Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Aventura] [A - Presente] Una extraña exploración
King Kazma
Shiromimi
3 de Verano del 724

Era una tarde soleada en Isla Yotsuba, otrora rebosante de actividad civil y marine. Actualmente sólo era una isla desierta con las ruinas de una ciudad y una base marine que ocupaba gran parte de su superficie. El lugar perfecto para defender debido a su escarpada orografía, pero eso no impidió que acabara completamente abandonada y siendo visitada por todo tipo de criminales que se aprovechan de su estado para despistar a los marines o simplemente fondear durante unos días para reabastecerse. Claro que, aunque es popular por esos motivos, también la gente que la visita no suele querer regresar. Tal vez sea el aire lúgubre que dan unas ruinas tan recientes, tal vez simples historias y supersticiones de marineros, pero se habla del fantasma del último capitán que tuvo la base marine, que todavía sigue vagando por el lugar, defendiéndolo de intrusos.

Sea cual sea la verdad, lo único cierto es que el lugar presentaba un estado de abandono digno sólo de las islas evacuadas, con un deterioro de las estructuras acelerado por la madre naturaleza. El puerto de la isla, que antaño albergó incluso buques, ahora era inservible, con maderas podridas incapaces de retener un barco, ni siquiera de sostener a una persona sobre ellas. La única forma segura de acceder a la isla era a través de la playa, donde se podían encontrar restos de numerosas acampadas. Desde botellas de ron vacías hasta círculos de piedra marcando el lugar de la fogata y la tela de alguna tienda de campaña raída, abandonada allí por sus dueños.

Lo más inquietante se encontraba al acercarse a lo que había sido la ciudad, rodeada con cadenas y carteles que advertían a todo el que los leyera que se mantuvieran fuera, como si la playa fuera el único lugar seguro en el que estar. Si aun así alguien decidía ignorar las advertencias y adentrarse en el lugar en busca de riquezas que hubieran sido dejadas atrás, se podían escuchar los ladridos y aullidos de varios cánidos. Sólo un verdadero experto o alguien con un oído excepcional podría distinguir si se trataba de perros comunes o de fieros lobos. Una calle principal desierta y llena de puestos de venta destrozados. Dos callejones aledaños en el mismo estado a la derecha y otros dos a la izquierda. La ciudad parecía estancada en el tiempo.

#1
Galhard
Gal
Personaje


Galhard ancló su pequeña barca en la arena de la playa, poniendo su pie derecho en la misma, avanzó unos pequeños pasos entre la arena, asegurando que aquella pequeña embarcación, que no era más que un simple bote, no volviera mar adentro y le dejase atrapado hasta que la siguiente ronda de personas vinieran a explorar lo que quedaba de aquella isla desolada.

Tras tener el bote asegurado Galhard suspiró aliviado, poniendo sus ojos en el lugubre paisaje que la isla ofrecía. Nuestro marine mentiría si dijera que no disfrutaba de las vistas, aunque deprimente, aquel paisaje tenía un atisbo romántico de un pasado mejor y de un futuro que, aunque incierto, podía volver a tener a la isla como protagonista del mismo, al final las ruinas acaban llamando a nuevos habitantes que, ante unas estructuras dañadas, ven más fácil reconstruir un lugar que empezar de nuevo.

Mientras se imaginaba que acontecimiento debió ocurrir para que la base y la ciudad quedasen en la situación que se encontraba se adentró por la calle principal, rumbo a las ruinas de la base marine, vigilando los pequeños callejones que aún quedaban sin ser bloqueados por piedras y demás basura.—Vaya... La pelea o el acontecimiento que vivió la isla tuvo que ser horrible para dejar la ciudad así de destruida....— Murmuró para sí mismo mientras escuchó los ladridos en la lejanía. —Imagino que aquellos que no pudieron ser evacuados no tuvieron tanta suerte como la demás fauna de la isla— Añadió dando un pequeño puntapié a una piedra que viajó unos metros por la calle principal, los perros hambrientos podían resultar un problema si le hacían una emboscada por lo que debía tratar de pasar desapercibido y lejos de lugares que pudieran ser poco estables para pasar o salir corriendo si las cosas se ponían feas.
Poco a poco, cuanto más avanzaba, más grande se hacía para la vista lo que quedaba de la base Marine, puede que aquel lugar fuera el último bastión de los que no pudieron ser evacuados y los marines que se quedaron para defender la gente de a pie. Aunque las intenciones de Galhard fueran encontrar algo de utilidad entre aquellas ruinas no impedía que mostrase respeto y compasión por quienes pudieron dar su vida para proteger el lugar.

