Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Diario] Bajo el Viento de Rostock (Pasado)
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura, siempre un maestro en el arte de la apariencia escuchó las palabras de Sowon con una sonrisa tan cortés como calculada. Mientras la gigantesca Oni ajustaba a los bandidos como si fueran sacos de papas, el elegante pirata observaba en silencio, meditando sus siguientes palabras. Era curioso, pensó, cómo dos personas podían ver el mundo de manera tan diferente. Para Sowon, todo parecía ser blanco o negro: el fuerte prevalece, el débil perece, y el ciclo de la vida y la muerte no dejaba espacio para vacilaciones.
 
"Tal vez tiene razón," reflexionó internamente, "En un mundo como este, los sobrevivientes son los que pueden hundir la hoja sin pensarlo dos veces." Sin embargo, aunque entendía la lógica detrás de sus palabras, no podía evitar sentir cierta desconexión con esa brutal honestidad. Mayura siempre había preferido un enfoque más... refinado. El arte del combate, para él, no estaba solo en la sangre derramada, sino en la danza de las palabras, en la manipulación sutil, en encontrar una manera de evitar la violencia directa.
 
Al ver cómo Sowon ataba a los ladrones, su mente regresó al momento en que lanzó su Tanto. Esa muerte no había sido planeada. Había sido un desliz, un error que no quería repetir. A pesar de todo su entrenamiento, de toda su astucia, había algo en el acto de arrebatar una vida que no le sentaba bien, al menos no cuando se trataba de enemigos tan insignificantes. ¿Por qué, entonces, esa sensación de molestia? Quizás, en algún rincón de su ser, había un residuo de esa vida anterior, esa vida de lujos y refinamientos, donde las peleas no eran más que escaramuzas verbales y nadie perdía algo más valioso que su orgullo.
 
Tienes razón. — comenzó, su voz manteniendo ese tono suave y seductor que siempre le caracterizaba. — La vida de un ladrón es corta, y supongo que no hice más que acelerar lo inevitable. Pero, verás... para mí, la muerte es algo más que un simple destino. — Hizo una pausa, mirando a los bandidos que ahora yacían atados y derrotados. — Es una herramienta, un medio para alcanzar un fin. Y no siempre es necesario usarla. A veces, la verdadera victoria está en dejar a tus enemigos vivos para que sufran las consecuencias de sus propias acciones. — Finalizó con una leve sonrisa, dejando que sus palabras flotaran en el aire, observando la reacción de la Oni.
 
El elegante pirata no esperaba que su enorme compañera estuviera del todo convencida. Sabía que era casi imposible poder cambiar la perspectiva de alguien como ella en una sola conversación. En lugar de eso, prefirió centrarse en su propio punto de vista, uno que estaba moldeado por experiencias completamente diferentes. Para él, la vida era un espectáculo, un juego de ajedrez, y cada pieza tenía su valor, vivo o muerto.
 
Mientras caminaban de vuelta a la ciudad, Sowon le lanzó una bolsa de berries, y Mayura la atrapó con un gesto ágil y elegante. — Bueno, al menos algo de todo esto ha valido la pena. — comentó con una sonrisa mientras guardaba el dinero en su túnica, cuidando que no manchara más su ya deteriorada vestimenta. La mención del robo le hizo soltar una ligera risa. — Afortunadamente, querida, tengo mis propios métodos para asegurarme de que mis pertenencias no desaparezcan. Aunque, debo admitir, esa es una... peculiar forma de guardar dinero. — bromeó con una sonrisa juguetona, refiriéndose al escote de Sowon, sin siquiera pensar que tan pronto había desembarcado en Rostock sus berries habían sido robados de esa forma justo antes de conocer a su compañera.
 
Era interesante cómo, a pesar de sus diferencias, parecía que Sowon había empezado a aceptar su presencia. No como un igual, sino como una compañía momentáneamente útil. Y eso estaba bien para Mayura. Su vida siempre había sido así: una serie de conexiones, de alianzas que servían a un propósito antes de desvanecerse en el vasto océano de su existencia. Sin embargo, esta vez, algo en el comportamiento de Sowon despertaba su curiosidad. La forma en que ella hablaba de la vida y la muerte, con una crudeza que bordeaba lo filosófico, le recordaba que incluso los más duros guerreros tenían una lógica propia, una visión del mundo que, aunque distinta, merecía ser comprendida.
 
