Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] [T4] - Capítulo de Fay
Son Goku D. Namek
Dr. Goku
61 de Verano a las 1 A.M.

[Imagen: 2w4nQEV.png]

Recapitulando una historia pasada, porque el pasado es eso, algo que ya pasó. Así que las recapitulaciones son el mero hecho de revivir y volver a los capítulos que conforman nuestros días. Pero este capítulo pasado, un capítulo en particular, estaba muy cerca de lo que nuestro actual héroe (o villano) buscaba hacer con su vida, y además, con la vida de más personas. La historia que narraremos recapitula lo sucedido la noche anterior a los sucesos que cambiarían la vida de Mayura, Fay y muchos de los jóvenes que vivían bajo el yugo de los piratas de Oz.

Esa noche en el campamento, el ambiente estaba lleno de una tranquilidad casi etérea. Bajo el cielo estrellado, los miembros del grupo descansaban en silencio tras una jornada de aventuras y risas, el sonido de la fogata crepitando suavemente era el único que llenaba el aire. La calma se extendía como un manto protector en torno a ellos, mientras la luna derramaba su suave luz sobre el claro del bosque donde se habían instalado, rodeados de altos árboles cuyas sombras proyectaban formas cambiantes y misteriosas sobre sus rostros.

La fogata, a medio consumirse, lanzaba destellos anaranjados y rojos que bailaban en las miradas de aquellos que aún no caían bajo el hechizo del sueño. Fay, la joven de cabello claro y rubio, casi como la ceniza, casi albina, parecía especialmente pensativa esa noche. Sentada cerca de las brasas, removía con suavidad un pedazo de rama entre las cenizas, como si buscara respuestas en el fuego, perdida en sus pensamientos. Ella era una de las que no se había rendido al cansancio, y la luz de las llamas iluminaba su rostro, dejando entrever una mezcla de curiosidad, nostalgia y, quizás, una pizca de tristeza. Cerca de ella, dormía Goor, el gigante de corazón bondadoso, quien había caído exhausto tras la noche de juegos y risas, y no muy lejos, Bobby, el protector del grupo, permanecía en una postura alerta incluso en su descanso, cubriendo ligeramente a Melu, Bar y Bao, quienes descansaban a su lado.

Fay observaba el cielo de vez en cuando, y su expresión cambiaba de ligera inquietud a profunda contemplación. Como una mujer acostumbrada a la seguridad de la isla, a veces era difícil para ella imaginarse qué habría más allá de los límites de su hogar, el mundo que Mayura y otros habían experimentado de maneras que a ella le resultaban inimaginables. Después de unos minutos de silencio, finalmente Fay decidió romper la calma, su voz fue apenas un susurro, como si temiera despertar a los demás o interrumpir el hechizo de la noche.

Pavo… dime… tú, ¿de dónde eres? - preguntó con sinceridad, aún sin mirarlo directamente, su mirada fija en las brasas, mientras jugaba suavemente con el palo entre las cenizas - ¿El mundo allá afuera… es tan peligroso como dicen?

Sus palabras flotaron en el aire, llenas de una mezcla de temor y anhelo, mientras ella continuaba mirando el fuego con intensidad, como si intentara encontrar algo en las llamas que le ayudara a entender el significado de sus propias preguntas. La expresión de Fay mostraba una mezcla de curiosidad y, al mismo tiempo, de cierto desasosiego, como si en el fondo de su alma anhelara ver el mundo, pero temiera las historias que Mayura pudiera compartir. Para ella, el mundo fuera de la isla era un territorio desconocido, una vasta extensión de incertidumbre y promesas de aventura, pero también de peligros inimaginables.

El fuego continuaba iluminando su rostro, y mientras el silencio volvía a asentarse entre ellos, Fay exhaló un suspiro, su mirada aún fija en las brasas. En su mente, las imágenes del mundo que había imaginado desde pequeña pasaban como destellos, tierras lejanas, mares inexplorados, ciudades donde la gente hablaba idiomas extraños y vivía de formas que para ella eran inconcebibles. Y, sin embargo, algo la detenía, una sensación de estar atrapada, de que, aunque quería experimentar la vida más allá de la isla, el precio era algo que la llenaba de temor.

Aquí en la isla, todo parece tan seguro - admitió en un murmullo, sus palabras apenas audibles - A veces siento que esta vida es como una jaula… un refugio que me protege, sí, pero que también me encierra.

Hablaba con un tono de resignación, aunque en sus ojos se reflejaba una chispa de deseo, el mismo que la impulsaba a imaginar que podría romper esa barrera invisible y salir a explorar el mundo. Sin embargo, aquella noche, mientras observaba la tranquilidad que la rodeaba, también entendía que ese impulso era tanto su fortaleza como su debilidad. Miró hacia el cielo, sus ojos recorriendo las estrellas como si esperara encontrar alguna señal en ellas, algo que le confirmara que su destino no estaba completamente ligado a aquella isla.

El resto del grupo dormía profundamente, ajenos a la conversación que mantenían, y las sombras en el rostro de Fay cambiaban de forma mientras ella continuaba reflexionando, sumergida en sus pensamientos. Había algo en la forma en que la luz del fuego iluminaba su rostro que revelaba sus dudas y sus sueños, sus miedos y su valentía. En esa mezcla de sentimientos y deseos, Fay encontraba una especie de consuelo al compartir sus pensamientos con alguien que comprendía el mundo desde una perspectiva distinta a la suya.

