Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Común] [C - Pasado] Cerveza negra y ensalada de frutas
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Día 4 de Primavera, Año 724.

Llevaba un buen tiempo en el Archipiélago Conomi, ya había recorrido suficiente de la Ciudad Cocoyashi, me fascinaba lo suficiente para desear quedarme durante unos días, pero prefería explorar un poco más del Archipiélago, para ser más exactos, quería obtener más información de la Aldea Goza. Había hablado con algunos de los lugareños de Cocoyashi, quienes mencionaron muchas cosas curiosas acerca de la isla vecina, como que tenían una base de la marina instalada en ella. Ahora bien, no solía mezclarme con los marines, era peligroso para quienes cometemos actos relativamente ilegales, obviamente no tenía una reputación como pirata, y prefería que las cosas se queden así, honestamente, tampoco iba gritando a viva voz que lo era, pero siempre es mejor pecar de precavido que de irresponsable, pasar desapercibido a pesar de tener dos alas blancas con una envergadura de casi cuatro metros era curiosamente muy sencillo para mi.

A veces ser muy llamativo físicamente no importaba tanto como el carisma, algo de lo que no disponía, así como tampoco disponía de muchos puntos en las ramas de mi árbol de socialización, al menos en ocasiones, pero a todos nos sucede ¿No? No siempre estamos precisamente muy felices de tener que comunicarnos con otros, a menos que seas una mariposa social. Supongo. Enfoqué mis pensamientos en información importante: La Aldea Goza y los marines. Sabía que acercarme era algo peligroso, pero mientras me mantuviera al margen estaría bien, pero ¿Por qué ir a la Aldea Goza? Si había algo que apreciaba de mi vida no solo eran mis alas, sino la capacidad y libertad que me daban estas, viajar de una isla a otra significaba que tenía la oportunidad de conocer múltiples lugares, culturas, cosas de interés.

Como el festival que se celebraba en Goza en honor al mar, festival que comenzaba precisamente en esta época, primavera y, vaya, había llegado para quedarme, al menos, hasta el día de mañana, antes de regresar a Kilombo a vuelo de Solarian. Goza era… Diferente a Cocoyashi. Era un pueblo mucho más pequeño, costero obviamente, pero pegado a la ladera de las colinas que ascendían desde la rivera de la pequeña isla que formaba parte del archipiélago, la gente era mucho más tranquila, las personas recorrían las calles con algo de prisa, pero no corrían de un lado al otro como animales desbocados, la cantidad de personas concentradas en un solo lugar no era tan grande, por lo que podía llevar las alas semi-plegadas mientras recorría la calle empedrada y observaba los puestos de comida recientemente montados.

La constante energía de Cocoyashi, casi similar a una marea embravecida, se convertía fácilmente en una marea suave y pacífica en Goza, a pesar de la afluencia de personas por el festival. Observé los puestos de comida y juegos, algunos eran competitivos, otros simplemente se trataban de juegos individuales donde te daban premios por puntaje, la mayoría se trataba de premios como peluches, juguetes, por un lado me fascinaba, por el otro no tanto, no era la primera vez que veía un festival, a veces participaba en ellos, pero era más habitual para mí simplemente llegar para hacer mi trabajo y nada más, al menos cuando estaba viajando por trabajo. Ahora mismo estaba de ocio en el archipiélago, nada me impediría disfrutar de la celebración, aunque tenía una transacción que hacer antes.

¿Por qué estaba en un pueblo repleto de marines con una base cercana a él? Si, por las fiestas, obviamente, pero también me encontraba allí para conseguir algo que ya tenía, pero que, por si acaso, quería mantener en mis manos, y no me fue fácil contactar con una persona dispuesta a venderla o intercambiar por ella, por lo que estaba siendo especialmente cuidadoso con este posible trato, primero debía encontrarme con mi comprador y, por supuesto, no podía ser en otro lugar que en la taberna más concurrida por marines de la isla: “La Taberna del Teniente Smith”. Ah, ya con ese nombre sentía que podía detestar aún más el lugar si fuese posible. Cuando estuve frente al lugar, inhalé, intentando no suspirar, tenía un ambiente agradable desde fuera, la música era alegre, probablemente por la época, las paredes de piedra cortada y pulida lucían bonitas y las tejas del lugar lo volvían más acogedor, claro, sería más acogedor si, al entrar, la mayoría no tuviera sus ojos sobre mí, pero mantuve una expresión neutral y crucé el bar.

