Marvolath
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19-11-2024, 04:37 AM
Tras un trago se vio obligado a corregir su crítica precipitada: quién poco espera se lleva grandes sorpresas. El ardor no es algo que buscase en una bebida refrescante, pero el contraste con el frescor que le siguió era... revitalizante. Observó la bebida, estudiando su olor, color, y sabor, tratando de averiguar si se trataría de algún medicamento mal embotellado. Y si no lo era, quizá debería.
Escuchó en silencio la explicación del tabernero, dejando que dijera todo lo que tuviese que contar. Asintió, ante la explicación del comportamiento de las bestias.
- Totalmente comprensible. Nosotros no haríamos menos si ellas viniesen a nuestro territorio. Confío en mis piernas, y en mis puños si fuera necesario. - se palmeó las piernas y apretó el puño, acompañando sus palabras - Aunque referiría no herir a ningún ser vivo sin necesidad, todo sea dicho. Espero que no sea una de esas pruebas de las que tanto hablan los viajeros... siempre me parecieron excusas para justificar su fracaso, pero cuanto más me acerco más lógico me parece.
El tabernero se marchó, sin dignarse a responder. Tampoco se lo podía tener en cuenta después de ser molesto. Y menos aún cuando vio la razón: una llamativa pareja se había presentado, vistiendo a un nivel impropio del lugar. Habiendo obtenido menos información de la que quería, y teniendo ahora más preguntas que antes, barrió con la mirada el resto de mesas, buscando alguna en la que pudiera integrarse. Vio a un grupo que, entre vestimenta y constitución, juzgó que podrían ser artistas marciales. Bebida en mano, se acercó al grupo.
- Parece que el tabernero ha encontrado a esa pareja más interesante que la conversación que manteníamos, que me ha dejado sin terminar la bebida. Quizá podamos compartir algunas bebidas e historias, aunque yo sólo puedo ofrecer de lo primero.
Hacía años que había asumido que el carisma no era lo suyo. Había recibido educación, pero años sin socializar le habían negado ese don tan básico. Ofrecer bebidas era un truco que solía funcionar, al menos con marineros y si la información que pedías era razonable. Si le aceptaban sólo tendría que pagar algunas copas más, y por suerte últimamente los... negocios iban bien. Y si le rechazaban... bueno, no habría perdido nada.
- ¿Sabéis quiénes son? - señaló con un gesto de cabeza a la pareja - No parecen encajar con el lugar, aunque supongo que no soy el más apropiado para decirlo... y menos lo seré cuando llegue al dojo.
Escuchó en silencio la explicación del tabernero, dejando que dijera todo lo que tuviese que contar. Asintió, ante la explicación del comportamiento de las bestias.
- Totalmente comprensible. Nosotros no haríamos menos si ellas viniesen a nuestro territorio. Confío en mis piernas, y en mis puños si fuera necesario. - se palmeó las piernas y apretó el puño, acompañando sus palabras - Aunque referiría no herir a ningún ser vivo sin necesidad, todo sea dicho. Espero que no sea una de esas pruebas de las que tanto hablan los viajeros... siempre me parecieron excusas para justificar su fracaso, pero cuanto más me acerco más lógico me parece.
El tabernero se marchó, sin dignarse a responder. Tampoco se lo podía tener en cuenta después de ser molesto. Y menos aún cuando vio la razón: una llamativa pareja se había presentado, vistiendo a un nivel impropio del lugar. Habiendo obtenido menos información de la que quería, y teniendo ahora más preguntas que antes, barrió con la mirada el resto de mesas, buscando alguna en la que pudiera integrarse. Vio a un grupo que, entre vestimenta y constitución, juzgó que podrían ser artistas marciales. Bebida en mano, se acercó al grupo.
- Parece que el tabernero ha encontrado a esa pareja más interesante que la conversación que manteníamos, que me ha dejado sin terminar la bebida. Quizá podamos compartir algunas bebidas e historias, aunque yo sólo puedo ofrecer de lo primero.
Hacía años que había asumido que el carisma no era lo suyo. Había recibido educación, pero años sin socializar le habían negado ese don tan básico. Ofrecer bebidas era un truco que solía funcionar, al menos con marineros y si la información que pedías era razonable. Si le aceptaban sólo tendría que pagar algunas copas más, y por suerte últimamente los... negocios iban bien. Y si le rechazaban... bueno, no habría perdido nada.
- ¿Sabéis quiénes son? - señaló con un gesto de cabeza a la pareja - No parecen encajar con el lugar, aunque supongo que no soy el más apropiado para decirlo... y menos lo seré cuando llegue al dojo.