Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [T2] Buscadores de Mitos
Rocket Raccoon
Rocket
Aventura


Buscadores de Mitos

John Joestar, un Lunarian que ha decidido por fin iniciar 
la  búsqueda  de  aquella gente  que destrozó  su hogar
hace ya muchos años.  

¿Logrará dar con las sabandijas que dañaron su vida, o
seguirá envuelto en este mar de dudas que día a día le
comen la cabeza con imágenes del pasado tan terrorífico
que le persigue hasta el día de hoy?


Día 10 de Verano. Año 724
En los muelles de Loguetown

Y aquí estamos nuevamente. A punto de narrar una historia más, sobre un distinguido personaje más de este maravilloso mundo al que muchos conocen como Mar Azul. Son un sin fin de personalidades, las que día a día tienen cuentos e historias que contar a sus conocidos y seres más cercanos. Pero esas historias no se crean de la nada, claro que no. Por eso, esta vez nos centramos en un chico de cabello blanco, el cual recientemente acababa de llegar a las orillas de la tan famosa ciudad conocida como Loguetown. ¿Por qué era famosa esta isla?, se preguntarán los lectores. Principalmente, es por su ubicación tan exacta para el paso hacia el Grand Line. Era la última isla al oeste del East Blue, y si algún intrépido pirata quería pasar al otro lado de la Red Line, era casi obligatorio pasar por aquí.

Era un día cálido el que se nos presentaba hoy. Pero no por eso iba a ser más o menos interesante. Las calles, como casi siempre, estaban repletas de gente variopinta que caminaba de un lugar a otro. Cada una de ellas iba en su mundo, tenían sus propias preocupaciones y deberes, así que el joven llamado John lograría pasar desapercibido de momento. No parecía ser alguien importante ni a quien prestarle demasiada atención. Tan solo era un chico más del lugar, otro punto en negro que decoraba el paisaje de los transeúntes. En el puerto, el aire olía a sal y brea, mezclado con el aroma de especias y pescado fresco que traían los barcos mercantes. Carrozas tiradas por caballos y mercaderes empujando carros llenos de frutas, telas, y armas de segunda mano ocupaban casi cada rincón.

Hoy era un día de caza. Y nuestro protagonista venía por un único objetivo. Había pasado los últimos días buscando información por aquí y por allá sobre el posible paradero de cierta persona, que podría tener conocimiento sobre un detalle de gran importancia para el peliblanco. Venía con un libro, y en él había varios nombres anotados. Pero encontrar a estos nombres era una tarea demasiado compleja de momento. Eran personalidades de mucha importancia para la marina, por lo que no iba a ser nada simple dar con el paradero de estas. Así que había optado por comenzar desde abajo. Estas personas en algún momento tuvieron que tener a gente bajo su cargo. Y ya sea que estuvieran presentes o no, en la desgracia que el chico creía que estos tipos habían sido partícipes, sin duda que era un buen punto de inicio en su búsqueda.

Qué mejor lugar que Loguetown para que un exmarine pasara el resto de sus días. Las pistas recaudadas lo habían traído a este lugar en particular. Pero la información seguía siendo escasa en este punto de su aventura. Tanto así que aún no tenía un nombre siquiera. Pero algo quizás muy importante, que era un tatuaje. 

El chico, pues, ya decidiría por sí mismo cuál era la mejor opción para comenzar con su caza. ¿Acudiría a algunas de las tabernas y posadas dispuestas por toda la ciudad? Aunque para un marinero y eso, siempre es recomendable andarse por los muelles. Era bien sabido por todos los que aquí venían, que El Trago del Marinero, era un lugar bastante frecuentado por todo el mundo que decidía descansar y beber un par de botellas. Y como siempre, era el mejor lugar para recaudar chismes y rumores. 

Pero también tenía otras opciones posibles a seguir. El sujeto que buscaba tenía cierto problema con la respiración. Producto quizás de alguna metralla que le había impactado en el pasado. O simplemente un problema por el humo del cigarro. Quien sabe. Pero era otra pista más a seguir. Y si tenía tales problemas, pues era medio obvio que frecuentaba alguna clínica cercana. Conocería así entonces, si preguntaba a cualquier ciudadano que se cruzase, la clínica del señor Elroy. Esta se encontraba ubicada un poco más dentro de la ciudad, pero aún mantenía cierta cercanía con los muelles, y era conocido que sus clientes casi siempre eran personas de escasos recursos. Y era lo que buscaba John. Había escuchado que a este sujeto que buscaba no le había ido nada bien desde que había abandonado su lugar como marino.

