Hay rumores sobre…
... un algún lugar del East Blue los Revolucionarios han establecido una base de operaciones, aunque nadie la ha encontrado aun.
[Diario] La sutileza del cazador experto
Bob el Troll
El Troll
nvierno 723
Isla Cozia, sabana sur
Bob el Troll nunca había sido alguien con mucha paciencia, y después de comerse la Nito Nito no Mi, se sentía más agresivo que de costumbre. La fruta, con su sabor amargo y repugnante, le había dado un poder explosivo en cuanto la tragó. Y Bob, lejos de ser un tipo cauteloso, sabía exactamente lo que quería hacer con él.

—¡Poder explosivo! —gritó, viendo cómo sus puños comenzaban a brillar con una luz peligrosa y chispeante—. ¡Ja, esto me gusta!

Mientras Bob admiraba sus nuevas habilidades, un rugido ensordecedor retumbó a lo lejos. Entre los árboles, emergió un jabalí gigante, con colmillos tan grandes como troncos de árbol y ojos inyectados en furia. No era la primera vez que Bob veía a uno de estos monstruos en sus andanzas, pero esta vez, él tenía algo más que fuerza bruta. Tenía explosiones.

—¡Ven aquí, cerdito! —gruñó Bob, relamiéndose con una sonrisa salvaje. No iba a esperar a que la bestia lo atacara; esta vez, él iba a cazar.
Sin dudar, el troll corrió hacia el jabalí a toda velocidad, lanzándose en una carga brutal. El jabalí respondió con un chillido feroz, arremetiendo con sus colmillos hacia Bob, pero el gigante, con sus reflejos mejorados por la rabia, saltó hacia arriba y golpeó el lomo de la bestia con ambos puños.

—¡BOOOOM!
La explosión fue descomunal. Trozos de carne y sangre volaron por todas partes mientras el cuerpo del jabalí se sacudía por el impacto. Su piel gruesa y dura se partió como si fuera papel, y su chillido de dolor resonó por todo el bosque. Bob aterrizó en el suelo cubierto de la sangre del jabalí, con una sonrisa sádica.

—¡Este poder es mejor de lo que pensé! —rugió Bob, mirando sus puños, aún chispeando por la explosión.

El jabalí, aunque gravemente herido, no estaba listo para rendirse. Cojeando, trató de alejarse, pero Bob no tenía intención de dejarlo escapar. Con una risa maniaca, corrió tras la bestia, lanzando un puñetazo tras otro. Cada golpe explotaba en llamas, haciendo pedazos al jabalí, que se desangraba sin remedio. La escena era grotesca: huesos rotos, carne chamuscada, y el olor a quemado llenando el aire.

—¡No huyas! ¡Aún no he terminado contigo! —gritó Bob mientras la criatura caía de rodillas, colapsando finalmente bajo su peso.
Bob, disfrutando del caos que había causado, se acercó lentamente. Su mirada era fría y desalmada. Se inclinó sobre el cadáver del jabalí, viendo cómo sus últimos respiros se apagaban. Sin pensarlo mucho, le dio el golpe final, una última explosión que redujo lo que quedaba del jabalí a un montón de vísceras y escombros.
Con la criatura finalmente muerta, Bob se levantó, cubierto en sangre, sus ojos brillando de emoción.

—Esta fruta del diablo es la mejor cosa que me ha pasado. ¡Puedo hacer explotar todo lo que quiero! —dijo, soltando una carcajada que resonó por el bosque como una advertencia mortal.
Mientras observaba los restos del jabalí, Bob se dio cuenta de una cosa: ahora tenía mucho más que fuerza bruta. Tenía el poder de la destrucción pura. Y con un hambre insaciable de más caos y batallas, sabía que el mundo estaba a punto de conocer el verdadero terror que podía causar.
Pero por ahora, había una cena gigante que preparar.
#1


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