¿Sabías que…?
... el Reino de Oykot ha estrenado su nueva central hidroeléctrica.
[Autonarrada] [Aventura - T4] Somos lo que bebemos
Ray
Kuroi Ya
Gracias a tu pequeño tamaño eres capaz de abandonar la cocina y entrar en el comedor principal sin que, al menos de entrada, nadie note tu presencia. Y desde tu escasa altura logras captar algo de lo que está sucediendo. Dentro de tu campo de visión puedes ver a Douma y a siete de los empleados del restaurante. Todos ellos con expresiones tensas y posturas que delatan que se encuentran en guardia, listos para luchar en cualquier momento.

A su alrededor las mesas se han vaciado por completo, y se pueden ver platos a medio terminar en muchas de ellas, así como sillas tiradas en el suelo. Todo esto son indicativos de que los clientes han salido corriendo, despavoridos, al ver lo que estaba sucediendo. Salvo por una persona, un hombre de mediana edad vestido con un traje sencillo, que se encuentra en el suelo. Al lado de su mesa, tumbado de lado y con la silla en la que con toda seguridad había estado sentado volcada en la misma dirección que él. Su cráneo roto dejaba al descubierto parte de sus sesos, y un gran charco de sangre cubría el suelo a su alrededor, salpicado por algún que otro trocito de tejido cerebral.

Y frente a ellos, en el centro de la sala, once personas se encuentran plantadas frente a ellos. Todos ellos vestidos completamente de blanco, con uniformes totalmente idénticos entre sí. Estos consisten en una camiseta lisa salvo por un letrero en su centro en color azul que reza "Seimins DDM", un pantalón corto por encima de la rodilla y unos calcetines anormalmente largos que casi llegan a juntarse con los pantalones. Su calzado es también extraño, pues se trata de una especie de zapatillas deportivas, cada par diferente al anterior (era el único accesorio distinto en todos ellos), pero todas ellas con colores y formas ciertamente extravagantes, y con la particularidad de que todas ellas parecían tener unos peculiares tacos en su suela. Siete de estos tipos van armados con pistolas, y probablemente el arma que has escuchado desde la cocina unos segundos antes pertenezca a uno de ellos. Pero quienes llaman la atención son los cuatro hombres situados en el centro, quienes miran hacia Douma y sus hombres con decisión.

El que está situado más lejos de ti, situado el que más a la izquierda de los cuatro, es un tipo de tez morena y con un abdomen ciertamente prominente. Su cabeza no tiene pelo salvo por laparte de delante, en la que lleva un extraño flequillo negro que no pega nada con el resto de su inexistente cabellera. Sonríe con una extraña alegría, en una mueca que deja ver unos grandes dientes. Lleva una espada en su mano derecha que agarra con aparente confianza.

En el lado central izquierdo se encuentra un hombre alto, delgado y completamente calvo. Su cabeza brilla con fuerza bajo la luz de las lámparas que iluminan el comedor principal, y los músculos de su cuello llaman la atención por lo tremendamente desarrollados que están. Su expresión es calmada y tranquila a la vez que confiada, como si fuera un paso por delante de todos los demás y supiera algo que ellos no saben.

A su lado se encuentra un hombre de rostro serio y cabellos negros engominados y repeinados hacia atrás. Su expresión es adusta y fiera, como si odiase a todo el mundo o como si estuviera oliendo algo a punto de pudrirse. Lleva una gran mochila a la espalda por la que asoman multitud de higos sorprendentemente parecidos a los que hay en la cocina, los que supuestamente pusieron tan enfermo al chef Zazaemon.

Por último, situado más cerca de tu posición y a la derecha de sus compañeros, se encuentra un hombre de cabellos lisos y rubios, que lleva largos y recogidos en un pequeño pero elegante moño. Es tremendamente guapo, y por su expresión facial, que parece sacada de un posado de una revista, parece que es perfectamente consciente de ello. Lleva al hombro lo que parece un enorme jamón. Si te fijas, podrás ver que la enorme pata está goteando sangre y que incluso tiene algún pequeño trocito de materia gris pegada. Parece que has encontrado el arma del crimen.

En ese momento el tipo calvo y calmado se adelanta ligeramente y, con voz firme pero tranquila, comienza a hablar:

- Guestaugante Bagatie, guecomiendo que os guindáis ante nosotgos sin oponeg guesistensia. Somos Los Galácticos, el tegog de los hostelegos avaguiciosos. No tenemos nada contga vosotgos, solo queguemos vuestgo negocio.

- ¡Por encima de mi cadáver! - Responde Douma, visiblemente airado. - ¡Nunca permitiría que el restaurante de mis padres, por el que tanto han trabajado durante casi cinco décadas, caiga en manos de alguien como vosotros!

- Entonces moguid. - Replicó a su vez, sin perder en absoluto la templanza, el calvo.

