¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
[Aventura] [T5] Todo o nada. De vuelta en el Baratie
Octojin
El terror blanco
Tu ataque pilla por sorpresa a los cuatro piratas, quienes intentan reaccionar al ver tu cuerpo transformarse en gas, pero es tarde para algunos. También afecta a Marga Rita, sin embargo, ésta parece bastante menos afectada, aún así, es una distracción que Douma aprovecha para clavarle un buen gancho en el estómago que la hace desplazarse varios metros hacia atrás.

Bueno, parece que te ha salido bien la jugada. Volviendo al equipo de los Quattro Formaggi, la falta de aire los toma por sorpresa, sobre todo a Par Migiano y Mozza Rela, quienes intentan esquivar el asfixiante gas pero no lo logran completamente. Se llevan la mano a la garganta, con el rostro desfigurado en muecas de sorpresa y desesperación. La precisión del golpe, unido a la falta de aire, los deja fuera de combate momentáneamente, jadeando y tosiendo mientras intentan reponerse.

Cuando lanzas tu segunda ofensiva, tus rivales te miran, esperándose claramente una ofensiva. Aunque quizá no del calibre que lanzas. Los cuatro adoptan la misma pose defensiva, cruzando brazos y usando haki. Por un momento parece una coreografía de baile, como si fuesen a arrancarse a tirar los pasos prohibidos, pero no. Simplemente usan aquella extraña pose para mitigar parte del daño. Sin embargo, puedes ver que tu ataque ha hecho mella en ellos, pues son desplazados ligeramente hacia atrás y en sus rostros puedes ver que han sentido dolor.

Gorgon Zola, el líder del equipo Quattro Formaggi, observa con el ceño fruncido y da una orden rápida a sus compañeros:

—¡Cubrite il naso, ragazzi! —grita, apretando los dientes. Con un rápido movimiento, se rasga un trozo de su propia ropa y se lo ata alrededor del rostro como una improvisada mascarilla, un acto que los demás siguen de inmediato. Gorgon Zola te dedica una mirada que denota tanto respeto como desdén— Pensaste que nos íbamos a dejar ahogar tan fácilmente, ¿eh, gigante?

Sus ojos están encendidos con una mezcla de desafío y prudencia, mientras tanto él y Robi Ola empuñan sus katanas y adoptan una postura ofensiva. Puedes ver que impregnan sus espadas con un brillo oscuro: están usando haki. Aunque tu forma gaseosa ha sido eficaz, estos tipos parecen saber perfectamente contra qué están peleando. El factor sorpresa se ha desvanecido, pero eso no creo que te intimide, ¿no? A un tipo con tantos músculos no le puede intimidar algo así. Vamos, digo yo eh, no desilusiones a este pobre narrador.

La cuestión es que ambos espadachines adoptan una pose ofensiva, sin embargo, no lanzan ningún ataque. Extraño, ¿no?

Antes de que puedas hacer algo más, Par Migiano se mueve con rapidez y lanza una finta, desviando tu atención por un segundo, lo suficiente para lanzarte un potente puñetazo al mentón, su puño va cubierto de haki. Otro que ha aprendido la lección. Ten cuidado, es un golpe bien dirigido, cargado de la fuerza de alguien acostumbrado a luchar de cerca.

Justo en ese momento, una lluvia de balas de Mozza Rela cruza el aire, disparadas en ráfagas rápidas y cada una embutida en haki. Joder, se está liando pero bien encima de ese barco.

Te animo a que te defiendas lo mejor que puedas de esos dos ataques. ¿Dos? Joder, ahí va uno más. Una onda cortante de Marga Rita se acerca desde donde ella pelea con Douma, situado a tu derecha. La onda viaja con fuerza, directa hacia ti. Ha perdido algo de fuerza debido la distancia que ha recorrido, pero tiene pinta de que te hará pupa si no haces algo para evitarlo.

Douma te grita desde el otro lado de la cubierta, esquivando un nuevo ataque de los cortadores de pizza de Marga Rita.

—¡Ragn! ¡No dejes que te rodeen! ¡Esa Mozza Rela y el resto del equipo Quattro Formaggi no van a ceder hasta el final! —Sus palabras son una mezcla de advertencia y aliento. El brillo en sus ojos te dice que él confía en tu fuerza, en tu capacidad de abrirte paso entre estos enemigos implacables.

—¡Estás peleando con los mejores! —declara Robi Ola con un tono altivo— ¡Nosotros no retrocedemos, ni siquiera ante el mismísimo infierno!

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#11
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
La ofensiva que el vikingo lanza es destructiva, lo es bastante. No solo afecta a los integrantes de aquella banda tan extraña obsesionada con la pizza, sino que abre un tremendo agujero en el barco, abriendo el casco por un costado debido a la alta vibración que alcanza el choque. Las ofensivas de aquel estilo solían ser bastante demoledoras y Ragn no era bueno en andarse con sutilezas. Sin embargo, como personas experimentadas en la lucha, no solo cubrieron sus brazos con haki, sino que afrontaron una nueva ofensiva prácticamente de manera inmediata. — ¡Así! — Gritó, esbozando una sonrisa pronunciada. Uno de ellos le respondió, lo que acrecentó el ansia de combate del revolucionario. — ¡Clarrro que no! — Respondió al tiempo que veía venir al primero de ellos. Lo cierto es que se estaban coordinando incluso entre los momentos de caos, eso hablaba bien de la tripulación y la afinidad que tenían entre ellos.