OFF


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#1
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Desde que partieron de la Villa Shimotsuki, Mayura había mantenido una expresión tranquila y contemplativa. Sus ojos grises capturaban cada detalle de las sombras proyectadas por la luz de la luna sobre el paisaje cambiante. Era un silencio introspectivo, una pausa forzada en su habitual actitud teatral, que le permitía a su mente divagar entre los recuerdos de su vida antes de la isla y todas las experiencias que había vivido desde entonces, experiencias que han moldeado un marcado “antes y después” en su vida. Aunque estaba acostumbrado a escenarios grandiosos y lujosos, había algo en aquella simplicidad nocturna, en la calma del campamento bajo el cielo estrellado, que le daba cierta paz, un respiro entre las intrigas y los juegos de poder en los que tan a menudo se veía envuelto, era como si por primera vez el Pavo Real del Océano mostrara un destello de humildad tras tantos planes fallidos.
 
Cuando finalmente llegaron al claro y se instalaron junto a la fogata, Mayura mantuvo su postura elegante, observando en silencio cómo sus compañeros caían uno a uno bajo el hechizo de Morfeo a excepción de dos. No obstante, la presencia de Fay, despierta y ensimismada en sus pensamientos junto a las brasas, captó su atención. Había una serenidad en ella que contrastaba con la agitación que solía ver en el mundo exterior. Mientras ella removía las brasas y susurraba sus preguntas al aire, el Pavo Real del Océano sonrió para sí mismo, adivinando las dudas y anhelos que se escondían detrás de cada palabra.
 
Cuando Fay, sin mirarlo directamente, le preguntó de dónde venía y si el mundo allá afuera era tan peligroso como decían, Mayura dejó que su mirada vagara por el fuego, el resplandor de las llamas reflejándose en sus ojos mientras consideraba cómo responder. — ¿De dónde vengo? — comenzó, su tono suave y casi tan melodioso como siempre. — Supongo que de un lugar que ahora parece tan lejano que podría haber sido un sueño… o una pesadilla, según cómo se mire. — Hizo una pausa, evaluando la reacción de Fay antes de continuar. — Verás, querida, el mundo fuera de esta isla tiene de todo, desde maravillas hasta horrores que desafían la imaginación. Es un lugar donde cada paso puede llevarte a la cima de una montaña o al abismo de un océano sin fondo. Y, sí, es peligroso… pero también está lleno de promesas, de oportunidades que solo aquellos que se atreven a desafiar el peligro pueden alcanzar. Es un mundo que términos llanos, puede desafiar cualquier razonamiento lógico. — Su mirada y tono continuaron suaves, enigmáticos y con un ligero toque de fantasía, era como si en cada palabra de Mayura se confirmaran las historias que despertaba la curiosidad de cualquier niño, pero al mismo tiempo que le aterraba como la peor pesadilla.
 
Cuando salí de mi hogar, pensaba que el mundo estaba esperándome, listo para recibir a alguien tan… único, — esbozó una sonrisa ligera, juguetona, — como yo. Pero la realidad es que el mundo no espera a nadie. Es como un escenario en el que cada uno debe crear su propio papel, y en esa improvisación constante, el riesgo es tan real como la recompensa. — Sus palabras parecían flotar en el aire, entrelazándose con el silencio de la noche y el suave crujido del fuego. — He conocido maravillas y he sido testigo de tragedias; he probado el lujo y el hambre, y he entendido que lo único seguro en ese vasto océano de incertidumbre… es uno mismo. Es una vida llena de libertad. Sin barreras, sí, pero también sin refugios seguros. — Mayura observó el rostro de Fay mientras sus palabras calaban en ella, buscando notar si sus palabras despertaban alguna chispa o tocaban alguna tecla latente. Finalmente, ella susurró lo que parecía una confesión, admitiendo que la isla le parecía una jaula, un refugio que la protegía, pero que también la encerraba.
 
Ah, querida Fay, creo que en eso radica el dilema de todos los que nacemos con un espíritu inquieto. — Mayura esbozó una sonrisa triste y entendida, sus palabras resonando con la melancolía de alguien que había dejado atrás lo conocido en busca de algo más. — La seguridad es como un abrigo cálido, pero tarde o temprano se vuelve sofocante. Y entonces, el deseo de explorar, de ir más allá, se convierte en una necesidad que no puede ignorarse. Yo lo sentí, mucho antes de abandonar mi hogar, y creo que tú también lo sientes… ese Pavo Real que todos tenemos latente. — aquel tono dramático se acentuaba más hasta hacer esa pausa donde bajó la voz casi como si fuera un susurro. — Pero el mundo no es amable con aquellos que quieren ver más allá de sus fronteras, Fay. Los caminos están llenos de incertidumbre y… — ahora buscaba mirarle fijamente a los ojos. — …aquellos que buscan la libertad deben estar dispuestos a pagar un precio. —  él podía sentir que había algo en ella que parecía debatirse entre el deseo de romper las barreras de su mundo y el miedo a lo desconocido, estuvo en su posición en algún momento por lo que podía sentir esa empatía que aparecía una vez cada mil años permitiéndose una sonrisa cálida hacia la chica, una que rara vez mostraba a otros.
 
Entonces, con suavidad, formuló su propia pregunta, buscando comprender la motivación de alguien como Fay, que aún permanecía anclada en esa isla. — Dime, Fay, ¿por qué haces todo esto? — preguntó, con un tono suave y genuino. — ¿Por qué tú y los demás siguen los pasos de Oz y aceptan vivir bajo su yugo? — Sus palabras flotaron en el aire, cargadas de curiosidad sincera. No era solo una pregunta casual; quería saber qué mantenía a Fay atada a esa isla, qué la detenía de lanzarse al vasto y peligroso mundo que él mismo había conocido. Fay era alguien que, en su inocencia y su honestidad, le había mostrado un lado del pintoresco grupo que no había visto antes, y en esa pregunta, Mayura buscaba entender la naturaleza de esa dualidad: el deseo de libertad y la lealtad a un entorno que era una cárcel más que un refugio.
 