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#1
John Joestar
Jojo
Llevaba ya varios dias paseando por Loguetown, sin demasiado exito cabe añadir, pero con la mente siempre activa, dando vueltas al tema por el que habia venido. Saqué el pequeño block de notas de mi bolsillo y apunte algunas cosas más: conversaciones sopechosas, anuncios curiosos, nombres interesantes...pero nada que me llevase directamente por un camino recto a seguir. No obstante, ocurrió algo...arduo interesante. Un grupito de marines se habia puesto hablar sobre la construcción de una nueva flota, obviamente no parece nada concreto, pero lo mejor vino mas tarde; todos hablaban de ascensos y bla bla bla, pero pude escuchar como mencionaban el Trago del Marinero, un lugar muy concurrido por marines de todo tipo, lo cual, obviamente era una buena pista a tener en cuenta, quizá alli, podra sonsacar o espiar alguna conversación interesante, no esperaba que dijesen de repente -Oh si, el mariscal marianito bombardeó unas islas donde vivian Lunarians porque le salió de la parte mas oscura y profunda de su bolsa escrotal- pero quien sabe si seria un buen primer paso en la investigación, quizá hayan repetido bombardeos por mas islas del oceano, eso ya me iria llevando poco a poco por el buen camino.
Me levanté de un banco donde me habia sentado y me dispuse a caminar a la taberna, lento pero seguro, no me suelo fiar de nadie, y menos en zonas tan cercanas a la Marina, aunque yo no fuera muy conocido, quien sabe si podrian capturame y ejecutarme publicamente como ya han hecho en el pasado. Me fijé en un grupo de pescadores que estaban sentados al sol con unos sombreros de paja sobre la cabeza, vestian con monos de trabajo y camisas llenas de agua marina, a su lado, cada uno tenia una botella de alcohol de mala calidad, supongo que estaban disfrutando de la tarde pescando mientras se tomaban una copa entre amigos. Un rato más tarde, me cruce con dos jovenes marines con rifles echados al hombro, uno de ellos iba fumando y noté como me miraba de reojo mientras pasaba a su lado, por la cara que ponia supongo que preferian no toparse con alguien como yo.
-Disculpad- me paré a decirles -Pero, ¿Se va por aqui a la Trago del Marinero?- me saqué un cigarro de la cajetilla
-Si señor, si sigué usted el camino, y cuando llegue a aquel edificio marrón, gire a la izquierda y toh tieso hasta el final lo encuentra. Es más, si sigue a quel grupo de marineros llegará casi seguro, alli se suelen reunir casi todos, y pidase una pinta de vainilla, es de lo mejorcito- me respondió señalandome a un grupo de hombres fornidos que caminaban riendo ente ellos. -¿Quiere usted fuego?-
-Si, gracias- mientras me encendia el cigarro me fijé en que ese chico era bastante descuidado, tenia varios agujeros en el uniforme -Y gracias por las indicaciones buen hombre-
Seguí caminando con las indicaciones del marine, no parecia mala gente, pero esa gente es capaz de cumplir cualquier orden sin cuestionarla, y eso los convierte en tan culpables como su jefes.
Al poco rato llegué al Trago del Marinero, una taberna simplona pero acogedora, estaba bastante llena al parecer, el marine de antes no mentia, parecia que todo el ejercito estaba allí congregado. Odio las acumulaciones de gente, pero bueno, es lo que hay, supiré y entré.
Personaje

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#2
Rocket Raccoon
Rocket
Unas puertas de madera tallada oscura se abrieron, dejando paso a un joven de cabello blanco. Quien al entrar pudo notar con sus propios ojos, lo que sus oídos ya habían adelantado un par de segundos antes. Y es que el lugar estaba completamente abarrotado de gente. Cualquiera de las mesas que mirase, contaba con unos cuatro o seis personas disfrutando del buen rato, cada una con su propia jarra de cerveza y alguna que otra con algún muslo de pollo en la mano, otra con una crema de papa, la cual aún echaba humo, lo que parecía aún estaba calentita y recién sacada de la cocina. El olor a ron y a cerveza, inundaron el sentido del olfato del muchacho, quien suspiraba al percatarse de la gran multitud que se había congregado ese día. Pero era normal, el Trago del Marinero era una taberna muy frecuentada por todo el mundo.

