Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] Red Flag [T2]
Vesper Chrome
Medical Fortress
Isla Kilombo
Dia 31, Verano.


La Isla Kilombo es un rincón apartado y peligroso, un lugar donde las aguas serenas esconden la violencia que late bajo la superficie. Aquí, el mar golpea suavemente contra las rocas, y las embarcaciones ancladas en el muelle parecen pequeñas, solitarias, como si temieran demasiado movimiento. La brisa salada acaricia el rostro de cualquiera que se atreva a desembarcar, pero también lleva consigo un aire espeso, pesado, como si la misma isla advirtiera que no es bienvenida la paz en sus tierras. A lo lejos, el pequeño pueblo parece dormido, con luces tenues parpadeando en las pocas casas que desafían la noche. Sin embargo, las verdaderas historias de Kilombo no ocurren en el centro del pueblo, sino en las sombras que rodean cada rincón, en los murmullos que se filtran entre los callejones y en los rumores que resuenan en la boca de los más valientes. Aquí, todos saben que la tripulación de los Banderas Rojas opera a las afueras del pueblo, y que cualquier enfrentamiento con ellos termina rápido y sin testigos. El sonido de pasos lentos y calculados resuena en el muelle. 

Una figura oscura, casi indistinguible en la penumbra, emerge desde uno de los callejones cercanos: Eres tú Cuervo, un individuo conocido en los bajos fondos por su habilidad para moverse sin dejar rastros y cumplir con cualquier encargo. Contigo llevas un Den den Mushi que te permite tener conversaciones con Mama Coco, en donde ella te da encargos y ademas sirve como receptor de imagenes de tus posibles objetivos, y es desde allí que se escucha una voz grave y conocida.
—Cuervo, Aquí Mamá Coco. — La voz de Mama Coco lleva una autoridad inconfundible. No es una mujer de rodeos, y tu sabes que cada palabra que ella pronuncia es el producto de años de experiencia y astucia. Sus instrucciones, transmitidas a través del caracol, suenan claras y crudas, como una advertencia y una invitación a la vez.

—Thomas Duarte es un idiota que fue lo bastante estúpido como para unirse a los Banderas Rojas. — Comienza ella, sin el menor rastro de simpatía. —No tardó en darse cuenta de que esa tripulación opera bajo tres reglas sencillas: te quedas, te mueres, o pagas. — La voz se entrecorta un momento, y Mama Coco suspira. Es un suspiro que probablemente has escuchado antes, el de alguien cansado de ver gente metida en problemas que no pueden manejar.

—Ahora, su hermana, Isabella Duarte, se ofreció a cambio de su libertad. Solo debía quedarse tres meses, pero han pasado cinco y estos perros no la han dejado libre. La necesitan y no piensan soltarla— continúa. —Thomas no puede recurrir a la marina sin arriesgarse a exponer su conexión con ellos… Por eso, entras tú. Necesito que saques a Isabella de esa base y te asegures de que regrese con vida. —  La voz de Mama Coco adquiere un tono más grave al mencionar la base de los piratas, un lugar conocido por las pocas almas que han logrado escapar. Kilombo no es solo una isla; es un terreno hostil donde la ley que impera es la de los más fuertes, y aquí los Banderas Rojas aunque estan de paso, han sabido moverse tan bien para no ser atrapados por los idiotas de la marina.

— La base de los Banderas Rojas está en un lugar maldito de esta isla, en las zonas más peligrosas. No son los piratas más fuertes, pero tienen un número suficiente como para hacerte la vida imposible si no tienes cuidado — explica. —Aún así, te envié a alguien que te será de mucha ayuda para abrirte paso.— Una pausa, y el den den mushi emite un leve clic. Al instante, una imagen de Isabella Duarte se revela en una pared cercana donde el den den mushi esta mirando. La fotografía muestra a una mujer de ojos firmes, el tipo de persona que no se rinde fácilmente. 

Observa la imagen en silencio el tiempo que quieras, graba en tu mente los rasgos de la persona que te ha tocado salvar en esta ocasión. Sin decir una palabra, sabes perfectamente como es Mamá Coco, es mejor que simplemente asientas y digas que aceptas, o algo por el estilo, sabemos qe no eres de aquellos que dice que no a un trabajo como este. Guarda entonces el dispositivo. El tiempo apremia y que tu misión apenas comienza. Cuando miras hacia el oscuro camino hacia las afueras del pueblo sabes que tienes que esperar el refuerzo de Mamá Coco, y probablemente esa persona vaya a llegar justo al lugar en donde tu te encuentras, asi que no te muevas demasiado hasta encontrarla. 


