¿Sabías que…?
... este sabías qué no tiene ningún contenido y solo busca despistar al usuario.
[Aventura] [A -T2] Haciendo amigos... O no.
Juuken
Juuken
Recientemente has llegado a una isla bastante tranquila aparentemente. Te encuentras vagabundeando por las calles de la Villa Shimotsuki, un pueblo tranquilo y apacible, donde no parece ocurrir nada. Algunos te miran y de pronto parecen algo asustados, pero después se relajan. Unos niños te ven pasar y te señalan indicándoles a sus progenitores que quieren acercarse. ¿Qué pasa con los gatos que resultáis tan tiernos para algunas personas? Sea como sea, el día está yendo tranquila, ves algún otro animal vagabundeando por las calles, algunos huyen al verte, algún gato, o gata no lo se, se te acerca más de la cuenta y se queda olisqueándote. Parece que están muy acostumbrados al trato con... iba a decir humanos pero, de eso tienes poco, la verdad.

Te aproximas a una zona donde ves un pequeño coro de gente. En el centro hay un hombre con un gran kimono claro y una barba a juego con sus cabellos y tus ropajes. Esboza una sonrisa y trata de calmar los ánimos de algunos ciudadanos que se ven claramente molestos por algún detalle que, de momento, escapa a tu comprensión.

Imagen del anciano


-Señor Kato, esto es inadmisible. No podemos permitir que esto siga así.
-Calmese maese Yamada -dijo el hombre mayor con excesiva calma.
-Esos malditos me han robado el cargamento. ¡Era para los dojos! Quieren debilitarlos para después atacarnos.

Gritos alentando los comentarios de ese hombre se volvieron más y más sonoros, hasta que ese hombre alzó una mano, provocando que todos se callasen. Aunque estuvieran provocando un gran escándalo, un solo gesto de ese hombre logró que todos se callasen. Eso tan solo podía significar dos cosas, o bien le tenían un inmenso respeto a esa persona, o un gran temor.

-Calmaos, por favor. No hay pruebas de que sean ellos. Por lo que hemos podido comprobar, se trata de animales salvajes, no de esa gente. Recordad que ellos no son agresivos y tenemos un pacto firmado y sellado por ellos.
-¡Son piratas! -Volvió el jaleo.- ¡No atienden a tratos, son rastreros y traicioneros!

No entiendes nada, pero parece que hay dos aparentes problemas en la zona. Por un lado parece que hay algún tipo de criaturas asaltando cargamentos de suministros, por otra parte hay un grupo de piratas, de los que se presume que pueden estar detrás de todo eso. El señor anciano niega que así sea, no obstante parece que el pueblo es unánime en pensar que los piratas están planeando un ataque contra la ciudad. También han hablado algo de unos dojos, pero no parecen haberle dado mucha importancia. ¿Por qué camino marchará el minino?

DATOS
#1
Teruyoshi
Teru
Tras varios días de viaje a bordo del famoso navío de Stan, el cual era tan peculiar como el diseño de su barco, Teruyoshi  al fin había llegado a su destino. Durante el viaje el pelopincho no paró de hablar, contándole al mink todo tipo de anécdotas sobre la gente que había tenido que llevar a lo largo de todo East Blue, pero por suerte para el mink gato, dentro de toda esa verborrea plagada de chismes, también había información importante. Stan le había confirmado a Teruyoshi que su destino era el ideal para él, ya que al parecer todo lo que había escuchado sobre que era la cuna de las Artes Marciales era cierto… y además, al parecer también tenían una contínua disputa entre ellos por saber quién era el más fuerte. Todo una delicia.

Así había sido como el mink gato había terminado vagando por las calles de Villa Shimotsuki, paseando con esa actitud orgullosa digna de los reyes del reino animal, como si fuese dueño y señor de cada centímetro de suelo por el que caminaba, por lo que no era de extrañar que todos se quedaran perplejos al verlo. Teruyoshi si estuviera en su lugar haría lo mismo.

- ¿Acaso pensáis que este brillo se mantiene solo? - pensó orgulloso mientras se lamía el dorso de la zarpa derecha antes de pasársela por la oreja. El mink pasaba gran parte del día acicalando su oscuro pelaje como para que no se fijasen en él, por lo que se limitó a encogerse de hombros mientras lucía una sonrisa de suficiencia.

- ¿Qué tenemos aquí? - se preguntó cuando una pequeña gatita blanca se atrevió a acercarse a él. Sus miradas rasgadas se cruzaron durante un instante, sintiendo una especie de conexión que se alejaba más allá de lo terrenal.

La primera vez que Teruyoshi se había encontrado con un gato doméstico se sorprendió por su morfología. No entendía cómo podía existir una versión de su familia en miniatura y sin capacidad de habla, pero tras ver como los veneraban los humanos la gran mayoría de las veces, supo reconocerlos como una especie de primos lejanos. Estos habían conseguido colocarse en la cúspide de la pirámide social a pesar de su tamaño y el mink solo podía sentir satisfacción por ello.

