Hay rumores sobre…
... que en cierta isla del East Blue, hubo hasta hace poco tiempo un reino muy prospero y poderoso, pero que desapareció de la faz de la tierra en apenas un día.
[Misión de Temporada] El Gato y el Ratón - Grupo C
Umibozu
El Naufragio
El hedor de la zona era insoportable. Las membranas del cuello batían desplegándose y encogiéndose continuamente, como si pretendieran generar una corriente a mi alrededor emulando ser una suerte de ventilador y así conseguir dispersar el aroma putrefacto que me envolvía. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.  Aquel movimiento no era más que el vestigio de un pasado a olvidar. Una muestra del subconsciente y de cómo las experiencias vividas dejaban una huella imborrable y unas órdenes en lo más profundo del subconsciente. A veces, conseguía mantenerlo bajo control, otras sin embargo, el pasado vagaba libremente por el presente.

El lugar era un completo caos. Aliados y enemigos peleaban entre sí en una refriega en la que nadie sabía de qué bando estaba realmente. Los guardias de élite de la Corona de Oykot peleaban ferozmente contra civiles y revolucionarios, tratando de sofocar la revuelta y devolver el status quo, mientras que los primeros con cada golpe astillaban las cadenas que tanto tiempo los habían tenido oprimidos. La marina no tardó en hacer acto de presencia, seguramente avisada por civiles y, quizás, las propias fuerzas de élite. La verdad es que lo ignoraba y tampoco me importaba. Para mi sorpresa, las fuerzas del orden y la justicia estaban haciendo gala a su deber y el fin último por el que fueron creadas. ¿Acaso estaba soñando? Aquellos a quienes consideraba enemigos, se acaban de volver aliados. En lugar de combatir directamente contra los rebeldes y nosotros, los revolucionarios, comenzaron a luchar contra las fuerzas de élite y a defender y proteger a los civiles. Por su parte, los balleneros ignoraban a los marines tras las órdenes dadas por Karina. Su batalla no era contra la justicia mundial, sino contra la local. Traté de buscar a Karina con la mirada. No pelear contra la Marina me había parecido una jugada maestra. Una declaración en toda regla que no pretendía incumplir la justicia, sino únicamente traerla a un lugar del que había partido hacía mucho tiempo atrás y ya tan solo era un recuerdo en la memoria de los más mayores. Sonreí.

-Nanoplancton-lurk…

Escuchar las palabras de Tofun me hizo debatir conmigo mismo. ¿Debía marcharme, evacuar a los que quisiera y abandonar a mi compañero y amigo? ¿O quizás debía quedarme allí luchando aunque eso implicase retener contra su voluntad a los presentes y forzarlos a luchar entre dos bandos? Las granadas de humo comenzaban a dificultar la visibilidad de la zona. Marines y guardias de élite peleando entre sí. La distracción había sido creada y la presa destruida. El grupo encargado de evitar que el agua retenida en la presa arrasara a su paso con el pueblo estaba tomando el palacio tras haber cumplido con su cometido. Se podía decir que nuestra misión en Oykot ya estaba cumplida. Sin embargo nada había terminado y el combate todavía continuaba en su máximo esplendor.

-¡Subid-lurk! ¡Os llevaré al otro lado para salir del peligro-lurk! – exclamé a los revolucionarios que quisieran dejar la zona y a los civiles.

No abandonaría a Tofun allí a su suerte, como tampoco al resto de personas que quisieran llevar el combate hasta sus últimos compases, pero tampoco debía desaprovechar la oportunidad que se nos acababa de brindar. No habría mejor momento para la huida, por lo que llevar a tantas personas como fuera posible al otro lado del río permitiría salvar vidas. El agua haría de barrera natural, por lo que una vez estuvieran en la otra orilla no tendrían que correr demasiados peligros. La furia del líquido elemento sería suficiente para arrastrar a cualquier ingenuo que tratase de cruzarla sin los medios adecuados y dudaba que en mitad del caos nadie pudiera pararse a prepararse para cruzarlo. Menos aún estando yo de custodio del que consideraba mi dominio. Si alguien decidía subir sobre mí, lo llevaría al otro lado de la orilla, para, una vez descargados, volver al lugar inicial. Eso me permitiría hacer un segundo viaje y poner a salvo a más civiles, servir como vía de escape para los revolucionarios rezagados si la situación se complicaba en exceso o directamente lanzarme al ataque y continuar la lucha hasta acabar con las fuerzas de élite de la corona, marines, muerto o, peor aún, preso de nuevo. Si nadie estaba dispuesto a abandonar el lugar, permanecería en la posición esperando el mejor momento y lugar para entrar en acción de nuevo.

Aclaraciones

Resumen

Inventario

VyD

Estadísticas

#41
Rocket Raccoon
Rocket
-¡Ahhhhhh! ¡Puta mierda sea, coño! ¡Joder, eh!- solté entre dientes, con un chasquido de frustración. No podía negar que había sido un buen disparo, uno muy bueno, de hecho. Pero aquella chiquilla... había demostrado con creces por qué ostentaba un alto rango en los marines que nos habían venido a capturar. El proyectil que había salido disparado a gran velocidad desde mi fusil de larga distancia había alcanzado su objetivo, sí, pero no como esperaba. 'En el pecho, era en el pecho. Mierda'. Había tocado carne, por lo menos, aunque no en el lugar deseado. Aun así, era mejor que nada. Mucho mejor que haber fallado por completo y que la bala hubiese pasado de largo sin más. Al menos ahora sabía que no era invencible, y eso era suficiente por el momento.

Sin embargo, aquella marine no pareció titubear tras el impacto. Logró esquivarlo, aunque de manera imperfecta, y ni siquiera mostró señales de dolor. Justo en ese instante, algo más captó mi atención por el rabillo del ojo: en el mar, al sur de nuestra posición, algo se estaba fraguando. La escotilla de un submarino comenzó a abrirse lentamente, revelando a varios soldados de élite que emergían, listos para reforzar la defensa. Estaban allí para proteger a la reina, apostada en lo alto del castillo. Su presencia no podía ser una coincidencia. Habían venido para garantizar su seguridad, o al menos eso suponía. Pero en ese momento, me di cuenta de que el plan maestro estaba funcionando tal como lo habíamos previsto. Era justo lo que queríamos: atraer a todos hacia nosotros, alejándolos del castillo, donde un pequeño grupo de los nuestros ya debería estar avanzando hacia su objetivo.