En ese momento el tipo repeinado saca dos higos de su mochila y los lanza contra Douma. Este se mueve con gran celeridad, abandonando su posición antes de que estos impacten. Lo que, según todos podéis comprobar, es una gran decisión, pues al tocar el suelo ambas frutas estallan en dos pequeñas pero claramente peligrosas explosiones. La situación estalla en un momento. Los siete empleados del restaurante se encaran con los siete lugartenientes de los asaltantes, pero Douma queda emparejado con los cuatro que aparentemente son los líderes. Por el momento nadie se ha percatado de tu presencia allí, pero es probable que eso cambie si haces algún movimiento.

Los Galácticos
#11
Tofun
El Largo
El comedor era un completo caos. Me crucé con un montón de gente, esquivando a los que huían despavoridos, hasta que pude ver de qué iba todo el escándalo. El salón estaba desalojado, todas las mesas con los platos a medias, y en el centro, un cadáver. Un comensal con la cabeza reventada. Menudo panorama. Siete cocineros y camareros estaban en guardia, enfrentándose a una especie de banda enemiga. Llevaban ropa deportiva, muy ágil y perfecta para moverse rápido. En sus atuendos destacaba un letrero que me resultó más que familiar: “Seimins DDM”. ¡Hijos de puta! Me sonaba ese nombre. Gente con ropas similares y ese letrero habían colaborado en cerrar mi local hace años.

Sus caras eran diferentes, probablemente sus hijos o discípulos, pero el estilo y el nombre eran inconfundibles. El que me había fastidiado el negocio se llamaba… Des… Dest… ¡Alfredo D. Stéfano! Ese nombre me llenaba de rabia solo con recordarlo. ¡Qué cabrón! Ahora parecía que la historia se repetía. Esta vez no iba a dejar que me arrebataran nada.

Había cuatro que parecían capitanes, de derecha a izquierda: Un guapo que peleaba con una pata de jamón (sí, surrealista, pero ahí estaba, blandiéndola como una maza); un calvo que parecía liderar a los otros; un lanzador de higos (misterio resuelto: ese era el responsable de la enfermedad de Zaza, con sus higos envenenados); y un tipo con un peinado raro, empuñando una espada y sonriendo como si estuviera en un desfile de moda. Toda la escena me hervía la sangre. Aproveché mi pequeño tamaño y el caos general para avanzar lentamente entre mesas y sillas, usando cada objeto como cobertura. El grupo amenazaba a Douma, querían quedarse con el local. ¡Pero cómo se atreven a intentar tomar el Baratie! Eso me ofendía profundamente. La rabia burbujeaba dentro de mí, y con cada paso mi deseo de venganza se hacía más grande. No estaba dispuesto a perder de nuevo contra esta gente.

Mientras una mezcla de sentimientos explotaba dentro de mí, otra mezcla, esta vez de licores, se gestaba en mi boca. Un trago que me tomé al instante [Activo el Camino del Borracho - Estilo Bélico] . Justo después sentí cómo mi mente se inhibía [Activo Inhibición] y como mis brazos se reforzaban con haki de armadura. A partir de ahora no había miedo, ni golpes que dolieran, ni consecuencias. Solo venganza. Fue entonces cuando el lanzador de higos hizo su jugada: lanzó una andanada de esos malditos frutos, que, para mi sorpresa, explotaron al impacto. ¡Higos explosivos! Estos tíos no solo venían a liarla, venían preparados.

En cuanto el combate se descontroló, los siete secuaces se enfrentaron a los cocineros y camareros, mientras los capitanes iban a por el chef. Aproveché el caos para ocultarme tras una columna cercana y preparar mi ataque. Tenía claro que iba a por el más cercano. No había espacio para la piedad.

Aceleré a toda velocidad, saliendo de mi escondite. Mis pasos parecían torpes y ridículos, como si estuviera completamente borracho, pero cada movimiento era extrañamente eficiente. Iba con todo. Iba por la venganza. Mi primer golpe fue directo a la espalda del enemigo más cercano [Último Brindis], el guaperas. Salté y le di con toda mi fuerza en la parte alta de la espalda. Si el golpe acertaba todo explotaría en en gotas de alcohol que se disiparían en el aire. Antes de que pudiera reaccionar, le lancé un combo de dos golpes [Doble básico], uno con la izquierda y otro con la derecha. — SsOoosh vais a ente.. ¡Hip! ...rar.  — Estaba completamente fuera de control pero decidido.

Desde fuera, seguramente parecía un enano borracho que apenas podía mantenerse en pie, pero por dentro sabía que estaba en mi mejor momento. Y estos tipos, los "Seimins DDM", estaban a punto de comprobarlo.

