Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] El desafío [Combate] (Yoshiro y Derian)
Derian Markov
Lord Markov
Día 46 de verano, año 724
Plaza de Shimotsuki, diez de la mañana.

Aquel día de buena mañana, con la marea, había llegado al puerto una carabela de velas plateadas. Era un barco extraño, de manufactura poco habitual en el East Blue. Un banco de niebla matinal había aparecido junto con la nave, como un augurio de los horrores que portaba en su interior, o como un velo que buscase ocultarlos de sus víctimas. Al poco de llegar al puerto, una serie de figuras peculiares desembarcaron: una mujer rubia de cuatro metros de altura con armadura, un chico bajito y melenudo con una lanza y un hombre de pelo morado vestido con ropas muy llamativas. Un rato después bajo una cuarta persona acompañada de un marinero. Esta persona era un hombre alto, de más de dos metros de altura. Largos cabellos negros, ojos azules fríos como el hielo y rostro pétreo y severo.

El conde había llegado a DemonTooth. En un principio no había tenido gran interés en la isla, sólo había aceptado ir como favor hacia sus compañeros. Sus metas se encontraban lejos, en Kilombo. Sin embargo, cuando había oído hablar de los dos centros de artes marciales de la isla, su interés había aumentado. Si había guerreros entrenándose en DemonTooth, podría encontrar oponentes dignos en la villa. Y eso era algo que merecía la pena intentar. Así pues, en cuanto se hubo preparado con su armadura y con sus espadas, puso pie en la isla con intención de buscar un oponente digno. Aunque primero quería calmar su sed. Tras el viaje en barco estaba particularmente sediento...

Su presa no fue una especialmente digna, un borracho dormido en el callejón trasero de una taberna. Tenía toda la pinta de que había sido expulsado de la taberna y había quedado dormido ahí mismo. Eso, o había salido por la puerta trasera y caído al suelo de lo borracho que iba. Apestaba a sake barato, a sudor y, a, bueno. A callejón. A meadas de gatos y personas. El único asco que el conde hizo a su desayuno fue un leve aleteo de la nariz, como gesto de desagrado. Sin embargo, era su mejor opción para alimentarse sin causar un revuelo que no buscaba. No quería llamar la atención en ese sentido.

Una vez hubo terminado en el callejón, se limpió la sangre de los labios con un pañuelo e hizo un gesto a su inquieto acompañante - Sígueme, Dimitri. Buscaremos un desayuno normal y, tras eso, anunciarás mi desafío - ordenó el conde con voz suave y tranquila, como si no acabase de beber la sangre de una persona. El marinero simplemente respondió, en tono servil - Sí, capitán.

Tras tomar un desayuno más normal en un comedor local y hacer la digestión con un paseo ligero, el conde se dirigió junto con su fiel sirviente a la plaza central de Shimotsuki. Mientras el noble se colocaba en el centro, erguido en una pose casual pero elegante, su marinero alzó la voz para hacerse oír - ¡Oíd todos! ¡He aquí Lord Derian Markov, conde de Markovia en la lejana isla de Ivansk y maestro esgrimista! ¡Mi señor ha oído las historias de los grandes guerreros de Shimotsuki y está dispuesto a conceder el honor de ofrecer un duelo a aquel lo bastante valiente como para enfrentarse a él! El conde ha prometido 500.000 berries para el guerrero que logre ganarse su respeto en un duelo.
#1
Yoshi
Yoshi
Yoshiro poseía su hogar en el muelle, una casa de madera con una vitrina de vidrio que dejaba ver su interior, a simple vista se podían ver algunos sombreros y ropa por un lado, algunos collares en la mesa de recepción y algunas herramientas y armas en la zona derecha. Así es, la casa de Yoshiro también era su tienda de artesanías y taller personal, todo lo que una vez fue de su padre ahora era suyo y trataba de mantenerlo funcionando. Atrás de su hogar estaba una zona del muelle donde pescaba y había una Tartana un poco vieja en su espera para surcar el mar.

Yoshiro se encontraba en la forja de su casa, rodeado de herramientas para que el trabajo y armas ya listas el muchacho martillaba con fuerza el metal a rojo vivo para aplanarlo lo más posible, debía controlar su fuerza para no romper el metal y hacerlo rápido o se enfriaría.

Luego de volver a calentar el metal lo sumergiría en ácido para crear cierto efecto de onda al metal, tocaba sácale filo y exceso de grosor así que se sentó en la rectificadora y comenzó a usar la maquinaria para su trabajo otorgándole a aquella espada el filo que necesitaba poseer.

La guarda y el pomo al final del mango debía crear el contrapeso perfecto para el maniobrar del espadachín así que Yoshiro no se lo tomó a la ligera. Tras hacer algunas pruebas para confirmar el balance sonrió convencido de haberlo conseguido y ahora solo tocaba probarla. Desde cortar una soga a bambú y rebanar limpiamente un cerdo a la mitad, si alguien poco hábil con la espada como Yoshiro era capaz de eso, era una espada perfecta para cualquier profesional.

Decidió colocarla en uno de los mostradores y salió de su hogar para agarrar algo de aire y caminar hasta el puesto de empanadas por un par, en eso notó que una persona de gran tamaño anunciaba a alguien que segun sus palabras ers un noble de un lugar demasiado lejano como para que alguien en verdad supiera si ers cierto o mero teatro.

Cierto o no, lo importante es que ofrecían dinero por luchar y ganar contra aquel hombre rico y aunque la cantidad era bastante baja, estaba muy bien para Yoshiro que podría aceptar cualquier combate de a gratis.

¡Yo lucharé entonces! Pero no con espadas, prefiero mis puños-el muchacho empezó a lanzar golpes al aire y unas patadas tambien para demostrar su velocidad e ir calentando para lo que se venía.

inventario

Pasivas, Mantenidas, virtudes y defectos

Personaje

#2


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