Par Migiano, el cual sangraba como un cerdo, fue el primero en llegar, buscando el mentón de Ragn. Nuestro querido vikingo buscaría un choque directo, cargando su brazo derecho del mismo color que aquel tipo, solo qué cubierto de una tonalidad violeta. El puño había sido cubierto de haki y gas arsénico. Los puños colisionarían. Varios rayos de diversos colores agrietaron el aire, envolviendo a ambos en un poderosísimo golpe. Ambos tocaron lo que quedaba sin destrozar de la madera del barco. Pero apenas pudo esperar, pues después de aquello le llegaron más ofensivas. Prácticamente al mismo tiempo, sin embargo al estar más cerca, la onda cortante sería lo primero en llegar. Ragn cubrió sus dos extremidades de haki y se enfrentó con una sólida defensa al ataque. Todo el cuerpo del vikingo tembló de nuevo, vibrando a máxima potencia. La onda lanzó a Ragn uno diez metros hacia el exterior del barco, destrozando la madera a su paso. Cada vez quedaba menos nave.

Ragn se quedó flotando en pleno aire; sin embargo, no esperó ni un solo segundo y juntó sus manos para convertir las dos en un tubo que comenzó a expulsar un gas de un color verdoso. Su cuerpo se tornó del mismo color, fundiéndose, aunque no estaban unidos. Mediante el elemento fue ascendiendo, más y más y una vez en un lugar óptimo, comenzó a rotar y a dejarse caer con la cabeza hacia abajo.

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#12
Octojin
El terror blanco
— ¡Andiamo, ragazzi! ¡No permitan que questo stronzo mancini la honra de la famiglia Calzzone! ¡Por la gloria della pizza senza piña, luchen con tutto il cuore!

Esas palabras de Marga Rita parecen alentar a los suyos. Desde la lejanía, ha visto los problemas que tienen para acabar contigo, y decide focalizar su energía en que los suyos tengan algo que hacer contra ti.

Mientras desciendes, te preparas para un ataque que va más allá de una simple colisión. El viento silba a tu alrededor y el gas verdoso que emanas te envuelve, formando una especie de tornado gaseoso que incrementa la presión a medida que caes. Joder, desde fuera se ve increíble, a ver qué tal es el impacto.

Justo en ese instante, ves que Gorgon Zola ha soltado una de sus katanas, su mano derecha cuelga en un ángulo extraño. Parece que el golpe anterior el ha producido algún tipo de fractura que ha sufrido, y parece obligarlo a luchar solo con la izquierda, pero no se rinde. Sus ojos reflejan determinación mientras reúne el haki y la determinación que le quedan y lo exterioriza sobre su katana. Justo antes de descender, lanzará una onda cortante en tu dirección, con precisión pero con menor fuerza que sus ataques anteriores.

Robi Ola, el espadachín de una sola katana, aprovecha el momento en el que su compañero de armas lanza el ataque y, con una ferocidad renovada, cubre su espada en haki y te lanza otra onda cortante. La sincronía entre ambos espadachines es tal, que el ataque parece unirse con el mismo objetivo. Claramente el ataque de este tipo es más potente que el de su compañero, pero juntos será uno duro de responder. El tipo grita con una mezcla de rabia y orgullo.

—¡No acabarás con nosotros tan fácilmente!

El choque entre ambos ataques y el tuyo crea un estruendo enorme. Notas la fuerza de ambos ataques y, a pesar de que el tuyo es muy potente, acabas cediendo ante su fuerza. La combinación de ambos ataque es superior a la tuya, algo que cabría esperar en una desventaja numérica.

Mientras lidias con ese último ataque, notas que Mozza Rela se ha reposicionado y te apunta con su pistola. El arma emite un leve brillo mientras la carga con haki, preparándose para un disparo preciso. Sientes que el peligro es inminente, y, de repente, oyes el sonido de la bala. El disparo se dirige hacia ti, puedes que calcular que al pecho.

Mozza Rela parece satisfecha con su ataque y ya recarga para disparar de nuevo. ¿Cuánta munición tendrá? Parece que tiene los bolsillos llenos.

Finalmente, si te fijas en Par Migiano, estará en la misma posición en la que recibió tu impacto, observando cada movimiento. A diferencia de sus compañeros, no se lanza de inmediato al ataque. Su postura es tensa, con los puños americanos listos, como si aguardara el momento perfecto para ejecutar un golpe definitivo. Si te fijas en su respiración, está bastante alterada, seguro que, aunque parece más entero que el resto de los suyos, está más agotado. Puedes ver que está cargando algo más allá de un simple golpe. Su cuerpo parece casi petrificado, pero sus ojos están llenos de intención.

El aire se ha llenado de astillas y fragmentos de madera por momentos. Hay un boquete en el barco, aunque no lo suficientemente grande como para tumbar el barco. La pelea está siendo dura. Muy dura.

Por su parte, Douma sigue peleando con Marga Rita. Se le ve bastante cansado, y tiene sangre por varias partes de su cuerpo. Sin embargo, Marga Rita, aunque visiblemente cansada también, luce mucho más entera. Ahora solo lleva un cortador de pizza. El otro está en el suelo, quizá ha sido desarmada o se ha pasado a otro estilo más acorde con la pelea que estaba teniendo. En cualquier caso, tú de momento tienes aún por delante una pelea que parece que durará algo más.