No parecía haber ningún asiento disponible en alguna de las mesas que ocupaban el gran salón, sin embargo, sí habría algún que otro taburete alto libre, a la altura de la barra, cuya madera oscura dejaba ver algún que otro dibujo mal hecho a base del filo de alguna daga o cuchillo. Detrás de la barra, la tabernera, una mujer robusta y con cicatrices en los antebrazos, observaba el lugar con una mirada aguda, siempre atenta a que algún cliente necesitara de sus servicios. Y fue así como los ojos del peliblanco se cruzaron con lo de la señora. Su cabello recogido y la falta de sonrisa en su rostro dejaban claro que no estaba ahí para socializar; manejaba la taberna como una capitana maneja su barco. -¿Te comieron la lengua, muchacho?- Gritaba hacia donde estabas tú, intentando llamar tu atención. Te apuntaba a una de las sillas que estaban en frente de ella. -Ven pon tu trasero aquí, Lamdrosa recibe bien a todo el mundo que entra aquí, y tu incluido.- Comenzaba a servir un vaso con algo de la cerveza que echaba uno de los enormes barriles que se encontraban justo a su espalda, al lado de una puerta que parecía dar a una cocina o quien sabe, ¿alguna habitación secreta? 

Si aceptabas su petición de sentarte en la barra, te dedicaría unas palabras, ahora con voz más calmada e incluso más cálida, lo cual siempre es agradable ese sentir hogareño, más en este tipo de lugares. -Una cara y un cabello como el tuyo es fácil de recordar, y más para Lamdrosa.- Colocaba la cerveza justo en frente de ti. -Pero no te recuerdo joven, un placer y bienvenido al Trago del Marinero.-

El lugar alrededor de ti, pues era lo típico a esperar en este tipo de recinto. Si buscas alguna cara o un comportamiento que destaque por sobre los demás, de seguro que lo encontrarías si es que había algo en especial que te llamase la atención. Una chica de entre sus treinta, rodeada de un grupo de bebedores. Parecía ser el centro de atención de esa mesa en particular. No paraba de hablar y todo el mundo quedaba sorprendido con lo que fuese que estuviese contando. En otra mesa, un grupo de cuatro hombres, parecían enfrentarse en duelos de fuerza. Cada par juntaba sus puños al centro y quien hiciese más fuerza, se ganaba unos cuantos billetes, aunque siempre se lo gastaban en más bebida. Así que el dinero siempre iba para la casa.

Y si, tal cual te había comentado el marino de antes, esta taberna también era frecuentada por muchos marines que la tomaban para descansar entre sus horas de guardia. Así que lo normal era verlos entrar y salir cada tanto. Su comportamiento parecía ser bastante cotidiano, no parecían destacar por sobre el resto en nada en particular. Se dedicaban a beber y a charlar sobre situaciones mundanas. 

Si te declinabas a buscar hombres solitarios que pasaran de los demás, pues poca suerte tendrías. Ya que de momento, el único que parecía estar solo en ese lugar, eras tú mismo.
#3
John Joestar
Jojo
Lamdrosa, un nombre curioso sin duda. -Es lógico que no me recuerdes, es la primera vez que paso por aqui- me senté en la silla que me habia señalado y le agradecí la cerveza que habia colocado en la barra, me saqué un cigarro y lo encendí para concentrarme algo mejor en a lo que habia venido. Me fijé en dos cosas bastante llamativas de la taberna, concretamente, en dos mesas. En la primera, la más cercana a mi, estaba un grupo de hombres rodeando a una mujer, de edad aparentemente joven, aunque nunca se sabe, escuchando con la boca abierta mientras alguno balbuceaba de sorpresa por cosas que les estaban contando, no me quedaba muy claro si ella era una marine, capitana o lo que fuera, pero quizá seria un buen punto del que partir. Por otro lado, unas mesas más allá, otro grupo de hombres estaban apostando en un ridiculo juego de pulsos. Para quien no lo sepa, cosnsite en vencer a tu rival empujando su brazo contra el lado contrario del tuyo, una ridiculez sin duda pero, efectivo para cautivar a las mentes más simplonas, y, si esas mentes las acompañan buenos musculos, tienes una combinación majestuosa donde echar la tarde.
Estuve fumando un rato hasta decidir si acercarme a alguna mesa, yo tengo fuerza pero no se si un reto de pulsos es la mejor manera de sacar información a nadie, menos aún teniendo en cuenta que lo más probable es que no tuvieran demasiada idea, tenian mas pinta de marine que obedece que de quien da ordenes, asi que, por fácil que pudiera parecer, decidí acercarme sutilmente a la mesa donde la chica narraba alguna aventura a aquellos hombres. Aun con dudas, apagué el cigarro, cogí mi vaso, y me levanté, me acerqué sutilemente y puse la oreja para poder escuchar la conversación.
#4
Rocket Raccoon
Rocket
-La primera siempre va por la casa- Comentaba por último la mujer detrás de la barra tras soltar una leve sonrisa, queriendo mostrar simpatía con el recién llegado. Entonces dejaría solo al muchacho para que siguiera dándole vuelta a sus pensamientos. Se notaba que ella no quería meterse en problemas ajenos, ni mucho menos. Tan solo quería ser jovial con todo aquel que llegase a su establecimiento y que al salir de aquí se llevase una buena impresión. 

