Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Aventura] Plan de Escape [Extracción]
Tofun
El Largo
60 de Verano del año 724
Faro de Rostock, Isla Kilombo



El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras que se reflejaban en el mar, creando un espectáculo visual que atraía la atención de cualquiera que se detuviera a admirarlo. Desde lo alto del faro, la vista era impresionante. A los pies de la estructura, las olas rompían con fuerza contra las rocas, mientras el pueblo de Rostock se iluminaba poco a poco con las primeras luces de la noche.

Murray Arganeo se encontraba recostado en el marco de una de las ventanas, con los pies apoyados en el borde. Sostenía un puro entre sus dedos, disfrutando del aroma a tabaco que se mezclaba con la brisa marina. Su mirada se perdía en el horizonte, reflexionando sobre las últimas semanas.

En ese momento, Stan S. Stanman apareció como un torbellino, subiendo las escaleras del faro con una energía desbordante. Su cabello azul eléctrico brillaba bajo la luz del atardecer, y su traje oscuro contrastaba con la calidez del entorno. Se acercó a Murray con un mechero en mano, una sonrisa que ocupaba toda su cara.

¡Murray! —gritó Stan, como si estuviera anunciando la llegada de una gran noticia. — ¡Mira lo que traigo!

Sin esperar respuesta, Stan se agachó y encendió el puro de Murray con un mechero decorado como un pez de colores vistosos.

Este es el nuevo modelo. —dijo Stan, mientras el fuego iluminaba brevemente su rostro.— ¡Perfecto para un hombre como tú!

Murray, exhalando una bocanada de humo, sonrió con un toque de ironía.

Gracias, Stan. Pero no estoy seguro de que un mechero con forma de pez sea lo que necesita un sargento de la marina.

¡Eso es lo que lo hace genial! — replicó Stan, casi sin aliento. —  Este mechero no solo enciende puros, también tiene un botón. ¡Con solo presionarlo, puedo activar la alarma de la cárcel!

¿En serio? — Murray arqueó una ceja, divertido pero incrédulo. — ¿Así que podemos tener un incendio y una alarma a la vez?

¡Exactamente! — dijo Stan, riendo— Imagina la sorpresa de los prisioneros si la alarma suena mientras intentan hacer una escapada. ¡Y tu podrás aprovechar para encenderte otro de esos puros!

Murray se echó a reír, sacudiendo la cabeza.

Te confieso que estoy un poco sorprendido, Stan. Nunca pensé que te meterías en algo tan... ajeno a tu profesión.

Stan se cruzó de brazos y se puso serio, aunque su mirada estaba repleta de energía.

¡Murray, por favor! Vengo de orígenes humildes, pero mis metas son más altas que este faro. No hay límites para lo que puedo lograr. Solo tienes que dejarme hacer lo mío.

¿Y eso incluye el diseño de un sistema de seguridad? —Murray arqueó otra ceja. — No me malinterpretes, confío en tu iniciativa, pero esto es un poco diferente a regatear precios de taxi.

¡Es un desafío! — respondió Stan, gesticulando como si estuviera presentando una gran oferta. — ¡Y ya sabes que me encantan los desafíos! Además, las prisiones también necesitan un toque de frescura. Piensa en ello como una renovación... ¡un spa para prisioneros!

¿Un spa? —Murray se rió. — Espero que no empiecen a pedir tratamientos faciales en la cárcel.

¡Exacto! Imagina que los piratas veganos salen de la cárcel con la piel más suave y relajada. Eso les hará pensar dos veces antes de volver a asaltar la isla.

Ambos se rieron, disfrutando del momento. El viento soplaba suavemente, llevando consigo el olor a sal del mar.

De acuerdo, Stan — dijo Murray, mirando el horizonte.— Te daré el beneficio de la duda. Pero recuerda, la seguridad es lo primero.

¡Y la elegancia, lo segundo! — Stan chasqueó los dedos, su entusiasmo era contagioso.