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#1
Sowon
Luna Sangrienta
Personaje


Era habitual tener clientes habituales en una isla como Kilombo, luego de varios trabajos y escaramuzas con diferentes criminales, la mujer de cuatro metros de altura se había labrado cierta reputación como mercenaria. Era como el vecino soñado de cualquiera, podía cuidarte al gato, encargarse de unos piratas y hasta limpiarte el gallinero siempre que no le pusieran de mal humor y aceptasen sus infantiles apodos que todo inocente recibía por su parte. Ella, en efecto, era una mercenaria eficiente pero compleja de tratar que podía parecer muy inquieta a la hora de intentar finalizar un trabajo con la mayor velocidad posible. Su pequeño caracol sonó, siendo esa mujer de los cocos, le había ayudado hace un tiempo con algunos problemas y tras verle repeler a algunos piratas por su cuenta solía llamarle por temas referidos a estos. A sabiendas de que la rubia tenía cierta debilidad por ayudar esclavos, al menos salvarles de ese cruel destino si la paga era lo adecuado.

—¿Salvar a una mujer guapa? Hubieras iniciado desde ahí, hmm, no puedes pagarme todo y deberé escoltar a un Cuervo... ¿Eh no es un pajarito? Hmm, una hormiga, entiendo. Normalmente iría sola, pero no tengo problemas en unir fuerzas. Siempre se me dio bien colaborar en equipo...—

Comentó ante su llamado, siendo que tras ajustarse el espadón en la espalda no tardó en ponerse en marcha. Su armadura resplandecía en el pueblo y el punto de encuentro era un lugar conocido, no se había puesto a medir problemas esa mujer. Se aproximó al lugar, observando con tranquilidad sus alrededores, todavía pensando en que llevaba a tantos tontos a involucrarse con piratas que no eran de fiar. ¿Acaso ella no era una? A lo mejor era una pirata particular, una que no necesitaba hacer fechorías por ganarse un poco de dinero y que se dedicaba a cazarlos por mero entretenimiento.

—Entonces tu eres el que se encargará de todo... Soy Shinozaki Sowon, conozco a la señora de los cocos desde hace un tiempo, he trabajado para ella con ciertos asuntos. Supongo que deberíamos planificar nuestro asalto antes de ir como un pollo sin cabeza, algunas hormigas no piensan con claridad. Tenemos un rehén, no sabemos si está viva o está muerta, Coco cree que no la han matado pero creo que se ha tardado unos cinco meses en llamarnos. Nunca hay que fiarse de tratos con esa calaña, los mentirosos me ponen de muy mal humor.—

Cerró su puño mientras inclinaba su cabeza, sus cuernos completaban la visión de una bestia imponente que de poner sus manos sobre esos piratas los usaría como piezas de un rompecabezas.  Suspiró para tranquilizar sus pensamientos y volvió a hablar, sus ojos esmeralda resplandecían con cierta emoción, como si tuviese una idea.

—Yo no sirvo para infiltrarme, pero te veo potencial con ese aspecto tan pintoresco. Podrías intentar infiltrarte y localizar a esa mujer, luego cuando todos estén dormidos hacer una señal para que limpie el camino. Claro que la opción de destrozarlos desde el principio no es algo que me desagrade, pero asegurar al objetivo es lo que nos da la paga. Si fuese diferente no sería divertido. Podemos pensar más cuando tengamos el campamento delante, a lo mejor puedas entrar sin necesidad de simular ser uno de ellos.—

Conocía que los piratas no eran de la zona, dependían del comercio y el hecho de intimar a otros comerciantes para tener recursos, una banda que se valía de múltiples acuerdos muy endebles y que podían utilizar para obtener una ventaja. Aún así, todas sus sugerencias venían en base a su experiencia en otros trabajos, si su compañero deseaba enfocarse en un estilo mucho más violento no tendría más remedio que limpiar la zona. Aunque ese enfoque ponía en riesgo a su objetivo, si la Oni se quedaba sin paga, no ofrecería mucha ayuda y a lo mejor terminase por quedarse a observar. 