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#13
Ragnheidr Grosdttir
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La escena era digna de una serie de televisión, el rubio del revés, rotando con la cabeza apuntando al barco y con la misma completamente cubierta de haki. La rotación hizo a su vez moverse de manera frenética el gas, envolviendo aquel momento en lo más parecido a un choque en un anime entre ataques gigantescos que se va a poder ver. Los espadachines actuaron en consecuencia, efectuando sus ofensivas combinadas, impactando de golpe contra el ataque del vikingo. Se liberaron rayos ante aquel choque. Casi parecía que el cielo se abría en dos, probablemente para dejar vía libre a las valkiryas y que estas pudieran recoger el cuerpo de Ragn, llevarlo donde merecía y que descansara durante toda la eternidad entre comidas inacabables y mujeres de diez. ¡Y una mierda! El vikingo notaba como este choque lo perdía ... Filosos cortes surcaron sus dos extremidades, provocándole heridas que cubrieron su cuerpo de sangre al tiempo que salpicaban sobre la ropa. Liberó un poderoso golpe al finalizar la embestida entre ataques.

Sus pies tocaron tierra firme (la madera del barco) pero sus dos extremidades estaban ya envueltas en haki. No debía dormirse, porque bien podría perder la vida en aquel encuentro. Debía afrontarlo como hacía con todos, a todo o nada. El rugir de su estómago comenzaba a ser ya tan molesto que en un abrir y cerrar de ojos Ragn se llevó lo primero que tenía al alcance a la boca. Aquello resultó uno de los extraños bombones de Zaza Jr. Con suerte calmaría el rugir que se estaba extendiendo por todo su cuerpo. Era odioso tener aquella hambre infinita, porque realmente le era muy complejo llenar el vacío que siempre sentía. De no ser un adicto al ejercicio, estaríamos hablando de un tipo con obesidad mórbida, como poco. Por un instante le vino a la mente la estupidez por la que estaban luchando. Sí, el orgullo era importante, pero para cosas importantes. Quiso darle más vueltas al asunto, pero resultó que varias balas surcaron el cielo hasta su posición y claro, tenía que defenderse.

Quiso agarrar las balas con la mano cubierta de haki. Una temeridad que creía capaz, pero las balas pasaron de largo, acertando en su hombro derecho una de ellas. Sí, la dureza del impacto fue menor, pero aun así acertó en el gigantesco Buccaneer. — ¿Porrr qué lucharrr? — Comentó, pasándose la mano por la sangre de su hombro. — Ya olvidarrr. — Mostró una ligera sonrisa. Le gustaba batallar como a cualquier guerrero que se precie, pero no a la ligera y ciertamente, ya ni sabía por qué luchaba. El cuerpo de Ragn se transformó. El vikingo desconocía si aquella gente también tenía haki mantra, pero aun así no sería fácil identificar una masa sin color, ni sonido, que se desplazaba encima por el aire. Su cuerpo reapareció en lo alto de uno de los mástiles que todavía quedaban en pie. — ¿No querrrer unirrr a rrevolussión, pirrratas de pisssa? — Se golpeó el pecho. — Tenerrr potenssial. — A contraluz, parecía que su cuerpo se iba borrando, como si pequeñas "olas" de ese gas invisible taparan su cuerpo. — Poderrr morrrir todos aquí. O lucharrr porrr algo que meresserrr la vida. — Esbozó una sonrisa. Eso sí, estaba más que preparado para un rechazo, es más, es lo que esperaba. Es lo que siempre esperaba.

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#14
Octojin
El terror blanco
Uno de los piratas, Robi Ola, reacciona ante tus palabras. Con su katana aún envainada y una expresión que mezcla orgullo y una pizca de melancolía, levanta la cabeza hacia donde te encuentras sobre el mástil. Se aclara la garganta, dejando entrever su acento italiano mientras responde, su voz clara y firme:

—Non podemos dejar la famiglia, signore. La famiglia es tutto para nosotros, y especialmente con Marga Rita aquí —Hace una pausa, observando a su capitana, quien, aunque agotada y jadeante, sigue con la misma chispa indomable en sus ojos. Su voz se endurece, y sus palabras muestran un orgullo inquebrantable—. Non importa si morimos aquí, porque per la gloria della pizza senza piña, ¡valdrá la pena!

Si le miras, observarás su convicción. Aunque la razón de su lucha te sigue pareciendo ridícula, seguramente no puedas evitar respetar la lealtad que estos piratas sienten por su capitana y su causa, por absurda que sea. Aquello es algo envidiable, ¿no?

Ves que Gorgon Zola también mantiene una postura firme, aunque su semblante está torcido por el dolor. La fractura de su brazo le ha fastidiado la pelea, y está al borde de caer. Su cuerpo se ha inclinado hacia atrás, en una pose defensiva que intenta conservar la poca energía que le queda. Su katana diestra está en el suelo, y ahora solo maneja la que tiene en su siniestra, y su habilidad no es la mejor.