Llegué hasta la mesa que había descrito mi contacto, aún no había nadie, así que me senté allí, estaba en la esquina superior izquierda, alejado de la mirada de la gente, pero pudiendo peinar la taberna con una sola mirada. Una mesera se acercó con aire autoritario, su cabello ondulado estaba peinado en un moño alto y llevaba un delantal colorido, aunque su diseño era… doloroso de ver, con colores neón.

. – Buenas noches, debe ser un nuevo recluta ¿Qué desea pedir?

Parpadee, solo para entornar los ojos.

. – Vaya, buenas noches, no, no lo soy, simplemente me invitaron. Quisiera una cerveza negra. –Pedí con toda la calma que reuní, a pesar de que ella me miraba con cierta sospecha– Y una ensalada de frutas.

Ella me miró desconcertada ante la última petición, pero asintió antes de retirarse.
#1
Anko
Médica Despiadada
Era ya los últimos momentos que Anko pasaría en la Isla Goza, ubicada en el Archipiélago Conomi ¿Qué hacía tan lejos de su isla natal? O mejor aún ¿Qué hacía tan lejos de la isla donde estaba su base y daba servicio? Una pregunta sencilla de responder, fue mandada hasta allí desde la base G-23 de la marina en Kilombo para entregar cierta información a los altos mandos base G-39, información que aparentemente no podía ser compartida por Den Den Mushi y se necesitaba llevar hasta ellos. También cabe decir que la información a llevar no era en extremo importante, por lo que, al ostentar el rango de Sargento en ese entonces, simplemente se decidió porque partiera junto a un pequeño grupo de soldados rasos que sirvieran de utilidad en caso de alguna emergencia, y claro, eso también les serviría para sus entrenamientos y capacitaciones.

Dentro de una posada de la Aldea Goza, se encontraba el grupo de marines llegados desde Kilombo. Anko como de costumbre, empezó su día preparándose para salir de su habitación y preparar todo para el viaje de regreso, la pequeña misión había sido completada con éxito y el grupo no necesitaba estar más tiempo allí. Los preparativos ya estaban en la cabeza de la joven, ideando como organizarse de forma más rápida y eficiente para partir cuanto antes, pero esos pensamientos tuvieron que ser interrumpidos cuando un leve golpeteo se escuchó en la puerta de madera que mantenía su habitación aislada de un largo pasillo de cuartos de la posada.

La peli marrón suspiró y alistó los últimos detalles en su vestimenta antes de moverse hacia la puerta, tomar el pomo y girarlo. Al abrirla, uno de los soldados rasos que la acompañaban hizo el típico saludo militar, con su mano extendida sobre la cien. — ¡Sargento! — . — Descansa, soldado… ¿Qué es lo que necesitas? —. Cuestionó sin dudarlo, pues no era de las personas que se la pensaba mucho al momento de hablar y siempre prefería ir al grano, directamente a lo importante. El hombre abandonó su postura militar y se acercó un poco más a la espadachina, no sin antes mover su cabeza de lado a lado para cerciorarse que nadie los miraba.

— Parece ser que alguien está interesado en esa página… —. Los ojos de Anko se abrieron de sorpresa, no esperaba que eso sucediera pronto y menos en un lugar como Goza. Resulta que días antes, en su llegada, Anko transportaba consigo un tesoro que había tenido la fortuna de adquirir, una página de la enciclopedia sobre las Akuma No Mi, y por raro que pareciera, ella no estaba interesada en tales objetos, por lo que pretendía deshacerse de ella, y que mejor forma que ganarle algo de dinero a ese pequeño pero importante pedazo de papel. Claro, al ser ella la sargento, no podía estar en busca de un comprador, pues tenía otros asuntos más importantes que atender, así que el hombre que estaba frente a ella en ese momento, fue el encargado de buscar al interesado.

— Bien, aunque no estamos haciendo ningún negocio torcido, no hace falta que seas tan precavido… —. — Talvez no, pero nunca sabemos, un asqueroso ladrón de poca monta podría escucharnos e intentar robarnos —. Dijo el soldado a su sargento. Ella con un gesto de su diestra le dio a entender que no debía preocuparse tanto por ello y su conversación finalizó con los detalles de la reunión y un agradecimiento por parte de Anko. Con eso en mente, la joven abandonó la posada para dirigirse al punto de entrega, “La Taberna del Teniente Smith”, un lugar altamente frecuentado por marines, tanto nuevos como veteranos ¿sería su comprador algún marine de la base G-39? Eso no lo sabía, pero no tardaría en descubrirlo.