-¡Ja! Miren esos, han llegado más refuerzos de parte de la Reina. Joder, eh,- exclamé con una mezcla de burla y desdén mientras observaba a los soldados que desembarcaban. Eché un vistazo rápido a mis compañeros de armas, o al menos a los que estaban cerca de mi posición, la mayoría seguía peleando en las calles, luchando codo a codo con los balleneros en el caos de la batalla. -Sea lo que sea que hiciste allá atrás con la taberna, fue un buen trabajo, Lemon. Joder, eh. Maldita sea, cómo quisiera robar ese barco,- murmuré, clavando la mirada en el navío de la marina que se destacaba en el horizonte. Había algo en su imponente estructura que me hacía desearlo, un símbolo de poder que me imaginaba bajo nuestro control. -Solo imagínalo, todos nosotros matando marines con su mismo barco jajaja. Joder eh- Pero eso no se daria hoy.

Por un instante, aparté la vista de las nuevas piezas en este tablero mortal por el Reino de Oykot. Fue solo un segundo, pero al volver a enfocarme en el campo de batalla, vi cómo gruesas cortinas de humo empezaban a desplegarse por todas partes, cubriendo la escena como un manto sombrío. Los recién llegados habían lanzado esta distracción, oscureciendo la visión y complicando las cosas para todos los que estábamos ahi dentro.

'¿La loca?', pensé rápidamente, recordando a la pequeña marine que venía tras nuestras cabezas. Busqué con la vista su última ubicación, pero ya no estaba allí. 'Mierda...' Una inquietud me recorrió, creo que incluso algunos pelos de mi cuerpo sé tensaron. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que su voz, inconfundible y afilada, resonara en algún lugar cercano. Sus palabras fueron claras, seguidas de sus movimientos veloces, dirigidos no hacia nosotros, sino contra el nuevo grupo que acababa de llegar, pero su paso era furioso. 'Marines contra los soldados de la Reina... interesante.' Las tornas estaban cambiando, y ahora la batalla tomaba un giro inesperado. Este enfrentamiento podría darnos la ventaja que tanto necesitábamos.

Observe a Lemon de reojo. -Creo que es momento de largarnos, ya no tenemos nada que hacer acá... joder eh. Bueno, si quieres romper cabezas como los demás, te puedes quedar. Yo aprovecharé el aventón de Umi, e iré al castillo. Nunca he estado en uno. Joder eh.-

-¡Lobo! ¡Rubia! Creo que ya terminamos aquí. Joder eh. Los marines se dieron la vuelta, están pelando contra otro grupo de la reina. Yo me largo al castillo, joder eh.- Guarde mi rifle en su lugar, lo deje a mi espalda y comencé a saltar de tejado en tejado, incluso de árbol en árbol, hasta llegar a una buena ubicación para poder subirme a la espalda de aquella enorme criatura que había venido a nuestro rescate. -¿Creoo que eres Umi verdad? Un puto placer ser rescatado por ti, ¡joder eh!-

Resumen
#42
Alistair
Mochuelo
Caos en su estado mas puro. Esa era la mejor descripción que encontraba en su cabeza tras ingresar en el campo de batalla e integrarse a él, participando como pudiera para aportar sus capacidades a su equipo. Revolucionarios, Marina, Civiles y Guardia real en un mismo campo de batalla era una vista indescriptiblemente bizarra que no habría concebido posible si no fuera porque estaba ocurriendo frente a sus ojos, una batalla campal que cargaba gran importancia para todos los presentes; en ese momento y en ese lugar se decidiría el destino de Oykot, y si su gente conseguiría liberarse del yugo y la vida proletaria a la que habían sido arrojados. 

Hoy se escribía la historia, y los Revolucionarios harían todo para asegurarse de que el pueblo de Oykot fuera quien saliera en la portada, y no la monarquía que ocupaba el trono.

De entre la multitud de figuras que batallaban con fuerza en el campo de batalla, sin contar a sus propios aliados, había dos personalidades en concreto que parecían destacar por encima del resto. Una de ellas, liderando a los campesinos, se encargaba de hacer retroceder a la guardia real con todo lo que tenían, haciendo de segundo estandarte después de la improvisación que el revolucionario cánido habría creado en un momento con los materiales que tenía al alcance de sus manos. Bastante inteligente, debía admitir. El mismo que, con su energía y un instrumento, había inundado el campo de batalla de una energía que vigorizaba al cuerpo y le empujaba a hacer más, a dar su todo. 

Por parte de la segunda personalidad que imponía su presencia, el uniforme la delataba como una miembro de la Marina cargando... ¿Qué era eso? ¿Un ancla? Había visto tantísimas cosas en medio de sus viajes, pero saber que le sorprendía ver a una peleadora emplear un ancla como si fuese un garrote le dejaba en claro que aún le quedaba mucho mundo por ver. Era algo pronto para decirlo, pero definitivamente anhelaba zarpar nuevamente a un destino desconocido, y ver lo que encontraría en el punto de llegada. Seguramente hasta se uniría a sus compañeros en esta ocasión.

Las cosas pintaban bien; si todo avanzaba así y los chicos del grupo B apresuraban su acometido, estarían en casa para la hora de la cena para relatar esto como una anécdota, con una victoria enorme por la cual celebrar. O este sería el escenario, si las cosas salieran alguna vez salieran tan a pedido de boca.

Refuerzos en masa entrarían al campo de batalla desde un vehículo semi-sumergido, y... ¡Bombas de humo! Instintivamente, su brazo izquierdo cubriría la mitad inferior de su rostro tal que su sangradura se alinearía perfectamente sobre sus labios, bloqueando la entrada de una mayoritaria parte del gas por su boca en caso de que se tratara de un elemento nocivo, algo que pronto descubrió no era el caso desde el momento que observó la densidad de la nube que formaba; una pantalla de humo extremadamente espesa, una buena herramienta para disturbios que impedía ver mas allá de la propia nariz. 

