Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Común] [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué?
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
Sus reflejos no habían dado de sí o, mejor dicho, su capacidad de reacción no había sido suficiente. De haber dependido únicamente de ella, Frida habría logrado encajarle un patadón en la cabeza con potencia suficiente como para, por lo menos, hacer que se tambalease. No, no solo eso. Era bastante probable que un golpe así dejado completamente fuera de juego a la oni. Ni ella ni su corpulento compañero eran personas al uso, algo que habían dejado claro en las últimas horas. Por suerte, era precisamente de que no dependiera todo de sí misma de lo que iba aquello; una demostración de lo que la colaboración con tus compañeros podía llegar a hacer.

Atlas no se había quedado clavado en el suelo esperando a que le dieran una soberana paliza. Tan raudo como lo había sido Frida, salió al encuentro de la mujer usándola a ella como trampolín, de forma similar a lo que habían hecho en el campo de entrenamiento la mañana anterior. El choque de ambos no fue tan salvaje como lo hubiera sido el suyo con Tobías, pero la tensión que se produjo en el aire en cuando entraron en contacto sí que llegó a sentirse similar. Con una agilidad que Camille podía llegar a envidiar, el rubio aprovechó para tantear el terreno con la mole de músculos que había lanzado aquella onda de choque. Bastaron unos segundos para que les quedase claro que, en esa ocasión, iban a tener que ir muy en serio si querían que el plan de Garnett funcionase como debía.

Echó un rápido vistazo a su compañero en cuanto le habló, volviendo a clavar después la mirada en sus oponentes.

Bueno, eso era algo que ya nos temíamos, ¿no? —Dio un par de pasos hacia el lateral, sopesando el garrote con ambas manos. Fue casi imperceptible, pero pudo percibir cómo el aparentemente despreocupado Tobías no le quitaba el ojo de encima a sus movimientos. Estaban tan en guardia como ellos—. Si fuera a haber sido sencillo, dudo que les hubiéramos hecho falta para esto. ¿Ponemos a prueba su coordinación?

La oni sonrió un poco, casi de una forma feral. No era ningún secreto que disfrutaba de un buen combate, si bien no se trataba de una persona violenta. Medir sus capacidades con alguien que pudiera seguirle el ritmo era, por lo general, algo que no ocurría muy a menudo. Sus nuevos compañeros de brigada eran de los pocos iguales que tenían el potencial suficiente para hacerlo, pero parecía que se había topado con nuevos ejemplos en el Torneo del Calabozo. ¿Serían suficientemente buenos? Por un lado, si pensaba en su futuro en la Marina, esperaba que no lo fueran. Por el otro, aquella noche se sentía con ganas de toparse con la horma de su zapato. Deseaba que fueran buenos.

Te abriré el camino —Reposicionó sus pies, preparándose para cargar—. Vamos a derribar esa torre.

De un momento a otro, Camille se lanzó hacia adelante dando largas zancadas. No era tan rápida ni ágil como Frida o Atlas, pero su tamaño compensaba esas carencias. Dudaba que la mujer fuera a ponérselo fácil, pero esperaba que picase el anzuelo. Tal vez, si veía cómo se lanzaba hacia ellos, su sola presencia fuera suficiente amenaza y distracción como para darle vía libre a Atlas. Tan solo necesitaba que fijasen su atención en ella.

«A ver de qué estáis hechos», les dijo únicamente en su cabeza, con un resplandor rojizo en la mirada. Tobías dio un paso al frente, preparándose para el choque. Echó el brazo hacia atrás mientras Camille preparaba un nuevo garrotazo haciendo lo propio. Vio por el rabillo del ojo cómo Frida buscaba flanquearla mientras esto ocurría y entonces, en el último momento, viró hacia un lado y lanzó el garrotazo en dirección a la mujer. Atenta como estaba, aunque consiguió sorprenderla, la mujer fue lo suficientemente rápida como para encogerse en el sitio y que el trozo de madera le pasase por encima. Aún girando, la oni aprovechó la inercia del movimiento para desplazarse como si de una gigantesca peonza se tratara, soltándole un garrotazo a Tobías que fue capaz de desviar con la mano desnuda. Dos ataques infructíferos que parecían haber errado sus objetivos, aunque no del todo: Ahora tenía toda su atención.

En el momento en que su arma fue repelida por la mano del grandullón, Camille la soltó y se inclinó hacia delante, buscando su centro de gravedad. Extendió los brazos hacia los lados y le rodeó por las piernas, cortas en comparación con su musculoso torso, placándole en el proceso para desestabilizarle mientras le alzaba del suelo. El tío pesaba como pocas cosas que la recluta hubiera levantado con anterioridad, pero no tanto como para derrotar su fuerza salvaje. Un par de pasos hacia delante y ambos cayeron con fuerza sobre el frío y duro suelo del almacén.

Se irguió un poco sobre Tobías, descargando con contundencia un puñetazo que el grandullón detuvo sin mucha dificultad, más allá de la que suponía tener a una oni de casi tres metros encima, claro. Su especialidad no era el combate sin armas precisamente, así que tampoco esperaba conseguir mucho con eso. Lo único que buscaba era retener al hombretón y, con algo de suerte, que Frida se enfocase en ella.
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RE: [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué? - por Camille Montpellier - 18-11-2024, 09:55 PM

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