Al llegar al mencionado lugar, usó sus manos para abrir la puerta de la taberna, las miradas no tardaron en enfocarse en su figura inerte en el marco de la puerta, los ojos intrépidos de los marines ahí pudieron notar las insignias en su uniforme que identificaban a Anko como una sargento, esto hizo que los soldados más novicios dentro de la organización dejarán de mirarla y se pusieran de nuevo con lo suyo, aunque otros marines más experimentados fueron desviando sus miradas de apoco, no tan pronto como el resto. Sus ojos inspeccionaron el lugar, parecía ser uno agradable y lleno de vida, pero no estaba ahí para beber y disfrutar. No tardó mucho en encontrar la mesa donde se reuniría con el interesado, ahí, la presencia de un hombre de cabello color miel con un estilo peculiar aguardaba por su llegada.

Ella se acercó hasta la mesa y tomó una de las sillas en frente de él para sacarla y tomar asiento. — Soy la sargento Anko Uguisu, es un placer —. Saludó de forma amable al Solarian frente a ella, era la primera vez que veía a alguien de esa raza, hasta ese momento, solo había leído cosas vagas sobre ellos en libros y escuchado algún que otro rumor de las malas lenguas de DemonTooth y Kilombo. — Supongo… Tú eres el interesado en esa página… Debo decir que no pareces un marine como creí… —. Dijo sin tapujos, pero algo era cierto, tampoco estaba ahí para indagar en los objetivos del hombre, además de que por su apariencia, parecía ser alguien noble sin motivos ocultos.
#2
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Esperé el pedido que había hecho con la misma paciencia con la que esperaba a aquel que me vendería lo que estaba buscando, claro que no lo necesitaba, pero tener una de las páginas de la Enciclopedia de las Akuma no Mi era una buena forma de negociar con otras personas, muchos deseaban tener entre sus manos, o garras, una Akuma no mi, incluso más que otras cosas, las personas las buscan activamente, al menos la gran mayoría, otros prefieren dedicarse exclusivamente al haki, sin embargo, aquellos que están concentrados en encontrarlas… Pedirían una buena cantidad por lo que vine a buscar. O podría negociar para que el medio de pago fuese otro, eso dependía de la situación en la cual me encontrase.

La mesera que me atendió anteriormente se acercó a mi mesa a paso lento, su mirada aún tenía un brillo fugaz de cautela, pero también mantenía una expresión desconcertada, probablemente no era habitual que alguien que no fuese un marine frecuente la taberna, aunque frecuentar era una palabra algo fuerte, sería la única vez que me adentraba en esta taberna llena de soldados, sabía que encontrar un lugar donde el vendedor se sintiera seguro era lo ideal, pero honestamente, considerando la cantidad de ojos que en este momento se mantenían fijos en mí, intentando cavar en mi alma y mis secretos, o perforar dos agujeros a través de mi encéfalo, las próximas negociaciones que haría tendrían una ubicación neutral, definitivamente. La mujer de ropa disonante dejó la jarra de cerveza negra, no sin antes colocar una ensalada de fruta frente a mí.

Esbocé una sonrisa amena, desenfadada– Muchas gracias, señorita…

. – Cynthia. –Ella vaciló antes de asentir y retirarse.

Ah, una mujer desconfiada, estaba bien, aunque me parecía curioso que, en un bar de marines, donde todos deberían sentirse hipotéticamente seguros, las personas actúen con cautela, aunque eso probablemente era solo un prejuicio mío. Tomé el asa de la jarra con cuidado, acercándola para darle un trago, pero, cuando el vidrio tocó mis labios, las puertas de la taberna se abrieron de para en par, dejando entrar el bullicio del exterior, pero también permitiendo ver a la persona que se encontraba en el umbral de la entrada. Enmarcada por las luces anaranjadas del festival, una mujer alta, lo suficiente para sacarme al menos unos veinte o treinta centímetros, cabello castaño cenizo recogido en un moño con dos mechones enmarcando su rostro, del mismo modo en que los lentes de montura grande y redonda enmarcaban sus ojos. Llevaba una polera de cuello alto, falda y un abrigo de torso largo que le llegaba hasta las rodillas.