Mientras el sol se ocultaba completamente, dejando el cielo adornado de estrellas, ambos se quedaron en la cima del faro, disfrutando de la vista y la compañía. La Isla Kilombo se preparaba para un nuevo capítulo, y con Stan al mando de las reformas, sin duda habría muchas sorpresas por venir.

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#1
Panda
JANAI
Panda estaba buscando un nuevo negocio, después de que aquella búsqueda del tesoro no le había salido del todo bien como el pretendía, cuando en eso encuentra un anuncio que lo cautivo. Se necesita a un experto en seguridad para intentar escapar de la cárcel de la isla de Rostock y que mejor que un panda que podía oxidar superficies para escapar de un lugar, era el encargo perfecto para el, además nadie sospecharía de un pirata pandita recién iniciado y poco conocido. Obvio la idea de ayudar a un sargento mucho no le llamaba la atención pero el encargo sonaba divertido y trabajo es trabajo después de todo.
Sin dudarlo mucho, el panda se subió a su tartana y se dio a la mar, con las habilidades de navegación que aprendió de su compañero Muzen y no tardaría mucho en llegar a la isla kilombo, más precisamente al Faro de Rostock, donde aguardaría impaciente a las instrucciones para su infiltración y por supuesto escape. 

Pero este panda ya no era un miedoso como antes, la quemadura en su pecho que ahora tapaba su marca de esclavo lo había convertido en un panda valeroso y libre, capaz de decidir por su propia cuenta y sin depender de su tripulación para todo, aunque seguía siendo muy fiel a ellos. Como siempre, panda llevaría cantidades descomunales de bambu fresco de caña, algunos ungüentos básicos, antidotos, una ropa simple y por su puesto un botiquin por si se la veía fea en combate.


-Buenas, soy Panda, me interesa el encargo, tengo habilidades de oxidacion que son muy utiles para escapar de lugares, de seguro podre con el encargo.- Dijo Panda con seguridad.

OFF
#2
Tofun
El Largo
En la cima del faro de Isla Kilombo, el viento movía las hojas de los árboles cercanos y la luz del atardecer bañaba el paisaje en un cálido resplandor dorado. Murray Arganeo, el sargento al mando de la isla, se encontraba apoyado en la barandilla de metal, fumando su característico puro mientras observaba con ojos serios a su nuevo "prisionero voluntario": Panda, un Mink Panda de considerable tamaño y aspecto imponente. El mink había sido aceptado para una tarea importante, aunque quizás no del todo cómoda: hacerse pasar por un prisionero en la cárcel de Kilombo para poner a prueba su seguridad.

Bueno, Panda. — Empezó Murray, mientras exhalaba una nube de humo. — Ya sabes para qué te hemos traído aquí. La cárcel ha estado bajo mucha presión últimamente y necesitamos asegurarnos de que, si algo va mal, lo detectamos a tiempo. No quiero ninguna sorpresa cuando tengamos más piratas intentando escaparse.

Murray sacó un pequeño papel de su chaqueta, en él estaba escrita una palabra clave.

Este es el trato, —continuó Murray— , estarás dentro como cualquier otro preso, pero si las cosas se ponen demasiado difíciles o sientes que la situación te supera, dirás esta palabra. "Tempestad". En cuanto lo hagas, los guardias sabrán que por algún motivo te tienen que llevar ante mi. 

El Mink había visto mucho en su vida, pero incluso para alguien de su temple, Murray sabía que la cárcel podía ser un lugar incómodo y hostil.

Confío en ti, Panda — dijo el sargento, dándole una palmada en el hombro.— No solo se trata de si puedes escapar, sino de si puedes ver qué tan seguro es ese lugar. Mi instinto me dice que algo se nos puede estar escapando, y no quiero que los prisioneros lo descubran antes que nosotros. Tú lo verás desde adentro.
Con el último rayo de sol desapareciendo en el horizonte, Murray apagó su puro contra la barandilla, dejando solo el silencio entre ellos. La cárcel ya estaba lista para recibir a su nuevo "huésped".

Mañana, a primera hora, te llevarán dentro. Recuerda, Panda: "Tempestad". —Murray sonrió.— Espero no oírla.



Seguimos aquí.
#3


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