Inventario
#2
Kairo
Cuervo | Scarecrow
Personaje



Kairo avanzó entre las sombras del muelle con sus pasos lentos y seguros, apenas un eco sutil en el silencio denso de la isla. Isla Kilombo era un lugar que parecía, por diseño, un sitio de paz y estabilidad, sin lugar al caos y el crimen, la gente era amable y la presencia de la marina aqui era notoria. Por supuesto que Kairo era muy consciente de esto, no era la primera vez que con su figura delgada y su presencia casi espectral, se movía por esta tierra. Se detuvo, sosteniendo el Den Den Mushi en una mano, como si esperara que el dispositivo cobrara vida antes de que la voz de Mamá Coco emergiera del aparato. Cuando la reconoció, una leve sonrisa torcida asomó en su rostro. Esa voz que siempre resonaba como el metal oxidado, cargada de autoridad y de una frialdad tan calculadora como implacable. Su instrucción era directa, sin espacio para las preguntas innecesarias. Kairo asintió casi imperceptiblemente mientras Mamá Coco describía la situación de Isabella y el pobre imbécil de su hermano, Thomas. Al parecer, se había metido en un juego en el que no podía ganar, y ahora estaba atrapado en una situación en la que, si vivía o moría, importaba poco. “Cinco meses...” Kairo deslizó su mirada hacia la imagen proyectada de Isabella Duarte. La figura de la mujer parecía desafiar la situación en la que se encontraba; su mirada era feroz, alguien que no se dejaba quebrar fácilmente. Esa clase de carácter a veces era lo que permitía a alguien sobrevivir, pero también podía hacer que otros intentaran doblegarlo con más violencia. Aún en la penumbra de la noche, Kairo guardó la imagen mentalmente, grabando cada detalle en su memoria. Sabía que no habría margen para errores, y la misión que Mamá Coco le había dado debía completarse con la misma precisión de siempre.

¿Un soporte? Pues que considerado de tu parte. — Bromeo el pelinegro. Mama Coco no suele asignarle compañeros, pues sabe que a Kairo le gusta trabajar solo, por lo que estaba seguro de que esta no seria una mision cualquiera. Kairo corto la llamada, guardó el Den Den Mushi en su abrigo y dejó que sus pensamientos se sumergieran en el plan. Un rescate, sin duda, significaba asumir riesgos. La fuerza bruta era una opcion, una entrada rapida, simple y directa, pero tambien muy arriesgada. Mama Coco dijo que recibiria ayuda, pero siendo dos en vez de uno tampoco es que hiciese mucha diferencia ¿o si?

Poco después, el eco de unos pasos inusualmente pesados resonó a la distancia, sacándolo de sus pensamientos. Alzó la vista justo a tiempo para ver la figura de una mujer acercarse, tan imponente que parecía una sombra viva, casi un monstruo surgiendo de la nada. Era una mujer alta, fácilmente cuatro metros de estatura, con un aire que no dejaba lugar a dudas sobre sus habilidades en combate. Sin duda, la fuerza que Mamá Coco había prometido enviar. Kairo observó a Sowon en silencio mientras ella hablaba, con una voz llena de energía y de cierta ironía, a diferencia de él, quien si bien se vio sorprendido al verla en un inicio, a medida que la escuchaba hablar su expresion se apagaba con desgano. Kairo no reflejaba ese entusiasmo por fuera aunque por dentro tenia ansias de luchar. Le escuchó con calma, sin interrupciones, enseguida noto que su altura le daba cierto aire de superioridad que la envolvia, comparando a los humanos con hormigas, aunque no le faltaba un punto. Sowon parecía divertida por la situación, casi emocionada de tener que abrirse paso a golpes si era necesario, con esa manera de hablar que él encontraba innecesariamente ruidosa. Cuando por fin terminó su monólogo, Kairo dejó que el silencio se extendiera un poco más, evaluando cómo responderle sin perder tiempo en intercambios inútiles. Tomó aire, luego habló con voz baja y cortante.

