Hay rumores sobre…
... una bestia enorme y terrible atemoriza a cualquier infeliz que se acerque a la Isla Momobami.
[Aventura] El terror de Goza [Raid] [T4]
Atlas
Nowhere | Fénix
En el interior de la caverna la batalla se recrudece. A vuestro alrededor, la escarcha ha trepado a toda velocidad aprovechándose de la humedad de la zona hasta formar un gélido tapiz que envuelve la gruta al completo. Si no fuese por lo peligroso del contexto sería hasta hermoso de admirar. Las estalactitas que penden del techo brillan como la puntiaguda barba de un ser de otro mundo, apuntando hacia vosotros y hacia ningún lugar al mismo tiempo. Impasibles. Inmóviles. Longevas hasta rozar lo eterno.

Sin embargo, el monstruo que tiene aterrorizados a los habitantes de Goza no tiene tiempo, ganas ni interés en que podáis reparar en ello. Sólo quiere morder, despedazar y convertiros en sus próximas víctimas. Ansía seguir siendo el superdepredador de su ecosistema. Una lástima que, visto cómo ha sido el transcurso del enfrentamiento hasta el momento, no vaya a poder ser. Las ofensivas lanzadas por la bestia hacia Octojin llegan a alcanzar su objetivo, pero al hacerlo encuentran una oposición firme, decidida y violenta. Tanto es así que en dos de los tres lances la potencia del gyojin es superior a la del monstruo y éste emite un agudo chillido de dolor.

En el momento en que Ray, después de esquivar hábilmente las acometidas del señor de la isla sin sufrir un rasguño, toma la iniciativa puede comprobar que el monstruo ya no actúa como antes. La fiereza de su mirada va desapareciendo, siendo sustituida por una suerte de paz que sólo puede ser la antesala de la muerte. Con sus últimas fuerzas, la criatura intenta bloquear tu poderoso ataque con uno de los golpes que previamente os había lanzado a todos. No obstante, apenas encuentras resistencia y casi puedes notar en el momento del impacto cómo sus músculos se destensan. Todo indica que estáis asistiendo al final del Terror de Goza. Bien, era vuestro objetivo, ¿no?

La potencia del golpe de Balagus no hace sino sentenciar —si no lo estaba ya— al misterioso ser abisal que se había apropiado del lugar. Los brazos del guerrero pesan y los percibe como dormidos, pero eso no le impide aferrar su arma con cuanta fuerza puede y hundirla en el cuerpo del enemigo en un movimiento horizontal rotatorio.

Entonces se hace el silencio. El Terror permanece erguido, aunque aquellos capaces de percibir lo que los sentidos no ven pueden distinguir a la perfección que ya no hay vida en ese cascarón vacío. Como un castillo de naipes al que se le sopla con dulzura, un leve tambaleo precede al colapso de la bestia hacia atrás. ¿Os acordáis de esa presencia, ese ser desconocido que parecía observarlo todo con cuidado y curiosidad desde el acceso al lugar? Bueno, pues me parece que vais a tener que posponer un poco el averiguar quién es o qué quiere. Conforme el cuerpo del Terror de Goza cae en la laguna una violenta y alta ola crece, arrastrándoos con ella y moviéndoos de vuestra posición. Justo en ese momento, antes de que el agua llegue a su ubicación, el tipo misterioso extrae una pequeña daga de la túnica que lleva y la clava en la pared o, mejor dicho, en la escarcha que la recubre.

La grieta se extiende por el hielo de las paredes y el techo, el cual se resquebraja y comienza a caer sobre vosotros como si de sólidos y pesados copos de nieve se tratase. Sin embargo, el problema viene detrás de ellos. Las estalactitas, que hasta el momento han resistido estoicamente todo lo que les ha caído encima, están hartas de aguantar en silencio y sin quejarse. Las constantes sacudidas producto de vuestros lances y los rugidos de la bestia habían conseguido debilitar sus bases y esto que acaba de ocurrir es la gota que colma el vaso. Comienzan a caer precipitadamente desde las alturas. Primero algunas sueltas, pero poco a poco va aumentando el número hasta casi convertirse en una auténtica lluvia de afilada roca que, justo después de que la ola cese, se cierne sobre vosotros.

El estruendo que nace de la roca al desprenderse no sólo viene de encima de vosotros, sino que se extiende por todo el camino que os ha llevado hasta la caverna y se pierde en la distancia. Sí, en dirección al acceso a las grutas. De hecho, cuando al fin os podéis detener para analizar la situación —si es que no estáis agujereados por las estalactitas— encontráis que el camino de vuelta parece estar completamente sellado por un derrumbe de proporciones considerables.

Además, diría que huele un poco raro, ¿no? La estalactitas no sólo han caído sobre vosotros, claro, sino que también lo han hecho sobre el cadáver del Terror de Goza, que flota panza arriba en medio de la laguna. La afilada roca ha conseguido abrir varios orificios en lo que debe ser su abdomen, de los que, además de un olor nauseabundo, escapa un gas azulado que promete ser de todo menos inocuo. Se va expandiendo lentamente por la zona, sin pausa pero sin prisa.

Mates
#21
Octojin
El terror blanco
Joki no Eikyo
KGY300
GYOJIN KARATE
Pasiva
Tier 3
23/8/2024
Las técnicas del estilo emplean el elemento agua en ellas, con lo cual serán capaces de golpear a los usuarios de Akuma no Mi que normalmente contarán con ciertas inmunidades tangibles con normalidad. Por otro lado, siempre que se encuentre en el agua o tenga una fuente de agua de al menos 10 litros a 30 metros, sus técnicas físicas basadas en la utilización del cuerpo causan +40 de Daño adicional y costarán -5 Energía (Hasta un mínimo de 5 Energía). Obtiene [Colisión] +50 en tus ataques cuerpo a cuerpo con el estilo.

