Atlas
Nowhere | Fénix
18-11-2024, 12:24 AM
Vaya, se os ve un grupo bastante preocupado por el devenir inmediato de la gente que habita en Rostock y en Kilombo en general. ¿Acaso sois de esos piratas que realmente ansían solo la libertad propia sin pisotear a los demás? Si es así, a muerte con vosotros y, si no, tampoco importa demasiado. Yo sólo estoy aquí para conduciros por esta historia que lleva a la formación definitiva de vuestro grupo, ¿no?
Sea como sea, parece que Vesper tiene bastante claro que puede tratarse de los mismos bandidos y, aun en caso de que no lo fuesen, parece sensato al menos explorar la posibilidad. Le han dado una buena tunda a los mercaderes, desde luego, y no parece muy buena idea tener —en el peor de los casos— dos grupos de violentos malhechores acechando en los caminos. Varios de vosotros os aproximáis a los ancianos para intentar obtener algo más de información. Los abuelos se detienen en cuanto escuchan la voz de Vesper. Le conocen de la zona y confían en él, lo que disipa cualquier duda que pudiesen tener con respecto al resto del grupo.
—Nosotros no les hemos visto —dicen al tiempo que hacen saltar sus miradas de uno a otro de vosotros—, pero la descripción que ha dado esta pobre gente encaja a las mil maravillas con la de esas sabandijas. Han dicho que eran por lo menos doce, lo que también casa con los ataques que nosotros recibimos en el pasado, y además ha sido por la zona en la que suelen actuar. ¿Que podría tratarse de otro grupo? Pues sí, pero lo más probable es que sean los mismos desgraciados de siempre.
Mientras los viejos hablan y vosotros comenzáis a intercambiar opiniones, el muchacho al que Drake le ha tendido su venda la aferra con fuerza al tiempo que os mira. Mantiene esa actitud calmada que os comenté antes y, para sorpresa de todo el que le esté mirando, no usa la tela para cubrirse herida alguna. No la emplea para limpiarse el polvo o la suciedad o para que absorba parte de la sangre que mancha su atuendo. No, contra todo pronóstico se levanta, la ata en torno a su mano, muñeca y antebrazo derechos y lanza un puñetazo al aire. Es el débil golpe de un crío poseído por la frustración y la indignación, pero carga la decisión y el ímpetu de un verdadero guerrero. No sé a vosotros, pero a mí me interesaría seguir la trayectoria de ese muchacho en el futuro.
Gavyn, por su parte, no habla con los abuelos y decide indagar un poco más en el motivo de que los comerciantes estén en esa zona en concreto del East Blue. Desde luego, no es el lugar más intuitivo para iniciar una ruta comercial. Una de las mujeres que tienen el labio roto es la encargada de contestarte:
—Ha habido muchísima actividad en esta isla durante todo el verano, mucha más de la normal. No es la ubicación que mejor nos pilla con respecto a nuestra isla natal, lo sabemos, y la actividad mercantil aquí no es la más intensa del East Blue. Sí, todo eso lo sabemos, pero con tanto trasiego de personas confiábamos en encontrar aquí una nueva posibilidad de mercado. Nuestros competidores de Dawn normalmente no vienen hasta tan lejos, así que creímos ver una oportunidad... Pero nos lo han quitado todo. Nuestro plan era, nos fuese bien o mal, hacer un pequeño tour de vuelta a Dawn en el que intentar vender todo lo que nos sobrase. Sería un viaje largo y difícil, pero sobre el papel debía reportarnos suficientes beneficios como para que nos mereciese la pena. No había intenciones ocultas por nuestra parte, señor, si es lo que insinúa o se cuestiona.
Sus palabras son francas y directas y, al menos en apariencia, nada hace pensar que esté mintiendo, aunque bien podría tratarse de una mentirosa consumada y experta en el arte del engaño. La impresión que te dé, por supuesto, la dejo a tu interpretación. En cualquier caso, la mujer sigue hablando, esta vez mirando al doctor:
—La verdad es que no sé si les puedo decir algo que sea de interés. Íbamos por el desfiladero y nos asaltaron después de engañarnos con un carro situado en medio del camino. Había dos personas intentando empujarlo sin éxito y, cuando nos acercamos para preguntar qué les pasaba e intentar ayudarles, un montón de arcos y lanzas aparecieron en lo alto del desfiladero. El resto ya lo sabéis.