[Imagen: image.png?ex=670bd1dc&is=670a805c&hm=f48...818f1da43&]

Bélico & Resumen

Información de Tofun
#12
Ray
Kuroi Ya
El pequeño pero feroz tontatta, poseído por un incontenible deseo de venganza hacia el hombre que hace años le forzó a cerrar su negocio, se lanza a una velocidad endiablada hacia Beck Ham, quien es incapaz de reaccionar con la suficiente rapidez para evitar su ofensiva, siendo golpeado por el poderoso ataque por la espalda del diminuto revolucionario. El impacto es tal que lo impulsa hacia delante varios metros, chocando estrepitosamente con una de las mesas que algún comensal había abandonado a toda prisa tras la llegada de los maleantes.

No obstante, cuando el justiciero borracho intenta recortar de nuevo la distancia que los separa para asestarle dos nuevos golpes uno de los compañeros del rubio ya se ha dado cuenta de su presencia. El tipo repeinado, gracias a su habilidad para percibir otras presencias, advierte rápidamente la incorporación del tontatta a la batalla y coge dos de los higos que porta en su mochila, lanzándolos al aire para acto seguido golpearlos con el pie derecho, que mueve a una velocidad tal que apenas es posible seguir para el ojo humano. Ambas frutas siguen unas trayectorias erráticas, en extraños arcos fruto de la rapidísima rotación a la que están sometidas en su desplazamiento. De este modo resulta verdaderamente difícil saber cuándo o dónde van a golpear, pero interceptan la trayectoria de Tofun en su camino a continuar golpeando al rubio. Cuando impacten explotarán violentamente, generando una onda expansiva de cinco metros de radio.

- ¡Tienen refuerzos inesperados! ¡Vamos perdiendo! - Advierte entonces el repeinado, a lo que su compañero calvo responde casi inmediatamente:

- ¡Todo o nada chicos! ¡Es el momento de la vegdad!

Es en ese momento cuando los once comienzan a cantar. Es una melodía solemne, y sus voces son tan agudas que no parecen ni mucho menos las mismas. Van todos a una, a coro, sin fallar ni una nota durante los muy escasos segundos que dura. Y cuando la última palabra resuena en sus gargantas, en un sonoro: "The Champioooooons" los ojos de todos ellos cambian de tonalidad. Se puede apreciar un ligero tono rojizo en ellos, como a sangre. De repente todos se mueven más rápido que antes, como si estuvieran más vivos.

Es entonces cuando Beck Ham, que pese a estar considerablemente herido se ha levantado como si el dolor no existiera para él, se lanza sobre Tofun a gran velocidad. Es mucho más rápido que antes, costando seguir sus desplazamientos. Entonces, cuando está ya muy cerca de él, tropieza y cae al suelo hacia delante. O eso parece, pues antes de tocar el suelo apoya de nuevo sus pies y aprovecha ese instante para lanzar un feroz golpe con su pata de jamón dirigido al tontatta. No se sabe hacia qué parte de él, pues el ancho del arma es más o menos similar a la altura de este.

Al mismo tiempo Romualdo hace unos gestos raros con las piernas, trazando semicírculos alternativamente con una y otra en el aire, como intentando despistar sobre la trayectoria que va a tomar. Y cuando parece que va a continuar haciendo esos movimientos para siempre acelera de golpe, de una forma tan brusca que apenas es visible, e intenta asestar un espadazo a ras de suelo en su trayectoria, a la altura de la cintura del tontatta, apenas una fracción de segundo después del ataque lanzado por su compañero. Ambas armas, jamón y espada, brillan con un color negro que resulta familiar a nuestro pequeño héroe.

Mientras tanto Zizuff e Higo pelean contra Douma, quien está empezando a verse en serios apuros para igualar a ambos al mismo tiempo.

Cosas
#13
Tofun
El Largo
Sobre las acciones previas


La velocidad de lo que estaba ocurriendo era realmente acelerada, el golpe sobre uno de los Galacticos fue exitoso, logré atizarle y crear una explosión con sabor a cerveza. Salió volando contra la mesa y como una estela continué corriendo hacia el y para golpearlo hasta en dos ocasiones [Turno anterior] - Y essste ¡Hip! Golpe por tu jefe. - Mi rabillo del ojo captaría dos proyectiles acercándose a toda velocidad hacia mi posición, levanté el brazo e hice un gesto la mar de torpe  mientras giraba sobre mi mismo emulando el baile de un borracho en hora de cierre, un tropiezo estilizado y un paso a modo de saltito hacia delante hacia la antigua posición del guaperas. La explosión me alcanzó de todos modos y recibí parte del daño. ¿De que diablos estaban hechos esos higos? ¡Maldita sea! Normal que Zaza haya caído enfermo si se ha comido uno de esos.

Esquiva


Un cántico se empezó a extender por la zona, los galacticos parecían estar coordinados y motivados por el y... ¡Joder! No les podía culpar.  - Meeenudo temón. - Grité justo antes de empezar a cantar con ellos. - ¡ Deee chanpiiiiiiiiiiiiiiiiiionnnnnnnnnnns! - Señalé con el dedo a Romualdo mientras sonreía, embriagado por el chupito de "El ascensor", el tipo estaba haciendo unas cosas raras con las piernas la mar de graciosas. Incliné la cabeza hacia delante y resbalé cayéndome hacia el suelo justo cuando el goleador salió disparado hacia mi posición. Abrí los ojos completamente sorprendido por el juego de piernas que podía llegar a tener un tipo con un peinado tan feo como ese.

