¿Sabías que…?
... Oda tenía pensado bautizar al cocinero de los Mugiwaras con el nombre de Naruto, pero justo en ese momento, el manga del ninja de Konoha empezó a tener mucho éxito y en consecuencia, el autor de One Piece decidió cambiarle el nombre a Sanji.
[Común] Tu primera comunión
Masao Toduro
El niño de los lloros
35 de Verano del año 724, G-31 de Loguetown

—Me vuelve locoh, dame el sieloh, pero poco a poco…— canturreaba bajo la ducha mientras terminaba de cerrar el grifo, de normal disfrutaba el trabajo entre fogones, pero la verdad es que no aguantaba el olor a fritanga con el que salía de la cocina.

Termine de salir de la ducha y pillé la primera toalla que alcance con la mano. Fue entonces cuando el teniente Shawn entro en el vestuario, con su habitual paso aligerado y mala hostia.

—Hombre teniente, no me digas que también has dormido solo esta noche— bromeé con el teniente, y es que era por todos sabido el origen de la mala folla del superior, el teniente iba a arrancar con una retahíla cuando con un gesto lo detuve —Tranquilo picha, que no eres el único. A este paso nos vamos a quedar pa vestir santos, si es que ya me lo desia mi abuela que en paz descanse...— prosiguió antes de caer que el plan no sonaba tan mal en su cabeza, después de todo estaría todo el día dedicado en poner guapa a la virgen, por lo que no pudo evitar sonrojarme al pensar en tan idílica vida.

—Que te jodan, hoy tienes tarea, al parecer la capitana ha encontrado otros “espécimen” que agregar a la brigada. En fin, parece esto un puto zoológico, te espera a la entrada de la base. Te acompañará al mercado en tus tareas de aprovisionamiento de las despensas ¿Entendido mierdecilla?— gritó con ese talante de teniente y militar tan característico —De mayor quiero ser como él, pero con pelo— pensé para mis adentros.

—Sí, mi sargento— repliqué volviendo a confundir el rango del superior, debía ser la decimoquinta vez esa semana que me pasaba.

—Que soy teniente imbécil…—dijo antes de llevarse las manos a la calva, y detenerse al ver como aquellas palabras me resultaban un puñal en el pecho, y es que al final era como decía el cura Anselmo "Somos sentimientos y teníamos personas". Y es que al final del día, posiblemente pensando que, excluyendo al pijo y a la ogra, debía ser como el tercero o cuarto miembro más confiable de la brigada —En fin, me pregunta la capitana que como llevas “tus cosas”— preguntó el teniente en referencia al entrenamiento especial al que le habían estado sometiendo últimamente.

—Pues esta semana estamos practicando la escritura de vocales— le comenté al teniente —Pero se me da fatal, creo que la señorita anda un poco mosca la verdad, la semana pasada se me volvió a olvidar los deberes...— confesé algo avergonzado.

Tras una reconfortadora palmadita en la espalda de parte del teniente, el cual debía haberse enterado por medio de la capitana de su peculiar trasfondo, para acto seguido gritar “Que moviera el culo” y me pusiera manos a la obra con la tarea.

Finalmente, tras terminar con el aseo, secarse, peinarse y recogerse el pelo en su maravilloso moño que ahora debía oler a limón por el champú, ponerse sus gayumbos de la suerte, su camisa rosada con estampado de florecitas blancas, sus vaqueros oscuros y desgastados, sus sandalias de cáñamo y su rebeca de hilo negro que le había regalado su hermana por su último cumpleaños marchó con paso firme a recoger los pagaré con los que debían comprar los suministros en el mercado.

Si bien no era la primera vez que lo hacía, sí que sería la primera vez que le tocaría guiar al nuevo o nueva, la verdad es que todavía nadie le había dicho a quién se iba a encontrar a la salida. Aunque si le esperaba a la salida, eso significaba que se iba a pegar, como en la serie de televisión que andaba viendo por las noches, la verdad es que se sentía muy identificado con la trama de los pijos de veinte años que iban a ese instituto ¿Era realmente la vida de un estudiante tan apasionante?
#1
Alexandra
Alex
En el trayecto a Loguetown, Alexandra no había dormido más de dos horas al día, así que aquella noche cuando se tumbó en los barracones cayó rendida al tocar la cama, y eso que no era para nada cómoda. Durante su primer día había ayudado a unos pobres vendedores y además había conocido a Camille, que aunque fuera tres veces ella, le inspiró más seguridad que temor, si el resto de la brigada era igual le había tocado la lotería. Estaba deseando poder conocerles. 