Atacar el castillo o pelear junto a la gente de Oykot. Debía tomar una decisión.

No, confío en los chicos. De mientras, tengo que ayudar como pueda aquí para darles el tiempo que necesiten. — Se quedaría a pelear. Además, no estaba solo. 

Por lo pronto, pudo avistar con la mirada a dos personas permaneciendo con él en el campo de batalla: Una atractiva chica que parecía usar unos artefactos de viento de los cuales conocía poco -algo por lo cual quedaría pendiente de preguntarle una vez todos salieran de allí- y Tofun, el Tontatta revolucionario de su mismo grupo que antes le había brindado una mano de ayuda en la presa. Y que se decía tenía una mano sagrada para preparar brebajes alcohólicos. 

El humo lo rodeaba en su totalidad; no había manera de utilizar de usar su vista en ninguna dirección por mucho que se esforzara. Pero si intentaba pensar en mas de dos dimensiones... ¡Por supuesto! Sus alas de ébano se extendieron hasta su límite y dieron un poderoso aleteo que le despegaría del suelo, seguido de otros más que le permitieron empezar a ganar altura; combinado con un salto que realizaría justo antes de empezar su ascenso, conseguiría ganar altura en muy poco tiempo. 

Aunque no era un genio en el campo químico por el momento, sabía una cosa: Un gas en un campo abierto tendía a dispersarse, y aunque esto significaba que cada vez cubriría más diámetro a nivel del suelo, también implicaba que la nube se haría rápidamente mas delgada en bolsillos de espacio generosamente grandes, un punto débil que podía explotar con especial facilidad utilizando una vista aérea.  

De uno de sus bolsillos sacaría el Den Den que antes habría tomado de uno de los guardias de seguridad y lo conectaría a la frecuencia de los Revolucionarios, tal que pudieran escuchar su mensaje. — ¡Atención a los que permanezcan en el campo de batalla! ¡Les haré de ojos en el cielo para hacerles saber las posiciones enemigas! ¡Si alguno necesita ayuda urgente, peguen el grito e iré en picada al momento! — Un mensaje dirigido especialmente a la chica y al Tontatta, desconociendo que el segundo estaba muy envenenado con su propia preparación como para escucharle. A cruzar los dedos para que sus palabras le llegaran. 

A partir de allí, utilizaría su molusco-comunicador para indicar con la mayor precisión que pudiera las posiciones enemigas a los dos revolucionarios -y a cualquier otra persona que decidiera quedarse a pelear-, tal que la desventaja visual restara en gran medida la efectividad que la Guardia Real tenía en mente, intentando utilizar la supuesta ventaja de la Guardia Real en su contra.

Pero su participación no acababa allí, aunque esta segunda parte fuera mas kamikaze; no podía ser solo una torre de control mientras todos se jugaban la vida peleando, se rehusaba. Alistair inhalaría tan profundo como pudiera, hinchando sus pulmones hasta el límite mientras que juntaba su índice y dedo medio en un aro que dejaría sobre su lengua, presionaría fuerte en contra y... ¡Silbido a toda fuerza! O chiflido, si lo preferían. Un sonido agudo y ensordecedor que se encargaría de recorrer el campo y prevalecer por encima de la violencia que sucedía abajo de él. 

Una distracción, y un arma de doble filo. Asegurándose de que le vieran en lo alto con un Den Den intencionalmente visible en su mano, pretendía que el enemigo supiera de su existencia. Que supieran que él les estaba relatando sus posiciones a detalle a sus aliados. Que le miraran a él, mientras sus compañeros les ensartaban un guantazo que los dejara viendo estrellas. Con eso también pretendía usar la nube de humo que su enemigo había creado para favor del revolucionario, pues cualquiera que no estuviera lo suficientemente alejado del campo de batalla o a la altura privilegiada del Lunarian tendría los mismos problemas para atinarle un tiro que sus compañeros a la Marina. ¿Y para un objetivo que además estaba en constante movimiento, evadiendo las columnas de gas concentrado que se elevaban y buscando puntos de mayor visibilidad por entre el gas? Como intentar encajarle un tiro a un pájaro con los ojos vendados. 

Tendrían que esforzarse si querían llegar a este búho. 

Resumen


Resumen bélico + Mates
#43
Lemon Stone
MVP
Escuchó una voz que le decía que de todas se salía, incluso de una mala resaca. Buscó el origen de la voz, pero no encontró nada. ¿Sería acaso la voz de su consciencia? Difícil, nunca había escuchado algo así. Aguzó la vista y prestó más atención solo para encontrarse con el dueño de la voz: un pequeño no-roedor que iba borracho. Ya le caía bien, no por ser enano y gracioso, sino por estar borracho en mitad de una batalla campal. Iban a ser buenos amigos, eso seguro.
 
-Tú… ¿Qué mierda eres? ¿Un hada? -le preguntó al enano, intentando encontrar la respuesta en su larga lista mental de razas extraordinarias-. ¿O estoy drogado? Disculpa, no quise sonar ofensivo, pero la guerra me pone tenso, nervioso.
 
Dicho lo dicho, y como si se tratara de un concurso de tamaños bizarros, se giró con el rostro pálido al ver semejante monstruo que el hada había llamado Umibizou. Necesitaría nuevas neuronas para crear tantos sobrenombres… El miedo se apoderó de él por unos instantes, pero se le pasó cuando se enteró de que el monstruo era un aliado. Sabía que el Ejército Revolucionario aceptaba a toda clase de gente que quisiera luchar contra las Fuerzas Opresoras y defender los Territorios Libres, pero a estas alturas de la vida más que una Armada Rebelde parecían un circo de fenómenos, y él siendo el primero. ¿Qué clase de idiota lleva una máscara de corazón? Al final, decidió ignorar convenientemente las apariencias de sus nuevos camaradas y fijarse en lo importante: el amor.
 
-¿Quieres robarte el barco, Castor? La última vez que estuviste en un barco de la Marina lo incendiaste, ¿recuerdas? ¿También quieres quemar este? -le preguntó con genuina curiosidad-. Al final nos terminarán demandando por crímenes medioambientales, que echamos mucho humo al cielo con tanto incendio.
 