Mis ojos hicieron un rápido escaneo de la vestimenta, deteniéndose en las placas y medallas que la condecoran como miembro de la marina, más exactamente parecía ser una especie de suboficial, sabía un poco acerca de la jerarquía que se imponía dentro de los marines, pero no exactamente los puestos que había, sencillamente una descripción general que me permitía estar al tanto del peligro que representaba cada persona singular o grupalmente. Los ojos de los soldados dentro de la taberna se dirigieron a ella, dándome un descanso momentáneo del intento de lectura astral que intentaban hacerme, los reclutas volvieron a sus conversaciones mucho más pronto que los miembros de mayor rango, aunque algunos continuaban contemplando de reojo a la mujer que había entrado. Eso puede considerarse una entrada dramática, no la mejor que he visto, pero seguro la colocaría en un 5/10, quizás menos.

Cuando los singulares ojos perezosos de la muchacha se posaron sobre mí, noté que les faltaba brillo, un brillo de vida que estaba presente en la mayoría y que los iris eran negros, un negro bastante intenso, como la obsidiana. Mis ojos dorados y relucientes se clavaron en los de ella, el contraste era, seguramente, bastante curioso. Moví mis dedos, golpeando suavemente la mesa con la punta de estos antes de levantar la mano para llamar a la mesera, después de todo, incluso si solo me estaba reuniendo para comprar la página que me ofrecía, quería ser amable con ella… Esperé a que la marine se acerque y se presente, sonriendo de forma tranquila y beatífica.

Moví las alas suavemente, reacomodándolas y pasando mis dedos por entre las plumas de forma sutil, no dije nada ante el vistazo que les echó, era algo habitual, eran enormes y poco comunes a fin de cuentas, también venían pegadas a mi espalda, así que llamarían la atención.

. – Lo mismo digo, sargento. Me llamo Gavyn Peregrino, y soy navegante. –Me acomodé en mi lugar– No, no soy marine, solo soy un civil, pero me interesan las páginas de la enciclopedia, naturalmente, especialmente porque al tiempo que me dedico a trabajar como navegante, también soy biólogo. Entenderá que siento curiosidad no solo por las páginas, sino por las frutas en sí.

Dije, señalando con mi mentón el plato de ensalada de frutas frente a mí, en el cual metí una cuchara para darle un bocado. En eso la mesera se acercó finalmente a la mesa, mirando a Anko con una sonrisa mucho menos desconfiada y más amistosa que la expresión que compuso al verme.

. – Buenas noches, Sargento ¿Qué desea ordenar?

Después de tomar la orden de Anko, la mujer se retiró con un gesto respetuoso, a regañadientes ya que pedí un segundo plato que me llamó la atención: Fainá y encebollado de pescado.

. – Bueno Sargento, supongo que quiere vender la página ¿Qué tal si negociamos que quiere a cambio de ella? ¿O tiene un precio estipulado?
#3
Anko
Médica Despiadada
— ¿Biólogo? Es una buena profesión, dicen que ganan bien en cuanto a dinero se refiere… Sólo procura no llegar a investigar más de la cuenta, a los de arriba puede que no les guste… — Bromeó la muchacha con lo último, refiriéndose claramente a aquellos que por alguna u otra razón deciden investigar de más y quieren desentrañar los misterios de la historia, pudiendo ser un objetivo primordial para el Gobierno Mundial. Sí bien el Solarian era biólogo y no un explorador o arqueólogo, nada quitaba esa posibilidad de encontrarse con cierta información clasificada en sus aventuras.

Cuando la mesera se acercó a la mesa y saludó de forma amable y respetuosa a la espadachina, ésta desvió por breves momentos su mirada de Gavyn para responderle de forma amable, pero con ese tono frío que la caracterizaba — Sake… Me gusta el Sake… — Diría sin más, observando como la mujer se retiraba para traer la orden a la mesa. — ¿Viste su rostro? Parecía no estar tan cómoda con tú orden — No era algo importante, claro, pero le pareció algo curioso a la joven como la mesera tomó el pedido del Solarian, talvez sólo sea porque es un civil y no un Marine como los que estaban acostumbrados a recibir en ese lugar.

Luego de eso, el momento de las negociaciones comenzó, posiblemente un momento corto, pero que traería beneficios para ambos en aquella mesa — Claro, la página que tengo no es tan valiosa como muchas otras así que fijé un precio de trece millones — Dijo sin tapujos, la cantidad podría ser enorme para alguien común, pero algo le decía a la Sargento que Gavyn no era un civil común y seguramente podría cumplir con la cantidad acordada, aunque estaba dispuesta a cambiar la cifra en caso de que ésta no fuera la apropiada para el Solarian.