—Bueno, creo que es hora de seguir caminando hasta la base— Volvió a murmurar para si, avanzando con cautela hacia la fortaleza que se encontraba ya cerca de él.
#2
King Kazma
Shiromimi
Conforme el visitante se acercaba a la base marina por la calle principal, ignorando los pocos callejones que quedaban transitables, el Sol caía poco a poco en el cielo, acercándose cada vez más al horizonte. La luz crepuscular dejaba una imagen todavía más tétrica si cabe sobre la ciudad y la base. Los aullidos sonaban incluso más inquietantes. A nadie le gustaba una ciudad fantasma por la noche, pues esta es oscura y alberga horrores. Pero el intrépido visitante no parecía hacer caso de rumores o tener el instinto típico de cualquiera, que le avisaba que estar solo en un sitio así tenía que tener consecuencias sí o sí. ¿Alguien sabía que estaba allí? ¿Irían a por él si tardaba mucho en regresar? Son preguntas que debía hacerse cualquier persona cuando se encontraba ante una situación peligrosa.

Para el momento en el que el visitante se plantó frente a la puerta principal, una reja robusta y alta, los aullidos parecían sonar más cercanos que antes. ¿Se estaban acercando los depredadores al oler carne fresca? De todas formas, si quería continuar, su principal obstáculo a superar era la verja que rodeaba la base. No había signos de destrucción, de que hubiera sufrido ataques. Prácticamente intacta salvo por el paso del tiempo, se alzaba demasiado alta como para saltarla, pero nada impedía escalarla. Si se prestaba suficiente atención, a pesar de la oscuridad creciente, se podía distinguir lo que parecía ser una zona elevada junto a la verja a cinco minutos a la izquierda. Del mismo modo, prestando atención y con buen oído, cerca de la estructura metálica se escuchaba un ligero zumbido, como si en algún lugar de la misma hubiera un panal de abejas y el zumbar de su vuelo se transmitiera por el metal.

¿Qué camino elegiría el visitante? ¿Qué misterios ocultaba la base marina? Tal vez quedaba allí un tesoro de un pirata encerrado en el calabozo. Puede que un arsenal de armas importante. Cabía la posibilidad que el diario del capitán de la base con notas importantes para esclarecer los hechos que llevaron al abandono de la isla al completo.

Contenido Oculto
#3
Galhard
Gal
Galhard decidió aventurarse por la zona elevada "Después de todo las mejores entradas se esconden a simple vista" pensó orgulloso mientras caminaba hacia el montículo cercano a la verja. Las ruinas de un antiguo edificio derruido formaban una plataforma perfecta para poder saltar la valla. Si bien una entrada como esa era provechosa también podía ser usada por otros visitantes indeseados, consciente de ello Galhard decidió estar más alerta ante cualquier ruido tanto de lo que podía estar dentro de la base como aquellos ladridos que cada vez se escuchaban más cerca del marine. Una vez dentro de la base, habiendo saltado la verja, el marine se quedó en silencio unos segundos agachado en el suelo, tratando de escuchar cualquier reacción que se hubiese dado en respuesta al salto que había dado para entrar, consciente de que aquello que hacía iba en contra de todo sentido común sabía a que venía y no era su primera exploración "urbana".

 Tras unos largos segundos de silencio el marine se levantó y empezó a examinar sus alrededores "Vale, ahora necesito buscar una salida sencilla que pueda tener a mano por si las cosas empiezan a irse de control" Pensó mientras se posicionaba por zonas que cubrieran medianamente su cuerpo, aunque fuese peligrosa la exploración no significaba que no podía disfrutar de ello, como si de una misión de infiltración se tratase. Bien alerta y tras explorar lo que sería uno de los patios de la base empezó a buscar los edificios dentro de la base que aún se encontraban en unas mínimas condiciones para poderlos explorar y entrar en uno de ellos.

La noche que se cernía sobre el lugar era un arma de doble filo, podría ocultarse mejor pero lo mismo podían hacer las amenazas y las zonas derruidas o peligrosas serían mucho menos visibles, debía hacer que aquella exploración mereciera todo el riesgo que corría aunque, de por sí, la adrenalina que su cuerpo generaba ante esa situación ya era casi una recompensa suficiente para el marine aventurero.
#4
King Kazma
Shiromimi
El joven aventurero decidió que era mejor opción dar un rodeo para buscar otra posible entrada que arriesgarse con la verja zumbona y, a lo mejor, despertar a un enjambre cercano. Resultó ser la opción correcta, pues a no muchos metros había un derrumbe de un edificio que proporcionaba un conveniente punto de acceso al interior de la base el cual aprovechó sin miramientos. Por supuesto, una vez dentro resultaría evidente que no existía ninguna estructura similar para salir. La única salida era la puerta de la verja, que todavía zumbaba.