¡Hígado de hierro!

Dije en el último momento recuperando el equilibrio en un instante e interponiendo mis manos en la trayecoria del arma para frenarla mientras levantaba la pierna izquierda haciendo un torpe balance a causa de la borrachera. Utilizaría una antigua técnica que había aprendido en la carcel para enfrentar a tipos mas grandes que yo, osea todos. Mi izquierda le lanzó el arma y mi diestra lo agarró por la muñeca levantando al galactico por los aires estampándolo contra el suelo. Mi mano izquierda, ahora libre, le daria tres bofetones: Uno de ida, otro de vuelta y otro de ida. Esta técnica la había aprendido de mi madre, la realizaba con la zapatilla cuando correteaba por casa lleno de barro. - ¡Trrriple zapatillazo! - Si todo iba bien, el de los higos sería el siguiente.

Bloqueo&Derribo&Ataque
Resumen
Información de Tofun
#14
Ray
Kuroi Ya
Beck Ham queda en el suelo, inconsciente, tras tus ataques y recibir de una forma residual la explosión de los higos. El ataque de Romualdo, poderoso como es, no es capaz de superar tu defensa, pero en cuanto ve que diriges tus manos hacia su rostro activa su Haki de de Armadura. Sin embargo esto no es capaz de parar los poderosos golpes del tontatta, que le abofetea sin piedad hasta dejarle en el suelo, con el rostro completamente amoratado hasta el punto de resultar prácticamente irreconocible de lo hinchado que está. No parece ser capaz de continuar peleando, o al menos no hasta que recupere algo de fuerzas.

No obstante para los aliados de Tofun el combate no parece estar yendo tan bien. Los cocineros parecen haber sido reducidos y apresados por el resto de los Galácticos, incluyendo a Douma, a quien Zizuff ha dejado en el suelo de un poderoso cabezazo. Incapaz de seguir combatiendo, mira al pequeño revolucionario con desesperación. Sus ojos transmiten una súplica, un ruego. La petición de salvar el negocio de sus padres, el restaurante al que llevan cinco décadas dedicando sus esfuerzos. Una lágrima corre por cada una de sus mejillas mientras la rabia y la impotencia por no ser lo suficientemente poderoso para llevar a cabo esa tarea él mismo le consumen.

Sin embargo no va a ser fácil, pues ahora hay siete enemigos que rodean al tontatta, pues dos de los tiradores cayeron en el combate. Los cinco restantes le apuntan con sus pistolas y, casi al instante, disparan con ellas. Las balas no parecen ir hacia él de entrada y por sus trayectorias dan la sensación de que van a chocar. De hecho nuestro protagonista puede comprobar cómo empiezan a colisionar unas con otras cambiando de dirección de forma continua hasta que, de una en una, van alcanzando su posición.

Mientras tanto Higo empieza a moverse un poco más atrás, alrededor de ellos, pero no puedes ver lo que está haciendo con claridad ya que los cuerpos de los tiradores bloquean tu visión. Zizuff, por su parte, comienza a saltar y correr sin mucho sentido, como si estuviera preparándose para lo que venga después. Si algo está claro es que estos tipos saben cómo coordinarse, y pese a haber perdido a dos de sus mejores hombres siguen siendo una amenaza muy a tener en cuenta.

Cosas y Números


Edit
#15
Tofun
El Largo
Notas iniciales



Beck Ham pagó caro por su presuntuosa iniciativa. No solo acabó en el suelo, sino que Romualdo, su camarada, salió escaldado de nuestro cruce de golpes. La famosa Triple Bofetada Mortal había hecho su magia. Ya lo decía mi madre: “Hijo, de esta aprendes”. Por desgracia, mis compañeros no habían tenido tanta suerte. Mientras yo me regocijaba por derribar a dos de mis enemigos, mis aliados... ¡pum! Todos al suelo. Todos.

¿Cómo carajo...? — Dije mirando a mi alrededor. En lo que había sido un visto y no visto, el supuesto capitán de la banda contraria había golpeado a Douma en el pecho con tal fuerza que, por lo que parecía, le había hundido el esternón hasta el fondo del mar. Me giré y vi al joven encargado del lugar, con cara de "¿qué está pasando aquí?" Me miraba con una mezcla de desesperación y súplica, como si fuera su última esperanza en la vida. A lo que yo, como buen héroe, le respondí:

—¡Hip!

