Nakai
Científico Loco
01-08-2024, 01:13 AM
Había un nuevo perro en el corral. Un nuevo "pez pesado" o como se hacía llamar, había llegado a las costas de Dawn y clamaba ser parte de los piratas de Elbaf, incluso, clamaba ser hijo de la capitana de una banda enana de Dressrosa, e hijo del pirata gigante "Maximus", proveniente de Elbaf.
Un sujeto regordete y rechoncho, vestido con pieles, con un enorme torso y cabeza totalmente ovalada y de enormes mejillas se abrió paso con su tripulación, amenazando con sus miradas y sus pistolas a los chatarreros de la isla.
-¿Que no sabes quien es él?- decían sus esbirros, que no se despegaban de él, pareciendo más garrapatas que perros falderos a este punto.
-Es el enano gigante- dijo otro de sus esbirros. El tipo se pavoneaba casi como uno de esos nobles mundiales con la cabeza metida entre las pompas de burbuja, también llamados Tenryubitos.
Sin embargo, fue cuando llegaron a las ruinas de unos talleres en medio de la chatarra que la cosa se puso seria, al menos para mí. El sujeto señaló y sus esbirros comenzaron a construir su "fuerte" a base de basura y de láminas.
-¿Saben? No deberían construir ahí. Dicen que el "hada de los órganos" habita ahí- dijo el anciano que advertía a la gente.
-¿Hada de los órganos? ¿No sabes quien es "El enano gigante"? No hay hada que se atreva a meterse en su camino- dijo el esbirro, empujando al anciano mientras los demás reían.
Fue cuando movieron unas láminas que vieron las cientas de ratas, mejor dicho sus restos, formando macabras obras de arte dantesco, casi lovecraftiano, producto de mis investigaciones en la biología.
Soltaron un grito de sorpresa y asco, atrayendo la atención de su jefe.
-¿Que porquería es esta?- bramó aquel sujeto que clamaba ser el enano gigante. Podía verlo desde mi escondite en las paredes. Era a lo mucho un sujeto de un metro y medio de altura ¿como podía clamar ser lo que decía que era?
Aquel sujeto tomó un enorme mazo que tenía como arma y comenzó a despedazas las obras que tantas noches me tomó hacer.
-¿Porque tienen estas porquerías aquí?- gruñía aquel sujeto, rompiendo todo con su mazo, para después ordenar que quemaran todo mi trabajo. Sus esbirros, sin demora, corrieron a apilar los restos y prenderles fuego. Yo sólo yacía ahí, viendo, escondiéndome en los escombros y la chatarra, aguardando mi venganza.
La noche había caído ya, y esa gente comenzó a beber en grandes cantidades. Habían amenazado a los vendedores locales para conseguir sake y ron, que combinaron en barriles, así como conseguir suficiente alimento como para llenar sus panzas. Parecían perros que llevaban días sin comer. Tras tocar música y planear sus próximos movimientos en esta isla, para conseguir dinero, más tripulación y más licor, cayeron profundamente dormidos.
El "enano gigante" yacía dormido en una habitación separada, con una gran botella de sake en la mano y la otra dentro de sus pantalones, rascandose como un animal.
Subí a la repisa de arriba de su cama y me senté en la orilla, dí un sorbo a la botella de sake y la vacié sobre su rostro. Cuando sintió ahogarse, saltó de su cama, tosiendo.
Alzó la mirada con rabia, pero su expresión cambió cuando miró a un diminuto ser en su repisa, jugando con un bisturí en su mano.
-!Cabrones, levántense!- gritó el sujeto, pero no recibió respuesta.
...
(En construcción)
Un sujeto regordete y rechoncho, vestido con pieles, con un enorme torso y cabeza totalmente ovalada y de enormes mejillas se abrió paso con su tripulación, amenazando con sus miradas y sus pistolas a los chatarreros de la isla.
-¿Que no sabes quien es él?- decían sus esbirros, que no se despegaban de él, pareciendo más garrapatas que perros falderos a este punto.
-Es el enano gigante- dijo otro de sus esbirros. El tipo se pavoneaba casi como uno de esos nobles mundiales con la cabeza metida entre las pompas de burbuja, también llamados Tenryubitos.
Sin embargo, fue cuando llegaron a las ruinas de unos talleres en medio de la chatarra que la cosa se puso seria, al menos para mí. El sujeto señaló y sus esbirros comenzaron a construir su "fuerte" a base de basura y de láminas.
-¿Saben? No deberían construir ahí. Dicen que el "hada de los órganos" habita ahí- dijo el anciano que advertía a la gente.
-¿Hada de los órganos? ¿No sabes quien es "El enano gigante"? No hay hada que se atreva a meterse en su camino- dijo el esbirro, empujando al anciano mientras los demás reían.
Fue cuando movieron unas láminas que vieron las cientas de ratas, mejor dicho sus restos, formando macabras obras de arte dantesco, casi lovecraftiano, producto de mis investigaciones en la biología.
Soltaron un grito de sorpresa y asco, atrayendo la atención de su jefe.
-¿Que porquería es esta?- bramó aquel sujeto que clamaba ser el enano gigante. Podía verlo desde mi escondite en las paredes. Era a lo mucho un sujeto de un metro y medio de altura ¿como podía clamar ser lo que decía que era?
Aquel sujeto tomó un enorme mazo que tenía como arma y comenzó a despedazas las obras que tantas noches me tomó hacer.
-¿Porque tienen estas porquerías aquí?- gruñía aquel sujeto, rompiendo todo con su mazo, para después ordenar que quemaran todo mi trabajo. Sus esbirros, sin demora, corrieron a apilar los restos y prenderles fuego. Yo sólo yacía ahí, viendo, escondiéndome en los escombros y la chatarra, aguardando mi venganza.
La noche había caído ya, y esa gente comenzó a beber en grandes cantidades. Habían amenazado a los vendedores locales para conseguir sake y ron, que combinaron en barriles, así como conseguir suficiente alimento como para llenar sus panzas. Parecían perros que llevaban días sin comer. Tras tocar música y planear sus próximos movimientos en esta isla, para conseguir dinero, más tripulación y más licor, cayeron profundamente dormidos.
El "enano gigante" yacía dormido en una habitación separada, con una gran botella de sake en la mano y la otra dentro de sus pantalones, rascandose como un animal.
Subí a la repisa de arriba de su cama y me senté en la orilla, dí un sorbo a la botella de sake y la vacié sobre su rostro. Cuando sintió ahogarse, saltó de su cama, tosiendo.
Alzó la mirada con rabia, pero su expresión cambió cuando miró a un diminuto ser en su repisa, jugando con un bisturí en su mano.
-!Cabrones, levántense!- gritó el sujeto, pero no recibió respuesta.
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(En construcción)