El muchacho de cabello blanco, ya con su cerveza bien fría en frente, comenzaba entonces a echar un buen vistazo a todo el lugar que tenía próximo a él. Se le notaba que su fijación era más intensa en dos de las mesas presentes. Una de ellas, siendo donde estaba la chica cuenta cuentos. Quizás también le gustaba la mujer ahí sentada, pero este joven no parecía ser como todos estos babosos que la rodeaban, así que podemos pensar que simplemente le interesaba las historias que esta tenía que contar. Y porque no, a lo mejor y justo ese día tenía algo que contar que le diese alguna buena pista para su búsqueda. La otra de las mesas, donde se situaban los sujetos en esa competencia de pulseadas, también le había llamado la atención, pero no lo suficiente. Se acercaría entonces, y agudizaría su oído para poder escuchar las historia que aquella mujer tenía para ofrecer.

Tomaba un sorbo de su bebida, hasta acabársela por completo. Al dejarla sobre la mesa donde ella misma estaba sentada, ya disponía de más vasos para sí misma. Varios de los tipos que le rodeaban, alzaba su propia jarra para que la tomase. Pero no era tonta, y Lamdrosa siempre estaba atenta. Sabía que cuando le faltaba poco a su vaso, debía de ir a servirle. La chica sonreía con cierta picardía, resaltando así sus mejillas que había maquillado con un rosa bastante intenso. Su piel era clara, más su cabello era de un negro azabache bastante fuerte, largo hasta la cintura, pero lo amarraba con un pequeño lazo de color violeta. Vestía ese día con una ramera sin mangas, era de color blanca y tenía un bordado en el centro de un caimán mostrando sus dientes. 

-¿Alguien sabe la historia de Irene, la Marea Carmesí?- Daba una pausa, esperando respuestas, las cuales en realidad no les importaba, pero sabía manejar el ambiente. -Una dama, elegante como la brisa y feroz como una tormenta. Irene no navegaba en barcos, nooo no no ¡los comandaba! Se decía que solo la noche lograba ocultarla, pues llevaba en el cuello el tatuaje de un coral rojo como la sangre, un coral que siempre destellaba bajo la luna. Dicen que conocía a fondo los mares de Grand Line y que había burlado a los marines más de una vez, dejándoles solo el olor de su perfume y una bandera desgarrada.-

Esta historia a priori no parecía poder interesarle al muchacho, no tenía nada que ver con lo que estaba buscando en realidad. ¿Pero tampoco se puede pedir que la primera sea la vencida, no? La tarea de un cazador, siempre era ser paciente y esperar el momento adecuado. Sí, seguía escuchando la historia, sabría que terminaba como un cuento con final feliz. Con la tal Irene gobernando una isla y blablabla. Pero esta siguiente historia, esta sí que podría serle de utilidad. Pero en ese momento, los ojos de aquella muchacha se cruzaban con los de nuestro protagonista, parecía interesarse, ya que se le quedó viendo durante unos segundos.