A tu alrededor, el silencio tenso parece darles a tus oponentes un momento para recuperar el aliento. Aprovechando esta pausa, puedes notar el estado de cada uno: Douma, aunque sigue en pie, se ve bastante agotado, si le observas, verás que sus movimientos son mucho más lentos, y muestra sus hombros ligeramente encorvados. Marga Rita, su rival directa, tampoco está en óptimas condiciones, pero mantiene esa testarudez casi cómica, como una cabra dispuesta a embestir sin importar el sacrificio. La sangre fluye de las heridas en sus brazos y piernas, pero su expresión sigue firme y decidida. Ese combate tiene que estar siendo épico, la verdad.

Parece que tus palabras han tenido algún efecto. Por un momento, el equipo Quattro Formaggi se detiene, mirándose entre ellos, como si tu discurso hubiera sembrado dudas en sus mentes. Pero la pausa dura apenas unos segundos. Con un asentimiento mutuo, vuelven a concentrarse, listos para el siguiente asalto. Están mucho más unidos de lo que creías. Tus palabras no han hecho mella en ellos y seguirán a tope con las ideas de su familia.

Gorgon Zola ajusta su postura, llevándose la mano izquierda a la empuñadura de su katana, su única arma funcional en este punto. Sus ojos te intentan observar con dureza, manteniendo una posición defensiva, claramente preparado para bloquear cualquier ataque que puedas lanzar.

Robi Ola, por su parte, cierra los ojos y envaina su katana, concentrándose profundamente. Es evidente que está preparando algún tipo de técnica, y el aire a su alrededor parece intensificarse, como si la calma que lo rodea fuese solo el preludio de una tormenta de acero y determinación. Parece que su concentración está dividiéndose, tanto en su katana como en su mente.

Par Migiano, por su parte, se desplaza hacia el centro de la cubierta. Con una mirada calculadora, coloca su mano derecha sobre la madera del barco, adoptando una posición extraña, casi ritualista. Aunque esta postura lo deja expuesto, su expresión refleja concentración absoluta, como si estuviera tratando de canalizar algo a través del propio barco. Vaya panda tú.

Moza Rela, mientras tanto, se posiciona un poco más alejada, cargando su arma con calma y precisión. En un abrir y cerrar de ojos, apunta hacia Douma y lanza una ráfaga de cinco balas. Todas ellas viajan directo a él, dejando estelas de haki en el aire, y siendo cada disparo calculado y dirigido a puntos clave, buscando desgastar al hijo de Zaza.

Douma se mueve para esquivar, aunque el cansancio en sus movimientos es visible. Apenas logra evitar las primeras balas, pero una de ellas roza su brazo izquierdo, dejando una herida superficial pero dolorosa. Sin duda le pasará factura, como todas las demás. La concentración en su rostro refleja su determinación a seguir luchando, incluso en un estado tan agotado.

Observas a todos ellos, conscientes de que están coordinando sus esfuerzos para lanzarse en el próximo momento de debilidad que perciban en ti o en Douma. La pausa que has conseguido es apenas un respiro, y el siguiente asalto promete ser aún más intenso.

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#15
Ragnheidr Grosdttir
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¡Por qué eran tan cabezones! Ragn escuchó atento lo que tenían que decir. A veces era decepcionante encontrarse gente igual a él en ese aspecto. No quería seguir luchando contra aquella panda, es más, ya solo pensaba en ir a comer otra vez. Hablaron, ensalzando a su grupo. — ¡Si unirrr todos, no tenerrr que de dejarrr a nadie atrrras! — Gritó, llevándose el dedo índice a la cabeza. ¿Es que estaba él muy lúcido ese día o los demás demasiado alterados para pensar? la sangre le caía por los brazos, víctima de aquellas espadas que tan vilmente cortaron su piel. Por suerte, las heridas en batalla aumentaban el ánimo del vikingo. — Podríamos comer una pizza entre todos. — Un vago pensamiento, relacionado con la comida, surcó su mente. Aquello le haría recordar el bombón de Douma. Estaba tan de puta madre que sentía su cuerpo aumentar en tamaño. Era como si hubiera ido al gimnasio esa mañana. Como cuando te levantas empalmao y dices ¿por qué no? y cae una. ¿Lo había hecho Douma esa comida? vagamente fijó la vista en el tipo y para desgracia del propio Ragn, los enemigos no cesaron mucho más tiempo.

Moza Rela actuó rápido. Pero Ragn se sentía con la capacidad de hacer algo, ahora sí. Su cuerpo se desplazó, volviéndose aquel gas invisible, sin olor ni sonido de por medio, cuál mago hizo desaparecer su presencia. Se movía mucho más rápido que antes, que ya es decir por qué el cabrón del vikingo tenía mucha más velocidad punta de lo que podría parecer. Buscaría aparecer detrás de Moza Rela, adelantándole a que acababa de atacar y estaría aún preparando su siguiente movimiento. Ragn buscaría atraparla por el cuello con su brazo derecho. — ¡Ya estarrr! — Gritó, apretando con fuerza. En un afán más por presionar una posible rendición enemiga, chasqueó los dedos, haciendo que el oxígeno en todos los demás desapareciera. Era un uso bastante útil a decir verdad, sobre todo cuando los enemigos no estaban demasiado lejos de su presencia.