Refuerzo III
BUSO601
BUSOSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
3/10/2024
10
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir medio cuerpo y múltiples armas con haki, tornándose estos de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +30 en los daños que aplique el Haki y +15 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo el coste bajara a la mitad)
+30 en los daños físicos desde área afectada y +15 [Resistencia] ante daños y efectos en el área recubierta.

Unami
KGY602
GYOJIN KARATE
Utilidad Mantenida
Tier 6
25/10/2024
64
Costo de Energía
46
Costo de Energía por Turno
3
Enfriamiento
Siempre que el usuario se encuentre bajo el agua puede aprovechar su gran fuerza para impulsarse con mayor [Agilidad] y golpear más fuerte. Si estuviera bajo la lluvia o en un entorno que el agua le cubra medio cuerpo puede obtener la mitad de los efectos por la mitad de la energía.
+10 [Agilidad] y +85 de [Daño]

Sed de Sangre
U82001
ÚNICA
Pasiva Racial
Tier 1
14/8/2024
Los tiburones tienen un instinto predador que se agudiza al oler o saborear sangre. Para Octojin, este instinto se manifiesta de manera aún más intensa, alimentando su fuerza y ferocidad en combate cuando está en presencia de sangre fresca. Al ver/oler/saborear sangre en un radio de 40m el Gyojin obtiene un bono de +5 Fuerza y +5 Agilidad. Además, sus ojos se tornan rojos y su iris se vuelve más pequeño.

Consideramos que un enemigo derrama algo de sangre cuando sufra algún estado de Hemorragia o reciba daños cortantes o perforantes.


Con el último estruendo del Terror de Goza al caer al suelo de la caverna, Octojin sintió el cese del latido de la bestia a través de su puño en contacto con el suyo. Y lo reafirmó con su haki de observación, aunque no hacía falta en realidad. Un intenso alivio lo invadió; había sido una batalla feroz, y su corazón se llenaba de satisfacción al saber que el monstruo finalmente había sido derrotado. Sin embargo, no había tiempo para celebrar nada. A su alrededor, las paredes de hielo comenzaron a crujir y, antes de que pudiera reaccionar, una poderosa ola se levantó al caer el cadáver del Terror al agua. Todo desencadenado en... ¿Aquél tipo sospechoso de la entrada? Quizá, quién sabe.

La ola lo tomó por sorpresa y lo arrastró violentamente hacia atrás, alejándolo de su posición y empapándolo en la mezcla helada y nauseabunda de la laguna. Aún aturdido, se incorporó rápidamente, fijando la mirada en la salida. Pero su camino ahora estaba bloqueado; un derrumbe de grandes rocas y hielo había sellado el acceso. Negó de manera bastante seca, pensando que quizá el peligro solo había comenzado. El eco de las rocas que caían y el crujido de las estalactitas al ceder ante la presión resonaban por toda la caverna, haciéndolo aún más peligroso. Casi que prefería lidiar con una bestia enorme que con la madre naturaleza. Aquella batalla la tenía completamente perdida.

Sin pensarlo dos veces, Octojin se lanzó hacia la salida, golpeando y esquivando los obstáculos que se le interponían en el camino en forma de estalactitas. Con un fuerte bramido, empuñó sus puños cubiertos en Haki y comenzó a golpear algunas de las estalactitas que caían, logrando desviar muchas de ellas, pero algunas, inevitablemente, lograron alcanzarlo. Cuatro afiladas puntas perforaron su carne en el brazo y el costado, y la sangre comenzó a teñir su piel y a escurrir hacia el suelo.

«No hay tiempo para detenerse» se dijo, a pesar del dolor. Sabía que la situación solo empeoraría si no lograba abrirse paso a tiempo. El gas azulado y asfixiante que emergía del cadáver del Terror de Goza comenzaba a expandirse, llenando lentamente el aire con una sustancia densa que intuía nada buena. Aunque estaba respirando con dificultad y el dolor de las heridas recién abiertas amenazaba con entorpecer sus movimientos, el gyojin no titubeó. Aceleró el paso, hasta que al fin se encontró frente a la roca que obstruía la salida.

Con una determinación inquebrantable, Octojin se preparó para realizar un contundente golpe contra las piedras, intentando tirarlo. Sí, quizá era demasiado básico, pero si la fuerza había tumbado a la bestia, podría también tumbar las piedras, ¿no? Sabía que no era solo fuerza física lo que necesitaba para atravesar el derrumbe, sino también un control absoluto de su poder. Respiró hondo, centrándose en el vapor que rodeaba tanto el ambiente como la roca; sentía el flujo de agua en el aire, condensándose en torno a su cuerpo como si fuera parte de él. Alzó su brazo derecho, concentrando su energía y la furia acumulada en ese último golpe.

—¡No permitiré que este maldito lugar sea mi tumba!

Wanto Giri
KGY301
GYOJIN KARATE
Ofensiva Activa
Tier 3
26/8/2024
34
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Un impacto ascendente en que el usuario buscará trazar un gancho mientras golpea el vapor que rodea a su objetivo para elevarlo por los aires del impacto causando [Empuje] hacia arriba un máximo de 10 metros con el fin de dejarlo expuesto mientras cae.
Golpe Básico + [FUEx2,6] de [Daño Contundente]


Con un grito gutural, lanzó un gancho ascendente que golpeó el aire con tal fuerza que se sintió como si el mismo vapor respondiera a su llamado. La onda expansiva se propagó en un cono de fuerza brutal, alcanzando las rocas y el hielo, que comenzaron a crujir. Con suerte, la roca se fragmentaría y volarían hacia todas las direcciones, abriendo un claro en la salida. A poco que abriese un boquete, sería más que suficiente como para hacer el agujero aún más grande. Quizá, después de todo, podrían salir de allí con vida.