Sea como sea, parece que Vesper tiene bastante claro que puede tratarse de los mismos bandidos y, aun en caso de que no lo fuesen, parece sensato al menos explorar la posibilidad. Le han dado una buena tunda a los mercaderes, desde luego, y no parece muy buena idea tener —en el peor de los casos— dos grupos de violentos malhechores acechando en los caminos. Varios de vosotros os aproximáis a los ancianos para intentar obtener algo más de información. Los abuelos se detienen en cuanto escuchan la voz de Vesper. Le conocen de la zona y confían en él, lo que disipa cualquier duda que pudiesen tener con respecto al resto del grupo.
—Nosotros no les hemos visto —dicen al tiempo que hacen saltar sus miradas de uno a otro de vosotros—, pero la descripción que ha dado esta pobre gente encaja a las mil maravillas con la de esas sabandijas. Han dicho que eran por lo menos doce, lo que también casa con los ataques que nosotros recibimos en el pasado, y además ha sido por la zona en la que suelen actuar. ¿Que podría tratarse de otro grupo? Pues sí, pero lo más probable es que sean los mismos desgraciados de siempre.
Mientras los viejos hablan y vosotros comenzáis a intercambiar opiniones, el muchacho al que Drake le ha tendido su venda la aferra con fuerza al tiempo que os mira. Mantiene esa actitud calmada que os comenté antes y, para sorpresa de todo el que le esté mirando, no usa la tela para cubrirse herida alguna. No la emplea para limpiarse el polvo o la suciedad o para que absorba parte de la sangre que mancha su atuendo. No, contra todo pronóstico se levanta, la ata en torno a su mano, muñeca y antebrazo derechos y lanza un puñetazo al aire. Es el débil golpe de un crío poseído por la frustración y la indignación, pero carga la decisión y el ímpetu de un verdadero guerrero. No sé a vosotros, pero a mí me interesaría seguir la trayectoria de ese muchacho en el futuro.
Gavyn, por su parte, no habla con los abuelos y decide indagar un poco más en el motivo de que los comerciantes estén en esa zona en concreto del East Blue. Desde luego, no es el lugar más intuitivo para iniciar una ruta comercial. Una de las mujeres que tienen el labio roto es la encargada de contestarte:
—Ha habido muchísima actividad en esta isla durante todo el verano, mucha más de la normal. No es la ubicación que mejor nos pilla con respecto a nuestra isla natal, lo sabemos, y la actividad mercantil aquí no es la más intensa del East Blue. Sí, todo eso lo sabemos, pero con tanto trasiego de personas confiábamos en encontrar aquí una nueva posibilidad de mercado. Nuestros competidores de Dawn normalmente no vienen hasta tan lejos, así que creímos ver una oportunidad... Pero nos lo han quitado todo. Nuestro plan era, nos fuese bien o mal, hacer un pequeño tour de vuelta a Dawn en el que intentar vender todo lo que nos sobrase. Sería un viaje largo y difícil, pero sobre el papel debía reportarnos suficientes beneficios como para que nos mereciese la pena. No había intenciones ocultas por nuestra parte, señor, si es lo que insinúa o se cuestiona.
Sus palabras son francas y directas y, al menos en apariencia, nada hace pensar que esté mintiendo, aunque bien podría tratarse de una mentirosa consumada y experta en el arte del engaño. La impresión que te dé, por supuesto, la dejo a tu interpretación. En cualquier caso, la mujer sigue hablando, esta vez mirando al doctor:
—La verdad es que no sé si les puedo decir algo que sea de interés. Íbamos por el desfiladero y nos asaltaron después de engañarnos con un carro situado en medio del camino. Había dos personas intentando empujarlo sin éxito y, cuando nos acercamos para preguntar qué les pasaba e intentar ayudarles, un montón de arcos y lanzas aparecieron en lo alto del desfiladero. El resto ya lo sabéis.