Le despertaron los gritos lejanos de un tal teniente comandante Shawn que instaba a los novatos —y cito textualmente— «a mover su puto culo que ya iba siendo hora de levantarse y hacer algo productivo con su vida de mierda». Un escalofrío recorrió la espalda de Alexandra y pensó que lo mejor era evitar a esa persona lo máximo posible. La chica se desperezó y se levantó de la cama, como le habían asignado una habitación no se había cruzado con nadie más de la brigada. Estaba aseándose cuando llamaron a la puerta y asomó la cabeza el chico que le había guiado ayer. Alex intentó hacer un saludo militar a lo que el chaval respondió con un gesto de mano. 

— No hace falta que tomes esas formalidades conmigo, tenemos el mismo rango —el chico sonrió— te han asignado tu primera misión.

La emoción invadió el cuerpo de Alex ¿Su primera misión? ¿Ya? contaba con que los primeros días estaría entrenando para que acabaran de valorar sus habilidades. No pudo evitar preguntarse que sería, ojalá fuera algo en lo que pudiera demostrar su valía, como salvar a un gatito de un árbol. 

—Tienes que ir a hacer unas compras junto con... — el chico suspiró— Masao. Forma parte de la brigada, el te guiará y te enseñará la ciudad. Te está esperando fuera, cuando acabes de asearte puedes ir. 

Alex asintió y él se dio la vuelta para acabar saliendo por la puerta. Mierda. No le había preguntado el nombre. Bueno, ya lo haría más tarde. 

Se acabó de vestir con su nuevo uniforme y se dirigió a la salida del cuartel. Cuando llegó se dio cuenta de que allí no había nadie aún, así que se apoyó contra la pared y esperó.
#2
Masao Toduro
El niño de los lloros
No tarde demasiado en llegar a la entrada del cuartel, la verdad es que había un trasiego de gente para arriba y para abajo y aquello era un no parar, afortunadamente la gran mayoría de gente parecían civiles que iban a hacer los típicos trámites administrativos, la gente se solía quejar mucho de lo lentos que era ese trabajo y que todo el rato se bajaban a tomar café, los dichosos oficinistas, por el contrario yo pensaba que un empleo como ese debía cansar mucho, a fin de cuentas saber leer y escribir era complicado de pelotas, en el fondo seguro que la gente envidiaba eso, bueno, eso y la pensión que se les debía de quedar, pero merecida.

—Buah a todo esto, no me comentaron el aspecto del recluta— caí en la cuenta tarde — En fin vaya liada, cualquiera va a buscar al teniente ahora— pensó para sus adentros.

Así que me quede un rato ahí esperando, escrutando entre la multitud la gente que pareciera ociosa, y asumiendo que claro el recluta hubiera llegado ya, como fuera como la rubia, aquella misión se le va a complicar de lo lindo. Por más que se esforzaba no terminaba de encontrar a nadie llamativo, bueno, finalmente se topó con una cría que debía estar de excursión a las instalaciones, en fin, mientras esperaba al recluta iría a preguntar a ver si necesitaba ayuda.

—Buenos días chiqui, andah si vas disfrasada de marine y todo, que bueno. Aunque es un poco pronto para los carnavaleeh— arrancó mientras se fijaba en la dentadura de la niña —La virgen, te has currau el disfraa, madre mía esa dentadura, no me muerdah ¿Ehh? — prosiguió sorprendido por la calidad del disfraz, la cría debía ir de marine monstruoso o algo así, lo mismo incluso era fan de Camile y de ahí el disfraz —En fin, ¿venías de excursión? ¿Sabes dónde está la profe? Bueno, si lo supieras no estarías perdiaa ¿No estarás haciendo peyas, no? —comenzó a avasallar a preguntas tal vez sin todo el tacto que debería.

Cuanto más se fijaba en el disfraz, más detalles iba viendo, tenía una aleta pegada a la cabeza, seguramente una diadema o similar, tenía también una peluca blanca o similar como si fuera uno de esos animales grandes que cazaba el capitán Ahab y el indio aquel del cuento infantil ese donde perseguía a Moby Dick, el animal, no el barco del terrible pirata Shirohige.  En fin, no entendía mucho el disfraz de la chica, pero claramente era una niña, todo el mundo sabía que las pecas desaparecían al crecer, o eso creía, la verdad es que tampoco conocía a nadie con pecas. Vaya con los disfraces de hoy en día, la verdad es que era eso verdad de que las generaciones jovenes venían pisando fuerte, joe, se los iban a comer vivos, literalmente, con esos dientes como para no. En mi época lo máximo era disfrazarse de rey mago o José en el belén viviente de todas las Navidades, por desgracia siempre me había tocado de cabrero, ya que se me daba bien el papel.