Resumen

Matemáticas

stats
#22
Balagus
-
Aun sintiendo sus brazos pesados y lentos como sacos de patatas, Balagus se las arregló para arrancar un buen tajo a una de las garras del monstruo. Sin embargo, no lo vio retroceder, ni alterarse, ni reaccionar en la más mínima manera al ataque. El oni se frenó en su furia violenta, tomando aire en grandes y lentas bocanadas para recuperar el aliento. ¿Estaba acaso muerta la criatura ya? Por lo que había visto hasta el momento, no parecía que aquel leviatán pudiera elaborar planes como hacerse el muerto para tomarles por sorpresa, pero tampoco podía renunciar a todas las posibilidades.

Cerca, a apenas un par de metros de él, pudo un enorme pedazo de garra, desprendido durante la lucha. Era tan grande como un cuchillo largo, y, a ojo, Balagus sopesaba que pesaría el doble. Antes de que pudiera acercarse a recogerla con tranquilidad, la bestia comenzó a caer, inerte, tan grande como era. Reaccionando rápidamente, el oni corrió hacia el trofeo y lo tomó, echando a correr y escapando de ser aplastado por el inmenso cadáver por muy poco. De lo que no pudo escapar, por supuesto, fue del movimiento de agua que causó tras ello, y que lo llevó, incontrolablemente y con toda la fuerza del mar, hasta la mitad más alejada de la cueva.
 
Escupió y tosió el agua salada mezclada con los asquerosos fluidos vitales de la bestia. Ya estaba pensando en cuánta falta le hacía un día entero de descanso en cama y junto a un barril de cerveza, cuando más temblores siguieron zarandeando y destrozando el lugar. Esta vez, no obstante, era la propia cueva quien les atacaba, desgajando estalactitas de hielo desde el techo y arrojándoselas con rabia vengativa.

- Tienes que estar de puta broma…- Masculló entre dientes, mientras aferraba su hacha de batalla y echaba a correr hacia donde recordaba que estaba la salida.
 


Al principio fue bien: cargando su Haki en su cabeza y su espalda, pues supuso que, de caerle alguna, le caerían allí, logró esquivar una esquirla y reventar otra antes de que le impactara. Sin embargo, otra le logró alcanzar, arrancándole un aullido de dolor. Pudo esquivar otra en el último momento, y partir una más a pesar de la debilidad de sus brazos, pero la urgencia por alcanzar la salida le cegó demasiado, y su cansado cuerpo no pudo rechazar las otras cinco estalactitas que le laceraron sin compasión.
 
Y allí no había acabado todo: Octojin, que ya había llegado antes que él, estaba golpeando una puta pared de rocas desprendidas, que obstruían lo que sin duda era nuestra salida. Además, la última venganza del Terror de Goza estaba por mostrárseles aún: una nube de gases siniestros y turbios habían abandonado el cuerpo de la bestia a causa de las grandes estalactitas que caían, y se acercaba peligrosamente hacia ellos.
 
- ¡Madre Tierra, sé que no te he rezado en años, y que mi padre te tomaba por el pito del sereno, PERO TE JURO QUE NO VAS A CONSEGUIR MATARME AQUÍ Y AHORA, PERRA DESAGRADECIDA! – Bramó, retando a la deidad que sus ancestros consideraban la madre de todas las islas.
 
Junto al gyojin tiburón, Balagus levantó su hacha y la lanzó con ferocidad contra la pared de rocas, tratando de ayudar a sus compañeros a salir de allí lo antes posible. Cada movimiento de sus brazos era una oleada de dolorosos calambrazos que le hacían apretar con fuerza los dientes, pero debía poner toda la fuerza que le quedase en tratar de salir de allí, o moriría de la forma más lamentable y estúpida posible: habiendo derrotado a su enemigo.


Resumen

Matemáticas ya no tan belicoseras, pero un poco sí
#23
Ray
Kuroi Ya
La enorme criatura, incapaz de enfrentar al mismo tiempo a los tres poderosos guerreros que habían acudido a cazarla, cayó al fin tras la última andanada de ataques lanzados por los dos marines y el oni. La luz en sus ojos se apagó progresivamente mientras la vida lo abandonaba y caía hacia las aguas. Su voz se apagó, resultando imposible ya percibirla ni siquiera mediante el Haki, en un claro indicativo de que había dejado de existir. Ray respiró aliviado por un segundo, aunque consciente aún de la presencia del encapuchado que, en caso de ser un enemigo, podía complicar y mucho las cosas. Precisamente ese tipo, viendo lo ocurrido, sacó un puñal que clavó en la pared de rocas antes de que el peliblanco pudiera hacer nada por evitarlo.

Precisamente por haber centrado su atención en esa figura el joven marine no fue capaz de ver la ola que se dirigía hacia él. Y no solo hacia él, pues la caída del monstruo muerto al mar había provocado que este se enrabietara, golpeando todo a su alrededor con gran furia. La fuerza de la ola lanzó al militar de cabellos plateados hacia atrás pese a que se encontraba en el aire. Incapaz de detenerse ni de controlar su trayectoria, recorrió la distancia que le separaba de la pared en muy pocos segundos. Aunque, dado que ya había empezado a ralentizar su involuntario movimiento cuando este se detuvo abruptamente al chocar contra la pared de la cueva, el impacto no fue especialmente duro. Un sutil latigazo de dolor invadió su espalda, lugar en el que se había golpeado, mientras recuperaba la compostura. Lo logró justo a tiempo para ver que, fruto de la grieta provocada por la daga del encapuchado, muchas de las estalactitas que habían contemplado desde el techo de la gruta su combate frente a la peligrosa bestia caían ahora sobre ellos.

El alférez, veloz como siempre, se movió para evitar que aquellas mortales e improvisadas armas acabaran con él. Voló hacia abajo en diagonal para evitar tres de ellas, dando al aterrizar una voltereta con la que se libró otras tres para acto seguido volver a lanzarse hacia arriba en oblicuo, consiguiendo no ser golpeado por ninguna de las diez puntiagudas rocas que pasaron cerca de su posición.