- Eres todo una zalamera - dijo Teruyoshi cuando la gata comenzó a ronronear mientras se restregaba en una de sus piernas. - Toma, te lo has ganado - prosiguió tras buscar entre sus pertenencias algo que darle de comer. Por suerte el mink era ducho en la cocina y le gustaba prepararse sus propios platos, por lo que tenía envuelto un poco del pescado asado que había comido el día anterior. El animal no tardó en aceptarlo tras soltar un pequeño maullido de agradecimiento y salió corriendo con su nueva presa en la boca mientras meneaba la cola contenta de lado a lado.

Tras su encuentro con el pequeño felino, Teruyoshi prosiguió su camino hasta toparse con un grupo de personas que se encontraban hablando con un anciano. Su olfato felino detectaba chisme, así que no dudó en acercarse para enterarse qué pasaba. El mink se mantuvo en silencio mientras todos presentaban sus quejas, observando la situación con curiosidad. Al parecer estaban sucediendo distintos ataques y robos por la zona, ante lo que el mink solo pudo sonreír con satisfacción. Tenía pinta que allí no iba a aburrirse, así que aprovechando su gran envergadura se abrió paso entre el grupo tranquilamente hasta ponerse en primera fila para ver más de cerca al que claramente manejaba el cotarro. Antes de volver todos a hablar como gallinas había bastado un solo gesto suyo para que todos aguardaran en silencio, demostrando que su palabra pesaba sobre el resto, por lo que si Teruyoshi quería inmiscuirse en aquel asunto tendría que tratar con él.

- Perdone, buen señor - se hizo oír el mink usando su peculiar tono de voz mientras clavaba su mirada esmeralda en el anciano antes de realizar un leve inclinamiento de cabeza en señal de respeto. Como bien había demostrado la gatita antes con él, los felinos eran sumamente encantadores cuando querían algo… y Teruyoshi no era una excepción. Si ayudaba a esta gente, se ganaría su gratitud para luego sacarles lo que más le interese. En un principio el mink había venido a este lugar con intención de pelear con los maestros de la zona para probar sus habilidades de combate, pero quizás podía conseguir algo más de ellos. Con lo voluble que era su carácter, nunca se sabía.

- No he podido evitar escuchar que tenéis problemas, por lo que si necesitan una pata amiga, puedo prestaros la mía - continuó adelantándose un paso hasta quedar por delante del gentío, colocándose frente al tal Kato para que este pudiese observarlo. - Había viajado hasta aquí en busca del gran saber de esta maravillosa isla… y no quisiera que nada ni nadie perturbe a esta buena gente - acabó mientras clavaba su mirada felina con seguridad en el anciano.

Teruyoshi confiaba que con solo verlo ya quisieran su ayuda. Había que estar loco si alguien no aceptaba un ofrecimiento de tal grado, pero si acaso había añadido una dosis extra de halagos para endulzar el ofrecimiento… aunque eso, ¿quién no va a querer ayuda de una raza bendecida por los dioses?

Personaje

Cositas de interés
#2
Juuken
Juuken
Tus primeras palabras desatan el desconcierto. Parecía que esos hombres que estaban hablando no se habían percatado de tu presencia todavía, y nada más hablarles se quedaron sorprendidos cuando finalmente se dieron cuenta de que estabas ahí, pero tal vez la actitud no fue la que esperabas. El que tanto estaba protestando simplemente puso cara de pánico, te señaló y...

-¡Ahora han venido hasta aquí!

Entró en pánico y trató  de correr hacia tí para, presuntamente darte un golpe, pero tropezó y cayó al suelo. El hombre mayor les hizo calmarse de nuevo, momento en el cual aprovechaste para seguir con tu discurso de iniciación. En cuanto ofreces tu ayuda la gente se queda pasmada, el tipo en el suelo se levanta rápidamente y te mira con mala cara. No parece que vayais a poder ser amigos. Igual es que es más de perros.

-A mí no me engañas, no eres más que otra de esas bestias. Diles a tus amigos que les vamos a meter las lanzas por el...
-¡Calmaos de una vez! -Bramió el señor Kato con aparente furia, furia que volvió a calmarse en un instante en cuanto terminó esa frase.

Todo el mundo se quedó paralizado, mirando al señor Kato incrédulos, el cual avanzaba lentamente hacia tí. Volvió a poner esa sonrisa mientras te examinaba.

-Curioso. Hacía tiempo que no veíamos un Mink por aquí -se giró hacia el bravucón de antes-. ¿Así es como tratamos a los forasteros, Bill? Por favor, no te pongas en evidencia. Es obvio que no se trata de una de esas bestias que pueden estar atacándonos.
-Pe... pero señor Kato.
-No sigas, por favor. No es forma de tratar a los forasteros.


El hombre agachó la cabeza y, resignado, se marchó de allí. El tumulto se esfumó rápidamente, parece ser que sin los que discuten, el coro se vuelve aburrido y ya no interesa estar ahí descuidando las labores personales de cada uno. El señor Kato se acerca a tí y te invita a acompañarle mientras da un paseo.

