Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [Común] [C-Pasado] Atípico
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Día 10 de Primavera del año 724

Aquel día no pensaba abrir su puestecito. Normalmente se pasaba el día tratando de ganarse unos berries a base de reparar aparatos electrónicos a la gente del pueblo, quizás vendiendo algo propio, si tenía mucha suerte. Pero de vez en cuando le gustaba tomarse un día libre o dos, dedicarse a ella misma, a sus propios proyectos. Llevaba días pensando en hacerse una moto, desde luego tenía más clase que una silla de ruedas. Lo ideal sería poder crearse un implante para su pierna izquierda, pero... sentía que era una idea que le quedaba demasiado grande. Lo había intentado, muchas veces, y no encontraba la forma. Pero eso no la desmotivaba. Ya lo conseguiría, lo sabía.

No, ese día tenía planeado otras cosas. Tomó su escopeta, una mochila y su bastón y salió de su casa/garaje, cerrándolo con candado. Saludó a unos pocos de sus vecinos mientras se dirigía a la primera parada: la taberna. Abrió la puerta con soltura y pasó al interior como si aquello fuera una extensión propia de su hogar, acercándose a la barra dando saltitos con el bastón. — ¡Larios! Ponme lo de siempre, tron. — Le gritó al camarero mientras terminaba de alcanzarle. — Marchando, Airi. ¡Penny, un serranito y un bocata de albóndigas, grandes! — Pidió, dirigiéndose a la mujer que se encontraba en la cocina. — ¡Buenos días, Airi! Ahora mismo te lo preparo, hija. — Supo reconocer que se trataba de ella solo por el pedido. La rubia tomó asiento en uno de los taburetes de la barra, inclinándose un poco para poder saludar a la camarera con el brazo. — ¡Gracias, Penny! — Delante de ella, Larios le dejó un vaso grande hasta arriba de refresco. Sí, se podría decir que Airgid comía bastante bien. Para nada pasaba hambre. Esos músculos no se pueden mantener solos, al fin y al cabo, necesitan proteína. — Échale un poquito de ron ahí, Larios, me siento contentilla hoy. — Le guiñó un ojo, esbozando una sonrisa encantadora a la vez que se mordía la lengua, y el camarero le hizo caso enseguida mientras se echaba una carcajada.

Cualquier persona que no la conociera, pensaría que era errática, como poco. ¿Curiosa? Sí, si te interesaban ese tipo de mujeres. Estoica, extrovertida, de fuerte musculatura, coja y con una puta escopeta en la espalda. Glotona y disfrutona de la bebida también. Si es que tenía el pack completo.



  • Rasgos positivos a tener en cuenta:
    - Belleza: Tu personaje es físicamente atractivo, lo que puede crear situaciones favorables para ti.
    - Carisma: Tienes carisma para facilitar situaciones sociales en tu favor, lo que puede crear tramas más fácilmente o librarte de problemas.

  • Rasgos negativos a tener en cuenta:
    - Tic físico: Tu personaje sufre un síndrome de Tourette, por lo que ocasionalmente puede repetir el mismo gesto de manera continua. Esto puede traer una mala relación con los personajes, así como supone una necesidad de narración cada 3 post, incluyendo combate: Morderse la lengua.
    - Amputación de pierna: Careces de la existencia de una pierna a tu elección, lo que te dota de una Agilidad de -20 de partida. También producirá una dificultad añadida de cara a tu movilidad.
#1
Shiro
Ninguno
El día estaba pasando sin complicaciones. La brisa soplaba fresca, los pájaros trinaban mientras jugueteaban haciendo piruetas en el aire y el Astro Rey imperaba en el cielo otorgando un calor suave que me incitaba a quedarme tirado en cualquier claro a disfrutar del simple hecho de no hacer nada. Desde el último incidente que había tenido, en el cual había conseguido sus misteriosos poderes, apenas había descansado. Normalmente la interminable búsqueda de Nanako llenaba sus días… Pero hoy no le apetecía nada de eso. Me negaba a entrar en una espiral de oscuridad. Ya había rozado la desesperación antes y era un oscuro pozo del que luego costaba mucho salir. Merecía descansar y olvidarme de todos mis problemas por un día, aunque fuera por un rato.