Para colmo, en cuanto hubo recuperado la compostura, sus antenas le avisaron de un nuevo peligro. Un extraño aroma procedía del cadáver de la bestia, cuyo estómago había sido abierto por las afiladas rocas. De él emanaba una especie de vapor azulado que no auguraba nada bueno. Este iba extendiéndose de forma lenta, pero segura, y si no se daban prisa en salir de allí probablemente no pasaría demasiado tiempo hasta que ocupase toda la superficie de la caverna, que parecía haber quedado sellada producto del desprendimiento.

Pero ni Ray ni sus acompañantes tenían en mente morir allí. O al menos no en aquel momento. Mientras Octojin y Balagus se dirigían a una de las paredes y la golpeaban con fuerza para intentar abrir un agujero, Ray intentaría localizar al encapuchado. Dado que se encontraba en la parte más profunda de la gruta parecía imposible que la hubiera abandonado, y si lo había hecho tenía que haber dejado un camino tras él. Su Haki, su vista de zángano y sus antenas sin duda podrían darle más datos al respecto.

Resumen


Números
#24
Atlas
Nowhere | Fénix
Hay que ver. Ni después de muerto el Terror de Goza deja de intentar acabar con nosotros. No obstante, por si no lo tenía claro en vida, vuestros movimientos dejan claro en su muerte que no estabais destinados a morir entre sus fauces. Bueno, Balagus parece que lo ha pasado un poco peor, pero sigue con vida y no parece que nada más vaya a caer del techo. Aún quedan algunas estalactitas que os observan desde lo alto, impertérritas, pero son tan gruesas y su base tan amplia que transmiten una imagen de seguridad capaz de despejar cualquier miedo... Bueno, yo no pasaría por debajo por si acaso, ¿para qué nos vamos a engañar?

En otro orden de cosas, el golpe conjunto de Octojin y Balagus no encuentra un oponente digno en la roca que tapona la salida. Como si de una irregular figura de cristal se tratase, la piedra se rompe en un sinfín de pequeños fragmentos que salen disparados en todas direcciones. Algunos salen despedidos hacia lo alto y chocan contra el techo de la oquedad natural, otras se hunden más en el camino que conduce hasta la gruta y otras salen rebotadas hacia vuestras espaldas. Estas últimas atraviesan el humo azulado que continúa propagándose lentamente. A pesar de pasar a su través apenas provocan una leve distorsión del mismo, lo que confirma lo denso y espeso de su naturaleza.

Ahora que habéis conseguido romper la roca que obstruía la salida podéis... Un momento, ¿qué es esto? ¿Más piedras? ¿Cómo va a haber más piedras detrás de la piedra principal tras un derrumbe? De toda la vida del Señor se cae una piedra nada más... Bueno, en este caso parece que no ha sido así. Cuando conseguís salvar el primer escollo os topáis de lleno con más piedras que parecen haber colapsado el pasaje natural que conducía a la cueva. Nada impide que continuéis con vuestra titánica labor, por supuesto, pero parece que el humo va más rápido de lo que vosotros rompéis piedras. No tengo claro hasta dónde alcanza el derrumbe, por lo que a lo mejor sería buena idea pensar en otra alternativa por si ésta no resulta ser suficiente.

Con respecto al zángano, evade grácilmente las estalactitas cual gimnasta rítmica sobre el tatami e intenta enfocarse en localizar a la misteriosa figura encapuchada. Si rebobinamos un poco en el tiempo y nos paramos a pensar en la posición de la figura, os habréis dado cuenta de que en algún momento durante la lluvia de piedra parecía que se aproximaba, para vuestra sorpresa, a la laguna. La velocidad a la que se desplazaba estaba lejos de ser la de una persona normal, por descontado, y no parece haber manchas de sangre en el suelo que hagan sospechar que alguna de esas estalactitas haya podido alcanzarle.

En cualquier caso, lo cierto es que la presencia en el momento actual se localiza... ¿detrás de la pared? Sí, se encuentra quieta en torno a unos quince o veinte metros detrás de la pared en el extremo norte de la gruta. No parece haber temor o angustia en su presencia. En caso de que intentéis llegar hasta esa posición a base de golpes, comprobaréis que ahí la roca retumba tras los impactos pero en absoluto cede como lo han hecho las rocas desprendidas. No sé qué grosor tendrá esa pared en concreto o qué minerales la compondrán, pero todo hace pensar que en esta ocasión va a hacer falta algo más que pura fuerza bruta para salir de la situación.
Humo azulado
#25
Octojin
El terror blanco
El escualo había lanzado un golpe con toda su fuerza, logrando perforar parte de la pared de piedra gracias a la técnica de su Gyojin Karate. Durante un instante, la esperanza se encendió en su mente, creyendo que quizás, finalmente, habían encontrado una salida empleando el mismo recurso que había usado para acabar con aquella bestia: La fuerza. Sin embargo, cuando la primera capa de rocas se desmoronó hacia adelante y se hicieron añicos a su alrededor, su rostro se tornó en una expresión de frustración. Tras aquella barrera de piedras no había más que… más rocas.

—Maldita sea —murmuró, pasándose una mano por la frente y sacudiendo la frustración que empezaba a acumularse. Parecía que cada esfuerzo solo los conducía a otra capa de obstáculos. Como si el Terror de Goza, incluso en la muerte, estuviera determinado a encerrarlos en esa prisión húmeda y helada.