Escuchó a la voz de su compañero, que había demostrado ser tan solo un poco más listo que Lemon, y al instante decidió que lo acompañaría al castillo. Quería luchar, estar en el frente de combate alzando el estandarte de la Revolución, pero por sobre todas las cosas… Quería ver a la Reina. Se había obsesionado con ella y no porque fuera atractiva y seguramente tuviera una personalidad de mierda, dominante y asquerosamente opresiva, sino porque representaba todo lo que estaba en contra de la Causa. Ella misma conocería el sentido de la opresión al no poder librarse de la buena voluntad de Lemon.
 
-¡Voy contigo, camarada! ¿Pero estás seguro de que es buena idea subirnos en la espalda de Leviatán? -No se le había ocurrido mejor apodo que ese para un monstruo como su recién conocido camarada-. Espero que si caigo al agua una sirena hermosa venga a rescatarme, últimamente no sé qué diablos me pasa, pero no puedo nadar. Solo me hundo, maldita sea, ¿será que estoy muy gordo? Dejaré de comer tanta comida chatarra.
 
Y dicho lo dicho, Lemon se dirigió a la espalda de Leviatán para irse al castillo.
 
-¡Un gusto, compañero! ¿Te habían dicho que das mucho, mucho miedo? Joder, casi me hago encima cuando te vi. ¿Te puedo hacer una pregunta para nada ofensiva y completamente normal? -le preguntó a Leviatán, solo que ni siquiera esperó su respuesta-. ¿Qué es más grande? ¿Esa casa de ahí o una caca tuya?

Resumen
#44
Lobo Jackson
Moonwalker
El ajetreo nacido de las ganas de Libertad se había adueñado de las calles incendiadas del puerto y del corazón de Lobo Jackson, que latía al ritmo de la marea revolucionaria. Ésta se movía como una sola en pos del propósito supremo: la lucha por la independencia del yugo opresor.

Aquel instante quedó plasmado en su memoria por la repentina humareda artificial de las granadas, que no pasó desapercibida para nadie. El humo se hizo dueño de la atmósfera con rapidez desde los tejados hacia el campo de batalla, como una niebla siniestra.

- ¡Aquí llegan los efectos especiales del concierto-gara! -

Sus compañeros habían saltado a la acción. Aquel joven intrépido, Alistair, surcaba los cielos cual halcón peregrino como una señal divina de los vientos de cambio. Umibozu, el aterrador ser de las profundidades, demostraba el fuerte carácter de la Revolución y representaba el puente de unión entre los pueblos del mundo, siendo él mismo un puente a través de la riada. 

Lemon demostraba que El Ideal de Su Lucha era inigualable, acompañado del valeroso Rocket, quien podría jactarse de haber herido a un oficial de la Marina. Hato seguía siendo un hermoso ejemplo de que la Revolución no tiene piedad con los opresores, con su vestido carmesí como estandarte de La Libertad.

Pero quien más llamó su atención fue Tofun, el líder del Grupo B. A pesar de su baja estatura, había captado la atención del mink con sus alegres movimientos, un despliegue de la versatilidad y la adaptabilidad de la Armada Revolucionaria frente a todas las situaciones. Eso, y que su estilo de baile era verdaderamente inigualable.

- Fluye como el agua, pequeñajo. - Pensó el mink con gracia. - Que tu ritmo marque el cambio de esta batalla. -

A ello se le unió el hermoso canto de sirena que provenía a través de su pequeño Den Den Mushi, una voz inigualable en su belleza que también estaba librando su propia batalla. El canto por La Libertad se escuchaba a norte y sur de Oykot, desde las zonas más humildes hasta el castillo de la realeza.

La espectacular coordinación entre sus aliados había dejado vía libre al mink para dejarse llevar por sus más profundos deseos: aquella pequeña oficial de uniforme azul y ancla descomunal. Si Karina era parte del dueto que dirigía a los balleneros, la oficial era la voz disonante que trataba de imponerse sobre su música revolucionaria.

Y aunque la cortina grisácea de la humareda ocultó su pequeña figura, no pudo hacer lo mismo con su estridente voz que clamaba justicia contra un oponente que el mink no conseguía distinguir. Por el sonido del brutal impacto que siguió al grito de la oficial, parecía que ésta se había lanzado contra los artífices del ataque indiscriminado.

- ¡Eso sí que no! - Una alegre indignación se había apoderado del mink. - ¡Yo soy tu pareja de baile! - Dijo para sus adentros.

- ¡Karina-gara! ¡Balleneros-gara! ¡Cubridme mientras me abro camino hasta el puerto-gara! - Su grito de batalla terminó con un aullido melódico con la intención de captar la atención de sus aliados. - ¡Voy a zanjar esta batalla cuanto antes-gara! -

Saltó desde la tarima hasta el suelo dando un triple salto mortal hacia adelante. Cada giro formaba una pose diferente que parecía ejecutar caligrafía corporal, marcando cada una de las letras del emblema revolucionario. Aterrizó entonces cual bailarín de claqué, dando varios zapateos con sus pies.

- ¡Alla vamos-gara!

Su pelvis fue la primera en moverse hacia adelante, abriéndose paso entre los balleneros y guardas reales por igual con una agilidad sobrehumana. La destreza del mink en aquella pista de baile improvisada parecía afectar a todos los que se le acercaban. Si sus aliados le veían junto a ellos, éstos sentían que sus corazones latían con más fuerza, mientras que sus adversarios sentirían el miedo de un lobo que se lanza a por su presa con movimientos alucinantes. 

Para Lobo Jackson, la fuerza del ritmo seguía creciendo en su interior con estruendosa pasión. Era un volcán musical a punto de explotar que pedía a gritos ser el Rey del Pop. 

Blood on the Dance Floor
U36002
ÚNICA
Pasiva
Tier 0
26/8/2024
Este estilo de combate combina la destreza física y el ritmo para convertir el campo de batalla en un escenario de baile. El usuario intercala en sus ataques varias posturas de gran estilo y extrema dificultad durante el combate con el fin de crear un efecto insólito que impele a los contrarios a seguir su ritmo.