Así fue como decidí que lo poco que me quedaba me lo iba a gastar en mí y en darme un par de caprichos. No sabía el tiempo que hacía que no me daba un homenaje de algo, por lo que tras recargarme con ideas positivas, me vestí con mi clásica camiseta de tirantas negra y unos pantalones largos del mismo color mientras me colocaba la espada al cinto. Hoy me sentía exultante y con esa sensación impregnada en mí me marche a dar una vuelta. Me hubiera gustado ir a la primera taberna que visité en mi segundo día en la isla. Allí vi como preparaban una especie de estofado que olía delicioso, pero que me quedé sin probar porque estaba ligado a otras cosas. Sabía que era tontería intentar encontrar otra vez el mismo sitio, seguramente acabaría antes en la base de la marina que donde quería comer; así que me puse a caminar sin más en busca del primer establecimiento que me llamara la atención mientras disfrutaba del paseo.

Si no buscaba nada no me frustraría por no encontrarlo y así es como di con una taberna de aspecto acogedor. Entré sin pensarlo dos veces guiado con el olor a comida recién hecha. El local era austero, pero limpio y estaba siendo atendido por un hombre tras una enorme barra de madera que se encontraba sirviendo a una joven rubia. La chica parecía de armas tomar, y no solo porque llevase un gran arma de fuego consigo, sino porque su cuerpo parecía esculpido a base de puro trabajo haciendo que emanara una especie de belleza salvaje.

-Será mejor no meterme con ella… - pensé mientras me sentaba en un taburete libre dejando uno vacío entre los dos. - Perdone, ponme una jarra de Sake y un platito de la especialidad de la casa - pedí al camarero mientras me acomodaba en el asiento tras dejar mi arma apoyada contra la barra. -¡Huele que alimenta y hoy me apetece algo rico para el cuerpo! - continué mientras mostraba una de mis mejores sonrisas. Era un día para mí y por qué no sonreír un poco al resto para variar. Quizás así conseguía olvidar lo que nos había hecho Nanako por un día y podía simplemente disfrutar de un día de descanso. - Por cierto, ¿ha pasado algo interesante últimamente por el pueblo? - pregunté al hombre de forma automática como solía hacer a cada sitio que llegaba. - Estúpido, para - me recriminé mentalmente recordando que hoy no era día de búsquedas insufribles. Después de tanto tiempo iba a ser difícil despegarme de algunas manías, pero hoy estaba dispuesto a hacer el esfuerzo.
#2
Airgid Vanaidiam
Metalhead
La mujer tardó poco en estrechar el vaso de cubata entre sus manos. Estaba cortito de alcohol, aún era pronto como para andar emborrachándose, pero sí que le apetecía deshinibirse un poco de buena mañana. Tenía buen aguante, así que tampoco es como si fuera a hacerle mucho efecto. Se dedicó a dar algunos traguitos cortos y a golpear la barra con las uñas, como si siguiera el ritmo de una cancioncilla mientras esperaba a que su comida estuviera lista. Un par de bocatas bien grandes. Uno se lo comería ahora, pero el otro lo guardaría para llevárselo en la mochila durante su pequeña excursión.

Antes de que pudiera sacarle un tema de conversación al hombre que atendía la barra, un nuevo chico se sentó en los taburetes, dejando uno de distancia con respecto a ella. La rubia, que no se cortaba un pelo, le ojeó sin verguenza alguna mientras este hacía su pedido. — Ahora mismito, amigo. ¡Penny, un especial de la casa! — Volvió a gritarle la comanda a la cocinera a la vez que él preparaba el sake. Airgid se fijó en el arma que había dejado apoyada contra la madera de la mesa, y no pudo evitar preguntarse si se le daría bien usarla o si solo la llevaba como decoración.

