el mundo parecía un poco más brillante y liviano. Mientras nadaba, su risa se unió a la de ella, dejando que el mar se llevara cualquier preocupación.

Se permitió entonces flotar por un momento, observando el cielo y el amanecer que se desplegaba en colores dorados sobre el horizonte. Aunque la fiesta había acabado, este breve instante le recordaba que la libertad y la alegría eran tan necesarias como el deber y el honor. De vez en cuando, había que dejarse empapar por la vida, con sus momentos de diversión, para recordar lo que realmente importaba.

—Admito que tienes razón sobre el disfraz— dijo, sacudiendo el agua de su cabello —Tal vez no es lo que me esperaba vestir para una boda , pero ese es el disfraz que mejor sabe festejar.—
#5
Asradi
Völva
La risa de la sirena fue divertida y entretenida, todavía bajo el agua mientras algunas burbujas salían de su boca debido a ello. El ver caer a Galhard y quejarse, en broma, de aquello, le había divertido en demasía y le había devuelto un poco el humor. La verdad es que sí necesitaba un momento de desahogo y dispersión como aquel. Y aquella boda, y posterior fiesta, estaba siendo perfecta para desfasarse un poco y olvidarse de todo lo que, a diario, tenía en la cabeza. Nadó un poco alrededor de Galhard antes de que éste subiese a la superficie. Asradi hizo lo mismo, asomando medio rostro con una mirada pícara y que distaba mucho de un gesto inocente. Le había empujado a propósito.

¿Traidora yo? Me ofendes. — Se hizo la dramática, antes de reírse un poco y volver a zambullirse.

Durante un buen rato estuvieron así, nadando y divirtiéndose un poco. Dejando que cualquier problema que pudiese haber, se lo llevase la marea. Olvídándose un poco de todo y de los malos momentos. Cuando el pelicastaño regresó a la superficie, Asradi hizo lo mismo, flotando cerca de él con movimientos muy sutiles de su cola. Fue una breve sonrisa la que se asomó en el rostro de la fémina al mirarle.

Yo tampoco pensé que los disfraces fuesen demasiado apropiados para una boda. — Al inicio, cuando había ido a aquella tienda con Ubben, no estaba demasiado segura. Incluso también se había negado a vestir de una manera tan ridícula.

Pero ahora que lo pensaba bien, no había sido tan malo. Se había divertido como no había sucedido en años, dejándose llevar y sin pensar en nada más. Dirigió una mirada más suave a Galhard, mientras ambos se mecían con el suave vaivén de las olas.

Pero a veces está bien no dejarse llevar por tantas normas o tanta etiqueta. — Estaba relajada, y eso también se notaba no solo en su expresión, sino en la cercanía que mantenía con el marine. Generalmente era cuidadosa con cualquier persona que perteneciese al gobierno, pero había dos con las que confiaría ciegamente. En uno más que en otro, de todas maneras: Octojin y Galhard.

Cuéntame, ¿qué ha sido de ti todo este tiempo? — Preguntó, queriendo saber.

Tenía curiosidad por saber cómo le había ido a Galhard desde aquella vez que se separaron en aquella playa.

Espero que no hayas trabajado mucho. — Añadió, con una sonrisa un poco más confiada.
#6
Galhard
Gal
Galhard rió mientras Asradi nadaba a su alrededor, sintiéndose momentáneamente aliviado de la seriedad que solía acompañar su vida como marine. La sirena tenía una facilidad increíble para convertir cualquier momento en algo memorable y ligero, y por eso, Galhard se sentía agradecido. Flotando en el agua, vio cómo Asradi emergía con su mirada pícara y juguetona.

—Tienes razón, fue un buen cambio de ritmo. La vida en la marina puede ser muy... estructurada, por decirlo suavemente. Un disfraz de plátano en una boda es probablemente lo último que uno espera, pero creo que eso hizo todo más divertido— dijo con una sonrisa—. Y, honestamente, me alegra haber estado aquí para ser parte de todo esto. A veces olvidamos lo que se siente estar rodeados de amigos y simplemente disfrutar el momento.