▶ La Zona del Rey del Baile se establece en un punto fijo tomando al usuario como centro, formando un radio a su alrededor de 5 metros.
▶ Las técnicas pasivas de [Músico] se compaginan con este estilo, como el aumento del radio y la regeneración de energía.
▶ Los personajes con el defecto [Sordo] o bajo un efecto ensordecedor de cualquier índole no se verán afectados por los Debuff de este estilo.
▶ El contador de turnos perderá 1 carga cuando el usuario sufra [Derribo].
▶ Por otro lado, el contador de turnos perderá 2 cargas cuando el usuario sufra [Inmovilización Completa] y [Parálisis].
▶ En el caso de recibir una ofensiva que supere su Umbral del Dolor, el usuario del estilo perderá todas las cargas.
▶ Tras haber perdido todas las cargas, el usuario deberá esperar 1 turno de reposo antes de volver a ganar alguna carga.
▶ Los efectos de la Zona del Rey del Baile afectarán como mucho hasta 4 enemigos simultáneamente.
▶ El baile comienza desde el primer turno en el que usuario ataca, y se mantiene hasta un total de 4 turnos, donde debe continuar bailando, cantando o tocando algún instrumento. Una vez termina, vuelve a comenzar mientras se mantenga en combate.

Efectos en cada turno:

1º "Smooth Criminal" (Postura Funky): Lobo obtiene un +5 en [VOL] y [REF], potenciado por el poder del baile.
2º "Don't Stop 'Til You Get Enough": Los enemigos pierden -5 en su [Tasa de Acierto], dejándose llevar cada vez más por el ritmo.
3º "Beat it!" (Los Pasos Prohibidos): El bono obtenido por Lobo asciende a +15 [VOL] y +15 [REF].
4º "Thriller" (Solo contra el Rey): En este turno, la distancia de Zona del Rey del Baile aumenta a VOL/5 en metros. Adicionalmente, aplicará a sus enemigos el efecto [Ritmo].

▶ [Ritmo]: Bajo este efecto, los enemigos en rango perderán -10 de [Tasa de Acierto], ya que su cuerpo inevitablemente sigue el ritmo de manera inconsciente. Podrán seguir moviéndose y realizando ataques y técnicas, aunque con dificultad. Duración de 1 turno.


- ¡Oh yeah-gara! - Agarraba a guardas reales de las manos y utilizaba el movimiento de cambio de pareja para pasar entre ellos con gracia y sutileza. A veces juntaba a un ballenero con un guarda para darle candela al asunto, tocando su guitarra con acordes de victoria a cada paso que daba, lanzando dedicatorias estridentes a un par de guardas reales especialmente molestos. Y cuando la turba se hacía muy compacta, daba un gran salto y giraba sobre sí mismo cual peonza, aterrizando un par de metros más adelante entre los combatientes.

Pronto alcanzaría a la oficial si todo salía a pedir de boca. 

Resumen


Datos
#45
Hato of peace
Angel Beta
La balanza se había puesto a favor de los revolucionarios, los balleneros habían llegado con ansias de luchar por su libertad, los refuerzos revolucionarios ayudaron a liberar las calles de la armada real dejando solo a los marines pero en un giro del destino aparecieron más soldados.

Desde el tejado Rocket le disparaba a alguien confirmando la llegada de más soldados que salían del canal, Tofun le pidió a su amigo Umibozu que se retirará -Estoy cansada y no me queda mucha energía, si se alarga la batalla podría quedar muy exhausta- Hato observó a Tofun como a Alistair ellos también se miraban cansados su misión tampoco habría sido sencilla -Yo también me quedo a luchar debo poner el ejemplo- en su mente pasaron los nombres de quien se iba a retirar -Ya se quien se va a ir Lemon y Rocket lo aseguro- para ella no eran malos revolucionarios pero se notaba que eran muy pacifistas y no era momento de paz sino de ganar combates, además no culparía al pequeño Mink por irse después de ver a la marine que lo quiere de mascota.

Tofun decidió ir directo al combate con una extraña forma de moverse pero parecía ser efectiva para el Tontatta quien sin miedo alguno entro al combate talvez su tamaño lo haria más imperseptible ante los militantes.

Aquel grupo de militantes lanzó bombas de humo bloqueando la vista de los rebeldes parcialmente, como era de esperarse Lemon y su fijación por la reina lo hizo dejar el campo de batalla también la extraña obsesión de la marine hizo que Rocket se alejara y se fuera con el gigante Umibozu. 

Cuando Alistair se elevó Hato acomodo su cabellera rubia observando su ascenso ella lo saludó esperando que el lunaria le pusiera atención, ella bajaría de los tejados para seguir a Lobo Jackson ella ponía toda su fe en el poder de aquel Mink que parece mover a grandes masas de personas, tal vez es su personalidad o su música pero de que tenía algo especial lo tiene y Hato lo defendería a él como a Karina hasta el final de esta batalla.

Karina atacaba exclusivamente a los guardias reales mientras que la marina los apoyaban si no quedaba mucho que hacer solo tenía que esperar que el humo se disipara para lanzar otro ataque aéreo, sus manos como su arma aún mantenían ese color negro metálico ese poder la estaba cansando, gracias al lupino los balleneros lo cubrían y tendríamos una oportunidad de atacar nuevamente.
Refuerzo II
BUSO401
BUSOSHOKU
Haki básico
Tier 4
2/10/2024
8
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir hasta dos extremidades o dos armas con haki, tornándose estas de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +15 en los daños que aplique el Haki y +5 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo, el coste bajará a la mitad)
+15 en los daños físicos con Haki imbuido y +5 [Resistencia] ante daños y efectos en el área.


Resumen
#46
Drake Longspan
[...]
Con la misión de Oykot en su fase culminante, Umibozu propuso una evacuación, sugiriendo a los revolucionarios que subieran a su espalda para cruzar el río, ofreciendo una vía de escape segura. La furia del agua se convertiría en un refugio natural contra los peligros del combate a espaldas de aquel gigante de agua, el cuál cargaba con Lemon Stone y Rocket, alejándole de las fauces de aquella suboficial marine.

Apenas procesada la información, varios guardias tambalearon, incapaces de mantenerse firmes y entumecidos por los combos de aquel tontatta borracho, sus palabras entrecortadas por constantes "¡HIP!"