— Supongo querrás verla con tus propios ojos, así podrás decidir sí es la mejor opción — La peli marrón enderezó su cuerpo para rebuscar en el interior del uniforme la dichosa página, posteriormente la colocaría en la mesa frente a Gavyn, la hoja parecía haber sido arrancada de su respectivo libro y contenía información sobre una Akuma No Mi que por obvias razones, Anko desconocía.
#4
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Una sonrisa se dibujó en mis labios, solo para que un resoplido de diversión escape de mis labios ante la broma de la marine, obviamente no tenía la intención de provocar al Gobierno Mundial, si investigaba, investigaría con el mayor tacto y cuidado para evitar que la información se filtre, después de todo, al final del día, lo que más nos interesa a los investigadores y científicos es el conocimiento y se se puede hacer con este mismo, desafortunadamente eso significaba tener un nivel de curiosidad que a la entidad gobernante hegemónica no le agradaba demasiado precisamente. Sin embargo, si ellos no tienen consciencia o conocimiento de lo que las personas encuentran, entonces no hay daño ¡Por supuesto que no hay daño en investigar! Explorar, cavar, profundizar, avanzar, son conceptos y acciones importantes para las sociedades, quienes nunca se detienen, nunca dejan de crecer.

Naturalmente esto supone un problema para los gobiernos de cualquier tipo, más información, educación y aprendizaje en sí, decantan en la probabilidad cada vez más grande de una toma de conciencia por parte de quienes son gobernados y, por lo tanto, aumenta también la probabilidad de que se inicien revoluciones, protestas. El emblema de los revolucionarios vino a mi mente y la sonrisa en mi rostro se mantuvo, esta vez con una diversión más genuina que la anterior. Negué con la cabeza ante la pseudo advertencia de la sargento, agarré mi jarra de cerveza para beber un trago largo y tranquilo, sin sentirme presionado en absoluto por lo que me dijo mi actual acompañante, a fin de cuentas, no estaba prometiendo nada, por el momento.

. – Bueno, eso depende de quien te lo diga, usualmente los biólogos que se dedican a trabajos más avanzados cobran bastante bien, de momento, me estoy dedicando a tomar muestras para un futuro. –Comenté con la soltura de quien habla de algo de forma recurrente– Oh, si, soy realmente cuidadoso, no tiene nada de qué preocuparse.

Cuando la mesera se acercó, tomé mi plato de ensalada de frutas, comiendo una cucharada generosa de manzana, naranja, frutilla, duraznos, y otras frutas varias, como frambuesas, hice un sonido de satisfacción, comiendo otra cucharada mientras Anko ordenaba, el tono que utilizó me llamó un poco la atención, no dejaba de ser amable, pero, al mismo tiempo, ponía distancia con la mujer que nos estaba atendiendo, era… Curioso. Despegué mis ojos dorados relucientes hacia ella cuando me cuestionó el porqué de la mirada de la mujer respecto a mi selección de comida, decirle que ella no se sentía cómoda no con mi comida, sino con mi persona, era… Algo sencillo de hacer, realmente no tenía problema en mencionar el modo en que las demás personas se dirigían a mí, u otros.

. – Creo que mi pedido solo la desconcertó un poco, pero lo que la incomoda es mi presencia, después de todo este es un bar de marines, la mayoría de las personas que lo visitan son parte de la facción, es poco común ver a alguien entrar a un lugar así. –Mis ojos volvieron de forma fugaz y despreocupada hacia la muchacha de ropa colorida, antes de regresar donde Anko– No me molesta, bueno, lo hace, pero ya no tanto, quiero decir, viajo de un lado a otro, por lo que siempre soy el extraño, creo que reaccionaría igual si no viera a alguien de la facción que domina el bar, o a un cliente habitual, entrando en mi lugar de trabajo.

Expliqué con impasibilidad, cuando la sargento recordó el motivo original por el cual se había movilizado hasta el bar: Venderme la página de Akuma no Mi que tenía en su poder. Una página que me interesaba a la hora de investigar y pensar qué hacer con ella, después de todo no la necesitaba, pero si el interés de alguien se enfocaba en ella, con gusto me encargaría de entregarla también, por medio de negociaciones como las que estaban a punto de iniciar. Saber que no era tan valiosa no me disgustaba, el valor de algo no se mide solo por ciertos indicadores estáticos, o quizás sí, pero se vuelve aún más valioso en las manos indicadas. Si te dan un kilo de limones y tiene poca imaginación o motivación, solo harás jugo de limón, pero quien sí cuenta con las dos primeras cualidades hará limonada, pastel con ralladura de limón, pastafrola, lemon pie, y muchas otras recetas que, a  título personal, no conozco.