-Lamdrosa, este nuevo de aquí... se le terminó la cerveza.- Se levantaba entonces de la mesa, y se mantenía ahí en pie para quedar más alta que todo el mundo. Lamdrosa a la distancia, le respondía. -Sabes que solo la primera es gratis.- 

La chica entonces dejaba de mirarte, y volvía su atención a los demás. -Pero lamentablemente, no todas las historias terminan en finales felices. ¿Más de uno aquí sabemos de eso verdad?- Volvía a dar una pausa, esperando a una respuesta que no le interesaba. Los sujetos alrededor se gritaban el uno con el otro, pero siempre pendiente de la muchacha. -SIII SI, LO SABEMOS- Respondían la gran mayoría. -Hace unos días me crucé con alguien diferente. Un hombre que no podía ocultar su pasado. Un marine… o, al menos, alguien que lo fue. Sus pasos eran pesados, como si cargara con el mismo océano en la espalda. Y su respiración... ah, cada respiro parecía una lucha, una súplica por querer seguir viviendo en este maldito mundo que le había tocado. Dicen que quedó herido hace años en una misión en algún lugar lejano, tal vez en Grand Line, y que aquella herida le ha cobrado cada día desde entonces.-  

En esta parte de la historia, pues bien, parece que podría estar hablando de cualquiera. A fin de cuentas, en este mundo son muchos los que sufren alguna herida importante al salir a la mar.

-Dicen que va de un lado a otro buscando alivio. Hay noches en las que aparece por el puerto, ahogado por esa tos seca, como si sus propios pulmones fueran un ancla que lo arrastra. A veces intenta vender cosas de su pasado, reliquias de la vida que tuvo antes, y siempre acaba en manos de alguien que sabe cómo tratar su… condición. Pero dicen las malas lenguas, y si estás a oído atento como siempre lo estoy... Que en sus mejores días, su brigada se dedicaba a ciertas actividades un poco... fuera de ley, se podría decir.-

De repente, uno de los marinos presentes, un hombre grande de rostro severo, se irguió en su asiento, clavando la vista en la narradora con un gesto de desdén. -Ya basta chica. No permitiré que sigas manchando la buena fama de la que gozan nuestros grandes y buenos soldados. No sabes cuantos se juegan la vida allá afuera.- Volvía a sentarse donde le tocaba. -Esas mierdas de las que hablas, seguro hay una maldita explicación.-

La chica, algo sorprendida, parecía mantener el buen ánimo y la compostura ante la situación que se presentaba. -Quizás sea cierto lo que dices, señor… aunque, de cualquier manera, sigue siendo una buena historia, ¿no?-
#5
John Joestar
Jojo
Tuve un par de dudas sobre esa mujer, no se si era una experta mentirosa, o una princesita que adoraba tener a un grupo de machos cabrios detrás de ella como si fuera una diosa a la que adorar. No reparó demasiado rapido en mi, lo que me dió tiempo suficiente para escuchar algo sobre una dama de rojo o algo por el estilo, nada interesante...o puede que si, quien sabe a donde nos llevará el futuro. No obstante reparé tambien en varios marines que paseaban cuchicheando como abuelas cotillas en la calle de su pueblo, no se que podrian estar hablando, al menos tenia la tranquilidad de saber que no era algo importante sobre mi, ya que ni si quiera soy interesante para la marina...al menos no de momento, aunque no me importaria, en el fondo siento que deberia vengarme, hacerle lo mismo al hijo de puta que se atrevio a hacer llover fuego sobre mi hogar, mi gente, mi vida... Una cosa si que tengo extremadamente clara, es que, un dia, mi futura tripulación y yo, junto a todo el ejercito revolucionario, haremos llover un infierno sobre la Marina y el gobierno mundial, la batalla final.
Mis nervios se encendieron de repente cuando la mujer se refirió a mi. Crei que me habia pillado cotilleando, pero no parece que le diera mayor importancia, lo cual fue un alivio sin duda. No obstante conseguí algo de información justo después. La mujer se puso a contar una historia sobre un Marine que vivia apenado, que habia hecho cosas horribles fuera de la ley, de hecho una parte muy interesante además fue al de que vende cosas de su pasado, eso es algo de lo que me gustaria hablar con él tambien, no obstante, quizá sea uno de los responsables, de hecho, en ese momento, apreté fuertemente los puños y lo pensé para mis adentros -Ese tio, de existir, seguro que sabe algo- y respiré profundamente.
Cuando la mujer terminó su anécdota, mi yo interior lo tuvo claro, esa mujer tenia respuestas, y no necesitaba conseguirlas, asi que, sin pensarlo dos veces, me adentré entre la marea de bebedores y dije -Perdona querida pero, ¿Podria invitarte a una copa?, pero, en privado, si me lo concedes claro- y puse mi mejor sonrisa.
#6
Rocket Raccoon
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Las tensiones que podría haber causado esta chica con la camisa de un caimán parecían haberse calmado luego de que uno de los marinos presentes se levantara de su mesa e hiciese un leve escándalo por la historia que aquella mujer estaba contando. Tras unas breves palabras, aquel sujeto, de un tamaño considerable, volvía a tomar asiento y a seguir bebiendo su bebida y a relajarse con sus demás compañeros de copas, quienes se habían visto medio agitados por la situación. Alguno incluso había hecho el ademán de levantarse de su silla también, por si se presentaba algún problema, pero ni se había terminado de levantar cuando noto que su compañero volvía a tomar asiento.