Por ahora, te seguiré, querida. — concluyó, observando cómo se dirigían hacia la taberna que mencionaba. — Pero me pregunto... ¿alguna vez has considerado que tal vez hay más en este mundo que simplemente vivir o morir? Quizás el verdadero desafío no está en sobrevivir, sino en encontrar algo por lo cual vale la pena vivir... o morir. — sabía que sus palabras podían caer en oídos sordos, pero en este mundo, ¿quién realmente podía responder a esa pregunta con certeza? ¿Quién sabía realmente por qué valía la pena vivir o morir? Tal vez, ni siquiera él tenía todas las respuestas, pero parte de la diversión estaba en hacer la pregunta.
#11
Sowon
Luna Sangrienta
Las palabras de plumitas a veces eran como un mosquito molestando, nunca consideraba algo leve como un castigo notable ni tampoco veía con buenos ojos dejar enemigos vivos por el simple motivo de un castigo metafórico. Masculló sus palabras por unos leves segundos,  no quería romper todas las ilusiones de alguien tan inocente, porque a sus ojos el  pequeño plumitas pecaba de un exceso de inocencia. Se cruzó de brazos, negando con la cabeza cuando tuvo las ideas claramente estructuradas en su cabeza.

—El mundo no gira tan bien como lo quieres pintar, si el sistema funcionase tan bien no habría ladrones. Ese par saldrá en unas semanas o pagarán por ellos, la marina es una ruina y sobornarles parece moneda corriente incluso si hay personas que buscan realmente ayudar. Victoria o no, yo apunto a la victoria total cuando tomo mi espada para defenderme, en un entrenamiento no buscas eso, pero cuando apuestas tu vida debes olvidarte de esas ideas tan raras que las hormigas tienen sobre morir con honor. Si la muerte no fuese solo un destino no habría niños que mueren de hambre sin nadie que les recuerde. ¿Qué clase de herramienta es algo que se rompe sin haber madurado por circunstancias ajenas a su propia  capacidad?—

Preguntó cuestionando las palabras de su curioso acompañante, ella había visto a niños morir, un mundo que se regía por la mera supervivencia y donde unos pocos privilegiados llegaban a pisar el mundo. También conocía esclavos, personas reducidas a lo más bajo por voluntad de los poderosos, de quienes se creían lo suficientemente capaces de mandar por nacimiento. Eran hechos que ocurrían a la luz del día, todos regidos por una rueda invisible donde incluso ellos se sometían a vender su fuerza de trabajo por un trozo de pan.

—¡Bwahahaha! Si quieres que lo guarde por tí solo debes pedirlo, pero si intentas tocar de más al momento de pagar te corto la mano. ¿Te interesa?—

Bromeó riendo mientras se ofrecîa a ser una especie de caja fuerte, era algo exagerada y sus cambios de humor eran bastante notorios. Peligroso se tornaba el hecho de aceptarle todo o negarle todo, era una Oni particular que requería cierto tacto para no desencadenar una tragedia. Algo pareció devolverle la seriedad, la última pregunta realmente sacudió una fibra bastante común, era algo que los humanos parecían tener prioridad en preguntar o conocer.

—¿Te refieres a un sueño? Veo que muchos de ustedes creen poder justificarse en algo tan vago e ilusorio, incluso subordinar a otros o aceptar el peso de un sueño para hacer lo que les plazca. Yo estoy en busca de algo que pueda considerar un sueño, nunca le vi necesidad ya que me inculcaron que mi misión era cumplir cada trabajo con la matyor eficiencia. Si algún día encuentro un sueño, uno que no sea una mera ilusión ni un objetivo sumamente sencillo, podremos decir que he dejado dee ver el ciclo natural de las cosas como un proceso más.—

Respondió con sinceridad, el aroma de la taberna era refrescante y tenía un interior amplio para que la Oni no tuviese que andar gateando, incluso había un asiento adaptado a clientes de su talla. Tomó lugar en la mesa e invitó a plumitas a su lado, una camarera les trajo el menú, al principio algo intimidada pero se relajó en señal de su jefe. Parecía nueva en el puesto o a lo mejor Sowon no recordaba su rostro, la rubia se limitó a ordenar un poco de alcohol y luego observó a su compañero.

