Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Aventura] [T1] Una Pequeña Gran Marine
Rocket Raccoon
Rocket
Aventura

Loguetown.
Día 40 de verano, año 724.

Nos adentramos nuevamente en las calles y avenidas que serpentean por esta gran ciudad fronteriza con la Red Line. Loguetown, una vez más, se alza como el epicentro de una historia, lista para tejer las aventuras de uno de los tantos personajes que esta isla tiene para ofrecer. Hoy, el cuento gira en torno a una pequeña y curiosa aventurera de nombre Kiwi. Sí, como la fruta de cáscara áspera y pulpa un tanto agria. ¿Será ella igual? ¿Dura por fuera y algo amarga por dentro? Eso es algo que, con suerte, descubriremos en los días venideros. Pero ahora mismo, su narrador está listo para guiarles en esta historia, así que preparen sus sentidos.

Hoy no era un día cualquiera en esta ciudad que alguna vez fue testigo de la ejecución del pirata más legendario de todos los tiempos. Bajo el resplandor dorado del atardecer, las bulliciosas calles de Loguetown estaban, como siempre, llenas de actividad, aunque hoy el ambiente era particularmente festivo. Esta ciudad portuaria, renombrada por haber sido el último lugar donde el Rey de los Piratas estuvo en libertad, exudaba un aire único: una mezcla entre la presencia de una historia inmortal y el ajetreo de los barcos que continuamente iban y venían. Pero en esta ocasión, esa energía alcanzaba su punto máximo gracias al Festival de la Buena Fortuna, un evento anual en honor a los marineros y comerciantes que desafiaban los mares. Gentes de todas partes del Mar del Este se congregaban para celebrar.

Era el día cuarenta del verano del año setecientos veinticuatro. Un sinfín de aromas y colores envolvía Loguetown, especialmente en su vibrante centro, donde el festival tomaba forma en una gran feria que había sido levantada en cuestión de horas. Solo faltaban algunos retoques menores, y en poco tiempo todo estaría en pleno funcionamiento. Banderines de todos los colores -predominando el blanco y el azul, símbolos de la Marina que vigilaba incansablemente estas tierras- ondeaban desde casas y farolas. Artesanos, vendedores y artistas llenaban la plaza con puestos y atracciones tan diversas como ellos mismos, atrayendo a una multitud ansiosa de disfrutar de la fiesta.

Niños corrían de un lado a otro, algunos con globos en las manos, otros con los rostros pintados como tigres o piratas, imitando con entusiasmo a sus héroes de los mares. Las familias reían, los comerciantes llamaban a posibles compradores y un hombre con voz potente narraba leyendas de piratas en una esquina, capturando la atención de curiosos de todas las edades. 

Y justamente la historia que les contaré, tratara sobre uno de estos tantos niños que correteaban de un lado a otro. Ya que, de tanto correteo, pues uno de ellos había desaparecido. 

La pequeña soldado había sido convocada para poder servir de guardia en dicha feria, junto con otros compañeros más. La feria en sí contaba con su propio sistema de seguridad, pero era costumbre que la G-31 siempre prestara a sus miembros para este tipo de eventos multitudinarios. Ya que no solo servirían como vigilantes y aseguradores de las vidas de las personas que decidían ir al evento, sino que también serían útiles como algún tipo de buena imagen para la propia marina.

Un grito alarmante se escucharía no muy lejos de donde estaba vigilando Stone. Una madre preocupada y visiblemente alterada. -¡Mi pequeño! ¿Dónde está donde está?- Se notaba de sobremanera la angustia por la que debía de estar pasando. Dando un vistazo rápido alrededor, notarias que eras la única vigilante en las cercanías, así que esta vez te tocaba a ti encargarte de lo que fuese que estaba pasando. Aunque parecía ser bastante claro, un niño había desaparecido de la vigilia de su madre, y en un lugar como estos, este tipo de situaciones se solían dar bastante.

Offrol
#1
Kiwi Stone
Lullaby
Me encontraba en Loguetown, recién ascendida a Soldado Raso, en verdad no podía dejar de sentirme feliz, ya no tendría que encontrarme únicamente pelando frutas en la cocina, o entrenando sin fin, ya era el momento de encontrarme puertas afuera de la base, me sentía realmente viva este día. Especialmente hoy, en el día del Festival de Buena Fortuna, al fin me habían dejado estar fuera, aunque simplemente fuera para dar una cara bonita a la marina mientras me encontraba entre este festival, pues estaba bastante clara de que esta tenía su propia seguridad, sus propios seguridad privados contratados por los organizadores y tal, pero quien era yo para quejarme de una de las ordenes que daba mi superior, y mas ahora que estoy recién ascendida de rango.
 
Uno y mil sabores, olores, y colores podían apreciarse en el dichoso festival y entre mis movidas de aquí allá, entre vigilar un lado y otro, siempre que pasaba por un puesto de comida no dudaba en comprar algo rico para comer, no importa si había comido algo recientemente, siempre era maravilloso llenar mi boca y mi estomago con buena comida, incluso compraba galletas o dulces y los guardaba en mis bolsillos, uno nunca sabe cuando se verá con hambre en medio de estas celebraciones y si algún puesto cierra cerca de mí, y no puedo moverme, igual tengo que alimentarme bien.
 
