Ares Brotoloigos
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19-11-2024, 04:07 AM
La mirada que el lagarto bipedo le dedicó a la chica fue una de completa incredulidad. O, más bien, el enarcamiento de “ceja” que se plasmaba en su rostro era, básicamente, un “¿Te crees que me chupo el dedo?”.
— Ya. — Su tono de voz al respecto fue bastante escueto. Seco en inicio. — Una comparativa económica. — Continuó por ahí, sin dejar de mirarla. — En los bajos fondos. Suena muy convincente, sí.
En realidad, lo que la chica hiciese en los bajos fondos le daba reverendamente igual. Ya era mayorcita para tomar sus propias decisiones, fuesen buenas o malas. Pero si la acompañaba no era solo por amor al arte o amor al prójimo como tal. Sino que era simple y llana curiosidad por ver como una muchacha como aquella se movía en un lugar tan peligroso como esas zonas sin ley de Loguetown. Era verdad que se trataba de un Marine, aunque a veces tenía más inclinaciones hacia el CP. Ya había bailado en la cuerda floja en cuanto a dicha organización. Pero seguía pensando que la Marina necesitaba mano dura en cierto sentido.
Pero, acto seguido, de su expresión hasta ahora seria y, quizás, aguafiestas, se le dibujó una media sonrisa afilada, mostrando parcialmente los dientes en un gesto casi depredador. Incluso se le escapó una breve risa ronca, grave.
— Eres graciosa, chica. Pero no te preocupes, no te delataré. — No lo haría si ella se portaba bien con él, como quien dice. Y, con portarse bien, significaba tener al grandullón entretenido de alguna manera, claro.
Si iban a los bajos fondos, quizás pudiese salir con una o dos peleas, con suerte. Algo con lo que desestresarse un poco.
— ¿Qué problema hay con él? — Era oscuro y solo el dibujo dorado de la gaviota, en su pecho, le delataba como marine. Pero quizás ella tenía razón. No era el más adecuado, con dicho emblema, para ir a un lugar como los bajos fondos de Loguetown.
¿Quería que se cambiase de ropa? Bueno, quizás era lo más adecuado. Y ella acababa de decir que le dueño les haría precio. Ares se encogió de hombros como dando a entender que no le importaba y que le parecía bien. Solo esperaba que ella pagase porque... Bueno, él estaba sin blanca ahora mismo. Todavía recordaba aquella maldita apuesta de Johnny con su dinero. Y se cabreaba cada vez que lo recordaba.
Los ojos rojizos del Diablo se posaron, entonces, ante la entrada de la sastrería donde, segundos después, Iris se adentró, hablando con confianza con el dueño del lugar. Ares suspiró levemente. El hombre le miró de arriba a abajo cuando Iris señaló que venían buscando ropa para él. Con lo poco que le gustaba ir de compras...
Solo en el momento en le que estuvieron a solas de nuevo, fue que Ares expresó su opinión.
— Te estás tomando muchas precauciones para algo que es un simple “estudio”. Voy a comenzar a pensar que soy parte de él también. — Bromeó un tanto, metiéndose en el juego que Iris había iniciado.
— Ya. — Su tono de voz al respecto fue bastante escueto. Seco en inicio. — Una comparativa económica. — Continuó por ahí, sin dejar de mirarla. — En los bajos fondos. Suena muy convincente, sí.
En realidad, lo que la chica hiciese en los bajos fondos le daba reverendamente igual. Ya era mayorcita para tomar sus propias decisiones, fuesen buenas o malas. Pero si la acompañaba no era solo por amor al arte o amor al prójimo como tal. Sino que era simple y llana curiosidad por ver como una muchacha como aquella se movía en un lugar tan peligroso como esas zonas sin ley de Loguetown. Era verdad que se trataba de un Marine, aunque a veces tenía más inclinaciones hacia el CP. Ya había bailado en la cuerda floja en cuanto a dicha organización. Pero seguía pensando que la Marina necesitaba mano dura en cierto sentido.
Pero, acto seguido, de su expresión hasta ahora seria y, quizás, aguafiestas, se le dibujó una media sonrisa afilada, mostrando parcialmente los dientes en un gesto casi depredador. Incluso se le escapó una breve risa ronca, grave.
— Eres graciosa, chica. Pero no te preocupes, no te delataré. — No lo haría si ella se portaba bien con él, como quien dice. Y, con portarse bien, significaba tener al grandullón entretenido de alguna manera, claro.
Si iban a los bajos fondos, quizás pudiese salir con una o dos peleas, con suerte. Algo con lo que desestresarse un poco.
— ¿Qué problema hay con él? — Era oscuro y solo el dibujo dorado de la gaviota, en su pecho, le delataba como marine. Pero quizás ella tenía razón. No era el más adecuado, con dicho emblema, para ir a un lugar como los bajos fondos de Loguetown.
¿Quería que se cambiase de ropa? Bueno, quizás era lo más adecuado. Y ella acababa de decir que le dueño les haría precio. Ares se encogió de hombros como dando a entender que no le importaba y que le parecía bien. Solo esperaba que ella pagase porque... Bueno, él estaba sin blanca ahora mismo. Todavía recordaba aquella maldita apuesta de Johnny con su dinero. Y se cabreaba cada vez que lo recordaba.
Los ojos rojizos del Diablo se posaron, entonces, ante la entrada de la sastrería donde, segundos después, Iris se adentró, hablando con confianza con el dueño del lugar. Ares suspiró levemente. El hombre le miró de arriba a abajo cuando Iris señaló que venían buscando ropa para él. Con lo poco que le gustaba ir de compras...
Solo en el momento en le que estuvieron a solas de nuevo, fue que Ares expresó su opinión.
— Te estás tomando muchas precauciones para algo que es un simple “estudio”. Voy a comenzar a pensar que soy parte de él también. — Bromeó un tanto, metiéndose en el juego que Iris había iniciado.