Supongo que eso es lo que Mamá Coco cree necesario — Comentó, en un tono que apenas se distinguía de un susurro, pero con la misma firmeza que la voz de Sowon. Tal vez ni siquiera se lo decia a ella, sino a si mismo. — Puedes llamarme Cuervo. — Se presento. — Seria estupido no hacer uso de tu tamaño contra esos tipos, creo que una confrontacion directa será lo mejor. Ellos no esperan que vayamos por la chica, probablemente pensaran que somos marines, gente del gobierno o cazarrecompensas. Como sea, creo que lo mejor sera que los confrontes directamente, aproveches tu tamaño para causar un gran escandalo haciendo una entrada para que pueda infiltrarme sigilosamente. Mientras los demas luchan contra ti yo me escabulliré y buscare a la doctora Isabella. Seguro Mama Coco te mostro su foto asi que ya sabes, si la ves me avisas o simplemente la recoges. Y por favor, no la vayas a aplastar por accidente, ten cuidado con lo que destruyes pero que no se note. — Explico calmadamente, mirando a Sowon directamente a los ojos. — Tambien podriamos ir full sigilo y con cuidado pero... es muy aburrido. — Termino de sentenciar, sonriendo pícaramente.
#3
Vesper Chrome
Medical Fortress
La noche en Rostock está cargada de una quietud inquietante, apenas rota por el murmullo de las olas que golpean las costas de la isla Kilombo y el susurro ocasional del viento que cruza las estrechas calles del pueblo. Cuervo y Sowon, ustedes caminan en silencio, sus pisadas amortiguadas por la tierra húmeda del camino, atentos a cualquier movimiento, a cualquier señal de posibles problemas. Las sombras se extienden en las esquinas, envolviendo el lugar en una oscuridad que parece comprimir los sonidos y ocultar secretos en cada rincón.

Para ti, Cuervo, este es el momento ideal para actuar. La noche te brinda el anonimato perfecto y te ayuda a moverte con sigilo sin llamar la atención. La misión es sencilla en principio: entrar, encontrar a Isabella Duarte, y sacarla antes de que los piratas noten siquiera su presencia. Pero en el fondo, sabes que pocas misiones se ejecutan sin contratiempos.

De repente, un sonido débil y ahogado se cuela entre el silencio. Ambos se detienen, aguzando el oído. Unos pasos rápidos y temblorosos se acercan desde una calle lateral. De entre las sombras, emerge una niña pequeña, con las mejillas sucias y los ojos hinchados de tanto llorar. Lleva un vestido sencillo, con la tela deshilachada en algunos bordes, y parece haber estado corriendo en el frío de la noche.

La niña se lanza hacia Cuervo, aferrándose a su ropa con una mirada desesperada.

¡Por favor, ayúdenme! —suplica en un susurro tembloroso, con la voz desgarrada por el miedo—. Mi papá… unos hombres malos lo están golpeando en un callejón. Dicen que se lo van a llevar. ¡No dejen que lo lastimen más!.  Señala un callejón oscuro y angosto más adelante, y su mano tiembla al hacerlo. El dolor en su mirada es palpable, y ustedes mis aventureros no pueden evitar sentir un leve conflicto interno. Saben que tienen una misión urgente, pero también son conscientes de que dejar a esta niña podría tener consecuencias difíciles de ignorar.

Antes de que puedan responder, otro sonido llama su atención desde el lado opuesto. Un anciano que lucha con el peso de una gran bolsa aparece tambaleándose por una calle cercana. Es un hombre de barba blanca y mirada cansada, con las manos arrugadas y temblorosas que intentan cargar la bolsa. Sus pasos son pesados y lentos, claramente luchando contra el peso que lleva. Al ver a Cuervo y Sowon, levanta una mirada esperanzada y les hace un gesto con la cabeza.

Disculpen, jóvenes— dice con una voz suave y ronca — ¿Podrían darme una mano? Esta bolsa… es más pesada de lo que pensaba. —
Señala una casa al final de la calle, justo al borde de donde se extiende la penumbra. — Solo hasta allí. — agrega con una sonrisa cansada, tratando de aparentar fuerza, aunque se nota que apenas se sostiene.

Ambos, a pesar de su naturaleza sienten un tirón de conflicto. Por un lado, saben que ayudar al anciano podría ser rápido y evitar que cargue solo con ese peso; por otro lado, la niña aún los observa con ojos suplicantes, como si todo su mundo dependiera de ustedes. El tiempo corre, y cada minuto es crucial. Miran al anciano y a la niña, ambos entienden que tendrán que tomar una decisión rápida, y que cualquier elección podría acarrear consecuencias.

Piensen en sus opciones:

Ayudar a la niña: Pueden correr hacia el callejón para enfrentar a los hombres que golpean a su padre. Pero una intervención en un conflicto tan público podría atraer miradas indeseadas, y ambos como trabajadores del mundo nocturno y oculto saben que el riesgo de enfrentar problemas con la autoridad local es alto. Sin embargo, el deber de proteger a alguien vulnerable como la niña pesa en su conciencia.