-Bien, pues parece que las cosas se resolvieron así solitas, jeje- Decía la chica, animada. Volvía a fijar su vista en los demás hombretones que le rodeaban, quienes también se habían alarmado de cierta manera ante la situación de antes. 

Y es entonces cuando aquel chico de cabello blanco decide acercarse a la pelinegra, quien en ese momento disponía a terminarse la nueva jarra de cerveza que le habían traído. Contar historias te hace hablar mucho tiempo, y mantener la garganta húmeda es bastante importante. ¿Pero no era preferible tener una botella de agua, en vez de andar emborrachándose con diez machos alrededor? Pues, aquella mujer parecía tenerlo todo bajo control, realmente. -¡Con que por fin te unes a nosotros eh!- Te dedicaba unas palabras al notar que te metías en medio de dos sujetos, los cuales simplemente te cedieron un lugar, mostrando cierto grado de camaradería con cualquiera que decidiera unirse a ellos. Pero tú tenías otros planes, no querías estar ahí escuchando las historias que aquella muchacha tenía para contar, no. Querías a la mujer para ti solo. ¿Lo permitiría el grupo de babosos?

-Nooo no claro que no!- Gritaba uno al otro lado, le faltaba un diente y llevaba un sombrero de cuero, algo ya quebrado por los años.
-No jodas no, sal de aquí enano- A dos puestos a tu derecha, un enorme moreno parecía furioso por querer llevarte a su entretenimiento. Lograste ver que portaba una espada de gran tamaño.

-Espereeeen esperen- Se levantaba la mujer de la mesa. Hacía gestos con sus manos hacia los demás, intentando calmarles. -No me iré mucho tiempo. De seguro es solo un minuto- Volvía su mirada hacia la tuya y levantaba el brazo. -Lamdrosa, ya te conseguí que este chico pagara una bebida. ¿Ves que te soy útil no? Bueno, préstame la cocina un momento.- Bajaba de la mesa y te agarraba de la mano para arrastrarte hacia la puerta que daba con la cocina del lugar. Pudiste notar que no tenía mucha fuerza en su agarre, así que si así lo querías, podrías soltarte sin ningún tipo de problema. -¡Lamdrosa, ya sabes qué traerme!- Te metia en la cocina y cerraba la puerta. Ya ambos adentro del lugar, notaste que no había más nadie, estaban los dos completamente solos.

