Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
19-11-2024, 06:55 PM
El descanso en la lujosa cama había sido, sin duda, una experiencia digna del Pavo Real del Océano. Mayura despertó sintiéndose renovado, como si cada fibra de su ser estuviera preparada para un espectáculo. Con una sonrisa satisfecha, se estiró perezosamente antes de levantarse, dejando que la brisa matutina que entraba por el ventanal recorriera todo su cuerpo recordándole que el día prometía emociones únicas, aun más intensas que las vividas durante su primera noche en la isla. Continuó con su ritual matutino antes de dejar la cama y procedió a alistarse.
Se vistió con su habitual atención al detalle, ajustando y asegurándose de que cada pieza de su atuendo reflejara su estilo único e inconfundible. Al mirarse en el espejo, asintió, satisfecho con el reflejo que veía. — Perfecto, como siempre. — murmuró antes de salir de su habitación y dirigirse al punto de encuentro. El vestíbulo del hotel era un hervidero de actividad, pero Mayura se movía entre la multitud como si fuera el único digno de atención. Los murmullos de las conversaciones y el tintineo de las tazas de café le acompañaban mientras descendía con paso firme.
Inmediatamente vio a Porter Otto al otro lado del vestíbulo, rodeado por un pequeño grupo, Mayura no pudo evitar sonreír para sí mismo. Había algo en la confianza del hombre que le resultaba intrigante, casi magnético, logrando que el pavo se mantuviera cerca desde los acontecimientos de Kilombo. Porter alzó una mano al verlo, y Mayura, con su característico andar teatral, cruzó el espacio entre ellos con una caminata más veloz que el humano promedio. Los otros miembros del grupo parecían una mezcla de personajes discretos pero peligrosos, cada uno con un aire de experiencia que no pasaba desapercibido.
Mayura saludó con una inclinación leve, decidió no romper el silencio pues sabía que aunque fueran compañeros con un mismo objetivo, no había confianza entre ellos como para actuar de amigos. Porter sonrió, claramente complacido por la llegada del pirata, algo que el Pavo Real del Oceáno no pudo ignorar pues sentía que le brindaba protagonismo dentro del grupo. Tras las indicaciones de su robusto compañero, el elegante pirata descendió con el grupo, observando cada detalle del entorno. La discreta sala de juegos a la que llegaron le impresionó por su elegancia funcional. Cuando Porter cerró la puerta detrás de ellos y comenzó a hablar, el ambiente se volvió más serio. Mayura se sentó con gracia, cruzando las piernas y apoyando un codo sobre el respaldo de la silla, mientras escuchaba atentamente.
Las palabras de Porter resonaron en la sala como un preludio a algo importante. Mayura observó las reacciones de los demás, percibiendo las sutiles dudas y la determinación en sus miradas. Cuando Porter planteó la posibilidad de que alguien abandonara el plan, Mayura dejó escapar una leve risa. ¿Abandonar? Ese pensamiento ni siquiera había cruzado por su mente y si alguien se atreviera a si quiera pensar en ello, el mismo se encargaría de que no dejara la sala con vida.
“Porter, querido, creo que es evidente que ninguno de los aquí presentes ha venido hasta este punto para dar media vuelta.” Pensó dejando que una sonrisa traviesa asomara en sus labios, mientras evaluaba cada gesto, apariencia y desenvolvimiento de los presentes en la sala. Mayura escuchaba con atención, evaluando cada detalle y comentario del plan. Aunque su rostro reflejaba interés, en su mente ya comenzaba a elaborar formas de añadir su toque personal al golpe. No era solo cuestión de dinero; para él, este robo era una oportunidad de dejar su marca, de demostrar que el Pavo Real del Océano podía brillar incluso en las situaciones más oscuras.
— Una pregunta, querido Porter. — interrumpió a aquellos comentarios menos y sin sentido, inclinándose ligeramente hacia adelante. — ¿Has considerado cómo burlar los sistemas de seguridad? No soy un experto, claro, pero me parece que un poco de distracción en el lugar y momento adecuados podría hacer maravillas. — sugirió, su tono tan casual como si estuviera hablando de comprar dulces. Si bien su modo característico y tono teatral podrían hacer que sus palabras fueran irrelevantes, alguien que le habría visto en acción sabía que había algo más detrás de esas palabras. Si bien podría divulgar todo lo que aprendió durante su visita de reconocimiento, el pirata disfrutaba sentir que controlaba, aunque sea una mínima parte del plan. Después de todo, con los patrones de vigilancia y los Den Den Mushi memorizados, pudo identificar un par de lugares y momentos precisos para obtener alguna ventaja durante el asalto.
Con suerte, el ambiente en la sala comenzaría a llenarse de anticipación, quizás desesperación, mientras los detalles del plan se discutían y ajustaban. Mayura, por su parte, se sentía en su elemento, era un espectáculo en inmadureces, y él estaba decidido a ser la estrella que los impulsara. Mientras los demás hablaban, dejó que su mirada vagara, analizando y visualizando en su mente el camino que tomarían y las posibles sorpresas que podrían encontrar. No confiaba en todos los presentes, vagamente podía confiar en Porter pues este aun no le defraudaba, y como la información era el arma mas importante de todas en este tipo de situaciones, no la compartiría ciegamente, solo con el indicado.
