¿Sabías que…?
... el autor de One Piece, Eichiro Oda, hay semanas en las que apenas duerme 3 horas al día para poder alcanzar la entrega del capitulo a tiempo.
[Común] [Presente] El sueño de un Don-Nadie
Henry
El Tirano Carmesí
Verano del año 724

Habían pasado casi dos años desde que acepté unirme a las filas de la marina. A pesar de todo no habrían muchos cambios en mi vida, pues pasé de ser el limpiador número uno de todo el cuartel a ser el ayudante del chef debido a mis habilidades en la cocina. Aunque no se me hubiera dado ninguna oportunidad de mostrar mi valía hasta el momento, si que se me asignaron horas de patrullas debido a mi físico intimidante.

Aquél día de verano me encontraba cortando los vegetales para hacer varios estofados qué pudieran alimentar a cientos de marines estacionados en aquél cuartel. Al terminar con la mayor parte de la preparación de los estofados, el chef Gravy se ausentó ya que se lo requería el sargento. Al ver esto, no pude evitar emocionarme al recordar que tenía mi katana en la parte tracera de la cocina, pues un buen marine siempre debía tener su arma cerca.

 - Estos momentos si que son raros, así que no hay tiempo que desperdiciar -

Tomé mi katana y la saqué de su vaina mientras observaba su hermoso filo brillar. Al mirar a todos lados y asegurarme de que nadie viera, empecé a lanzar cortes al aire simulando el entrenamiento de los soldados en el patio.

 - Algún día... Algún día llevaré la justicia a cada rincón de este mundo, librando a los más pobres de sus ataduras

Decía mientras sudaba la gota gorda con aquél entrenamiento. Luego de unos buenos minutos de prácticas, escuché como los grandes calderos en los que se preparaban el estofado hacían cada vez más ruido, pues a pesar de que estaba casi listos estos no paraban de hervir. Al segundo de darme cuenta coloqué mi katana en una mesa cercana y corrí para bajarle al fuego.

Afortunadamente no había nadie por allí viendo todo aquél show, por lo que al asegurarme de que todo estuviera bajo control fuí directamente a la parte tracera de la cocina a guardar mi arma y olvidarme de entrenar en la cocina... por lo menos por aquél día.
#1
Henry
El Tirano Carmesí
A la mañana siguiente

Un día había pasado desde que casi arruino el estado de ánimo de todo el cuartel. Afortunadamente todos pudieron comer bien y yo tuve mi rápido entrenamiento, aunque sabía que estaba lejos de ser suficiente. Día tras día viendo a los soldados en sus prácticas grupales era la fuente de una gran envidia para mi en ese momento.

Aunque no todo era malas noticias, había recibido la tarea de patrullar por los alrededores del cuartel. Después de escuchar tan buena noticia, corrí rápidamente a por mi katana, no se me podía olvidar algo tan esencial. De camino a la puerta exterior, se podía notar que los soldados estaban ocupados, al parecer estaban recibiendo a un grupo de suboficiales o algo así. Aqullo parecía ser la razón por la que se me daba aquella tarea al no haber nadie más disponible.

Una vez afuera, estuve parado a unos cuatro metros del muro del cuartel, dando mi mirada mas intimidante mientras miraba el horizonte de lado a lado. Otros recultas también estaban haciendo guardia como yo pero lo suficientemente lejos como para que no pudiésemos hablar el uno con el otro. Era verdad que algo de aire libre fuera de la cocina era espectacular, pero ya se me hacía aburrido.

 - Qué calor... esperaba algo mas emocionante que esto la verdad. -  De pronto, mis ojos se quedan mirando a un árbol que me quedaba a un par de metros de distancia.  - Supongo que nadie se dará cuenta de que falta un árbol no? -

Tomé mi katana por la vaina con mi mano izquierda y el mango con la derecha para seguido sacarla de la vaina por completo. Ese era mi momento de demostrar lo que había progresado como espadachín, siendo mi objetivo aquél árbol de casi un metro de grosor. A un metro del árbol, flexioné mis piernas mientras cargaba un gran corte con mi katana.

 - ¡¡¡Hhhhhhaaaaaaaaaa!!!

Aquél corte llevaba todas mis fuerzas, tanto así que se me caía una que otra gota de sudor. Al levantar un poco la mirada choqué con la cruda realidad, pues el corte había sido de a penas un tercio del grosor del árbol. Aunque muchos estarían orgullosos de ello eso no pasaba por mi cabeza. En mi mente yo tenía la fuerza para hacer frente a cualquier obstáculo, aunque la realidad siempre golpeaba más fuerte.

Pasé el resto del día enfocado en derribar aquél árbol mientras que miraba a mis alrededores muy de vez en cuando.
#2
Henry
El Tirano Carmesí
Verano del año 724
Día 40
Ha pasado un día desde mi ascenso a Sargento de la Marina. Se que se supone que debería de estar feliz, disfrutando con los demás compañeros, pero no podía... no debía de acercarme a ellos y arriesgarme a dañarles. Aquél poder... aquella cosa era muy peligrosa incluso para mi mismo. Pese a que el suboficial Rodgers me regaló aquél sable, al final tuve que cambiarlo por un par de guantes de cuero reforzado.
 
Con ello también tuve que cambiar mi forma de luchar a la de cuerpo a cuerpo, intentando dejar de lado las espadas, pues tampoco quería derretir algo tan hermoso, valioso e importante en la batalla como un sable. Pasé la mañana a las afueras de la base, experimentando y probando los límites de aquél poder. Hubo un momento en el que tuve que parar, pues tampoco quería reducir todo el lugar en cenizas.

 "Que hago con esto" era mi único pensamiento en aquél momento. "¿En que me convertiré?" Seguiría sirviendo a la marina como un arma secreta o me saldría de control, poniendo a todos los que me importan en peligro? Eran muchas preguntas y ninguna respuesta. Luego de terminar de entrenar a las afueras, decidí volver a la base, dónde las cosas estarían algo movidas.

Una rápida mirada alrededor del cuartel me decía que habían altos cargos por algún lado, inspeccionando o simplemente haciendo una visita. Por mi parte, decidí unirme al entrenamiento de los soldados, relevando a otro sargento, el cual me agradeció por el gesto. Aquella era mi primera vez entrenando a la nueva generación de soldados de la marina, así que debía de dar el ejemplo.
#3


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