Ya cansarrr de lucharrr. Querrrer comerrr, pero no poderrr dejarrr que seguirrr prresionando de esta manerrra a Douma ni al Barrratie. — Ejerció aún más presión en su brazo izquierdo, que es el que tenía sujeta a Moza Rela por el cuello. Con la diestra, pegó su puño a las costillas de la mujer. — Si seguirrr, yo matarrr. Todo se acabarrr.— Diría de manera brusca. Debido a los tamaños y la fuerza, quién sabe si de un puñetazo en un buen lugar no podría partir a la hembra de un golpe. Lo cierto es que era una curiosidad que igual tenían hasta la oportunidad de comprobar.

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#16
Octojin
El terror blanco
El ambiente en la cubierta es tenso, como si el tiempo mismo se hubiera ralentizado en el clímax de esta lucha que estáis manteniendo con tanta cabezonería. La madera cruje bajo los pies de los piratas Calzzone, que miran en todas direcciones, intentando localizarte. Focalizan cada sentido en percibir ese gas en el que te mueves. Esa materia que usas para desplazarte de una manera tan indetectable... Las olas golpean suavemente el casco del barco, y el sonido es tan constante que casi parece fundirse con la respiración irregular de Douma y los jadeos de tus rivales. Un viento tenue hace ondear la bandera sobre la cabeza de Marga Rita, recordándote el extraño motivo de esta lucha que, para todos los presentes, ha escalado hasta una cuestión de honor. Y eso sumado a la cabezonería de cada miembro presente en aquél barco, hace que la pelea no tenga una finalización sencilla.

Tus enemigos se mantienen alerta, con los sentidos agudizados, pero en vano. En tu forma de gas, eres prácticamente indetectable: sin olor, sin ruido, una presencia invisible que se desliza entre ellos. Gorgon Zola, dolorido, mantiene una postura defensiva, vigilante, sin dejar de fruncir el ceño por el esfuerzo. Robi Ola permanece inmóvil, aún concentrado, como si intuyera que cualquier movimiento en falso pudiera ser su último. y no se equivoca, la verdad. Par Migiano sigue tocando la madera del barco, completamente concentrado, como si intentara canalizar algo desde el corazón del navío mismo. Cada uno de ellos parece en su propio mundo, buscando un rastro, una pista de tu posición, sin éxito.

Y entonces, sin que nadie lo note, te deslizas detrás de Moza Rela, quien está aún enfocada en Douma. Sin hacer el más mínimo ruido, vuelves a tomar tu forma humana a sus espaldas. Moza Rela apenas tiene tiempo de reaccionar antes de que tu mano se cierre firmemente alrededor de su cuello. El terror cruza por su rostro al sentir la fuerza de tu agarre, y su cuerpo queda inmóvil, incapaz de moverse. Sus manos sueltan su arma, y la pistola cae al suelo, produciendo un sonido metálico que, en el silencio de la tensión, resuena como un estruendo. De repente, todas las miradas se centran de nuevo en ti. Por fin te detectan, aunque sea tarde.

Moza Rela empieza a jadear, y sus ojos se desorbitan al darse cuenta de su situación. Ni siquiera ha intentado zafarse, parece que está demasiado ocupada en poder mantenerse viva. La presión en tu brazo aumenta, inmovilizando su cuerpo, y el resto de los piratas nota inmediatamente su estado. Miran en su dirección, y al ver la expresión de pánico en su rostro y lo rápido que se ha puesto completamente roja, sus propias caras palidecen. Gorgon Zola, Robi Ola y Par Migiano parecen entrar en un estado de alerta máxima, sus ojos fijos en la escena mientras intentan decidir qué hacer, pero ninguno se atreve a realizar un movimiento. ¿Serían más rápidos en alcanzarte que tú en ejecutar a la tiradora? Una buena pregunta, pero lamentablemente creo que no tendremos respuesta. Las armas que sostenían tiemblan en sus manos, y el miedo en sus miradas deja claro que saben que, si sigues adelante, Moza Rela no saldrá con vida.

Tu voz profunda y firme rompe el silencio. Moza Rela jadea, tratando de captar el poco aire que permites entrar en su cuerpo, y la tensión se apodera de la cubierta. Las miradas de los piratas Calzzone, antes llenas de orgullo, ahora están cargadas de impotencia y rabia contenida.

Por un instante, el silencio en la cubierta es absoluto, como si todos estuvieran conteniendo la respiración. La propia Marga Rita, que ha estado observando la escena con incredulidad, da un paso hacia adelante mientras sus cortadores de pizza mecánicos aún se encuentran chisporroteando, pero ahora bajados y sin intención ofensiva. En sus ojos, la furia y la frustración se mezclan con un reconocimiento resignado de que has ganado esta ronda.

—¡Basta! —ruge con voz estruendosa, que se escucha sobre el sonido del viento y las olas. Da unos pasos más hasta quedar frente a ti, notando cómo sus ojos lanzan destellos de odio— Nos largaremos… per ora. —La última palabra la pronuncia con un acento marcado y con una nota de promesa implícita. La furia en su expresión deja claro que esto no ha terminado; te has ganado una enemiga que no descansará hasta vengar lo ocurrido hoy. Joder... Y tú que te habías despertado y solo querías comer un poco. Qué mala hostia tienen algunas.