Miró a Asradi mientras se balanceaban con el vaivén del mar. Sabía que ella no era alguien que bajara la guardia fácilmente, pero ahora parecía tan relajada y en paz. Era como si el mar mismo la envolviera en un manto de serenidad.

—Pues... ha sido un tiempo interesante, diría yo— respondió, pensativo —He estado metido en un par de misiones, algunas más duras que otras. Me tocó enfrentarme a unas cuantas decisiones difíciles, pero nada que no pueda manejar. Sin embargo, sí, el trabajo ha sido constante. Creo que, después de tanto movimiento, una boda y un poco de descanso era justo lo que necesitaba.—

Sonrió mientras sus pensamientos lo llevaban de nuevo a las pruebas y los entrenamientos en la isla, y luego de vuelta al presente, donde flotaba en el mar junto a una sirena que había conseguido despojarlo de las tensiones acumuladas.

—¿Y tú? No he sabido de ti desde aquella vez en la playa. Imagino que, al igual que yo, has tenido tus propias aventuras. ¿Alguna anécdota divertida o digna de mención? Aunque, si me dices que piensas pasar más tiempo aquí, creo que me quedaré a hacerte compañía— dijo, riendo suavemente.

Galhard apreciaba esta charla ligera y sin presiones, una rara ocasión en la que podía simplemente dejarse llevar por la conversación y las risas. Mientras esperaba la respuesta de Asradi, se sintió afortunado de poder compartir este momento. Aunque el deber siempre lo llamaba, momentos como estos eran un recordatorio de que la vida también se trata de encontrar personas con quienes compartir el camino, aunque solo sea por un rato.

—Trabajemos menos y disfrutemos más, ¿no? Al final, creo que todos necesitamos más días como estos, para recordar que no todo es trabajo y disciplina y hacer recuerdos felices— agregó, con una sonrisa confiada que reflejaba tanto sus palabras como su estado de ánimo.
#7
Asradi
Völva
Mientras se dejaban mecer por el arrullo de las olas del mar, Asradi permanecía relajada. Era consciente que, mientras Galhard estuviese ahí, nada malo podía pasar. Era un marine, sí, pero de alguna forma confiaba en él. Y recordarle en la boda, vestido de plátano, le arrancaba de vez en cuando una sonrisa divertida. Procedió a escucharle con interés, pues tenía ganas de saber qué había sido de él durante ese tiempo. Saber que había estado bien y ocupado, era algo bueno de escuchar. Cuando le llegó el turno a ella, la sirena se quedó pensativa. Ella no había estado quieta tampoco, precisamente. Había ido de un lado para otro, entre isla e isla, como quien dice.

No puedo quejarme, la verdad. He estado viajando hasta ahora. — Le comentó, llevándose un mechón húmedo de cabello a detrás de la oreja, en un gesto de simple comodidad. — He conocido lugares y también gente. — Una mejor que otra, todo sea dicho, pero prefería quedarse con lo bueno, como todo.

Entonces, cuando el pelicastaño le pidió una anécdota, la sirena se quedó un tanto dubitativa. Tenía unas cuantas, aunque ella las sentía más como vivencias y experiencias. Algunas más graciosas que otras.

¿No es suficiente anécdota aparecer en una boda vestida de sushi? — Bromeó, riéndose un poco de manera cantarina.

Le brillaba la mirada, señal de que estaba feliz. De que, por primera vez en tiempo, sentía que no estaba sola.

Creo que me quedaré unos días más por aquí. O no estoy segura, a decir verdad. He conocido a un grupo de gente bastante... interesante. — Vamos a decirles así. Pero es verdad que sentía especial afinidad con Airgid, Ubben y Ragnheidr. Como si hubiesen conformado un bizarro pero estrecho grupo. Les tenía especial cariño a pesar del poco tiempo que llevaba conviviendo con ellos.