Ayudar al anciano: La petición parece inocente y breve, solo cargar una bolsa unos cuantos metros hasta una casa cercana. Pueden estimar que no les tomará más de un par de minutos, y el anciano ciertamente necesita ayuda. No obstante, cualquier pérdida de tiempo puede dificultar su misión y reducir las posibilidades de cumplir con éxito el rescate de Isabella.

Ignorar ambos llamados y continuar con la misión principal: La opción más lógica es seguir adelante, ignorando las distracciones y centrándose en el objetivo principal. Es lo que se haría en cualquier otra misión en el mundo en el que ustedes estan involucrados, especialmente cuando los minutos cuentan. Sacar a Isabella es la prioridad, y cualquier demora podría poner en riesgo su vida.

¿Que harán jovenes aventureros?
#4
Sowon
Luna Sangrienta
Las cosas se ponían interesantes, al parecer su compañero no abogaba por una entrada silenciosa, consideraba hacerlo como algo realmente aburrido. De cierta manera tenía razón, aunque esperaba no tener que lamentar luego cierto esfuerzo adicional, se limitó a asentir mientras emprendía la caminata. Cuervo resultaba una hormiga curiosa, como si estuviese buscando algo de emoción en su vida, no todos hubieran apostado por un ataque directo a una base pirata aunque a lo mejor era parte de una estrategia para verle en acción. No le importaba mucho mientras le pagasen, su paga era por ser un mero soporte y hacer lo que su compañero creyese necesario a la hora de ejecutar el rescate, le pagaban por hora y por el resultado lo importante era asegurarse de rescatar a la mujer con vida. Mientras se adentraban a las calles menos seguras de la zona, la Oni presenciaba algo que era típico en aquellas zonas, peligros y diferentes manías a cada esquina, ajustes de cuentas y negocios fraudulentos donde unos pocos civiles honestos intentaban ganarse la vida para salir de esa desesperante situación. Suspiró al ver a la niña acercarse a pedir ayuda, sin embargo, se giró hacia un anciano que venía unos pasos detrás y pedía también ayuda con una bolsa. 

― Siempre piensan que somos una especie de servicios sociales, deberíamos seguir, pero no me molesta cargar al anciano mientras avanzo. No será un peso grande para mi tamaño. En cuanto a la niña, lamento decir que no me pagan por meterme en asuntos que no me pagan, exponerme a una pelea no está en mis planes si no me asegura una ganancia y creo que perderíamos mucho tiempo. No se puede salvar a todos, lamentablemente el mundo no tiene sitio para todas las hormigas que lo pisan... ―

La rubia levantó al anciano y lo llevó cargando en su mano hasta la calle que les había indicado, quedaba de camino a su destino por lo que no perderían mucho tiempo, no pensaba involucrarse en el destino de aquella niña. Era una decisión dura, pero no le habían pagado para salvar a todos o hacer trabajo extra, simplemente debía rescatar a una mujer y eso haría. Exponerse a la marina no era algo que le agradase y con lo del anciano sentía que había hecho su buena acción del día. Las cosas en el mundo pasaban por algo, el hombre podía deber dinero, podía ser un criminal o incluso ser una trampa diseñada por los piratas usando a la niña. Aunque ella creía lo primero, tenía un corazón bastante puro e inocente como para sospechar de nadie. Si esa chica hubiera mencionado que le pagarían mucho más que la misión principal a lo mejor quizás hubiera intervenido, pero viendo que era simplemente una piedra en el camino decidió saltarla. No debía sentirse culpable, era lo que todos hacían incluso al ver a un esclavo o presenciar los abusos del mundo, si otros giraban la cabeza nada le impedía a ella tomar esa actitud.

— Bien anciano, aquí nos dividimos, Cuervito necesitamos darnos prisa. Si quieres encargarte de eso del callejón no cuentes conmigo, seguiré derecho hasta la base y te esperaré si no llegas me encargaré yo misma del asunto pero no creo que quieras quedarte sin paga y con los marines pisando tus talones. —

La Oni había escuchado de los marines, siempre sedientos por tener algún logro o medalla que pudiesen presumir, ella no sería quien les diera una razón para ir tras ella. Tenía una buena reputación y solo cumplía con un rescate, dejó al anciano donde este les había indicado y siguió su camino sin mirar atrás. Dependería de Cuervo seguirle en el camino recto que llevaba a su destino o detenerse en un asunto que no reportaba ninguna ganancia más que algún agradecimiento y a lo mejor varios sujetos buscando cobrar venganza. Para Sowon, aquello solo eran negocios, no necesitaba otra razón que la promesa de una paga para blandir su espada, inclinó levemente la cabeza hacia atrás para dar una mirada a su compañero antes de voltear y continuar su camino.

