Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Aventura] [T3] [Aventura] ¡De camino a Oykot!
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Bajo las atolondradas aguas, una buena parte de los pececillos que habían chocado, desafortunadamente, contra el barco, se encontraron de frente con las enormes fauces de Umibozu. Sin poder hacer nada frente a tal horrible destino, más de la mitad del banco fueron engullidos por el wotan, mientras que los pobres restantes chocaban contra su cuerpo, tratando de huir, solo para encontrarse de frente con la sirena tiburón, Asradi. Desde luego, eran una presa fácil después de que el choque contra la madera de La Alborada les desubicase y atontase por completo, así que no opusieron demasiada resistencia al apetito de los dos seres marinos.

Todos los miembros del barco se habían alarmado por tal tremendo golpe. Ubben se acercó a la posición de Ragnheidr, tratando de averigüar que acababa de ocurrir, incluso llevando las manos a sus armas, y es que aquello no le olía nada bien. Airgid, por otro lado, parecía demasiado indispuesta como para salir a reunirse con sus compañeros, aunque la curiosidad también la asolaba. Y por último, Ragnheidr liberó tal grito, colocando las manos como si de un megáfono se tratase, que no solo alertó a Umibozu. Sino también a alguien más que no se encontraba demasiado lejos.

La sirena, mitad humana y mitad salamandra, nadaba de un lado para otro, con velocidad pero con precisión. Se encontraba en mitad de una cacería, y es que Albert le había pedido que pescara algunos boqueroncitos con los que poder preparar una de sus comidas. No es que le hiciera especial gracia ser una mandada, que le ordenasen lo que tenía que hacer, pero... lo cierto es que disfrutaba de aquellos momentos en el agua como la que más, así que simplemente, sin decir nada, se lanzó al mar desde la cubierta. Eso sí, sin olvidarse de poner una de sus malas caras, como de costumbre. Fue ella la que, en un movimiento desafortunado, espantó a más peces de los que atrapó, lanzándolos directamente contra La Alborada. Por lo que no se encontraba demasiado lejos, y escuchó el grito de Ragnheidr retumbar por la superficie del agua. En ese momento, dejó todo lo que estaba haciendo para asomar ligeramente la cabeza, ver lo que ocurría.

Sus ojos azules encontraron rápidamente el gran barco que se aproximaba a su posición, lo que ya la alarmó. Uno nunca sabía qué clase de personas se podía encontrar en medio del mar, y aquel navío no parecía pertenecer a comerciantes, precisamente. Descendió de nuevo, fijándose ahora en la enorme sombra que Umibozu proyectaba en la lejanía. ¿Qué clase de ser era ese? Por un momento pensó en regresar a su barco, en alertar a sus compañeros, pero realmente no estaba segura de que fueran una amenaza. Así que, tomando el den den mushi entre sus afiladas uñas, por si las moscas, se acercó un poquito hacia la ubicación de Umibozu y Asradi. Trató de ser silenciosa, y de no ir de frente como si estuviera loca, sino buscar un ángulo y unas rocas que la hicieran camuflarse lo suficiente como para pasar desapercibida. Y en aquel momento, tras aproximarse sigilosamente, pudo verlo con claridad. Aquella monstruosidad, Umibozu, era una de las nuevas cabezas con recompensa. El pecho se le aceleró, dándose ahora cuenta de que la otra sombra que le acompañaba, más pequeña, se trataba de otra sirena como ella, una que también tenía un cartel de recompensa. La joven, tratando de que no la vieran, salió una última vez a la superficie, solo para activar su den den mushi. — Kovacs... — Habló en susurros. — Me he encontrado con los revolucionarios, los de Oykot... no sé si están todos, pero... — Al otro lado del caracol, respondió una voz más grave. — ¿Cómo? Regresa aquí ahora mismo, Netary, ¿te han visto? — Preguntó con preocupación. — No, no lo creo, al menos... voy para allá... he visto al Naufragio... es aún más grande de lo que nos contaron... — Se le notó cierta... picardía en la voz. — Ni se te ocurra, soldado, vuelve inmediatamente, es una órden. Corto. — Le corrigió su aparente líder. La joven puso los ojos en blanco, guardando el den den mushi de nuevo, dispuesta a hacerle caso. Qué remedio.

A una distancia algo menos a un kilómetro desde La Alborada, se encontraba el impoluto barco de la Marina. El suboficial, Kovacs, acababa de recibir el aviso de Netary, unas palabras que todos los integrantes del navío escucharon, pillándoles en mitad de la cena. Albert dejó la comida y tomó rápidamente su catalejo, buscando el barco de los revolucionarios en la distancia. Sully parecía despreocupado, terminando de zamparse el último trozo de pollo de su plato, sentado en la cubierta. Chenai parpadeó un par de veces, tan asombrada que incluso había dejado de masticar. — Los veo. — Soltó Albert, señalando hacia la dirección. Se veía pequeño, aún bastante pequeño, pero sí, un barco se dirigía hacia ellos. Chenai terminó de tragar el trozo que saboreaba, para poder levantarse de su asiento y hablar con firmeza y claridad. — ¿Cómo procedemos, suboficial? — En sus ojos se notaba el brillo de las ganas por batirse en combate con un desafío tan enorme, y sus tres compañeros dirigieron la mirada a Kovacs, casi igual de expectantes que ella. — No lo sé, Chenai. ¿Qué se hace con los criminales buscados? — La oni sonrió, casi podía notar su espada en su cintura bailar de la emoción. — ¡Se les lleva ante la justicia! — La joven salió corriendo, comprobando rápidamente que estaba equipada con todo lo necesario para un combate. Sully la siguió, un poco más tranquilo, al igual que Albert. — Sí, la justicia es importante, pero escuchadme bien. No quiero acciones temerarias, no quiero que actuéis sin pensar ni por separado. Somos un equipo, tomamos decisiones en conjunto y nos cuidamos los unos a los otros. Vuestros compañeros son lo más importante, así que sed prácticos, mantened la cabeza fría, y por último... — — No os preocupéis por mí. — Le interrumpieron tanto Chenai como Sully, tomándole el pelo después de habérselo escuchado decir tantas veces. Albert no dijo nada, pero les acompañó con un gesto de cabeza. — Vale, ya veo que me repito más que el ajo, pero me alegro que se os haya quedado grabado. Preparaos bien. — Concluyó, con una sonrisilla, antes de girarse a observar la dirección del barco que se aproximaba. Esperando a que Netary apareciera.

¿Has escuchado a Netary? ¡Ha dicho que el Naufragio es aún más grande de lo que pensábamos! — Mencionó Chenai, ajustándose la armadura. — ¿Y los Libertadores de Oykot, entonces, cómo serán? — Se preguntó Sully, realmente intrigado por si todos los rumores eran ciertos o si se quedarían cortos. — Ni idea, pero al parecer uno de ellos es una sirena. Sería la única que conozco, después de Netary. — Le respondió la oni, emocionada. — Espero que no tenga su mala leche... — Soltó Sully por lo bajo, desatando una risilla entre ambos, aprovechando que la susodicha no se encontraba ahí para lanzarles una mirada de asco.

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RE: [T3] [Aventura] ¡De camino a Oykot! - por Airgid Vanaidiam - 19-11-2024, 04:45 PM

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