Se obligó a calmarse, respirando profundamente para evitar otro arrebato de ira inútil. De repente, una presencia levemente percibida a través de su Haki de Observación llamó su atención. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Esa presencia… era extraña, casi como un reflejo oscuro que aguardaba en las sombras. No estaba demasiado lejos, pero su ubicación era confusa, como si se encontrara más allá de los límites físicos de la cueva. Aquello le hizo mirar en la dirección donde se ubicaba, teóricamente, esa presencia. ¿Acaso era aquella figura misteriosa que había divisado y percibido antes? Volvió su mirada a sus compañeros, encontrando en sus ojos la misma urgencia de salir de allí cuanto antes. El tiburón sabía que Ray habría percibido esa presencia casi con total seguridad, pero desconocía si Balagus dominaba el haki de observación como ellos.

—¿Lo notáis? Esa presencia... ¿Será el tipo de antes? —les dijo con una voz tensa, apuntando hacia la dirección donde la percibía. No sabía con certeza si esa figura estaba allí para ayudarlos o para verlos sucumbir en aquella trampa, pero era lo único que podían seguir. Si el tipo había estado dentro con ellos y ahora parecía encontrarse fuera, la lógica decía que debía haber encontrado una salida, ¿verdad? Bueno, quizá es la esperanza la que estaba pensando por Octojin.

Sin más opciones, el habitante del mar tomó una decisión: debían dejar la fuerza bruta de lado —al menos temporalmente— y optar por una ruta que solo él, como gyojin, podía ofrecerles. Una por el agua, allá donde habían vencido a aquella bestia.

— Aunque empleemos toda nuestra fuerza... No creo que podamos salir antes de morir. Ese gas se está acercando demasiado y no tiene buena pinta. Vamos a tener que ir buceando.

El tiburón se preparó para las miradas de duda y resignación, que probablemente saldrían de Balagus y Ray. Al menos este último no podía nadar, por lo que tendría que hacer un ejercicio de confianza en el gyojin. Octojin sintió el peso de la responsabilidad en sus hombros al observarlos, sabiendo que eran sus compañeros los que confiaban en él para sacarlos de aquella trampa mortal. Ray, observando con rapidez la situación, lanzó un comentario en tono urgente sobre el gas, pidiéndonos que no lo respirásemos. El gyojin asintió, rasgando su camiseta y haciéndose una improvisada mascarilla, atándosela alrededor de la cabeza. Ofreció tela rasgada a Ray y Balagus, por si querían coger.

—Ray, Balagus, subid a mi espalda —dijo mientras se agachaba, poniéndose de rodillas y moviendo la mano para señalar la zona a la que se dirigiría—. Como dice Ray, el gas probablemente sea venenoso, así contad mentalmente conmigo hasta tres cuando os subáis. Intentaré coger todo el aire posible y saldré corriendo a toda velocidad.

Octojin inhaló y exhaló. Apretó los labios y respiró hondo, llenándose los pulmones de aire limpio, y cuando contó hasta tres, salió corriendo en dirección al agua. El tiburón se dio un golpecito sonoro en el muslo cada vez que incrementaba de número, ayudando así a sus aliados que contasen a su vez.

El gyojin sintió la frescura de la laguna envolverlo, algo que, pese a la peligrosidad de la situación, le brindaba una sensación de familiaridad. Para él, el agua era su elemento, su santuario. Miró hacia Balagus y Ray, los cuales deberían estar aferrados a él mientras comenzaba a bucear lo más rápido que podía. Con fuerza renovada, Octojin se impulsó a toda velocidad, deslizándose por el agua con la destreza de un depredador marino.

Las burbujas formadas por el desplazamiento surgían a su alrededor, y cada movimiento era calculado y preciso. Podía sentir la presencia oscura como una guía extraña y misteriosa que se encontraba delante, lo cual lo mantenía concentrado. Sabía que si sus cálculos eran correctos, podrían salir de allí y encontrarse con esa figura, o al menos buscar algún camino que les permitiera escapar. No tenía ninguna intención de quedarse en esa cueva a merced de un humo letal.

Finalmente, emergieron en un área donde el agua era menos profunda y donde una tenue luz parecía filtrarse entre las rocas. Sin soltar a sus compañeros, Octojin ascendió hasta alcanzar la superficie y los ayudó a salir. Balagus recuperaría el aliento en cuanto alcanzara tierra firme, sin embargo con Ray tuvo que destinar algo más de tiempo, dándole un par de palmaditas en la espalda. Quizá durante el trayecto había tragado algo de agua.

Mientras Octojin se enderezaba, observó con más atención la dirección donde sentía la extraña presencia. Debía estar allí cerca, y necesitaba centrar su atención en ella, analizándola con una calma inquietante. Después de todo, si no les había atacado antes... ¿Quizá ahora tampoco?

En ese momento, el escualo sintió cómo su respiración comenzaba a normalizarse y cómo el alivio de estar fuera de la cueva le permitía despejar la mente. No sabían quién era esa figura, pero estaba claro que había influido en lo ocurrido en la cueva, o al menos tenía algún tipo de interés en ello. Octojin no podía evitar pensar que había algo más allá de lo que veían, una explicación oculta entre las sombras.

Con una última mirada a sus compañeros, Octojin decidió que quizás, después de todo lo que habían pasado, era momento de que todos ellos buscaran respuestas, sin importar lo enigmáticas o inciertas que pudieran ser.

Resumen

Matemáticas

stats
#26
Balagus
-
La gran roca que bloqueaba su vía de escape no pudo soportar el golpe combinado del enorme tritón y el salvaje oni, y se desmoronó en una lluvia de guijarros y peñascos. Pero el esfuerzo fue en vano, y sólo reveló más y más piedras detrás de ella. Aquella salida ya no era una opción.
 
- ¡PUSHDUG! – Maldijo con rabia en la lengua de mis ancestros. El esfuerzo le había dejado  jadeando, y el lacerante dolor de sus múltiples heridas, varias de ellas sangrantes, le drenaba rápidamente sus energías.