Por el patio había desperdigadas varias cosas, desde muñecos de entrenamiento hasta espadas oxidadas, pasando por todo lo que uno podría esperar de un patio de una base marine. Tal vez alguna de estas cosas podía ser útil para salir de allí. Por otro lado, la noche que se cernía sobre el lugar oscurecía todo cada vez más y más, obstaculizando la visión de cualquier persona normal, por lo que muchos de estos objetos tal vez pasaran desapercibidos.

Sea como fuere, se encontraría que la puerta de entrada al edificio principal estaba abierta y no ofrecía ninguna resistencia. Además había allí un surtido completo de linternas con bidones de aceite para rellenarlas, algo inusual en una base de la Marina. ¿Tal vez pretendían volar la puerta? Una trampa previendo la irrupción de intrusos. Intrusos que nunca llegaron, por lo que allí quedó todo, preparado pero imposible de detonar. Las sobras de unos eran los tesoros de otros. Con una de esas linternas podría seguir explorando la base sin ir a ciegas.

Frente a la puerta, en el hall, estaba un mostrador, aunque no encontraría nada si miraba allí. A la izquierda, los barracones, el ala del edificio en la que se alojaban los soldados y suboficiales. A la derecha, las oficinas, despachos y aposentos de los oficiales junto con otras instalaciones menos relevantes. Cualquiera de los dos pasillos podía esconder peligros, misterios y sorpresas. ¿Qué elegiría el explorador?

Contenido Oculto
#5
Galhard
Gal
El marine aprovechó la poca luz que la luna proporcionaba para ver el patio, el caos de muñecos de entrenamiento y armas oxidadas revelaron que probablemente una batalla se libró en ese lugar, quizás podría improvisar una escalera con aquellos muñecos para saltar la verja a la hora de salir, lo primero era lo primero así que pacientemente ordenó los muñecos cuya integridad estaba en mejor estado para hacer una pequeña plataforma para salir a la hora de escapar de la base, si es que se daba la suerte que podía volver sobre sus pasos antes de tener que huir más rápido. "No es la mejor plataforma para saltar pero al menos resistirá el salto para salir si la acabo utilizando" Pensó mientras se sacudía el polvo de sus manos y fijaba la vista en las lamparas de aceite y los bidones, una última línea de defensa que no llegó a ejecutarse, tomó una linterna y cuidadosamente la llenó de aceite, en esos momentos lamentó no haber traído ningún encendedor así que no le tocó otra cosa que buscar con poco resultado algún elemento que sirviera para prender la linterna, la cual solo usaría en momentos que él encontrase oportunos, puesto que el hecho de tener una luz no solo te da visibilidad a ti, si no que revela a los demás tu posición.

Una vez lidiado con el problema de la linterna decidió aventurarse hacia la derecha, quizás allí encontraría algo más llamativo o de valor que en el lugar que parecía ser las barracas donde los soldados dormían, así que, con paso firme, avanzó hasta el edificio de los oficiales, la entrada estaba curiosamente despejada, aquello activó un mal presentimiento en el marine mientras caminaba hacia la puerta. Sin darse cuenta, su pie chocó con un fuerte hilo que le hizo tropezar y ser alzado hacia el techo al mismo tiempo que la linterna se escapaba de sus manos. Ahora Galhard se encontraba atrapado en una red pegado al techo. ¿Cómo podía haber caído en algo tan simple? por suerte la linterna, que ahora se encontraba en el suelo, no sufrió ningún daño o fuga de aceite. Ahora todos sus esfuerzos se centraban en como salir de la red. En aquella situación una daga o cuchillo le hubiese servido más que su sable pero, forcejeando, logró colocar su mano en el pomo del arma, quizás, si deslizaba solo un poco el sable de su vaina, podría cortar algunas partes de la red si la misma no se trataba de una hecha de material ferroso.