. – Eso lo decidiré yo. –Recogí los hombros, manteniendo mi aire beatífico y sosegado, mientras extendía la mano al verla sacar la página e indicar que podía verla.

Tomé la página arrancada en mis manos enguantadas, pasando los dedos por el borde irregular que indicaba que fue extraída de un libro, que tonto era, si había una página, entonces habría un libro, pero mi duda más esencial era: Si las páginas permiten a su dueño encontrar una fruta… ¿Qué es lo que puede hacer el libro?

. – ¿Por qué dices que no es tan valiosa? –La miré con curiosidad, devolviéndole la página con cuidado– Me interesa la página, pero si considero que no es valiosa, espero que no te importe si la revendo. –Dije de forma totalmente honesta.
#5
Anko
Médica Despiadada
La muchacha esperó pacientemente a que su acompañante terminara de inspeccionar el objeto a tratar durante la negociación, no fue una inspección exhaustiva por lo que terminó pronto añadiendo además una pregunta sencilla pero que de alguna forma dejaba ver su curiosidad por el comentario de ella sobre la página de Akuma — No soy una experta sobre las Akuma, pero tengo el presentimiento de que aquella hoja no contiene información de una Akuma altamente valiosa — Habló sin tapujos, y era cierto, su indiferencia sobre consumirlas o no la llevó a no tomarle importancia y no investigar más sobre aquellos frutos de capacidades anormales.

— Tampoco me molestaría algo como eso… Una vez sea tuya podrás hacer con ella lo que quieras… Se podría decir que yo solo busco deshacerme de algo que no ocuparé y obtener un beneficio económico a cambio — Dijo a la vez que esbozada una sutil sonrisa y posteriormente continuar hablando — Nunca me interesó ir en busca de una Akuma, después de todo, me gusta nadar jeje — Sí bien, aquello era cierto y no quería perder su capacidad para nadar al consumir una Akuma No Mi, había algo más “profundo” en sus razones para no decantarse por aquel camino, muy en el fondo, sentía que su verdadera fortaleza estaba en aquella energía llamada Haki.

Una energía igual de poderosa que una Akuma No Mi cuando se desarrollaba al máximo, incluso, en ocasiones se volvía más fuerte al poder hacerle frente a las poderosas frutas Logia, un tipo de fruta que siempre resulta problemática cuando se enfrenta a alguien con ese poder. En eso, llegó a la mesa el pedido de la peli marrón, sus ojos se iluminaron brevemente al poder visualizar su bebida, no era sorpresa para nadie lo mucho que le gustaba el Sake, que, a diferencia del cigarro, sí que sabía controlar su trago sin sentir abstinencia al no hacerlo — Entonces… ¿Te la llevas, Gavyn? — Mencionó antes de darle un pequeño trago a su bebida alcohólica, sintiendo como el alcohol se deslizaba por su garganta de forma rápida, dejando una sensación de quemazón que no resultaba molesta.
#6
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Contemplé a la sargento con ligera curiosidad, para alguien que era parte de la marina, y no parecía ser una erudita en páginas de Akuma no mi, un mero y nimio “presentimiento” no decía mucho, excepto que Anko tenía confianza en sí misma, la suficiente para vender una página de akuma no mi y no titubear a la hora de pensar que no era valiosa. No podía culparla, no sería la primera ni la última persona que por instinto o intuición tenían la idea de que algo poseía más o menos valor o era de una u otra forma, después de todo, en la mayoría de las ocasiones confiaba en mi intuición, aunque prefería fiarme más de mi capacidad para evaluar los hechos y salir de problemas, a pesar de que lo habitual para mi era meterme en ellos. Ladeé la cabeza por un momento, ella realmente se encontraba impávida ¿Sería que no le interesaban las Akuma no Mi?

Asentí lentamente a sus palabras, dándole un trago a mi cerveza– Es posible, pero, como dije, lo comprobaré posteriormente, a fin de cuentas “La basura de uno es el tesoro de otro”.