-Perdona al señor Bill. Ha sufrido varios ataques de animales salvajes por los bosques y ha perdido muchos recursos que pretendían ser destinados a los grandes dojos. No se si lo sabrás, pero en gran medida dependemos de la aportación de los dojos para la protección, no obstante las criaturas del bosque nunca suelen suponer grandes problemas, y los maestros no quieren creer que esté resultando en un verdadero problema, por lo que parece que no mandan a sus hombres para ayudarnos. No lo consideran una verdadera amenaza.

Mientras hablaba íbais caminando, él se sacó una pipa y comenzó a fumar relajadamente, te ofreció un poco a tí, simplemente tendiendote la pipa, no sabía si fumabas pero no quiso guardarla solamente para él. Llegó el momento que os detuvisteis en un banco en la calle, él se sentó y prosiguió.

-Hay algunos vecinos, que afirman que todo es culpa de los chicos del circo, pero son todos muy agradables. Aunque sean piratas, no los considero como tales malhechores. Llevan ya un tiempo aquí asentados y no dan problemas. Pero el término “pirata” siempre provoca desconfianza en las personas con temor. Dime... chico -dudó un poco al no saber cómo llamarte o referirse a tí-. ¿Tu piensas que alguien que se haga llamar pirata puede ser una persona decente?

Aguardó tu respuesta mientras continuaba fumando de su pipa. El humo ascendía junto a tus palabras en ese momento. A vuestro alrededor, algunas de las gentes que transitaban por ahí se te quedaban mirando, muchos de ellos con claros signos de desconfianza. Entonces cuando hiciste una pausa en tu diálogo, él volvió a tomar la iniciativa, tal vez por última vez.

-Dices querer ayudar. Aunque no estoy de acuerdo en que un forastero debiera inmiscuirse en nuestros asuntos personales, y no quisiera ser el responsable de que sufrieses daños innecesarios. Hay dos cosas que podrías hacer. Los habitantes sienten desconfianza de los chicos del circo, piensan que son ellos los que han liberado a las bestias que atacan los suministros de Bill. Yo en cambio no pienso que estén relacionados. Hay muchas criaturas peligrosas por la zona.

El señor Kato se fijó en dos personas que pasaban por delante, uno era otro anciano como él, portando una katana en su cintura, el otro era un gran gyojin negro, de una altura considerable. Los dos ancianos se saludaron desde lejos con un gesto de cabeza y ambos caminantes continuaron su trayecto. Parecía que los dos ancianos se conocían, pero es lo normal, tal vez fueran vecinos.

-Si realmente quieres ayudar, chico mink, podrías intentar descubrir dónde se asentan esas criaturas, o si los circenses tienen algo que ver con esto.

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#3
Teruyoshi
Teru
Teruyoshi se vio rápidamente ofendido en cuanto abrió la boca. El mink esperaba que aquella gente recibiera su ayuda con los brazos abiertos, pero en cuanto soltó su discurso un sucio campesino se atrevió a atacarlo… si es que a eso se le podía llamar ataque, ya que tras dar un par de pasos se tropezó y cayó al suelo quedando completamente en ridículo. El mink hubiese dejado pasar la cosa dado que quería conseguir algo de ellos y podía tomar aquello como algo anecdótico, pero entonces, el tipo no conforme con haber osado en atacarlo sin motivo, prosiguió profiriendo improperios en los que comenzó a insultar al mink llamándolo bestia. Cómo osaba.

Teruyoshi, como si del resorte de una puerta se tratara, no dudó un momento y tras clavar su mirada de iris verticales en el hombre se dispuso a contestar donde pensaba él meterle la lanza al hombre y a toda su familia si no retiraba lo que había dicho, pero sus improperios se vieron interrumpidos por el brote repentino de ira del anciano. Sus palabras fueron escuetas, aunque más que suficientes para que todo el mundo quedase mudo por un instante… incluyendo al mink.

- Esto se pone interesante - pensó el gato mientras miraba al hombre curioso a la par que meneaba la cola de forma brusca de un lado a otro. Teruyoshi no podía contener la emoción al sentir que se había topado con lo que venía buscando. Alguien lo suficientemente fuerte como para poder enseñarle algo.

- No me extraña que tengáis pocas visitas si las tratáis así cuando vienen… - comenzó el gato sin poder resistirse. Callarse las cosas no estaba entre sus virtudes y ese día no iba a ser distinto. - Aunque para ser la cuna de la pelea, esperaba al menos que la primera persona que me atacara no tuviera dos pies izquierdos - prosiguió levantando la voz para que lo escuchase el tal Bill mientras se iba.

Teruyoshi en el fondo sabía que su lengua, más viperina que felina muchas veces, le granjeaba problemas allá donde fuera… pero era algo que no podía evitar. Esta tenía voluntad propia y se soltaba a la mínima que podía.

- Pero no se preocupe señor Kato - dijo algo más calmado volviéndose rápidamente de nuevo al anciano  en un intento de devolver la conversación a buen punto. El mink estaba dispuesto a sacar algo de su visita, por lo que no podía permitirse ofender al viejo que manejaba el cotarro. - No ofende quien quiere, sino quien puede… así que olvidemos este asunto - prosiguió mientras comenzaba a andar junto al viejo, el cual, con un poco de suerte, seguiría su conversación como tenía previsto antes de las palabras del mink.

