Henry
El Tirano Carmesí
20-11-2024, 12:25 AM
A pesar de no haber habido un choque, el rango de ataque de mi brazo parecía haber abrumado por completo al último cabecilla, el cual quedaba atrapado entre mi magma y la pared. El cuerpo del viejo del rifle era devorado poco a poco por aquellas grandes gotas de lava que se dispersaron por todos lados. El lugar entero se prendía en llamas, pues el calor estaba llegando a temperaturas mortales para todo ser vivo.
Los "civiles" en el lugar no corrían con mejor suerte, ya que estos también fueron salpicados por mi lava al impactar contra su líder. Era casi un hecho darles por muertos, pues su carne quemada era algo que se podía oler a metros si no más. Una gigantesca columna de humo negro fácilmente resaltaba en todo Kilombo, atrayendo la atención de muchos de los ciudadanos de Rostock.
Salí de lo poco que quedaba del silo, con mi camisa colgando por mis hombros, pues esta quedó hecho añicos cuando desactivé mi transformación. Al salir me di cuenta de la cantidad de pueblerinos de Rostock, pues muchos tenían miradas de miedo, horror o decepción. Verdaderamente no tenía palabras para decirles en aquél momento, pues yo había cumplido con mi misión, o eso me decía yo en todo momento.
Me intentaba convencer a mi mismo de que hacia lo correcto, de que estaba vengando a mis hermanos en armas matando a estas ratas. Era un momento de gran conflicto dentro de mí, emociones de frustración, impotencia, enojo, entre otros, invadían mi mente. Buscaba un pedazo de tierra en el que mi magma no hubiera ocasionado demasiado daño en el cual poder sentarme y usar aquél Den Den Mushi que se me había prestado para aquella misión.
— Aquí el sargento Henry... misión cumplida, tanto los líderes rebeldes como sus subordinados como su base han sido eliminados. Solicito vuestra presencia para examinar la zona, corto. — En todo momento intentaba no tener contacto visual con los que habían venido a ver que pasaba, ya que no me dejaría manipular por gente que no entiende el significado de sacrificio o justicia por un hermano.
Me quedé esperando a por los soldados de la marina, a los cuales les dije lo que había pasado en el lugar, así pudiendo finalmente marcharme de aquél lugar de una vez por todas. En mi camino hacia el G-23 veía el daño que había causado en el medio ambiente, como una parte de la vegetación se había marchitado y los árboles del camino tomaban una forma rara, como si hubieran intentado evitarme.
Aquél fue un día tremendo, uno que jamás olvidaría, pues este marcaría los principios de la justicia por la que me estaría rigiendo.
Los "civiles" en el lugar no corrían con mejor suerte, ya que estos también fueron salpicados por mi lava al impactar contra su líder. Era casi un hecho darles por muertos, pues su carne quemada era algo que se podía oler a metros si no más. Una gigantesca columna de humo negro fácilmente resaltaba en todo Kilombo, atrayendo la atención de muchos de los ciudadanos de Rostock.
Salí de lo poco que quedaba del silo, con mi camisa colgando por mis hombros, pues esta quedó hecho añicos cuando desactivé mi transformación. Al salir me di cuenta de la cantidad de pueblerinos de Rostock, pues muchos tenían miradas de miedo, horror o decepción. Verdaderamente no tenía palabras para decirles en aquél momento, pues yo había cumplido con mi misión, o eso me decía yo en todo momento.
Me intentaba convencer a mi mismo de que hacia lo correcto, de que estaba vengando a mis hermanos en armas matando a estas ratas. Era un momento de gran conflicto dentro de mí, emociones de frustración, impotencia, enojo, entre otros, invadían mi mente. Buscaba un pedazo de tierra en el que mi magma no hubiera ocasionado demasiado daño en el cual poder sentarme y usar aquél Den Den Mushi que se me había prestado para aquella misión.
— Aquí el sargento Henry... misión cumplida, tanto los líderes rebeldes como sus subordinados como su base han sido eliminados. Solicito vuestra presencia para examinar la zona, corto. — En todo momento intentaba no tener contacto visual con los que habían venido a ver que pasaba, ya que no me dejaría manipular por gente que no entiende el significado de sacrificio o justicia por un hermano.
Me quedé esperando a por los soldados de la marina, a los cuales les dije lo que había pasado en el lugar, así pudiendo finalmente marcharme de aquél lugar de una vez por todas. En mi camino hacia el G-23 veía el daño que había causado en el medio ambiente, como una parte de la vegetación se había marchitado y los árboles del camino tomaban una forma rara, como si hubieran intentado evitarme.
Aquél fue un día tremendo, uno que jamás olvidaría, pues este marcaría los principios de la justicia por la que me estaría rigiendo.