Podía ver niños felices, que corren de un lado a otro con sus padres, y muchos otros adultos felices, por alguna razón, todos parecían de disfrutar las festividades sin ningún problema y sobre todo el ambiente daba a notar que las cosas pasarían sin alguna situación problemática, y aquello era lo que pasaba por mi mente al ver a tanta gente feliz. Una que otra vez podía ver a uno de mis superiores que pasaba a darnos una ronda para verificar que todo este transcurriendo de la mejor manera posible. Entre el calor del día, las movidas, los puestos de comida y de diversión, mientras me encontraba en guardia escuche a una mujer gritar, desesperada la verdad.
 
Acomodé mi estoque y mordí rápidamente una de esas galletas que tengo en mis bolsillos para entonces correr hacia esa mujer, en las cercanías no había otro guardia, así que era mi deber acudir a la situación, para ese tipo de situaciones estaba yo allí. En mi familia no sucedía ese tipo de cosas, siempre que salíamos teníamos unos guardias privados que mi padre contrataba, y así fue toda mi infancia a donde quiera que fuera, era la misma situación, pero en aquella época esos guardias solo se daban la tarea de cuidarme a mí, en este momento es mi turno de cuidar de toda la población de esta isla.
 
—Aquí estoy señora, Soldado Raso Kiwi Stone a sus órdenes. — Me paré delante de la evidentemente preocupada madre, me presenté como la marina me había enseñado y con cuidado me limpié las pocas migajas de galleta que aun tenia en la cara. —¿Su hijo se ha perdido? ¿Dónde fue la ultima vez que lo vio? — Fueron mis evidentes palabras para la madre preocupada, en realidad había mucha gente en este lugar, pero si estaba en esta plaza, no iría mas lejos que eso.  —Usted no se preocupe más, la marina se encargará de buscar a su hijo. — Le expliqué. Quizás mi pequeño tamaño daba mucho que desear, pero era lo que había, así había nacido yo, pequeña, de baja estatura, pero me uní a la marina y haría lo que fuera para demostrar mi valía.

Personaje

Inventario


Virtudes y Defectos
#2
Rocket Raccoon
Rocket
En el corazón de la bulliciosa Loguetown, una pequeña glotona recorría las coloridas calles del festival. Los aromas tentadores de carnes asadas, dulces caramelizados y panes recién horneados parecían haber hipnotizado a la joven marine. Kiwi, con su apetito voraz y una curiosidad desbordante, iba de puesto en puesto, dejando tras de sí a una serie de vendedores encantados con su entusiasmo y sus generosas compras. Para ellos, aquella joven era como un regalo del cielo: una cliente sin reparos en gastar sus monedas, gracias a su cómoda posición familiar.

Sin embargo, todo buen relato tiene su giro, ese momento en el que la balanza comienza a inclinarse hacia el lado más oscuro de la trama. Y esta vez, el destino había decidido que la joven marine fuera quien afrontara el desafío. En medio del jolgorio y las risas, un grito desgarrador rompió la armonía del festival. Una mujer, con el rostro lleno de angustia, corría de un lado a otro, llamando desesperada por un pequeño que había desaparecido entre la multitud. Kiwi, quien parecía ser la única representante de la autoridad presente en el área, se detuvo en seco. Su sonrisa traviesa desapareció mientras aún se le veía masticando alguna de sus galletas, reemplazada por una expresión de preocupación. Mientras aún sostenía una galletita media comer y se acomodaba su estoque, su mente comenzó a trabajar a toda velocidad.

Cuando una situación se desborda y el control parece un lujo inalcanzable, lo natural es buscar una figura de autoridad que inspire seguridad. Una persona imponente, fuerte, de carácter firme, capaz de traer calma al caos. Y eso era exactamente lo que la desesperada madre esperaba encontrar mientras buscaba a su hijo desaparecido entre el bullicio del festival. Sin embargo, lo que captó su atención fue todo lo contrario: una figura diminuta, que agitaba las manos para llamar su atención. Kiwi, con migajas de comida adornando su uniforme y una galleta a medio comer en la mano, no era, precisamente, la imagen típica de un salvador. La mujer, apenas reparando en su atuendo, la descartó inicialmente como una simple niña del festival, pensando que no tenía tiempo para distracciones. Pero Kiwi no se rindió. Después de varios intentos, logró que la madre detuviera su frenético ir y venir y finalmente centrara su mirada en ella.

-¡Ah, ahhh! ¿Mi pequeño? ¿Sabes dónde está, pequeña niña? ¿Conoces a Lewit?- Preguntó apresuradamente, sin darse cuenta de que estaba hablando con una marine. Sus ojos rebosaban ansiedad mientras continuaba tratando a Kiwi como a cualquier otra niña del lugar.

La mujer la observó detenidamente, de arriba abajo, como si estuviera evaluando si aquello. Entonces, algo pareció hacer clic en su mente. Con un gesto impulsivo, tomó a Kiwi de los brazos y la sacudió ligeramente. La fuerza de su agarre era considerable, y su voz se quebró entre la desesperación y la urgencia. -En la carpa, ¡ahí!-dijo, señalando hacia su izquierda. -Fuimos allí, estaban hablando de tesoros, mapas y esas cosas. Era un show, parecían piratas.-

Su dedo cambió de dirección, apuntando ahora hacia un puesto de salchichas que Kiwi había visitado no mucho antes. ¿Te quedan de esas salchichas? 

-Bueno, luego fuimos allí, me distraje un momento, y lo perdí.- Soltó, claramente reprochándose a sí misma. -Hace unos minutos estaba con un amiguito. Decían que iban a jugar a los piratas… Ahhh, estos muchachitos…- murmuró, llevándose una mano a la frente con frustración. La señora de ya cierta edad parecía entrar en calma luego de tu petición, y buscaba una silla donde sentarse y tomar aire.
#3


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