Si todo proseguía con normalidad, Teruyoshi aceptaría la pipa del anciano, agradeciéndole el gesto con un inclinamiento de cabeza antes de darle un un par de caladas con curiosidad por saber qué fumaba mientras tomaba asiento junto a él para escucharlo con atención.

- ¿Cuándo hablas de los chicos del circo te refieres a esos que han perdido a su capitán hace poco? - contestó el mink recordando uno de los rumores que le había contado Stan durante el viaje mientras aguantaba el humo unos segundos antes dejarlo salir poco a poco por las fosas nasales. - Al parecer han atrapado al tal Crow y puede que quien mande ahora no tenga tan buenas intenciones como él - prosiguió mientras le devolvía la pipa. Teruyoshi le dio un par de segundos al anciano por si no tenía noticias al respecto y tenía que pensar un poco sobre el asunto. - Mientras que sobre el tema de los piratas… imagino que será como todo, que dependerá más de la persona en sí que de la etiqueta que nadie le haya impuesto - contestó de forma sincera. - Cada uno tiene sus motivos y no me corresponde a mí juzgarlos.

Tras las palabras del mink, se hizo el silencio durante unos instantes en los que el gato aprovechó para curiosear a su alrededor. Por las reacciones de la gente de la aldea parecía que el ambiente estaba caldeado. El mink sentía como no era bienvenido allí y tenía ganas de hacerle un corte de mangas a todo aquel que arrugaba el gesto al mirarlo, aunque por suerte, el anciano volvió a retomar la conversación y pudo evitar aquella situación.

- Puedo encargarme de echar un vistazo a las zonas donde han ocurrido los ataques a la mercancía de Bill - contestó Teruyoshi mientras se fijaba en la pareja que acababa de saludar a Kato. Se trataba de un anciano y un enorme gyojin. Si Teruyoshi se creía que era alto al lado de un humano común, aquel bicho lo quedaba pequeño en comparación. - Me he criado junto a mi padre luchando con las bestias de la isla en la que crecí, por lo que podré dar con las bestias que sea sin problemas… anden a dos o a cuatro patas - continuó retomando la conversación tras el vistazo a la peculiar pareja. - Así que Maese Kato, si pudiera indicarle a alguien que me llevara hasta la zona podría ponerme cuanto antes a investigar - acabó mientras se levantaba como signo de que quería empezar cuanto antes. - Por cierto, perdone por mi mala educación, pero dado el rumbo de la conversación no me ha dado tiempo a presentarme - dijo tras ponerse frente al anciano. - Mi nombre es Teruyoshi, Maese Kato, y espero que podamos conocernos mejor una vez se tranquilicen las cosas.

El mink había empezado a usar el honorífico que solía usar con su padre adrede, con la intención de plantearle una idea sin plasmarla del todo. El mink había venido para pelear con los mejores artistas marciales de la zona y así mejorar en su propio estilo. Sentía que llevaba estancado un tiempo y necesitaba romper el techo con el que se había topado.

- Eso sí… más les vale recompensarme como merezco - pensó el mink mientras esperaba la respuesta de Kato.
#4
Juuken
Juuken
-Claro que sí muchacho. Mira, tienes que salir...

El hombre te explica todo el recorrido, te insta a que tienes que tomar la salida oeste de la villa y proceder rumbo noroeste, debes avanzar por el camino que va ascendiendo por la colina y a unos minutos encontrarás los restos del último envío que todavía no han recogido.

-Pero, Teruyoshi. Deberás tener cuidado, esas bestias son algo realmente extraño. Incluso los Tigres Azul Eléctrico han huído de la zona. Y esas criaturas siempre han sido las más peligrosas. Ten cuidado y no arriesgues más de la cuenta.

Te desea suerte mientras apura el tabaco de su pipa. Cuando lo fumaste, si ya lo has hecho en otras ocasiones, notaste que era bueno, de calidad. Más razones para pensar en la importancia que podría tener aquél señor en la propia villa. Debía ser algún tipo de personalidad importante, tal vez el alcalde, o tal vez algún tipo de erudito.

Nuevamente, las gentes te miran con recelo, algunos con miedo, salvo los niños, quienes te miran con asombro y fascinación. Al fin y al cabo eres como un gato gigante para ellos. Vuelves a encontrarte con esa gata de hace un rato, escuchas su maullido llamándote y a continuación notas que por los tejados comienza a seguir tu camino. Parece que le has caído en gracia al animalico.

Cuando llegas al final de la calle te encuentras con el comienzo de un camino, hacia adelante se bifurca en varias direcciones, pero claramente hay un camino que va hacia la dirección que el señor Kato te ha indicado que es la indicada. Ves un tipo vestido de algún tipo de acróbata de circo pasando por delante. Te mira y te saluda cortesmente, pero ves que no se dirige hacia el pueblo, sino en otra de las direcciones, hacia el “Circo de Oz”, ubicado directamente en el norte. Pero tú, vas en otra dirección.

Avanzas por el camino y te das cuenta que, pasado un tiempo, te encuentras con algo parecido a las pisadas de un animal, las distingues bien por que están marcadas en una zona un poco embarrada, presuntamente humedecida por haberse volcado un cántaro de agua. O tal vez ron, quién sabe. Te hallas ante los restos de una carreta volcada con una rueda rota, hay marcas de arañazos y picados en la madera por todas partes. Los suministros son historia.