Sí, un hipo. No es la respuesta más alentadora en medio de una batalla, lo sé. Pero, en mi defensa, tanto cocinar me había hecho probar el producto y estaba de lujo. Y claro, no había tiempo para discursos heroicos ni para salvar el día con grandes gestos, porque justo en ese momento escuché cinco clics metálicos, anunciando lo inevitable: los cinco galácticos que me habían semirodeado estaban a punto de disparar sus pistolas. ¡Maldición!

Salté hacia el cadáver del pobre comensal, el mismo que había iniciado todo este embrollo. ¡Ay, el destino! El tipo no sabía que, incluso después de muerto, me iba a ser útil. Me eché su cuerpo a la espalda, como si fuera un improvisado escudo humano mientras con la otra mano cubría mi rostro dejando un hueco para mirar. Las balas comenzaron a volar, rebotando a toda velocidad alrededor mío. ¿Verlas? Sí, podía ver sus estelas. ¿Prever hacia dónde iban a ir? ¡Ni de coña! Aquello era como jugar a esquivar una lluvia de dagas en medio de un tornado.

Y entonces, cuando creía que la cosa no podía empeorar, los rebotes terminaron. Y sí, recibí cuatro balazos directos, cada uno con diferentes niveles de intensidad, como cuando te pilla el típico masajista que te da una suave, tres fuertes, una suave y dos fuertes. ¡Ese cabrón! Uno en el hombro derecho, otro en el abdomen, uno en el gemelo izquierdo y otro en el muslo derecho. — Cof — Tosí sangre mientras me tambaleé un poco al ponerme en pie, de no ser por el potente efecto de "El Ascensor" quizás hubiese caido inconsciente, pero en cuanto tuve oportunidad, salí zumbando hacia la parte sur de la sala, por donde había entrado. Necesitaba cobertura, espacio, algo para pensar en mi próximo movimiento. La zona de las mesas parecía la mejor opción.

Mientras me deslizaba dando tumbos dejando un rastro de sangre y espuma tras de mi pensé en cómo narices había llegado a esta situación. “¿Qué hice para merecer esto?” Me ofrezco a currar y para un día que tengo al comensal contento todo se había salido de madre. Lo de siempre, vaya. Y ahí estaba yo, en modo "supervivencia", buscando espacio para pelear contra siete que, por la pinta, no tenían intención de rendirse. Si al menos me hubieran dado una cervecita para calmar el dolor, tal vez podría haber lidiado mejor con los disparos. Pero claro, los enemigos no piensan en esos detalles y menos, LOS GALÁCTICOS.

En cualquier caso, ahora que tenía algo de distancia y cobertura, me tomé un segundo para respirar hondo y sacar mi Den Den Mushi. — Pájaro loco al aparato. ¡Cof! Necesito refuerzos, estoy...  ¡Cof!  Comedor. Bien jodido. —  Concluí casi sin fuerzas rezando para que alguno de los chicos me escuchase mientras escupía sangre por la boca. Continué sacando espuma mientras rasgaba mis ropas para tratar de taponar con la tela y alcohol las heridas.

Mates y resumen

Información de Tofun


Resumen del tema
#16
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


Los gases rodeaban su cuerpo, incluso la jarra de cerveza de casi un metro que tuvieron a bien darle, incluso ella rezumaba gasecillos morados. También portaba encima una bolsa, como una riñonera y sus puños americanos. Cuando se relajaba muchas veces el elemento natural de su logia se desataba, como si fuera una reacción normal del cuerpo. El gasecillo se movía, formando pompas. Grandes y pequeñas. Una de ellas chocó contra la cabeza de Airgid, que es con quién estaba en cubierta, cerca de la cocina y del comedor. Estaban sentados, tomando algo, tranquilos después del jaleazo de Oykot. Ragn iba vestido con un calzoncillo que tenían dibujadas unas palmeras. Era un calzoncillo de Lobo Jackson, un tipo la mar de majo que al parecer tenía ropa de sobra. El Buccanner no dudó en ponérselo, había viajado sin ropa, solo con su mochila, armas y camisa que ahora estaba tendida en alguna parte de aquel barco-restaurante. — ¿Dónde estarrr Tofun? — Lanzó al aire, como si Airgid lo supiera. No lo sabía, pues había estado pegado al gigantón desde que llegaron al barco. Ragn estaba sentado en el suelo, bebiendo, con un calzoncillo muy estrecho, marcando paquete ... Es que le asomaba un huevo y todo. Le importaba poco, no tenía complejo alguno con su físico, es más, tenía puesta aquella pequeña prenda por "educación". Ya que los humanos se vestían hasta para estar cómodos, era absurdo. Cuando uno está cómodo, se desnuda, de toda la vida de dios.