Se vistió con su habitual atención al detalle, ajustando y asegurándose de que cada pieza de su atuendo reflejara su estilo único e inconfundible. Al mirarse en el espejo, asintió, satisfecho con el reflejo que veía. — Perfecto, como siempre. — murmuró antes de salir de su habitación y dirigirse al punto de encuentro. El vestíbulo del hotel era un hervidero de actividad, pero Mayura se movía entre la multitud como si fuera el único digno de atención. Los murmullos de las conversaciones y el tintineo de las tazas de café le acompañaban mientras descendía con paso firme.
Inmediatamente vio a Porter Otto al otro lado del vestíbulo, rodeado por un pequeño grupo, Mayura no pudo evitar sonreír para sí mismo. Había algo en la confianza del hombre que le resultaba intrigante, casi magnético, logrando que el pavo se mantuviera cerca desde los acontecimientos de Kilombo. Porter alzó una mano al verlo, y Mayura, con su característico andar teatral, cruzó el espacio entre ellos con una caminata más veloz que el humano promedio. Los otros miembros del grupo parecían una mezcla de personajes discretos pero peligrosos, cada uno con un aire de experiencia que no pasaba desapercibido.
Mayura saludó con una inclinación leve, decidió no romper el silencio pues sabía que aunque fueran compañeros con un mismo objetivo, no había confianza entre ellos como para actuar de amigos. Porter sonrió, claramente complacido por la llegada del pirata, algo que el Pavo Real del Oceáno no pudo ignorar pues sentía que le brindaba protagonismo dentro del grupo. Tras las indicaciones de su robusto compañero, el elegante pirata descendió con el grupo, observando cada detalle del entorno. La discreta sala de juegos a la que llegaron le impresionó por su elegancia funcional. Cuando Porter cerró la puerta detrás de ellos y comenzó a hablar, el ambiente se volvió más serio. Mayura se sentó con gracia, cruzando las piernas y apoyando un codo sobre el respaldo de la silla, mientras escuchaba atentamente.
Las palabras de Porter resonaron en la sala como un preludio a algo importante. Mayura observó las reacciones de los demás, percibiendo las sutiles dudas y la determinación en sus miradas. Cuando Porter planteó la posibilidad de que alguien abandonara el plan, Mayura dejó escapar una leve risa. ¿Abandonar? Ese pensamiento ni siquiera había cruzado por su mente y si alguien se atreviera a si quiera pensar en ello, el mismo se encargaría de que no dejara la sala con vida.
“Porter, querido, creo que es evidente que ninguno de los aquí presentes ha venido hasta este punto para dar media vuelta.” Pensó dejando que una sonrisa traviesa asomara en sus labios, mientras evaluaba cada gesto, apariencia y desenvolvimiento de los presentes en la sala. Mayura escuchaba con atención, evaluando cada detalle y comentario del plan. Aunque su rostro reflejaba interés, en su mente ya comenzaba a elaborar formas de añadir su toque personal al golpe. No era solo cuestión de dinero; para él, este robo era una oportunidad de dejar su marca, de demostrar que el Pavo Real del Océano podía brillar incluso en las situaciones más oscuras.
— Una pregunta, querido Porter. — interrumpió a aquellos comentarios menos y sin sentido, inclinándose ligeramente hacia adelante. — ¿Has considerado cómo burlar los sistemas de seguridad? No soy un experto, claro, pero me parece que un poco de distracción en el lugar y momento adecuados podría hacer maravillas. — sugirió, su tono tan casual como si estuviera hablando de comprar dulces. Si bien su modo característico y tono teatral podrían hacer que sus palabras fueran irrelevantes, alguien que le habría visto en acción sabía que había algo más detrás de esas palabras. Si bien podría divulgar todo lo que aprendió durante su visita de reconocimiento, el pirata disfrutaba sentir que controlaba, aunque sea una mínima parte del plan. Después de todo, con los patrones de vigilancia y los Den Den Mushi memorizados, pudo identificar un par de lugares y momentos precisos para obtener alguna ventaja durante el asalto.
Con suerte, el ambiente en la sala comenzaría a llenarse de anticipación, quizás desesperación, mientras los detalles del plan se discutían y ajustaban. Mayura, por su parte, se sentía en su elemento, era un espectáculo en inmadureces, y él estaba decidido a ser la estrella que los impulsara. Mientras los demás hablaban, dejó que su mirada vagara, analizando y visualizando en su mente el camino que tomarían y las posibles sorpresas que podrían encontrar. No confiaba en todos los presentes, vagamente podía confiar en Porter pues este aun no le defraudaba, y como la información era el arma mas importante de todas en este tipo de situaciones, no la compartiría ciegamente, solo con el indicado.