Parece que no hay mucho para mirar por ahí, todo es un desastre y si, hay algunas huellas, pero a menos que te pongas a mirar a conciencia no vas a ver gran cosa... Vale, parece que alguien te vigila, sientes una mirada posada en tí. Hacia adelante del camino te encuentras una criatura sentada en mitad del camino, mirándote, expectante, sin hacer nada.

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No notas intenciones hostiles, pero no te habías percatado de su presencia hasta que lo has visto ahí plantado, observándote. Sentado medirá aproximadamente metro y medio de altura. ¿Quién sabe si pueda haber alguno más escondido entre la maleza de los árboles y arbustos que rodea el camino? Cualquier cosa podría ser.

resumen
#5
Teruyoshi
Teru
Kato no mostró molestia alguna por las palabras del mink hacia Bill al inicio de la conversación, por lo que la reunión se llevó a cabo sin problema y el anciano terminó indicando a Teruyoshi el camino que debía de recorrer para dar con la zona de los ataques, aunque no sin antes darle un par de advertencias sobre las bestias de la zona.

- Agradezco mucho su preocupación, Maese Kato - volvió a insistir sin darse por vencido. - Estaré atento y no bajaré la guardia - dijo Teruyoshi siguiendo su papel de gatito manso mientras pensaba que ese trabajo iba a ser pan comido.

Teruyoshi confiaba poder hacer aquella tarea con facilidad. No solo porque su orgullo felino le impidiese pensar otra cosa, sino porque si de verdad tenía que tratar con bestias salvajes, estaba más que acostumbrado a hacerlo. El mink llevaba luchando contra bestias salvajes desde que tenía consciencia, ya fuese por territorio, entrenar o incluso comer, por lo que este trabajo tenía que resultar más una tarea rutinaria que otra cosa.

- Volveré a buscarlo una vez averigüe qué ha pasado - prosiguió antes de darse la vuelta y seguir las indicaciones del anciano mientras se despedía con un movimiento de garra.

Mientras se dirigía a su destino, el mink volvió a generar un montón de miradas allá por donde caminaba. El gato podía notar como el ambiente de la villa estaba tenso. Solo los niños sabían apreciar la magnificencia del mink como se debía, por lo que no dudó en dedicarle algún saludo amable a los segundos… mientras que a sus padres solo los saludó usando un dedo de su hermosa zarpa. Teruyoshi sabía ser educado y corresponder al resto.

- Si estás ahí, pequeña - pensó el mink al ver a su mini compañera felina vigilando desde los tejados. - ¡Te echo una carrera! - gritó al animal antes de echar a correr por las calles de la aldea a modo de juego.

Teruyoshi, tras unos minutos de carrera, dejó atrás a su pequeña amiga y terminó alcanzando el cruce que le había mencionado Kato, donde se topó con un peculiar tipo que tras saludarlo se marchó en la dirección contraria a la que debía tomar el mink. Por su indumentaria, el felino dio por hecho que tenía que tratarse de la banda pirata que habían mencionado tanto Kato como Stan. El mink devolvió el saludo al tipo, el cual, para ser pirata, lo trató con más simpatía que los aldeanos. Manda huevos.

Tras el encuentro, el mink reanudó la marcha, bajando el ritmo y avanzando al trote para no perderse nada a su alrededor. Según las indicaciones del viejo no debía de estar lejos de los asaltos y … - ¡Bingo! - saltó de repente cuando se topó con una carreta destrozada.

Tras un rápido vistazo, Teruyoshi vio claros signos de bestias salvajes. Había arañazos y huellas por doquier, apenas quedaba algo intacto, pero a pesar de todo el destrozo hubo algo que llamó la atención del mink gato. Mucha destrucción, pero ni una sola gota de sangre. Si los aldeanos estaban hartos de sufrir ataques, lo más normal es que defendiesen su mercancía ante la desesperación de perderlo todo, por lo que a pesar de la clara evidencia del ataque, algo no terminaba de cuadrar a Teruyoshi. Aquí había gato encerrado.

- ¿Y esto qué es? - pensó curioso mientras introducía un dedo en el barro y se lo llevaba al hocico, olfateando la tierra mojada en busca de algún matiz que le diera pistas sobre aquel líquido. No solo tenía un buen olfato gracias a su condición felina, sino que sus dotes de cocinero debían de ayudar en la tarea.

Durante su inspección del entorno, su instinto animal se activó, avisando de que estaba siendo vigilado. El mink, como acto reflejo, se giró hacia lo que fuese que estuviera acechándolo, listo para defenderse de aquello que osara a atacarlo… o al menos esa era la idea hasta que su mirada se topó con otro primo lejano. Ante él se postraba un precioso tigre blanco con tres colas, el cual solo por su porte ya era merecedor de estar en la familia de los felinos.