La mujer piruleta no llegó a decir nada, puesto que unos disparos sonaron cerca. Ragn se levantó de manera inmediata, alertado. Su testículo derecho parecía marcar el lugar, porque había sonado prácticamente donde quedó apuntando. Le hizo caso a la inercia y miró hacia la cocina. Entonces le sonó el den den mushi a la rubia. — ¡Jussto! — Lanzó la jarra contra el suelo, aunque apuró lo que le quedaba, tirarla llena si que era de mala educación. Fue inmediato. — Dessir a Tofun que taparrr boca. Entenderrr enseguida. — Fueron sus ultimas palabras, pues el cuerpo del vikingo desapareció, volviéndose de un gasecillo morado con el que se trasladó por las rejillas de la puerta que daba a la cocina. Allí se volvió a materializar. Era donde estaba el jaleo. Golpeó una de las puertas de la cocina, de las que daban al comedor, abriéndola al instante. — ¡Qué hasssen hijos de la puta! — Lo había dicho mal, pero estaba aprendiendo a dominar el idioma. Sus manos se tornaron gas y de estas comenzaron a salir esferas de un color verde. Bombardeó todo el comedor, enviando aquellas pelotas por todas partes. Los gases se fueron comiendo el olor, desprendiendo un dulzón general que no tardaría en meterles en una aguda confusión.

A todo esto, cuando acabó de bombardear el comedor, Ragn volvió a transformarse en su elemento, desapareciendo. La puerta se volvió a cerrar y él se quedaría tras ella, en un costado. Solo necesitaba que respirasen un poco aquel gas, después sería el momento de la acción de verdad.

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#17
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Personaje


Airgid disfrutaba de su jarra de cerveza en cubierta junto a Ragnheidr. Sentados sobre la propia madera del barco, las pompitas de gas de su masculina compañía les rodeaba como si fueras luciérnagas en una noche de verano. No hacían nada en especial, charlando tranquilamente, bebiendo y tomando un poco de solecito. Junto a ella se encontraba su preciada mochila con sus armas en el interior, el den den mushi y varias cosas. Aunque lo más importante, estaba por supuesto, llena de metal en todas sus formas y colores. Lo había ido recolectando, desmontando un poco el Baratie a su paso, sí, pero es que era algo que necesitaba hacer. Esencial para ella, casi tanto como el comer. Estaba en ropa interior, un conjunto de sujetador y tanguita de color negro, sencillito y apañado y que por suerte, no había tenido que robarle a nadie. Puede que en otra ocasión se hubiera pensado un poco más eso de estar en baños menores al aire libre, a la vista de todo el mundo, pero desde que conoció a Ragnheidr se le habían empezado a pegar ciertas cosas de su personalidad. Estaba empezando a perder la vergüenza que sentía por la cicatriz de su amputación, dejando de tapársela. Además, tenía un puto físico espectácular, musculado, definido, más de uno de esos motivados de gimnasio desearía tener unos abdominales como los suyos. Se encontraba acariciándole el brazo a Ragnheidr inconscientemente cuando éste preguntó por Tofun. A la mujer solo le dio tiempo a encogerse de hombros, sin responder, pues unos disparos sonaron de repente, interrumpiéndola.

Ragnheidr se puso de pie y ella le imitó. Joder, su paquete le quedaba peligrosamente cerca de la cara. No es que le importase tampoco, la verdad, pero es que era tan alto que claro, en cualquier momento le sacaba un ojo. El den den mushi sonó desde el interior de su mochila, así que lo abrió, lo descolgó, escuchando así a su compañero que parecía encontrarse en una situación cuanto menos peliaguda. Airgid escuchó las palabras de Ragnheidr y luego le susurró al caracol. — Shhh. Vamos pa'llá. — Respondió, clara y directa, antes de cortar la comunicación. El cuerpo de Ragn desapareció en gas mientras ella tomaba las armas del interior de su mochila y se las colocaba en ambas manos y en su único pie. Por último, usó el poder de la jiki para sacar algo del metal que tenía guardado en su interior, formando con él un equipamiento extra que rodeó sus extremidades con la intención de hacer golpes más poderosos. Se echó la bolsa a la espalda, por si acaso necesitaba más y...

Ahora sí, se dirigió saltando lo más rápido que pudo hacia el comedor, atravesando la puerta que había abierto Ragnhedir antes que ella. — ¡¿Qué tramáis, morenos!? — Gritó ella, dejándose llevar completamente por el entusiasmo que el semi gigante también le había puesto. El rubio dispersó un montón de gas hacia el grupo de sospechosos maleantes antes de volver a desaparecer, y ella aprovechó ese momento para comenzar a calentar un poquito, estirando sus brazos, su pierna, preparándose para el combate. Tenían pinta de hijos de puta, sí. Y no sabía dónde estaba Tofun exactamente, pero sí que vio un montón de espuma de cerveza, así que debía de andar cerca, tratando de salir del paso.

