Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
17-11-2024, 04:40 AM
(Última modificación: 17-11-2024, 05:44 PM por Gautama D. Lovecraft.)
En las vísperas de una cena que se iba a hacer en el cuartel por el cumpleaños de uno de los nuevos reclutas, Huetali se animó a volver al viejo astillero de la base en donde ya competimos en una especie de concurso de resistencia. Me gustaba verla competitiva y superarse cada día que pasaba allí dentro, las semanas pasaban en ella convirtiéndola en la mejor versión de la misma, en muchos aspectos. Y poco a poco, se había vuelto una marine de provecho capaz de demostrar lo que valía ahí a fuera, y aunque aún necesitaba algo de experiencia en el trabajo de campo, seguro que daría todo de sí misma para hacerlo bien.
Habíamos quedado después de comer en el lugar, y fui tranquilamente hasta el astillero para esperarla. Normalmente, el lugar era un sitio aislado y solitario, adueñado por gaviotas en su mayoría, con sus nidos en los recovecos más inhóspitos que podían buscarse con tal de protegerlos. Su presencia a veces solía incomodar debido a la picaresca que les caracterizaba, sin embargo, nada más lejos de la realidad se trataban de animales como cualquier otro, independientemente de la naturaleza que las definía. Disfrutaba de todas formas de la presencia de estas aves, que en breves minutos, seguro que no tardarían en marcharse por el ya conocido alborota que la alegre Huetali causaba cuando solía entrar a escena. Repasaba en silencio y con el fondo de la brisa marina como única banda sonora detalles más concretos del lugar, el arrastre de los barcos por la pasarela principal, grandes tablones de madera que empezaban a pudrirse por la humedad y otras inclemencias, corroídas cadenas de color rojizo y herramientas desperdigas por aquí y por allá que por algún motivo los carpinteros marines habían dejado u olvidado, cualquiera diría que aquello más bien era un cementerio de barcos.
- ¡Señor LOOOVECRAAAAFT... SEEEÑOOOOR LOOOOOVEEECRAAAAFT! -
En la lejanía, una figurita aparentemente inofensiva lucía radiante la alegría que le definía. La joven de Cozia se dignaba a llegar al fin al astillero al trote para llegar hasta a mí. Su efusividad era parte de su encanto, y cada día que pasaba con ella se acentuaba ese sentimiento fraternal que en un principio género hasta el que es a día de hoy.
- Señorita Huetali. -
Le dediqué una reverencia una vez se quedó a una distancia cordial de mí, para después continuar.
- ¿Siempre tiene que llegar tarde? Bien de una forma u otra, antes o después, tiene la innata creatividad para demostrar por todas las vías que contemple su don para la demora.... Quizá algún día deba de enseñarme como. -
Terminé la frase serio, manteniendo un pulso con la mirada hacia la joven, la cual si que había cambiado su gesto hacia uno arrepentido por volver a tardar al quedar conmigo. No obstante, pronto recuperó la sonrisa al ver como yo cambia mis facciones a unas más amigables.
- Ayy ayyy señor, discúlpeme de nuevo, trabajaré para pulir eso... ¡SE LO PROMETO¡ -
Se cuadró poniéndose rigurosa consigo misma, cuanto más parecía aplicarse todas y cada unas de mis enseñanzas, la joven pulía de mejor forma sus capacidades. Asentí con cordialidad, y acto seguido tomó de nuevo la palabra la joven.
- Bien señor, había pensado que para esta vez hiciéramos un concurso de fuerza, ¿qué le parece?, el anterior fue de resistencia y ganó, ahora veamos quién de los 2 pega más fuerte a esos barcos ¿está dispuesto? -
Quien calla otorga, o eso decían al menos, por eso mi silencio contestó aceptando el nuevo reto de la recluta, siguiéndola hasta 2 buques postrados en uno de los laterales del astillero, ligeramente volcados y presentando un estado bastante deplorable.
- Vamos señor, ¿quiere pegar usted primero? -
¿Tenía un plan la joven para ganar?, aquel tono con el que me invitó a comenzar contenía algo de sorna, pero sin miramientos, me acerqué hasta la popa del buque abandonado, deslicé mi pie izquierdo hacia el frente, y adopté la típica posición en guardia que solía tener para realizar un ataque. Me concentré por algunos segundos, mirando fijamente el buque e impulsé mi brazo derecho hacia el mismo golpeándolo. El impacto resonó por todo el lugar, haciendo que las gaviotas circundantes se alterara y levantasen el vuelo para buscar cobijo. Había mellado el barco y causado un gran cráter en el mismo, ¿podría Huetali superarlo? a decir verdad, nunca había comprobado la fuerza de la joven.
- ¿Señorita?, su turno. -
- Agárrame el vaso viejo, ahora verás. -
- ¡HAHAHAHAHAHAHA! -
No me esperaba en absoluto aquella contestación, pero la acogí con gracia y asombro, ¿acaso lo tenía todo pensado la chica? Sin más, se fue hasta el otro buque, echó el brazo izquierdo con firmeza hacia atrás, basculando también el cuerpo. Con un giro de cadera, propulsó un puñetazo que ese si que causaría grandes estragos en la embarcación.