—¿Tienes un sueño? Que no sea lavar esa cosa emplumada o manipular a alguien...—

Preguntó sin tapujos para luego inclinarse sobre la mesa, aguardando una respuesta honesta y clavando sus ojos en los de su acompañante. A veces la enorme guerrera podía intimidar más con esas miradas inquisidoras que cuando desenvainaba, por fortuna Mayura no había provocado la segunda reacción, aunque en el radar de Sowon este todavía se encontraba a prueba.
#12
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
El histriónico pirata, siempre delicado en sus gestos, observó a la Oni mientras sus palabras golpeaban como martillazos contra su idealismo. No podía negar que había verdad en lo que decía; la crudeza de sus experiencias contrastaba fuertemente con el enfoque más filosófico del elegante pirata. Sin embargo, Mayura no se dejó intimidar. Sabía que el mundo no era un lugar justo, pero también entendía que en esa injusticia había espacio para el arte de la manipulación, la sutileza y, por supuesto, la supervivencia.
 
Cuando Sowon cuestionó su visión de la muerte como una herramienta, el Pavo Real del Océano se quedó en silencio por unos instantes, tomando el tiempo para reflexionar antes de responder. La crudeza con la que ella describía el ciclo de la vida era innegable, pero él siempre había creído que, aunque el destino final era el mismo para todos, la manera en la que uno llegaba a ese destino marcaba la diferencia.
 
No, el mundo ciertamente no es tan ideal como me gustaría pintarlo. — inició, con un tono más reflexivo esta vez. — Pero, querida Sowon, no pretendo que mis ideas cambien la naturaleza del mundo. Simplemente las prefiero como una manera de mantener cierta... distancia. Después de todo, vivos valen más, si escapan, significa que podemos volver a cobrar su recompensa. — Sus palabras, aunque suaves, no eran menos firmes. El elegante Pavo Real del Océano no iba a ceder ante la cruda realidad de la Oni tan fácilmente.
 
La broma de Sowon sobre cortar su mano lo hizo sonreír, más que por risa, por preocupación, el temperamento de su compañera se notaba impredecible a leguas y no pretendía conocer su lado no amigabe. Esa risa estruendosa que la guerrera soltó mientras se ofrecía como una caja fuerte improvisada era la mezcla perfecta de amenaza y humor que Mayura encontraba intrigante en ella. A pesar de su naturaleza brutal y directa, había algo fascinante en su compañía. Lejos de sentirse insultado o desanimado, el pavo real del océano se inclinó levemente, manteniendo el tono juguetón que lo caracterizaba. 
 
Lo tendré en cuenta, aunque me esforzaré en mantener mis manos donde deben estar, no quisiera perder ninguna de ellas tan pronto. — replicó, dejando entrever su astucia para maniobrar entre las constantes fluctuaciones de humor de la Oni.
 
Sowon habló de sus sueños con una franqueza que el pirata encontraba poco común, el pirata notaba cierta resignación hacia la idea de buscar algo más allá de su misión de vida. Para Mayura, sin embargo, los sueños eran como había dicho antes, la esencia que le permitía seguir adelante, y la chispa que encendía su deseo de grandeza.

Cuando la camarera les trajo el menú, el pirata no pudo evitar notar el cambio en la actitud de la joven ante la presencia de Sowon. Era algo comprensible, pues la intimidante figura de la guerrera no pasaba desapercibida. Mayura, sin embargo, se limitó a sonreír de manera tranquilizadora a la joven mientras pedía un vino ligero para acompañar su comida. Cuando la conversación volvió a los sueños, el pavo real del océano supo que debía dar una respuesta honesta.  — Un sueño... — repitió, dejando que las palabras flotaran en el aire antes de continuar, ya sentados en el relajado ambiente de la taberna.

Mi sueño no es simplemente lavar mi túnica o manipular a otros, como sugieres. dijo con una sonrisa antes de volverse completamente serio. Mayura, ahora con sus ojos encontrándose con los de Sowon con una seriedad que rara vez mostraba. — Mi sueño, querida, es dominar el escenario más grande de todos: el océano. Es ser libre, completamente libre, para hacer lo que me plazca, cuando me plazca. Y en ese proceso, dejar mi nombre grabado en el mundo, como una marca que ni el tiempo ni la muerte puedan borrar. Eso, querida Sowon, es lo que persigo... — Su tono era suave, pero había una determinación en sus palabras que dejaba claro que no se trataba de una simple ambición pasajera, pues, dominar el océano para él no era solo una ambición, sino la única manera de liberarse de las cadenas invisibles que otros se esforzaban por ponerle. El océano, vasto y sin dueño, era el único escenario donde su vida sería suya, sin limitaciones ni reglas inextrañables de la nobleza.
 