Observó a Fay con paciencia, permitiendo que el silencio envolviera su pregunta. Pudo notar que, para alguien como ella, responder no sería fácil. Pero también sabía que, en ese momento de honestidad, ambos podrían encontrar una conexión que trascendía las palabras. Y mientras esperaba su respuesta, Mayura volvió a contemplar el cielo estrellado, preguntándose qué sería de él si hubiera permanecido en el mundo seguro que alguna vez había conocido, un mundo que, como Fay describió, era a la vez refugio y prisión.
#2
Son Goku D. Namek
Dr. Goku
Mayura era todo un personaje, y su forma de hablar resultaba tan particular que parecía estar describiendo una obra de teatro cada vez que abría la boca. Para él, el mundo entero no era más que un gran escenario, y todos nosotros, simples actores representando un papel. Fay no pudo evitar sonreír con sinceridad al escucharlo, absolutamente entretenida por lo pintoresco de sus palabras y la manera tan colorida con la que se expresaba. Era imposible no reír cuando, de pronto, soltó aquello de "ese Pavo Real que todos tenemos latente," la ocurrencia la tomó tan desprevenida que no pudo evitar soltar una risita y, tratando de no hacer mucho ruido, tuvo que taparse la boca con la mano para contenerse, mientras pataleaba un poco en el suelo de la risa contenida. Cuando finalmente logró calmarse, lo miró con una pequeña lágrima en los ojos de tanto reír, y le dijo - Eres muy lindo... no se a que precio debería pagar yo, pero solo se una cosa. Me caes muy bien, pavito real.

La charla entre ellos era ligera y fluida, cada uno expresándose sin tapujos, hasta que, en algún momento, Mayura mencionó a la gente de Oz. Sin mayor preámbulo, Fay decidió responderle con sinceridad - ¿Ellos? Son buenas personas, la verdad. Hace tiempo, mi madre... bueno, ella era una alcohólica violenta. Me maltrataba todo el tiempo, y siempre estaba furiosa porque me negaba a unirme a los piratas - dijo, mientras miraba hacia el cielo, sumida en sus pensamientos - Esa fue, sin duda, una época muy difícil en mi vida… Un día... ella simplemente no paraba de golpearme. Me trataba como a una cualquiera, sin ningún reparo. Tanto así, que llegó al punto de venderme - Fay hizo una pausa en su relato, bajando la mirada y ocultando su rostro entre sus brazos y piernas. Las palabras le salían con dificultad, pero continuó.

Cuando ese hombre que me había comprado envió un barco para buscarme… los piratas de Oz se interpusieron en el camino. No dejaron que ese barco tocara nuestras costas - Había cosas que Fay prefería no explicar al detalle, pero su mirada reflejaba emociones que iban mucho más allá de las palabras - Ese día... realmente me lastimó. Fue demasiado... y yo... no pude contenerme - su voz temblaba ligeramente, y sus ojos brillaban con lágrimas que aún no se derramaban - Todos en el pueblo me juzgaron por lo que pasó, y nadie quería saber nada de mí, pero los piratas... ellos me escucharon. Me aceptaron, me llevaron consigo y me criaron como una más, como si no hubiera pasado nada... como si yo no hubiese... hecho lo que hice aquel día...

Fay alzó la vista, visiblemente emocionada, mientras las lágrimas comenzaban a brotar, recorriendo su rostro en un silencio profundo - Ellos son mi familia... me enseñan, me preparan para enfrentarme al mundo exterior, y sé que, si algún día decido irme, no se opondrán. Me acogieron como nadie más lo haría, y eso es algo que no cambiaría por nada.

La noche avanzaba lenta y silenciosa, y un denso silencio se instaló entre ellos, roto únicamente por el ocasional chirrido de alguna cigarra que acompañaba la atmósfera en la oscuridad. Fay, después de un momento, respiró profundamente, secándose las lágrimas con la manga, y miró a Mayura con una expresión de renovada calma - Perdón, suelo ponerme sentimental - dijo, esforzándose por sonreír con sinceridad - Y tú, con tu estilo tan particular de "luces y reflectores"... ¿no te gustaría cambiar de escenario? - Se levantó con calma, sacudiéndose la tierra de la ropa, y con una mano extendida hacia Mayura, le sonrió con amabilidad - Conozco una playa que no queda muy lejos de aquí. ¿Vamos mientras los chicos siguen dormidos? Será divertido.

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#3
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mayura observó en silencio mientras Fay narraba su historia, sus palabras cargadas de un dolor que trascendía el tiempo. La sinceridad de la joven, esa franqueza desgarradora, le recordó de inmediato las sombras que él mismo había dejado atrás en su propio pasado, aunque las circunstancias fueran tan distintas. Pensó en como la vida podía ser tan cruel en formas insospechadas, y aquellos que habían sido heridos de esa manera, al igual que Fay, solían ver el mundo desde un lugar que otros nunca comprenderían. Mayura mantuvo su expresión serena y su usual porte, pero sus ojos grises, por una vez, mostraban un destello de comprensión genuina.
 
Querida Fay, todos somos actores en un escenario que muchas veces no elegimos. — Dijo finalmente, su voz suave y cargada de un tono inusualmente serio. — Tú, en tu propia obra, has sido más valiente de lo que te das cuenta. No todos se enfrentan a un pasado como el tuyo y logran encontrar una familia… o un papel digno de representar. — Hizo una pausa, dejando que sus palabras resonaran en el silencio de la noche. — Tal vez no lo admitas o simplemente aun no lo reconozcas, pero tienes dentro de ti una fuerza tan poderosa como la de cualquier mar bravío. — Su sonrisa apareció entonces, cálida y auténtica, un contraste con su típica expresión altiva.
 