-¿Te gusté yo, la chica carmesí o el ex-merine?- Se volvía a sentar sobre una de las tantas mesas que ahí había.
#7
John Joestar
Jojo
-Pues si me lo permites, no estás mal, pero no te he traido aqui por esto.- Sinceramente, no iba a ligarme a una charlatana de poca confianza, y menos en un momento como este. -Pero si no les hubieras parado, puede que ese grupito de lameculos se hubiera visto enormemente reducido.-
Me llegaba un olor constante a lavanda, o una planta similar, esa mujer era una perfecta manipuladora, buena carisma, buena labia, buen olor, pringados desesperados a escuchar cualquier gilipollez solamente con tal de tener a una femina cerca...
-Voy a contarte una pequeña historia y tu me dirás lo que sepas sobre esa historia del marine perdido- Carraspeé para aclararme la garganta; para mi sorpresa, aquella mujer no habia dejado de sonreir mientras me miraba, sus ojos habian crecido de tamaño y sus pupilas eran más grandes que al principio. -Soy una especie de... buscador de mitos y leyendas, me gusta vivir aventuras y descubrir cosas sobre los rumores e historias que las buenas gentes de los pueblos tienden a contar a sus hijos o amigos. Tu historia sobre aquel hombre que vive deprimido, que vende reliquias de su pasado y bla bla bla...me ha llamado poderosamente la atención, me gustaria saber como se llama y donde puedo encontrarlo, seguramente una mujer tan bien informada como tu sabria decirmelo. Obvio, no en balde, puedo pagarte por esa información si resulta ser cierta. Me llamo Jhon, por cierto.-
Si esa chica era lo suficientemente lista, sabria que le estaba mintiendo en la cara, y seguramente no me lo diria pero, tampoco creo que diera la alarma sobre mi presencia, una de mis mejores cualidades, desde pequeño, es mi carisma...y si no siempre un buen puñetazo contra el suelo tiende a funcionar como dios manda, la gente inconsciente da mucho menos por el culo. Si no era lo suficientemente lista, me mentiria y me mandaria a freir esparragos a vete tu a saber que lejana ubicación, pero dado las cabeza de altura que le saco por encima, dudo mucho que eso si quiera se le pasase por la cabeza, al menos, para una persona con dos dedos de frente. Me apoyé sobre la mesa y me preparé en mi interior por si tenia que arreglar esto a la antigua ausanza, con una buena ración de puñetazos a la brasa acompañado de una guarnición de tortas sin descanso.
#8
Rocket Raccoon
Rocket
Ahí estaban, la pareja menos discreta del momento: un joven de veintitantos y una mujer que ya había dejado atrás los treinta, avanzando con paso seguro hacia los cuarenta. Era un dúo que, a primera vista, no llamaría demasiado la atención; después de todo, muchas mujeres con experiencia preferían la energía de alguien más joven, y el chico de cabello blanco parecía ser un buen candidato. Pero sus intenciones, al parecer, estaban lejos de lo que la mujer esperaba. -Aaaaaaahg- Con un suspiro entre frustrado y resignado, ella miró al techo, como si buscara en el vacío alguna respuesta a la negativa que acababa de recibir. John, con su expresión tranquila y firme, dejaba en claro que la sugerencia sutil de la mujer no sería correspondida. No había espacio para deslices en su agenda, y menos en esta situación. 

-Bueno, agradezco el piropo. Sería mejor que ya me hubieses quitado el suéter, pero está bien.- Volvía la vista al muchacho, quien parecía tirar una amenaza al público que ella tenía antes. Le había parecido un comentario, quizás fuera de tono, y parecía notarse en su rostro al arqueársele una ceja hacia arriba, una mirada un tanto extrañada se dejaba ver en sus ojos. -Me parece...- Levantaba una de su mano para ponerla sobre el hombre del peliblanco. -... que estás algo tenso, algo frustrado. Supongo que es algo personal, así que tranquilo que no me meteré en tus cosas.- Te acariciaba levemente, mientras apretaba de a poco a poco, intentando relajarte. -No la tomes así con ellos, tienen días duros con sus trabajos, solo vienen aquí a pasar el rato y a ver una cara bonita-

Tras esto, volvería a sonreírle al chico, mientras escuchaba atenta a la historia que John tenía para contarle a la cuentacuentos.

-Entonces fue la historia del marino la que te llamo la atención y te hizo venir aquí atrás conmigo.- Tomaba la jarra que le había traído Lamdrosa en mitad de la charla que John le estaba contando. La comerciante se limitó a dejar el servicio y regresarse por donde había venido, como le había dicho anteriormente al muchacho, no le gustaba meterse en cosas ajenas. -Uhmmmm, una paga dices.- Se bajaba de la mesa donde se había subido. Ya sabia que no pasaría nada entre los dos, por lo menos ese día, así que su actitud juguetona y coqueta comenzaba a desaparecer. Pero la situación le agradaba, el chico, por lo que sea, necesitaba saber del paradero de ese sujeto. 

Comenzaba a rodearlo, caminando detrás de él y luego de un lado a otro. Con la mano en su mentón, pensando algo en concreto. -John John, un gusto. El mío es Amilka.- Volvía a estirar su brazo, esta vez para estrechar su mano y así dar por concluido el tema de las presentaciones formales. -Más que una paga mi corazón... que tal, si cuando resuelvas lo que sea que tengas que resolver con dicho marino, del cual es bastante obvio, que sé donde se ubica, me cuentas que fue lo que pasó. Soy una cuentacuentos, y siempre viene bien saber que historias poder contar.- Sacaba un pedazo de papel de entre algunos de sus bolsillos del pantalón que llevaba, tomaba un bolígrafo que había ahí cerca y anotaba algo en él.