Trató de encontrar algo, lo más mínimo, que les sacara de allí… pero tal opción no parecía posible. No obstante, tanto Octojin como Ray parecían haber encontrado algo que se escapaba a los sentidos del oni. En cualquier otra situación, les habría tomado por locos e insensatos tratando de buscar salidas donde no había más que una muerte amarga, pero Balagus no estaba nada dispuesto a sufrir tan deshonroso final, y cualquier opción ya le parecía mejor que no tener opción. Con gesto agotado, asintió con la cabeza, ajustó su hacha en sus correas, y se levantó, sacando fuerzas de flaqueza y casi obligando a su cuerpo a moverse contra su voluntad.

Antes de aceptar el rasgón de tela que el escualo le ofrecía, el oni rescató los últimos trozos de carne de su pequeño saco bajo el cinto, los devoró con avidez, y desgajó rápidamente la áspera y congelada tela para tratar de tapar la mayor cantidad posible de su lacerada espalda, y se puso el improvisado pañuelo en la boca, también.
 
Aunque la lógica le empujaba a rehusar el ofrecimiento de subirse encima de Octojin, presentía que aquel gyojin era realmente fuerte, y él estaba cansado y malherido, de manera que, teniendo en cuenta todo, aceptó la ayuda y tomó todo el aire que pudo en sus pulmones. A la cuenta de tres, el escualo los llevó a toda prisa, tratando de mantenerse lo más bajo posible hasta llegar al agua.
 
A pesar del ardor que sentía en sus brazos, sujetos a la áspera piel del gyojin a pesar de empuje al que le sometía el agua, Balagus se negó a soltarse, e incluso aferró con fuerza a Ray contra la piel de su salvador acuático, previniendo que se pudiera soltar.
 
Y, finalmente, el recibimiento del aire, una vez más. Tosiendo y jadeando, el oni pudo trepar hasta las rocas en superficie, trayendo consigo al propio Ray, y aceptando de buena gana la asistencia de Octojin.
 
- A… ayúdale a él mejor. Yo… estaré bien… en un rato. -

Mientras luchaba por volver a reunir aire en sus pulmones y  por sobreponerse al dolor muscular en sus brazos, que se unía al que aún castigaba su espalda y su pecho, aún sintió que no estaban solos allí. Lentamente, el oni volvió a sacar su hacha con cautela, manteniendo en ella todo su Haki en caso de necesidad.
Refuerzo II
BUSO401
BUSOSHOKU
Haki básico
Tier 4
2/10/2024
8
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir hasta dos extremidades o dos armas con haki, tornándose estas de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +15 en los daños que aplique el Haki y +5 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo, el coste bajará a la mitad)
+15 en los daños físicos con Haki imbuido y +5 [Resistencia] ante daños y efectos en el área.


Resumen

Números
#27
Ray
Kuroi Ya
Ray no se sorprendió demasiado al ver que los esfuerzos de Octojin y Balagus por derribar la pared a golpes no resultaban especialmente fructíferos. Al fin y al cabo se encontraban en el fondo de una gruta cuya salida estaba hacia el otro lado, lo más probable era que detrás de esas piedras hubiera más piedras.

Sin embargo el joven marine consiguió darse cuenta de un detalle muy importante al seguir con su Haki la presencia del encapuchado. Este ya no se encontraba en la cueva, sino que su voz podía percibirse más lejos, a unos quince o veinte metros más o menos. Fuera de aquella trampa mortal. Y Ray, que había estado siguiendo su rastro de forma prácticamente ininterrumpida, se dio cuenta rápidamente de cómo había logrado escapar. Bajo el agua, buceando y atravesando la pared desde abajo. Pero eso planteaba otro problema. Él era usuario de una fruta del diablo, lo que significaba que el agua del mar era su enemigo natural. No podía nadar, mucho menos llegar por su cuenta hasta el otro lado. Por suerte su amigo era una solución más que evidente. Como buen gyojin, la habilidad para moverse bajo el agua de Octo era absolutamente envidiable, y su fuerza física era mucho más que suficiente para llevar a Ray a cuestas.

Por otro lado estaba el problema de que Balagus había terminado bastante malherido el combate contra el Terror de Goza, sobre todo tras el desprendimiento de las estalactitas. ¿Sería el escualo capaz de cargarles a ambos? El oni era considerablemente más pesado que el humano, pero confiaba ciegamente en las capacidades físicas de su amigo. Así que cuando compartieron la información disponible entre los tres y el habitante del mar les indicó que subieran a su espalda, al peliblanco no le sorprendió.

Siempre resultaba fascinante pensar en cómo las capacidades de los distintos miembros de la brigada se complementaban a la perfección. Taka con sus cortes y tajos rápidos a los que resultaba realmente difícil reaccionar, mientras Camille aportaba la fuerza en el manejo su enorme arma. Octojin con su enorme fuerza física y su capacidad para combatir bajo el agua. El propio Ray con su velocidad y su capacidad para volar e infiltrarse. Atlas con su versatilidad y sus habilidades curativas. Masao con ese poder extraño con el que podía dejar inconscientes a sus enemigos, y Alex, la última incorporación, con su agilidad y su capacidad para atacar sin ser vista y colarse por cualquier recoveco. Constituían una unidad que, aunque extremadamente atípica por su forma de ser y sus convicciones, estaba excelentemente cohesionada y tenía una eficacia verdaderamente sorprendente.

Pero volviendo a la situación en la que se habían visto envueltos, parecía claro que el gas azulado que emanaba de las entrañas de la bestia muerta como un siniestro vapor no era inocuo. O al menos, las probabilidades de que no lo fuera eran más que elevadas. Por si acaso no era recomendable que ninguno de los tres lo inhalara, así que el joven de cabellos plateados lanzó una advertencia a sus compañeros antes de ponerse en movimiento:

- Tapaos la nariz antes de entrar en la zona de ese gas azulado. Algo me dice que no es conveniente que lo inhalemos.

