Hay rumores sobre…
... una isla del East Blue donde existen dos escuelas de combate enfrentadas. Estas escuelas hacen especial referencia a dos personajes de la obra original.
[Autonarrada] [A-T1] El silencio de los acechantes
Sham
Luna del Alba
LLanuras hediondas
Verano, día 2. Año 724
9:00am

Iba caminando por un escueto sendero de rocas que evidentemente habían sido puestas allí de la manera más improvisada y caótica posible. Casi como si el maldito arquitecto quisiera que fallaras el paso y te fueras de boca contra el suelo así sin más y terminaras con la cara quemada o el culo achicharrado. Directamente podría no haber camino y se hubieran podido ahorrar las piedras. Tal vez así el montón de ruinas que se veían a la distancia no se habrían venido abajo. Aquel parecía ser el único lugar donde encontraría un poco de sombra, y con suerte el maldito gremio que Agyo me dijo que debía estar en esta isla, para que así deje de joder la paciencia... Mira que hacerme caminar por este páramo malditamente caluroso. Claro, el sol para mi es bastante agradable. Lo que no lo es son las columnas de gases hirvientes y apestosos que salen del suelo, ni mucho menos la temperatura del mismo. Esta tierra está a nada de ser lava, y está bien, yo soy el solarian, pero eso no significa que me encante andar por ahí asándome en vida.

Agyo y yo decidimos separarnos. Buscar por caminos distintos aumenta nuestras posibilidades de éxito. Él tomó las tierras altas hacia el oeste, mientras que yo me aventuré (por "recomendación" de mi hermano) en este horno de vapor y ruinas. No puedo evitar preguntarme cómo le irá, pero nuestras metas son claras: encontrar el gremio. Y yo cumpliré mi parte, o moriré cocinado en el intento.

Espero que el condenado gremio ese primero valga la pena, y segundo sea fácil de encontrar, especialmente espero no tener que preguntarle ni mierdas a nadie para encontrar el lugar. Ni siquiera sé cómo se llama... Maldita sea... de verdad no quiero llegar a esas ruinas y terminar preguntando idioteces por la calle. Agyo siempre ha tenido más facilidad para hablar con otros, para caerles bien. Yo, no tanto. Las palabras son… innecesarias la mayoría del tiempo. Prefiero avanzar, observar, escuchar. Al final, las respuestas siempre llegan si sabes dónde mirar. Bueno, casi siempre. A veces hay que partirle la cara a algún malviviente para sacarle las respuestas de entre los dientes. Esa parte no me molestaba tanto, pero sí es cierto que con este calor, no estaba como para ponerme a repartir vergajazos a nadie... Maldita sea quiero llegar a la sombra.

A medida que avanzo me voy acercando a las ruinas esas y puedo verlas un poco mejor. Sus torres derruidas apenas aguantan en pie. No puedo evitar pensar en lo grandioso que debió ser en su tiempo, pero ahora es solo un montón de escombros y mierda amontonada que los que sea que viven allí usan para no estar calándose hasta el culo en calor y vapores tóxicos "Maldito Agyo Infeliz-Um" pienso para mis adentros. La razón por la que yo esté aquí es simplemente porque él habló primero para elegir la dirección que iba a tomar. Para eso sí que era rápido el desgraciado, para hablar, pero ahhh no, cuando había que sacarle algo a alguien del bolsillo, el bueno de Ungyo que vaya y lo haga, que me tocó nacer con las manos ágiles. El tipo sabía convencerme con la labia barata que se gastaba. Me llenaba de elogios y flores para que le hiciera el trabajo de mierda que no le gustaba hacer a él. Pero qué más da. Si encuentro el gremio allí, por mi madre que se lo digo en dos días, para que coma un poquito de mierda en compensación por hacerme venir aquí.

Finalmente me acerco a las ruinas, pero sin ocultarme. Prefiero que me vean venir. Que sepan que un hijo del sol ha llegado a su inmunda ratonera. La entrada principal es un arco agrietado, cubierto de marcas que podrían haber sido inscripciones, ahora borradas por el tiempo y el calor. Adentro, el aire está un poco más denso, cargado con el olor a madera podrida y sudor. Es asqueroso, pero ciertamente es más frío que afuera. El sol sí que es agradable a la piel, pero el calor es una puta mierda. Decido adentrarme. Exploro el lugar y veo cómo las callejuelas inmundas se medio distinguen entre lo que anteriormente fue un palacio, seguramente imponente. Paso por una suerte de plazoleta que de seguro antes fue un salón amplio con el techo semi derrumbado, permitiendo que la luz entre, pero no tanto así el calor. Lo que antaño eran habitaciones ahora eran viviendas mugrientas llenas de escombros y tenderetes austeros con cortinas hechas de piel curtida de quién sabe qué animal y con telas de la más rastrera calidad. Muchos de aquellas caminerías y pasillos no llevan a ninguna parte, sea bien por el paso del tiempo, por la geografía del lugar, por la destrucción, o porque algún malviviente decidió instalarse en plena ruta y montar un campamento o peor: su casa. Camino durante horas por aquel asentamiento asqueroso y no veo nada que remotamente pueda asemejarse a un edificio de gente lo bastante organizada para ser un gremio. Sentado de regreso a la "plazoleta" encuentro a algunos bandidos en un rincón, sentados alrededor de una hoguera improvisada, pero no parecen interesados en mí. Bien. Yo tampoco estoy interesado en ellos, ni mucho menos en sus pertenencias, que francamente no son muchas.