Larios le tendió el sake al peliblanco, los platos de comida tardarían aún un poquito más. Pero la espera merecía la pena, puede que la taberna fuera pequeña y humilde, pero tenía la mejor cocina del barrio. Cuando el joven hizo esa pregunta, a Airgid se le dibujó una sonrisa en los labios, quizás curiosa. — ¿Interesante? — Preguntó de nuevo, antes de darle otro trago a su bebida. — Es un pueblo pequeño, aunque tiene bastante vidilla, todo el rato ocurren cosas interesantes. ¿Eres de por aquí? — Le preguntó, y estiró su brazo derecho para tratar de estrecharle la mano. — ¡Yo soy Airgid! — Se presentó con amabilidad. Airgid no perdía nunca la oportunidad de conocer a gente nueva. — Tendrás que especificar un poquito más, amigo, ¿buscas algo en concreto? — Siguió Larios con la conversación.
#3
Shiro
Ninguno
Mientras preguntaba al barman noté la mirada de la rubia clavada en mí. No es que no estuviera acostumbrado ya a que la gente se fijara en mí, pero la verdad es que pocas veces había sufrido un escrutinio tan cercano. La gente solía señalar mi pelo desde lo lejos, incluso había escuchado alguna vez algún comentario cuando caminaba por ahí… pero normalmente la gente en los vertederos no se relacionaban entre sí si no tenían tratos entre ellos y nunca se había sentido así de observado.

-¿Así se sentirá la gata que iba a visitar? - pensé mientras recordaba al animal que estuve alimentando durante unos días cuando vivía en el vertedero. Me gustaba verla corretear de un lado para otro cuando no tenía nada mejor que hacer.

Por suerte el camarero no tardó en aceptar la comanda, que comunicó a la mujer que por allí pululaba mientras él marchaba a prepararme el sake. Esperaba que el escrutinio terminase pronto, con un poco de suerte mi conversación con el hombre me permitiría distraerme lo suficiente… o eso creí, ya que fue la rubia la que contestó a mi pregunta.

-Encantado Airgrid, me llamo Shiro - contesté al girarme para aceptar su mano tras aceptar que tendría que hablar con ella. El contacto con la joven me confirmó que no estaba tratando con una damisela cualquiera, daba la mano con más firmeza que la mitad de personas con las que había tratado. - Soy de Isla Dawn - proseguí omitiendo que era exactamente de la Gray Terminal. Ya había tenido alguna mala experiencia con las personas que conocían la zona. - Y viajo en busca de una joven de más o menos de mi edad, pelirroja y con una cicatriz en la mejilla derecha - proseguí describiéndoles la apariencia de Nanako. - Nos criamos juntos y un día desapareció sin avisar - respondí tranquilamente contestando a los dos oyentes. - Su nombre es Nanako.

No los había mentido, pero claramente omití que la buscaba para obtener respuestas sobre la muerte de Hayato… Y vengarme si era necesario.

-Me contaron que el día que desapareció la vieron acompañada de dos hombres cogiendo una embarcación en esta dirección - proseguí mientras el barman terminaba de servir el sake. - Gracias - dije al hombre mientras echaba el primer vaso. Por alguna extraña razón había puesto dos sin pedírselo, por lo que tras recordar que hoy no era un día para pensar en venganzas me dispuse a llenarlo también. - ¿Quieres? - ofrecería a Airgid tendiéndole uno de los vasos. Quizás la chica no quería beber con desconocidos, pero sino la importaba tras darle el vaso me dispondría a beberme el mío de un trago; mientras que si lo rechazaba me bebería los dos.

-¡Agghh, lo necesitaba! - grité mientras notaba bajar el licor por el gaznate. - ¿Y tú eres de aquí? - pregunté a la joven tras volverme hacia ella de nuevo.
#4
Shiro
Ninguno
Si el encuentro se había tornado peculiar en un inicio no tardó en volverse más extraño para mí. Es cierto que no soy ninguna bestia social y muchas veces no sabía cómo relacionarme bien con el resto de mis semejantes. Tampoco es que fuese la primera vez que alguien simplemente se acercaba a mí por mi apariencia física y terminaba marchándose tras mi habitual carácter seco y poco hablador, pero esta vez había procurado dejar esa actitud a un lado y tampoco estaba funcionando. Estaba claro que esta situación solo dejaba patente que el encuentro con Akari en Villa Shimotsuku había sido como ver un Rey Marino en mitad del desierto; mientras que el resto del mundo seguía demostrando que solo pensaba en sí mismo, mostrando únicamente interés si podían obtener algo de ti o sino te dejaban a un lado.