Tras unos minutos de forcejeo el marine logró cortar una parte de la red, permitiendo a su brazo no solo tener la libertad de sacar completamente el sable de su vaina, si no que, también, sirvió para cortar el soporte que unía la red al techo, librándose de la misma sin poder evitar caer rápidamente de culo al suelo. Era mejor eso que quedarse atrapado en aquella trampa, debía ser más cuidadoso en sus siguientes pasos puesto que podían haber trampas que no le diesen la oportunidad de escapar. Estando una vez ya libre de la red tomó la lampara de aceite y siguió adentrándose en el edificio de los oficiales.
#6
King Kazma
Shiromimi
El valiente explorador cayó en una trampa obvia, pero igualmente difícil de detectar, mucho más avanzando completamente a oscuras. Pero claro, ¿quién iba a imaginar que en una isla inhabitada habría trampas? Tal vez quedaron ahí puestas el día en que todo se vino abajo, aunque era poco probable que una trampa de ese estilo sobreviviera tanto tiempo sin desarmarse por sí sola o saltar con algún animal. Verdaderamente sospechoso. Sea como fuere, el explorador logró zafarse de lo que podría haber sido su prisión mucho tiempo, o para siempre, gracias al filo de la espada que llevaba consigo. Si hubiera peleado con sus puños o armas romas, tal vez no podría haber escapado sin sacrificar sus dientes en el proceso.

La linterna estaba intacta, pero aun así, cuando el aventurero volvió a poner sus pies en tierra firme, no la encendió. Parecía que tenía ganas de caer en más trampas, así no podría ver hilos, baldosas falsas o incluso simplemente alguna cosa con la que resbalar o tropezar. Todo un valiente que no tenía miedo al éxito ni al fracaso. Podría continuar explorando el ala de oficinas con relativa tranquilidad. La mayoría de puertas estaban rotas o atrancadas, con lo que era casi imposible entrar en las habitaciones que guardaban, aunque a través de las puertas rotas se podía ver que no había muchas cosas de interés al otro lado.

Eventualmente llegaría a lo que podría ser el lugar más interesante de toda la base, el despacho del capitán, con su nombre todavía visible en la placa de la puerta, que parecía mucho más cuidada y funcional que el resto. ¿Sospechoso? Desde luego. Aunque eso no significaba que hubiera una trampa. Tal vez había sido simplemente una casualidad, tal vez el material de esa puerta era más robusto debido a su importancia. ¿Qué había al otro lado?
#7
Galhard
Gal
Sabía que era arriesgado avanzar sin prender la linterna por un lugar que le había dado la bienvenida con una trampa, pero por otro lado, sabía que era crucial moverse en la oscuridad mientras hubiesen ventanas que delatasen su posición en el lugar. Avanzaba por el edificio marine, mirase por donde mirase el estado del edificio era peligroso, de alguna forma Galhard no fue presa de ninguna otra trampa ¿Experiencia y mano moviéndose en esos entornos o simplemente suerte? Ya fuese una cosa u otra siguió avanzando en la oscuridad hasta toparse con las oficinas, abandonadas y en condiciones pésimas, ninguna guardaba dentro nada que pudiera ser de utilidad o de interés para el Marine, lo único de valor que encontró fue un pequeño pedernal para encender la linterna de aceite, dado que ahora las puertas sustituían a los ventanales y los mismos se encontraban tras puertas rotas o atrancadas decidió que ya era hora de encender la lampara y avanzar con mejor visibilidad en lo que quedaba de edificio.

 Tras una leve caminata, dejando atrás las numerosas oficinas del edificio, Galhard, llegó hasta una robusta puerta, la calidad de la misma había sobrevivido extrañamente al descuido del edificio y la dejadez, como si la misma fuese la única zona del lugar que aún recibiera mantenimiento, cuanto menos era sospechoso pero eran estas pequeñas cosas las que hacían emocionantes las exploraciones de lugares abandonados, sin duda aquella puerta debía esconder algo digno de ver. Galhard pasó su mano por la placa de la puerta, el nombre del capitán era visible y solo cubierto por una muy poca cantidad de polvo, aquello todavía lo hacía más interesante y, como si el marine fuese guiado por las viejas normas de la base, golpeó con suavidad tres veces la puerta, como si esperase una respuesta de dentro de la misma. Segundos que parecieron minutos pasaron frente a aquella robusta puerta, hasta que, tras  haber esperado el debido tiempo de cortesía el marine tomó el pomo de la puerta y con fuerza pero cuidado trató de abrir la puerta de esa habitación. 

¿Encontraría allí lo que fuera que estaba buscando?.
#8
King Kazma
Shiromimi
Una nube de humo es lo que recibiría al explorador solitario de la isla. Nada más abrir la puerta, una densa humareda blanca le alcanzó de lleno en la cara y comenzó a dispersarse por el techo del pasillo. Claramente era humo de tabaco, y transportaba con él un intenso olor a alcohol. Conforme el humo iba abandonando la habitación, los detalles se fueron haciendo cada vez más y más nítidos. Y no había lo que uno cabría esperar en el despacho de un oficial de la Marina. En lugar de estanterías, cuadros, títulos y otros reconocimientos había un camastro, un montón de botellas amontonadas, unas llenas de bebida y otras de cenizas. Había, no obstante, algo típico de un despacho. Una mesa de oficina grande con una silla tras ella.