- Tu pelaje no tiene que envidiar nada del mío, bro - dijo al felino mientras se relajaba un poco al no notar indicios de hostilidad. - ¿Eres tú el que ha liado todo este lío? - siguió hablando con la bestia como si pudiera entenderlo mientras se lamía la zarpa derecha para pasársela por la oreja. - No, creo… ¿verdad? - decía mientras se debatía cómo debía actuar a continuación. - No me gustaría tener que patear a un primo para contentar a cuatro humanos… así que hazme el favor de portarte bien, eh - acabó mientras volvía a rebuscarse entre sus pertenencias a ver si le quedaba algo de comer.

Para mala suerte del mink, lo poco que le quedaba se lo había llevado la gatita, por lo que no le quedó otra que ponerse a rebuscar entre los restos de la carreta, en busca de algo que pudiera servirle como cebo para la bestia mientras la vigilaba por el rabillo del ojo. Con un poco de suerte, quedaría un trozo de algo que pudiese servirle para intentar engatusar a la bestia, sino no le quedaría otra que intentar acercarse a ella lentamente. Tenía que comprobar como era de mansa antes de decidir qué hacer con ella.

Con comida o no, el mink se pondría en cuclillas y se acercaría lentamente al animal, sin realizar movimientos bruscos innecesarios, avanzando siempre que la viese cómoda. Teruyoshi esperaba que el animal tuviese la misma curiosidad que él, al fin y al cabo, no todos los días conoces a un primo más guapo que tú, por lo que confiando en sí mismo intentó acercarse poco a poco con la intención de llegar a la bestia para dejarse oler. Si no mostraba signo de hostilidad y había encontrado algo de comer se lo daría, sino solo esperaría a que lo oliese, para una vez que lo hiciera intentar rascarle entre las orejas. Teruyoshi sabía que esa era la zona de placer máximo y no iba a dudar en usar aquella arma secreta.
#6
Juuken
Juuken
Cuando estabas inspeccionando el olor de aquel líquido notas varios matices y olores extraños. El primero y más claro es el intenso aroma a alcohol, probablemente Ron, tal vez algún otro destilado propio de Villa Shimotsuki, pero tenía cierto aroma dulce. No te entretuviste demasiado con ese aroma, pues había otro un poco más agrio, más como vinagre, mezclado con ese aroma, no tardaste en reconocer que se trataba de orina. Tal vez de aquellas criaturas, o posiblemente del que fue el conductor de ese vehículo.

Hablas de su pelaje al tigre de tres colas, la criatura simplemente te mira y se relame, como si hubiera estado comiendo algo recientemente, pero sigues sin detectar ningún tipo de hostilidad hacia tí. Con tu pregunta se queda impasible, ni siquiera eres consciente de si realmente está entendiendo algo mínimamente de lo que hablas, tan solo parece estar vigilándote. Sin embargo, cuando hablas de tener que patear a alguien parece que gira un poco la cabeza y sus orejas se estiran, ya no se le ve tan relajado. Continúa inmóvil.

Cuando te pones a rebuscar notas que algunas cosas parecen hasta babeadas. Hay cántaro rotos, cajas quebradas y vacías. Pero si te das cuenta que hay una caja más pequeña que todavía está en el carro. La madera de esa caja está intacta y tiene un candado puesto en el cierre metálico que porta. Se ve mucho más recia que el resto de cajas de suministros. Puedes levantarla sin problema, y te das cuenta que justamente debajo hay algo envuelto en un trapo de un color sospechoso. Si lo abres verás dos trozos de carne, tienen bastante buena pinta, parece que el chófer se estaba guardando esas piezas para él mismo.

Escuchas algunos pasos, pero si te giras hacia la criatura la veras quieta. No hay nadie más alrededor. El sonido se ha detenido, a tu alrededor tan solo el camino cercado por árboles. Ves que el tigre te ve lo que tienes en las manos y se relame a la vez que se levanta. Por suerte para él, ya tenías intención de aproximarte a la criatura. Vas acercándote con sumo cuidado hacia él, quien también hace por aproximarse.

Visto así parece una criatura de lo más dócil, no obstante ya te han dicho que son muy peligrosas, y que incluso han hecho abandonar la zona a la especie dominante, la más agresiva que hay por las proximidades a la villa Shimotsuki. ¿Seguro que es buena idea aproximarse de esa forma? En fin, tú sabrás, pues continúas acercándote hasta estar prácticamente a su altura.

Por suerte para tí, has visto las suficientes bestias como para intuir que ese espécimen era muy joven, poco mas que un cachorro. Lo notabas en los ojos, en la mirada y en la curiosidad hacia tu mera presencia. Cuando estuviste lo suficientemente cerca te quedaste a un escaso metro, lo que quedaba lo avanzó la criatura, olfateando primero con la cabeza por delante, atento y preparado para saltar al ataque. Pero no le veías intenciones de hacerlo.

Te olfateó la mano con la que tenías la carne y te cogió uno de esos filetes. Se apartó raudo un par de metros y se tumbó, comenzando a morder ese trozo de carne. De pronto vuelves a escuchar ese ruido, y esta vez si distingues unos ojos mirándote directamente desde las sombras de la frondosidad del bosque. Unos grandes ojos amarillos que no te cuadran con la criatura que tienes delante, aunque las cabezas son similares, no obstante hay algo distinto en esa criatura que no alcanzas a averiguar por lo oscuro que está. ¿Qué tramará esa segunda criatura? Parece que no se ha percatado de que le has visto, pero si está atenta de la bestia blanca, que ahora está entretenida mordiendo ese filete. Parece que va a estar un rato entretenida, está disfrutando del momento.