Mientras ella se secaba las lágrimas, el elegante pirata sintió un impulso protector hacia ella, algo que le era ajeno, pero no desagradable del todo. Esa chica había enfrentado su propia tragedia, y había encontrado la fuerza para seguir adelante, apoyándose en aquellos que la aceptaron, sin juzgarla, por quien era realmente. Eso, pensaba Mayura, era un acto de coraje que él mismo valoraba, aunque nunca lo admitiría de manera tan directa. — No tienes por qué disculparte, querida. Las luces de este escenario están siempre encendidas para aquellos que desean mostrarse sin máscaras. — dijo, tratando de devolverle un poco de esa alegría con su peculiar tono teatral. Con una elegancia propia de un noble, se levantó del suelo, ajustándose la chaqueta y sacudiéndose la tierra con despreocupación. La sugerencia de Fay de ir a la playa parecía el cambio perfecto para relajar el ambiente, y no pudo evitar sonreír ante la idea de un paseo nocturno bajo las estrellas.
 
¿Una playa, dices? Bueno, mi espíritu no puede resistirse a un escenario tan encantador y libre. Supongo que no tenemos que pedirle permiso a Bobby. — Respondió, tomando su mano con una inclinación exagerada, como si estuviera aceptando la invitación a un baile de gala, olvidando completamente que recientemente había obtenido la maldición de no poder nadar. — Vamos, entonces. ¿Un paseo nocturno entre las olas y la luna, como protagonistas de nuestra propia obra? — Con un toque de dramatismo, caminaría a su lado, dejando que la frescura de la noche y el sonido de las cigarras acompañaran sus pasos hacia ese nuevo escenario.
#4
Son Goku D. Namek
Dr. Goku
Fay, entre sollozos, dejaba escapar una sonrisa débil, apenas una pequeña risa entre las palabras agudas de Mayura. A pesar de su tristeza, él lograba sacarle una chispa de alegría con su forma de hablar, con esa amabilidad que le resultaba tan reconfortante. Cuando acepto cambiar de ambiente, Fay, secándose las lágrimas con la punta de los dedos y esbozando una sonrisa más tranquila, le dijo con suavidad - Sí, lindo… no hace falta despertarlos - dejando escapar otra risita ligera mientras comenzaban una caminata bajo el resplandor de la luna.

Mientras avanzaban entre ramas y maleza, la luz plateada de la luna llenaba cada rincón, dándole al bosque una atmósfera etérea. El ambiente era perfecto, casi irreal, y aunque la noche podía traer consigo acechanzas ocultas en las sombras, esta vez parecían estar en una suerte de burbuja protectora. Todo era quietud y serenidad, como si hasta los depredadores nocturnos respetaran el momento. El crujir suave de las hojas bajo sus pies era el único sonido que rompía el silencio, en un ritmo que casi podía considerarse un susurro de la propia naturaleza.

Al llegar cerca de la playa, Fay, con una sonrisa más luminosa, miró a Mayura con cariño - ¿Sabes? Hablas de una manera tan encantadora que me encanta… a veces pareces un poeta o un actor - dijo con una risa suave, casi tímida, como quien revela una impresión sin saber si debería - Me recuerdas un poco al maestro de ceremonias del circo, con esa forma de hablar tan especial - Evocaba entonces a aquella mujer rubia de presencia imponente y carisma magnético, que siempre lograba captar la atención de todos, quizas Mayura logro verla cuando estuvieron discutiendo en esa mesa acalorada donde aquel Gato refunfuño su presencia. Era alguien a quien Fay admiraba profundamente, y esta mujer había decidido enseñarle cosas de gran valor, convirtiéndola en su aprendiz, una presentadora prometedora, una aspirante a Maestra de Ceremonia. A pesar de la breve mención, los ojos de Fay brillaban al recordar esas lecciones, había algo profundo allí, algo que guardaba en silencio.

Finalmente, al llegar a la playa, la vista era impresionante. Bajo la luz de la luna, la arena brillaba en un pálido resplandor, y el mar se extendía ante ellos como una inmensa extensión de plata líquida. No había rastros de humanidad, ni basura, ni huellas, solo el sonido rítmico de las olas que llegaban y se retiraban, acompañados de una brisa fresca que traía el aroma salado del océano.

Tras unos instantes de paz, Fay lo miró de reojo, con una sonrisa curiosa - Hey, pavito real, aún no me has contado mucho sobre ti… - empezó con suavidad, dejando que sus palabras fluyeran con el sonido de las olas. - ¿Eres un pirata? Me sorprende que alguien con tu forma de hablar ande por aquí, nunca antes había oído hablar de ti - La pregunta era casual, pero el interés en sus ojos era sincero.

Tras escuchar la respuesta de Mayura, Fay asintió, como si sus palabras le hicieran recordar algo. Miró hacia el horizonte, con una expresión un poco más seria, como si quisiera compartir algo sin revelarlo del todo - ¿Y qué piensas del gobierno? - le preguntó en voz baja, su tono casi melancólico - Es curioso… cuando era pequeña, estuve muy cerca de… bueno, digamos que iba a ser vendida a alguien importante, un dragón celestial... oh, perdón, creo que eso ya te lo dije... jejeje, perdón, que tonta, repitiendo temas - Una pausa breve, mientras sus ojos seguían fijos en las olas. - Nunca llegué a conocerlo, pero, son las figuras más importante del planeta, además, son los que suelen comprar esclavos de distintas razas y etnias.