—Y el recluta nuevo sin llegah todavía— volvió a cortar a la niña —Tú te crees, es como si llegas tarde el primer día de clase, que bueno a mi me paso, porque me levante tarde y tenía que hacer el desayuno, y tal…—arrancó tomando algo de aire —En fin, vamoh a buscar a la profe— dijo tratando de tomar el brazo de la chica y entrando en la base, debía buscar a un grupo de críos, que por la hora debían estar por los campos de entrenamiento, de hecho al fondo le parecía vislumbrar el grupo del que se debía haber descolgado la niña.

Era un jodido héroe, no como el nuevo que ya empezaba con el pie izquierdo...
#3
Alexandra
Alex
Alexandra llevaba diez minutos esperando y cada vez que se le acercaba un Marine ponía su espalda recta y se cuadraba para saludarle pero todos pasaban de largo. Estaba empezando a preguntarse donde estaría y como sería su compañero. ¿Se llamaba Masao? Nadie le había dicho lo que tenía que esperar de él ni como era físicamente, aunque probablemente sería una persona seria y amable como Camille, al pensar en ella se le pasaron un poco los nervios. Había empezado con buen pie en la brigada y pretendía que siguiera así. 

Estaba tan absorta en sus pensamientos que no le vio llegar hasta que lo tuvo delante, tenía que alzar la cabeza para poder mirarle a los ojos llevaba el pelo recogido en un moño apretado y una camisa de flores. Obviamente no era de la marina, y corroboró sus pensamientos en cuanto le escuchó hablar. Tenía un acento que Alex describiría como sureño y hablaba precipitadamente. Le costó seguir el hilo de sus palabras, ¿Le estaba llamando niña? ¿Disfrazada?, ¿Dientes?, ¡Dientes! La chica no se había dado cuenta de que le estaba mirando boquiabierta y, probablemente, con los ojos desorbitados. Parpadeó un par de veces, claramente confusa. Le costó un rato llegar a la conclusión de lo que estaba pasando... 

Era un loco. Si, el pobrecillo se habría escapado de algún sanatorio y ahora estaba desorientado y se pensaba que iba a ayudar a una pobre niña disfrazada... Aunque aún quedaba mucho para carnaval. Entonces Alex decidió que su misión como Marine sería acompañarle hasta que pudiera estar en algún lugar seguro y resguardado en el que no fuera un  peligro ni para el ni para los demás. En su pueblo había una pequeña institución mental y a veces se escapaban alguno que otro y causaban estragos, no dejaría que eso pasara. Además siendo una ciudad tan grande habría más peligro. 

Alex iba a contestarle cuando el loco volvió a interrumpirle. ¿Nuevo recluta? Así no hablaban los enfermos mentales... De repente la Hafugyo cayó en la cuenta, estaba claro... como iba a ser tan tonta. Ese señor no estaba mal de la cabeza, era... era... ¡un ladrón de niños! y se pensaba que ella era una. No podía dejar que se saliera con la suya. Así que decidió seguirle el juego y ver hasta donde podía llegar sin meterse en problemas. Con suerte destaparía una red criminal en su segundo día, no podía dejar que más inocentes sufrieran. 

Supondría que a su compañero no le importaría.
#4
Masao Toduro
El niño de los lloros
Seguí con tirando de la pequeña hasta que alcancé al grupo, no tarde en reconocer a la profesora, se trataba de la profesora Poppins que me daba las clases de historia, la mujer una anciana a punto de la edad de la edad de jubilación, pelo canoso rizado y desordenado, unas gafas de cristal con groso r más grande que el de una botella de jerez y unas ropas que debían ser del siglo pasado.

Señortia Poppins., disculpeh mujeh, se le ha perdido estah niña le indiqué, haciéndole entrega de la pequeña.

No recuerdo que tuvieras hoy clase conmigo jovenzuelo, ¿Es acaso una de tus hermanas?— me preguntó la mujer al reconocerme, ya que debía ser el único alumno adulto que debían tener.

No, no, mis hermanos se quedaron en el sur, que es nuestra tierra y se sabrán devolver mejoh. Esta me la he encontrado a la entrada, la he visto un poco perdida maticé intento evitar que la cría estuviera haciendo novillos.