-Este es el lugar donde acostumbra a estar ese señor. Lo de la venta de antiguas reliquias fue un adorno de mi parte a la historia, lo demás... quién sabe- Le entregaba el papel en su mano, no sin antes acercar sus labios a su cuello. -Y bueno, una vez termines, ya sabes donde encontrarme.- Se alejaba de tu rostro.-  También me sé muchas otras historias, por si necesitas algo más.- Al terminar esa última frase, se daba media vuelta y volvía a la sala principal del Trago del Marinero. Parecía ser bastante obvio lo que ella quería. Parecía haber visto en ti a alguien que tenía historias que ser contadas, y no tanto por el pasado, sino por lo que podrías hacer en el futuro. Era una bardo, y un bardo siempre quiere tener a todos cerca y contentos.

Si te daba por mirar la nota para que ver que había escrito en ella, verías una dirección cercana al punto donde estaban ahora mismo. Por lo que no te tomaría más de diez o quince minutos llegar al lugar indicado. Pero si hay algo que te llama la atención, y es el lugar. Es otra taberna, pero por lo que has escuchado últimamente, tiene una fama muy rastrera y en ella solo acude gente de una reputación un tanto desagradable, quizás la peor calaña de la ciudad. Ya queda en ti como proceder al lugar. ¿Entrarías a los golpes? O quizás optarás por disfrazarte también de mendigo o de pirata, quizás un bandido y hacerte pasar por uno más. Sea cual fuese el plan que tengas en mente, sabías que estabas un pasito más cerca de poder saber un poco más sobre esta gente que arruino tu infancia.

Criford, era el nombre adjunto en esa nota.

Off
#9
John Joestar
Jojo
Interesante...muy interesante, quizá esa mujer sea una candidata para acompañarme en futuras aventuras, siempre viene bien alguien capaz de conseguir información fácilmente al lado, pero, ¿Seria de fiar aquella mujer?, quien sabe.
Revisé detenidamente el papel y, como no, otra dichosa taberna, donde si no iba a estar un posible genocida arrepentido, bebiendo para calmar el dolor que su desdichada mente le provocaria cada dia de su maldita existencia.
Me levanté y seguí a la muchacha hasta el salón principal, saqué mi block, escribí una nota para ella y se la dí antes de salir por la puerta mientras le giñaba el ojo.
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Me fuí con decisión hacia la ubicación que Amilka habia escrito en el papel. Durante el viaje, estuve pensando si entrar directamente y darle una paliza, si disfrazarme de vagabundo y sonsacarle toda la información que tuviera y, después, dependiendo de lo que me dijera, acabar con su patética vida...pero tomé otra decisión, hacerme pasar por un espia Marine, al cual habrian informado de un posible marine traidor entre las filas, uno que hace años que los abandonó por sabe dios que cosa, seguramente seria suficiente si aquel hombre estaba destruido por dentro desde hace mucho.
Caminé con la camiseta subida hasta la nariz, el olor era demasiado penetrante, pis, mierda, basura y podredumbre dominaban los callejones. Varios vagabundos intentaron hablar conmigo pero hice caso omiso. Tambien se me habian quedado mirado algunos hombres de muy mal aspecto, pero dudo que se atrevieran a hacer algo, durante la ligera caminata mandé a uno de ellos a volar por intentar robarme.
Al cabo de aproximadamente unos 15 minutos, allí estaba, frente a la taberna donde, supuestamente, se encontraba uno de los posibles responsables o complices del bombardeo a mi hogar, hace ya tantos años... Mi mente me jugaba una mala pasada, si se arrepentia, ¿No deberia perdonarle?, al menos, escuchar lo que tiene que decir y dejarle revolcandose en su propia mierda como un cerdo, quizá ese fuera ya castigo suficiente...pero mi otro yo no podia soportar dejarlo asi, necesitaba escuchar lo que aquel hombre escondia y darle un buen puñetazo cargado de haki y imbuido en fuego del infierno, allá donde se merece estar por el resto de sus dias. 
No esperé más allá de unos minutos frente a la puerta, que se veia descuidada y podrida en algunas juntas del marco de madera. Me decidí a entrar.
El lugar era lóbrego, apagado, luces de poca intensidad y mesas grasientas y llenas de jarras y vasos que era mejor no tocar para evitar una infección. La barra regentada por un hombre gordo y calvo, con un bigote descuidado y un mandil lleno de lamparones y manchas de grasa, estaba secando una de las jarras de madera con un paño que, bueno, se queda muy lejos de estar limpio. Busqué con la mirada a alguien como el que Amilka habia descrito, pero no estaba seguro del todo, asi que, armé mis pulmones de valor y, elevando la voz, dije.

-Estoy buscando a Criford, es un asunto importante.-
#10


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