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#5
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Mientras avanzaron hacia la playa, Mayura no dejaba de reflexionar sobre lo que Fay le había compartido mientras miraba las estrellas sobre ellos.  A medida que se acercaban a la playa, el sonido de las olas rompió el silencio entre ellos. Al escuchar sus palabras sobre su forma de hablar y la comparación con el maestro de ceremonias del circo, esbozó una sonrisa traviesa, inclinando ligeramente la cabeza con un gesto casi teatral. — ¿Un poeta? ¿Un actor? — repitió las palabras de la chica en tono burlón, fingiendo modestia. — Pues sí, quizás ambos, querida Fay. Después de todo, ya te he dicho que la vida no es más que un escenario, y yo… bueno, digamos que me gusta ser la estrella. — Su sonrisa se suavizó al ver el brillo de admiración en los ojos de Fay, y por un instante sintió una conexión genuina pues él había tenido esa misma mirada hace mucho tiempo. Era como si cada uno, a su manera, buscara algo más allá de lo cotidiano; él en el poder y la fama, y ella en la libertad y la pertenencia.
 
Cuando llegaron a la playa, Mayura se tomó un momento para contemplar el paisaje. La luna bañaba la arena en un resplandor etéreo, y el suave sonido de las olas le recordaba la vastedad del mundo que tanto amaba. En silencio, cerró los ojos por un momento, dejando que la brisa marina despejara sus pensamientos. La naturaleza del océano, libre e indomable, era una visión que jamás dejaría de cautivarlo, recordándole su propio espíritu rebelde y ansioso de más. Nuevamente los abriría para contemplar el mar que brillaba con un resplandor plateado, y el paisaje que parecía digno de un cuento de hadas, pero mas importante, la vastedad del océano que le recordaba las promesas y los peligros que acechaban más allá.
 
Las preguntas de Fay lo sacaron de su introspección. Al escuchar su curiosidad sobre él y su vida, esbozó una sonrisa ladeada, típica de su confianza natural. — ¿Pirata? — repitió, dejando que la palabra flotara en el aire. — Sí, aunque yo prefiero verme como un… libre artista del mar. — Hizo un gesto amplio con la mano, como si describiera un cuadro invisible. — Mis palabras son mis pinceles, y el océano, mi lienzo. Si bien, querido destino tuvo que lanzarme a este mundo, la vida pirata me permitió desafiar las normas y vivir con un tipo de libertad que solo los espíritus audaces pueden permitirse. Aun no poseo bandera, ni barco, ni pertenezco a una tripulación especifica, pero esta libertad me ha brindado la oportunidad de conocer personas increíbles. — Observó a Fay mientras procesaba sus palabras y luego continuó con un tono un poco más serio. — Es normal que no escuches de mí, las proezas del gran Pavo Real son demasiado para estos rincones insignificantes del mundo. El mar del Este siempre ha hecho honor a su título como el más débil de todos. — finalizó con una sonrisa y mirada intensa, usando esa mezcla de audacia y teatralidad que lo definía.
 
Cuando Fay mencionó a los dragones celestiales, el tono de la conversación cambió, y Mayura notó la leve tristeza en sus palabras. Sus ojos grises adquirieron una sombra de amargura, recordando su propio pasado y la opresión creada por su familia su propia familia. Se quedó en silencio unos instantes, pensando en cómo responder. — Los dragones celestiales… — murmuró, su voz apenas un susurro, mientras procesaba la tecla que tanto le había costado ocultar. — Son una ironía, ¿sabes? Se consideran a sí mismos los dioses del mundo, por encima de todos, y sin embargo, dependen de aquellos a quienes subyugan para mantener su poder. — Mayura apretó los labios, tratando de controlar el desprecio que siempre sentía hacia esa casta, simplemente le repugnaba ser su descendiente y aun más, le repugnaba el simple hecho de recordar la opresión que se vivía en el imperio Pavone, en aquella isla que alguna vez pudo considerar hogar.
 
El gobierno y sus nobles dragones son como… un teatro de sombras, donde las vidas de aquellos que no tienen poder se vuelven herramientas para que ellos mantengan su estatus. No creo que alguien deba ser menos por su origen o su raza. Esa es la razón por la que elegí el camino que tengo. — Hizo una pausa, observando las olas que rompían suavemente en la orilla. — Yo mismo he tenido que desprenderme de los grilletes de mi pasado. Y si algún día tengo que enfrentarme a ellos, no dudaré en luchar nuevamente por mi propia libertad. — Su tono era serio y cargado de una determinación silenciosa, algo poco común en él, pero genuino.
 
Luego, con una sonrisa que intentaba disipar la tensión del momento, dirigió su mirada hacia Fay. — Y no te preocupes, querida Fay. En este escenario, mientras yo esté aquí, no habrá ningún dragón celestial que se atreva a tocar a alguien bajo mis plumas. — Agregó en su tono teatral de siempre haciendo un gesto exagerado con las manos, como si envolviera a ambos en un manto invisible de protección, devolviendo algo de ligereza a la conversación. Finalmente, se giró para observar a Fay y le ofreció una sonrisa cálida. — Ahora dime, ¿qué sueñas tú con hacer cuando veas más allá de esta isla? Porque estoy seguro de que esa mirada tuya tiene ambiciones mucho mayores que cualquier simple vida en una isla. — su tono ahora era jovial y su sonrisa increíblemente sincera, debía suavizar la tensión que el mismo creo. — ¿Quién sabe? Quizás algún día, querida, terminemos cruzando el océano juntos. — Su mirada se suavizó por un instante mientras lanzaba una carcajada. En ese momento, no era el actor, ni el artista, ni el pirata elegante, tan solo era Mayura, un alma inquieta que buscaba consuelo y comprensión en la noche estrellada junto a una inesperada amiga.
#6
Son Goku D. Namek
Dr. Goku
Fay escuchaba a Mayura con una mezcla de admiración y una emoción que hacía rato no sentía. Sus palabras parecían una marea, cada una impactándola de forma distinta, algunas le calmaban el alma, otras le abrían aún más el corazón. Lo que él decía sobre los dragones, su postura ante el gobierno, su forma de ver la vida… Todo tenía un peso especial y una belleza inesperada que le llegaba hasta lo más profundo. Mayura le recordaba a alguien que admiraba, alguien cuya pasión y sabiduría estaban grabadas en su memoria, le recordaban a su maestra de ceremonias. A medida que él hablaba, sentía que se iba desenredando una parte de sí misma, esa que tantas veces había intentado esconder.