Esbocé una sonrisa después de citar a Mario Alberto y moví mi jarra de cerveza ligeramente hacia Anko, antes de volver a dejarla en la mesa y comer tranquilamente del consomé con ensalada de frutas mientras la escuchaba activamente, no consideraba estar dividiendo mi atención para nada, podía seguir el ritmo de la charla con relativa facilidad incluso si no la estaba mirando de forma constante. De todos modos mis pensamientos se desviaron hacia lo que ella me estaba diciendo, solo que en profundidad, es decir, para la sargento la página de Akuma no mi y la fruta en sí misma no eran más que objetos que simplemente decoraban su estancia, ya que no los utilizaría, eso podía significar varias cosas: No solo a ella no le interesaban las akuma no mi, tenía una forma de defenderse de ellas que no implicaba haber consumido una, lo que decantaba en otras dos posibles teorías.

. – Eh, en ese caso podría buscar la fruta de la página, me encuentro interesado en tener las capacidades que otorgan las frutas, pueden ser altamente maleables, especialmente para la exploración e investigación. –Reí suavemente ante su buen humor antes de preguntar– Es sorprendente, la mayoría quieren una fruta, tu no, entonces ¿Es posible que prefieras el Haki? ¿O quizás el Kairoseki? –Dejé escapar un jadeo, entrecerrando los ojos– O es una luchadora increíble y podría derrotar a un usuario de Akuma sin siquiera ninguna de esos recursos.

Levanté la solapa de mi abrigo de aviador y saqué de dentro un paquete de cigarrillos, ya llevaba demasiado tiempo sin fumar, por suerte los cigarros que fumaba estaban armados con hojas de plantas de frambuesa, adoraba el sabor que tenían. Golpee suavemente la cajetilla por debajo, sacando un cigarro, me lo llevé a los labios y lo encendí con un mechero rápidamente, tapando el frente para que no se apague apenas intente darle fuego. Sacudí el mechero suavemente para apagarlo y le di una calada al cigarrillo, mirando a Anko con ojos despreocupados, estiré mi mano hacia la página y la atraje de forma lenta, progresiva. Sabía que no me diría nada y que en el bar tampoco me dirían nada por fumar, después de todo muchos marines estaban haciéndolo.

. – Me la llevo, tengo la cantidad de berris que pides. –Deslicé mi mano dentro de la chaqueta de aviador y saqué un sobre de papel madera, sacando una pequeña cantidad de berris que sobraban hasta que quedó en quince millones de berris– Dijiste trece millones, pero 15 me parece lo más justo ¿Los aceptas?

Guardé los berris restantes dentro de uno de los bolsillos interiores de mi chaqueta y le extendí el sobre con el total de berris a su disposición.
#7
Anko
Médica Despiadada
Una sonrisa burlona se formó en los labios de Anko al escuchar las suposiciones de Gavyn sobre si decisión de no ir en busca de una de las poderosas Akuma No Mi, pero entre las tres que soltó, había una que era verdad en ese momento — Todo dependerá de que tan bueno sea el enemigo con su fruta, sí es un tonto, confío… aseguro que lo venceré, pero sí es alguien experimentado, tendré problemas sí no hago uso del Haki — Con ese último comentario, aseguró que su confianza venía precisamente de aquella energía corporal con increíbles capacidades para sus usuarios.

— Pero debo decir que soy una novata en ello, pero así se empieza ¿no? — Su mano enguantada se acercó hasta el contenedor de su preciado Sake para darle un trago largo y profundo, disfrutando del sabor tan peculiar del líquido que para muchos puede resultar desagradable, pero a ella le encantaba, que se le podía hacer. Sus ojos inspeccionaron el actuar del Solarian luego de sus palabras, aparentemente, también disfrutaba del cigarro como ella, o talvez no y solo lo usaba como un medio para sacar el estrés de su cuerpo, fuera como fuera, ese asunto no le concernía a la sargento.