En dicha silla estaba sentado un hombre con aspecto curioso. Su peinado era una mezcla de moño de anciana con corte tazón ruso. Un hombre fornido, de rasgos afilados y cejas puntiagudas que vestía un uniforme de la Marina y en cuya boca había un puro encendido. Claramente, la fuente del humo que inundaba la estancia. Le invitó a entrar con un gesto de la mano. No parecía ser agresivo, o al menos no aparentaba agresividad. – En diez años eres el primero que logra llegar hasta aquí. Los demás huían al poco asustados por mis trampas y mis perros. – Dijo, haciéndose notable la presencia de tres canes en la habitación, antes ocultos tras la cortina de humo. – Esta es mi isla, soy el único que sobrevivió a los piratas. Si el capitán no hubiera sido un cobarde… - Se lamentó, recomponiéndose y dando un puñetazo en la mesa. Los perros estaban bien adiestrados, pues ni siquiera se movieron ante el repentino ruido. – La gente valiente como tú merece una recompensa. Pero no hay nada de valor en esta isla salvo… Bueno, lo mismo da. Vuelve en un mes aproximadamente y te tendré preparada una pequeña prueba. Si la pasas, te daré un premio. La valentía y el poder deben ser premiados. Ahora vete. Súbete a tu pequeño bote y regresa por dónde viniste. Y no me hagas repetírtelo. – Tras esas últimas palabras, los perros comenzaron a gruñir, dando a entender que no iba a decirle que se fuera una segunda vez porque sus perros se encargarían de que no pudiera realizar ninguna función vital.
#9
Galhard
Gal
Galhard logró abrir la puerta, recibido por una estela de humo no pudo evitar soltar una tos ahogada mientras movía su mano para tratar de disipar el humo que había nublado por un momento su vista. El encuentro con aquel marine le sorprendió, había escuchado rumores de un capitán fantasma pero, aquel sujeto, no solo no llevaba el uniforme de uno si no que parecía muy vivo. Es más, aquel despacho parecía una suerte de cuarto con botellas de todo tipo. Desde luego si bien, el marine, parecía un hombre fuerte y recio, aquella insalubre habitación, aunque en mejores condiciones que las demás estancias de la base revelaban un daño emocional profundo.
Con atención escuchó lo que aquel hombre le dijo y soltó un ligero suspiro de alivio
 —Vista la situación me tocará comprometerme y volver en un mes, mi instinto no me falló después de todo, cuando vuelva te traeré una botella de licor caro, que menos para responder a tu amable propuesta— Espetó mientras miraba a las tres fieras gruñir —No pienso defraudarte en mi regreso Ne he he he...—

Galhard no tenía otra opción más que acatar la orden del extraño marine. Sintió cómo una mezcla de decepción y curiosidad se agitaba en su interior mientras se giraba lentamente hacia la salida. La presencia imponente de los perros y el tono firme del hombre no dejaban lugar a dudas: debía irse. Sin embargo, la promesa de una prueba y una posible recompensa mantenían viva la chispa de su espíritu aventurero.

Mientras se alejaba, los ladridos de los perros se desvanecían, y Galhard no podía evitar reflexionar sobre el encuentro. ¿Quién era realmente ese marine? ¿Y qué clase de prueba le esperaba al regreso? Sus pasos resonaban en el pasillo vacío mientras la penumbra volvía a tratar rodearle, pero ahora con la linterna de aceite encendida las sombras retrocedieron y la caminata resultaba menos amenazante.

Al salir del edificio, Galhard se detuvo un momento para observar la estructura que, a pesar de su deterioro, mantenía un aire de misterio y secretos enterrados. El sol ya comenzaba a ascender, tiñendo el cielo de un tono azulado que anunciaba el amanecer. Se dirigió hacia el puerto, donde su pequeño bote lo esperaba encallado en la arena y Galhard lo empujó hasta que el mismo estaba nuevamente en el agua, balanceándose suavemente con las olas. El viaje de regreso le dio tiempo para planificar su próximo movimiento.

Durante el trayecto, Galhard repasó mentalmente cada detalle de su encuentro, desde la humareda densa hasta la promesa del marine solitario. La mención de los piratas y la cobardía del capitán revelaban una historia trágica, de sacrificio y soledad. Había algo en la determinación del hombre, en su firmeza y su renuencia a abandonar la isla, que resonaba con el propio sentido del deber de Galhard.
#10


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