A pesar de su agotamiento, Marga Rita levanta la cabeza con orgullo y fija la mirada en ti, como si quisiera asegurarse de que su rostro se quede grabado en tu memoria. Luego, con un movimiento de la cabeza, indica a sus compañeros que retrocedan, y uno a uno, los piratas comienzan a recoger sus armas y a dirigirse hacia los botes. Envainan espadas y alzan los brazos, en señal de rendición. Creo que ahora viene la parte en la que debes soltar a Moza Rela. Si lo haces, seguramente caiga de rodillas, jadeando y con el rostro aún pálido, pero viva. Un par de sus compañeros la ayudarán a levantarse y, aún temblorosa, te lanza una última mirada cargada de resentimiento antes de seguir a los demás hacia la salida.

Douma, visiblemente agotado y sangrando de varias heridas, se acerca hasta ti y coloca una mano en tu hombro, su respiración está tremendamente agitada pero su expresión es de una gratitud evidente. Quién sabe cómo hubiera acabado todo si no hubieras terminado la pelea.

—Nos basta por hoy —dice con voz ronca, dándote una ligera sonrisa. Su cuerpo está cubierto de sudor y pequeñas manchas de sangre, y aunque su postura sigue siendo firme, es evidente que está al límite—. Vámonos, Ragn. No nos conviene quedarnos aquí más tiempo. Creo que ya hemos hecho lo nuestro.

Si miras a tu alrededor, verás que la cubierta está destrozada y que los piratas que se alejan lentamente hacia sus botes. ¿Piensan dejar allí el barco? Parece que sí. La bandera de los Calzzone aún ondea en su barco, y el sol comienza a ponerse en el horizonte, iluminando la escena con una luz rojiza. Aunque sientes el cansancio acumulado en cada músculo, el deber ha sido cumplido. Es hora de volver al Baratie.

Vuestro pequeño bote está un poco reventado, pero tenéis un par de botes salvavidas que podéis coger para volver. Los piratas se han ido en la dirección opuesta, así que parece no haber problema.

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#17
Ragnheidr Grosdttir
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La presión en el cuerpo de la fémina es cada vez mayor. Ragn era un hombre que convivía con la muerte, no le era lejana, acabar con una vida, si debía hacerlo, no le suponía un mal trago precisamente. Sin embargo aquellos tipos tampoco habían merecido morir, al revés, se mostraron honorables a sus ideas, luchando unidos hasta el final. Por un vago momento se acordó de Airgid, de Umi, Asradi, Tofun y Ubben, con ellos también existía esa sincronía extraña que solo sale a relucir cuando la combinación es buena. El vikingo dejó de apretar, soltando el cuerpo casi al borde del desmayo que seguía sosteniendo con su extremidad. Las miradas eran demoledoras. Estaba bien, eran las miradas que esperaba, desde luego. — Al final, no dessepssionarrr. — Susurró, esbozando una leve sonrisa al verlos marchar. Nuevos enemigos aparecían en la lista, gente que en un futuro podrían arrebatarle la vida a él o a los suyos, de eso se trataba ese viaje, de hacer amigos y muchos enemigos.

Buscó rápidamente la presencia de Douma, viendo como este colocaba una mano en su hombro, agotado. Los brazos del Buccaneer estaban ensangrentados, pero no había soltado ni un solo resquicio de dolor. Ni gritos, ni quejas, eso ya vendría después de la siesta, cuando las heridas sí comenzasen a picar. Ahora solo sentía adrenalina y hambre, sobre todo hambre. — Tenerrr hambrre, hijo de Zaza. — Colocó la diestra sobre su estómago, el cual rugía sin freno.

Ragn era una figura monumental al lado de Douma, una presencia titánica de cinco metros de altura que llena el espacio con una fuerza palpable, casi sofocante. Y tan sofocante, esos tipos de la pizza le hicieron sudar. Su cuerpo era una mezcla impresionante de brutalidad y control, de la violencia de una tormenta contenida en la piel y la calma helada de un guerrero que ha visto mucho más allá del combate ese día. Su torso ancho y sólido, como una muralla de piedra, está parcialmente cubierto por una armadura desgastada, donde algunos trozos de metal siguen adheridos al cuero, pero apenas protegen el torso musculoso, en el cual se ven cicatrices de batallas pasadas. La respiración de Ragn era profunda y rítmica, aunque agitada por el combate reciente, su pecho sube y baja como el oleaje. Sin embargo, sus ojos, de un azul helado, permanecen serenos, fijos, como dos pozos de calma en medio del caos. Esa mirada inquebrantable contemplando la escapada de los piratas era un contraste impresionante con el resto de su apariencia brutal y salvaje. La quietud de su expresión y la falta de temblor en su cuerpo parecen desmentir la reciente batalla, como si el peligro y la violencia no tuvieran el poder de alterar su temple.

Coloca una mano pesada sobre el hombro de Douma, dejando una mancha de sangre en él, pero su toque es firme y lleno de camaradería. Aunque sus músculos están tensos y su cuerpo agotado, no muestra signos de debilidad ni flaqueza, sino una especie de resignación ante el agotamiento, como si fuera algo que acepta y hasta disfruta. La adrenalina todavía corre por sus venas, manteniéndolo en pie, pero bajo esa capa de fuerza se esconde un hambre voraz. ¡Necesitaba comer! Comenzó a caminar hacia el bote, no sin antes preguntar. — ¿Y qué pasarrr con barrrco? Ubben agrradesser que tenerrr uno al fin. — Se lo había agenciado, aunque estuviera en la mierda. Ubben tomaría de buena gana tener uno extra, con el que experimentar. Tomaron el bote y marcharon al Baratie, donde Ragn buscaría ponerse hasta las botas. AHORA SI.

