Jack D. Agnis
Golden Eyes
19-11-2024, 05:37 AM
No había nada mas sexy y que me excitara mas en una mujer que su fragilidad. Una fragilidad única, la cual parecía esconder una fuerza sigilosa, como si en cualquier momento pudiera quebrarse, o por lo contrario, plantarle cara a lo que mas temiera con un solo gesto. Esa mezcla se vulnerabilidad y misterio, hacia que quisiera tomarla en mis brazos para protegerla y poseerla, pero para su desgracia, mi fuerza de voluntad era mas fuerte y lo único que podría querer de una mujer así, era lo que tenia entre las piernas.
-Veo que tiene bastante información para ser solo una criada. Realmente es una criadas? O a caso es la diversión del patrón? - le pregunté a la vieja sirvienta, mientras danzaba alrededor de aquellas mujeres, y cada tanto me acercaba a la mas joven para oler su perfume.
-¿Me podrían decir como es que saben tanto? Sé que las criadas tienen mucha información de sus patrones, pero esa información es como importante como para los nobles las hubieran compartido con Uds. Yo espero que la niña no esté diciendo esas cosas para despistarnos, verdad? - pregunté curioso, mientras llegaba a espalda de aquella joven mujer y miraba su cuello listo para ser mordido, algo que hizo que me moviera hacia ella. Tras acercarme por detrás de una manera sexualmente poco amable, quise morder su cuello, cual gato en celo, pero solo me limité a lamerlo.
Para su fortuna, King entró a aquella habitación antes de siquiera pensara en violar a aquella joven, aunque ganas no me faltaron.
-Te dije que tenia algo útil en mano. Por cierto, puedo llevarme esta preciosura con nosotros? Quiero hacerla mi esposa- dije sonriente, mientras intentaba mirar su escote.
-¿Que dices? ¿Me aceptas como esposo? Te aseguro que te no te defraudaré… al menos nadie se ha quejado- dije divertido, mientras oía como King interrogaba a la vieja sirvienta, la cual había sido las mas dura de ambas, supuse que curtida de encontrarse bestias como nosotros. Para luego amenazarlas, usando su habilidad de su fruta del diablo, lo cual hizo que sonriera de manera divertida.
- Si, él es un conejo muy caliente. - bromeé, mientras cruzaba mi brazo por encima del hombro de aquella vieja mujer, apoyándome en el proceso, y al mismo tiempo que sujetaba mi espada cerca de su cuello.
Matar aquellas mujeres no me costaba nada, pero no sé que tan conveniente podría ser dejar una enorme mancha de sangre en ese lugar.
-Veo que tiene bastante información para ser solo una criada. Realmente es una criadas? O a caso es la diversión del patrón? - le pregunté a la vieja sirvienta, mientras danzaba alrededor de aquellas mujeres, y cada tanto me acercaba a la mas joven para oler su perfume.
-¿Me podrían decir como es que saben tanto? Sé que las criadas tienen mucha información de sus patrones, pero esa información es como importante como para los nobles las hubieran compartido con Uds. Yo espero que la niña no esté diciendo esas cosas para despistarnos, verdad? - pregunté curioso, mientras llegaba a espalda de aquella joven mujer y miraba su cuello listo para ser mordido, algo que hizo que me moviera hacia ella. Tras acercarme por detrás de una manera sexualmente poco amable, quise morder su cuello, cual gato en celo, pero solo me limité a lamerlo.
Para su fortuna, King entró a aquella habitación antes de siquiera pensara en violar a aquella joven, aunque ganas no me faltaron.
-Te dije que tenia algo útil en mano. Por cierto, puedo llevarme esta preciosura con nosotros? Quiero hacerla mi esposa- dije sonriente, mientras intentaba mirar su escote.
-¿Que dices? ¿Me aceptas como esposo? Te aseguro que te no te defraudaré… al menos nadie se ha quejado- dije divertido, mientras oía como King interrogaba a la vieja sirvienta, la cual había sido las mas dura de ambas, supuse que curtida de encontrarse bestias como nosotros. Para luego amenazarlas, usando su habilidad de su fruta del diablo, lo cual hizo que sonriera de manera divertida.
- Si, él es un conejo muy caliente. - bromeé, mientras cruzaba mi brazo por encima del hombro de aquella vieja mujer, apoyándome en el proceso, y al mismo tiempo que sujetaba mi espada cerca de su cuello.
Matar aquellas mujeres no me costaba nada, pero no sé que tan conveniente podría ser dejar una enorme mancha de sangre en ese lugar.