Una vez se hubieron puesto de acuerdo el alférez se encaramó a la espalda de su enorme compañero y se agarró con fuerza. Era consciente de que una vez en el agua podía incluso perder el conocimiento debido a sus poderes, y así se lo hizo saber al gyojin para que lo tuviera en cuenta y no se soltase. Y cuando estuvieron preparados inhaló aire lo más profundamente que fue capaz y se tapó la nariz y la boca con una mano mientras se mantenía agarrado a Octojin con la otra. Sintió el contacto de su cuerpo con las frías aguas y notó cómo las fuerzas le iban abandonando. Solo esperaba que el viaje no fuera excesivamente largo, aunque la distancia a la que podían percibir la presencia del encapuchado hacía presagiar que no tendrían que pasar mucho tiempo bajo el agua.

Resumen


Números
#28
Atlas
Nowhere | Fénix
Yo diría que no parece que haya otra salida, ¿no? Es el agua o darle porrazos a las rocas y rezar para poder destruirlas más rápido de lo que se mueve el gas. ¿Qué queréis que os diga? Viendo lo que el vapor le está haciendo al cuerpo del Terror de Goza, casi que vuestra idea me parece la más sensata. Conforme os vais acercando al agua y tenéis el cuerpo del monstruo más cerca, acertáis a ver cómo, una vez fuera de su aparato digestivo, el gas va corroyendo a una velocidad desproporcionada la dura y resistente piel de escamas del leviatán. Diría que el olor a podredumbre se hace patente, pero no, el gas actúa mucho más rápido y el único olor desagradable que continuáis detectando es el de las entrañas del coloso de las profundidades.

Os sumergís por completo unos instantes antes de que el humo alcance vuestra posición, condenando a la caverna a quedar envuelta en esa atmósfera letal durante a saber cuánto tiempo. En cualquier caso, eso será problema del siguiente que intente asomar el hocico en ese lugar. Si es que alguna vez llega a ir alguien, claro. Con respecto al agua, enseguida os queda claro que el Terror de Goza se alojaba en la zona, porque la temperatura del agua es alarmantemente baja. Tal vez tenga algo que ver todo ese hielo que la criatura ha estado produciendo en su enfrentamiento contra vosotros, claro, pero el hecho es que hace un frío que pela. Menos mal que hay un gyojin haciendo de taxi submarino, porque me sé de uno que tiene que estar de lo más débil y ese frío le habría venido bastante mal como hándicap añadido.

Sea como sea, una vez sumergidos podéis divisar tres cosas —quienes tengan los ojos abiertos, claro—. En primer lugar, que la laguna es mucho más grande de lo que hace pensar su superficie. En el área que veis caben tranquilamente y de manera holgada cincuenta monstruos como el que habéis enfrentado —no, no hay más, tranquilos—. Del mismo modo, una gran fuente de luz hace pensar que en dirección sur hay una salida submarina hacia el aire libre, pero con las dimensiones de la cueva subacuática es difícil estimar a qué distancia se encuentra y Balagus y Ray no pueden contener la respiración para siempre. Hacia el norte, en la dirección que se encuentra la presencia, se puede divisar el acceso a una gruta que, de no tener la guía de la presencia, tal vez no veríais con igual claridad. No es un orificio pequeño, puesto que diría que el monstruo podría pasar a su través, pero no tiene nada que ver con el tamaño del resto de la caverna natural.

Al recorrer el túnel termináis por acceder a una zona similar a la que dejáis atrás. El agua conforma una laguna de la que salís para toparos con un área en la que queda claro el hombre no ha puesto nunca un pie. Rocas húmedas se esparcen por doquier, de todas las formas y tamaños. De un sinfín de grandes estalactitas en el techo —mucho más grandes que las que se desprendieron sobre vosotros— se produce un goteo que con el paso de los años, quizás incluso siglos, ha ido dando forma a estalagmitas tan altas como Octojin. Arriba, en lo más alto —como a unos veinticinco metros sobre vosotros—, un gran orifico permite la entrada de los rayos del sol, lo que ilumina un área circular justo sobre la superficie de la laguna. Diría que por ese agujero entra Balagus sin demasiado problema.

Pero la pregunta es: ¿os vais a ir ya, con lo bien que nos lo estamos pasando? Ya hablando en serio, aquellos capaces de percibir podéis distinguir la presencia. Se encuentra yendo hacia el este, como a unos cien metros atravesando el bosque de estalagmitas que tenéis ante vosotros. En caso de que decidáis acercaros, conforme lo vayáis haciendo podréis escuchar un gimoteo distante que cada vez se irá haciendo más claro, así como violentos golpes que esporádicamente hacen estremecerse a las estalactitas —a Balagus no le gusta esto—.
#29
Octojin
El terror blanco
Percepción III
KENB601
KENBUNSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
20/10/2024
9
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones que exterioricen y de forma superficial las hostilidades que realmente tienen. Así como estimar de forma general quién es alguien más fuerte o más débil que él. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +10 [Reflejos].
Área: [VOLx15] metros | +10 [REF]


Octojin emergió de la helada laguna mientras sus ojos se entrecerraban por la fuerte luz que se colaba desde arriba, iluminando un círculo claro sobre la superficie del agua. A su alrededor, el área era un espectáculo impresionante, aunque lúgubre.

No tenía claro si el resto de sus acompañantes habían llevado los ojos cerrados durante su viaje, pero el espectáculo en el agua había sido digno de ver. Pese a que parecía una simple charca con poco más que unos metros de profundidad, el agua era el refugio de unas profundidades mayores con unas dimensiones que no se habría atrevido a pensar antes. Tuvo una gran tentación de explorar la zona, pero pronto se dio cuenta de que no era posible. Cargaba a dos seres que no podían respirar en el agua, por lo que debía ser rápido y llegar a la orilla.