Sabía que no iba a convencer a Sowon de adoptar su filosofía de vida, pero tampoco estaba allí para cambiarla. — Aunque, claro, reconozco que los sueños son algo personal. No espero que el mío tenga sentido para todos, pero es lo que me impulsa. Y tú, Sowon, tal vez aún no lo sepas, pero te aseguro que encontrarás algo que haga que todo este ciclo, como lo llamas, tenga un significado. — Su voz se volvió más suave, menos cargada de la habitual burla que usaba para distraer o confundir. Esta vez, Mayura hablaba desde su propia experiencia, su propio deseo, sus propios colores. Así mismo, su mirada se mantuvo firme hacia los ojos de la gigante, sabiendo que este era el tipo de respuesta que ella buscaba, esperando con suerte que dibujara un semblante de aceptación en su rostro. Despues de todo, sentía intriga por esta oni, estaba decidido a ganarsela como compañera.
#13
Sowon
Luna Sangrienta
Las palabras de Plumitas estaban bastante infestadas por ideales e ideas, a los ojos de la Oni había poco o nulo realismo en todo lo que estaba comentando, siendo que a lo mejor era la manera en que tenían los humanos de no prestar atención ante las atrocidades que podían cometerse incluso a su lado. Guardó silencio al escuchar sobre el sueño, esto era algo que a ella de verdad le interesaba, ya que desde que había conocido de su existencia siempre preguntaba por el objetivo que alguien perseguía. Era una constante pregunta que se repetía, pero las respuestas eran tan variadas como pintorescas, algunos simplemente soñaban con pescar algo, cazar algún monstruo o incluso vencer a algún pirata o bandido famoso para hacerse con un nombre. Nada de eso le llamaba especialmente la atención, lo veía como cosas tan rutinarias como innecesarias para considerarse una gran meta por la cual pasar a la gloria. Sin embargo, el sueño de su compañero, lejos de ser algo tan vanidoso o estrafalario como pudo llegar a pensar en primera instancia resultaba en algo que ella podía llegar incluso a empatizar.

―Libertad... es una de las pocas cosas interesantes que han salido de esa boca, lejos de parecer un sueño vago suena a un gran objetivo, vivir por el hecho de ser libre y sin tener a nadie que pueda dar órdenes parece un objetivo de vida que pocos pueden pensar. El hecho de que sea en un escenario tan salvaje e indomable como el Océano lleno de peligros y que ha engullido miles de vidas durante el paso de los años... es un sueño que solo alguien loco podría considerar o uno muy valiente.―

Declaró con sinceridad comenzando a comer, ella había navegado hace tiempo, tenía consciencia de los peligros que rodeaban el mundo y los que todavía no había conocido. La crudeza del mar, de las tormentas y de los poderosos que habitaban más allá de una simple línea imaginaria, para sus ojos aquel humano tenía bastantes agallas de querer conquistar a un enemigo que nadie había podido llegar a domar completamente. Conquistar la libertad, lo que parecía un ideal, debería ser algo sencillo para alguien que dominase los caminos y las vías de comunicación que unían a las islas entre ellas.

―Desde mi punto de vista, el hecho de tener un sueño me resulta lejano, no puedo aspirar a lo mismo que otros hombres debe ser como lo dices personal. Mi meta, incluso si involucrase el poder impartir mis reglas o gozar de un exceso de libertad seguiría siendo una meta, tener un objetivo por el que quisiera arriesgar todo mi ser... eso me resulta muy complicado porque siendo sincera todos los días dejo sangre, sudor y lágrimas en volverme más poderosa y útil que el día anterior.―