Una sonrisa suave apareció en sus labios y, con algo de nerviosismo, empezó a desabotonarse la chaqueta, anhelando sentir el frío del mar en su piel. Sin embargo, a cada frase de Mayura, sus manos se detenían como si estuvieran cautivas por su presencia. Cada palabra del pavo real del océano le hacían replantearse todo... y para cuando el extendió sus manos, como un manto invisible sobre ellos, cálido, que la envolvía en la oscuridad de la noche, cuando él se acercó lo suficiente, algo en su interior cedió, la coraza en su corazón que había mantenido por tanto tiempo comenzó a desmoronarse. Miró sus ojos, profundos y sinceros, y, sin poder resistir más, se dejó llevar por lo que su corazón había estado guardando.

Acercándose lentamente, su mano temblorosa se apoyó en su pecho, sintiendo los latidos de él resonar con los suyos. En un impulso que ni ella misma entendía, alzó su rostro y, en un instante donde el tiempo parecía detenerse, lo besó. Sus labios, fríos y tensos al principio, se suavizaron al contacto con los de él, entregándose completamente. Fue un beso cargado de emoción y un deseo que no había dejado salir hasta ahora. Era algo más que un simple gesto, era un susurro silencioso de lo que sentía, una entrega de sus propias inseguridades, sus esperanzas y el anhelo de un momento compartido.

[Imagen: __scaramouche_aether_and_wanderer_genshi...202015.jpg]

Fay rodeó el cuello de Mayura con sus brazos, acercándose aún más mientras se empinaba para alcanzar su altura y apoyaba su pecho contra el de el, cerrando los ojos ante la intensidad del momento. Entre susurros silenciosos, deseó que ese instante durara para siempre, que nada ni nadie pudiese interrumpirlo. Los encantos de Mayura, que al principio le provocaban una sonrisa divertida, ahora despertaban algo mucho más profundo. Había encontrado en él una chispa de inspiración y de calidez que hacía tanto no sentía.

Cuando el beso se rompió, dejó su frente apoyada en la de él, con los ojos aún cerrados y una sonrisa tímida en sus labios. Con una voz suave y un jadeo intermitente, con su aliento tan visible por el frio de la noche, casi en un susurro, le dijo - Eres... eres más guapo que en la foto de tu cartel, ¿sabes? - Sonrió, sus mejillas ligeramente se sonrojaron, y continuó - Quería conocerte. No recuerdo el monto de tu recompensa ni nada de eso… Solo recuerdo haber visto ese panfleto. Tu recompensa no me importa… pero necesito saber… ¿por qué alguien como tú, tan audaz, tan libre… querría viajar con alguien como yo? - Sus palabras salían entrecortadas, cargadas de sinceridad y, tal vez, de un pequeño atisbo de miedo - soy... una don nadie, no tengo fama, nadie me conoce, no he hecho nada importante por nadie, y hoy mismo, simplemente fui una seguidora de tus pasos...

Entonces, como si el momento le hubiese dado la valentía que necesitaba, dio un paso atrás, alejándose, y le dio la espalda. Caminó hacia el mar, soltando los últimos botones de su chaqueta y dejándola caer lentamente. Al sujetar su cabello en una coleta alta, reveló su espalda desnuda, libre de heridas, blanca como la arena, con una piel tersa y hermosa, solo adornada por los cuchillos que llevaba en su cintura, eran tres, uno a cada lado y un tercero sobre la cola, y, girándose para mirarlo, dejó que la luz de la luna iluminara su figura, resaltando la suavidad y la firmeza de su presencia. Su cuerpo estaba envuelto en un body negro de una sola pieza, ceñido como si abrazara su figura con delicadeza y al mismo tiempo con un propósito firme, solo afirmado por el cuello de la inocente y blanca muchacha. Sin mangas ni espalda, dejaba al descubierto el esbozo de su piel, que brillaba en contraste, mientras su cabello largo y claro caía libre, con ese aire desenfadado que solo alguien como ella podía llevar. Su pantalón de tela oscura con múltiples bolsillos descansaba en su cintura, como si guardara en ellos secretos y herramientas necesarias para alguien con un destino entre sombras, y sus piernas eran adornadas por unas botas extrañamente largas, como las de un payaso, pero, al igual que todo su atuendo, eran negros como la noche misma.

Fay lo observó con una mezcla de tristeza y determinación mientras, con manos enfundadas en guantes negros de dedos descubiertos, tomaba uno de sus cuchillos. Su voz tiritaba, ahora se sentía cada vez más seria, cargada de una emoción compleja, se quebró al decir - Lo… lo lamento… pero tus ideales y los míos… son diferentes - El respeto que sentía por él era innegable, pero la responsabilidad que sentía en su interior también lo era. Con un susurro final, lleno de tristeza y resolución, dijo - Por favor… perdóname… y pelea conmigo… es lo único que te pido esta noche... - no... ella no podía atacarlo así como así... no podía matar a alguien por la espalda, no después de haberse enamorado de el... sus sentimientos, aunque eran repentinos... eran sinceros... nunca antes había sentido un calor en su pecho como el que sentía esta noche... pero, sabia que debía hacerlo - al menos... dime, el motivo de tu recompensa, antes de que uno de los dos... muera esta noche.