— Los esclavos deben romper sus propias cadenas para probar que su vida es necesaria, esa niña debería tomar las armas y salvar lo que considera suyo... —

Reflexionó en voz alta, quizás hablando con ella misma, mientras sus pasos lentamente se alejaban del lugar de los hechos para dar paso a la base pirata. ¿Si ella había tomado las riendas de su vida que le impedía a otros hacerlo? Nadie ayudaba gratis en aquella vida, todo dependía de la fuerza y el que era fuerte simplemente podía mandar sobre su propio destino. Aquel que tenía un sueño se volvía alguien completamente libre y su sueño, de momento, no involucraba tareas imposibles como salvar a todas las posibles víctimas de un mismo escenario. Los sacrificios, incluso los más insensibles, eran necesarios para asegurar el cumplimiento de una tarea.
#5
Kairo
Cuervo | Scarecrow
Todo estaba listo, Kairo miro desde abajo a Sowon, asintiendo con la cabeza en señal de que era momento de comenzar con el rescate, y acto seguido ambos partirian hacia la base de esos piratas infames. Sin embargo no llegaron muy lejos, pues unos cuantos metros mas adelante Kairo pudo escuchar claramente el sonido de unos pasos, por el ritmo de estos y el tipo de sonido que hacian eran pasos rapidos, alguien estaba corriendo por el callejon, eran pasos ligeros, muy ligeros, no parecian los pasos de un adulto. Enseguida pudo confirmar su identidad, se trataba de una niña, con la ropa rasgada, probablemente por su descuido al correr de manera tan descuidada, pero le llamo la atencion de inmediato que llevaba un vestido, probablemente era una niña con padres de buena posicion economica ¿Pero que hacia allí sola? Viendo que su rostro estaba cubierto de lagrimas y sus ojos hinchados de tanto llorar, tenia claro que nada bueno le habia sucedido.

La niña pidio ayuda desesperada, Kairo automaticamente observo de reojo a Sowon, quien no parecia muy interesada en el asunto. Toda una mercenaria. Por otro lado un anciano que andaba alli cerca, ignorando por completo a la niña pedia ayuda para que les sostengan unas bolsas y le ayuden a cruzar la calle, asi de ridiculo como sonaba para Kairo. Por supuesto, Kairo no le hizo ni un poco de caso, su empatia tenia un limite y estaba puesta en aquella niña... para su pesar. — Sowon, ve hacia la base y por ahora vigilala desde lejos, asegurate de que no te vean... si es posible. — Le pidio a su compañera mientras se rascaba detras de la cabeza. Se notaba en su forma de decirlo, suspirando, que esto le molestaba pero no podia ignorarlo. Cuervo era un hijo de puta frio y sin corazon, un obsesivo de su venganza, sin embargo tambien era Kairo, y Kairo fue una vez un Marine y un revolucionario, y lo quiera o no, algo de la buena moral que algunos de sus miembros poseian se le habia pegado. Tenia un retorcido codigo si, pero lo tenia, y no podia ignorar a una niña desesperada por ayuda en mitad de la noche. Ademas, su pasado lo condenaba. ¿Una niña pidiendo ayuda por su padre? Era una escena que ya habia vivido antes... en carne propia. Imposible no tomarselo un poco personal — Esta bien niña, llevame donde esta tu padre. — Le dijo serio, en el fondo molesto, pero con la niña intento disimularlo. No fingio ninguna sonrisa ni nada parecido, ni siquiera se molesto en hacerlo, pero al menos no exteriorizo su frustracion con ella.

No te preocupes Sowon, te alcanzare. Soy bastante rapido, estare alli antes de que te des cuenta. — Le dijo por encima del hombro mientras se alejaba de ella. Confiaba en que la gigantona podria ocuparse de todo en su ausencia. La noche apenas estaba comenzando y no habia prisa alguna, pues asi como estos eventos llegaron de forma inesperada, nadie los estaba esperando a ellos en aquella base. Solo esperaba que cuando terminase de resolver este contratiempo, sea lo suficientemente tarde para que todos esos piratas esten durmiendo y asi facilitar el asalto.
#6


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