Pienso que tal vez, distraído por la mugre y el asco que me produce este lugar, algún detalle se me pudo haber pasado por alto, así que me pongo de pie y decido recorrer nuevamente el lugar, esta vez de manera más meticulosa y atenta. Reviso hasta el último rincón de las ruinas, incluso un sótano medio colapsado donde el calor casi casi se mitiga por completo, a cambio de aumentar la putrefacción de su aire. Nada. Ni rastro del gremio, ni señales de que alguien como ellos haya estado aquí. Solo basura, ruinas y más calor. Mira que alguien como yo en un lugar como este... Chasqueo dos veces mi lengua mientras sacudo la cabeza resignado "Aquí no es-Um" Pienso. A mi parecer esta vez sí que había revisado en más detalle todo y aún así nada de nada. Ni un tallado en una piedra, ni un graffiti en la pared de un callejón, ni una persona convenientemente apostada en algún sitio para filtrar quien pueda descubrir una entrada oculta. Nada. Aquí no podía ser. Ya estaba harto de este lugar. de estas ruinas asquerosas... Yo me voy al carajo. Que se joda el gremio y que se joda Ungyo y que se jodan estas llanuras hediondas. Voy a irme a la ciudad así me toque volar hasta allá.

Voy caminando de regreso al arco derrumbado que componía la entrada principal de este "asentamiento", y me aprece que lo hago en buen momento, porque mis constantes ires y venires, al parecer habían llamado la atención de algunas sanguijuelas que acechaban entre las esquinas. Algunas personas me iban siguiendo los pasos. Era más que obvio que un ser de mis cualidades destacaba como un faro en aquella oscura madriguera. Acelero el paso, pues todavía no me apetecía partir caras, mucho menos ensuciarme las manos con esta chusma inmunda. Entonces al acercarme a unos 20 metros de la salida, escucho las voces. Me detengo justo antes de salir de las ruinas. Son dos hombres cargando cajas en un carrito desvencijado. Hablan sin mucho cuidado, sus palabras flotan hasta mí como el calor del suelo.
“El transporte sale al mediodía. Desierto de Kalab. Mejor apúrate si quieres meter algo más.” dice uno de los hombres, un barbudo anciano, algo más carnosito que el otro, a este último, quien ante la advertencia espabila y corre de vuelta a un tenderete a recoger alguna otra cosa que imagino querrá llevar consigo.

Desierto de Kalab. Por fin una dirección concreta y lo que es más: una salida de aquí que no implica quemarme las patas (o las alas) para largarme. Además, el susodicho gremio ese podría estar allí, o al menos alguien que sepa algo y, en última instancia, hacia allí había dicho Agyo que iría, así que no me vendría anda mal ir a ponerlo en su sitio. Me quedo quieto un momento, observando con cuidado y asegurándome de que los hombres se alejan montados en el pequeño carrito. Luego salgo de las ruinas, más rápido esta vez. Les sigo caminando, pero claramente no es mi plan. El transporte de aquellos dos mercaderes es mi mejor opción. No me interesa cómo ni por qué va allí, solo que me lleve. Corro dando zancadas largas hasta alcanzar el carrito y me subo en la parte trasera, donde van las cajas de mercancías. Puedo ver que al frente los dos hombres van charlando y la sacudida de mi peso al llegar al carrito les alerta. cuando se giran a verme, noto que llevan unos enormes sombreros protectores para el sol y que el carrito va tirado por un pequeño asno flacuchento, pero aparentemente fuerte que lucha con todas sus fuerzas para que no le den su jubilación.

"EH! ¿Quién coño eres tú?" chilla el barbudo, mientras comienza a rebuscar algo bajo su gabardina.

"Llévenme a Kalab-Um" es todo lo que digo a aquellos hombres, mientras me siento sobre las cajas con las piernas cruzadas y extiendo mis alas en toda su envergadura, proyectando una enorme sombra que les cubre tanto a ellos como al culo del asno. Al parecer mi gesto y mi ofrecimiento de sombra en la calcinante ruta hacia Kalab les parece lo bastante aceptable, porque puedo ver cómo el barbudo guarda lo que sea que fuera a intentar sacar y dándose la vuelta, retoma las riendas del equino y simplemente responde "A tu derecha hay un jarro de agua y pan, hijo. Y tápate bien el coco que no quiero llevarte a un hospital por allá"

Kalab me espera, y si el gremio está allí, lo encontraré. Si no está, pues no lo encontraré. Al que sí que pienso encontrarme es a Agyo y decirle sus 3 cosas. Una parte de mí a pesar de todo, espera encontrar el gremio. Ya estoy harto de la vida en las calles y mi hermano y yo merecemos algo mucho mejor. Aunque le reproche ahora, sé que es la única persona en quien puedo confiar ciegamente. Él es la luz de la noche y yo soy la sombra que se pasea por el día. Que el Sol ilumine mi camino, o que lo queme todo.
#1


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)