Los rostros ruborizados y las miradas vidriosas delataban el efecto del improvisado "ataque" de Tofun, cuyo licor producido por su Akuma no Mi había desarmado tanto a sus cuerpos como a sus voluntades. Unos se miraban entre sí, con sonrisas tontas, mientras otros simplemente dejaban caer sus armas al suelo, rindiéndose, más bien ebrios de resignación que de esperanza. Su ataque se vio reforzado por Alistair y Hato.

En medio del caos, la suboficial Mae Sinfo no pudo contener una risita dulce mientras miraba la escena, sus grandes ojos brillando con genuino encanto. Sus mejillas enrojecidas y su sonrisa juguetona contrastaban con el flow ochentero del revolucionario Lobo Jackson, el cuál indicaba

Lobito, hoy vamos a trabajar juntos, ¡y eso me hace súper feliz! Pero… no te olvides de que cuando todo esto termine, soy una marine y ustedes, delincuentes, ¿sí? uwu.

Mae colocó un dedo sobre sus labios, mirándolo con expresión seria pero encantadora, intentando parecer más una maid que una marine, como si la justicia fuera una ternura tan irresistible como imparable.

¡Pero por ahora, ayudemos a esos civiles! ¡Si no lo haces bien, traeré refuerzos y no será nada adorable!

La tensión en el campo de batalla comenzó a disiparse cuando una inesperada noticia resonó por el Den Den Mushi: el palacio había caído. Unos segundos de silencio casi reverencial recorrieron las filas de la Guardia Real. Lanzando sus armas al suelo, negándose a continuar con una lucha perdida. Su vida valía más que cualquier corona, solo necesitaban alcohol y una causa para entenderlo.


Las armas volaron al aire y los Balleneros gritaban con voces profundas y emocionadas, levantando los brazos en un gesto de celebración desbordante. Karina lideraba la celebración, y aunque el mal olor aún impregnaba el aire, las risas y los vítores resonaban como campanas de libertad hasta el cielo infinito. La líder de los balleneros, se arrodilla en el agua, comenzando a llorar de manera descontrolada. Para muchos, sería la primera y última vez que la verían en ese estado.

Los revolucionarios y los civiles, asomándose de sus escondites, miraban aquella fiesta improvisada, sintiendo la victoria vibrar en cada grito, en cada abrazo y en cada lágrima que se escapaba sin permiso.

Entre ellos, un niño pequeño miraba a Hato Of Peace con ojos grandes y admirados.

¿Eres un ángel? — Le preguntó.

Su madre, con un grito de: ¡Arakin! le hizo volver junto a ella.

El puerto sur de Oykot, siempre bullicioso y lleno de vida, yace ahora como un gigante dormido, desgastado y vulnerable. La inundación ha convertido las antiguas calles empedradas en canales de agua oscura, donde las olas susurran historias de nuevas corrientes. Las casas y almacenes, así como la taberna, ahora con sus paredes agrietadas y sus techos derrumbados, parecen viejas conchas abandonadas en la orilla, testigos mudos del comienzo de una nueva revolución, unidos en un nuevo comienzo.

Resumen
#47
Tofun
El Largo
Al despedirme de Umibozu, mientras el gigante se alejaba con varios revolucionarios a cuestas, sentí una mezcla de emoción y un poco de celos. ¡Se dirigían a recibir la gloria! Pero, en lugar de dejar que mi envidia me consumiera, decidí que era hora de bajar al barro decantar la balanza. Así que, con una sacudida de determinación y la buena dosis de alcohol que llevaba encima aún me nublaba el juicio, me lancé al combate como un torbellino.

Entré al fragor de la batalla dando tumbos, como si estuviera en una competencia de baile improvisada pero en medio de una pista de patinaje. Cada golpe que lanzaba a los guardias se percibía como una danza absurda, un pas de deux alcoholico. Con un movimiento errático, conecté un puñetazo a un guardia, seguido de una patada digna de un maestro de kung fu (o, al menos, eso intenté, porque terminé cayendo de espaldas). De una ágil maniobra rebote contra el suelo lanzando para dar un codazo y agarrar a un guardia lanzándolo contra otros dos que atacaban a Karina. El Camino del Borracho se abría paso entre la multitud, cada vez que me caía, me levantaba con un salto. A mi lado, vi a Alistair y Hato luchando con una determinación feroz, como si peleasen por quien va a lucir más heroico mientras yo parecía un muñeco de trapo con problemas de equilibrio. No sabía si mi presencia e insistencia estaba motivando a los balleneros o simplemente me percibían como un duende hiperactivo, apodo por el que Lemon había optado.

Karina y su grupo estaban metidos de lleno en la pelea acompañándome en la lucha por la libertad del pueblo. El objetivo no era matar, sino noquear, o al menos dejar a los guardias tan borrachos que no tuvieran más opción que retirarse a la acera mas cercana. Hice todo lo posible: empujones, tirones, y hasta lanzamientos improvisados, era un caos total. Finalmente, cuando todos los enemigos se rindieron y el campo de batalla se convirtió en una fiesta de celebración, me encontré golpeando a una farola como si fuera el enemigo final al que solo yo podía vencer, lanzando un último puñetazo que resonó como una sinfonía de despedida. Pero en ese momento, el efecto de “El Ascensor”, mi querido chupito que me había llevado a ese viaje de locura, comenzó a desvanecerse. La bajona física que me golpeó fue tan abrumadora como una resaca monumental. Con cada gota de alcohol que abandonaba mi sistema, el cansancio acumulado se hacía presente, y me desplomé junto a la farola, exhausto y listo para unas buenas vacaciones. Había sido mi primera misión oficial con la revolución, mi encuentro con los piezas, los fichajes, el plan, los nuevos reclutas, la presa, el viaje en Calamidad marina y finalmente la guerra junto a los balleneros...

Aa...

Exhalé intentando relajarme tumbado junto a la farola, mi pecho subía y bajaba, podía escuchar los latidos de mi corazón en mi cabeza, intensos, a ritmicos, lo había dado todo.