Cada uno tenía lo suyo, ella incluída, pero sentía que se complementaban bastante bien entre todos.

A decir verdad, no sé cuanto tiempo más nos quedaremos en Kilombo, o hacia donde partiremos. Aunque creo que disfrutaremos de la fiesta un poco más. — Al menos, esa era la pinta que tenía la situación ahora mismo.

Entonces, tras unos momentos de duda, Asradi se atrevió a preguntarlo.

Gal... — Acortó el nombre, una señal de confianza y cercanía. — Tú estás en la Marina, y supongo que has conocido a bastante gente. — Tanteó un poco el terreno. — ¿Por casualidad has conocido a un gyojin que se haya alistado últimamente?

Necesitaba saber de Octojin. Al menos, saber que estaba bien.
#8
Galhard
Gal
Galhard se dejó llevar por las palabras de Asradi, notando lo relajada y feliz que parecía mientras hablaba de sus viajes. Había algo en su tono que transmitía una sensación de libertad que él mismo rara vez sentía, y se dio cuenta de que, a pesar de las diferencias entre sus vidas, compartían el gusto por esas pequeñas aventuras y por las conexiones que forjaban a lo largo del camino.

—Sushi y plátano— rió, mientras el agua salada se deslizaba entre sus dedos —Supongo que no hay mejor manera de destacar en una boda, ¿eh? Creo que es una de las experiencias más divertidas que he tenido en mucho tiempo.— Finalizó con una risa mientras recordaba todo lo que había ocurrido en la boda

La idea de llevar un disfraz tan inusual en una boda habría parecido absurda en cualquier otro contexto, pero ahora le parecía perfecto. Asradi tenía razón al decir que a veces, apartarse de las normas y de la etiqueta era necesario. Le alegraba ver que ella también lo había disfrutado y que había encontrado algo de lo que parecía ser una auténtica familia con su grupo de compañeros. La forma en que hablaba de ellos le resultaba entrañable.

—Vaya— Respondió mientras miraba los ojos de la sirena —Me da que has encontrado gente importante para ti. Tienen que ser un grupo curioso, ya que parece que la conexión que tienes con ellos es fuerte—Dijo, sonriendo mientras ella compartía su incertidumbre sobre los próximos pasos —Creo que, aunque no sepas hacia dónde irás, ya tienes claro con quién quieres estar, y eso es lo más importante. Y, bueno, si quieres disfrutar de la fiesta unos días más, seguro que el tiempo en Kilombo será bien aprovechado.—

El ambiente entre ellos se tornó tranquilo, flotando juntos en el mar. Galhard miró a Asradi y le sorprendió ver la mezcla de emoción y duda en su rostro cuando mencionó a “Gal.” Parecía un sobrenombre natural, como si se hubieran conocido de toda la vida, y él se sintió cómodo al escucharla llamarlo así. Había algo en ese vínculo que le daba un sentido de cercanía y de compañerismo que no experimentaba a menudo fuera del entorno militar.

—¿Un gyojin? —repitió cuando ella finalmente le hizo la pregunta —Curiosamente, sí. Hace un tiempo, en la base de Logue Town, escuché sobre un gyojin que se alistó en la Marina. Fue un fichaje importante. De hecho, se hablaba mucho de su fuerza. No estoy seguro de su nombre, pero parecía alguien de gran potencial.—

Notó un brillo particular en los ojos de Asradi, una mezcla de alivio y curiosidad. La idea de que el gyojin del que hablaba pudiera ser alguien importante para ella le hizo querer ofrecerle algo más concreto.