OFF
#18
Asradi
Völva
Personaje


Por fin podía permitirse un ratito de descanso después de todas las cosas que habían pasado. El sol era agradable en la cubierta del Baratie y ella había aprovechado ese momento de tranquilidad para hacer inventario de los medicamentos y útiles que necesitaría en los próximos días. Había conseguido más hierbas marinas, tanto para sus mejunjes curativos como para otro tipo de... usos menos pragmáticos. Vamos a dejarlo ahí. Se había separado un poco de los demás, precisamente, para estar concentrada en tal tarea, aprovechando que no había demasiado barullo. Sí era consciente de que tanto Airgid como Ragn estaban por ahí fuera también, pero su plan no era molestarles tampoco. Todos tenían sus cosas que hacer. Aunque a veces notaba un par de ojitos curiosos que conocía y que no le molestaban, mientras hacía tal tarea.

Estaba comprobando, precisamente, un bote repleto de ajenjo mezclado con las toxinas de un pez globo, cuando su pequeño den den mushi comenzó a sonar. Asradi lo sacó, un poco, de uno de los bolsillos de su mochila, y descolgó. Fue en ese momento cuando escuchó la voz de Tofun, pero en un tono que no le gustó para nada. ¿Bien jodido? ¿Qué demonios de Hel había pasado? Asradi frunció el ceño y colgó, sin dar respuesta de ningún tipo. Guardó rápidamente todo en la mochila pero asegurándose de dejar, arriba de todo y a la vista, el botiquín con las medicinas y demás utensilios. Se la echó a la espalda y se fue, todo lo rápido que podía, a saltitos hacia el comedor. No tardó en encontrar el meollo del asunto. Airgid y Ragn se habían adelantado, y para cuando ella llegó, ya el de Elbaf se había disperso en aquel gas. No lo veía, pero si Airgid estaba ahí, suponía que el grandullón no debía de estar lejos tampoco. Sí, definitivamente, Ragn había pasado por ahí a juzgar por como, al asomarse al comedor, podía oler aquel aroma dulzón tan característico.

Echó un vistazo rápido a la rubia y luego al interior.

¿De dónde han salido esta panda de babosas marinas? — Asradi miró al grupo de frikazos en concreto. Pero luego se centró en lo más importante.

Tofun.

¿Dónde estaba? Decidió ignorar abiertamente a aquellos tipos que parecían la versión barata y cutre de los Backstreet Sharks y se adentró, cubriéndose la boca y la nariz con una mano, para intentar evitar la mayoría del gas. La mirada oceánica de Asradi recorrió rápida y concienzudamente el lugar. Y entonces vió el rastro de cerveza. Tras dejar que los demás se ocupasen del resto, se dispuso a seguir las manchas de alcohol y... ¿eso era sangre?

La sirena se apuró todavía más, dentro de lo que la situación se lo permitía.

¿Tofun? Háblame. — Era lo problemático de eso. El tontatta era de un tamaño que era complicado verle a simple vista. Y más en una situación como aquella. Esperaba que, si estaba escondido, lo estuviese bien.

Por fortuna, no tardó en escuchar la voz del frasquito infinito de alcohol con patas y barba debajo de una mesa. Asradi se agachó de inmediato y comenzó a sacar tiritas (al fin y al cabo eran del tamaño del tontatta) y los medicamentos que necesitase.

Voy a abrirte la camisa, ¿vale? Necesito ver qué es lo que hay. — Porque no pintaba muy bien aquello. Con cuidado le manipuló la prenda superior, tratando de hacerle el menos daño posible, antes de comenzar a limpiar la sangre con un trozo de tela limpia al que había echado un mejunje espeso desinfectante. Apretó los labios. Tenían que sacar a Tofun de ahí antes de que esa gente se les echase encima. Por fortuna, podría estabilizarle con lo que tenía.


Asradi ha consumido Botiquin T2. Cantidad restante: 0

Botiquin T2
Botiquin T2 (BT001)
Botiquín médico sencillo, pero completo. Incluye vendajes variados, desinfectantes de mejor calidad y una selección de medicamentos básicos. La caja es de plástico resistente, proporcionando una protección decente contra el polvo y la humedad. Es adecuado para tratar heridas y enfermedades menores de manera más efectiva, siendo una buena opción para aventureros principiantes con recursos limitados.
Instrumental - Tier 2



Miró un momento por encima del hombro.

¡Caretas, necesito que me cubras! — Lo había visto de refilón cuando ella se dirigió al comedor a toda prisa y a saltitos. Era imposible ignorar o no ver a Lemon. Y como no verlo, con ese "bañador" que se cargaba encima. Demasiada trompa para el armamento. ¿O quizás sí era capaz de llenarlo? No, no era momento de pensar en eso ahora mismo.