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#18
Octojin
El terror blanco
El camino de vuelta al Baratie se siente casi como una procesión de victoria, aunque tanto tú como Douma estáis al borde del agotamiento. La adrenalina te mantiene en pie, pero cada músculo, cada herida, empieza a arder. Ha sido parar un poco la actividad y ya notas que va a ser una tremenda mierda la recuperación. Llegas al Baratie con una mezcla de orgullo y hambre insaciable, y el rugido de tu estómago parece resonar incluso sobre el sonido de las olas.

Douma, apenas subiendo al barco, hace una señal con la mano, y enseguida un par de cocineros se apresuran hacia vosotros. Su orden es clara y precisa.

—¡Preparad un banquete! Este guerrero y yo necesitamos más que comida. Necesitamos un festín —dice, con voz rasposa pero decidida, mientras se apoya en un poste para recuperar el aliento.

Los camareros y cocineros se miran entre ellos, sorprendidos al ver a Douma tan desgastado. Sin perder un segundo, desaparecen hacia la cocina para cumplir con la petición. A tu alrededor, los trabajadores del Baratie intentan ocultar su asombro, pero sus miradas de admiración y respeto son más que evidentes hacia vosotros. La que habéis liado eh. Se nota que has demostrado, tanto a ellos como a Douma, tu lealtad a Zaza y al Baratie.

Poco después, te llevan a una de las mesas más amplias de la cubierta, donde se despliegan con rapidez bandejas de carne, pan, arroz y pescados frescos que huelen que alimentan. La comida llega en tal cantidad que la mesa apenas puede con el peso. Y como si fuera la última ofrenda de una gran hazaña, los cocineros siguen trayendo platos, cuencos de sopa humeante y jarras de cerveza espumosa. Desde luego no te va a faltar de nada.

Mientras comienzas a devorar la comida, una pequeña comitiva de médicos se acerca. No esperan que termines tu festín; más bien, empiezan a tratar tus heridas allí mismo, entre bocado y bocado, limpiando y suturando cortes mientras tú apenas detienes el ritmo de tus mordiscos. Uno de ellos te limpia el brazo, aplicando algún tipo de ungüento que alivia el dolor de inmediato, mientras otro trata una herida en el costado de Douma.

Douma te observa entre bocados, su expresión es bastante cansada pero algo te dice que está tremendamente satisfecho. Después de un rato, y tras varios sorbos de cerveza, levanta la mirada hacia ti y habla con un tono más bajo y serio:

—Ragn, Zaza tuvo que marcharse. Ha estado... algo mal últimamente —Hace una pausa, como si elegir las palabras fuera una tarea complicada—. Los médicos de aquí decían que había sido envenenado, y luego pensando parece que fue fruto de un higo. Un maldito higo... Dijo que necesitaba recuperarse y… volverá en unos días, tal vez semanas. Volverá más fuerte y testarudo que antes, eso seguro. ¿Quieres quedarte aquí hasta que vuelva? Eso no será un problema si dispones del tiempo.

La noticia quizá te tome por sorpresa. Zaza, el guerrero que te enseñó a manejar cuchillos como armas y a darles la reverencia debida en la cocina, siempre había sido una figura de fuerza en tu vida. La idea de que pudiera verse afectado por algo tan mundano como la enfermedad resulta difícil de aceptar. Pero era un humano al fin y al cabo, ¿no? Uno tremendamente sobrenatural, pero uno al fin y al cabo. Parece cierto que el tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a quienes parecen indomables.

—Me pidió que mantuviera el Baratie en orden y que me encargara de que los Calzzone no pongan un pie aquí. Está convencido de que este lugar seguirá siendo un refugio, con o sin él. Pero… —Douma se detiene, tomando aire antes de continuar— Zaza es como el alma de este lugar. Todos lo sentimos. Su ausencia pesa, aunque él nunca lo admitirá.

Quizá el peso de las palabras de Douma caigan sobre ti, y de repente, el banquete, la cerveza y el bullicio de la cocina se diluyan un poco. Quizá te des cuenta de que este banquete no es solo para celebrar la victoria contra los Calzzone, sino también para honrar el legado de Zaza en el Baratie, un legado que parece haber tocado a todos los que pasan por este lugar.

La comida continúa, y aunque tu hambre parece inagotable, creo que te llegará antes el agotamiento, que pronto a pronto empezará a dominarte. Los médicos han terminado su trabajo, y cada herida cubierta, cada corte limpiado, parece liberar algo de la tensión acumulada en tu cuerpo. Con el estómago lleno y las heridas tratadas, sientes que el peso de la batalla se disuelve lentamente, dejando espacio para la calma.

Douma termina de comer y se recuesta en el asiento, aprovechando el momento de calma. Sus ojos están cansados pero lucen tranquilos. Te das cuenta de que la batalla no solo ha sido contra los Calzzone, sino también contra los recuerdos, las heridas y los sacrificios que tanto tú como Douma lleváis dentro. En silencio, ambos brindáis con un último sorbo de cerveza, como si esa jarra espumosa fuera una promesa del reencuentro con Zaza.