—No sé si es a él a quien te refieres, pero puedo intentar averiguar más la próxima vez que pase por Logue Town— Sonrió, queriendo darle cierta tranquilidad — Suena como alguien que te importa. Aunque no estoy seguro de todo, puedo decirte que si estamos hablando del mismo gyojin pero de seguro que conocerle tiene que ser toda una buena experiencia—

Aquellos vínculos y lazos que ella mantenía incluso en medio de sus aventuras le parecían un recordatorio de lo esencial que era para todos tener a alguien, un amigo o un compañero en quien confiar. Si podía ayudar a mantener esa conexión, haría todo lo posible para que Asradi tuviera la paz de saber que su amigo estaba bien.

—Si es él, estoy seguro de que volveréis a encontrarse —dijo, mirándola con sinceridad — A veces, el mar no es tan vasto como parece cuando se trata de reunirse con quienes importan, mira si no a nosotros, en el lugar menos pensado nos volvimos a encontrar— Finalizó poniendo la espalda contra el agua y nadando ligeramente, imitando torpemente el movimiento de una medusa acercándose a Asradi

Mientras flotaban juntos en el mar, Galhard sintió que ese encuentro era uno de esos momentos que se atesoran, uno de esos encuentros que ayudan a ver con más claridad lo que de verdad importa.
#9
Asradi
Völva
Había una mezcla de curiosidad e incertidumbre en los ojos azules de Asradi, mientras estes permanecían fijos y posados sobre los de Galhard después de haberle echo la pregunta. ¿Conocería a Octojin? Estaba deseosa de saber de él, y el pelicastaño era el único marine, aparte del gyojin, que conocía como tal. Y con el que tenía también confianza. Por eso, estuvo expectante a las palabras de él. A la información que Gal pudiese darle. Sentía que el corazón le latía a mil por hora, como si se le fuese a salir del pecho en algún momento.

Sí, un gyojin tiburón. — Añadió a la primera pregunta de él. Y se mantuvo luego en silencio, escuchando de manera afanosa. A medida que él le iba contando, una sonrisa muy suave, esperanzadora, se fue dibujando en los labios de la sirena.

Era verdad que Galhard no había confirmado el nombre ni nada parecido. Pero la descripción que le estaba dando, aunque no era exacta, le decía que se trataba de él. Ella quería creer eso, al menos. Octojin era alguien muy importante para ella. Y le dolía en el alma tener que haberle dejado atrás, al menos de momento. Pero estaría bien. Los dos lo estarían hasta que consiguiesen solucionar, primero, sus propios asuntos.

Se mordisqueó el labio inferior, pensativa durante unos momentos, antes de volver a mirar a Galhard y sonreirle tremendamente agradecida. Porque no solo le estaba diciendo eso, sino que también le estaba ofreciendo a averiguar más la próxima vez que se pasase por Loguetown.

En realidad, si le ves... — Había un brillo feliz, alegre en los preciosos ojos azules de la sirena, aunque también había un deje de vergüenza, de inseguridad. — … Solo dile que estoy bien. Él lo entenderá.

O esperaba que lo entendiese. Que estaba bien, que le echaba de menos y que aún le quería. Tenía también algunas dudas o miedos internos al respecto, pero prefería no pensar en eso.

Te lo agradecería mucho. — De verdad que lo haría, para ella sería el favor más grande que le pudiesen hacer. — Y te prometo que te lo retribuiré de la manera que gustes.

Estaba dispuesta a prácticamente casi todo, dentro de lo decente, claro. Aunque sabía que Galhard no iba por eses derroteros.

Tras eso, se relajó y sonrió de manera más suave. O, más bien, no pudo evitar reírse cuando el marine comenzó a nadar de esa manera, como una medusa, hacia ella. Le salpicó un poco el rostro, a modo de juego, pero asintió.

Tienes razón. El mar siempre provee, tarde o temprano. — Era una frase que siempre había dicho, y que creía en ella. Luego miró al pelicastaño, con algo de curiosidad. Incluso se atrevió a empujarle un poco, dejando que flotase sobre la superficie del agua, solo para meterse un poco con él. — ¿Y tú? ¿Tienes a alguien que te importe?

Ahora quería conocer un poco más de él.
#10
Tema cerrado 


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