Stats de Fay
#7
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
Personaje


¿Un pavo real domado? Jamás, Mayura podía sentir la conexión e intensidad del momento, debía admitir que no estaba acostumbrado al genero opuesto pero su instinto le indicaba que debía dejarse llevar como cualquier varón sumiso del imperio Pavone. Espera… ¿Varón sumiso? Aun siendo sintiendo atracción hacia el mismo sexo, el Pavo Real del Océano no podía permitirse ser domado por nadie, ya lo vivió anteriormente en su hogar y en la isla Kilombo, primer paso o ir al fracaso, después de todo un pavo real macho es el que corteja a la hembra.
 
Mayura pudo sentirlo todo, esa conexión real, intensa y sobre todo ese intento de Fay a acercarse a hacer algo que no esperaba. Quizás fue por instinto, pero el elegante pirata tomo delicadamente las muñecas de su acompañante y las juntó contra la espalda baja de ella misma. Siendo él, como cualquier pavo real, quien tomara la iniciativa de ese beso apasionado, dejándose llevar del momento y sintiendo como sus cuerpos conectaban por un simple instante que se sintió eterno.
 
La palabra cartel fue el desafortunado detonante utilizado por la pirata de Oz, Mayura se quedó en silencio por un instante procesando las palabras de Fay y la seriedad en su voz. La intensidad de ese beso aún latía en su mente, pero ahora se enfrentaba a un dilema que no había anticipado; el deseo de proteger a alguien que había empezado a ver de manera diferente y que lo acaba de sacar de su zona de comfort. Pero también sabía que él era el Pavo Real del Océano, alguien que no podía permitirse dudar, ni siquiera en momentos tan cargados de emociones.
 
Dejó que una sonrisa leve y melancólica asomara en sus labios, mostrando una mezcla de tristeza y desafío. — Querida Fay, las recompensas solo reflejan las sombras de un pasado que otros no pueden comprender. — Hizo una pausa, observándola con una mirada intensa, antes de continuar. — No estoy aquí para justificarme ante nadie, pero si eso es lo que deseas, entonces que así sea… — Dijo mientras lentamente desenvainaba sus tres espadas, dejando una en su boca y las otras una en cada mano, dejándole ver como el brillo metálico de estas se reflejaba bajo la luz de la luna.
 
Con las tres katanas en la posición indicada, Mayura adoptó una postura baja, un pie adelantado y las espadas cruzadas frente a él, como si estuviera en el preludio de un baile letal. — Si quieres respuestas, entonces tendrás que enfrentarte al verdadero Pavo Real. — Sus palabras fueron un susurro, iban cargadas de esa confianza que solo el Pavo Real del Océano podía irradiar. Como siempre, su elegancia habitual se manifestaba incluso en el combate, fingió perder el equilibrio antes avanzar hacia Fay con una combinación de cortes cruzados, la primera katana trazando un arco descendente hacia su costado derecho mientras la segunda la seguía en un ángulo opuesto, y la tercera directo en el centro, creando una ofensiva perfecta con el uso de las tres espadas. La técnica no solo era precisa, sino también hermosa en su ejecución, como si cada movimiento de las espadas estuviera coreografiado para crear una danza mortal donde el único espectador parecía ser el hermoso brillo de la luna, que probablemente Fay no pudiera evitar pues Mayura quedaría detrás de ella tras el dash realizado en la técnica.

Truco de Manos
SPL101
ESPECIALISTA
Utilidad Activa
Tier 1
10/10/2024
17
Costo de Energía
1
Enfriamiento
El usuario como buen experto que es en el manejo de todo tipo de armas tiene una buena agilidad con sus manos lo cual le permite realizar algunos pequeños trucos a la hora de atacar que crearan una distracción con algún ataque falso, o fingiendo perder su arma, con el fin de que el enemigo tenga dificultades para eludir la siguiente ofensiva inmediata del usuario viendo sus [Reflejos] reducidos.
-5 [Reflejos]

Oni Giri
SAN301
SANTORYU
Ofensiva Activa
Tier 3
23/10/2024
41
Costo de Energía
2
Enfriamiento
El usuario cruza sus brazos mientras mantiene alzada su o sus armas causando que pareza que se ondulan por el misma aura que el usuario desprende, tras lo cual da un [Dash] de 10 metros desplegando en abanico sus espadas cortando a todo el que se encuentre en el camino, efectuándose dicho tajo a +5 [Tasa de Acierto]. Santōryū: Si se utilizan tres espadas en la ejecución de esta técnica también golpeará a todo a 3 metros a cada lado del usuario durante el recorrido.
Golpe Básico + [FUEx2,6] de [Daño cortante]

 
Lamento mucho que las cosas terminen de esta manera querida Fay. Realmente tenía ganas de conocerte más a fondo, nuestra conexión… se sintió muy real, da por hecho que esto me duele más a mí que a ti. Pero debo respetar tu convicción. — Las palabras de Mayura eran tan afiladas como sus espadas, cada frase acompañada por el sonido del metal cortando el aire en su danza mortal que se había convertido en un fuerte tornado cortante que buscaría dañar a su adversario. El elegante pirata no podía evitar admirar la fuerza que había visto en ella desde el inicio, para él todo el potencial de la joven debía ser respetado y por ellos atacaría con todo desde el primer instante del combate.