Imitando al joven, ella también rebuscó dentro del uniforme su propia caja de cigarros, hasta podría decirse que era una forma de festejar que el pequeño negocio de ambos había sido un rotundo éxito, fumando casi a la vez en un ambiente agradable. Con un leve soplido, dejó ir el humo de su boca a la par que su mano libre tomaba el sobre con el dinero y lo guardaba en su uniforme, en ese momento, se lamentaba no haber traído algún abrigo o chaqueta que le sirviera como mochila. — La pregunta ofende, biólogo… Por supuesto que los acepto, espero no te suceda nada mientras buscas aquella fruta — Insinuó de nuevo con su tono burlón antes de dar una nueva calada a su cigarro.
#8
Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
Incliné la cabeza ante la reacción de Anko, al parecer mis suposiciones no estaban tan lejos de lo que esperaba, bueno, después de todo las había hecho en base a los hechos que se me presentaban. Aquellos que no utilizaban Akuma no Mi, sin duda tenían que buscar la forma de volverse más fuertes, lo suficiente como para enfrentar el poder y la versatilidad algo tan poderoso como una fruta del diablo, o alguien tan poderoso como un usuario de las mismas, después de todo, como siempre pensaba, a veces los objetos más inútiles se vuelven extremadamente peligrosos en las manos de las personas más capaces o ingeniosas. Había realmente muy pocas opciones para aquellos que no utilizaban las dichosas frutas, el Haki y el Kairoseki, por lo que la aquí presente Anko era acreedora de, obviamente, la voluntad que surge de cada uno de nosotros en diferentes formas, es decir, el Haki.

¿Cómo lo sabía?

Bueno, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Comí la última cucharada de ensalada de frutas después de posar el cigarro en el cenicero, solo para alcanzar la jarra de cerveza negra que había dejado algo abandonada en la mesa y le di un trago, alzando las cejas al ver la confianza con la que hablaba de sus habilidades, no por nada tenía el puesto de sargento después de todo, tenía que tener en cuenta aquello, sin embargo, en este momento sonaba como… Quizá era un símil a un confiado pirata, pero también muy parecido a un marine presumido, que, al fin y al cabo, eran lo mismo pero de bandos diferentes. La viña del señor es extensa y está repartida en todas las facciones. Dejé sobre la mesa la jarra, esta vez alzando una ceja con curiosidad e interés algo más profundos por ella.

. – Para jactarse de tal habilidad debe ser una marine muy distinguida ¿No? Asumo que ha realizado hazañas increíbles que la han llevado a su puesto. –Halagué a la mujer, realmente debía merecer el puesto que tenía, sabía que los marines eran exigentes, al menos la mayoría, pero Anko no tenía la apariencia de una mujer blandengue.

Ante la noticia de que era una novata me sorprendí ligeramente, después de todo la presencia de la sargento era lo suficientemente imponente para rezumar respeto, pero quizás simplemente la estaba viendo con ojos equivocados, o desde el ángulo equivocado. Recordaba un libro que había leído hace poco, donde un grupo de caballeros tenía a una de ellos en entrenamiento de forma casi perenne, a pesar de sus habilidades más que notables, quizás la sargento aquí presente era de ese estilo de persona, aquellos que tienen el poder para hacerse notar, pero que aún no escalan en las filas.

. – Entiendo, ahora tengo curiosidad por cómo los marines distribuyen su jerarquía, sé algo, pero solo superficialmente, supongo que no tiene que ver con el poder que tiene cada uno entre manos ¿O es que prefiere mantenerse en ese puesto. –Cuestioné.

Me llevé el cigarro que había apoyado en el cenicero a los labios, dándole una calada suave, observando a la satisfecha marine que fumaba sosegadamente, más relajada que al entrar al bar, pero con la misma advertencia con la que había comenzado la conversación ¿Realmente creía que me sucedería algo en el camino? ¿O quería liquidarme? Intenté no resoplar ante esta última idea, muchas suposiciones se me vinieron a la cabeza de todas formas, las descarté cuidadosamente mientras el cigarrillo se consumía progresivamente en mi boca.

. – ¿Tan peligroso es indagar acerca de las Akuma no mi? Quiero decir, si, he investigado, pero ¿Por qué el conocimiento sería algo tan arriesgado de obtener? –Parpadeé, entrecerrando los ojos con una mirada de confusión– Mi profesión, la página, las frutas, parece que todo es un campo minado, pero realmente yo no planté las minas.

Dije, recogiendo los hombros y refunfuñando, realmente las personas que investigamos no tenemos la culpa de que el Gobierno Mundial tenga esqueletos guardados dentro de sus armarios, como cualquier gobierno en realidad, pero si celaban de forma tan obcecada la información, no sabía en detalle cual, pero evidentemente protegían aquello que consideraban que les pertenecía, o que podría amenazarlos, con un ahínco terrible, lo suficiente para hacer desaparecer a un supuesto civil que solo quiere indagar en la flora y fauna.
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