Resumen
#7
Teruyoshi
Teru
La primera inspección del mink fue de lo más infructuosa, ya que a pesar de descubrir qué era aquel líquido que bañaba el suelo… no  le gustó la respuesta.

- Si pillo al guarro… - farfulló para sí mismo mientras se limpiaba como podía entre los restos del carromato.

Tras limpiarse, el mink continuó trasteando entre los restos de la mercancía en busca de algo interesante mientras observaba las evidentes pruebas de que había sido asaltado por algún tipo de bestia salvaje, lo que hizo a Teruyoshi volver la mirada al tranquilo felino que lo observaba con curiosidad.

- Cabroncete… esto tiene mala pinta para ti - dijo para sí justo antes de toparse con el pequeño alijo oculto, el cual captó su curiosidad haciendo que olvidase de nuevo a su acompañante.

Teruyoshi tiró de la tapa esperando encontrar un pequeño tesoro. Quizás unas cuantas monedas u algo así que hicieran el trabajo más ameno, pero por desgracia del mink y para suerte de su acompañante, no fue así. En el interior había un par de piezas de carne de primera calidad que parecía que alguien se había reservado con mucho recelo.

- ¿Qué ha sido eso? - pensó cuando tras de sí escuchó movimiento y comprobó que el felino no se había movido de sitio. El mink notaba cómo no estaban solos, pero antes de abordar al siguiente visitante tenía que ocuparse del primero. No quería verse abrumado desde dos flancos distintos, ya que a pesar de la aparente docilidad de la bestia que tenía frente a él había sido avisado sobre la peligrosidad de las mismas.

Teruyoshi se arrimó hasta el tigre, el cual al ver su botín hizo lo mismo y no tardaron en juntarse. Más de cerca, el mink gato pudo ver cómo el animal se trataba de tan solo un cachorro, el cual destilaba por cada poro curiosidad por la comida que le llevaba. Teruyoshi podía sentir empatía con aquella sensación, por lo que no pudo evitar lucir una sonrisa cuando vio al animal coger el filete que le había dado y marcharse con él para devorarlo sin interrupciones.

- ¡Te pillé! - pensó entusiasmado cuando tras escuchar un nuevo ruido pudo observar cómo una mirada ámbar estaba fija en el cachorro.

Teruyoshi con solo un vistazo pudo sentir como aquella bestia era distinta. No solo porque su morfología fuese distinta, sino que había un aura a su alrededor que hacía al mink ponerse en alerta. Esa mirada era la de un depredador de verdad, por lo que el mink volvió a ponerse en alerta.

- Eres tú quién está causando estragos y causándole mala fama a mi primito, ¿verdad? - pensó Teruyoshi sintiéndose ofendido porque alguien pudiese causarle problemas a su nuevo amigo… Porque no, esa lindura no podía ser la causa de tantos problemas. - Y si lo es, ya me encargaré de enseñarle modales - continuó para sí dejándose llevar por la idea peregrina que pasó repentinamente por su mente, aunque para eso, primero tenía que ocuparse del nuevo visitante.

- Veamos si con un poco de cebo sales de tu escondrijo - reflexionó mientras lanzaba el filete que le quedaba de tal manera que quedase en mitad del camino frente a la nueva bestia.

Seguramente podría haber aprovechado que el animal estaba concentrado en el otro para intentar abalanzarse sobre él a traición, pero en el último momento, antes de lanzarse a por él, la posibilidad de que se tratase de la madre del cachorro cruzó por su mente y no quería dañarla. Para llevar a cabo su nuevo plan tenía que llevarse bien con el pequeño tigre, por lo que actuaría como un buen cazador y sería paciente para conseguir sus objetivos… Además, no tenía miedo de ninguna bestia salvaje por mucho aviso que le hubiesen dado, ya que si había un rey en el reino animal ese era él. Ningún bicho inmundo le había dado miedo nunca y hoy no iba a ser distinto.
#8
Juuken
Juuken
Miras con intriga a esa criatura que está agazapada en los matojos. En el momento que tiras a acercarte notas su mirada posada directamente en tí. Conforme te vas acercándote y hablándole, notas su tensión asomar, esa criatura si parece ser más hostil que la anterior, notas su agresividad, sobre todo cuando la ves ponerse a la defensiva.

Le tratas de calmar lanzándole el filete que te quedaba en la mano, la criatura da un salto hacia atrás y gruñe. Cuando hace eso notas movimiento a tu espalda, donde estaba esa cría comiendo, ves que se asoma por tu lado olisqueando, está justo a tu lado, mirando al frente, como un cachorrito del cual te has ganado su confianza y se siente cómodo contigo a su lado.