Cuando lo hizo, las enormes estalactitas en el techo, varias veces más grandes que las que casi los matan antes, se extendían amenazantes, y el sonido del agua goteando desde sus puntas formaba estalagmitas en el suelo, algunas tan altas como él mismo. Era un sitio que parecía sacado de una pesadilla o un cuento de terror, a decir verdad como la cueva en sí misma. Y, por supuesto, los destellos de luz entre las sombras hacían el ambiente aún más tenebroso. La guinda que culminaba aquél pastel con olor a humedad y sensaciones extrañas.

Mientras se movía con cuidado entre las formaciones rocosas, Octojin decidió enfocarse en su Haki de Observación para intentar detectar la presencia que habían estado persiguiendo y que tanto le llamaba la atención. Podría decirse que ya era algo personal, necesitaba saber quién era ese tipo. Tras unos segundos de concentración, la localizó en dirección al este, a unos cien metros de distancia. No parecía moverse con rapidez, lo que le daba algo de tiempo para planear su siguiente movimiento con Ray y Balagus.

—Está al este —dijo en voz baja, lo suficientemente fuerte para que sus compañeros lo escucharan—. Parece que todavía sigue en esta dirección, no se ha ido muy lejos.

El camino era traicionero. Las estalagmitas creaban una especie de bosque de piedra, difícil de atravesar sin rozarse con sus afiladas puntas, y el terreno estaba irregular y resbaladizo. El gyojin notaba la incomodidad del ambiente en sus propios músculos, que aún resentían el frío del agua helada en la que habían estado sumergidos.

El tiburón chequearía a Ray, ofreciéndole su espalda como apoyo si lo necesitaba. El estar en contacto con el agua era una gran debilidad que debía cargar por haber consumido una akuma no mi. Y quizá le costaba un poco arrancar.

En cualquier caso, el tiburón respiró hondo antes de hablar de nuevo. Aquel lugar tenía algo opresivo que parecía hacer el aire más denso y pesado, como si hubiera una advertencia en el mismo silencio que llenaba la cueva.

—Más vale prevenir, chicos, id con cuidado. Parece que esta cueva nos sigue poniendo obstáculos en cada paso —comentó, observando el suelo y los muros, claramente antiguos, húmedos y cubiertos de escarcha en algunas partes—. Esto está tan oscuro y mal iluminado que parece que a duras penas los rayos del sol llegan aquí.

Balagus, algo más atrás, le había comentado que él estaría bien si le daban unos momentos. Sin duda debido a su estado avanzaría más despacio, escudriñando cada rincón con desconfianza. Aunque estaba bastante golpeado y agotado, su mirada denotaba una determinación feroz.

—Puedo cargar con ambos sin problema si lo necesitáis —comentó, intentando aplicar un tono amable para que no se sintieran inferiores por ello. Su fuerza era su principal virtud, y cargar con varios cientos de kilos no era ningún problema.

Octojin hizo un gesto para que sus compañeros lo siguieran mientras continuaban en dirección este, donde la presencia marcaba. Sentía su corazón latiendo con fuerza mientras los ecos de sus pasos resonaban en la cueva. En medio de la marcha, aprovechó para dirigirse a ambos:

—¿Qué pensáis hacer? Yo… tengo un mal presentimiento, pero no pienso dejar a ese encapuchado escapar sin más. Ya hemos llegado hasta aquí y necesito saber quién diablos es —dijo con determinación, mirando a Ray y luego a Balagus.

A cada paso, el gimoteo que escuchaba a lo lejos se hacía más nítido. El sonido era extraño, como el llanto de alguien que sufría en la lejanía. ¿Qué le estaría pasando a ese tipo? Por momentos, el gimoteo era interrumpido por violentos golpes que sacudían las estalactitas en lo alto, haciendo que algunas piedras pequeñas cayeran cerca de ellos. El gyojin notaba cómo la tensión del momento era cada vez mayor. Llegando incluso a ser molesta.

A pesar de la confianza que mostraba, Octojin no podía evitar una leve inquietud. Ese gimoteo y los temblores le resultaban cada vez más desconcertantes, como si aquel lugar ocultara secretos antiguos y peligrosos. Y, generalmente, lo antiguo y peligroso suele salir caro a quien intenta indagar. Al acercarse más hacia el este, el gyojin se dio cuenta de que el llanto parecía provenir de una pequeña abertura entre dos estalagmitas enormes, tan altas y delgadas que parecían amenazar con desplomarse en cualquier momento.

—Aquí es —murmuró Octojin, deteniéndose justo antes de cruzar la entrada de la nueva caverna que se abría ante él.

El escualo intercambiaría miradas con los tres, dando un paso adelante, dispuesto a adentrarse en aquella penumbra helada. La curiosidad mató al gato, ¿mataría también al tiburón? A su alrededor, los ecos del gimoteo se volvían más intensos, llenando la cueva con un aire de tristeza y sufrimiento. Era como si cada pared de roca, cada estalagmita y cada centímetro de aquel suelo húmedo contuviera un eco de algo perdido hacía mucho tiempo.

Con el Haki de Observación aún activo, Octojin sentía la presencia de su objetivo cada vez más cerca. Intentaría percibir si su presencia era hostil, o el poder de su ser, aunque probablemente ninguna de las respuestas que recibiese a ello fueran suficientes como para cesar su empeño en entrar a por todas y descubir qué o quién era aquél que estaba sollozando. Su respiración era profunda y controlada, concentrado en mantener la calma a pesar del peso del ambiente que lo rodeaba.

—Sigamos adelante, pero con cuidado. Quienquiera que esté detrás de todo esto, no creo que quiera recibirnos con los brazos abiertos —murmuró, avanzando con un paso firme.

Sin otra palabra, Octojin lideraría el camino, completamente decidido a encontrar a quien había observado su batalla en las sombras y ahora estaba sollozando.

resumen


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#30


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