-Esto… pues muy bien, más para mí - dije tras haberme quedado colgado ofreciéndole el chupito. Tampoco iba a demorar más la cosa si pensaba ignorarme completamente, por lo que tras la frase con las mismas me encogí de hombros y me tomé el segundo chupito de un trago también.

El amargor era reconfortante. Era la sensación que había venido buscando, por lo que tras el trago hice mímica a mi acompañante y la ignoré volviendo a girarme en mi asiento. Tampoco iba a estar ahí mirándola sin decir nada, ni que fuese un concurso de miradas.

-Lo siento mucho mozalbete, pero no ha pasado por aquí ninguna joven así. La recordaría - dijo el tal Larios respondiéndome él ante el mutismo de la rubia mientras me guiñaba un ojo en lo que descifré que sería un gesto cómplice. - Pero no te preocupes, el guiso de mi Penny cura los corazones más destrozados - prosiguió antes de adentrarse en la cocina en lo que esperase que fuese a buscar mi comida.

El silencio se adueñó por un instante de la sala y como no sabía qué hacer ante un caso de catatonia repentina me apuré un vaso más de sake y me dispuse a levantarme de aquel taburete que se había tornado el centro una sensación incómoda.

-Bueno, que tengas buen día… supongo - dije a la chica antes de marcha hacia una mesa vacía con la jarra de sake mientras me mantenía a la espera de la comida. Pasaba de quedarme bebiendo ante la mirada perdida de Airgrid. Me daba mal rollo, aunque por suerte rápidamente pude olvidarme de aquel extraño suceso puesto que apareció Larios con una cazuela de barro que echaba un humillo denso que avisaba de lo potente que iba a estar el guiso.

- Muchas gracias compañero, aquí tienes el pago por la bebida y la comida - dije mientras aflojaba las monedas pertinentes para acto seguido centrarme ante el plato que tenía frente a mí. Me encantaba visitar los locales y probar cosas nuevas para implantarla en mis propios platos. Desde que había salido de la Gray Terminal había descubierto un sinfín de ingredientes que podía usar… y daba un gustazo dejar atrás el asado de rata que lo había perseguido durante la mayoría de su infancia. Daba igual lo que le echases a esas bichas, siempre tenían el mismo regusto que te recordaba donde vivías.
- ¡Larios, esto resucita muertos! - grité al barman tras tomar un par de tragos más y comerme la mitad del contenido del cuenco de cerámica. -Voy a tener que secuestrarle a Penny para que me enseñe el secreto de sus recetas ¡Qué maravilla! - proseguí mientras terminaba de devorar el plato.

Una vez todo acabado me encontré achispado y saciado, por lo que la misión que había venido a hacer estaba más que completa. Incluso había aprovechado el tirón del alcohol para convencer a Larios a que me dejase entrar en la cocina y convencer a su mujer que me enseñara a hacer el guiso. Tuve que prometerle a Penny al menos una docena de veces que no diría a nadie como usar ese extraño molusco como elemento principal en vez de carne, pero mereció la pena cada segundo que pasé en los fogones junto a la mujer. Se notaba que amaba lo que hacía y aprendí con ella más de lo que había aprendido yo solo por mi cuenta durante todo un año. Daba un gusto ver a alguien cocinar así, por lo que cuando terminé de aprender como hacer ese guiso a la perfección sentí como si me hubiese encontrado un cofre lleno de monedas.

- Muchas gracias a los dos, prometo que si no me marcho pronto de la isla volveré a veros - dije a la pareja a modo de despedida dejándome llevar por el buen humor que me proporcionaba el alcohol mientras recogía mis pertenencias. 

La rubia seguía allí donde la había dejado, sentada a la barra frente al bocadillo que le habían servido cuando yo había entrado. Tenía que estar como la mojama, pero tampoco es algo que me fuese a preocupar, por lo que tras la despedida a los dueños del establecimiento me encaminé algo achispado en busca de un sitio donde quedarme a pernoctar. Quizás hoy durmiese al aire libre, me apetecía ver las estrellas antes de quedarse dormido y volver a su interminable búsqueda de la amiga de su infancia.

- Te encontraré - dije entre dientes dejando mi último pensamiento para la pelirroja como solía hacer.

aviso
#5


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