Iris
La bala blanca
Ayer, 12:16 AM
—Bueno, si querías que te estudiara solo tenías que pedirlo, Ares —Respondió Iris, evadiendo la pregunta que el chico le había realizado.
Era obvio, tal y como él mismo había expresado con anterioridad, que no había colado la excusa que Iris se había inventado. Pensándolo bien no sonaba muy convincente, estaba tan acostumbrada a engatusar pardillos que en cuanto se le ponía un reto por delante se cagaba encima. Pero eso no era malo, le proporcionaba una diversión extra, simplemente tendría que ser mas cuidadosa. O no, pues como decía la tía Abby: "Niña, que de la cárcel se sale, pero del cementerio no", y no creía que Ares fuera a matarla. De momento.
— Toda precaución es poca— comentó volviendo al tema— No me apetece meterme en peleas innecesarias. Por cierto... ¿Cómo es que decidiste hacerte marine?
Era una pregunta que llevaba un tiempo rondando por la cabeza a la muchacha, desde que se había enterado cual era su profesión de hecho. La peliblanca consideraba que se le daba bastante bien juzgar a las personas y con el había fallado en todos los sentidos así que ¿Por qué no aprovechar el momento?
Al cabo de unos minutos volvió a aparecer Billy con unas cuantas prendas de la talla de Ares las cuales dejó encima de la mesa mientras se las enseñaba, explicando las cualidades de cada una de ellas.
— Bueno Billy, descuéntamelo del sueldo y dile a Rys que le veo mañana a las ocho, te espero fuera.— Le dijo a Ares, mientras hacía un gesto con la mano despidiéndose.
Iris salió del local y se fumó un cigarro mientras observaba la escena que discurría dentro de este a través de la ventana. Había decidido darle clases de matemáticas a la hija del modista a cambio de un mísero sueldo que no les daba ni para pagar el alquiler. Al final la chica le había acabado cogiendo cariño y todo a la mocosa.
Mientras esperaba repasó mentalmente a dónde se podrían dirigir primero, había pensado en algún bar pero eso era demasiado típico... ¿Quizás un local de peleas ilegales? La idea no era mala puesto que entre las apuestas y el alcohol siempre había alguien dispuesto a hablar más de la cuenta. Ella no conocía ninguno pero quizás su compañero si. Le preguntaría.
Era obvio, tal y como él mismo había expresado con anterioridad, que no había colado la excusa que Iris se había inventado. Pensándolo bien no sonaba muy convincente, estaba tan acostumbrada a engatusar pardillos que en cuanto se le ponía un reto por delante se cagaba encima. Pero eso no era malo, le proporcionaba una diversión extra, simplemente tendría que ser mas cuidadosa. O no, pues como decía la tía Abby: "Niña, que de la cárcel se sale, pero del cementerio no", y no creía que Ares fuera a matarla. De momento.
— Toda precaución es poca— comentó volviendo al tema— No me apetece meterme en peleas innecesarias. Por cierto... ¿Cómo es que decidiste hacerte marine?
Era una pregunta que llevaba un tiempo rondando por la cabeza a la muchacha, desde que se había enterado cual era su profesión de hecho. La peliblanca consideraba que se le daba bastante bien juzgar a las personas y con el había fallado en todos los sentidos así que ¿Por qué no aprovechar el momento?
Al cabo de unos minutos volvió a aparecer Billy con unas cuantas prendas de la talla de Ares las cuales dejó encima de la mesa mientras se las enseñaba, explicando las cualidades de cada una de ellas.
— Bueno Billy, descuéntamelo del sueldo y dile a Rys que le veo mañana a las ocho, te espero fuera.— Le dijo a Ares, mientras hacía un gesto con la mano despidiéndose.
Iris salió del local y se fumó un cigarro mientras observaba la escena que discurría dentro de este a través de la ventana. Había decidido darle clases de matemáticas a la hija del modista a cambio de un mísero sueldo que no les daba ni para pagar el alquiler. Al final la chica le había acabado cogiendo cariño y todo a la mocosa.
Mientras esperaba repasó mentalmente a dónde se podrían dirigir primero, había pensado en algún bar pero eso era demasiado típico... ¿Quizás un local de peleas ilegales? La idea no era mala puesto que entre las apuestas y el alcohol siempre había alguien dispuesto a hablar más de la cuenta. Ella no conocía ninguno pero quizás su compañero si. Le preguntaría.