Días después Tofun redactaría un informe con todo lo sucedido para informar al ejército revolucionario, después de todo el había sido el que había diseñado el plan inicial y debía de dar la cara ante la imperfección de la estrategia abordada. Los destrozos en Oykot habían sido mucho mayores de lo esperado, si bien el número de bajas había estado totalmente controlado los daños materiales ascendían a una gran cuantía. Esa misma noche, Tofun, hizo todo lo posible por reunirse por Karina y no hablaría del tema que quería tratar hasta encontrarse a solas.

Lamento los daños causados. Y quiero compensarte por ello en nombre de mis compañeros. Se que eres tozuda igual que yo, o esa es la fama que te has ganado. Shahahaha... cof cof  Tosí por el cansancio que aun abordaba mi cuerpo.  Esto es para vosotros y no hay discusión que valga Karina. La decisión está tomada. - Pose el gran saco de dinero junto a ella, treinta millones de berries, y, tras una reverencia sincera y una sonrisa de felicidad, salí de escena para reunirme con mi grupo.

Resumen e información
#48
Lobo Jackson
Moonwalker
La algarabía de la batalla, que se transmitía de ballenero a ballenero con efecto electrizante, veía su naturaleza caótica transformada allá por donde Lobo Jackson pasaba. 

- WAHOOOOO! WEEHEEEEEE! WAAAAHOOHOHOOO-gara! - Aullaba el hombre lobo mientras se deslizaba cual culebrilla cubierta de mantequilla entre la marabunta enfurecida. 

Por mucho que la Guardia Real se esfozara en atraparlo, el ágil baile del mink le permitía evadir todos los ataques. Tridentes, sables y lanzas buscaron ensartarlo cual pollo de asadero, acompañadas del zumbido de las balas que pasaban sin siquiera despeinarlo.

Sus piernas se movían con gracia y estilo, siguiendo el embate de una emocionada pelvis que le guiaba hacia su destino. Cada paso quedaba coronado con un fantástico aullido, a veces con tan poca separación entre ellos que daba la impresión de que el mink andaba sobre ascuas ardientes.

Pero el efecto que causaba sobre quienes sentían su aura era indiscutible: cada golpe era una invitación para bailar en pareja, los lances de los arpones se convertían en pasos de tango y los gritos de guerra se armonizaban en La Mayor. Una coordinación musical que ascendía hacia los cielos cual cántico angelical. 

[Imagen: Balleneros-bailarines.jpg]

El ritmo contagioso del mink le abrió paso hasta a la oficial de los Marines, una chica de aspecto adorable y repleto de ternura con quien se moría de ganas de bailar. Incluso después de ver cómo movía el ancla con una facilidad abrumadora, el carácter cambiante de la mujer no hizo sino avivar el deseo de compartir la pista de baile con una persona que derrochaba energía descontrolada.

A primera vista, aquel dúo entre la marine y el peludo revolucionario resultaba confuso. Marines, guardas reales y balleneros contemplaron el extraño encuentro con mirada atónita, sus miradas cautivadas por el brillo de la chaqueta del mink y el azul del uniforme de la oficial.

- ¡Un, dos, tres-gara! ¡Un pasito p’alante, Maecita! !Un, dos, tres-gara! ¡Un pasito p’atrás! - Cantaba Lobo Jackson, luchando codo con codo con la oficial. Su enemistad había pasado a un segundo plano en pos de la protección de los inocentes.

El dúo dinámico demostraba una coordinación tan natural que, para un observador que desconociera los entresijos de la política mundial, le parecería una pareja de bailarines con años de experiencia reforzada con innumerables ensayos. Pero para los soldados bajo el mando de Mae causaba la misma sensación que comer pizza con piña: una combinación sacrílega y, al mismo tiempo, perfecta en todos sus sentidos.

Pero Lobo Jackson aún guardaba un as bajo la manga. Empezó a pivotar sobre sus talones girando a toda velocidad como una peonza descontrolada, preparando el último paso de su baile definitivo al tiempo que le tomaba prestado el sombrero a uno de los balleneros cercanos.

- Get ready! -

Canalizando toda su pasión por la música y el baile en un aullido que se sobrepuso por encima del griterío y el caos, del mink emergió un aura que se extendió sobre el campo de batalla como una poderosa fuerza invisible.

Agarrando el ala del sombrero, comenzó a moverse con elegancia marcando unos pasos imposibles de imitar para los menos ágiles. Pero eso no impidió que de pronto un centenar de marines, balleneros y guardias reales hicieran los mismos movimientos. 

[Imagen: tumblr_mqeajmCCst1rhk2w1o10_r1_250.gifv]

Como si fuera un flashmob ensayado para cautivar el corazón de la oficial, Lobo Jackson dirigió la pista de baile seguido de los bailarines de fondo que se unieron en el último segundo. Todos y cada uno de ellos se movían al unísono, dando los pasos al mismo tiempo como si Lobo Jackson fuera su maestro titiritero, dictando con perfección cada giro, arrastre de pies y torsión de rodilla. Cuando él levantaba los hombros o se agarraba el sombrero, el resto le imitaba incluso si no portaban sombrero alguno.

El combate dejó de ser un caos desorganizado y pasó a ser la pista de baile más grande jamás vista en el Reino de Oykot. Todos aquellos que estuvieran medianamente cerca de Lobo Jackson bailaban junto a él, sin importar el bando o raza. Guardias reales y balleneros daban pasos conjuntos, algunos subidos sobre cajas de mercancías, otros en medio de la calle, y uno de ellos danzaba encima de un buzón de correos.

[Imagen: Balleneros-bailarines-2.jpg]

Lobo Jackson dirigía el baile en dirección al muelle, más concretamente hacia una embarcación muy particular: el submarino de la Guardia Real. ¿Acaso quería apropiarse del batiscafo? ¿Quería engrosar la flota del Ejército Revolucionario con un juguete nuevo? ¡No! Aquel era el lugar perfecto para dar el golpe de gracia al concierto. Un escenario flotante cuyo brillo metálico reflejaba las llamas del incendio que había provocado su compañero Lemon.