—Gracias Masao, es que mi vista ya no es lo que era— replicó la mujer —Claramente esta niña es Jeni, me traes por el camino de la amargura chiquilla— replicó la maestra enfadada.

Bueno, me tengo que ir a buscar al recluta nuevo y a pillar las cosas que el mercado me sierra en nada- finalicé antes de salir corriendo -Sed buena gente pichas. - me despedí de los críos saliendo a escape.


Tras aquella buena acción volví a la entrada, allí no había nadie, aunque claro, lo mismo el recluta ya iba ido tirando al mercado, por lo que sin mucha más dilación enfilé rápido como el viento por la calle principal, a buen ritmo y tratando ver si veía algún rostro no habitual, aunque con el trajín de gente entrando y saliendo en la gran ruta aquello iba a ser una tarea titánica ¿Sería acaso aquello una prueba para poner a prueba sus dotes detectivescas? ¿O sería un simple fallo de comunicación? En fin, con la marina y el teniente uno nunca podía estar seguro de que era lo que esperaban de uno el cuerpo.

Lo que si vio fue unos carteles de u marine llevando a un niño de la mano, y un número, no tenía claro que significaba hasta que escucho a una de las patrullas que resultaba que era el día de “lleva tu niño al trabajo”, entendía que era como llevar a tu hijo a misa para que fuera tomando unas buenas costumbres ¿tendrían los hijos de lados marines acaso que ir a una catequesis? Bueno, ya se lo preguntaría a Colón, por si sus hermanos podían hacer algo similar, tal vez no para acabar de marines, pero sí para acabar de oficinistas y cobrar una buena pasta.

Fijo que así todos los Toduro acaban con la vida resuelta, por si me pasará algo en alguna misión, dios no lo quisiera. Oye, no sería acaso aquella niña hija de Octo, el padre también había estado como pez fuera del agua los primeros días… Todo empezaba a cobrar sentido.
#5
Alexandra
Alex
¿Qué clase de organización criminal era aquella? ¿Señorita Poppins? Alex se quedó de cuadros cuando el, presuntamente, secuestrador de niños le dejó con aquella señora que lejos parecía formar parte de una banda que traficaba con menores. Estaba empezando a sopesar que se había equivocado al leer la situación, que aquel chaval podría ser simplemente un loco... Y le había dejado solo... Esto no podía seguir así, tenía que encontrarle. Además la señora le había llamado Jenni a lo mejor estaba confundida... No quería dejarla sola. Echo una ojeada a su alrededor intentando encontrar a algún que otro compañero para que pudiera quedarse a vigilar a la señora Poppins y al no ver a nadie suspiró. 

— Señora Poppins... Disculpe— Alexandra se rascó la nuca, visiblemente incomoda—. ¿Me acompañaría usted a buscar al chico de antes?

—Ay... Jenni querida, te ha echo tilín, ¿eh? Es un buen chico este Masao. Claro que si, vamos— Respondió con una risita que le recordó un poco a las tías del pueblo de la chica, aquellas que le daban caramelos cuando era una niña. 

El nombre de Masao no le había pasado inadvertido a la Hafugyo la cual comprendió en el instante que todo aquel lío que se había formado no era más que un malentendido. Al no llevar su compañero el uniforme reglamentario no le había reconocido, un poco avergonzada por haber confundido a su superior con un loco y un traficante de menores se encaminó hacia el mercado, donde suponía que el habría ido. 

Y como no podía dejar sola a aquella señora se la llevo consigo, lo que hizo que su paso se ralentizara y tardará muchísimo más en encontrar al chaval de lo que lo hubiera hecho por su cuenta. Además su nueva compañera le iba explicando todo su árbol genealógico, mientras sacaba decenas de fotografías de su cartera. 

—Mira, cariño — le decía— Este es johnny, mi sobrino... Está soltero por si te interesa, es un buen mozalbete y tiene tierras. 

A lo que Alex siempre declinaba su oferta con una sonrisa. También le enseñó su receta de croquetas y le contó como había cambiado Logue Town en todos los años que llevaba allí. En esas estaban cuando Alexandra pareció ver a su compañero por el rabillo del ojo y, antes de perderlo, se colocó a su lado. No quería que volviera a pensarse que era una niña así que habló rápidamente y sin dejar al chico reaccionar siquiera: 

—Recluta Alexandra— La chica se cuadró haciendo el tipico saludo militar— Parece que me has confundido... ¡Encantada!
#6


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