Tatsu Maki
SAN501
SANTORYU
Ofensiva Activa
Tier 5
14/11/2024
60
Costo de Energía
3
Enfriamiento
El usuario girara sobre sí mismo con sus tres espadas liberando una poderosa rafaga de aire cortante a presión que rotará alrededor del usuario expandiéndose como un tornado cortante que se expandirá hasta 6 metros de radio alrededor del usuario y alcanzará los 15 metros de altura, causando una [Hemorragia leve] a todos los afectados. Ittōryū: Si se utiliza una sola espada en esta técnica tendrá una [Penetración] de 70 de Daño. Nitōryū: Si se utilizan dos espadas en esta técnica su área será de 8 metros de radio y su altura de 20 metros rotando a +5 [Tasa de Acierto]. Santōryū: Si se utilizan tres espadas en esta técnica su área será de 10 metros de radio y su altura de 25 metros. Su multiplicador aumentara [+0,3],
Golpe Básico + [FUEx3] de [Daño cortante]

 
Le quedaba claro que esta batalla no se trataba solo de fuerza, sino de mostrarle a Fay la complejidad de sus convicciones y su pasado. La pelea era un diálogo sin palabras, un enfrentamiento donde ambos expresaban lo que sus corazones y mentes ocultaban. Y, en ese intercambio de espadas, Mayura podía sentir algo diferente… una conexión que trascendía el mero combate, una verdad que solo podía revelarse en medio de la intensidad de la batalla. Solo por eso, el elegante pavo se contendría lo suficiente para que sus ataques no maten o amputen a su adversaria.

Pasivas

inventario

virtudes

defectos


matematicas
#8
Kullona D. Zirko
Payaza D. Zirko
Las palabras de Mayura eran más filosas que las mismas katanas que empuñaba con una elegancia mortal. Cada frase que pronunciaba era un golpe al corazón de Fay, más letal que cualquier herida física. Su postura, erguida y majestuosa, irradiaba una determinación inquebrantable. Cada movimiento calculado, cada gesto seguro, era un recordatorio de que no había lugar para la debilidad ni para la duda. Fay lo observó con ojos que mezclaban temor y resignación, sin comprender del todo el significado de las palabras que aquel pavo real enarbolaba con altivez. Pero ¿qué importaban las palabras? Su corazón ya había aceptado el destino que la aguardaba.

El ambiente estaba cargado. La brisa marina, que hasta entonces había sido un susurro calmante, se sentía pesada y fría, como un presagio. El vaivén de las olas golpeaba con monotonía, como si acompañaran, indiferentes, la tragedia que se desarrollaba en aquella escena. Las gaviotas habían cesado su canto, y hasta el sol, normalmente implacable, parecía haberse ocultado tras un manto de nubes grises.

Cuando Mayura se movió, lo hizo con una gracia casi irreal. Las katanas cortaron el aire como pinceladas de un artista en un lienzo invisible, con una precisión que era tan hermosa como aterradora. Fay no se movió. No levantó su arma, ni siquiera trató de defenderse. En un acto de entrega total, dejó caer su daga al suelo. Abrió los brazos, vulnerable, como si quisiera abrazar su destino. Sus labios pálidos esbozaron un susurro que apenas logró escapar al viento - Te... amo... perdón...

El ataque fue fulminante. El filo de las katanas atravesó su cuerpo con una violencia que parecía ir en contra de la delicadeza del movimiento que las había guiado. La tela de su ropa se desgarró junto con su carne, mientras mechones de cabello y gotas de sangre trazaban un macabro rastro en el aire. El primer impacto fue devastador, pero no el último. Su espalda fue golpeada por una segunda acometida que la lanzó por el aire como un muñeco roto y des felpado.

El cuerpo de Fay aterrizó con un ruido sordo sobre el suelo frío y áspero. Su torso, desgarrado y sangrante, era un mosaico de heridas profundas, mientras una cruz improvisada de sangre cubría lo que quedaba de su pecho. Sus pulmones trabajaban con desesperación, dejando escapar jadeos entrecortados que se mezclaban con el sonido de una tos húmeda teñida de rojo. El dolor la atravesaba en cada respiración, mientras su mente se debatía entre el dolor físico y la devastación emocional.

[Imagen: __sua_alien_stage_drawn_by_koakomu__samp...a1d33f.jpg]

Entonces, el grito... dicen, que cuando el grito viene después del golpe, es porque el dolor realmente fue intenso... Aquel alarido femenino y desgarrador, escapó de sus labios como una última súplica al universo. La intensidad del sonido estremeció la tierra y agitó las olas del mar, como si incluso la naturaleza respondiera al sufrimiento que impregnaba el aire. Los animales cercanos huyeron despavoridos, y un extraño silencio se instaló tras el eco de aquel grito.

Fay, tendida en el suelo, apenas consciente, luchaba por aferrarse a la vida. Su mirada perdida vagaba hacia el cielo gris, buscando algo, cualquier cosa, mientras sus labios temblorosos intentaban formar palabras. La sangre manaba de su boca con cada tosido, y sus lágrimas se mezclaban con el carmesí que surcaba su rostro - Perd... perdón... perd... - murmuró con un hilo de voz, apenas audible. Su mano, temblorosa, se alzó débilmente hacia su pecho, buscando detener el dolor que la devoraba por dentro - Yo... yo... no... nadie... soy... nadie... - susurró finalmente, sus palabras cargadas de una desgarradora verdad.

El viento sopló con fuerza, barriendo mechones de cabello y gotas de sangre que aún manchaban el suelo. Fay era un reflejo trágico de vulnerabilidad y amor, una mujer rota, no solo por el filo de las katanas, sino por el peso de sus propios sentimientos.
#9


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