- ¡HOUUUUUUU! ¡SE ACABÓ-gara! -

Dejando que su aura se expandiera sin restricciones desde lo más profundo de su ser, el lobo dio fin al concierto con un toque de su energía personal que se adueñó del lugar, dominando cada rincón del muelle. Una conclusión espectacular, destinada a ser recordada por quienes tuvieran la voluntad suficiente para apreciar su pose definitiva sin caer desmayados: la rodilla derecha flexionada hacia adelante, el brazo extendido hacia el cielo.

- ¡Soy Lobo Jackson! ¡Y voy a ser el Rey del Pop! - Exclamó el mink con tal decisión que ni tan siquiera su muletilla usual osó interponerse en su declaración. A continuación se giró hacia la oficial, inclinándose ante ella con un ademán de respeto y gracia. - Ya nos veremos, encanto-gara. - Y le guiñó el ojo antes de dar un salto hacia el frente y perderse entre la muchedumbre, en busca de sus compañeros.

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- ¡Santo Cielo! ¡Harold-gara! ¡Me alegro de verte-gara! - Entre toda la muchedumbre que se arremolinaba alrededor de la emocionada Karina, Lobo Jackson divisó a su querido amigo ballenero. Aquel que le había acogido en su hogar durante su estancia en Oykot, uno de los supervivientes de la masacre del pirata Kael y que ahora era un recluta del Ejército Revolucionario.

- ¡Lobito! ¡Sabía que estarías aquí! ¿Aún guardas lo que te di? - Le preguntó con alegría.

El mink buscó entre los bolsillos de su "Third Strike Royale" y sacó un cigarro puro de buena calidad. Sujetarlo entre su mano le recordó el comienzo de la misión, el encuentro con la hermosa Hato, el inigualable Lemon y el valiente Rocket en la taberna que ahora no era más que un recuerdo calcinado hasta los cimientos. La emoción de escuchar a la sirena cantando por el Den Den Mushi, señal de victoria del Grupo B, y la aparición de Tofun, Umibozu y Alistair para salvarles el culo en el último momento. ¿Cómo no iba a celebrarlo con tan buenos motivos? Maldita sea, estaba orgulloso de ser un revolucionario.

- ¡Eso es! ¡El puro de la victoria, amigo mío! - Dijo Harold mientras se acercaba con un mechero rudimentario y se lo encendía. - ¡Por un Oykot libre de la tiranía! -

Lobo Jackson, a pesar de no ser fumador, accedió a los deseos de su amigo y dio un par de caladas. Para su sorpresa, el sabor no era nada desagradable. Le hizo recordar el aroma de los puros que fumaba su camarada Lemon. El mink miró a su alrededor en busca del susodicho enmascarado, sin éxito. Pero sabía que allá donde estuviera Lemon, estaría disfrutando de lo lindo.


Resumen


Datos
#49
Umibozu
El Naufragio
La situación proseguía caótica. Cada flanco de batalla era una guerra en sí misma y la caballería había llegado para, no solo golpear con fuerza, sino derribar por completo al enemigo, que no era otro que las guardias de élite del reinado de Oykot y su guardia real. La Marina también había hecho acto de presencia, uniéndose a nuestra causa… más o menos. Tofun continuaba combatiendo fervientemente. No podía verlo, pero sí podía ver caer noqueados a los guardias aparentemente fulminados de la nada. También continuaban combatiendo codo con codo con los balleneros el lobo, el polluelo que había venido a derribar la presa y tan buenos cuidados me había dedicado y una joven rubia de armas tomar. Mientras tanto mi papel estaba siendo de apoyo. Habiendo acaparado toda la atención y papel principal en la destrucción de la presa era momento de ceder protagonismo. Mi tamaño servía como vía de escape para todo aquel que quisiera poner pies en polvorosa o acudir al castillo a ayudar en su conquista aprovechando el desconcierto que el humo y la Marina habían causado. El largo del nuevo cauce medía exactamente mi longitud, o lo que acababa de ser bautizado como una medida métrica de longitud, un Umibozu.

-Depende de lo que haya comido ese día-lurk
- fue la respuesta a tan peculiar pregunta. No podía esperar menos de alguien igualmente peculiar.

Habiendo ya llevado a la otra orilla al mapache malhablado y al tipo de la máscara y preguntas escatológicas regresé al campo de batalla. Nadie más parecía estar dispuesto a abandonar esa orilla. No falta que hizo. Un comunicado de la caída del castillo puso fin a las ya sobrepasadas fuerzas de Oykot. Combatir contra unos civiles fornidos pero sin adiestramiento en combate como eran los balleneros era una cosa. Otra muy distinta era hacerlo contra ellos, parte del ejercito revolucionario (aunque fuéramos los más raros de toda la facción) y a un grupo de marines aliados. No solo les sobrepasabamos en número, sino que también ahora en fuerza bruta.

Completada la misión era momento de encauzar la situación. La presa había sido destruida, pero quizás sería interesante reconstruirla y ceder el control y gestión a los balleneros. Derrocado el orden y mando, tocaba hacerse cargo de la situación e instaurar un nuevo régimen. Restituir el control y poder a los verdaderos dueños de la Isla: civiles y balleneros. La gente que de verdad luchaba día a día por mantener a su gente, familia y a toda la Isla en funcionamiento. Eso, por supuesto, era labor de otros. El papeleo no era lo mío, no esperaba que jamás lo fuera. Mientras que otros se encargaban de ello yo pasaba los días en el agua, inspeccionado los alrededores y corrientes para plasmarlos en mis mapas, celebrando la victoria con mis compañeros de revolución y con los balleneros que, al menos durante un tiempo, podrían respetar tranquilos sin el yugo del sometimiento sobre sus hombros. El plan de El Largo había funcionado. No como se esperaba y de manera incomprensible, había funcionado y eso era lo verdaderamente importante.

La conquista de Oykot iniciaba un nuevo capítulo en mi vida. Suponía mi ingreso y alistamiento oficial en el Ejército Revolucionario y esperaba que gracias a él, también significara más pronto que tarde el final de otro capítulo de mi vida: la búsqueda de Timsy. Mientras tanto, en el impas entre que ocurría y no, tan solo me quedaba disfrutar de la victoria y de la satisfacción de haber conseguido para las gentes de Oykot lo que la vida no me dio a mí años atrás y el azar me devolvió: la libertad.

Resumen


Petición

#50


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