Había terminado su comida, ahora simplemente se encontraba recostada sobre la silla, meditando en silencio sobre los próximos objetivos a seguir. Su cuerpo se había estado curtiendo en diversas ramas, había adquirido mucha más fuerza que el primer día e incluso se había hecho con una pequeña fama entre la isla. Aún así, sentía que debería moverse tarde o temprano, comenzaba a sentirse demasiado grande para un estanque tan pequeño en el cual poco o nada podía hacer para superar sus verdaderos límites. Algunas veces, sus ansias de pelear contra oponentes que realmente superasen sus cualidades le hacía sentir ese impulso de marcharse, pero a la vez no deseaba apurarse en su decisión para poder llegar a su siguiente destino en el momento indicado y no en un estado de debilidad con el cual no podría disfrutar verdaderamente de los conocimientos que se presentasen. El día todavía era joven, el atardecer se comenzaba a pintar en la entrada con las sombras de la ciudad ingresando como un habitante más, pronto debería volver a su rutina de entrenamiento para poder disfrutar de la noche en algún trabajo que pudiese surgir aunque esperaba a Plumitas ya que no era su costumbre dejar a alguien a su suerte y esa hormiga parecía muy ajena al manejo interno de aquel lugar.
#14
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura escuchó en silencio, saboreando cada palabra que salía de los labios de Sowon. No pudo evitar sonreír con satisfacción ante su respuesta sobre la libertad. A pesar de sus diferencias, era refrescante encontrar a alguien que, aunque con otra perspectiva, pudiera entender y respetar la magnitud de su sueño. Mientras ella hablaba de su fuerza y de su camino de poder, Mayura no pudo evitar admirar la dureza con la que la Oni veía el mundo, un contraste tan marcado con la elegancia y astucia con la que él prefería moverse. Sin embargo, en medio de esa brutalidad, pudo notar que había algo en Sowon que resonaba con su propio deseo de romper cadenas y vivir sin restricciones, algo que la haría darse cuenta de que todos, incluyéndose ella misma, tenemos deseos.
 
Libertad... — repitió en voz baja, como si las palabras de ella hubieran dado en el clavo de algo más profundo en su interior. — Es curioso, ¿no crees? Tanto tú como yo buscamos, de alguna manera, lo mismo. Pero nuestros caminos son tan distintos. Tú buscas poder, fuerza, y superarte cada día, viviendo el presente. Yo busco... un escenario, un océano donde ser yo mismo, sin que nadie me dicte cómo vivir. Supongo que, en el fondo, ambos buscamos la forma de no ser controlados por nadie. — Su tono era reflexivo, pero aún mantenía ese aire de ligereza y melodioso que le caracterizaba. Sabía que no todos podían comprender su manera de ver la vida, pero increíblemente en Sowon había encontrado a alguien que al menos respetaba la magnitud de su deseo.
 
Mayura terminó de beber lo poco que quedaba en su copa y observó cómo el atardecer comenzaba a envolver la ciudad. Era un momento de tranquilidad, uno que le permitía pensar en lo lejos que había llegado y en lo que aún le quedaba por conquistar. Y ahora, mirando a Sowon, supo que sus caminos, aunque diferentes, estaban destinados a cruzarse de nuevo. — Sabes, Sowon... — dijo mientras se levantaba de la mesa con una elegancia despreocupada.
 
 — Tu fuerza es impresionante. Y aunque nuestras metas no sean exactamente iguales, reitero en que creo que ambos buscamos lo mismo en esencia. Respeto eso. Quizá algún día, en otro puerto, bajo un cielo distinto, nos encontremos nuevamente. Tal vez entonces... compartamos más que solo una comida y algunas palabras. — Le lanzó una mirada cargada de significado, esa mezcla de desafío y admiración que caracterizaba cada uno de sus encuentros. Sabía que Sowon no era alguien que se impresionara fácilmente, pero él tampoco era alguien que se dejara intimidar. Y esa dinámica, ese juego sutil de poder y respeto, era lo que hacía esta despedida tan... intrigante.
 
Con una última sonrisa, Mayura se inclinó brevemente en señal de respeto. — Hasta la próxima, Sowon. Ha sido... interesante, espero volverte a ver querida.— Y con esas palabras, comenzó a caminar hacia la salida, dejando atrás la taberna y la intensa conversación que, de alguna manera, había abierto una nueva puerta en su mente. Mientras se perdía entre las sombras del crepúsculo, Mayura no pudo evitar pensar que la noche, aunque aparentemente tranquila, guardaba tantas posibilidades como las aguas inexploradas del océano. Y él, como siempre, estaba dispuesto a navegar hacia lo desconocido, esta se convertiría en su primera noche en esta isla y ahora tocaba buscar una posada donde poder dormir.
 
Afortunadamente pudo recuperarse un poco de la perdida de sus berries, al menos habían conseguido lo suficiente para unos días, eso sin mencionar… que solo esperaba que Sowon no recordara que Mayura le había dejado la cuenta sin pagar.
#15


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