Silvain Loreth
-
18-11-2024, 10:32 PM
La verdad es que, a juzgar por la cantidad de personas que te continúan disparando desde el piso superior, no tiene pinta de que los que han huido despavoridos sean la mayoría. Pero bueno, sí, se han ido unos cuantos. ¿Por qué negarlo? No la mayoría, pero unos cuantos. En cualquier caso, tampoco es que la cantidad de civiles insubordinados en la zona ha sido algo que te haya preocupado lo más mínimo, mi querido Henry.
En cualquier caso, como bien dices, el mayor de los dos cabecillas ya se sabe muerto. De hecho, aunque no lo sepas ha sido él el que ha propuesto usarse a sí mismo como cebo antes de que esa terrible quemadura le arrebate lo poco que le queda de vida. En el fondo diría que todos sabían que sus estratagemas no surtirían efecto alguno, pero algo debían intentar si querían oponerse a ti de algún modo. Ignorando al del rifle, te decides a ir a por el segundo cabecilla, el situado en los pisos superiores, para intentar aferrarle con tu mano al rojo vivo. Lo intentas y, de hecho, consigues alcanzarle y producirle su correspondiente quemadura, pero, lo creas o no, no tienes fuerza para sostener el agarre un solo segundo siquiera.
Tu enemigo se da cuenta y puedes ver la frustración en sus ojos. ¿Por qué? Muy sencillo: considera que si aun siendo una masa de lava tiene más fuerza que tú, si no hubieses sido bendecido —o maldito— por el poder de una Akuma no Mi no habrías podido ni tan siquiera pensar en hacer lo que has hecho con ellos. Esto tú no puedes saberlo, claro, y lo cierto es que lo que piense ese tipo da un poco igual. Lo que sería o podría haber sido no tiene relevancia alguna, mientras que lo verdaderamente importante es lo que sucede en realidad. ¿Y qué es eso que sucede? Pues que él sigue libre pero con una buena quemadura en su pierna derecha.
—¡Ahora! —exclama de nuevo, justo después de liberarse de ti pero mientras aún te mantienes suspendido en las alturas. En ese momento muchos de los disparos se detienen y varias afiladas lanzas de metal aparecen desde los alrededores, portadas por insurgentes, para intentar atravesar tu magmático cuerpo. No te preocupes, no son de kairoseki ni nada por el estilo, pero de haberlo sido estarías en un buen problema—. ¡Jamás nos rendiremos! —te grita el cabecilla que queda con vida—. ¡Es por marines como tú que el pueblo se revela! ¡Sois militares como tú los que provocan que la Armada Revolucionaria tenga tantos simpatizantes ocultos a lo largo y ancho del mundo, pero estáis demasiado ciegos y sois demasiado estúpidos como para verlo!
Juraría que ese tipo sabe a la perfección que no le queda demasiado tiempo, pero no parece importarle lo más mínimo. Por cómo se ha comportado hasta ahora diría que combatirá hasta las últimas consecuencias y que, te importe o no escucharlo, te dirá todo lo que piensa sobre la Marina y sobre ti a la cara. Espero que estés preparado para una buena regañina.
En cualquier caso, como bien dices, el mayor de los dos cabecillas ya se sabe muerto. De hecho, aunque no lo sepas ha sido él el que ha propuesto usarse a sí mismo como cebo antes de que esa terrible quemadura le arrebate lo poco que le queda de vida. En el fondo diría que todos sabían que sus estratagemas no surtirían efecto alguno, pero algo debían intentar si querían oponerse a ti de algún modo. Ignorando al del rifle, te decides a ir a por el segundo cabecilla, el situado en los pisos superiores, para intentar aferrarle con tu mano al rojo vivo. Lo intentas y, de hecho, consigues alcanzarle y producirle su correspondiente quemadura, pero, lo creas o no, no tienes fuerza para sostener el agarre un solo segundo siquiera.
Tu enemigo se da cuenta y puedes ver la frustración en sus ojos. ¿Por qué? Muy sencillo: considera que si aun siendo una masa de lava tiene más fuerza que tú, si no hubieses sido bendecido —o maldito— por el poder de una Akuma no Mi no habrías podido ni tan siquiera pensar en hacer lo que has hecho con ellos. Esto tú no puedes saberlo, claro, y lo cierto es que lo que piense ese tipo da un poco igual. Lo que sería o podría haber sido no tiene relevancia alguna, mientras que lo verdaderamente importante es lo que sucede en realidad. ¿Y qué es eso que sucede? Pues que él sigue libre pero con una buena quemadura en su pierna derecha.
—¡Ahora! —exclama de nuevo, justo después de liberarse de ti pero mientras aún te mantienes suspendido en las alturas. En ese momento muchos de los disparos se detienen y varias afiladas lanzas de metal aparecen desde los alrededores, portadas por insurgentes, para intentar atravesar tu magmático cuerpo. No te preocupes, no son de kairoseki ni nada por el estilo, pero de haberlo sido estarías en un buen problema—. ¡Jamás nos rendiremos! —te grita el cabecilla que queda con vida—. ¡Es por marines como tú que el pueblo se revela! ¡Sois militares como tú los que provocan que la Armada Revolucionaria tenga tantos simpatizantes ocultos a lo largo y ancho del mundo, pero estáis demasiado ciegos y sois demasiado estúpidos como para verlo!
Juraría que ese tipo sabe a la perfección que no le queda demasiado tiempo, pero no parece importarle lo más mínimo. Por cómo se ha comportado hasta ahora diría que combatirá hasta las últimas consecuencias y que, te importe o no escucharlo, te dirá todo lo que piensa sobre la Marina y sobre ti a la cara. Espero que estés preparado para una buena regañina.