Cuando lo estabilicemos, lo sacamos de aquí. — Actuaba todo lo rápido que la situación se lo pemitía. Y más teniendo en cuenta el cuerpecito de treinta centímetros de Tofun. Y que tuvo que sacudir la cabeza un par de veces debido al gas que Ragnheidr había disperso. Al fin y al cabo, para atender a Tofun, había tenido que quitarse la mano del rostro y comenzaba a afectarle. Si quería hacer su trabajo con la mente lúcida, tenían que salir de ahí.
OFF

Inventario

Virtudes y Defectos
#19
Lemon Stone
MVP
-¡Estás haciendo trampa! ¡¿Cómo es posible que te salgan las mismas cartas que a mí todo el maldito juego?! Ya me estoy cansando, eh…
 
Llevaba casi media hora jugando póker con un tipo que se había aparecido de la nada. Todavía no conocía a todos los tripulantes del barco, de hecho, ni siquiera conocía bien al duende, el hombre pequeño que lo navegaba. Aún no tenía un apodo adecuado para él, pero ya se le ocurriría uno. Se lo estaba pensando porque Tofun era lo más cercano a un dios y merecía uno que estuviera a la altura. Mientras unos crean mantequilla, otros se deleitan con alcohol. Si uno se pierde en el desierto, ¿qué prefiere encontrar? ¿Un pote de mantequilla o una cerveza fría? Mejor aún: todas las cervezas que pudiera beber. Eso era el poder de Tofun, y lo mejor de todo es que era miembro del Ejército Revolucionario. El maldito duende alcohólico era todo lo que estaba bien en la Armada.
 
Volviendo al asunto del póker… Lemon se había enfadado porque su contrincante estaba haciendo trampa. De alguna manera, sacaba exactamente las mismas cartas que el rebelde y el juego no había avanzado absolutamente nada desde el comienzo. ¡Encima era mudo! ¡Hablaba él solo! Cualquiera que lo viera pensaría que había perdido la cabeza, pero es que últimamente las cosas no tenían sentido. Su mejor amigo era un peluche parlante; su supervisor, un perro bailarín; su vehículo de transporte, un monstruo de dieciséis metros bastante agradable.
 
-¡¿Vas a decir algo, por el amor de todo lo que es sagrado en este mundo?! ¡Me tienes harto, maldita sea! ¡Harto! -gritaba Lemon hasta que, cansado, lanzó las cartas y se rindió. No perdería más su tiempo con un idiota como ese.
 
Se acomodó la guayabera y la máscara, luego tomó sus armas y se fue enfadado hacia la cubierta del barco, la trompeta de la tanga moviéndose de un lado hacia otro en un vaivén perfecto. Se quejaría con Castor por el comportamiento irrespetuoso del tipo de la máscara. Encima había conseguido una igual. ¿Dónde las vendían? Lemon se había hecho la máscara él mismo.
Tanga
 
Entre rabietas, escuchó disparos y vio que Aletas se dirigía hacia el restaurante. ¿Estarían celebrando algo? Puede que los disparos indicaran el comienzo de una competencia de comida. ¡¿Por qué no se había enterado de semejante evento?! Se dirigió hacia el interior del Baratie, esperando que el arbitro le dejase participar.  Entró al interior del edificio-barco y se encontró con una situación… rara. ¿En qué contexto un restaurante celebra una competencia de comida de esa manera? Notó cierta mala vibra en el ambiente, como si los tipos estuviesen en medio de una balacera ahumada, y pensó que sería buena idea golpear a alguien.
 
Entonces, escuchó la petición de Aletas.
 
-¡Ya voy, ya voy!
 
Corrió deprisa hasta llegar a la ubicación de su compañera, fijándose de que su cuerpo la cubriera por completo, y empuñó sus armas: La Triple Farola en la derecha, El Palo en la izquierda y el Martillo de Guerra Enfurecido en una cola hecha de mantequilla que acaba en una mano firme. Estaba preparado para repartir farolazos, palazos y martillazos a quien tuviera en frente, sobre todo al calvo. Odiaba a los calvos. Miró de reojo lo que hacía Aletas y se dio cuenta de la situación: el duende estaba herido, muy herido. Sangraba. ¿Desde cuándo los duendes sangran? Era una buena pregunta, pero el caso es que lo hacía, y de seguir así tendría que comprar un ataúd para gente pequeña.
 
De ninguna manera permitiría que un camarada muriera en su guardia. La sangre comenzó a hervirle, su cuerpo preso de la ira intensificada por su flameante pasión. Los músculos y las venas se le hincharon, y la trompa de la tanga agarró firmeza y se levantó como una torre inquebrantable. Iba a destruir a los enemigos de la Causa porque estaba muy, muy enfadado.
 
-Haz lo que tengas que hacer, Aletas. No me moveré de aquí hasta que hayas salvado al duende -determinó, la vista clavada en sus oponentes.
 
Resumen
Personaje
Estadísticas
Vida: 882 / 882
Energia: 404 / 404
Haki: 175 / 175
 
Inventario
-Cuento con 10 espacios adicionales por tener Mochila T1 y Chaqueta T1.
-Un arma contundente pesada T2 (Gran Martillo de Guerra) – 3 espacios.
-Dos armas contundentes pesadas T3 (La Triple Farola y El Palo) – 6 espacios.
-Un den den mushi – 1 espacio.
 
Virtudes:
[Imagen: UvBwYwr.jpeg]
#20


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