Rose D. Hestia
Vesta
18-11-2024, 04:31 AM
Los rumores se extienden como una enfermedad o eso dice todo el mundo. Si bien es cierto que el ser humano es incapaz de contener por mucho tiempo sus ganas de revelar alguna información que solo ellos saben, cuando el tema en cuestión esta envuelto en un halo de misterio e intriga de un origen místico, espiritual o incluso desconocido, aviva aun más esa llama bocazas de algunas personas.
Y los rumores eran especialmente jugosos de revelar y fácilmente prepagables cuando eran capaces de causas tormento o temor a otras personas. A muchas personas les divierte la idea de ver atemorizarse a otro ante una historia que ellos mismos den por infundada o falsa, generaba un sentimiento de superioridad muy repulsivo para algunos, por la simple idea de esperar a que por inculcar unas ideas erróneas en la cabeza de alguien el mismo este aterrado mientras tu haces presencia con toda la gala de que la situación no es nada fuera de este mundo. Sin duda brinda una imagen de superioridad.
Precisamente un rumor se habia estado extendiendo por la base del G-31. El mismo centraba su foco en el almacén de armas más apartado de todo el cuartel, el cual en muchos casos se acababa usando como un almacén para armas viejas o en desuso, es decir cosas poco importantes. No obstante desde hace un par de semanas, se dice que todo aquel que pasa por allí a ciertas horas de la noche escucha sonidos procediendo de su interior y siempre que alguien entro a inspeccionar no encontró nada de nada, pero una vez salían de nuevo y cerraban la puerta, los sonidos regresaban alimentando el pánico de algunos soldados. Y dicho rumor se fue extendiendo hasta llegar a los oídos y boca de todos los soldados de bajo rango del cuarte, también habia llegado a los oficiales, pero estos le hacían caso omiso.
Y justo ese día, la guardia por la zona del almacén maldito recaía en los hombros de Kiwi Stone, evidentemente era muy difícil que no estuviera al tanto de los rumores que tanto circulaban, aunque ya como los afrontara era cosa suya. Algunos de los soldados rasos que sabían que les tocarían inminentes guardias en el lugar estaban buscando como librarse de la guardia para no asistir. Era tal su desesperación que un soldado que le tocaba el turno nocturno esa misma noche contacto con dos agentes del gobierno que estaban de paso por el cuartel por su trabajo, para que pudieran intentar resolver este misterio antes de que le tocara trabajar a él, ofreciéndoles un pago como recompensa evidentemente. Aunque la realidad es que no estaban de paso, si no en una pequeña misión para supervisar la calidad y nivel del cuartel de la Marina y la verdad es que ese soldado seguramente tenia los días contados como soldado.
Y los rumores eran especialmente jugosos de revelar y fácilmente prepagables cuando eran capaces de causas tormento o temor a otras personas. A muchas personas les divierte la idea de ver atemorizarse a otro ante una historia que ellos mismos den por infundada o falsa, generaba un sentimiento de superioridad muy repulsivo para algunos, por la simple idea de esperar a que por inculcar unas ideas erróneas en la cabeza de alguien el mismo este aterrado mientras tu haces presencia con toda la gala de que la situación no es nada fuera de este mundo. Sin duda brinda una imagen de superioridad.
Precisamente un rumor se habia estado extendiendo por la base del G-31. El mismo centraba su foco en el almacén de armas más apartado de todo el cuartel, el cual en muchos casos se acababa usando como un almacén para armas viejas o en desuso, es decir cosas poco importantes. No obstante desde hace un par de semanas, se dice que todo aquel que pasa por allí a ciertas horas de la noche escucha sonidos procediendo de su interior y siempre que alguien entro a inspeccionar no encontró nada de nada, pero una vez salían de nuevo y cerraban la puerta, los sonidos regresaban alimentando el pánico de algunos soldados. Y dicho rumor se fue extendiendo hasta llegar a los oídos y boca de todos los soldados de bajo rango del cuarte, también habia llegado a los oficiales, pero estos le hacían caso omiso.
Y justo ese día, la guardia por la zona del almacén maldito recaía en los hombros de Kiwi Stone, evidentemente era muy difícil que no estuviera al tanto de los rumores que tanto circulaban, aunque ya como los afrontara era cosa suya. Algunos de los soldados rasos que sabían que les tocarían inminentes guardias en el lugar estaban buscando como librarse de la guardia para no asistir. Era tal su desesperación que un soldado que le tocaba el turno nocturno esa misma noche contacto con dos agentes del gobierno que estaban de paso por el cuartel por su trabajo, para que pudieran intentar resolver este misterio antes de que le tocara trabajar a él, ofreciéndoles un pago como recompensa evidentemente. Aunque la realidad es que no estaban de paso, si no en una pequeña misión para supervisar la calidad y nivel del cuartel de la Marina y la verdad es que ese soldado seguramente tenia los días contados como soldado.