- ¡MIIIIIREEEE! -
No cabía de mi asombro, lo había dejado para desguazarlo y poco a poco, la parte de atrás del buque acababa por desplomarse. Estaba impresionado por la fuerza de la joven, sin lugar a dudas, demostraba una potencia mucho mayor a la mía a la hora de demostrar fuerza bruta, esta vez había ganado el concurso y empatado la puntuación, ¿cuál sería el siguiente?
Habíamos quedado después de comer en el lugar, y fui tranquilamente hasta el astillero para esperarla. Normalmente, el lugar era un sitio aislado y solitario, adueñado por gaviotas en su mayoría, con sus nidos en los recovecos más inhóspitos que podían buscarse con tal de protegerlos. Su presencia a veces solía incomodar debido a la picaresca que les caracterizaba, sin embargo, nada más lejos de la realidad se trataban de animales como cualquier otro, independientemente de la naturaleza que las definía. Disfrutaba de todas formas de la presencia de estas aves, que en breves minutos, seguro que no tardarían en marcharse por el ya conocido alborota que la alegre Huetali causaba cuando solía entrar a escena. Repasaba en silencio y con el fondo de la brisa marina como única banda sonora detalles más concretos del lugar, el arrastre de los barcos por la pasarela principal, grandes tablones de madera que empezaban a pudrirse por la humedad y otras inclemencias, corroídas cadenas de color rojizo y herramientas desperdigas por aquí y por allá que por algún motivo los carpinteros marines habían dejado u olvidado, cualquiera diría que aquello más bien era un cementerio de barcos.
- ¡Señor LOOOVECRAAAAFT... SEEEÑOOOOR LOOOOOVEEECRAAAAFT! -
En la lejanía, una figurita aparentemente inofensiva lucía radiante la alegría que le definía. La joven de Cozia se dignaba a llegar al fin al astillero al trote para llegar hasta a mí. Su efusividad era parte de su encanto, y cada día que pasaba con ella se acentuaba ese sentimiento fraternal que en un principio género hasta el que es a día de hoy.
- Señorita Huetali. -
Le dediqué una reverencia una vez se quedó a una distancia cordial de mí, para después continuar.
- ¿Siempre tiene que llegar tarde? Bien de una forma u otra, antes o después, tiene la innata creatividad para demostrar por todas las vías que contemple su don para la demora.... Quizá algún día deba de enseñarme como. -
Terminé la frase serio, manteniendo un pulso con la mirada hacia la joven, la cual si que había cambiado su gesto hacia uno arrepentido por volver a tardar al quedar conmigo. No obstante, pronto recuperó la sonrisa al ver como yo cambia mis facciones a unas más amigables.
- Ayy ayyy señor, discúlpeme de nuevo, trabajaré para pulir eso... ¡SE LO PROMETO¡ -
Se cuadró poniéndose rigurosa consigo misma, cuanto más parecía aplicarse todas y cada unas de mis enseñanzas, la joven pulía de mejor forma sus capacidades. Asentí con cordialidad, y acto seguido tomó de nuevo la palabra la joven.
- Bien señor, había pensado que para esta vez hiciéramos un concurso de fuerza, ¿qué le parece?, el anterior fue de resistencia y ganó, ahora veamos quién de los 2 pega más fuerte a esos barcos ¿está dispuesto? -
Quien calla otorga, o eso decían al menos, por eso mi silencio contestó aceptando el nuevo reto de la recluta, siguiéndola hasta 2 buques postrados en uno de los laterales del astillero, ligeramente volcados y presentando un estado bastante deplorable.
- Vamos señor, ¿quiere pegar usted primero? -
¿Tenía un plan la joven para ganar?, aquel tono con el que me invitó a comenzar contenía algo de sorna, pero sin miramientos, me acerqué hasta la popa del buque abandonado, deslicé mi pie izquierdo hacia el frente, y adopté la típica posición en guardia que solía tener para realizar un ataque. Me concentré por algunos segundos, mirando fijamente el buque e impulsé mi brazo derecho hacia el mismo golpeándolo. El impacto resonó por todo el lugar, haciendo que las gaviotas circundantes se alterara y levantasen el vuelo para buscar cobijo. Había mellado el barco y causado un gran cráter en el mismo, ¿podría Huetali superarlo? a decir verdad, nunca había comprobado la fuerza de la joven.
- ¿Señorita?, su turno. -
- Agárrame el vaso viejo, ahora verás. -
- ¡HAHAHAHAHAHAHA! -
No me esperaba en absoluto aquella contestación, pero la acogí con gracia y asombro, ¿acaso lo tenía todo pensado la chica? Sin más, se fue hasta el otro buque, echó el brazo izquierdo con firmeza hacia atrás, basculando también el cuerpo. Con un giro de cadera, propulsó un puñetazo que ese si que causaría grandes estragos en la embarcación.
- ¡MIIIIIREEEE! -
No cabía de mi asombro, lo había dejado para desguazarlo y poco a poco, la parte de atrás del buque acababa por desplomarse. Estaba impresionado por la fuerza de la joven, sin lugar a dudas, demostraba una potencia mucho mayor a la mía a la hora de demostrar fuerza bruta, esta vez había ganado el concurso y empatado la puntuación, ¿cuál sería el siguiente?