Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Diario] EL SER MAS PODEROSO DEL BOSQUE
Bob el Troll
El Troll
Isla Kilombo
invierno 723
Bob, después de vagar durante horas por el bosque, se topó con un enorme árbol en medio de un claro. El gigante, cansado y hambriento, decidió que ese árbol sería perfecto para hacer leña y cocinar una suculenta comida. Era un árbol antiguo, con su tronco torcido y ramas extendidas como si estuviera dando un abrazo al cielo. Pero a Bob, esas cosas de la naturaleza no le interesaban. Lo único que veía era madera.

—¡Vaya tronco más grande! —dijo Bob, entusiasmado—. Esto va a ser la mejor fogata de mi vida.

Sin perder el tiempo, el gigante levantó su mano, dispuesto a arrancar una de las ramas. Pero justo cuando estaba a punto de hacerlo, el viento sopló fuerte y las ramas crujieron ruidosamente, moviéndose como si estuvieran "vivas". Bob dio un paso atrás, con los ojos entrecerrados.

—¿Qué demonios...? —murmuró, rascándose la cabeza—. ¿Este árbol... está vivo?

El tronco crujió de nuevo, y algunas hojas cayeron sobre la cabeza de Bob. Para un gigante con imaginación limitada y una resaca persistente, eso fue suficiente prueba de que el árbol, efectivamente, estaba vivo. Sus ojos se abrieron con sorpresa, y una sonrisa de desafío apareció en su rostro.

—¡Ah! ¡Así que quieres pelear, eh, pedazo de leña! —exclamó Bob, retrocediendo un par de pasos y preparando sus puños—. Bueno, no me vas a asustar con tus crujidos, maldita planta parlante. ¡Te voy a partir en dos y luego me vas a agradecer por darte un buen uso!

Se lanzó hacia el árbol, agarrando una de las ramas más bajas con ambas manos. Pero justo en ese momento, una ráfaga de viento hizo que las hojas le golpearan la cara, y más ramas se sacudieron violentamente.

—¡AH, MALDITO! —gritó Bob, soltando la rama—. ¡Me atacas con tus hojas! ¡Tienes agallas, maldita madera!

El gigante, convencido de que el árbol lo estaba desafiando a un duelo, comenzó a golpear el tronco con todas sus fuerzas. Cada vez que lanzaba un puñetazo, el árbol crujía y las ramas se movían por el viento, lo que Bob interpretaba como un intento del árbol de defenderse.

—¡No puedes conmigo, maldito roble con complejo de guerrero! —vociferaba Bob, mientras lanzaba otro puñetazo—. ¡Voy a hacerte serrín, y luego... te usaré para encender el mejor fuego que hayas visto en tu miserable vida de planta!

Con cada golpe, Bob imaginaba que el árbol gemía de dolor, mientras el viento seguía moviendo las ramas y las hojas caían como si fueran lágrimas. Pero lo que en realidad estaba pasando es que el viento había arreciado, y las ramas simplemente se agitaban naturalmente. Aun así, en la mente de Bob, era un duelo épico entre el gigante y un árbol guerrero.

Finalmente, tras un último y poderoso golpe, Bob se sentó en el suelo, exhausto. El árbol seguía allí, de pie, aunque con algunas ramas más desnudas por los golpes. Bob, jadeante, miró al árbol con algo de respeto.

—Tienes agallas, te lo admito... —dijo, sacudiendo la cabeza y sonriendo—. Pero no puedo pasarme el día entero peleando contigo. Considera esto un empate, ¿eh? Pero que no se te ocurra moverte cuando me dé la espalda, porque te rompo en dos.

Se levantó, dándole una última mirada al árbol. Convencido de que había enfrentado a un adversario formidable, se marchó tambaleante, aún murmurando sobre el valor del "árbol guerrero" que había resistido su furia. El árbol, por supuesto, no hizo más que seguir siendo un árbol, meciéndose con el viento, indiferente a todo lo que acababa de pasar.
#1


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)