¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
[Diario] Bob y el boom!
Bob el Troll
El Troll
invierno 723
Isla Cozia, sabana sur

Bob el Troll, después de su inesperado "acto heroico" al salvar a un noble de unos piratas, se encontraba en un lugar que jamás habría imaginado: un balneario de lujo. Nunca antes había visto algo tan extravagante. Había piscinas de aguas termales, masajistas profesionales, y una cantidad infinita de comida. Para Bob, era como entrar en el paraíso.

—¡Vaya sitio más raro! —gruñía, mientras se dejaba caer en una de las piscinas de agua caliente. El agua burbujeaba a su alrededor—. Pero me gusta. Calentito y suave.

Después de pasar semanas causando caos en alta mar, este era el descanso que necesitaba, aunque nunca lo admitiría. Mientras tanto, el noble que lo había invitado disfrutaba de su tiempo, observando cómo los empleados del balneario atendían a Bob con algo de nerviosismo, dado su gigantesco tamaño y su carácter volátil.

—¡Oye! ¡Traed más de esa bebida! ¡La que sabe dulce! —gritaba Bob, levantando un barril vacío, mientras una bandeja de frutas exóticas flotaba cerca de él en la piscina.

En su mente, Bob estaba más relajado que nunca. ¡Por fin, un lugar donde nadie intentaba atacarlo, y la comida era interminable! Pero entre toda la comida que le habían ofrecido, había algo que Bob no podía dejar de mirar. Una fruta particularmente extraña, con una forma redondeada y un color amarillo pálido, decorada con los típicos patrones en espiral.

Pero Bob no era un conocedor de estas frutas, ni de sus terribles efectos. Para él, solo era una fruta más, y encima parecía jugosa.

—¡Bah! Esto tiene buena pinta! —dijo Bob, agarrando la fruta con una mano y dándole un mordisco sin pensarlo dos veces.

En cuanto la mordió, su rostro se torció en una mueca de disgusto. El sabor era horrible.

—¡¿Qué demonios?! —se quejó—. ¡Sabe como las botas de un pirata mojado!

A pesar de su mal sabor, Bob, como buen gigante testarudo, terminó la fruta. En cuanto tragó el último pedazo, sintió algo extraño en su cuerpo. Una sensación de calor y energía lo invadió, pero no le prestó mucha atención. Pensaba que solo era otro tipo de delirio alimenticio.

—Eh... esto me está haciendo cosquillas por dentro... —dijo, rascándose la barriga—. ¡Seguro que es el agua caliente!

Pero las cosas no tardaron en salirse de control.

Unos minutos más tarde, mientras Bob se acomodaba en una silla al lado de la piscina y comenzaba a relajarse, sintió una extraña vibración en la palma de su mano. Una pequeña gota líquida apareció sobre su piel, y antes de que pudiera entender qué era, la gota cayó al suelo y... ¡BOOOM!

—¡¿QUÉ DEMONIOS FUE ESO?! —gritó Bob, sobresaltado, viendo cómo un pequeño cráter aparecía donde había estado sentado su pie.

Los empleados del balneario, al escuchar la explosión, salieron corriendo en pánico, dejando caer las toallas y las bandejas de bebidas que llevaban. Bob miró con los ojos muy abiertos su mano, de donde brotaban pequeñas gotas explosivas.

—¿Qué es esto? ¿Acabo de... explotar el suelo? —dijo, intentando no perder los nervios, aunque una sonrisa traviesa comenzaba a formarse en su cara—. Je... ¡Esto es increíble!

Bob, siempre dispuesto a experimentar con nuevas formas de destrucción, sacudió ambas manos y observó con asombro cómo más gotas de nitroglicerina se formaban y caían al suelo, causando pequeñas explosiones a su alrededor.

—¡Ja, ja, ja! ¡Esto es mejor que romper cráneos con mi hacha! —gritó, mientras comenzaba a lanzar gotas por todo el balneario.

Pequeñas explosiones comenzaron a resonar por todo el lugar. Las piscinas termales burbujeaban aún más debido a los impactos, las palmeras del jardín salían volando de sus raíces, y las paredes comenzaron a tambalearse.

El noble, que observaba desde su lujosa suite, miró horrorizado cómo el balneario que tan generosamente había ofrecido a Bob estaba literalmente volando por los aires.

—¡¿Qué está haciendo ese gigante?! —gritó mientras huía, tirándose de los pelos.

Bob, por otro lado, estaba disfrutando como nunca. Las explosiones, el caos, la destrucción, todo lo que más le gustaba, pero ahora con un toque "explosivo". Mientras seguía lanzando gotas aquí y allá, decidió probar algo más grande. Se concentró y generó una enorme bola de nitroglicerina en su mano.

—¡Esto va a ser grandioso! —dijo, lanzando la bola hacia una torre del balneario.

La explosión fue tremenda. La torre se desmoronó en segundos, y los empleados y huéspedes corrían en todas direcciones, intentando ponerse a salvo de la destrucción que Bob estaba causando sin siquiera darse cuenta del caos.

Cuando la nube de polvo comenzó a disiparse, Bob se quedó en medio del balneario, rodeado de escombros, piscinas rotas y plantas arrancadas de cuajo. Estaba cubierto de polvo, pero con una sonrisa enorme en su cara.

—¡Eso fue lo mejor de todo el maldito día! —dijo, limpiándose la frente.

Pero justo en ese momento, el noble apareció, temblando de rabia y miedo, observando la devastación que Bob había causado en solo unos minutos.

—¡¿Qué has hecho?! —gritó el noble, señalando los escombros—. ¡Mi balneario, mi hermoso balneario!

Bob lo miró con indiferencia.

—Eh, relájate, solo lo estaba... decorando un poco. —respondió Bob, mientras sacudía la mano y una última gota de nitroglicerina explotaba justo al lado del noble, haciendo que este se desplomara de miedo.

Y así, Bob, sin saberlo, había conseguido su poder explosivo al comerse la Nito Nito no Mi. Ahora no solo era un gigante feroz, sino uno con la capacidad de volar cosas por los aires cuando quisiera. Pero para él, simplemente había sido otro día relajante en el balneario.
#1


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