Cuando ese tigre blanco ve lo que hay más allá, agacha las orejas, sus tres colas se esconden y comienza a retroceder muy lentamente. El ambiente cambia, percibes el miedo en el tigre blanco que no para de retroceder, ya no te da la sensación de que se sienta cómodo, de hecho te da la impresión incluso de que está casi llorando. Notas que te mira de reojo, pero de golpe vuelve la mirada hacia esa bestia.

Parece que llega el momento que la criatura entra en pánico, dándose la vuelta rápidamente. Momento en el cual aquella bestia aprovecha y, con un sonoro rugido se lanza directamente hacia ese tigre blanco. Tú estás a salvo, al menos de momento, aunque estás cerca, esa bestia parece tener cierta agresividad solamente contra el tigre blanco.

Si quisieras podrías intervenir en ese ataque, aunque realmente tú había ido allí para otra cosa. Recuerda que tu labor era averiguar qué ocurria, e incluso hacer lo posible para que no continuase ocurriendo. Si esa bestia de tonos oscuros que se abalanzaba sobre la blanca, te ahorraba el trabajo, pues igual se solucionaba solo el asunto y tú tan solo podrías echarte a comer ese trozo de carne que el tigre atacante no ha querido comerse.

No obstante, si interfieres en el combate podrás detener a ese tigre, pero cuando quieras darte cuenta podrás ver que el tigre blanco está en el suelo, con otro tigre echando encima de él. Sus fauces están abiertas y listas para atacar directamente a la yugular de esa criatura blanca. Indefensa. El tigre blanco emite un gemido lo más alto que puede, como un grito, pero pobre. ¿Qué harás? No puedo esperar para averiguaro.

Aspecto segundo tigre

Resumen
#9
Teruyoshi
Teru
La táctica de Teruyoshi no funcionó como él esperaba. Él había querido conseguir distraer a la nueva bestia con el cebo, pero en su lugar solo consiguió que atacaran a su nuevo amigo. Porque sí, después de la tierna mirada que le había lanzado antes de ser atacado, ya eran hermanos para siempre. Uña y carne… y no iba a dejar que lo atacaran así como así. Por lo tanto, en cuanto Teruyoshi vio a la nueva bestia, la cual era mucha más fea que el tigre blanco y él, por supuesto, no dudó un instante y, haciendo alarde de velocidad y reflejos, se interpuso en la trayectoria del ataque.

Dada la urgencia del momento, Teruyoshi solo pudo bloquear con su propio cuerpo, aguantando el envite, afianzando sus patas traseras firmemente en el suelo para no ceder y caer hacia atrás.

- ¡Será traicionero! - espetó malhumorado cuando notó que las garras de la bestia conseguían atravesar su precioso pelaje azabache a la altura del pectoral izquierdo. El corte escocía, y eso solo hizo enfurecer al mink, quien, tras soltar un fuerte bufido de rabia, aprovechó la corta distancia que los separaba y preparó su propia ofensiva.

Teruyoshi se aproximaría y si pensarlo un momento lanzaría un combo de tres golpes, buscando alcanzar a la bestia sin darle tiempo a reaccionar. Giró la cadera, cargando fuerzas y generando impulso, y tiró el primer puñetazo con la diestra hacia la zona del cuello de la bestia, para acto seguido con una leve rotación de cadera descargar la zurda hacia la cabeza de la bestia, buscando golpearle entre ceja y ceja, y por último devolverle la inercia a la diestra y sentenciar con un Impacto Directo en la zona del hocico.

Tras el combo dio un paso hacia atrás, recomponiendo distancia y postura para seguir con el combate con aquel ser que había no solo osado a intentar atacar a su nuevo mejor amigo, sino que encima había conseguido herirlo… o al menos esa era la idea hasta que escuchó que a sus espaldas su albino amigo andaba en apuros.

- Ah, no. Eso sí que no - dijo enfadado mientras se abalanzaba sobre la nueva bestia y se colocaba a sus espaldas.

Teruyoshi esta vez no golpearía al animal, una vez más no había tiempo para alardes técnicos, o al menos no los había si quería que su pequeño amigo no saliera demasiado herido, por lo que sin más preámbulos intentaría agarrarle de la cola fuertemente y tiraría de ella con intención de quitárselo de encima a Sunōfurēku. Sí, ya tenía nombre y eso significaba familia.

Si conseguía su cometido, utilizaría su portentosa fuerza felina para impulsar sobre su cabeza al tigre y acto seguido estamparlo contra el suelo. Tras el primer golpe, buscaría realizar el mismo movimiento varias veces, zarandeando al animal de lado a lado, buscando descargar toda su ira antes de soltarlo en dirección al carromato destruido con una clara intención de estrellarlo contra él.

- Ahí lo llevas cabronazo - diría si su ofensiva había salido efectiva antes de volver a retomar posición junto a Sunōfurēku para protegerlo. A esa pequeña bola blanca nadie iba a hacerle nada delante del mink. Que lo intentaran.

- ¡¿Queréis más?! - gritó Teruyoshi alzando el puño. - ¡Pues venid a por más!

Tras sus palabras centraría su visión en las dos bestias que tenía frente a él, ya que no sabía cómo quedarían tras su ofensiva, mientras que ladearía sus orejas de gato hacia atrás, por si alguna otra volvía a intentar un ataque traicionero.

Cosicas
#10


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