Finalmente, tras terminar el banquete, Douma se levanta, tambaleándose ligeramente, y coloca una mano en tu hombro.

—Descansa, Ragn. Hoy hemos ganado, y merecemos este respiro.

Parece que puedes ir a dormir tranquilamente, te lo has ganado. Al césar lo que es del césar.

Cosas
#19
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Ragn asiente a las palabras de Douma con una mueca de respeto y cansancio. Es una señal apenas perceptible, pues el vikingo está al límite, pero suficiente para quien entiende la fuerza de un asentimiento sincero. Sus ojos, oscuros y profundos como el océano en calma, siguen al cocinero mientras este se tambalea hasta el otro lado de la cubierta, con esa mezcla de agotamiento y alivio que surge tras la tormenta. El festín ha sido generoso. Carne en cantidades dignas de una leyenda, jarras de cerveza espumosa, pescado tan fresco que parece que aún huele a sal, y el pan crujiente, una delicia que apenas deja migajas en su paso. Ragn sigue devorando con cada fibra de su ser, aún sintiendo el filo del hambre que le late en el estómago. Pero esta hambre es diferente; es el hambre de un guerrero que celebra, que rinde homenaje a la victoria y que honra cada bocado como un tributo a aquellos que se quedaron en el camino. Mientras devora y permite que los médicos le aten y limpien las heridas, sus pensamientos divagan hacia Zaza. La noticia de su envenenamiento, esa revelación tan amarga y absurda de que un simple higo haya sido capaz de doblegar a un hombre tan fuerte, deja a Ragn perplejo. En su mente, Zaza es más que un mentor. Es un símbolo. El hombre que le enseñó a manejar los cuchillos, a ver el arte en cada corte y el respeto en cada plato. Es casi imposible concebir que un hombre como él pueda caer presa de un veneno tan insignificante.

Ragn deja escapar una risotada baja, que retumba en su pecho como un trueno lejano. No es burla, es ironía, es la impotencia de saber que, a pesar de toda la destreza, de toda la fiereza que uno pueda tener en combate, al final todos son humanos. Todos pueden caer. —Hasta el más grande. — Piensa, con una mezcla de admiración y resignación, mientras mastica un trozo de carne y observa el horizonte. El cansancio empieza a treparle por las piernas, los brazos, los músculos todos, como un veneno lento. Las heridas laten bajo las vendas, recordándole cada corte, cada golpe recibido, cada herida que se suma a las cicatrices que adornan su cuerpo. Pero en el fondo, hay una satisfacción palpable. La batalla fue intensa, y los Calzzone han recibido el mensaje claro: el Baratie es sagrado, es territorio de Zaza y su legado, y cualquiera que ose amenazarlo pagará el precio. A medida que la comida continúa llegando, Ragn sigue comiendo, aunque cada vez más despacio. La euforia se disipa y, en su lugar, emerge la calma, el pesado abrazo de la fatiga que empieza a instalarse en sus huesos. Aun así, Ragn se permite un último sorbo de la cerveza, esa cerveza que ahora parece un poco más amarga, quizás por la ausencia de Zaza, que aunque no está, aún se siente en cada rincón del barco. La espuma le acaricia los labios y, por un instante, su mirada se encuentra con la de Douma. No necesitan hablar para comprenderse, el sacrificio, el honor, la devoción por Zaza y el Baratie son algo que comparten en silencio. Ambos llevan en la mirada el peso de la lealtad. Cuando Douma menciona la promesa de Zaza de regresar más fuerte, Ragn asiente. No hay duda en él. Conoce a su maestro, sabe que es terco, indomable. Un envenenamiento no será su fin, sino un desafío que superará, regresando con la misma fuerza y fiereza que siempre ha mostrado. Pero hasta entonces, Ragn comprende su responsabilidad, proteger el Baratie, mantenerlo en orden, tal y como Zaza habría querido.

Cuando Douma le coloca una mano en el hombro y le dice que descanse, Ragn lo recibe con una especie de alivio. Ha sido un día largo, y el peso de la batalla, aunque compartido, recae ahora sobre sus hombros como una capa de hierro. Los cortes, los rasguños, el cansancio de sus músculos, yacen en su cuerpo como tatuajes de un día que jamás olvidará. El guerrero se pone en pie lentamente, sintiendo el equilibrio del barco bajo sus pies y el ligero vaivén de las olas que le recuerda su conexión con el mar. Con pasos lentos y pesados, se dirige hacia los camarotes, sintiendo que cada paso lo acerca un poco más a la paz, al descanso que ansía. Mientras camina, algunos trabajadores del Baratie le lanzan miradas respetuosas, con una mezcla de reverencia y asombro. No es común ver a un hombre de la talla de Ragn caminar entre ellos, un guerrero que acaba de demostrar su lealtad y su fuerza en la batalla. Al entrar en su camarote, se deja caer sobre el catre con un suspiro que resuena en la habitación. El colchón, aunque sencillo, le recibe como si fuera un trono de reyes. Su cuerpo cede al instante, cada músculo relajándose, cada herida calmándose bajo las vendas y el ungüento aplicado por los médicos. Cierra los ojos y deja que la oscuridad lo envuelva, permitiéndose por fin caer en el abismo del sueño.

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#20


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